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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA, CIENCIAS


SOCIALES Y POLITICAS
ESCUELA DE SOCIOLOGIA Y CIENCIAS POLÍTICAS

GEORGE BERKELEY

Alvarado, Andrea
Córdova, Valeria
Erazo, Ronald
Salazar, Pablo

Quito, 31 de Marzo, 2010

CONTEXTO SOCIAL
Siglos XVI y XVII: Europa va a experimentar una serie de crisis que van a corresponderse con
el desarrollo de la burguesía y con la necesidad que se experimenta de una nueva concepción
del mundo basada en el concepto de razón.1
Se produce un desarrollo del capitalismo comercial favorecido por la expansión del comercio
marítimo y colonial y la afluencia de metales preciosos de las minas europeas y americanas
que provocará un alza de precios y una recesión económica.
En Inglaterra, donde surge el capitalismo industrial, en la primera mitad del siglo XVII, se
advierten atisbos de lo que luego será la gran revolución industrial del siglo XVIII.
La burguesía, vinculada a la monarquía absoluta, prospera con el capitalismo, convirtiéndose
en el eje del sistema al dirigir empresas productoras y agrícolas y dirigir los negocios de
Inglaterra.
Nos hallamos en una época de crisis y de inestabilidad, donde se van configurando los estados
modernos independientes, que se enfrentarán en sus afanes de imperialismo.
En Inglaterra se forma la primera Monarquía constitucional de Europa, en un clima de
libertades políticas y tolerancia religiosa. Poco a poco va ganando terreno la mentalidad
racional por influencia del desarrollo científico y del cartesianismo. Se modifica la concepción
del mundo, que pasa a ser infinito y heliocéntrico.
La Iglesia, sin embargo, estuvo en contra de esta corriente progresista e innovadora que ponía
en entredicho la mayoría de los dogmas fundamentales de su religión.
Racionalismo y empirismo se sitúan en este contexto, desde donde replantean los problemas
de la filosofía desde un nuevo marco cultural y social, prestando máxima atención a los
problemas gnoseológicos.

En el siglo XVIII, la oposición al absolutismo llega a su punto culminante. Entramos en una


época de equilibrado optimismo, de bienestar que se desarrolla en un clima de libertad y
progreso.
En Inglaterra se cimentaban las bases de un nuevo movimiento que entra en crisis con el siglo
anterior, al extenderse la idea de una religión natural o deísmo. Y aquí tenemos uno de los
motivos por los que Berkeley luchó encarnizadamente.
El parlamentarismo inglés fue adquiriendo forma a lo largo de este siglo, considerado por los
demás países como digno de ser imitado por su equilibrio de poderes. Equilibrio que se
romperá cuando, a mediados del siglo XVIII, se inicie en Inglaterra la Revolución Industrial.

VIDA Y OBRAS

1685:
1685 Nació, George. Berkeley, en Kilkenny - Irlanda.
1
Microsoft® Encarta® 2009 [DVD], "Europa", Microsoft Corporation, 2008.
Hijo de una familia de inglés que había emigrado a Kilkenny. Seno de una familia de nobles.2
Fue un hombre profundamente religioso, que puso la filosofía al servicio de la fe y combatió a
los librepensadores.
Cursó sus primeros estudios en la Kilkenny School.

1700:
1700 (15 años de edad) Estudió en Trinity college de Dublín, obteniendo en título de bachiller
de artes.
Esta institución se manejaba con un espíritu escolástico. Principales disciplinas que se
difundían: teología, metafísica, ética, lógica.
En Dublín tuvo la oportunidad de conocer las principales corrientes filosóficas y científicas de la
época. Extramuros de la Universidad se difundía la doctrina de Descartes y Locke. Realizaban
discusiones intelectuales entre los partidarios de la física torbellinante cartesiana, y los
seguidores de la física gravitatoria newtoniana.3

1707:
1707 (22 años) Recibe las órdenes sacerdotales anglicanas y publica su primer libro: La
aritmética demostrada sin recurrir al álgebra ni a la geometría, de manera anónima.

1708:
1708 (23 años) comienza a redactar sus Comentarios filosóficos, obra que constituirá el
embrión de su filosofía.

1709:
1709 (24 años) El escepticismo se convierte en su mayor preocupación y publica el Ensayo
sobre una nueva teoría de la visión. A la vez, se ordenó diácono en la capilla Trinity College.

1710:
1710 (25 años) Publica la primera parte del: Tratado sobre los principios del conocimiento
humano. La obra tiene tal mala acogida que, dos años más tarde (1712) decide escribir: Tres
diálogos entre Hilas y Filonús, como obra aclaratoria de la anterior.

1713 – 1728:
1728 (28 – 43 años) Realiza numerosos viajes por toda Europa y contrae matrimonio
con Ann Foster. Ambos parten hacia América para encabezar una empresa que propague la fe
cristiana en las Bermudas. El plan no se llega a realizar, por lo que regresan a Inglaterra en
1732 (47 años).4

1732:
1732 (47 años) Escribe Alcifrón, obra que resume su inmaterialismo.

1734:
1734 (49 años) Es consagrado obispo anglicano de Cloyne, sur de Irlanda.

1736:
1736 (51 años) Publica El analista, que trata sobre la naturaleza del pensamiento matemático.

2
Russel, Bertran, Historia de la filosofía occidental, segunda edición, Espasa Calpe, Madrid, 1971, p.
231.
3
Ibíd., p. 231.
4
Berkeley, George, Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Losada, B.A., 1968, p. 4.
1744: (58 años) Redacta Sobre las virtudes del agua de alquitrán o Siris, donde parte de la
medicina hasta llegar a la metafísica.

1753:
1753 (67 años) Falleció en Oxford – Inglaterra.

Berkeley fue uno de los primeros críticos de Newton, aunque su filosofía surgió como
consecuencia de haber leído el Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, que apoyaba
las ideas de Newton. Además, era también influenciado por Hume, a menor escala.
Reconoce en sus últimos años que, para interpretar correctamente la realidad, los datos que
aporta la experiencia son insuficientes.

IDEAS FUNDAMENTALES

En Berkeley se hallan unidos empirismo y sensualismo con un particular espiritualismo, todo lo


que existe, solo lo hace en la medida en que es percibido por algún “espíritu” así, podemos
deducir en cuanto a lo que plantea en su filosofía:

a) La primacía de la percepción.
b) La negación de la materia.
c) La realidad es de naturaleza espiritual.

Berkeley es considerado como el sistematizador del idealismo subjetivo, o idealismo místico.


Sostiene que solo la percepción puede fundar conocimiento. El objetivo de su filosofía es
atacar al materialismo. Pretendía utilizar la filosofía para probar la existencia de Dios y
defender la religión, pues, según Berkeley, en el mundo se había perdido el sentido de la virtud
y era preciso aniquilar el escepticismo y el ateísmo para recuperarlo.
Su obra capital es Principios del conocimiento humano y entre las más importantes está Tres
diálogos entre Hilas y Filonús.

El punto de partida de la filosofía de Berkeley es la experiencia sensible, la cual se piensa


como un conjunto de ideas, representaciones o sensaciones.
En su primer libro, el filósofo intenta descubrir los principios que han introducido en la filosofía
incertidumbre, irresoluciones y opiniones opuestas. La primera causa que Berkeley observa es
la afirmación de que pueden formarse ideas abstractas. Para el no existen ideas abstractas,
sino concretas y singulares. Berkeley comienza los Principios del conocimiento humano con
una objeción de la abstracción, porque, considera que, quizá creer en las ideas abstractas
origina la creencia en la existencia de los cuerpos con independencia del sujeto percipiente.
La idea abstracta es cabalmente inconcebible. La estrecha relación que existe entre el
pensamiento y el lenguaje ha originado la admisión de las ideas generales como ciertas, ya
que nos valemos de palabras generales para comunicarnos. No obstante, es una ilusión. La
relación existente entre el pensamiento y el lenguaje crea confusión. Según Berkeley, las
palabras pueden conducirnos a un error por esto es necesario atenernos a las ideas. «A las
propias ideas al desnudo, sin disfraz alguno», como nos dice al final de la Introducción de
Principios del conocimiento humano.
¿Qué significa el término «idea»? La aclaración es precisa, porque, sin comprenderlo, no es
posible conocer la filosofía de Berkeley. «Idea» es la representación sensible de algo. Y por ser
sensible, además de no existir representaciones abstractas, es siempre particular. Pero «idea»
es, a la vez, la cosa misma percibida. Si bien empleada en ambos sentidos, la significación de
la palabra «idea» es desafortunada; sin embargo, desde el punto de vista de Berkeley no existe
confusión ni contradicción entre una y otra concepción, puesto que todo es representación. Es
decir, no existen cosas con independencia del espíritu que las percibe. Por esto puede decir
Berkeley que sólo existen ideas en este doble sentido, y la imprecisión del término hace posible
que quede afirmada la realidad del mundo exterior en sentido corriente y al mismo tiempo
negada su existencia absoluta en sentido metafísico. (Pero existencia en el espíritu no ha de
entenderse de modo subjetivista, en «mi» espíritu. Estar en el espíritu quiere decir percibido
por alguien; equivale a negar la realidad de las cosas con independencia de que alguien las
perciba. Cuando un hombre deja de percibir las cosas, éstas siguen existiendo, naturalmente,
porque en último término son percibidas por Dios).
Entonces según esta filosofía, las sensaciones no reflejan la realidad objetiva, sino que son
estas ideas, representaciones o sensaciones las que constituyen la auténtica realidad.

Al observar el mundo exterior obtenemos gran variedad de ideas, el conjunto de estas ideas se
considera una cosa, por esta razón creemos que el mundo es material, entonces –señala
Berkeley- “las ideas no son imágenes de las cosas, sino las cosas reales mismas”.5

Si todo lo que existe es, en última instancia, idea, el ser de las cosas consiste en ser
percibidas. La realidad última de las cosas no es material, sino espiritual.
La afirmación de la no existencia de la sustancia material es, a primera vista, muy extraña y
radical. Pero esta afirmación no era algo derivado de los principios berkeleyanos. Al contrario,
Berkeley se determinó en la vida la misión de objetar la pretendida existencia de la materia, ya
que creía firmemente que éste era el fundamento más poderosa del ateísmo y del
escepticismo. Pero la lucha que sostuvo contra la pretensión de la existencia de la materia no
implicaba, como se ha sostenido equívocamente, la aniquilación del mundo exterior. Berkeley
5
Academia de Ciencias de la URSS. Historia de la Filosofía. Tomo II, Segunda edición, Editorias
Grijalbo S.A. México D.F. 1965. p. 385.
no se cansa de repetir que el mundo exterior, tal como es percibido, existe en toda su realidad.
Entiéndase bien que alude a su fundamento metafísico. Es la existencia de la materia en
sentido filosófico la que niega vigorosamente. Valiéndonos de un símil, diremos que su
concepción es parecida a la de la física actual, que reduce la materia a ondas, aunque sostiene
la realidad del mundo exterior. Y ambas cosas son compatibles. John Locke había negado
anteriormente la existencia de las cualidades secundarias, y aunque vislumbró los problemas
que implicaba la admisión de las primarias, sin embargo, no las atacó. La idea de sustancia,
aunque la llamó «un no sabemos qué», continuó siendo para Locke irrefutable. Berkeley no se
sintió satisfecho con la posición de su gran antecesor. Según él, la idea de sustancia material
surgió en filosofía por determinados motivos o razones; pero, una vez que tales motivos se han
extinguido, no hay razón para que continuemos admitiéndola. En tanto se creía en la existencia
de las cualidades secundarias fuera del espíritu, era natural que se creyera también en cierto
sustrato no pensante al que se adherían aquellas.

Mientras que Locke, al subjetivizar las cualidades “secundarias” (colores, sonidos, olores, etc.)
consideraba objetivas las cualidades “primarias” –extensión, figura, movimiento, etc.- Berkeley
niega la noción filosófica de materia, más acepta el concepto vulgar de la misma, tomándolo
como una reunión de cualidades.
Para este filósofo la notable realidad de las cosas está en ser percibidas por la percepción y la
mente del hombre, la cual es una reproducción de la percepción de Dios, por lo tanto lo único
existente es el espíritu.

El principio de causalidad se encuentra como fundamento de la doctrina de Berkeley: El último


eslabón de la cadena causal es Dios, y por esto, finalmente, el ser de las cosas consiste en ser
percibido por la mente de Dios.
Como puede observarse, Berkeley depende en sus doctrinas tanto de Descartes como, en
mayor grado, de Locke. Sus puntos de vista son muy personales y siempre es profundo y
original. En la última época de su vida, cuando escribe Siris, se aproxima a la doctrina de
Platón. Nos dice que una fuerza o influencia divina comprende todo el universo. La razón
construye el mundo de los sentidos. En ciertos aspectos, Berkeley parece adelantarse con esta
obra a las grandes construcciones metafísicas de Hegel.

CONCLUSIONES
Berkeley como un gran opositor del materialismo y gran defensor de la religión por su postura
como obispo realiza la afirmación de la existencia de las cosas a través de la percepción,
inclusive la percepción, que realiza Dios, por tanto las cosas no dejan de existir en ningún
momento, la existencia se remite a ser percibido. Todo debe estar ligado a una mente que lo
perciba.
Según la filosofía de Berkeley lo que existe y se conoce es a través de las ideas, siendo estas
primordiales para el reconocimiento de lo material como el conjunto de las ideas, Berkeley
intenta demostrar la existencia del espíritu como la única realidad, y la materia seria producto
del invento de nuestro espíritu. y el creador del espíritu seria Dios y el precursor de toda las
ideas.
La percepción de las cosa seria una percepción directa porque al interactuar con alguien lo
percibimos pero en las percepciones no siempre actúa un intelecto esto nos ayudaría a la
ciencia, en la actualidad, para mantener una realidad clara, más precisa que mantendría gran
objetividad encontrando la realidad misma de las cosas.

Berkeley como un idealista subjetivo pretendía:

[…] ayudar a la reacción no solo apoyando a la religión, sino en el “espíritu” y en sus “ideas”.
Según él, debemos preocuparnos de nuestro propio perfeccionamiento espiritual, mas no
debemos luchas por una vida mejor en este mundo que es “nada”.6

BIBLIOGRAFÍA

Abraham Gutiérrez, Curso de filosofía II, Ediciones A.G., Quito, 1995


Academia de Ciencias de la URSS. Historia de la Filosofía. Tomo II. Editorias Grijalbo S.A., ed.
2, México D.F. 1965
George Berkeley, Tratado sobre los principios del conocimiento humano, Losada, B.A., 1968
Microsoft® Encarta® 2009 [DVD], "Europa", Microsoft Corporation, 2008
Russel Bertran, Historia de la filosofía occidental, Espasa Calpe, Madrid

6
Gutiérrez, Abraham, Curso de filosofía II, Ediciones A.G., Quito, 1995, p. 84.

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