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HOSPITAL REGIONAL LAGOS

EPIDEMIOLOGIA

PROGRAMA PARA LA PREVENCION Y CONTROL DE LAS INFECCIONES NOSOCOMIALES

LINEAMIENTOS PARA PREVENIR LAS INFECCIONES DE VIAS URINARIAS RELACIONADAS


A LA INSTALACION DE SONDA VESICAL

HOSPITAL REGIONAL LAGOS DE MORENO

INTRODUCCION
La infección intrahospitalaria o nosocomial se define como la infección que se produce en
enfermos hospitalizados y que no se manifiesta ni está en período de incubación al momento del
ingreso del paciente al hospital.
La infección urinaria esta definida como la inflamación por uropatógenos del parenquima renal,
vejiga o uretra, ya sea con manifestaciones generales y/o referidas a la vía urinaria y con
evidencia directa o indirecta de leucocituria o bacteriuria.
Aunque las infecciones nosocomiales del tracto urinario se hallan bien definidas en la población
adulta, en pacientes pediátricos han recibido menos atención y han permanecido poco
caracterizadas.
Las infecciones del tracto urinario son las que más frecuentemente se adquieren en hospitales y
representan aproximadamente el 40% del número total de las infecciones nosocomiales en
adultos.
Las infecciones nosocomiales del tracto urinario en la población pediátrica son consecuencia casi
invariablemente de la manipulación del tracto urinario, encontrándose que un 75 - 90% de los
casos se deben al empleo de catéter vesical2.
Esto constituye no solamente un problema por la morbilidad y mortalidad que causan, sino
también por el aumento en la estancia hospitalaria y en los costos de hospitalización que
conllevan, pero a la vez se torna en un reto para el médico, que debe tomar la decisión acertada
acerca del uso del catéter vesical en su paciente.

EPIDEMIOLOGIA
Entre los pacientes cateterizados con bacteriuria sólo 2 a 20% desarrollan síntomas de infección
del tracto urinario2.
La infección urinaria nosocomial es responsable del 35 - 45% de las infecciones adquiridas en
hospitales; sin embargo esta constituye un grupo mucho menor en la población pediátrica
hospitalizada. Esta diferencia puede explicarse, en parte, por la frecuencia en la cateterización del
tracto urinario en estas poblaciones.
La prevalencia de infección nosocomial del tracto urinario varía según el servicio. Esto se
relaciona con la proporción de pacientes con catéter vesical en las diferentes salas.

RELACION ENTRE INFECCION URINARIA Y CATETER VESICAL


Del 75 al 90% de los casos de infecciones nosocomiales del tracto urinario, resultan del empleo
de catéteres vesicales, mientras que el 10% es secundario a manipulación quirúrgica o
instrumental de la vía urinaria inferior. El resto representan bacteriurias secundarias a
bacteremias producidas por microorganismos nosocomiales.
El catéter vesical es una gran ayuda diagnóstica y es esencial para aliviar la obstrucción al flujo
urinario y evitar la lesión del riñón, por lo cual, su uso va en aumento, estimándose que más del

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10% de todos los enfermos ingresados en un hospital son cateterizados en algún momento de su
evolución y la tercera parte por más de un día.
La incidencia de bacteriuria depende del tipo y duración de la cateterización. Después de una
cateterización de corto tiempo (72 horas) es de 1 – 2%, y de 3 - 10% en pacientes con catéteres
permanentes (Mayor de 4 días).
En pacientes cateterizados permanentemente la frecuencia varia si el drenaje es abierto, donde
se detecta bacteriuria casi siempre dentro de cuatro días, mientras si el drenaje es cerrado, la
bacteriuria tarda más, por lo cual este representa el estándar de manejo en los pacientes que
requieren cateterización permanente.
La remoción temprana del catéter vesical, el uso de antibióticos sistémicos en pacientes
cateterizados, la disminución de la hospitalización y el mejoramiento de las medidas de control de
infecciones, generaron un descenso en la frecuencia de bacteriuria asociada a catéteres del 20 al
25%, en el decenio de los setenta, al 10% en el decenio de los ochenta11.
Las complicaciones de la bacteriuria asociada a catéteres se presentan en el 1,3 % de los
pacientes. Estas incluyen cistitis, pielonefritis, bacteremia, urosepsis, reflujo vesicoureteral,
urolitiasis, abscesos periureterales, divertículos, fístulas ureterales4.

FACTORES DE RIESGO

Factores no alterables:
• Género: La incidencia de la bacteriuria se incrementa dos veces por cada década de edad
para la mujer. El hombre presenta con mayor frecuencia bacteremia secundaria.
• Enfermedad subyacente. Hay una mayor incidencia en pacientes diabéticos, renales crónicos,
con malformaciones en las vías urinarias, con vejigas neurogénicas, con enfermedades
hematológicas, pues todas estas patologías son predisponentes.
• Colonización del meato: Una alta colonización uretral parece ser indicativa de una
susceptibilidad aumentada al desarrollo de bacteriuria, generalmente por gram negativos y
enterococos.
• Otras: Traumatismo múltiple, transplantes, etc.

Factores alterables:
• Indicaciones del cateterismo: Se deben cumplir las indicaciones específicas para la colocación
del catéter temporal o permanente, en otras circunstancias, se deben utilizar medidas
alternativas como colectores externos o cateterización suprapúbica.
INDICACIONES ESPECIFICAS DE CATETERISMO VESICAL:
1. Alivio de la obstrucción del tracto urinario
2. Permitir el drenaje de orina en pacientes con vejiga neurogénica y retención urinaria.
3. Asistencia en cirugía urológica y otras cirugías de estructuras contiguas.
4. Obtener medidas precisas del gasto urinario, en pacientes críticamente enfermos.
5. Obtención de orina para diagnóstico (protocolo investigación)

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Por tiempo de cateterismo4: Se sabe, hoy en día que por tiempo de cateterismo hay una
colonización de los catéteres en un 3% de su longitud por día, lo cual determina que en
aproximadamente 4 días en sistemas abiertos y en 30 días con sistemas cerrados se presenten
bacteriurias significativas.

PATOGENESIS

Normalmente se poseen mecanismos de defensa efectivos para prevenir la colonización e


infección urinaria, dentro de los cuales están la flora periuretral normal, mecanismos de defensa
de la vejiga y factores urinarios como la acidez, osmolaridad, inmunoglobulinas y el flujo urinario;
sin embargo muchos de estos mecanismos de defensa son eliminados en presencia de un catéter
urinario. El catéter urinario y la presencia de factores de riesgo predisponen a la colonización
urogenital con flora entérica, bacterias patógenas en el área periuretral, o microorganismos
procedentes del ambiente del hospital.
El 70% de los episodios de bacteriuria relacionada a catéter vesical ocurre por migración de
bacterias a la vejiga en el moco periuretral que rodea al catéter, mecanismo principal en pacientes
de sexo femenino con colonización rectal o periuretral con bacterias gramnegativas entéricas o
enterococos, mientras en el sexo masculino corresponde a menos del 30%, en ellos el
mecanismo de mayor importancia es el alcance de la uretra por los microorganismos a través de
las manos del personal.
Una vez en el área periuretral, las bacterias llegan a la vejiga urinaria por medio de 2
mecanismos:
1. Directamente desde la uretra en el momento de colocar el catéter. Por el espacio entre la
pared, la uretra y la superficie externa del catéter (vía más frecuente en mujeres).
2. Por migración de las bacterias a través de la luz del catéter después de que éste ha
sido contaminado.
Dentro de la patogénesis de la infección urinaria se reconoce a la adherencia como un paso
previo al establecimiento de la infección, sirviendo el catéter, en su luz y en sus paredes externas
como soporte físico que facilita la proliferación bacteriana.
Se describen factores de virulencia en las diferentes bacterias, por ejemplo, en la E. Coli; estos
sugieren que ciertas cepas denominadas uropatógenas están en capacidad de invadir y ascender
por el tracto urinario. El antígeno capsular más comúnmente asociado a infecciones de vías
urinarias es el K1, ya que su presencia reduce la opsonización y la fagocitosis. Hay una estrecha
relación entre la expresión de antígenos O de los serotipos y el desarrollo de infección de vías
urinarias. Las fimbrias o pili son adhesinas responsables de la adherencia; las tipo uno le
permiten adherirse a catéteres y a células uroepiteliales y uretrales, ya que son reconocidos por
receptores de manosa de las mismas y las P fimbrias se consideran responsables de la invasión 5.
Una vez adheridas, su capacidad de infectar el tracto urinario se incrementa por otros factores de
virulencia como la presencia de hemolisinas, aerobactin, ureasa y lipopolisacárido A que, junto
con la respuesta inflamatoria que desencadena, inhiben el peristaltismo ureteral normal. Sin
embargo, estos hallazgos no se constatan en la mayor parte de los aislamientos procedentes de
las infecciones nosocomiales del tracto urinario y la frecuencia de muchos de estos factores de
virulencia bacterianos parece ser irrelevante en la infección nosocomial.

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Existen dos poblaciones microbianas en el tracto urinario cateterizado:


1. Las que crecen en el ambiente urinario mismo (crecimiento planctónico)
2. Las que crecen en la superficie del catéter (crecimiento de la biopelícula).
La formación de la biopelícula bacteriana que ocurre en los catéteres urinarios tiene implicaciones
muy importantes2:
• En el diagnóstico
• En la terapéutica
• En la prevención
En las infecciones urinarias no complicadas, las enterobacterias son los microorganismos que se
encuentran con mayor frecuencia en caso de infección asociada a catéter vesical.
Escherichia Coli representa aproximadamente el 25% de los casos en niños. Diferentes especies
de Proteus, Klebsiella pneumoniae, Pseudomona aeruginosa, Citrobacter, Proviencia, Serratia
marcences, Enterobacter y con menor frecuencia otras enterobacterias constituyen los
gramnegativos causales más frecuentes de infecciones nosocomiales del tracto urinario sobre
todo en pacientes con tratamiento antibiótico. La tercera parte de estas infecciones en niños son
causadas por grampositivos principalmente estafilococos coagulasa negativo y enterococos. De
igual manera las especies de Cándida cada vez se aíslan mas como agentes etiológicos de
infecciones urinarias nosocomiales.
Los estreptococos del grupo B son predominantes en pacientes diabéticos, asociándose con el
sondeo el Streptococcus epidermidis.
El riesgo de adquirir una Infección urinaria en el medio hospitalario por E. Coli y Proteus
disminuye al prolongarse la hospitalización, siendo entonces más frecuente la infección por
Serratia y Pseudomona aureginosa5.
Hasta la década de los ochenta la mayor parte de los aislamientos correspondían a E. Coli
seguida de Pseudomona aeruginosa, a partir de 1990 se ha incrementado la proporción de
aislamiento de Cándida, Estreptococos del grupo B y Klebsiella pneumoniae y en menor
proporción E. Cloacae, Estreptococos grupo D y Staphylococcus coagulasa negativo, cambios
que se deben en parte a la presión selectiva ejercida por la creciente utilización de antibióticos de
amplio espectro.

DIAGNOSTICO

Aspectos clínicos:
La infección nosocomial del tracto urinario es difícil de establecer, los criterios clínicos están
sujetos a varias interpretaciones y los síntomas son mínimos, puesto que muchas veces se
presenta en pacientes debilitados, con ausencia de fiebre, sin dolor suprapúbico y/o en flanco,
además, el catéter vesical hace que la disuria y la urgencia miccional pasen desapercibidas y la
piuria, en pacientes cateterizados, no es específica y, por sí sola, no confirma el diagnóstico de
infección del tracto urinario.
No existe ninguna manifestación clínica específica de la sepsis urinaria y la gravedad y
sintomatología son muy variables, unas veces todo el cuadro clínico está matizado por la
enfermedad urológica, otras veces, por el contrario, el paciente desarrolla choque, estupor y la
sintomatología urinaria pasa inadvertida, en el caso más característico, el paciente con catéter

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urinario, o tras una manipulación urológica, desarrolla súbitamente un cuadro de fiebre,


escalofríos, náuseas, vómito, hipotensión y estupor.
Por esto el diagnóstico requiere una alta sospecha y correlación entre la clínica y el laboratorio,
relacionando los signos y síntomas del paciente con el urocultivo y el sedimento urinario
patológicos, siempre descartando otros focos potenciales de infección.

ASPECTOS DE LABORATORIO Y PRUEBAS MICROSCOPICAS:

Cuando existe sospecha de infección nosocomial urinaria, se debe realizar: parcial de orina,
gram de orina sin centrifugar, urocultivo con recuento de colonias y exámenes auxiliares, como el
cuadro hemático, que podría mostrar leucocitosis o neutrofilia.
• Uroanálisis: La piuria esta presente en casi todos los casos de IVU sintomática. Se define
piuria como la presencia de 5 o más leucocitos por campo en orina centrifugada, o 10
leucocitos/ml. Este hallazgo se asocia con recuentos de por lo menos 100.000 UFC/ml en 30-50%
de los casos. En general, se considera que los valores óptimos para predecir urocultivo positivo
son: 5 o más leucocitos por campo y cualquier bacteria en orina centrifugada. La presencia de
piuria aislada es de una sensibilidad relativamente baja (54%). Cuando se omite la realización del
urocultivo, por ausencia de piuria, cerca del 50% de las IVU pasan sin ser diagnosticadas. La
presencia de bacteriuria aislada es más sensible (86%), pero no lo bastante especifica (63%),
para identificar con precisión a los pacintes con IVU. Con respecto a la bacteriuria los frotis de
orina no centrifugada también han demostrado ser de mayor precisión con respecto ala predicción
de urocultivos positivos5.
• Urocultivo: Es la prueba diagnóstica concluyente de la infección de vías urinarias cuando se
tiene un urocultivo positivo el hallazgo de por lo menos 105 UFC/ml de un mismo patógeno
aislado de un individuo, sintomático o no. Sin embargo, para el caso de IVU nosocomial,
consideramos positivo un recuento mayor de 102 UFC/ ml de orina, por las razones antes
mencionadas. Después de la inoculación en medios de cultivo debe permitirse una incubación de
por lo menos 24 horas, para obtener un recuento preciso de las colonias y se requieren otras 12-
24 horas para la tipificación del organismo y para conocer su sensibilidad antibiótica; cuando la
infección de vías urinarias es nosocomial, la variedad microbiológica de los gérmenes exige
incubaciones más prolongadas1, 5.
• Nitritos: La valoración de nitritos urinarios es una forma rápida y eficaz para detectar la
presencia de bacterias en el tracto urinario. Un recuento mayor o igual a 105 UFC se relaciona en
un 44% con la presencia de nitritos positivos. El nitrito es producido por la acción de la enzima
bacteriana nitrato reductasa sobre los nitratos provenientes de la dieta, pueden producirse falsos
negativos cuando el germen implicado carece de la enzima, sobretodo Staphylococcus ssp.,
Enterococcus ssp., Pseudomona ssp. Esta prueba tiene sensibilidad entre el 35-85% y
especificidad entre el 32- 100%5.
• Esterasa leucocitaria: con 67% de sensibilidad, en bajas prevalencias y 94% en altas, es la
prueba aislada más sensible con una especificidad muy variable, entre el 63 y 92%. Estas
características la colocan como la preferida para descartar infección urinaria en situación de
prevalencias altas. Una prueba negativa, ante una probabilidad clínica relativamente aumentada,
prácticamente descarta la infección urinaria1.

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• Anticuerpos específicos en orina: En la infección renal pueden detectarse antes de que los
niveles plasmáticos sean medibles en el plasma5.

Las imágenes diagnósticas como la urografía excretora, la cistografía retrógrada, y la ecografía,


son útiles cuando se sospecha urolitiasis o abscesos. Si se piensa en un compromiso alto como
la pielonefritis se podrían utilizar procedimientos con radioisótopos, como la gamagrafía con
DMSA (ácido dimetilsuccínico)4.
Criterios diagnósticos establecidos para el Estudio Nacional de Infección Nosocomial en los
Estados Unidos4:
• Temperatura. Temperatura mayor de 37.5° C o hipotermia.
• Uroanálisis patológico. Piura, bacteriuria, nitritos positivos, etc. En los pacientes
inmunocomprometidos, la presencia de bacterias asociadas a fiebre puede ser el único indicador
de infección.
• Urocultivo positivo con aislamiento de uno o más gérmenes patógenos. Para propósitos
clínicos un recuento de 100 UFC/ml o más asociado a piuria puede ser considerado como
positivo, pues se ha visto que esta cantidad alcanza concentraciones mayores (100.000 UFC/ml)
en los días siguientes.
Como complemento, si el paciente luce séptico, o existe la sospecha de pielonefritis, se deben
tomar hemocultivos para evidenciar bacteremia asociada a infección de vías urinarias. Los
cultivos de punta de sonda no deben ser utilizados para el diagnóstico de ITUN (infección del
tracto urinario nosocomial).

REPERCUSION DE LA INFECCIÓN URINARIA NOSOCOMIAL

La frecuencia de bacteremia asociada a bacteriuria relacionada con catéter vesical es del 2% y la


mortalidad atribuible a episodios de bacteremia relacionada a infecciones nosocomiales del tracto
urinario es del 13 al 30% .
La complicación más severa de la infección nosocomial de vías urinarias es la urosepsis; sus
manifestaciones en pacientes con catéter son:
• Escalofríos, fiebre e hipotensión
• Fiebre tras una manipulación urológica
• Taquipnea sin causa aparente
• Hipotensión y oliguria inexplicadas
• Hipotermia y acidosis
• Cambios en el estado mental
• Evidencia de infección urinaria
• Trombocitopenia sin causa aparente

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La infección prolongada puede determinar la aparición de:


• Litiasis infecciosa mas frecuente con ciertos patógenos con actividad ureolítica (Proteus y
Corynebacterium D2)16
• Pielonefritis crónica
• Abscesos renales
• Insuficiencia renal
• Cáncer vesical
Una complicación inherente al uso del catéter vesical es la obstrucción, problema frecuente de los
pacientes con cateterización prolongada y bacteriuria, producida por una compleja mezcla de
bacterias, mucopolisacáridos, proteínas de Tamm–Horsfall, cristales y en ocasiones estruvita.
Los pacientes quirúrgicos con bacteriuria nosocomial exhiben un incremento en el riesgo de
infección de herida quirúrgica secundaria, por el mismo microorganismo presente en la orina;
también se ha informado asociación entre infección del tracto urinario y catéter venoso central.

TRATAMIENTO

El tratamiento de la infección de vías urinarias nosocomial es similar al de la infección adquirida


en la comunidad; la terapia parenteral es usada inicialmente hasta cuando la bacteremia
secundaria ha sido resuelta.
La terapia debe ser escogida con base en el conocimiento que se tenga y los patrones de
susceptibilidad de la flora patógena existente en el hospital.
Es de recalcar que la principal medida en el tratamiento de la infección urinaria nosocomial es
retirar la sonda vesical.
De está manera, el tratamiento, dependerá del estado de cada paciente:
• Pacientes con catéter vesical por corto tiempo y bacteriuria asintomática:
Existe acuerdo general que el tratamiento antimicrobiano en estos pacientes no se recomienda,
pues es muy alto el riesgo de súper infecciones por microorganismos más resistentes.
• Pacientes con catéter vesical por corto tiempo y bacteriuria asintomática persistente:
El 40% de los pacientes con catéter vesical por corto tiempo y que presentan bacteriuria
asintomática, esta se resuelve espontáneamente sin ninguna complicación clínica al retirar el
catéter vesical; sin embargo, aquellos pacientes que persisten bacteriúricos después de retirado
el catéter vesical tienen un riesgo mayor de presentar infección urinaria en los próximos 30 días
por lo tanto se recomiendan tratar estas bacteriurias persistentes en pacientes recientemente
cateterizados con cursos cortos (3 días) de antimicrobianos a los que sean sensibles el
microorganismo2.
• Pacientes con catéter vesical permanente y bacteriuria asintomática:
El tratamiento antimicrobiano no esta recomendado para pacientes con catéter vesical permanente
y bacteriuria asintomática pues este solo suprimiría de forma transitoria la bacteriuria y no tiene

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efectos a largo plazo para erradicar la colonización bacteriana e induce la selección de cepas
mutantes resistentes a antibióticos.
• Pacientes con catéter vesical con bacteriuria y sintomáticos:
En estos pacientes que presentan fiebre y signos de bacteremia se deben descartar otros sitios de
infección. Se deben realizar hemocultivos, urocultivos y antibiograma; basados en estos resultados
se instaurará la terapia con antimicrobianos, que para una infección no complicada se llevará de 7
a10 días, iniciando con su administración parenteral hasta alcanzar estabilidad clínica, terminando
el tratamiento por vía oral. En caso de necesidad de tratamiento empírico se tendrán en cuenta los
gérmenes propios del hospital y su sensibilidad.
El antibiótico de elección puede ser una cefalosporina de primera generación, cefalotina, como
primera opción sin embargo cuando esto no es posible y si la función renal lo permite se podrían
usar aminoglucósidos y se continúan o cambian según de antibiograma si el germen identificado en
el gram es una levadura se de iniciar fluconazol o anfotericina parenteral según el compromiso del
paciente.
• Pacientes con cateterización permanente y tratamientos repetidos de antibiótico:
Los pacientes que reciben tratamientos antibióticos repetidos y que además tienen cateterización
permanente, pueden cursar con candidiuria, la cual si es asintomática no necesariamente se trata
pues revierte con la retirada del catéter. Si presentan síntomas de cistitis, se usa anfotericina B a
dosis de 0.25 mg/Kg. (Dosis acumulativa 15 mg/Kg.) o fluconazol a dosis de 5 mg/Kg. por día, por
7 días.

La prevención se fundamenta en tres principios básicos2, 10:


Disminución de frecuencia y duración de la cateterización:
Prevención de la bacteriuria si se ha realizado la cateterización:
1. Prevención de las complicaciones si ocurre bacteriuria:

A. RECOMENDACIONES DE MAXIMA PRIORIDAD:


• Educación para inserción aséptica del catéter.
• Uso de catéter sólo cuando sea estrictamente necesario.
• Aplicación limpia, aséptica y técnicamente bien hecha.
• Obtener la muestra de orina con asepsia.
• Mantener sistema sin obstrucción ni reflujo.

B. RECOMENDACIONES DE CUMPLIMIENTO CONVENIENTE:


• Educación periódica del personal.
• No uso de lavados antisépticos para control de bacteriuria rutinariamente.
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• No cambiar catéteres arbitrariamente a intervalos regulares.


• Considerar otras alternativas antes de proceder a aplicación de catéter vesical.
No olvidar que las manos del personal de salud son el principal vehículo de bacterias que
provienen del área periuretral, de la piel y del catéter vesical, hacia otros pacientes pudiendo
generar epidemias bacteriúricas nosocomiales incluso de bacterias multiresistentes de difícil
manejo.

Objetivo

1. Establecer los cuidados que debe cumplir el personal de la salud responsable de instalar y
manipular la sonda vesical y el sistema de drenaje urinario, durante el tiempo que el paciente
permanezca con este dispositivo, para prevenir la infección de vías urinarias.

2. Establecer las actividades que el personal de salud debe realizar para el manejo adecuado del
sistema cerrado de drenaje urinario y otorgar atención médica segura al paciente que requiere de
este sistema.

Ambito de aplicación

El presente procedimiento es de aplicación obligatoria para el personal de salud que participa en


los procedimientos de prescripción, instalación y manipulación del sistema de drenaje urinario en
Unidades Médicas Hospitalarias del Instituto Mexicano del Seguro Social.

Procedimiento

Médico responsable:
1. Identifica al paciente que requiere la instalación de un sistema de drenaje urinario cerrado o la
aplicación de cateterismo y lo registra en el formato “Notas médicas y prescripción“.
2. Informa al paciente y al familiar o persona legalmente responsable sobre las acciones que se
van a realizar.
Enfermera responsable:
1. Revisa en el formato “Notas médicas y prescripción” el tipo de cateterismo indicado, reúne el
equipo y lo organiza para realizar la instalación.
2. Elabora una “Etiqueta” con el nombre de quien instala, la fecha (DD/M/A) y el calibre de la
sonda.

Médico responsable:
1. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud y se coloca guantes limpios.
2. Asea los genitales del paciente con agua tibia y jabón y se retira los guantes.

Médico responsable o personal de enfermería que realizará el procedimiento:


1. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud y se coloca guantes estériles.

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2. Instala la sonda vesical y el sistema de drenaje urinario cerrado, de acuerdo al “Instructivo de


operación para los servicios de enfermería en hospitalización”, verifica que drene libremente la
orina y se retira los guantes.
3. Verifica que funcione en forma adecuada el sistema de drenaje urinario cerrado, identifica con la
etiqueta elaborada en el sitio de fijación de la sonda y certifica que la bolsa colectora se encuentre
a un nivel por debajo de la vejiga del paciente, sin que toque el piso.
4. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud”.
5. Registra en el formato “Hojas de registros clínicos y tratamiento de enfermería”, según
corresponda, el procedimiento de instalación y verificación del sistema de drenaje urinario cerrado.

Enfermera responsable:
1. Verifica durante el tiempo que permanezca el sistema de drenaje urinario cerrado que la orina
fluya de manera continua desde la sonda hasta la bolsa recolectora y que ninguna de las partes
toque el piso o que se presente reflujo de la orina hacia la vejiga.
2. Coloca un guante limpio desechable en la mano dominante, drena el contenido de la bolsa
colectora en una probeta graduada, mide la cantidad de la orina y observa sus características
macroscópicas.
3. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud”.
4. Registra en el formato “Hojas de registros clínicos y tratamiento de enfermería”, según
corresponda, las observaciones de las características y cantidad de orina drenada.

Cada 24 horas o después de cada evacuación de pacientes sin control de esfínteres

5. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud”.
6. Aseo los genitales del paciente con agua y jabón, durante el tiempo de permanencia de la sonda
y se retira los guantes
7. Registra en el formato “Hojas de registros clínicos y tratamiento de enfermería”, según
corresponda, la acción realizada.

Médico responsable:
1. Valora cada 24 horas la permanencia o el retiro de la sonda y el sistema de drenaje urinario
cerrado.

No requiere que continúe la sonda y el sistema

1. Indica en el formato “Notas médicas y prescripción” el retiro de la sonda y el sistema de drenaje


urinario cerrado.

Enfermera responsable:
1. Identifica en el formato “Notas médicas y prescripción” la indicación del retiro de la sonda y el
sistema de drenaje urinario cerrado, reúne el equipo y lo organiza para realizar el retiro.
2. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud y coloca en sus manos guantes limpios.

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3. Extrae con una jeringa desechable el contenido del globo de la sonda, la retira y la coloca en el
contenedor para basura municipal.
4. Vacía el contenido de la bolsa colectora en una probeta graduada y mide la orina drenada.
5. Lava sus manos de acuerdo a las “Instrucciones para la higiene de las manos del personal de
salud”.
6. Registra en el formato “Hojas de registros clínicos y tratamiento de enfermería”, según
corresponda las acciones efectuadas y la cantidad de orina drenada.
7. Mantiene en observación al paciente hasta que orine en forma espontánea y registra la fecha,
hora y características de la micción y de la orina, en el formato “Hojas de registros clínicos de
enfermería”, según corresponda.

Fin del procedimiento


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DR. JOHANATAN CARLOS VARGAS MORENO


EPIDEMIOLOGIA

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