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Guerras y atrocidades en nombre de Dios

J. Enrique Cáceres-Arrieta

Quien niegue que muchos conflictos y desmanes se han generado y se


dan por factores religiosos, peca de ingenuo o desconoce la historia de la
Iglesia del Señor Jesús y de otros grupos religiosos. Verdad es que
perseguir o asesinar a reformadores como Savonarola, Wycliffe, Huss,
Lutero, Tyndale..., las Cruzadas, la Inquisición, el juicio de brujas de Salem
y hostigar a científicos naturalistas o poner trabas a nuevas investigaciones
que no atentan contra la ética ni enseñanzas bíblicas bien interpretadas han
sido (y son) páginas negras escritas por el fanatismo religioso. También es
cierto que existen sectas y religiones institucionalizadas que alienan el
pensamiento de sus miembros; falsos guías espirituales que violan a los
niños; líderes religiosos inescrupulosos que tuercen el Evangelio para su
conveniencia y enriquecimiento ilícito; sicópatas religiosos que provocan
envenenamiento y muerte colectiva de decenas de personas; que los
enfrentamientos armados de grupos religiosos son una vergüenza para el
Cuerpo de cristianos (Iglesia), y el testimonio de no pocos cristianos es
piedra de tropiezo para muchos y causa de vituperio al Nombre de Jesús.
Sin embargo, de ahí a expresar tajantemente que todos o casi todos los
enfrentamientos, muertes y abusos los han provocado grupos genuinamente
cristianos hay gran trecho. Tampoco todos los cristianos somos hipócritas,
aunque por un tiempo le hayamos fallado a Jesús.
Bastantes luchas armadas religiosas y ocupaciones territoriales
acaecidas y que se producen no son protagonizadas por cristianos nacidos
de nuevo, sino por creyentes nominales y fanáticos religiosos de otros
sectores. Y la mayor parte de guerras civiles, dos guerras mundiales,
enfrentamientos y levantamientos armados que siegan la vida de niños y
gente inocente han sido causados por la avaricia y mal corazón humano y
por extremistas religiosos ajenos al cristianismo neotestamentario.
Quien vea solo revueltas y desmanes en la cristiandad y pase por alto sus
valiosas contribuciones en la abolición de la esclavitud, a las ciencias
convencionales modernas, filosofía, benevolencia y caridad, normas de
justicia más elevados, respeto por la vida humana, derechos humanos, a la
alfabetización; la creación de universidades de renombre mundial,
bibliotecas, hospitales especializados, clínicas de fama mundial, orfanatos,
asilos; el robustecimiento de valores morales, principios, éticas, ideal
democrático, fe, esperanza, y reconocimiento de la mujer logrados a lo
largo de más de dos mil años, ve solo lo que sus criterios cargados le
permiten.
En La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el sociólogo alemán
Max Weber admite el papel facilitador de los medios protestantes al
desarrollo científico, e intenta hallar una relación causal de la ética
protestante en la ética económica, tratando de demostrar la influencia de la
religión protestante en la economía. Dicho sea de paso, ¿te has fijado
cuáles son los países más desarrollados de Occidente? ¿En qué
fundamentos se consolidaron sus bases? ¡Los más ricos y desarrollados
fueron fundados sobre la Biblia y la ética cristiana bíblica! Sus leyes y
constituciones políticas se afincaron esencialmente en la Biblia. Por tanto,
creer que la Biblia atenta contra las leyes y constituciones es estar mal
informado. Las generaciones modernas y contemporáneas han estado
cosechando los frutos de las buenas siembras de sus antepasados creyentes
en un Dios único y un resucitado Cristo histórico que transforma al ser
humano. Y cuando el hombre ha presumido saber más que Dios, haciendo
leyes contrarias a la savia bíblica, los resultados han sido alarmantes.
Negarlo es querer tapar el Sol con un dedo. ¿Será que los criticastros del
Evangelio conocen estos hechos históricos? Los críticos del cristianismo y
de la Biblia suelen tomar algunas de sus manifestaciones históricas como
su verdad esencial; toman la apariencia como la esencia. Interpretan casos
particulares como un todo. Y se hacen de la vista gorda cuando no les
conviene ver.
Al considerar por primera vez los pasajes violentos de la Biblia, me
preguntaba por qué Dios actuaba así. Al excavar y descubrir en Gezer las
bestialidades de las prácticas cananeas con los bebés recién nacidos
ofrecidos a Baal; los niños sacrificados para enterrarlos entre las paredes de
cada casa que construían para la buena suerte y los actos inmorales y
barbaries en ritos y adoración a Baal y Astoret, R. A. S. Macalister y otros
arqueólogos se preguntaron porqué Dios no los había destruido antes. ¿Se
equivoca Dios? ¿Es infanticida y misógino? ¿Es cruel o inhumano el
Creador al mandar desarraigar el pecado? ¿Será que los críticos saben lo
que sucedía en tierra de los cananeos y en Sodoma y Gomorra? ¿Quién se
cree el ser humano que es al pretender sentar a Dios en el banquillo de los
acusados? ¡Grande es la soberbia de quien lo aspire! Desde luego, ya Dios
no actúa como en el pasado y enseña que el pecado se corrige con
misericordia y verdad, y con el temor de Dios los hombres se apartan del
mal.
Por otro lado, atribuir a Jesús o a la Biblia las barbaries de extremistas
religiosos y de cristianos que en un momento perdieron la brújula del amor
y la misericordia es igual que achacarles a Nietzsche, Marx y a las ciencias
naturales las bestialidades cometidas por los nazis, los sistemas criminales
ateos que una vez distorsionaron sus palabras, sacándolas del contexto, y
las armas de destrucción masiva que desde la partición del átomo nos
tienen en vilo. No obstante, los escritos u obras provocadores que llaman a
la acción tienen sus consecuencias negativas, de ahí que los principios que
vertebran el pensamiento de Nietzsche y Marx hayan servido para justificar
las atrocidades cometidas en regímenes nazis y comunistas, teniendo en
cuenta además que el pensamiento de Nietzsche y Marx estaban cargados
de creencias evolutivas que propugnan la mera animalidad del ser humano.
Por tanto, según muchos creyentes de la teoría darvinista matar a un ser
humano es matar a un simple animal.
A los que malinterpretan la Biblia para según ellos demostrar que Dios
es inhumano, Gabriel García Márquez en la primera parte de sus memorias,
Vivir para contarla, escribe: ‘“Hasta la Biblia subrayada en esa forma
maliciosa podría expresar lo contrario de su auténtico sentido’”.

El autor es periodista

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