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Los trastornos del comportamiento en los menores de edad son cada vez más frecuentes, y
dentro de ellos, uno que llama la atención por lo alarmante de las conductas que se
presentan y la frecuencia de su aparición es el Síndrome del Emperador o del Pequeño
Tirano.
Síndrome del Emperador es el término que los psicólogos utilizan para referirse al cuadro
que se presenta en algunos niños y adolescentes, que se caracteriza por una conducta
violenta, intransigente, déspota y desconsiderada hacia los padres; por la falta de
conciencia y reflexión en las acciones; por la carencia de empatía hacia los demás y
ausencia de sentimientos de culpa; así como por una egolatría e intolerancia desmesuradas.
Esa forma de ser no es de fácil extinción puesto que el impulso que dirige el
comportamiento de estos “pequeños tiranos” es el interés único por satisfacer, de manera
inmediata, todas sus necesidades, reales o ficticias, lo cual ocasiona que sus padres entren
en una dinámica familiar esclavizadora, desgastante anímicamente y extenuante
físicamente, llegando a deteriorar incluso la relación de pareja y de otros entornos
sociales.
El perfil del "pequeño tirano", de acuerdo a los expertos, suele ser el de un varón de entre
9 y 17 años de edad, hijo único y de clase media alta o la hija menor dentro de una familia
cuyos hermanos son hombres (aunque también se presenta en otro tipo de familias con
menor incidencia).
Los adultos tenemos que aprender a decir NO. Aunque en la educación no existen recetas
mágicas, hay determinadas reglas básicas que si se aplican de manera correcta y oportuna
suelen funcionar: las normas, que generan vínculos de confianza y respeto, deben ser
claras, concretas y coherentes; en el hogar todos tenemos derechos y obligaciones, el niño
incluido. En definitiva, la forma de ejercer una paternidad sana es exigir que se cumpla con
las obligaciones desde corta edad; marcar las fronteras de lo inadmisible y lo negociable;
promover la participación en la resolución de conflictos; sensibilizar y mostrar que hay
otras personas que sufren; dar el ejemplo correcto; desarrollar la conciencia y la culpa;
establecer límites claros y no dejar nunca de ejercer la autoridad.
1. Poseen un sentido exagerado de lo que les corresponde y esperan que los que están
a su alrededor atiendan y gratifiquen todas sus demandas de manera inmediata ya
que creen que son el centro del mundo.
2. Presentan una baja tolerancia a la frustración, el desengaño, el aburrimiento, la
demora o la negación de lo que han pedido; normalmente la expresan con rabietas,
ataques de ira, insultos y/o violencia, ya que cuentan con escasos recursos
psicológicos para resolver problemas o afrontar experiencias negativas.
3. Culpan a los demás de lo que hacen y, al mismo tiempo, esperan que sean otros los
que les solucionen los problemas. No pueden, o no quieren, ver el modo en que sus
conductas afectan a los demás y frecuentemente carecen de empatía.
4. Piden, demandan y exigen. Una vez conseguido, muestran su insatisfacción y vuelven
a requerir de más cosas.
5. Discuten las normas y/o los castigos. Tachan a los padres de injustos, malos,
abusivos, etc. Condicionan la obediencia a cambio de alguna compensación; frente a
esta respuesta de aparente docilidad se genera en los padres sentimiento de culpa
y ceden otorgándoles más privilegios.
6. Exigen atención, no sólo de sus padres, sino de quienes los rodean, entre más se les
brinde, más la reclaman. Les cuesta adaptarse a las demandas de las situaciones
extra familiares, especialmente en la escuela, porque no responden bien a las
estructuras sociales establecidas ni a las figuras de autoridad.
7. Se sienten constantemente aburridos, enfadados, ansiosos y emocionalmente
frágiles. Son impulsivos. Tienen conductas habituales de desafío, mentiras, e
incluso actos crueles hacia los hermanos y amistades.
8. Aparte de la insensibilidad hacia los demás, son muy fríos y tienen una visión de la
vida terriblemente narcisista: empieza en ellos y termina en ellos.
¿Qué hacer?
¿Cómo recuperarlos?
Aunque no existe un patrón único para detectar un caso de niño dictador, si se observan
comportamientos agresivos ante las cuestiones de disciplina, es importante recurrir a los
profesionales para ayudarles a manejar su actuar y prevenir conductas delictivas en el
futuro.
Uno de los graves problemas que cometen los padres es esperar a que sus hijos cambien
solos, creen que es una condición pasajera “propia de la edad”. El llamado a los padres no
puede hacerse sin que se les brinden las herramientas necesarias para resarcir la situación,
por lo cual es de suma importancia contar con el apoyo profesional de los especialistas.