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Qu bien nos hace apelar en los momentos de tentacin a nuestra memoria. Cunto nos
ayuda el mirar la madera de la que fuimos hechos. No todo ha comenzado con
nosotros, y tampoco todo terminar con nosotros, por eso cunto bien nos hace recuperar
la historia que nos ha trado hasta ac.
Y, en este hacer memoria, no podemos saltearnos a alguien que am tanto este lugar que
se hizo hijo de esta tierra. A alguien que supo decir de s mismo: Me arrancaron de la
magistratura y me pusieron en el timn del sacerdocio, por mrito de mis pecados. A m,
intil y enteramente inhbil para la ejecucin de tan grande empresa; a m, que no saba
manejar el remo, me eligieron primer Obispo de Michoacn (Vasco Vzquez de Quiroga,
Carta pastoral, 1554).
Agradezco, parntesis, al Seor Cardenal Arzobispo que haya querido que se celebrase
esta Eucarista con el bculo de este hombre y el cliz de l. Con ustedes quiero hacer
memoria de este evangelizador, conocido tambin como Tata Vasco, como el espaol
que se hizo indio. La realidad que vivan los indios Purhpechas descritos por l como
vendidos, vejados y vagabundos por los mercados, recogiendo las arrebaaduras tiradas
por los suelos, lejos de llevarlo a la tentacin y de la acedia de la resignacin, movi su
fe, movi su vida, movi su compasin y lo impuls a realizar diversas propuestas que
fuesen de respiro ante esta realidad tan paralizante e injusta.
El dolor del sufrimiento de sus hermanos se hizo oracin y la oracin se hizo respuesta. Y
eso le gan el nombre entre los indios del Tata Vasco, que en lengua purhpecha
significa:
Pap. Padre, pap, tata, abba. Esa es la oracin, esa es la expresin a la que Jess nos
invit.
Padre, pap, abba, no nos dejes caer en la tentacin de la resignacin, no nos dejes caer
en la tentacin de la asedia, no nos dejes caer en la tentacin de la prdida de la
memoria, no nos dejes caer en la tentacin de olvidarnos de nuestros mayores que nos
ensearon con su vida a decir: Padre Nuestro.
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