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PUBLICACIÓN MENSUAL

SEPTIEMBRE DEL 2007


Del Paroxismo
Al contractualismo
Por Daniel Marmolejo
Miembro fundador del Movimiento Ciudadano Metropolitano A.P.N.

Comité Ejecutivo Nacional

Se ha profundizado la lucha por el poder en México, al tiempo existe un


debilitamiento del Estado laico.

Este mes se cumple un año de que Fox no pudiera celebrar el histórico “grito
de la independencia” en el Zócalo de la Ciudad de México.

La herencia que nos ha dejado el foxismo se traduce en la desaparición del


contractualismo. Hoy México no puede avanzar hacia la conciliación en la
medida en que no tenemos un pacto social, más aún, la pasada elección nos
demostró que los intereses corporativos están al frente del Estado. Los poderes
formales tienen un fantasma muy grande, los poderes fácticos.
México está dividido y la mayoría de los ciudadanos mexicanos se sienten
ofendidos. Los medios de comunicación representan la cara visible de los
poderes fácticos y el mayor temor es que la institución presidencial no tenga la
fuerza necesaria para sortear “la persistencia de los abismos” en una
legitimidad descrita por diversos analistas como “estrecha”.

Se ha mostrado un Estado con capacidad represora hacia quienes se solidarizan


con causas sociales históricas (libertad de expresión, tenencia de la tierra,
condiciones laborales adecuadas, democracia, justicia social, bienestar). En
tanto, el crimen organizado ha llegado alarmantemente a las más de 10 mil
muertes violentas como producto de la naciente "Teología sin Dios" la cual
intenta definir el intelectual Carlos Monisvais; somos el segundo lugar en donde
más periodistas mueren en el mundo después de Irak y los crímenes son
inhumanamente más violentos. El desenfoque en el uso de la violencia, incluso
por parte del Estado, es evidente: se consigue más impunidad en tanto que se
aprecia menos solidaridad.

Ya lo dijo Rousseau: “la fuerza no hace derecho”. Aunque sí, la fuerza nos aleja
más rápidamente.

Ante esta perspectiva poco clara en donde se suma la crisis en el campo y la


falta de soberanía alimentaria (en México se importa el 60% de la carne que se
consume), vivimos el momento más duro y crucial en busca de definición.

No hemos logrado el nivel de ciudadanización que se requiere para avanzar


ante la globalización, la ciudadanización significa desde la perspectiva de la
mercadotecnia política simples muestreos resultantes de “push polls”.

La descontextualización de las crisis que México vive en lo económico, político y


social son parte de la perversión con que se ha querido gobernar. El progreso
no está a la vuelta de la esquina, la modernización básica para ganar posiciones
a nivel internacional sucumbe ante el flujo de capitales que únicamente buscan
los más altos rendimientos. En México la banca creció 83% en un año, el sector
bancario es principalmente extranjero, se ha permitido que muchos bancos
obtengan la 4a fuente de ingresos a nivel mundial del actual mercado nacional
en el que solamente existe una bancarización del 17% de la población,
comparado con otros países en donde se llega a niveles del 80 o 90%. Estas
ganancias no se condicen con el alto costo de la vida para los millones de
ciudadanos mexicanos pobres. Hoy México es el país más desigual de la
tierra, tenemos al hombre más rico y la pobreza más insultante

Si Montesquieu fuese analista contemporáneo daría un mal diagnóstico sobre el


estado de la República y el trastocamiento de su valor esencial, la virtud.

Es aquí donde estamos parados todos, con una democracia política cuestionada
y la cual es determinante para que haya democracia económica y democracia
social.
El “poder relacional” que plantea Stephen Krasner necesita superar sus propios
males estructurales, las herencias que dañan y la visión estrecha de que el
poder sirve para el enriquecimiento de unos cuantos. En tanto que el poder no
se refrende a quienes ostentan el poder último (los ciudadanos), se producirá
un retroceso histórico del que difícilmente podremos recuperarnos.

La visión postapocalíptica que plantea el mismo Monsivais como una forma de


vida para los mexicanos (es un enfoque colectivo en donde lo peor siempre
está por llegar independientemente de lo mal de la circunstancia del momento),
está dejando de tener vigencia para algunos sectores que se radicalizan como
el EPR (Ejército Popular Revolucionario).

La gente quiere cambios reales y no puede sostener retóricas sensacionalistas y


más fracturas en la economía doméstica. El “metapoder” que también plantea
Krasner desde un enfoque distinto a Marx, resulta enemigo del poder relacional,
sin embargo, ambos están y deben servir a una gran causa: México, un país en
donde el modelo social nos ha quedado debiendo (en el Instituto Mexicano del
Seguro Social un médico especialista de alguno de sus hospitales atiende a más
de 50 enfermos internados en piso de manera simultánea, un enfermo antes de
ser internado en circunstancias de gravedad puede pasar una o más noches en
la sala de urgencias sentadito esperando que se muera alguien o le den el alta
para ocupar cama). La única salida pacífica es la República democrática NO
SIMULADA. Existen otros elementos que pueden infiltrarse en cualquiera de las
dos visiones sobre el poder desde la perspectiva Krasneriana, éstos son el
narcotráfico y las corporaciones, para ellos la ciudadanía no importa, la
metástasis en el cuerpo social es evidente.

La gobernabilidad democrática se confunde con la terrible perversión de lograr


mayorías en las cámaras. En el “juego imposible” de la política mexicana se
resucitan cadáveres bajo la falsa idea de la construcción del proyecto nacional.
Es la suma de votos al más alto costo democrático. Avanzamos día con día
hacia un desprecio sin retorno de la clase política en la confusión de que la
política es siempre y en cualquier circunstancia así y no existe otra forma de
concebirla, de replantearla.

Debemos estar claros en que la gobernabilidad democrática requiere de


instituciones fuertes que estén en función de los intereses y las necesidades de
los ciudadanos, instituciones representativas.

La teoría realista de la política es más fuerte que nunca.

La política real no da espacio para la política ideal, ésta última sólo queda en
los libros y en personajes como Gandhi o el Ché. Entonces el nihilismo
terminará apoderándose de los ciudadanos, éstos no se interesarán en sufragar
y la participación en la búsqueda de políticas públicas quedará como hasta
ahora en un club de políticos y en la partidocracia. La sociedad mexicana será
un conglomerado de individuos con insuficiente ciudadanización, el crimen
organizado el poder imperante.
El fin de la política al cual Hanna Arendt refería, está de cabeza, en la práctica
los representantes elegidos democráticamente no responden a los intereses
colectivos, estamos ante una clara pérdida de valores éticos y morales, la
antítesis de un Estado de Derecho.

La gran reforma del año 96 se ha opacado en muchos sentidos, nos toca


presenciar elecciones que se resuelven en tribunales, oposiciones preocupadas
en obtener curules y escaños a cambio de consolidar alianzas y acuerdos
estratégicos que rompen sus principios ideológicos.

¿El interés patrio será una expresión metafísica?

El escenario es crudo y complejo. El romanticismo histórico no renace y la


filosofía humanista no tiene sentido en el mundo de los mercados. El maíz es
hoy un tema energético para los mercados, aunque muchos sabemos de origen
que es la energía más íntima de nuestro pueblo, su verdad.

No son muchas las opciones para evitar escenarios de grandes confrontaciones


en la polarización sociopolítica, si el legislativo no logra consolidarse en el corto
plazo y se logran políticas de beneficio social y el acotamiento de los poderes
informales en la vida política de México, la situación será insostenible.

Sólo habrá transformaciones efectivas a partir de una nueva Constitución o con


reformas estructurales de elevado valor en los ámbitos: electoral, fiscal y
laboral en una primera instancias. Quizá éste sea uno de los pocos llamados
para el intento pacífico reformador.

Debemos trabajar todos hacia el nuevo contractualismo.

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