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Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales.

¿Serbia un Estado Fallido?


Implicancias de la independencia de Kosovo

Nombre : Omar Sagredo Mazuela


Cátedra : Conflictos Internacionales Contemporáneos
Profesor : Marcelo Mella
I.- Introducción

Luego del término de la denominada Guerra de Kosovo, en 1999, el


abanico de alternativas políticas para, la todavía existente, República Federal
de Yugoslavia (RFY) se tornó mucho más restringido. Al autoritario régimen del
presidente yugoslavo, Slodoban Milosevic, ahora se sumaban la presencia de
fuerzas internacionales en territorio nacional, y la posibilidad cierta de que en el
futuro Kosovo constituyera un Estado independiente de Serbia.
En rigor, el término de la guerra en Kosovo no se correspondía con una
solución definitiva para la situación de la zona. Por un lado, el ahora solitario
Estado Serbio, no estaba dispuesto a permitir que parte de su territorio fuese
arrebatado, pero no podía ir contra las directrices -y las fuerzas- de la ONU,
mientras que por otra parte, para las autoridades kosovares todas las
posibilidades políticas pasaban por su independencia de Serbia (Dérens,
2007). Así, el concierto se presentaba sumamente complejo, pues se estaba
frente a un choque de determinaciones excluyentes. En este sentido, quizás la
posición que primó fue la de otorgar de una vez por todas la estabilidad a la
región, y en base a aquella idea, Kosovo obtuvo finalmente su emancipación, y
se transformó en un Estado independiente. De esta forma, se escogió una de
las alternativas que podrían existir en torno a la construcción política futura de
los Balcanes.
Sin embargo, ¿por qué debiéramos pensar que la autonomía de Kosovo
traerá estabilidad y paz duradera a la zona? O, bajo esta misma óptica,
teniendo en cuenta el valor nacional que los serbios entregan a Kosovo,
¿sobre qué argumento sostenemos la idea que Serbia renunciará a esta región
de la misma manera que parece haberlo hecho con Bosnia?
Las explicaciones que surjan debieran tomar, impostergablemente, en
consideración el papel que jugó, y jugará, Serbia. Principalmente, los
argumentos, por tanto, debieran apuntar a conocer en profundidad la posición
histórica que ocupó Serbia, al menos desde el terminó de la Federación
Socialista Yugoslava en 1992. En concreto, la autonomía kosovar viene a
demostrar fehacientemente que Serbia, al margen de lo que haya ocurrido, no

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logró mantener su unidad nacional. ¿Podría ser entonces que, en función de
los hechos, Serbia represente una nueva versión de Estado fallido?

En el presente artículo investigaremos la situación serbia, y


analizaremos el grado de “incongruencia” que presenta el Estado serbio en
relación a su política interna y externa, siendo todo esto potenciado por la
reciente independencia de la región de Kosovo.
Examinaremos, entonces, dos variables. La primera es la situación de
Serbia, es decir, posturas políticas y desarrollo de la “vida” del Estado (en
materia territorial); y la segunda, el grado de injerencia que ejercieron (o aún
ejercen) las estructuras internacionales vinculadas con el fin de la Guerra de
Kosovo.
En función de cumplir con la idea principal, es decir, analizar el grado de
complejidad política de Serbia, que permitiría tratarlo como una especie de
Estado fallido, construiremos la argumentación central de acuerdo a tres
objetivos. Primero, describir el desarrollo y los resultados de la Guerra de
Kosovo, para así estar al tanto del fenómeno que predeterminó la situación
serbia. Segundo, especificar el proceso político serbio luego de la “era
Milosevic”, es decir, examinar el escenario político-partidista y el desarrollo de
la situación del Estado de Serbia y Montenegro, para lograr así comprender el
comportamiento de las principales tendencias políticas del país. Finalmente,
estudiar las implicancias de la conformación del Estado de Kosovo, es decir,
elementos que explican este hecho a partir de la óptica del Derecho
Internacional, y cuáles serán las posibles repercusiones que este acto tendrá
en Europa. La intención de este procedimiento será plantear las consecuencias
reales y potenciales que generaría la presencia de un Kosovo independiente.

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V.- Desarrollo

1.- El conflicto en Kosovo

Desde 1997 y hasta 1999, se desarrolló la Guerra de Kosovo, una lucha


armada que enfrentó al ejército regular de la Republica Federal de Yugoslavia
contra la milicia armada de la provincia de Kosovo, estructurada en torno al
Ejército de Liberación de Kosovo. En un comienzo, se trató de un conflicto
exclusivamente nacional, intraestatal, dentro de las fronteras serbias, sin
embargo con el avance del tiempo éste tomó carácter internacional, en la
medida en que hacían ingreso otros actores supranacionales ajenos incluso al
continente europeo.

• La Estática del Conflicto

En el marco del Enfoque de la Estática del Conflicto (Entelman, 2002),


estudiaremos este caso comenzando con los “actores”, y a partir de ese punto
de vista analizaremos sus objetivos, conciencia, y grados de poder. Luego,
analizaremos el papel de “terceros”.
La Republica Federal de Yugoslavia (RFY), presidida por el líder
nacionalista Slodovan Milosevic, había soportado la Guerra en Bosnia,
viéndose sometida finalmente a las reglamentaciones del sistema internacional.
La composición de Yugoslavia se reducía a la presencia de Serbia,
Montenegro, y las provincias serbias, Voivodina y Kosovo, aunque estas dos
últimas regiones habían perdido toda su autonomía política en 1989.
Por otra parte, el Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) sumaba
mayores recursos militares y políticos. En poco tiempo logró posicionarse por
sobre la Liga Democrática de Kosovo (LDK) como la única alternativa en lo que
respecta a conseguir la autonomía de Kosovo. Luego del fin de la Guerra de la
Ex –Yugoslavia, y a pesar de los logros de la LDK, el tratado de Dayton no
tomó en consideración la situación de los kosovares. Fojón resume el contexto
diciendo que “el problema de Kosovo pareció languidecer (…) El liderazgo
político albanokosovar que ejercía Ibrahim Rugova, dirigente de la Liga

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Democrática (LDK), no fue lo suficientemente dinámico para aprovechar la
ocasión y empujar la provincia hacia la independencia” (Fojón, 2002; 5). Así,
frente al lento desempeño de Rugova y la LDK, un grupo de kosovares, inició
un proceso de creciente violencia contra las autoridades serbias de la región.
Las respuestas, igual de violentas, que el gobierno serbio puso en práctica
provocaron un aumento en la concientización del conflicto por parte de la
población albanokosovar (Fojón, 2002).
De acuerdo con Taibo (1999), el primer objetivo de la RFY fue preservar
la condición política que Kosovo presentó entre 1989 y 1997, sin desear, en
primera instancia, detonar mecanismos violentos. No obstante, la represión era
parte del proceso, y a través de medidas de ese tipo, se buscó terminar con el
actuar del ELK., pues para Milosevic el regreso a la situación de autonomía que
Kosovo poseyó, no estaba en los planes.
En términos de la teoría, los objetivos de ambos actores se hicieron
incompatibles, a la vez que uno y otro tomaban conciencia de su posición en el
conflicto. A partir de la reflexión anterior, podemos explicar la férrea respuesta
de las autoridades serbias, y la rápida profesionalización del ELK. En síntesis,
el proceso se desarrolló desde Kosovo, donde la juventud albanesa
“descontenta con los resultados del movimiento de desobediencia civil, ha
pasado a engrosar (…) las filas del UCK (abandonado) el camino de la
respuesta no violenta y ha asumido el horizonte de una reacción militar a la
represión urdida desde Serbia” (Taibo, 1999; 3). Sin embargo, la mantención
de la lucha armada para un conjunto de guerrilleros que se enfrenta al ejército
regular de un Estado, requirió de apropiadas fuentes que proveyeran no sólo
armamentos, sino que también legitimidad y apropiación del sentido de la
guerra.
Albania proveyó constantemente de armas a su vecino Kosovo. En
rigor, el apoyo militar albanés contribuyó a engrosar las filas del ELK mediante
importantes “traspasos” que muchas veces se realizaron en el marco de la
ilegalidad. El Estado de Albania desarrolló vastas redes de crimen organizado
en torno al comercio ilegal de armas; insumos que el país musulmán había
conseguido durante la Guerra de la Ex –Yugoslavia (Fojón, 2002). Pero la
contribución albanesa siempre se redujo a una dimensión concreta y
específica: el tráfico de armas. El ELK necesitaba además apoyo de tipo

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simbólico, a través del cual legitimar su accionar. En este sentido, el principal
aliado del ejercito albanokosovar fue Estados Unidos, ya que si bien la Unión
Europea y la ONU habían mediado en el conflicto, el apoyo norteamericano
significaba, en buenas cuentas, insumo militar de primer nivel.
La OTAN, con Estados Unidos a la cabeza, se visualizaba como el actor
con mayores recursos de poder. El protagonismo del pacto transatlántico se
reflejó en la exclusión de los enemigos políticos de Estados Unidos que
mediaban a través de la ONU, Rusia y China, y en que su enorme potencial
bélico inclinó la balanza hacia el lado del ELK. De acuerdo con Fojón “fue la
OTAN, habilitada por los Estados Unidos, quién tomó el protagonismo de los
acontecimientos y (…) lanzó un ultimátum a Belgrado para que retirase sus
fuerzas. Los serbios cedieron, replegaron sus fuerzas (…) Tanto el UCK como
la LDK se sentían legitimados internacionalmente y eso les impulsaba a
continuar la lucha, con la esperanza puesta en la intervención exterior”
(Fojón, 2002; 7). Así, el ingreso de las fuerzas internacionales tuvo un impacto
doble: hizo retroceder al ejército yugoslavo y envalentonó a los rebeldes
kosovares.
El gobierno de Milosevic, luego de rechazar el Plan de Paz propuesto,
por el denominado Grupo de Contacto, se vio enfrentado al ataque directo de la
OTAN, en un contexto en que Naciones Unidas había perdido el control de las
negociaciones. En materia de estrategia militar, tanto Taibo (1999) como Fojón
(2002) plantean que la ofensiva de la OTAN estaba presionada por la urgencia
de un enfrentamiento efectivamente breve, que evitara el impacto en países
vecinos como Albania y Macedonia. No obstante, la represión del gobierno
central yugoslavo sobre los kosovares fue la respuesta que Milosevic escogió.
En síntesis, el plan era obligar a Yugoslavia a negociar a través de acciones
bélicas rápidas y efectistas desde el aire, sin embargo, “el efecto de los
ataques fue el aumento de la actividad represiva serbia en Kosovo y la
expulsión de cientos de miles de refugiados hacia Macedonia, principalmente”
(Fojón, 2002; 7).
Rusia, concretando su disposición a mediar a favor de Serbia, se
pronunció al interior del G-8, desechando la alternativa unilateral de Estados
Unidos, e inclinándose por la vía diplomática a favor de la RFY.

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Era evidente que el conflicto en Kosovo dejó de ser un enfrentamiento
entre dos enemigos claramente definidos. Si bien existían terceros en el
conflicto (Entelman, 2002) desde prácticamente el comienzo de éste (la ONU y
la Unión Europea), con el ingreso directo de la OTAN, e indirecto de Estados
Unidos y Rusia, se estructuró una composición más compleja en el escenario.
En primer lugar, de los “terceros que no intervienen explícitamente en el
conflicto”, diremos que Naciones Unidas y la Unión Europea ocuparon el papel
de “terceros que intervienen en la resolución”. Mientras que la OTAN jugó un
papel de disuador a favor de una de las partes del conflicto, así como también
de aquel tercero que se rige por el “dividir para gobernar”, ya que, de acuerdo
con Plo (2007), la intención del gobierno norteamericano era lograr una
excelente posición, en el amplio sentido del término, en la zona. Por otra parte,
en un sentido más bien general, diremos que las triadas del conflicto fueron de
dos tipos. Entre la OTAN, y por lo tanto Estados Unidos, y el ELK se estructuró
una triada en “situación terminal que existió involuntariamente”; y la triada que
se formó entre Rusia, país que a través del G-8 medió por Serbia, y el gobierno
serbio fue una en “situación continua”.
La respuesta definitiva del G-8 se estructuró en un programa, en el que
destacó la proposición de la ONU a cargo de la administración provisional de
Kosovo, el comienzo de un gobierno autónomo de los kosovares, aunque
siempre dentro de las fronteras serbias, y el desarme del ELK (Bermejo,
Cesáreo, 2008). Se ponía término a la guerra, entonces, a través de la
Resolución número 1244 de Naciones Unidas, en la que se institucionaliza el
plan del G-8.

• Resolución 1244 de Naciones Unidas

El 10 de junio de 1999, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el


documento que ponía fin a las hostilidades en suelo serbio. La denominada
resolución 1244 fue, a fin de cuentas, la recopilación de los estatutos que
previamente había planteado el G-8 con la intención de terminar la guerra.
Naciones Unidas, en la mencionada resolución, tomó en cuenta la grave
situación humanitaria de Kosovo, en función de las agresiones de ambos
bandos involucrados, y reafirmó que se debía respetar la “soberanía e

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integridad territorial de la Republica Federativa de Yugoslavia”, al mismo
tiempo que era necesario considerar la realidad del gobierno de Kosovo. En
base a aquello, se decidió construir una solución pacífica para la crisis de
Kosovo, tomando los principios delimitados por el Grupos de los Ocho, en la
que se exigía, principalmente, en primer lugar, la completa cooperación del
gobierno yugoslavo, poniendo término definitivo a la violencia sobre Kosovo. En
segundo lugar, se determinó desplegar fuerzas civiles y de seguridad
internacional, bajo mandato de la ONU, en territorio kosovar. Por último, se
exigió la desmilitarización del Ejército de Liberación de Kosovo (ONU, 1999).
En términos generales, se aprecia más adelante en el mismo documento,
que la autorización para establecer la presencia internacional civil en Kosovo
tenía por intención dotar a la región de una administración provisional, en el
marco de la cual, los kosovares pudieran “gozar de una autonomía sustancial
en la Republica Federativa de Yugoslavia” (ONU, 1999). Al mismo tiempo se
estipulaba, formal e institucionalmente, que la administración transitoria tendría
como responsabilidades principales encabezar el correcto desarrollo del
proceso político que construirá la institucionalidad democrático kosovar (ONU,
1999).

2.- Régimen Político Post-Milosevic

• Sistema de partidos de Serbia

Los autores que estudian el sistema político serbio del siglo XXI concuerdan
en la idea de que la matriz que rige la política serbia es una de tipo
bidimensional (Pajovic, 2008; FRIDE, 2007). Por una parte, está la dimensión
nacionalista, que niega la posibilidad de entablar una relación mayor con
Europa y sus instituciones, y por otro lado, está el sector que defiende las
reformas al régimen, y que aboga por una completa cooperación con la Unión
Europea. En torno a esta matriz, los partidos serbios construyen su identidad y
discurso. En términos generales, la composición del sistema de partidos
responde a la lógica antes expuesta, y por lo tanto “pueden identificarse dos
tipos de corrientes políticas: los demócratas y los radicales” (FRIDE, 2007; 3).

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Se distinguen cuatro partidos del lado moderado y dos del radical. En el
primer bloque encontramos, en primer lugar, al más antiguo de los partidos
serbios, el Partido Democrático (DS), del cual es miembro el actual presidente
serbio Boris Tadic. De acuerdo a FRIDE (2007), las principales características
de este partido son la lucha por la integración en la institucionalidad
euroatlántica, y el apoyo a la autonomía de las regiones de Voivodina y
Kosovo. En segundo lugar, está el Partido Democrático de Serbia (DSS), el que
es liderado por el actual primer ministro Vojislav Kostunica. Su posición se
pone en entredicho debido a su indeterminación con respecto a la integración
europea. En tercer lugar, el G17, un partido que se caracteriza por el apoyo a la
integración continental, y que el año 2003 se coaligó con el DSS. Por último, el
Partido Democrático Liberal (LDP) es, al igual que G17, un partido que aboga
por la pronta incorporación a la comunidad euroatlántica (FRIDE, 2007).
Por parte de los radicales, comenzamos por el Partido Radical (SRS), el
que ocupa el segundo lugar de las preferencias (FRIDE, 2007), basando sus
contra-argumentos en el afán reformista e integracionista de los moderados. En
segundo lugar, encontramos al Partido Socialista (SPS), el que hoy por hoy se
halla fragmentado entre aquellos que buscan terminar con la herencia política
de su ex-líder, Slodovan Milosevic, y quiénes se muestran contrarios al
reformismo y la cooperación con la comunidad euroatlántica, en especial con
La Haya (FRIDE, 2007).

• Planteamientos Político-Partidistas

En un comienzo dijimos que la matriz política serbia era de doble


entrada y que, en términos generales, esto se expresaba en las diferencias
entre la cooperación o no cooperación con la comunidad euroatlántica (OTAN y
Unión Europea, particularmente), y entre el apoyo o rechazo a las reformas
políticas del país. Sin embargo, ahora podemos reducir las dimensiones de la
matriz, diciendo que los planteamientos políticos giran en torno a dos ejes:
“Kosovo y la integración en la comunidad euroatlántica” (FRIDE, 2007).
Pajovic (2008) indica que el contexto en el que se mueven las
alternativas políticas serbias es complejo, pues la inclinación por la opción
proclive a la integración implica enormes recursos provenientes de la Unión

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Europea, mientras que la alternativa de los radicales ofrece un acercamiento
mayor con Rusia. No obstante, recalca el autor, que las elecciones
presidenciales de comienzos del 2008 se vieron determinada por la posición
frente a la Comunidad Internacional y el futuro de Kosovo, siendo en especial
este último ámbito el que provoca mayor debate. Por su parte, entre los
desafíos que FRIDE (2007) detecta para el gobierno serbio, el problema con
Kosovo supera la urgencia, al menos en el mediano plazo, que
comparativamente presentan la cooperación del país con el Tribunal Penal de
la Ex-Yugoslavia (TPIY), y el programa de reformas.
Las campañas políticas expresan las posiciones de los bloques
partidistas en torno a la integración y Kosovo. El sector moderado formula
planteamientos, según FRIDE (2007), “en un tono más ambiguo y
potencialmente complaciente sobre la cuestión de Kosovo”, mientras que en
relación a la integración regional, ésta presenta diferencias particulares en el
grado de cooperación con el TPIY. En segundo término, el bloque radical
expone un discurso que rechaza tajantemente la independencia kosovar,
basando su negativa en argumentos que tienen que ver con la integridad
territorial (FRIDE, 2007).

• Escenario político en perspectiva

La posición del DS frente a las posibles determinaciones acerca de la


situación de Kosovo, en particular, el potencial reemplazo de la ONU por la
Unión Europea en el control de la región, provocó una grave crisis en el
gobierno serbio (Pajovic, 2008). El sector moderado se cuadro bajo la idea que
es necesario separar el proceso de integración a la comunidad europea del
debate acerca de Kosovo. Mientras que el bloque radical exige que el
desarrollo y las determinaciones de las políticas sigan en manos de la ONU.
La descomposición de la alianza entre el DS y el DSS, que estaba en el
gobierno, se expresó en el desapoyo que este último partido prestó a
candidatura a reelección de Tadic, en respuesta a la negativa del presidente
serbio frente a las condiciones que la Unión Europea planteaba sobre el
Acuerdo de Asociación y Estabilización, en el marco del posible ingreso de la

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comunidad europea en Kosovo. La situación, según lo indica Pajovic (2008),
reabre las puertas a las discusiones nacionalistas sobre la unidad del país.
Frente al quiebre, el escenario político se rearma. Surge con mayor
explicitud un sector compuesto por el DS, el G17 y el LDP, al que
presuntamente se incorporaran agrupaciones que defienden los intereses de
minorías como la húngara y la gitana, entre otras. A su vez, el ala nacionalista
rearticulara la alianza entre el SRS y el SPS, sumando el potente liderazgo de
Kostunica (Pajovic, 2008).

4.- Unidad de la Federación

El 21 de mayo de 2006, se celebró un referéndum que puso fin al Estado


de Serbia y Montenegro, creado éste en 2003, en reemplazo de la República
Federal de Yugoslavia. La alternativa separatista alcanzó el 55,5% de los
votos, con un 86,49% de participación (Plo, 2006), superando ambos
indicadores los respectivos umbrales mínimos establecidos por la Unión
Europea para validar la legitimidad de la votación. La secesión de los
montenegrinos fue confirmada en junio de ese mismo año por el parlamento
serbio.

• Unidad cultural de ambas naciones

Dérens plantea que este hecho obligó a Serbia a redefinir sus fronteras,
su identidad, y la naturaleza misma de su régimen político (Dérens, 2006; 1).
De acuerdo al mismo autor, la independencia montenegrina de Serbia
responde a una cuestión que es más bien cultural, ya que la relación entre
ambas naciones desde hace largo tiempo que estaban distanciadas y eran
independientes entre sí. Además, Montenegro había replanteado su posición
nacional, estructurándola en torno a un proyecto multiétnico. Su declaración de
independencia profesaba que “le Monténégro est défini comme une société
civile, multinationale, multiethnique, multiculturelle, fondée sur le respect et la
protection des droits et libertés de la personne humaine, des droits des
minorités” (Dérens, 2006; 1).

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Bajo la óptica de las redefinición nacional, se argumenta que los partidos
montenegrinos dieron un golpe a la tendencia que se dio a principios de los
noventa, estableciendo un tipo de nacionalismo que no hacía de la
diferenciación social un fenómeno conflictual, sino que imprimía un elemento
basal de la caracterización de la identidad montenegrina. Según Plo, el antiguo
líder comunista Djukanovic, fue el principal propulsor de este tipo de
nacionalismo, apreciando “la fuerza de la realidad multiétnica de Montenegro:
ella sería uno de los principales soportes del proceso de independencia” (Plo,
2006, 4).

• Factores políticos y de juridicidad internacional

Se piensa que existieron elementos que distanciaron los proyectos de


ambas naciones. Plo (2006) argumenta que el Estado de Serbia y Montenegro
finalmente intentó armonizar intereses demasiado distintos, pues los
montenegrinos comenzaron a acercarse a la Unión Europea, por lo que sus
objetivos se hicieron contrarios a los serbios, los que eran distantes a la
integración continental. Por ejemplo, la integración a la UE exigía “no sólo la
armonización de los estándares económicos y comerciales sino que sobre todo
la estabilización interna: protección de las minorías, reforzamiento de los
derechos y libertades, (…) colaboración con el Tribunal Penal Internacional,
etc.” (Plo, 2006, 2); aspectos que en Serbia generaban fuertes cuotas de
disenso.
La Unión Europea, que había sido parte importante en la formación del
Estado de Serbia y Montenegro en 2003, abogando por impedir que se
fragmentara el último Estado de la Ex-Yugoslavia, legitimó la posibilidad de que
la unión se terminara tres años después de su formación si así lo determinasen
las partes involucradas (Bermejo, Gutiérrez, 2008). La Constitución del Estado
de Serbia y Montenegro, alentada por la UE, estipuló que en 2006 se revisaría
la situación política del país, dando la posibilidad real de reformular la
estructura de los Estados, y efectivamente así fue.
La legitimidad necesaria para el término del Estado de Serbia y
Montenegro, y la conformación independiente de este último, vino dada
principalmente porque el referéndum que determinó la construcción del nuevo

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Estado montenegrino, fue “recogido expresamente pues Serbia lo había
aceptado” (Plo, 2006; 5). En otras palabras, no existió una destrucción
improvisada de un Estado, ya que las naciones que lo integraban habían
acordado poner fin a su unión, en el marco de la institucionalidad de la UE, y
tampoco se trató de una declaración unilateral de independencia por parte de
Montenegro, pues la opción de consulta acerca de la permanencia del país en
el Estado que compartían con Serbia, al igual que la posibilidad de separarse,
estaba contemplada en la constitución, y había sido previamente aceptada por
los serbios.

5.- Implicancias de la Independencia de Kosovo

• Sobre el Derecho Internacional

Bermejo y Gutiérrez (2008) se refieren al Derecho de libre determinación de


los pueblos, argumentando, en primer lugar, acerca de su espacio indiscutido
en el Derecho Internacional, siendo ésta una situación permanente, aunque
exista un cierto “agotamiento” y “politización” del principio. El contexto que
rodea el complejo momento del Derecho de libre determinación se da
principalmente por la definición del pueblo al que debe proteger. Cuando se
estructuró este derecho, se estaba pensando en aquellos pueblos coloniales,
pero, hoy en día, la aplicación de la normativa debe centrarse en “pueblos
nacionales”. Estos se definen como “colectivos que viven en el seno de un
Estado soberano e independiente pero que se singularizan del resto de la
población, o de sus otros pueblos en su caso, por su lengua, su historia, raza o
religión, elementos aglutinadores todos que han insuflado a ese colectivo, o en
una mayoría del mismo, un sentimiento de personalidad propia, un sentimiento
nacional” (Bermejo y Gutiérrez, 2008; 3).
El Derecho Internacional contempla el Derecho a la libre determinación,
caracterizado éste principalmente por la garantía que se les entrega a los
pueblos nacionales de “no ser excluidos del gobierno del Estado ni perseguidos
por su raza, credo o color” (Bermejo y Gutiérrez, 2008; 3). Se aprecia que la
jurisprudencia internacional niega el derecho a la independencia, incluso a la

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posibilidad de un régimen de autonomía, sólo exige que exista un trato
igualitario de las minorías con respecto al resto de la población del Estado.
El caso yugoslavo abre la puerta a nuevas discusiones sobre la
implementación y la funcionalidad del Derecho de libre determinación de los
pueblos. Con respecto a Kosovo, la situación es más compleja, ya que se
sumaba al escenario el elemento nacionalista, lo que presentaba un desafió a
la dimensión jurídica. El primer intento de construir una estructura legal para
Kosovo surgió durante la guerra de 1999; la denominada “Conferencia de
Rambouillet” estipuló dos criterios principales: el respeto a la integridad
territorial de Yugoslavia y un alto grado de autonomía para Kosovo (Bermejo y
Gutiérrez, 2008; 5). En segundo término, el acuerdo que finalmente se acogió
para poner fin al conflicto, fue el Plan del Grupo de los Ocho, el que incluía la
apertura hacia un proceso que permitiera a Kosovo una amplia autonomía,
basándose en los acuerdos de Rambouillet y “el principio de soberanía e
integridad territorial de Yugoslavia y de los otros países de la región (…)”
(Bermejo y Gutiérrez, 2008; 6). En tercer lugar, la ONU intentó diseñar una
alternativa para Kosovo, y para ello designó a Martii Ahtissari como líder de la
comisión que en 2007 entregó un informe sobre la situación y las proyecciones
sobre la región. Aquel informe fue rechazado en el Consejo de Seguridad por
Rusia y China, argumentado que su intención no era otra que la de entregar la
independencia definitiva a Kosovo de Serbia.
Pasado ya los tiempos de guerra, los momentos de inestabilidad del modelo
político, y con un Estado serbio en vías de democratización, la concepción del
Derecho Internacional se encuentra en una encrucijada: ¿es posible aplicar el
derecho de libre determinación al pueblo kosovar, siendo ésta una nación que
cuenta con fuertes y efectivas atribuciones políticas de autogobierno, y que
además se encuentra inserto en un Estado respetuoso del proceso
democrático? Por lo pronto, aclaran Bermejo y Gutiérrez, el Derecho
Internacional se ha mostrado enemigo de los nacionalismos secesionistas,
siendo mucho más cercano al hecho de potenciar la democracia, ya que a
través de ésta es posible robustecer el respeto y la acomodación de intereses
diversos en un mismo Estado (Bermejo y Gutiérrez, 2008; 9).

• Implicaciones Geopolíticas

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Haciendo un ejercicio de proyección geopolítica, podemos decir que, al
menos, la independencia de Kosovo no pasará inadvertida en términos
simbólicos acerca de cómo una nación minoritaria puede emanciparse de su
Estado.
En este sentido, Dérens (2008) plantea, en primer lugar, basándose en un
criterio de “efecto domino”, que el ejemplo de Kosovo implica graves
consecuencias regionales. Para el autor, la cuestión principal radica en el
diseño fronterizo. Si la solución pasara por reformular los límites territoriales, el
acento recaería en la dimensión étnica: diseñar fronteras de acuerdo a la
repartición étnica de las poblaciones. En función de ésta lógica, Dérens prevé
una serie de posibles escenarios en la zona. Sobre Albania, para comenzar, el
autor plantea que haría falta considerar una unificación de todas las regiones
donde los albaneses son mayoría, lo que no sólo incluiría a Kosovo, sino que
también a otras zonas en Grecia, Montenegro, y Macedonia. Este último país
podría verse afectado por el surgimiento de presiones levantadas por las
activas minorías búlgaras. Por su parte, Bosnia sería el Estado más afectado,
pues los serbios podrían reclamar su regreso a la “madre patria”, lo mismo que
tal vez harían los croatas que allí viven. Finalmente, la conflictividad podría
retornar a suelo serbio si Voivodina se planteará luchar por su independencia
(Dérens, 2008).

Con un acento más vehemente, Ramonet (2007) pone en duda el hecho de


la independencia kosovar desde la perspectiva de su reconocimiento. Para este
autor, la administración norteamericana, que es la principal defensora de la
secesión, precipita la independencia, dejando de lado las negociaciones
estructuradas por la ONU, sin calcular el peso político de su actuar. De acuerdo
a Ramonet, existe un serio peligro con respecto al manejo unilateral que
Estados Unidos ha promovido en la región, cimentando indirectamente la
conflictividad de la zona. (Ramonet, 2007, 1).

• Serbia en medio de Estados Unidos Y Rusia

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Plo (2007) plantea que el debate acerca de la situación de Kosovo suscita la
posibilidad que dos potencias mundiales estructuren posiciones predominantes:
Rusia Y Estados Unidos.
Rusia, por su parte, apunta a concretar su histórica relación con Serbia a
través de la defensa de la soberanía territorial de sus “parientes” ortodoxos, los
serbios. Aunque, en el marco de esta “relación estratégica”, existen cuestiones
que son económicas y políticas. En materia comercial, Moscú pretende
construir vínculos con el gobierno de Belgrado que le permitan extender sus
redes de explotación energética, de tráfico aéreo, y bancarias. Mientras que en
términos políticos, Rusia se opone rotundamente a la independencia kosovar,
basando sus argumentos en criterios que niegan la posibilidad de que los
pueblos se emancipen unilateralmente, como lo hizo Kosovo, de sus Estados.
(Plo, 2007).
Desde la perspectiva de Estados Unidos, Plo piensa que los
norteamericanos pretenden establecer un proyecto en los Balcanes, partiendo
en Kosovo. En principio, Estados Unidos hace un llamado al gobierno serbio a
no interponerse en el desarrollo del nuevo Estado de Kosovo, pues la
alternativa de emancipación era la única verdaderamente “realista”. Sin
embargo, los norteamericanos se apresuraron en decir que el caso de
independencia de Kosovo representaba una situación “sui generis”, no
aplicable a otros contextos. De todos modos, el proyecto a largo plazo que
Estados Unidos apuesta es el de un “islam moderado”. Plo plantea que
Kosovo es una de las piezas fundamentales dentro del esquema
norteamericano, en el que figuran también Bosnia y Albania, apuntando a
concretar un “islam europeo, moderado, y democrático, especie de modelo
para el mundo musulmán (Plo, 2007; 6).

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VI.- Conclusiones

Hasta ahora hemos revisado el historial político del Estado Serbio.


Comenzamos con una descripción de la Guerra de Kosovo, y del tratado que
determinó el cese al fuego. Luego, estudiamos el sistema de partidos serbio,
haciendo un breve análisis de la situación en perspectiva. En tercer lugar,
analizamos el término de la Unión de Serbia y Montenegro, examinando los
principales factores que entraron en juego. Por último, con respecto a la
independencia de Kosovo, estudiamos el papel y la opinión del Derecho
Internacional, así como también la dimensión geopolítica del hecho.
Por lo tanto, nos corresponde ahora dar dirección a los argumentos, en
función de nuestro objetivo central, el que era analizar la situación serbia en
relación con las implicaciones de las instituciones trasatlánticas que estuvieron
involucradas en el desenlace de la guerra de 1999 y en la emancipación
kosovar. Y a partir de aquella conclusión, determinar si Serbia representaba un
Estado Fallido (Foreing Policy, 2007).
Para comenzar, entonces, diremos que, en materia bélica, la RFY era
superior al ejercito albano-kosovar, y que, por tanto, el resultado de la guerra
no respondió al enfrentamiento claro entre ambos contendientes. Primer
antecedente. El ingreso en la guerra de la OTAN, liderada por Estados Unidos,
determinó el desarrollo del conflicto, obligando a las fuerzas yugoslavas a
replegarse.
Segundo antecedente. El sistema de partidos serbio se ha estructurado en
torno a cuestiones “externas”: la integración y la situación de Kosovo. Los
asuntos internos (en especial la reforma constitucional) pierden importancia
frente a fenómenos que muchas veces escapan al control de las fuerzas
políticas nacionales. De hecho, la cohesión de los bloques políticos depende
principalmente del contexto internacional, es decir, la posición que tomen los
partidos obedece a la situación general del sistema internacional en relación
con cuestiones de integración, principalmente. Por ejemplo, la fragmentación
de la coalición que actualmente es gobierno se debió a diferencias sobre
decisiones acerca de la cooperación con la Unión Europea.

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Tercer antecedente. Con respecto a la construcción del Estado de
Montenegro, surgen dos cuestionamientos. El primero es de raíz cultural: por
qué se deterioro la unidad étnica de dos naciones tan cercanas como la serbia
y la montenegrina. Nuevamente emerge el factor “integración”, pues
Montenegro paulatinamente comenzó a acercarse a las instituciones
trasatlánticas, al mismo tiempo que Serbia se hundía en discusiones acerca de
la cooperación con el sistema internacional. Mientras que la segunda cuestión
expresa el inadecuado apoyo de la Unión Europea para mantener la unidad del
Estado. En este sentido, si bien la UE había sido pieza clave en la mantención
de las fronteras del Estado intactas en 2003, ésta dejó claro que tres años
después la situación debía estudiarse nuevamente. El contexto de 2006 era
muy distinto al de tres años antes, y aunque la posibilidad de separación de
ambas naciones no era la principal alternativa, finalmente se concretó; con lo
que, de cierta forma, se eliminó la opción de poder construir una nueva
Federación, compuesta por Serbia, Montenegro, y Kosovo (Boonstra, 2006;
Woodward, 20007).
Cuarto antecedente. Sobre la independencia de Kosovo. A la luz del
Derecho Internacional se aprecia que la posibilidad de la secesión no está
contemplada, por lo que el caso de Kosovo presenta dos claras objeciones. La
primera tiene que ver con la situación de gobierno. Kosovo desde 1999 fue una
especie de protectorado de Naciones Unidas, y si bien se mantuvo como
provincia serbia, el gobierno estaba en manos de los kosovares
exclusivamente. Por lo tanto, se anula la aplicación del Derecho de
autodeterminación de los pueblos, pues la región de Kosovo efectivamente no
era excluida del gobierno. En segundo lugar, el proceso de democratización del
Estado serbio, implicaba que, al menos, el sector político moderado incluyera
en su programa un otorgamiento explicito de autonomía al pueblo kosovar. Por
lo que una vez más, el Derecho a la libre determinación pierde fuerza, ya que
no era intención del gobierno del Estado marginar o someter a Kosovo. En
términos generales, es posible plantear, entonces, que a pesar de que Serbia
había comenzado un serio proceso de apertura y transparencia, el sistema
internacional, en especial Estados Unidos, decidieron reconocer la declaración
de independencia de Kosovo, ignorando los esfuerzos de las autoridades

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serbias democráticas para poder hallar una solución basada en el respeto a la
soberanía nacional.
Quinto antecedente. La posición serbia aparece maniatada por el proyecto
norteamericano, y la construcción rusa de nuevas relaciones político-
económicas. ¿Representa alguna de estas alternativas una solución definitiva a
la nueva relación que se dará entre Serbia y Kosovo?
Ahora, si bien la OTAN determinó la derrota de la RFY en 1999, la ONU
ejerció una especie de gobierno en territorio de un Estado soberano al
administrar Kosovo por casi diez años, la UE posibilitó la autonomía de
Montenegro en 2006, y Estados Unidos precipitó la independencia unilateral de
Kosovo en 2008, sería un error tratar a Serbia como un Estado Fallido. Los
criterios impuestos por Foreign Policy son mucho más amplios de cómo aquí
los hemos utilizado. En Serbia no existen violaciones a los derechos humanos
masivas, así como tampoco están deteriorados el servicio y la administración
pública; ambas dimensiones son centrales para determinar la condición de
Estado Fallido.
No obstante, resulta interesante y provechoso estudiar este caso en función
del cuestionamiento a las instituciones internacionales, como en este trabajo
intentamos hacerlo. Además, las preguntas continúan abiertas a nuevas y
diversas interpretaciones. Sin lugar a dudas, el análisis antes presentado
obtiene una valiosa conclusión: el escenario de los Balcanes aun no está
cerrado. Numerosas perspectivas de estudio emergen vinculadas al papel que
deberá jugar la Unión Europea en la mediación de la relación entre serbios y
albano-kosovares; al rol concreto de Rusia y Estados Unidos en la región; y
con respecto al escenario mundial, debieran surgir nuevos debates acerca de
la situación de las naciones sin Estado, que luchan por su emancipación.

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VII.- Bibliografía

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luz del derecho de libre determinación”. Real Instituto Elcano. Documentos de
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