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Las constituciones de Bolivia, de Ecuador y del Perú estipulan a sus respectivas lenguas
nativas -entre ellas el quechua- como segundas lenguas oficiales después del español
(oficiales en las zonas donde predomina u oficiales en su territorio).
Otro autónimo del idioma es runa šimi ("habla popular"). Esta denominación corresponde
a su original función de lingua franca entre las diversas naciones del centro del Perú. Así
mismo, el aimara era llamado jaqi aru, que era un símil de runa šimi.
El quechua desciende del protoquechua, lengua que se habló en la costa y sierra central
del antiguo Perú en sus formas Yungay y Chinchay según Alfredo Torero, y que luego se
fue expandiendo hacia el sur como lingua franca en reemplazo del aimara.
Cuando los incas iniciaron la conquista del Chinchaysuyo, adoptaron esta lengua para sus
asuntos administrativos (si bien ellos hablaban el puquina) e impusieron su aprendizaje
en las diversas provincias de su imperio, sin que esto significara que dejaran de lado las
lenguas vernáculas. Algunos pueblos de la selva que mantuvieron contacto comercial con
los incas resultaron también influenciados por el quechua.
Fray Domingo de Santo Tomás, quien llegó al Perú en el primer equipo de frailes
dominicos que trajo Fray Vicente de Valverde en 1538, fundó el Convento y ciudad de
Yungay el 4 de agosto de 1540 y durante su tarea evangelizadora aprendió la lengua de la
región central de Peru; predicando en su lengua a los nativos de los actuales
Departamentos de La Libertad, Ancash, Lima, Ica, Apurimac, Huancavelica, Ayacucho,
Junin y Huanuco.
Durante el Virreinato del Perú, los misioneros católicos emplearon este y otros idiomas
locales para evangelizar a los indígenas; se escribieron varios manuales (artes) de este y
otros idiomas importantes, como el aymara, el mochica o el guaraní, así como
catecismos. Ello permitió que aumentara su influencia sobre los pueblos andinos e incluso
se emplee por pueblos amazónicos. Sin embargo, la acelerada expansión del quechua, la
carencia de un ente regulador y la influencia del español o las lenguas vernáculas
intensificó la diversificación del mismo.
Hacia 1680 se editan las obras Rapto de Proserpina... y Uska Pawqar, el hijo pródigo de
Juan de Espinoza Medrano, El Lunarejo, dándose inicio al llamado Siglo de Oro de la
literatura quechua. Durante este periodo se compone la obra Ollantay.
Hacia el siglo XX el teatro cedió paso a la poesía y a los estudios científicos modernos del
quechua. Los principales protagonistas de esta época son los lingüistas Rodolfo Cerrón
Palomino y Alfredo Torero y el literato José María Arguedas, entre muchos otros.
En los años 1950, la migración rural propició un acelerado proceso de reemplazo de las
lenguas indígenas por el castellano como lengua materna en toda América Latina. El siglo
XX significó también la oficialización del quechua en Bolivia, Ecuador y Perú y la
implementación de programas de educación bilingües (hasta entonces, la educación
estatal se daba sólo en español).
Este idioma se habla a lo largo de los Andes y algunas zonas de la amazonía y la pampa,
vale decir, en Perú, el departamento de Putumayo y en Aponte Nariño (Colombia),
Ecuador, Bolivia, el noroeste de Argentina y en la comuna de Ollagüe (Chile).