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ESCUELAS FUNDANTES DE 1

LA PSICOLOGÍA SOCIAL II

DIALÉCTICA
GASTON BACHELARD
WILFRED BION
Dialéctica
por alejandro simonetti

LEYES DE LA DIALÉCTICA:
1°) TODO ESTA EN MOVIMIENTO.
2°) TODO TIENE QUE VER CON TODO.
3°) TODO LO NUEVO SE ALIMENTA DE LA CONTRAPOSICIÓN QUE LE DIO ORIGEN Y
TRATA DE SUPERARLA.
4°) TODO CAMBIA POR ACUMULACIONES CUANTITATIVAS QUE PREPARAN SALTOS
CUALITATIVOS.

DIALÉCTICA
DIMENSIONES DEL ECRO PSICOSOCIAL.
DIMENSION PSICOANALITICA,
DIMENSION SISTEMICA,
DIMENSION CONTEXTUAL, 2
DIMENSION DIALECTICA.

PRIMER PRINCIPIO DE LA DIALÉCTICA


LEY DEL CAMBIO CONTINUO Y UNIVERSAL.
"TODO CAMBIA CONTINUAMENTE".

Conviven en nosotros la ACTITUD IGUALADORA, que reúne una multitud de


fenómenos igualados en un solo concepto y una solo palabra que lo expresa
(“árbol” en lugar de álamo, algarrobo, roble, quebracho, etc.) y la ACTITUD
DIFERENCIADORA que nos permite descubrir la MULTIPLICIDAD DE LO CONCRETO
y dentro de cualquier elemento del sistema, la MULTIPLICIDAD DE MOMENTOS DE
SU PROCESO, en los que va cambiando continuamente: este áIamo cuando es
semilla, cuando brota, cuando desarrolla su tronco, sus ramas, da flores, frutos, se
va secando, muere.
La ACTITUD DIFERENCIADORA nos permite percibir que nada es totalmente igual a
si mismo, porque es distinto en alguna característica a medida que pasa el tiempo.

SEGUNDO PRINCIPIO DE LA DIALECTICA:


LEY DE LA CONCATENACIÓN UNIVERSAL:
"TODO TIENE QUE VER CON TODO".

La DIMENSIÓN SISTÉMICA de un grupo u organización (como se estructuran los


elementos del sistema) es afectada por la DIMENSIÓN CONTEXTUAL o
INTERSISTÉMICA (cómo se relacionan entre si los sectores de la organización en la
que existe el grupo o la comunidad en la que existe la organización), por la
DIMENSIÓN Psicoanalítica (cómo se relacionan entre si las partes internas de los
integrantes y por la DIMENSIÓN DIALÉCTICA (cómo todos estos elementos se
contraponen y producen síntesis que los incluyen y superan).

Ejemplo: "En una Asamblea de una organización, todas las propuestas que van
presentando los distintos sectores son neutralizadas y denigradas por criticas
agresivas de los otros sectores (DIMENSIÓN SISTÉMICA) reproduciéndose, en el
interior de la organización, el clima de desconfianza mutua que se da, en este
momento, entre los sectores sociales y las instituciones del país (DIMENSIÓN
CONTEXTUAL) y produciendo conductas individuales marcadas por la intolerancia,
probablemente sustentadas en fantasías inconscientes de castración (DIMENSIÓN
PSICOANALÍTICA), en una actitud de dilema, en que las partes contrapuestas no
pueden generar una síntesis (DIMENSIÓN DIALÉCTICA)"

ANÁLISIS MONOCAUSAL (dilemático): el que supone que un comportamiento


persona, grupal u organizacional puede ser explicado por una solo causa.
ANÁLISIS POLICALISAL (dialéctico): el que supone que todo comportamiento
obedece a mas de una causa.
Ejemplos: ¿MONOCAUSAL O POLICAUSAL?:
"A Boca le va mal por Macri", "todos mis problemas derivan de mi infancia", "si se 3
clona a una persona, va a ser idéntica a aquella de lo que procede" , "la causa de
las villas miserias es la falta de cultura" , "si se mejora la educación, se solucionan
los problemas del país", "la causa de nuestros males fue la dictadura" , "la causa
de nuestros males fue la guerrilla" , " la causa de nuestros males es el
imperialismo"...

TERCER PRINCIPIO DE LA DIALECTICA.


LEY DE UNIDAD DE LOS CONTRARIOS:
"LA TESIS Y LA ANTÍTESIS SE UNEN EN LA SÍNTESIS DIALÉCTICA,
QUE LAS INCLUYE Y LAS SUPERA":

La ANTÍTESIS niega la TESIS, pero la Síntesis niega parte de la TESIS y parte de la


ANTÍTESIS.
4

En un GRUPO puede estar predominando una contradicción, por ejemplo: hablar de


la CLASE o de EXPERIENCIAS PERSONALES.
El coordinador parte de esa situación EXISTENTE e intenta, a través de sucesivas
INTERVENCIONES, colaborar con los integrantes, para que salgan de esa posición
DILEMÁTICA y lleguen a una situación EMERGENTE sintetizadora de ambas
posiciones.
Las primeros INTERVENCIONES son desoídas, pero van cargando el SISTEMA grupal
hasta que, en algún momento, los integrantes reaccionan y dicen, por ejemplo,
que "tal vez se puedan usar los conceptos del teórico para pensar las experiencias
de la vida cotidiana".
No es bueno despreciar las INTERVENCIONES que "no cambian nada", porque
pueden estar preparando el campo, CUANTITATIVAMENTE, para el salto
CUALITATIVO del nuevo EMERGENTE, que las necesita.
"El que no cambia todo... prepara el campo paro cuando el cambia sea posible".
Como dice Paulo Freire, "hacer hoy lo que es posible hoy, para poder hacer
mañana lo que hoy es imposible".
El OPERADOR PSICOSOCIAL intenta detector las CONTRADICCIONES que se don en
la situación EXISTENTE, para evaluar cuál es la principal y orientar su OPERACIÓN

ACTITUDES ANTE LA CONTRADICCIÓN:


DILEMA: o LO PROPIO o LO NUEVO.
POSICIONES DILEMATICAS EXTREMAS: XENOFOBIA - XENOFILIA.
XENOFOBIA: (XENOS: extranjero; FOBIA: miedo, aversion): aversion a todo lo
ajeno (nuevo).
XENOFILIA: ( FILIA: amor): amor a todo todo ajeno(nuevo) y aversión a lo propio.
("snobismo" , de "s/n" , "sine nobilitate" , sin nobleza, sin filiación reconocida)
SINCRESIS: mezcla indiferenciada de LO PROPIO y LO NUEVO.
("Cambalache", "la Biblia junto al calefOn" , "todo es igual, nada es mejor",
todo se acumula, nada se tira, "camdndula", "transa" no se quiere quedar mal con
nadie...).
SINTESIS DIALECTICA:
reconocimiento de las diferencias (como en el DILEMA),
intento de integración (como en la SINCRESIS), 5
DESESTRUCTURACIÓN de lo PROPIO,
DESESTRUCTURACIÓN de lo NUEVO,
REESTRUCTURACIÓN con lo mejor de lo PROPIO y de lo NUEVO,
una CREACION que produce algo distinto de lo PROPIO y lo NUEVO,
renunciando a lo peor de la PROPIO y de lo NUEVO.
PROPUESTA: en el diálogo del propio grupo operativo, intentar darse cuenta de las
propias actitudes DILEMÁTICAS, SINCRÉTICAS y DIALÉCTICAS, intentar
comprender por qué se toman las dos primeras y tratar de tomar actitudes
DIALÉCTICAS.

CUARTO PRINCIPIO DE LA DIALÉCTICA


LEY DE ACUMULACIÓN CUANTITATIVA Y SALTOS CUALITATIVOS:
los SISTEMAS van acumulando AUMENTOS CUANTITATIVOS, que cada
tanto
producen SALTOS CUALITATIVOS, donde si produce un cambio de la
ESTRUCTURA
del SISTEMA.

En un GRUPO puede estar predominando una contradicción, por ejemplo: hablar de


la CLASE o de EXPERIENCIAS PERSONALES. El coordinador parte de esa situación
EXISTENTE e intenta, a través de sucesivas INTERVENCIONES, colaborar con los
integrantes, para que salgan de esa posición DILEMÁTICA y lleguen a una situación
EMERGENTE sintetizadora de ambas posiciones.
Los primeras INTERVENCIONES son desoídos, pero van cargando el SISTEMA grupal
hasta que, en algún momento, los integrantes reaccionan y dicen, por ejemplo,
que "tal vez se puedan usar los conceptos del teórico para pensar las experiencias
de la vida cotidiana".
No es bueno despreciar las INTERVENCIONES que "no cambian nada", porque
pueden estar preparando el campo, CUANTITATIVAMENTE, para el salto
CUALITATIVO del nuevo EMERGENTE, que las necesita. "El que no cambia todo...
prepara el campo para cuando el cambia sea posible". Como dice Paulo Freire,
"hacer hoy lo que es posible hoy, para poder hacer mañana lo que hoy es
imposible".

El ANALISTA PSICOSOCIAL intenta detector las CONTRADICCIONES que se dan en la


situación EXISTENTE, para evaluar cuál es la principal y orientar su OPERACIÓN a
superarla DIALÉCTICAMENTE.

¿Qué CONTRADICCIONES recuerdan que se dieron en los GRUPOS que observan?


¿Recuerdan alguna que se dio en forma DILEMÁTICA?, ¿alguna que se enroscara
en la SÍNCRESIS?, ¿Alguna que fue superada en una SÍNTESIS DIALÉCTICA?
¿Recuerdan alguna acumulación cuantitativa de intervenciones que, después de
un tiempo produjo un salto cualitativo, por ejemplo cambiar de contradicción? 6

ETIMOLOGÍA Y ORIGEN.
DIA: de un lado a otro.
LÉCTICA (de lego, hablar: palabra, sentido).
Palabras que van de uno a otro (dialéctica de los filósofos que discutían en
Atenas).
El filosofo Federico Hegel, a principios del siglo XIX, lo formuló como el proceso por
el que dos términos generan un tercero que los incluye y supera, con lo que el
Espíritu se encarna en la Historia.

Alejandro Simonetti. Mayo 2003-Marzo 2008.

CUESTIONARIO.
1. ¿Cuáles son las cuatro dimensiones del ECRO de Pichon?.
2. ¿Cuáles son los cuatro principios de la dialéctica?.
3. ¿Cuál es la etimología de dialéctica?.
4. ¿Cuál es el origen griego de la dialéctica y como la reformuló Hegel?.
5. ¿En qué se diferencian los actitudes igualadora y diferenciadora?.
6. ¿Cómo se relacionan la actitud diferenciadora con el paso del tiempo?.
7. ¿Cómo se definen y cómo se relacionan entre sí, desde la segunda ley de la
dialéctica, los cuatro dimensiones del ECRO?.
8. ¿Cuál es la diferencia entre el Análisis Monocausal y el Análisis Policausal?.
9. ¿Qué niega la antítesis y qué niega y qué Mega la síntesis?.
10. ¿Cuáles son los tres actitudes posibles ante la contradicción?.
11. ¿Qué actitud dilemática es posible ante lo propio y lo nuevo?.
12. ¿Cuál es la diferencia entre la síncresis y la síntesis dialéctica?.
13. ¿EI cambia de la estructura del sistema se produce en la acumulación
cuantitativa o en el salto cualitativo?.
14. ¿Cuáles son los pasos del proceso de desestructuración y reestructuración?,
15. ¿Cómo se da ese proceso en los grupos?.

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BACHELARD.
GASTÓN BACHELARD Y SU EPISTEMOLOGÍA

Pedro Geltman
Gastón Bachelard nació en 1884 en una pequeña
ciudad del sur de Francia (Bar-sur-Aube). Su padre
era zapatero. Después de terminar sus estudios
secundarios, realizados en el colegio de su ciudad
natal, entró a trabajar como empleado de correos.
Estudiaba de noche, después del trabajo y así obtuvo
su título de licenciatura en matemáticas en 1912. Al
estallar la guerra, Bachelard debió enrolarse y
durante 38 meses estuvo en el frente de batalla,
después de lo cual fue nombrado en el colegio de
Bar-sur-Aube, donde enseñó diversas disciplinas,
desde física y química hasta alemán. Los
interrogantes y cuestionamientos surgidos en la
actividad docente, despertaron en él la vocación
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filosófica de modo que reinició sus estudios
alcanzando la licenciatura en filosofía en 1920 y el doctorado en 1927.
Una nota que lo caracteriza es el hecho de que rindió todos sus exámenes y
concursos con la condición expresa de permanecer en su colegio. Así la docencia
secundaria contó, durante años, con un profesor de condiciones excepcionales.
Sus primeras publicaciones son de 1928 y 1929: un estudio sobre la propagación
térmica en los sólidos y otro sobre el valor inductivo de la relatividad. En 1930, una
delegación presidida por el decano de la facultad de filosófica de Dijon fue a verlo y le
pidió que ocupara la cátedra universitaria. Bachelard siempre lamentó el haber dejado el
colegió de Bar-sur-Aube. «Nunca habría que abandonar la ciudad natal”, decía, en
confidencia a sus amigos. Pero en 1940, una nueva delegación, esta vez presidida por
Brunschvich, el filósofo de mayor prestigio en la Francia de ese momento, le hizo
abandonar Dijon y hacerse cargo en la Universidad de París del Instituto de Historia de las
Ciencias, donde siguió enseñando hasta su retiro. Falleció poco después, en 1962.
Bachelard siempre se sintió como un extraño en París, añorando la vida más simple
de su provincia. Así escribía a un amigo a propósito de su lectura de las “Bucólicas” de
Virgilio:
«Sueño con una civilización de pastores. Mi vida está mal hecha. Aprendí
el latín escolar demasiado tarde y naturalmente bastante mal; y abandoné
demasiado temprano mis funciones de pastor. Pero recuerdo que, cuando tenía
doce años, mi abuelo me confió el cuidado de una tropilla de siete vacas, una
oveja y una cabra. Nunca dejé entrar una vaca en el alfalfar. Imagínese lo que
hubiera sido mi vida si en aquel tiempo hubiese leído las Bucólicas .”
Estos rasgos autobiográficos nos permiten comprender la extraña sucesión de sus
escritos: al principio, su tema principal es el de la ciencia; le interesan los procedimientos
que han conducido a descubrimientos tan asombrosos como los de la física moderna, “el
nuevo espíritu científico”. Pero ya desde los comienzos aparecen algunos trabajos cuyo
contenido gira alrededor de las sugerencias encontradas en unos versos, en un poema. El
mundo imaginario empieza a preocuparle cada vez más, al principio en relación a la
ciencia, como obstáculo, como engaño que desvía el saber, y luego en sí mismo como
fuente originaria de toda creatividad. Aparecen entonces los libros dedicados a la poética
que se entrecruzan a la vez con publicaciones sobre el pensamiento científico, cuyo
interés no decae para él hasta los últimos años. Con todo, al final de su vida, la
imaginación, lo imaginario, en especial lo que llama “la ensoñación poética”, constituyen
su preocupación principal reflejada en obras de admirable belleza. Finalmente, hay que
agregar que el profesor de una escuela secundaria de provincia no dejó de existir en
ningún momento: en todas sus obras, en todos sus escritos aparecen las reflexiones del
pedagogo que plantea sugerencias sobre la enseñanza de la ciencia, sobre la educación
de la imaginación, sobre los obstáculos que debe -superar todo maestro en su tarea
cotidiana.
Leer a Bachelard es adentrarse en una experiencia paradójica. A la dificultad de sus
escritos epistemológicos y al desconcierto frente a sus reflexiones poéticas, seguirá una
etapa de creciente fascinación. Será necesario volver una y otra vez sobre los textos, para
descubrir el hilo sutil que constituye la trama unitaria de un pensamiento que aparece
escindido en dos campos antagónicos. Entonces se hará evidente que el Bachelard de la
ciencia es uno y el mismo que el de la poética.
Epistemólogo y a la vez pedagogo, admirador de la ciencia con mirada humanista,
soñador y poeta, pero sobre todo filósofo, nos deja un legado de profundas indagaciones.
Es difícil etiquetar su pensamiento. Parece beber en todas las fuentes, se abre a múltiples
inquietudes, pero no se compromete con ninguna escuela, no participa de las modas.
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LA EPISTEMOLOGÍA

Los trabajos epistemológicos de nuestro autor giran alrededor de los problemas de la


nueva física que se desarrolla con los descubrimientos de Einstein, Planck y Heisenberg y
los nuevos conceptos en química y matemáticas.
Los cambios profundos en los modos del pensar que reflejan las nuevas teorías lo
impresionan vivamente, hasta el punto que ellos constituyen el material primario para sus
reflexiones. Serán para él la piedra fundamental de un "nuevo espíritu científico", de una
nueva etapa del pensamiento.
¿Pero qué significa esta nueva forma del pensamiento? ¿Cuáles son sus notas
características? ¿Cuál es su sentido filosófico? y, por último, ¿Cuál ha de ser su relación
con los otros órdenes de la vida?
A estas preguntas trata de responder la obra epistemológica de Bachelard.
En primer lugar se propone describir, solamente describir, hacer una fenomenología
de lo que constituye para él una versión nueva e inédita en la historia del pensamiento. Se
trata de una torna de conciencia de los procedimientos y de los presupuestos implícitos
que hoy utilizan los científicos de modo espontáneo, sin preocuparse por las
contradicciones que surgen en relación con el sentido común y con esquemas de
pensamiento largamente acuñados. Para realizar esa descripción, Bachelard no se
contenta con generalidades basadas en conceptos más o menos aproximados. Para él un
conocimiento objetivo de lo que es la ciencia, sólo se puede alcanzar con un estudio fino y
detallado de la misma. Por eso critica a los filósofos que hablan y escriben sobre ciencia
sin analizar en concreto el material empírico, las metodologías, los experimentos y las
conclusiones. Por el contrario, sus libros de carácter epistemológico están llenos de
ejemplificaciones detalladas y análisis minuciosos que tocan las ramas más diversas del
saber. En ellos, los ejemplos constituyen el cuerpo principal de los capítulos, mientras que
las ideas generales apenas se enuncian en las introducciones o en las conclusiones.
Esto nos muestra una constante del pensamiento bachelardiano: la repugnancia por
las generalidades no fundamentadas, por las síntesis apresuradas, por el afán de
unificación prematura o de simplificación. También nos permite entrever que no se trata
de un autor de fácil lectura. Sin una formación mínima en las ciencias exactas, se puede
caer en errores de comprensión tomando como válidas algunas afirmaciones ocasionales
sacadas de su contexto.
De ahí también, la dificultad de este tramo de nuestro trabajo: tratar de resumir y
presentar los conceptos epistemológicos de un autor tan complejo, en pocas páginas, de
modo comprensible y sin traicionarlo. Esperamos poder aproximarnos en algo a este
objetivo.

1. El Nuevo Espíritu Científico: un saber realizante

En la introducción a El Nuevo Espíritu Científico dice Bachelard:


“... la aplicación del pensamiento científico nos parece esencialmente
realizante. Trataremos pues de mostrar en el curso de este ensayo aquello que
llamaremos la realización de lo racional o más generalmente la realización de lo
matemático”.
¿Qué entiende Bachelard por pensamiento esencialmente realizante? ¿Qué quiere
significar cuando habla de realización de lo racional o realización de lo matemático? A
primera vista aparece con claridad la conexión entre ciencia y técnica cuando afirma que
"La verdadera fenomenología científica es pues esencialmente una fenomenotécnica". Es 10
obvio, la ciencia moderna es realizante porque tiene aplicaciones técnicas a diferencias de
las ciencias de la antigüedad que eran predominantemente contemplativas. Sin embargo,
esta primera aproximación resulta imprecisa y a la larga engañosa cuando se recorre toda
la obra. En realidad, lo que quiere decir nuestro autor es algo más profundo y complejo.
Trataremos de precisar entonces, en la medida de lo posible qué significa el
pensamiento realizante.
¿Se trataría entonces de las definiciones operacionales que se proponen en ciertas
corrientes del pragmatismo? ¿Los conceptos científicos modernos no serían entonces más
que definiciones que nos indican cómo hacer pero nada dicen sobre el "qué es"? Bajo
ciertas condiciones Bachelard podría suscribir esta última opción, pero siempre y cuando
no se la interprete en un sentido unilateral, porque para él también habría que unir a esta
idea algo del pensamiento hegeliano y algo de fenomenología, e incluso, bajo algún
aspecto, la praxis en sentido marxista.
Así tenemos frente a nosotros un ejemplo de la complejidad paradójica de nuestro
pensador, para el cual, unir los opuestos, manejarse con cierta ambigüedad deliberada
(ambigüedad precisa, determinada, que no es equivalente a vaguedad) es uno de los
signos de la madurez del pensamiento y una condición fundamental para el desarrollo de
la plenitud humana.
¿Cómo adquiere entonces la ciencia moderna el carácter "realizante"? Veamos el
planteo que hace en la Introducción a El Nuevo Espíritu Científico.
Bachelard comienza su análisis señalando "la complejidad esencial de la filosofía
científica". Hay dos actitudes filosóficas fundamentales asociadas en el espíritu científico
moderno: el racionalismo y el realismo. A diferencia de la filosofía especulativa, la filosofía
de los filósofos, el científico moderno no se interesa por la coherencia conceptual de los
presupuestos que maneja en su. investigación. Hay filosofía implícita en esos
presupuestos, pero la ciencia moderna se basa en una filosofía "dispersada" que adjunta
principios de distintas posturas en la medida que le son útiles.
Así se asocian el racionalismo y el realismo, pero esta asociación tiene características
específicas.
"Sin embargo - dice Bachelard -, el sentido del vector epistemológico nos
parece bien neto. Va seguramente de lo racional a lo real y de ninguna manera
a la inversa, de la realidad a lo general como lo profesaron todos los filósofos
desde Aristóteles a Bacon”.
Este predominio de lo racional, sobre el cual vuelve a insistir una y otra vez, es una
idea constante que se vincula siempre al carácter "realizante" del saber moderno.
Veamos más en concreto cómo funciona este saber.
En primer lugar, realiza sus conceptos por medio de técnicas, de instrumentos, de
aparatos. No intenta reflejar la realidad de lo que ofrece la naturaleza, sino que modifica lo
que se le brinda a través del enfoque de un instrumento técnico que mide, observa sólo
un aspecto, clarifica y destaca sólo un elemento angular del fenómeno que se
complementará con otros ángulos. No estudia lo natural sino la naturaleza artificializada
en el experimento, en la máquina observadora o en el aparato de medición.
Pero además y principalmente a través de estos artificios crea un mundo de
relaciones formales, de modelos abstractos que permiten transformar el mundo
circundante proyectando sobre el cosmos los esquemas de una razón práctica que logra
que se realice lo que previamente fue pensado.
Entonces, la ciencia moderna es realizante de lo racional porque fabrica conceptos
por medio de instrumentos, mediciones y experimentos, conceptos que organiza
racionalmente para verificar luego su concreción experimental. Así, por ejemplo, una serie 11
compleja de observaciones, mediciones y cálculos permiten a Einstein producir un
concepto nuevo como el de la curvatura del espacio, concepto que luego encuentra su
aplicación en determinados fenómenos astronómicos como la desviación de los rayos
solares al pasar cerca del planeta Mercurio.
Lo que distingue a Bachelard de la interpretación común de estos resultados, es
precisamente el concepto de "lo realizante". El no diría que Einstein descubrió la curvatura
del espacio, puesto que la ciencia no se ocupa de reflejar la realidad en sí misma; diría
más bien que la ciencia produjo un concepto que permite obtener en ciertos cálculos y
mediciones un fenómeno de curvatura espacial.
Más claramente se puede entender el pensamiento bachelardiano cuando se leen sus
reflexiones sobre la química.
En El Materialismo Racional afirma:
"La química de hoy ha llegado a ser la ciencia de los cuerpos que no
existen. Es necesario hacer existir cuerpos que no existen. En cuanto a aquéllos
que existen el químico debe de algún modo rehacerlos para otorgarles el status
de pureza conveniente, para ponerlos en igualdad de 'facticidad' con los otros
cuerpos creados por el hombre."
Los cuerpos químicos, obviamente, no son los de la naturaleza. "... es por un abuso
de vocabulario que se dice del fenómeno químico que es un fenómeno natural." Pero
además, estos cuerpos han sido hallados, producidos a partir de una actividad racional
que los concibió antes de que existieran en la realidad. "... el proceso se síntesis es... el
proceso mismo de invención, el proceso de la creatividad racional por el cual el plan
racional de una sustancia no hallada todavía es planteado, como problema, para su
realización".
Recordemos los Elementos pronosticados por Mendelejeff en su tabla periódica e
incluso la existencia anticipada del planeta Neptuno en los cálculos de Le Verrier. Pero, se
objetará: ¿Elementos y planeta no tenían acaso realidad antes de los razonamientos y
cálculos científicos? ¿Por qué entonces hablar de realización de lo racional o de saber
realizante?
Porque para Bachelard la realidad, lo real, no tiene un sentido monotónico. No existe
para él una Realidad una y homogénea que pueda oponerse a la Irrealidad en singular. La
realidad es una función múltiple que se ofrece en distintos estratos y niveles, entre los
cuales ocupa un lugar particular y diferente el de la experiencia vulgar y cotidiana.
"... todo es real - dice en La Filosofía del No - el electrón, el núcleo,
la molécula, el mineral, el planeta, el astro, la nebulosa." Y agrega,
"Desde nuestro punto de vista, no todo ello es real de la misma manera
y la sustancia no tiene idéntica coherencia en todos los niveles: la
existencia no es una función monótona: no puede afirmarse
dondequiera y siempre con el mismo tono."
Es por eso que puede afirmar, como vimos, que "... la química de hoy ha llegado a
ser la ciencia de los cuerpos que no existen." Porque frente al realismo ingenuo (que
Bachelard considera como el enemigo más peligroso para el avance científico) acentúa los
matices, las diferencias, evitando generalizaciones y analogías que transportan a todo
nivel. En síntesis, las leyes científicas son, desde este punto de vista, reglas de
construcción. Si se hace tal cosa, con tales aparatos y en tales condiciones, se obtendrán
tales resultados que podrán ser medidos de tal o cual manera. La ciencia moderna es "una
ciencia por completo artificialista".
Para Bachelard la ciencia ha dejado de ser un saber que atañe al individuo para
transformarse en un hecho socio-cultural en que se inserta cada investigador.
En La Formación del Espíritu Científico dedica un largo párrafo al carácter social 12
de la ciencia moderna.
La investigación científica se ha ido especializando cada vez más al multiplicarse los
problemas. Pero este aspecto, más conocido, oculta otro en el cual se reflexiona con
menor frecuencia. Se trata, en primer lugar, de la dificultad para salir del error al que
conduce necesariamente la imaginación como obstáculo epistemológico.
La primera impresión frente al objeto de estudio, frente a los primeros resultados de
un experimento, es siempre engañosa. El científico difícilmente puede salir por sí mismo
de los errores que produce la primera impresión por más que acentúe los controles
objetivos. Es necesario recurrir al control social. "...toda doctrina de la objetividad viene
siempre a someter el conocimiento del objeto al control de otro."
Pero, además, el control de los resultados no es más que el aspecto extrínseco de la
socialización. La ciencia moderna trabaja "...con materiales experimentales y cuadros
lógicos ya socializados hace mucho tiempo, es decir ya controlados."`
El científico en su laboratorio, en su soledad, ya parte hoy de un enorme bagaje de
procedimientos, de datos, de construcciones ya verificados. Bachelard propone como
ejemplo las técnicas de medición. "Toda medida precisa es una medida previamente
preparada."
La necesidad de precisión creciente supone una instrumentalización creciente y por
ende también un aumento en la socialización. Si se quiere desplazar sobre un plano un
objeto y sólo se trata de moverlo un centímetro, la tarea a realizar es muy simple.
Desplazarlo un milímetro ya exige un esfuerzo mucho mayor. Pero si se quiere lograr un
desplazamiento de una décima de milímetro, se necesita un aparato complejo
previamente fabricado. Para un desplazamiento aun menor (v. g. cuando se estudia la
longitud de onda de una radiación) ya no alcanza sólo con el instrumento de precisión,
sino que se necesita de toda una teoría y en consecuencia de los controles de toda una
academia de ciencias que han conducido a la aprobación de esa teoría. Por eso, a mayor
precisión, mayor socialización. "La ciencia del solitario -dice Bachelard- es cualitativa. La
ciencia socializada es cuantitativa." En última instancia, la ciencia tiene un carácter
realizante porque está socializada, por eso:
"El comienzo cultural de la ciencia prima en lo sucesivo sobre todo
comienzo natural. Ser un químico es ponerse en situación cultural,
ocupando un lugar, un rango en una ciudad científica netamente
determinada por la modernidad de la investigación. Todo
individualismo sería un anacronismo.""
Para poder obtener resultados que sean realmente realizantes es necesario
aprovechar de todos los resultados anteriores logrados por la comunidad de los científicos
a través de los siglos.
Con todo, este carácter social de la ciencia moderna no implica un obstáculo para la
creatividad. Todo lo contrario. Para Bachelard, una de las notas fundamentales del nuevo
espíritu científico es el hecho de haberse liberado del realismo ingenuo y de los prejuicios
clásicos de un saber contemplante, por lo cual ha podido lanzarse a la construcción de
hipótesis arriesgadas, sin cuidarse de las impresiones primeras de la experiencia común.
La ciencia ha pasado de la filosofía del "como si" a la del "por qué no".
"Pondremos en evidencia una suerte de generalización polémica
que hace pasar la razón del "por qué" al "por qué no". Haremos lugar a
la paralogía frente a la analogía y mostraremos que a la antigua
filosofía del "como si" sucede en filosofía científica, la filosofía del "por
qué no".
El "como si" corresponde a la ciencia moderna en el período clásico, todavía
cartesiano, en el cual se pretende aún representar a la naturaleza por medio de modelos 13
simplificados. La ciencia del "por qué no" es la que ha alcanzado el carácter plenamente
realizante por medio de hipótesis aventuradas. Ante los fracasos del experimento de
Michelson, Einstein aventura la hipótesis del carácter irrebasable de la velocidad de la luz:
¿"por qué no" suponer, contra toda evidencia, que la luz presenta una propiedad
paradójica e incomprensible?
"... toda verdad - afirma Bachelard - nace a pesar de la evidencia,
toda experiencia nueva nace a pesar de la experiencia inmediata."

El obstáculo epistemológico

G. Bachelard dirigió durante muchos años el Instituto de Historia de la Ciencia de la


Universidad de París. Por otra parte, según propia confesión, se interesó durante 15 años
por la alquimia como problema del conocimiento. Estas circunstancias, unidas a su
vocación docente, lo llevaron naturalmente a plantearse la temática del obstáculo
epistemológico que para él, a su vez, debía corresponderse con los obstáculos
pedagógicos que enfrentan a maestros y alumnos en la enseñanza de la ciencia.
La ciencia, a través de los siglos, se había enfrentado a más de un obstáculo. El
secreto de su desarrollo, el núcleo mismo de sus avances, la clave del éxito en sus
investigaciones, estaba para Bachelard relacionada con la superación de esos obstáculos
a través de una toma de conciencia de los engaños que se presentan a la experiencia
llamada concreta y real, pero que aparece siempre velada, distorsionada o deformada por
algún elemento aportado por la imaginación.
Esta imaginación que deforma y engaña, que retrasa el avance del conocimiento, no
era, sin embargo, para Bachelard, la libre fantasía, la imaginación poética, sino una
componente más sutil que se introduce en la observación cotidiana acrítica que acompaña
aún a los investigadores en su laboratorio, si no tienen la capacidad de superar el realismo
ingenuo, para ascender a cierto nivel de abstracción para el cual ya no hay isomorfismo o
analogía con los procesos que detecta la sensibilidad.
Por eso, al subtitular su libro La formación del Espíritu Científico como
“Contribución a un psicoanálisis del conocimiento objetivo”, entendía éste como
un ejercicio por desembarazar la mente de falsas imágenes y representaciones, utilizando
el término psicoanálisis en un sentido lato.
Pero ¿cómo se ha de realizar este psicoanálisis? Bachelard no propone ninguna
metodología en particular, puesto que se trata obviamente de una analogía en la cual el
paciente es la ciencia misma y el terapeuta es el espíritu crítico cualquiera que se propone
examinarla en sus sueños, fantasías y actos fallidos.
Hay, sin embargo, una teoría previa que ha de guiar este examen, constituida por los
supuestos epistemológicos del nuevo espíritu del nuevo científico, los cuales se resumen
esquemáticamente y a “grosso modo” en una línea que marca los períodos del
pensamiento en su ascenso desde la experiencia primera hacia los planos de la
abstracción; períodos que corresponden a la vez a la historia de la humanidad, a la de
cada individuo concreto y también a los momentos de aprendizaje en la formación del
científico.
Estos períodos son tres. Considerando la historia de la humanidad, Bachelard los
describe de la siguiente manera:
• El primero representa el estadio precientífico y abarca a la vez toda la
antigüedad clásica, el renacimiento con todos sus esfuerzos por renovar el
pensamiento en los siglos XVI y XVII y también el mismo siglo XVIII.
• El segundo representa el estadio propiamente científico que ya se preparaba
14
a fines del siglo XVIII, se desarrolla plenamente a través del siglo XIX y llega
hasta el comienzo del siglo XX.
• El tercer período se inicia, según Bachelard, con la relatividad einsteiniana y
representa el nuevo espíritu científico que viene a deformar los conceptos
primordiales que se creían absolutamente inmutables.
Pero también hay tres períodos para la historia de cada individuo, referidos
solamente al desarrollo de su pensamiento científico y que describe como estadios
sucesivos:
• Primero, el estadio concreto en el cual el espíritu se solaza con las primeras
imágenes del fenómeno y se apoya sobre una filosofía que glorifica a la
naturaleza alabando a la vez la unidad del mundo y su rica diversidad.
• Segundo, el estadio concreto-abstracto donde el espíritu adjunta esquemas
geométricos a la experiencia física y se apoya en una filosofía de la
simplicidad, manteniéndose todavía en una situación paradojal: se siente
tanto más seguro de su abstracción cuanto más claramente puede
representarla por una intuición sensible.
• Tercero, el estadio abstracto donde el espíritu se abre voluntariamente a
informaciones que nada tienen que ver con la intuición del espacio real,
desligadas de la experiencia inmediata y aún en abierta polémica con la
realidad primera.
De este modo, Bachelard concibe toda la historia de la ciencia y la historia personal
de cada científico, como una serie de rectificaciones de la verdad a través de sucesivos
errores útiles y necesarios para desarrollar un saber que sólo se abre en sucesivas
aproximaciones sin agotarse jamás. Esta rectificación depende, en gran parte, de la
posibilidad de superar el supuesto de continuidad entre la observación y la
experimentación, supuesto que caracterizó a toda la epistemología clásica de inspiración
cartesiana, impedida de ver el hiato, la escisión que existe entre ambas.
En realidad no existe tal continuidad; la observación común y cotidiana nada tiene
que ver con la experimentación, la cual debe apartarse en lo posible de las condiciones
ordinarias de la observación.
La experiencia común y ordinaria no es compuesta, es algo que se da en bloque
como una totalidad y por eso, en el fondo, no puede ser verificada con efectividad. Es y
permanece dada como un hecho y en consecuencia no puede ofrecernos una ley. Para
confirmar científicamente la verdad, es necesario verificarla desde una pluralidad de
puntos de vista diferentes como algo compuesto. Pensar científicamente una experiencia
es hacer coherente un pluralismo inicial. Esto no significa, según Bachelard, que no
existan para la ciencia experiencias simples y concretas que captan inmediatamente el
objeto. Sin embargo, como epistemólogo se pone en guardia contra ellas, las coloca en
una suerte de paréntesis provisorio. Hay que cuidarse siempre de los conocimientos
demasiado familiares.
Esta desconfianza con respecto a la experimentación interpretada de acuerdo a los
parámetros de la observación cotidiana, tiene su paralelo en la crítica al pensamiento
geométrico.
“Volver geométrica la representación, es decir, diseñar los
fenómenos y ordenar en serie los acontecimientos decisivos de una
experiencia, he aquí la tarea primera en la que se establece el espíritu
científico. Se alcanza, en efecto, de esta manera la ‘cantidad figurada’,
a mitad de camino entre lo concreto y lo abstracto, en una zona
intermedia donde el espíritu pretende conciliar las matemáticas y la
experiencia, las leyes y los hechos. Esta tarea de geometrización que
parecerá con frecuencia va realizada - sea después del éxito del 15
cartesianismo, de la mecánica newtoniana o de la óptica de Fresnel -
termina siempre por revelar una insuficiencia.”
Este pensamiento geométrico, según Bachelard, se funda en el realismo ingenuo de
las propiedades espaciales.
En cambio, “La función de las matemáticas en la física contemporánea sobrepasa ...
singularmente la simple descripción geométrica.” El impulso que dirige la evolución del
espíritu científico va de lo geométrico más o menos visual a la abstracción completa.
Esta abstracción completa ya alcanzada por la ciencia contemporánea, está, sin
embargo, amenazada. En el hombre nuevo subsisten los vestigios del hombre viejo; el
siglo XVIII continúa su vida oculta en nosotros y puede reaparecer en cualquier momento.
Bachelard insiste generalizando su concepción de la ciencia al delinear su trayectoria para
todos los casos: “... para todos los problemas, para todos los fenómenos es necesario
pasar primero de la imagen a la forma geométrica, después de la forma geométrica a la
forma abstracta...”
Los obstáculos epistemológicos se presentan como estancamientos, retrocesos,
inercia, dudas y lentificaciones que impiden el progreso.
“Frente a lo real, aquello que se creía saber claramente, ofusca lo
que se tendría que saber.”
Así que surge el análisis de los obstáculos epistemológicos y la descripción de una
“tipología del obstáculo” con abundantes ejemplos estudiados en profundidad. Están los
obstáculos de la opinión aceptada sin crítica, del conocimiento que no se problematiza, de
la inercia y el espíritu conservador. Aún los grandes genios pueden caer en la inercia.
“... los grandes hombres son útiles a la ciencia en la primera
mitad de su vida, perjudiciales en la segunda mitad...” - afirma con un
poco de ironía. “Llega un tiempo en que el espíritu ama más aquello
que confirma su saber que lo contradice, se aman más las respuestas
que los interrogantes.”
Es el vano optimismo del saber que lleva a creer que el saber sirve automáticamente
para saber, que la inteligencia premiada por algunos éxitos precoces se capitaliza como
una riqueza material. Es el obstáculo del narcisismo intelectual, tan frecuente en la cultura
universitaria.
Bachelard considera que el obstáculo epistemológico puede ser estudiado en el
desarrollo histórico del pensamiento científico y también en la práctica de la educación. El
obstáculo pedagógico refleja y se corresponde con el obstáculo epistemológico. “Me ha
sorprendido con frecuencia el hecho de que los profesores de ciencias, más aún
que los otros... no comprendan que no se comprende.” Pocos son los que han
investigado la psicología del error, de la ignorancia y de la irreflexión. No tienen
conciencia de que el adolescente llega a la clase con un bagaje de obstáculos
provenientes de la opinión común, de la experiencia cotidiana, obstáculos que son los
mismos que la ciencia tuvo que superar en un momento determinado de su historia.
Puede ser útil comentar brevemente algunos de los obstáculos a los que Bachelard
dedica un capítulo especial.
- El conocimiento general como obstáculo. El conocimiento general es fatalmente un
conocimiento vago. La generalización fácil y apresurada es siempre engañosa, supone
pereza mental respecto a la distinción o diferencia, desconfianza de las variaciones,
desprecio del detalle.
Bachelard propone abundantes ejemplos de generalizaciones en la ciencia del siglo
XVIII.
-El obstáculo verbal. Muchas veces se cree haber explicado el fenómeno cuando 16
sólo se le ha puesto un nombre. Con la palabra “esponjosidad”, con la idea de los fluidos
eléctricos o magnéticos u otros términos semejantes propios del siglo XVIII, se eliminaba
el misterio, desaparecían los problemas porque las metáforas seducen y engañan a la
razón.
-El conocimiento unitario como obstáculo. Esta tendencia, muy influida por la
filosofía, dirigió durante mucho tiempo la investigación de los científicos. Así por ejemplo,
hubo un tiempo en que estos creían que podían explicar todos los fenómenos del universo
por la electricidad. La búsqueda de unidad a toda costa es precientífica. En todas partes
se encuentran analogías y correspondencias que producen la ilusión del conocimiento.
-El obstáculo sustancialista. Es la tendencia a cosificar la realidad. Los nombres
dados a fenómenos parciales o aspectos particulares y relativos de la experiencia por
convención o metáfora se vuelven sustantivos plenos, sustantivos cargados de sustancia.
-El obstáculo de la cuantificación inadecuada. También puede transformarse en
obstáculo el mismo conocimiento cuantitativo. El matematismo puede pecar por dos
extremos: porque es demasiado vago o porque es demasiado preciso. Demasiado vago
cuando se cree que basta con manejar algunos números para tener aprehendido el
fenómeno. Demasiado preciso cuando no se tiene claridad sobre el verdadero sentido de
una medición. La precisión de una medición debe corresponder a la sensibilidad del
método o del instrumento utilizado y a las condiciones del objeto. Es necesario tener
siempre en cuenta el problema del error; no se pueden utilizar números fijos para
conceptos flotantes; es ingenuo pensar que se pueden establecer correlaciones entre
todas las variables; es más importante conocer la sensibilidad de una medición que la
medición misma; por otra parte, no toda medición es relevante; el espíritu científico es el
que sabe prescindir de lo inútil. “Cualquiera sea el fenómeno considerado, hay siempre un
número considerablemente grande de circunstancias que no tienen influencia mensurable
sobre el mismo”.
El color de un proyectil no modifica sus propiedades balísticas.

Pedro Geltman: “Gaston Bachelard: la razón y lo imaginario”.


Editorial Almagesto, 1996. Págs. 5-7 y 32-39

17
BION Y LA NOCIÓN DE SUPUESTOS BÁSICOS

Ana María Fernández


Cierta especificidad grupal (La noción de supuestos básicos)

Bion realizó una primera experiencia con grupos como


psiquiatra militar inglés durante la Segunda Guerra Mundial.
Estaba encargado de un hospital de unos 400 hombres
donde se volvía imposible realizar abordajes
psicoterapéuticos individuales y en el que reinaba la
indisciplina y la anarquía. Se le ocurrió ver en ello una
situación psicoanalítica en la que el “paciente” era una
comunidad, considerar la actitud de los soldados como una
resistencia colectiva, adoptar la actitud de no intervención
del analista ante esta realidad y limitarse exclusivamente a
las relaciones verbales. Su objetivo fue obligar a esta
colectividad a tomar conciencia de sus dificultades, a
constituir un grupo propiamente dicho y volverse capaz de
organizarse a sí misma. Promulga un reglamento: los
hombres se reunirán en grupos que tienen por objeto una 18
actividad diferente; cada grupo es libre, en todo momento,
de abandonar su actividad y volver al cuartel a condición de
comunicarlo al vigilante jefe; la situación del conjunto se examinará todos los días a
mediodía. Tras un período de vacilaciones, debido a los hábitos reinantes y a la duda
sobre la buena fe del médico, los ensayos se multiplicaron hasta el punto en que un grupo
logra especializarse en la organización del diagrama de las actividades que desarrollaban
todos los días. Bion, al principio, denunciaba con sus propios actos la ineficacia que los
soldados acusaban al Ejército; se negaba a intervenir en los problemas suscitados por los
robos y abandono de obligaciones devolviendo esta situación colectiva á la colectividad.
Se inició así la formación en sucesivas etapas, de un “espíritu de cuerpo”: protestas
colectivas contra los irresponsables, búsqueda de actividades que elevaron el sentimiento
de dignidad personal y rápida salida de los recuperados. A su vez, comenzó a observarse
que este espíritu se imponía a los recién llegados y actuaba su evolución personal de
manera significativa.
Después de la guerra, Bion se ocupó de la readaptación de los veteranos y
antiguos prisioneros de guerra ala vida civil, con un método de psicoterapia de grupo que
se planteaba como objetivo “tratar de comprender las tensiones que se manifiestan en el
curso de las sesiones, entre sus integrantes”.
Estas primeras experiencias fueron organizando las producciones teóricas de Bion
sobre lo grupal. Muy sintéticamente, enunció que el comportamiento de un grupo se
efectúa a dos niveles, el de la tarea común y el de las emociones comunes; el primer nivel
es racional y consciente: todo grupo tiene una tarea, que él mismo se da, el éxito de la
misma depende del análisis correcto de la realidad exterior, de la distribución y ordenada
coordinación de los roles en el interior del grupo, de la regulación de las acciones por
medio de la búsqueda de las causas de éxitos y fracasos y de la articulación relativamente
homogénea de medios y objetivos.
Sin embargo, observaba que cuando se agrupa gente que individualmente puede
comportarse de manera razonable frente a un problema, basta con agruparlos para que se
vuelvan difícilmente capaces de una conducta racional colectiva; frente a esto Bion pensó
en la predominancia de los procesos psíquicos “primarios”; llega de esta manera a la
conclusión de que la cooperación consciente entre los miembros del grupo, necesaria para
el éxito de sus actividades, requiere de una circulación emocional y fantasmática
inconsciente entre ellos; la importancia atribuida a la misma le permitió afirmar que
incluso la cooperación puede ser paralizada o estimulada por ella.
Destacó que los individuos reunidos en un grupo se combinan en forma
instantánea e involuntaria para actuar según unos estados afectivos que denominó
“supuestos básicos”; estos estados afectivos son para Bion arcaicos, pregenitales, y se los
reencuentra en estado puro en la psicosis. Describió tres supuestos básicos a los quemo el
grupo sin reconocerlos se somete alternativamente; expresan algo así como fantasías
grupales, del tipo omnipotente y mágico acerca del modo de obtener sus fines, satisfacer
sus deseos; caracterizados por lo irracional de su contenido, tienen una fuerza y
“realidad” que se manifiesta en la conducta del grupo; son inconscientes y muchas veces
opuestos a las opiniones conscientes y racionales de los miembros que componen el
grupo. Todos ellos son producciones grupales que tienden a evitar las frustraciones
inherentes al aprendizaje por experiencia, en tanto esto implica esfuerzo, dolor y contacto
con la realidad. Los denominó supuesto básico de dependencia, supuesto básico de
ataque y fuga y supuesto básico de apareamiento.
La narrativa de un grupo bajo el supuesto básico de dependencia sustenta el
argumento por el cual el grupo está reunido para que alguien, de quien éste depende en
forma absoluta, provea la satisfacción de todas sus necesidades y deseos; implica la 19
creencia colectiva de que ese alguien tendrá por función proveer seguridad al grupo; es la
creencia de una deidad protectora cuya bondad, potencia y sabiduría no se cuestionan.
El supuesto básico de ataque y fuga consiste en la convicción grupal de que
existe un enemigo y que es necesario atacarlo o huir de él, en tanto la única actividad
defensiva frente a este objeto es su destrucción (ataque) o evitación (huida).
Por último, cuando opera el supuesto básico de apareamiento, sus integrantes
producen una creencia colectiva e inconsciente por la cual un hecho futuro o un ser no
nacido resolverá sus problemas; constituyen una esperanza de tipo mesiánico; lo
importante en este estado emocional es la idea de futuro más que la resolución en el
presente.
Para algunos autores estos aportes de Bion han resultado de gran utilidad para
“ordenar” las muchas veces oscuras situaciones emocionales de los grupos, ya que al
delimitar tres grandes configuraciones emocionales específicas, el coordinador dispone de
un nuevo instrumento para la comprensión de los fenómenos de los que participa. Se ha
considerado a los supuestos básicos como reacciones grupales defensivas a las
ansiedades psicóticas, reactivadas por el dilema del individuo dentro del grupo y la
regresión que este dilema le impone.
Los supuestos básicos refieren a un nivel emocional primitivo que coexiste según
Bion con otro nivel de funcionamiento que es del grupo de trabajo; con este término
alude a otro tipo de mentalidad y cultura grupal que la que rige en los grupos de supuesto
básico, ya que en los grupos de trabajo las actividades se realizan racional y
eficientemente; sus líderes son aquellos integrantes que pueden ofrecer al grupo las
propuestas más aptas para el desarrollo de sus tareas. Grupo de supuesto básico y grupo
de trabajo coexisten, determinando un conflicto recurrente en el grupo.
En síntesis, la actividad de un grupo de trabajo se ve frecuentemente interferida
por la aparición de factores emocionales; esta aparición puede ser en forma de
dependencia, de agresión y huida, o por la formación de un apareamiento mesiánico.
Asimismo el supuesto básico predominante orienta las opiniones del grupo en un
momento dado (mentalidad grupal) y da cuenta de la cultura del grupo en esa situación;
así por ejemplo la cultura del grupo de dependencia, basada en el supuesto básico del
mismo nombre, se organiza buscando un líder que cumpla la función de proveer las
necesidades del grupo.
A principio de 1948 el comité profesional de la Tavistok Clinic le solicitó que
tomara a su cargo grupos terapéuticos empleando su propia técnica; es muy sugerente la
forma en que el propio Bion relata esta propuesta:

En realidad no tenía elementos para saber lo que el Comité entendía con esto
[se refiere a su propia técnica], pero era evidente que para ellos yo había trabajado
anteriormente con grupos terapéuticos. En verdad, sólo había experimentado
tratando de persuadir a grupos de pacientes que la tarea del grupo fuera el estudio
de sus tensiones; y supuse que el Comité deseaba que hiciera esto de nuevo. Era
desconcertante que el Comité pareciera creer que los pacientes pudiesen ser curados
en tales grupos. Ello me hizo pensar desde un principio que su idea acerca de lo que
había sucedido en aquellos grupos en los que yo era uno de los integrantes, era muy
diferente de la mía. De hecho, la única cura de que podía hablar con certeza estaba
en relación con un síntoma propio, comparativamente sin importancia: la creencia de
que los grupos debían tomar mis esfuerzos con simpatía. Sin embargo, consentí y, en
consecuencia, después de las formalidades debidas me encontré sentado en una sala
con ocho o nueve personas -a veces más, otras menos- algunas veces pacientes,
otras no. Con frecuencia, cuando los miembros del grupo no eran pacientes me 20
encontré perplejo.
Bion sostenía que cuando un individuo en grupo tiene la creencia de que el grupo
existe como algo diferente a la suma de los individuos, esto es producto de un estado
regresivo de tal integrante; alimenta tales fantasías porque su regresión implica una
amenaza de pérdida de su particularidad individual, esto le dificulta ver al grupo como un
agregado de individuos. Un agregado de individuos, esto es el grupo para Bion.
Esta aseveración parecería ser contradictoria con sus nociones, de mentalidad
grupal y cultura grupal. Tal enunciación no se le escapará a Pontalis, quien apoyándose en
el planteo bioniano sostendrá que el grupo es una ficción, una fantasía. Es realmente
interesante esta aparente contradicción bioniana porque como dirá el autor citado, “nadie,
psicosociólogo o no, puede considerar ‘científica’ la definición de un grupo como el de un
agregado de individuos. Es muy cierto que un grupo puede ser objeto de observación o de
análisis”. La originalidad de Bion para este autor sería entonces la de aferrarse a los dos
extremos de la cadena, ya que si en el campo sociológico el grupo es una realidad
específica, cuando funciona como tal en el campo de la psiquis individual -modalidad y
creencia que toda la psicosociología tiende a fortificar- opera efectivamente como
fantasía. Subraya este autor que desde Bion pueden distinguirse grupos reales y grupos
como fantasía;
Recapitulando, Bion “descubre” que la cooperación consciente entre los miembros
del grupo, necesaria para el éxito en sus tareas, requiere de la circulación fantasmática
inconsciente entre ellos, hasta tal punto que la cooperación puede ser regulada o
paralizada por dicha circulación fantasmática inconsciente. Los individuos reunidos en
grupo se combinan en forma instantánea e involuntaria para actuar de acuerdo a los
supuestos básicos.
Produce aquí un planteo original: los supuestos básicos, verdaderos organizadores
grupales, es decir, reguladores implícitos de los comportamientos grupales que permiten
pensar en la existencia de un sistema de legalidades implícito en el desorden de los
hechos empíricos grupales; estos organizadores fantasmáticos regulan el accionar de los
individuos en el grupo; de todos modos para Bion los tres supuestos básicos emergen
como formaciones secundarias, de una escena primitiva más antigua. Los supuestos
básicos serán nudos fantasmáticos colectivos en el grupo en un momento dado, así se
referirá Didier Anzieu a ellos.
La teoría de los supuestos básicos puntualizó, por primera vez dentro del campo
psicoanalítico operadores organizacionales no individuales; aquí tal vez radique su mayor
importancia, en tanto, como señala Bauleo, “consiguió producir un instrumento para
entender lo que sucede al grupo como grupo”. En este sentido, pueden considerarse los
supuestos básicos como esquemas subyacentes que organizan -en el sentido que se habla
de organizadores en embriología- el comportamiento de un grupo orientando por ejemplo
la elección sobre tal tipo de líder.

Ana María Fernández: “El Campo Grupal: notas para una genealogía”. Ed.
Nueva Visión, 1989. Págs. 101-106

21
DINÁMICA DE GRUPO

wilfred r. bion
Utilizando su experiencia psicoanalítica, Freud1 intentó
iluminar algunos de los puntos oscuros que Le Bon, Mc
Dougall y otros investigadores pusieron de manifiesto en
sus estudios del grupo humano. Yo me propongo discutir
los aportes que el psicoanálisis, en su evolución posterior,
ofrece acerca de los mismos problemas, particularmente
en aquellos aspectos vinculados con la obra de Melanie
Klein. El trabajo de esta autora muestra que al comienzo
mismo de la vida el individuo establece contacto con el
pecho materno, y a través de una rápida extensión del
primitivo grado de conciencia, con el grupo familiar;
Melanie Klein enseña además que la naturaleza de este
contacto pone de manifiesto cualidades peculiares, que
tienen profunda significación tanto para el desarrollo del
individuo como para comprender mejor los mecanismos
ya demostrados por el genio intuitivo de Freud. 22
Espero mostrar que el adulto, en su contacto con las
complejidades de la vida de grupo, recurre, en forma que
podría ser una regresión masiva, a mecanismos que M. Klein describió como típicos de las
fases más tempranas de la vida mental. El adulto debe establecer contacto con la vida
emocional del grupo en que vive; esta tarea puede parecerle tan formidable como le
parece al niño la relación con el pecho, y su regresión revela el fracaso en satisfacer las
exigencias de esta tarea. Una parte esencial de su regresión consiste en la creencia de
que un grupo existe como algo distinto de un agregado de individuos y también son
partes de su regresión las características que el individuo atribuye al supuesto grupo.
Alimenta la fantasía de que el grupo existe por el hecho de que la regresión implica para
el individuo una pérdida de su “particularidad individual”, que no se diferencia de una
despersonalización, y, por tanto, le impide observar que el grupo es un agregado de
individuos. De esto se deduce que si el observador estima que hay un grupo, los
individuos que lo componen deben haber experimentado esta regresión. Recíprocamente,
cuando los individuos que componen un “grupo” (usando esta palabra para designar un
agregado de individuos en el mismo estado de regresión) por una razón u otra se sienten
amenazados por la toma de conciencia de su particularidad como individuos, el grupo cae
en el estado emocional conocido como pánico. Esto no quiere decir que el grupo se
desintegre, y más adelante podrá comprobarse que no estoy de acuerdo con la idea de
que el grupo pierda su cohesión a causa del pánico.
En esta sección resumiré ciertas teorías a las que he llegado aplicando en los grupos
las intuiciones logradas en la práctica del psicoanálisis actual. Estas teorías difieren de
muchas otras, tanto por sus méritos como por sus defectos, y por haber visto la luz en las
situaciones de tensión emocional que intentan describir. Introduzco algunos conceptos
nuevos para el psicoanálisis, en parte porque me ocupo de un asunto diferente, en parte
1
Especialmente en Tótem y Tabú (1913) y Psicología de las Masas y Análisis del Yo (1921)
porque deseo comprobar si el hecho de comenzar libre del compromiso que representan
las teorías previas, nos puede conducir a que mi punto de vista sobre grupos y el punto de
vista del psicoanálisis sobre el individuo sean comparables. Juzgaremos de este modo si
ambos son complementarios o divergentes.
Hay momentos en que pienso que el grupo tiene una actitud hacia mí, y que puedo
verbalizar en qué consiste dicha actitud; hay momentos en que otro de los miembros
actúa como si también pensara que el grupo tuviera una actitud hacia él, y creo que
puedo deducir cuál es su creencia; en otros momentos pienso que el grupo tiene una
actitud con respecto a un individuo y que yo puedo decir en qué consiste. Estas ocasiones
ofrecen la materia prima de las interpretaciones, pero la interpretación en sí misma es un
intento de traducir en un lenguaje preciso lo que supongo que es la actitud del grupo
hacia mí o hacia algún otro miembro, y la actitud del individuo hacia el grupo. Solamente
aprovecho algunas de esas ocasiones; juzgo que el momento está maduro para una
interpretación cuando ésta parece ser evidente y sin embargo pasa inadvertida.
Los grupos en que intenté desempeñar este rol atraviesan una serie de complejos
episodios emocionales que permiten deducir, en relación con la dinámica grupal, teorías
que me resultan útiles tanto para aclarar lo que sucede como para descubrir los núcleos
de futuras evoluciones. Lo que sigue es un resumen de esta teoría.

EL GRUPO DE TRABAJO

En cualquier grupo pueden encontrarse rasgos que revelan una actividad mental. Aunque
sea en forma casual, todo grupo se reúne para “hacer” algo: cada miembro coopera en
23
dicha actividad de acuerdo con sus capacidades individuales. Esta cooperación es
voluntaria y depende del grado de habilidad sofisticada que el individuo posea. Sólo
pueden participar en tal actividad los individuos que tienen años de entrenamiento y una
capacidad para la experiencia que les ha permitido evolucionar mentalmente. Dado que
esta actividad va aparejada a una tarea, se halla ligada a la realidad, sus métodos son
racionales y, en consecuencia, aunque sea en forma embrionaria, científicos. Sus
características son similares a las que Freud atribuyó al yo. A este aspecto de la actividad
mental en un grupo lo llamo Grupo de Trabajo. Este término comprende sólo una actividad
mental de una naturaleza particular y no a la gente que se entrega a ella.
Puede comprobarse que cuando los pacientes se reúnen en una sesión de terapia de
grupo, siempre se dedica parte de la actividad mental a plantear problemas para cuya
solución los individuos buscan ayuda. He aquí un ejemplo de un episodio acaecido en un
grupo:
Seis pacientes y yo estamos sentados en rueda en una pequeña habitación. La
señorita A sugiere que sería una buena idea que los miembros del grupo se pusieran de
acuerdo para llamarse por sus nombres de pila. Se advierte una sensación de alivio
porque ha surgido un tema de conversación; se intercambian miradas, y una breve
llamarada de animación se hace momentáneamente visible. El señor B admite que se
trata de una buena idea; el señor C dice que ello “haría las cosas más amigables”. La
señorita A es alentada a divulgar su nombre, pero se lo impide la señorita D que dice que
no le gusta su nombre de pila, preferiría que no fuese conocido. El señor E propone el uso
de seudónimo; la señorita F se observa las uñas. Pocos minutos después de la propuesta
de la señorita A, la discusión ha languidecido, y en su lugar aparecen miradas furtivas, que
en su mayoría se dirigen a mí. El señor B se levanta para decir que de alguna manera
debemos llamarnos. El humor del grupo es ahora un compuesto de creciente ansiedad y
frustración. Mucho antes de que me mencionen, se ve que mi nombre se ha transformado
en un motivo de preocupación. Abandonado a sus propios recursos, el grupo amenaza
hundirse en la apatía y el silencio.
A fin de lograr mis propósitos presentes pondré en evidencia aquellos aspectos del
episodio que me sirven para ilustrar el uso que hago del término grupo de trabajo. Podría
hacer lo mismo dentro del grupo, pero ello dependerá de mi apreciación del significado
que el episodio tiene dentro del contexto de su vida mental, hasta donde se ha
manifestado en ese momento.
Primero, es evidente que si siete personas han de mantener una conversación, la
discusión se vería facilitada si los miembros se llamaran por sus nombres. En la medida en
que la discusión ha surgido de la comprensión de este hecho, es un producto de la
actividad del grupo de trabajo. Pero el grupo ha ido más allá de la mera propuesta de dar
un paso que resultaría útil en cualquier grupo, con prescindencia de su objeto. Al
proponerse el uso de los nombres de pila se hizo referencia a que esto facilitaría la
amistad. Creo adecuado decir que dentro del grupo del que me ocupo, la amistad se
considera de importancia fundamental para las necesidades terapéuticas. En el momento
en que el ejemplo fue tomado resultaría también exacto decir que tanto la objeción de la
señorita D como la solución propuesta por el señor E, pueden ser consideradas como
dictadas por necesidades terapéuticas; y de hecho señalo que las sugestiones se
ajustaban a la teoría aún no formulada explícitamente, de que nuestras enfermedades se
curarían si el grupo pudiera ser conducido de manera que sólo experimentara emociones
agradables. Se verá que la demostración de la función del trabajo de grupo debe incluir: el
proceso de desarrollo del pensamiento que se intenta traducir en acción; la teoría, en este
caso la necesidad de amistad, en la cual se basa; la creencia en que el cambio de medio
es en sí suficiente para curarse sin que se produzca un cambio correspondiente en el 24
individuo; y, por último, una demostración de la clase de hechos que se consideran como
“reales”. En el ejemplo que acabo de dar sucedió que luego pude demostrar que la
función del grupo de trabajo, aunque no la llamé así, basada en la idea de que la curación
podía lograrse en un grupo que sólo experimentara sentimientos agradables, no parecía
haber producido la anhelada cura; y de hecho se veía obstruida por la dificultad de
traducirla a la acción, aparentemente simple, de asignar nombres.
Antes de pasar a la discusión de la naturaleza de las obstrucciones que sufre la
actividad del grupo de trabajo, quisiera mencionar una dificultad en la exposición de mis
teorías, que creo ya se habrá puesto de manifiesto. Describir un episodio del grupo, tal
como el que he señalado, e intentar luego deducir de él algunas teorías, sólo representa
para mí el decir que tengo la teoría de que sucedió tal y tal cosa y que puedo decirlo de
nuevo, sólo que en diferente lenguaje. El único modo de que el lector pueda librarse del
dilema, sería recordar el caso de algún comité u otro tipo de reunión en el que haya
participado, y considerar hasta qué punto encuentra allí elementos que puedan apuntalar
la existencia de lo que he llamado función del grupo de trabajo, sin olvidar la estructura
administrativa real, director y demás componentes, como material que debe ser incluido
en tal revisión.

LOS SUPUESTOS BÁSICOS

Las interpretaciones hechas en términos de la actividad del grupo de trabajo dejan mucho
sin expresar. La sugestión sobre el uso de seudónimos ¿ha sido motivada sólo con el
propósito de encarar las demandas de la realidad? Las miradas furtivas, la preocupación
por la forma correcta de dirigirse al analista, que se hizo manifiesta en seguida, no pueden
ser interpretadas provechosamente como relacionadas con la función del grupo de
trabajo.
La actividad del grupo se ve obstruida, diversificada, y en ocasiones asistida por
algunas otras actividades mentales que tienen en común el atributo de poderosas
tendencias emocionales. Estas actividades, que a primera vista parecen caóticas,
adquieren cierto grado de cohesión si admitimos que surgen de supuestos básicos
comunes a la totalidad del grupo. En el ejemplo que he dado, era fácil reconocer que un
supuesto común a todo el grupo consistía en que sus miembros estaban reunidos para
recibir de mí cierta clase de tratamiento. Pero la investigación de esta idea como parte de
la función del grupo de trabajo, mostró que existían ideas investidas de realidad por la
fuerza de la emoción ligada a ellas que no conformaban siquiera las esperanzas algo
ingenuas que alimentaban conscientemente los miembros menos sofisticados. Por otra
parte, aun los individuos sofisticados (uno de los miembros, por ejemplo, era un
diplomado en ciencias) mostraron con su comportamiento que compartían estas ideas.
El primer supuesto consiste en que el grupo se reúne a fin de lograr el sostén de un
líder de quien depende para nutrirse material y espiritualmente y para obtener protección.
Así establecido, mi primer supuesto básico podría ser considerado como una repetición de
lo que he señalado anteriormente: que el grupo supone “que sus miembros se han
reunido para recibir de mí alguna forma de tratamiento”, con la sola diferencia de estar
expresado en términos metafóricos. Pero lo esencial es que el supuesto básico sólo puede
entenderse si las palabras que he usado se toman en un sentido literal y no metafórico.
He aquí una descripción de un grupo terapéutico en que actúa el supuesto básico de
dependencia, como lo he llamado.
Estaban presentes tres mujeres y dos hombres. En una ocasión anterior el grupo
había mostrado señales de orientar la función del grupo de trabajo hacia la cura de las
deficiencias de sus miembros; se podía suponer que esta vez los miembros habían 25
reaccionado con desesperación, colocando toda su confianza en mí para sortear sus
dificultades, mientras se conformaban con plantear problemas individuales, a los que yo
debía darles solución. Una mujer había traído chocolate, y tímidamente invitó a otra
mujer, su vecina de la derecha, para que lo compartiera. Un hombre estaba comiendo un
sandwich. Un graduado en filosofía, que en sesiones anteriores había expresado ante el
grupo su falta de fe en Dios, y en toda religión, estaba sentado en silencio, como lo hacía
frecuentemente, hasta que una de las mujeres, con un dejo de aspereza en la voz, señaló
que él no había hecho preguntas. El aludido contestó: “Yo no necesito hablar porque sé
que lo único que debo hacer es asistir a las sesiones durante un tiempo bastante largo y
todas mis interrogaciones serán respondidas sin que deba hacer nada”.
Dije entonces que me había transformado en una especie de deidad del grupo; que
las preguntas se me dirigían como si fuera alguien que podía saber las. respuestas sin
necesidad de apelar al trabajo, que el comer era parte de una maniobra del grupo para
alimentar una creencia que sus miembros deseaban conservar acerca de mí, y que la
respuesta del filósofo indicaba una negación de la eficacia de la oración, pero por otra
parte parecía desmentir sus afirmaciones anteriores donde había expuesto su
descreimiento. Cuando comencé mi interpretación no sólo estaba convencido de la verdad
que ella encerraba, sino que estaba seguro de que podría convencer a los otros al
enfrentarlos con el conjunto del material, que puedo exponer sólo en parte dentro de este
relato escrito. Cuando hube terminado de hablar sentí que había cometido algún error; me
rodeaban miradas desconcertadas. La evidencia había desaparecido. Después de un
tiempo, el hombre que había terminado su sandwich y guardado en el bolsillo el papel
cuidadosamente doblado, miró en derredor con las cejas levemente levantadas,
interrogante. Una mujer me miró con expresión tensa; otra, con las manos recogidas
observaba el piso en forma meditativa. Comenzó a robustecerse en mí la convicción de
que había sido culpable de blasfemia dentro de un grupo de verdaderos creyentes. El
segundo de los hombres, con los codos sobre el respaldo de la silla, jugaba con los dedos.
La mujer que estaba comiendo tragó con rapidez el resto de su chocolate. Interpreté
ahora que me había transformado en una persona muy mala al arrojar dudas sobre la
deidad del grupo, pero que esto había traído como consecuencia un aumento de la
ansiedad y la culpa en la medida en que el grupo había fracasado en desligarse del acto
impío.
En este relato he hecho hincapié en mis propias reacciones por una razón que más
adelante espero se haga patente. Puede afirmarse con justicia que las interpretaciones
cuyas mayores evidencias se apoyan no en los hechos observados en el grupo, sino en las
reacciones subjetivas del analista, tienen mayor posibilidad de encontrar su explicación en
la psicopatología del analista que en la dinámica del grupo. Se trata de una crítica justa,
una crítica que tendrá que ser confrontada a través de muchos años de trabajo cuidadoso
realizado por más de un analista, pero por esta misma razón la dejaré a un lado y pasaré a
plantear un argumento que sostendré a través de este capítulo.
En el tratamiento de grupo muchas interpretaciones, y entre ellas las más
importantes, se basan en la fuerza de las propias reacciones emocionales del analista.
Creo que estas reacciones dependen de que el analista es dentro del grupo el recipiente
de lo que Melanie Klein llamó identificación proyectiva, siendo este mecanismo muy
importante en los grupos. Ahora bien, la experiencia de la contratransferencia, de acuerdo
con mi criterio, tiene una cualidad muy distinta que capacitaría al analista para distinguir
cuándo es objeto de una identificación proyectiva y cuándo no lo es. El analista siente que
lo están manejando para que desempeñe un papel, aunque sea difícil de reconocer, en la
fantasía de alguien, o lo sentiría si no fuese por algo que sólo puedo llamar una pérdida
temporaria de “insight”, una sensación de experimentar poderosos sentimientos, y al 26
mismo tiempo una creencia de que su existencia está adecuadamente justificada por la
situación objetiva, sin recurrir a la explicación recóndita de su génesis.
Desde el punto de vista del analista, la experiencia está constituida por dos fases
estrechamente relacionadas: en la primera existe un sentimiento de que, sea lo que fuere
lo que uno ha hecho, por cierto no ha ofrecido una interpretación correcta; en la segunda
surge el sentimiento de ser una clase especial de persona dentro de una singular situación
emocional. Creo que la primera condición del analista en el grupo consiste en la habilidad
para sacudirse ese entorpecedor sentimiento de realidad que es concomitante a este
estado. Si puede lograrlo, estará en posición adecuada para dar lo que creo que es la
interpretación correcta y, en consecuencia, para ver sus conexiones con la interpretación
previa, de cuya validez lo hicieron dudar.
Debo volver a considerar el segundo supuesto básico. Igual que el primero, éste
también se relaciona con el propósito del grupo. Mi atención fue reclamada en un principio
por una sesión durante la cual la conversación fue monopolizada por un hombre y una
mujer, que aparentemente ignoraban al resto del grupo. Las miradas que ocasionalmente
se intercambiaban los otros miembros parecían sugerir la opinión, no tomada muy
seriamente en consideración, de que la relación era amorosa, aunque apenas podría
decirse que el contenido manifiesto de dicha conversación fuera muy distinto de los otros
intercambios dentro del grupo. Sin embargo, quedé impresionado por el hecho de que
ciertos individuos, que generalmente eran sensibles a cualquier manifestación que los
excluyera de la actividad supuestamente terapéutica, que en este momento consistía en
hablar y obtener una “interpretación' mía o de algún otro miembro del grupo, no
parecieron dar importancia al hecho de dejar la escena enteramente a disposición de
dicha pareja. Más adelante se hizo evidente que el sexo de la pareja no tenía influencia en
la suposición de que se estaba produciendo un proceso de emparejamiento. Estas
sesiones se dieron en una atmósfera de esperanza y expectación peculiares que las
diferenciaba mucho de aquellas reuniones ordinarias donde el tiempo transcurría entre el
aburrimiento y la frustración. No debe suponerse que los elementos sobre los que haga
recaer la atención, bajo el título de grupo de emparejamiento, se manifiestan en forma
exclusiva o aun predominante. En verdad existen pruebas numerosas de estados
mentales del tipo que nos es familiar en psicoanálisis; resultaría realmente extraordinario
si, para tomar un ejemplo, uno no viera en los individuos evidencia de reacción ante una
situación de grupo que pudiera aproximarse a una representación de la escena original.
Pero, en mi opinión, si permitimos que nuestra atención se vea absorbida por tales
reacciones, cualquier observación de lo que es específico del grupo se vería obstaculizada;
pienso, además, que una concentración de tal naturaleza puede conducir, en el peor de
los casos, a una falsificación del psicoanálisis antes que a una exploración de las
posibilidades terapéuticas de un grupo. Por lo tanto, el lector debe suponer que en esta
situación, como en otras, habrá siempre una gran cantidad de material familiar al
psicoanálisis, pero que todavía espera su evaluación en la situación de grupo. Propongo
que por el momento se ignore este material, y me dedicaré ahora a una consideración de
la atmósfera de expectación llena de promesas que he mencionado como una
característica del grupo de emparejamiento. Con frecuencia esto encuentra expresión
verbal en ideas que apoyan la opinión de que el matrimonio pondrá fin a las incapacidades
del neurótico; que cuando la terapia de grupo se haya extendido suficientemente,
revolucionará la sociedad; que la próxima estación: primavera, verano, otoño o invierno,
cualquiera sea el caso, será más agradable; que se debería desarrollar una nueva clase de
comunidad -un grupo mejorado-, y otras ideas por el estilo. Esas expresiones tienden a
dirigir la atención a un acontecimiento supuestamente futuro, pero para el analista el
problema a resolver no reside en un acontecimiento futuro, sino en el presente inmediato- 27
el sentimiento de esperanza en sí mismo. Este sentimiento es característico del grupo de
emparejamiento y debe tomarse como una evidencia de que el grupo de emparejamiento
existe, aun cuando aparentemente no haya otra prueba. Es, a la vez, un precursor de la
sexualidad y una parte de ésta. Las ideas optimistas que hallan su expresión verbal son
racionalizaciones que intentan lograr un desplazamiento en el tiempo y un compromiso
con los sentimientos de culpa; gozar de dicho sentimiento se justifica porque apela a un
resultado que se supone como moralmente libre de toda objeción. Así, los sentimientos
ligados al grupo de emparejamiento son el polo opuesto a los sentimientos de odio,
destrucción y desesperación. Para que estos sentimientos de esperanza se sostengan es
esencial que el “líder” del grupo, a diferencia del líder del grupo de dependencia y del
grupo de ataque-fuga, no haya nacido. Será una persona o una idea la que salvará al
grupo -de hecho lo librará de los sentimientos de odio, destrucción y desesperación que
surjan en el propio grupo o en otro-, pero a fin de lograr esto, es obvio que la esperanza
mesiánica no debe verse realizada. La esperanza sólo persiste cuando permanece como
esperanza. La dificultad está en que, debido a la racionalización que el grupo hace de su
naciente sexualidad, de la premonición del sexo que se impone como esperanza, haya en
el grupo de trabajo una tendencia a dejarse influenciar por el sentido de producir un
Mesías, sea éste una persona, una idea o una utopía. En la medida en que lo logra, la
esperanza se desvanece; pues es evidente que ya entonces no hay nada que esperar, y,
dado que la destrucción, el odio y la desesperación no se han visto radicalmente influidos,
su presencia se hace sentir nuevamente. Esto, a la vez, aumenta el debilitamiento de la
esperanza. Si, con fines de discusión, aceptamos la idea de que el grupo debiera ser
manejado de manera que se mantenga la esperanza, sería necesario que aquellos que
tengan un interés propio en tal tarea (tanto en función de su capacidad como de
miembros de un grupo especializado de trabajo -tal como lo describiré en breve- o en
función de individuos), procuren que las esperanzas mesiánicas no se materialicen. Por
supuesto, existe el peligro de que tales grupos especializados de trabajo puedan pecar por
un exceso de celo, y en consecuencia, interfieran con la función espontánea, creativa, del
grupo de trabajo, o bien que se anticipen a sí mismos y se aboquen a la dolorosa
necesidad de destruir al Mesías y recrear luego la esperanza mesiánica. El problema que
debe enfrentarse dentro del grupo terapéutico consiste en capacitar al grupo para que
esté conscientemente alerta a los sentimientos de esperanza y sus conexiones, y al
mismo tiempo los tolere.
El tercer supuesto básico es que el grupo se ha reunido para luchar por algo o para
huir de algo. Está preparado para hacer cualquiera de las dos cosas indiferentemente. A
este estado mental yo lo llamo grupo de ataque-fuga; dentro de un grupo en tal estado se
aceptará a aquel líder capaz de obtener del grupo qué aproveche la oportunidad para
escapar o para agredir. Si hace demandas que no se ajusten a esto, es ignorado. En un
grupo terapéutico el analista es el líder del grupo de trabajo. El apoyo emocional que él
puede brindar está sujeto a fluctuaciones en relación con el supuesto básico activo y con
la medida en que sus actividades se ajusten a lo que se requiere de un líder en esos
diversos estados mentales. En el grupo de ataque-fuga el analista encuentra que sus
intentos para aclarar lo que está sucediendo se ven obstaculizados por la facilidad con que
aquellas propuestas que expresan odio a toda dificultad psicológica, o bien los medios por
los cuales ésta puede ser evadida, obtienen apoyo emocional. Debería señalar que dentro
de este contexto, la propuesta para usar nombres de pila que mencioné en el primer
ejemplo pudo muy bien haber sido interpretada como una expresión del deseo de huida
dentro de un grupo de ataque-fuga, aunque, por razones ligadas con la etapa de evolución
que el grupo había alcanzado, yo la interpreté en términos de la función del grupo de
trabajo. 28

CARACTERÍSTICAS COMUNES A TODOS LOS GRUPOS DE SUPUESTO BÁSICO

Participar en una actividad de supuesto básico no requiere entrenamiento, experiencia ni


madurez mental. Es instantáneo, inevitable e instintivo; no he sentido la necesidad de
explicar los fenómenos que he observado en el grupo 1 para postular la existencia de un
instinto gregario. En contraste con la función del grupo de trabajo, la actividad de,
supuesto básico no demanda del individuo una capacidad para cooperar, sino que
depende del grado en que los individuos posean aquello que he llamado valencia, término
que tomé de la física para expresar la capacidad que poseen los individuos para
combinarse entre sí instantánea e involuntariamente y compartir y actuar de acuerdo con
el supuesto básico. La función del grupo de trabajo está siempre en relación con un
supuesto básico, y sólo con uno. Aunque la función del grupo de trabajo pueda
permanecer inalterable, el supuesto básico concomitante implícito en sus actividades
puede cambiar frecuentemente. Pueden producirse dos o tres cambios en una hora, o bien
el mismo supuesto básico puede predominar durante meses. Para explicar el destino de
los supuestos básicos que no están en actividad he postulado la existencia de un sistema
protomental dentro del cual la actividad física y mental está indiferenciada, y permanece
fuera del campo que ordinariamente se considera adecuado para las investigaciones
psicológicas. Debe tenerse presente que el hecho de que un campo sea adecuado para la
investigación psicológica depende de otros factores además de la naturaleza del campo a
investigar. Uno de ellos es la fuerza que posea la técnica de investigación psicológica. El
reconocimiento del campo de la medicina psicosomática demuestra la dificultad con que
tropieza el intento de determinación de la línea que separa los fenómenos psicológicos de
los físicos. Por lo tanto, propongo dejar indeterminados los límites que separan el supuesto
básico activo de aquellos que he dejado relegados al hipotético sistema protomental.
Muchas técnicas son de uso diario para la investigación de la función del grupo de
trabajo. Considero que el psicoanálisis, o ciertas extensiones de la técnica que derivan
directamente de aquél, son esenciales. Pero dado que las funciones del grupo de trabajo
están siempre ligadas con los fenómenos de supuesto básico, es evidente que las técnicas
que ignoren a estos últimos darán una impresión equivocada de las primeras.
Las emociones asociadas con el supuesto básico pueden ser descritas con los
términos usuales: ansiedad, temor, odio, amor y otros similares. Pero las emociones
comunes a cualquiera de los supuestos básicos se influencian entre sí en forma sutil como
si constituyeran una combinación peculiar del supuesto básico en actividad. Es decir, que
la ansiedad dentro de un grupo dependiente tiene una cualidad diferente de la Ansiedad
que se manifiesta en el grupo de emparejamiento, y lo mismo ocurre con otros
sentimientos.
Todos los supuestos básicos incluyen la existencia de un líder, aunque, como lo he
dicho, en el grupo apareado el líder sea no-existente, es decir, no haya nacido. Este líder
no necesita identificarse con ningún individuo del grupo; no necesita en absoluto ser una
persona, sino que puede estar identificado también con una idea o un objeto inanimado.
En el grupo dependiente el lugar del líder puede ser ocupado por la historia del grupo. Un
grupo que se queja por su falta de habilidad para recordar lo que había sucedido en
ocasiones previas, se estabiliza al hacer un registro de sus reuniones. Este registro se
transforma así en una “biblia” a la cual se apela si, por ejemplo, el individuo que ha sido
investido por el grupo para desempeñar el liderazgo demuestra ser material refractario
para ajustarse á las características propias del líder dependiente. El grupo recurre al
dictado de una “biblia” cuando se siente amenazado por una idea cuya aprobación
significaría evolución por parte de los individuos que constituyen el grupo. Tales ideas 29
engendran fuerza emocional y excitan una oposición también emocional, por su
asociación con características adecuadas al líder del grupo de ataque-fuga. Cuando un
grupo de dependencia o de ataque-fuga está en actividad, se origina una lucha para
suprimir la idea nueva, ya que se considera que la aparición de una idea nueva amenaza
el statu quo. En una situación de guerra, la idea nueva -ya se trate de un tanque o de un
nuevo método para selección de oficiales- se considera como una novelería, opuesta, por
lo tanto, a la biblia militar. Dentro de un grupo dependiente la idea nueva se ve como una
amenaza al líder de dependencia, sea este líder una “biblia” o una persona. El fenómeno
resulta verdadero aun dentro del grupo de emparejamiento, pues, como he dicho antes, la
idea o persona nueva, al ser equiparada con el genio no-existente o Mesías, no debe nacer
si es que ha de llenar la función que demanda este grupo.

FORMAS ABERRANTES DEL CAMBIO DE UN SUPUESTO BÁSICO A OTRO

El cambio en la mentalidad del grupo no necesita obedecer a desplazamientos de un


supuesto básico a otro y puede tomar ciertas formas aberrantes que dependen del
supuesto básico que esté en actividad cuando la tensión aumenta. Estas formas
aberrantes envuelven siempre a un grupo externo. Si el grupo dependiente está en
actividad y es amenazado por la presión que ejerce el líder del grupo de emparejamiento
-quizás en la forma de una idea que está teñida con esperanza mesiánica-, cuando
métodos tales como el recurrir a una biblia resultan inadecuados, se conjura la amenaza
provocando la influencia de otro grupo. Si está en actividad el grupo de ataque-fuga se
tiende a absorber a otro grupo. Si el grupo de emparejamiento está en actividad, la
tendencia es hacia la escisión. Esta última reacción puede parecer extraña, a menos que
se recuerde que en el grupo apareado la esperanza mesiánica, ya se trate de una persona
o una idea, debe permanecer en el plano de lo irrealizable. El núcleo de la cuestión reside
en que una idea nueva amenaza reclamar evolución, y los grupos de supuesto básico
están incapacitados para tolerar dicha evolución. Más adelante presentaré las razones de
este fenómeno.

EL GRUPO ESPECIALIZADO DE TRABAJO

Existen algunos grupos especializados de trabajo, sobre los que Freud, ha llamado la
atención, aunque no les diera tal nombre, cuya tarea es especialmente proclive a
estimular la actividad de un determinado supuesto básico. El Ejército y la Iglesia son
señalados como dos grupos típicos de esta naturaleza. Una iglesia tiende a verse
interferida por fenómenos de grupo de dependencia, y un ejército muestra una propensión
similar por los fenómenos del grupo ataque-fuga. Pero debe también considerarse la
posibilidad de que esos grupos reciban un impulso que parta del grupo principal del que
forman parte, cuyo propósito específico consista en neutralizar al grupo de dependencia y
al grupo ataque-fuga respectivamente, y de esa manera impedir que la función de grupo
de trabajo, del grupo principal, se vea obstaculizada por aquéllos. Si adoptamos la última
hipótesis, el hecho de que la actividad del grupo de dependencia o del grupo de ataque-
fuga deje de manifestarse dentro de los grupos especializados de trabajo o que por el
contrario crezca hasta alcanzar un poder fuera de lo común, debe verse como un fracaso
del grupo especializado de trabajo. En cualquiera de los casos mencionados, el resultado
es el mismo: el grupo principal tiene que hacerse cargo de las funciones propias del grupo
especializado de trabajo, y además desempeñar sus propias funciones. Si el grupo
especializado de trabajo no enfrenta, o no puede hacerlo, los fenómenos del supuesto
30
básico que son de su incumbencia, las funciones de grupo de trabajo del grupo principal
estarán viciadas por la presión que ejercen dichos supuestos básicos. Si la función del
grupo de trabajo consiste esencialmente en transformar los pensamientos y sentimientos
en una conducta que se ajuste a la realidad, esta función está mal adaptada para dar
expresión a los supuestos básicos. Estos se tornan peligrosos en la medida que se intente
traducirlos en acción. En verdad, el grupo especializado de trabajo tiende a reconocer este
hecho, lo que se ve a través de los esfuerzos que realiza para llevar adelante el proceso
inverso, es decir, traducir la acción en términos de la mentalidad propia del supuesto
básico - un procedimiento mucho menos arriesgado. Así, cuando una realización de
notables características, fruto de la función del grupo de trabajo, es presentada ante una
iglesia, ésta inducirá al grupo a dar gracias a su deidad y no a su capacidad para realizar
una difícil tarea en el plano de la realidad, non nobis, Domine. Desde el punto de vista de
facilitar el funcionamiento del grupo de trabajo, la Iglesia, próspera y triunfante, debe
combinar el robustecimiento de la creencia religiosa con la insistencia de que ésta no se
lleve a la acción. Si la lucha cumple exitosamente su objetivo, se favorecerá la creencia de
que todo se puede lograr por la fuerza, cuidando que ésta nunca se use. En ambos casos
se demuestra que la mentalidad de supuesto básico no se presta para la acción, dado que
la acción requiere la función del grupo de trabajo para mantener el contacto con la
realidad. Dentro del pequeño grupo terapéutico cuando el grupo de dependencia está en
actividad, existe la tendencia a producir un subgrupo que toma sobre sí la función de
interpretar ante el grupo al líder del grupo dependiente, representado generalmente por el
analista. Dentro del grupo de ataque-fuga existe un subgrupo que desempeña una función
similar. Si el analista resulta material reacio, está expuesto a evocar aquellas reacciones
que anteriormente he descrito como asociadas con la amenaza que representa una nueva
idea.
He dicho que la aristocracia puede ser el grupo de trabajo especializado, que llena,
para el grupo de emparejamiento, funciones similares a las de la Iglesia o el Ejército con
relación a los grupos de dependencia y de ataque-fuga, respectivamente.
La función que desempeña este subgrupo consiste en ofrecer una salida para
sentimientos centrados en ideas de raza y nacimiento, es decir, para la esperanza
mesiánica que, como he sugerido anteriormente, es precursora del deseo sexual, sin que
provoque nunca el temor de que tales sentimientos originen un hecho que exija una
evolución posterior. La aristocracia debe inspirar esperanza mesiánica, pero, al mismo
tiempo, confianza en que, si el líder del grupo de emparejamiento se materializa, nacerá
en un palacio, pero será semejante a nosotros -probablemente el término actual más
adecuado para expresar la cualidad deseada, dentro del lenguaje convencional, sea el de
“democrático”-. En el grupo terapéutico el subgrupo “aristocrático” contribuye
generalmente a que el grupo comprenda que la idea nueva es en realidad una idea con la
cual ya están completamente familiarizados.

SUPUESTOS BÁSICOS, TIEMPO Y DESARROLLO

Al hablar de la mentalidad del supuesto básico deberemos mencionar dos características


sobre las que llamaré la atención. El tiempo no tiene que ver con ella; es una dimensión
de la función mental no reconocida; por tanto, todas las actividades que reclaman
conciencia del tiempo son captadas imperfectamente y tienden a provocar sentimientos
de persecución. Las interpretaciones de la actividad en el nivel de los supuestos básicos
revelan una relación distorsionada con el tiempo. La segunda característica consiste en la
31
ausencia de todo proceso de evolución como parte de la mentalidad del supuesto básico;
los estímulos para el desarrollo reciben una respuesta hostil. Podrá comprobarse que éste
es un asunto de importancia en cualquier grupo cuyo propósito sea promover por medio
del estudio del grupo un desarrollo terapéutico del “insight”. La hostilidad así engendrada
tiende a determinar que la reacción ante la aparición de la persona o idea mesiánica tome
una forma aberrante, y no que evolucione cíclicamente de un supuesto básico a otro.
Porque, si un grupo desea impedir el desarrollo, la manera más simple de lograrlo es
abandonarse a la mentalidad del supuesto básico, y acercarse así al tipo de vida mental
que no requiere capacidad de desarrollo. La mayor compensación que se puede obtener
por tal cambio parece consistir en el aumento de un placentero sentimiento de vitalidad.
Podemos apreciar la defensa que la escisión representa contra la amenazadora idea
del desarrollo en la dinámica de los grupos cismáticos, que ostensiblemente se oponen,
pero que en realidad procuran el mismo fin. Un grupo se adhiere al grupo dependiente,
con frecuencia en la forma de “biblia” grupal. Este grupo populariza las ideas establecidas
al despojarlas de cualquier elemento que requiera esfuerzos penosos, y de esta manera se
asegura la adhesión numerosa de los que se oponen al sufrimiento que significa la
evolución. El pensamiento se estabiliza así en un nivel que es trivial y dogmático. El grupo
recíproco, que aparentemente apoya la idea nueva, se hace tan exigente en sus
demandas, que cesa de renovarse. Así, ambos grupos evitan el choque doloroso entre lo
primitivo y lo sofisticado, que constituye la esencia del conflicto evolutivo. Los cismáticos
superficiales, pero numerosos, se oponen así a los cismáticos profundos, pero desdeñables
des de el punto de vista numérico. El resultado recuerda el temor, a veces expresado, de
que eventualmente la sociedad se reproduzca abundantemente a través de sus miembros
menos cultivados, mientras la gente “mejor” permanece obstinadamente estéril.

RELACIÓN ENTRE UN SUPUESTO BÁSICO Y OTRO


Podemos retomar ahora los tres grupos de supuesto básico y el grupo de trabajo para
comprobar si no pueden resolverse en algo más fundamental. Aun concediendo que el
postulado de los supuestos básicos contribuye a dar forma y significado al complejo y
caótico estado emocional que el grupo descubre ante el participante dado a la
investigación, no existe una explicación razonable de por qué deben existir tales
supuestos. Es evidente que ninguno de los tres supuestos básicos alivia el temor del grupo
y sus emociones; de otra manera no se produciría ningún cambio de un supuesto básico a
otro, y no se formarían los correspondientes grupos especializados de trabajo que ya he
descrito. Cada uno de los tres supuestos incluye la idea de un líder. El grupo ataque-fuga
muestra un total desconocimiento de la comprensión como técnica. Todos sus miembros
se oponen al desarrollo, que en sí depende de la comprensión. El grupo de trabajo, por el
contrario, reconoce ambas necesidades: comprensión y desarrollo. Si consideramos los
grupos especializados de trabajo, los tres se ocupan de asuntos que parecen residir fuera
del ámbito del supuesto básico con el que se relacionan fundamentalmente. Así, el grupo
especializado de trabajo que funciona de acuerdo con el supuesto básico de dependencia,
no está exento de preocupaciones ligadas con ideas mesiánicas que parecerían
corresponder con más propiedad al grupo de emparejamiento. En este caso los esfuerzos
parecen estar dedicados a un Mesías nacido como hijo ilegítimo en un lecho de juncos o
en un pesebre, uno de cuyos padres es del más elevado rango (la hija de un Faraón o la
Deidad misma) y otro más humilde. En el grupo de emparejamiento el subgrupo
aristocrático permite padres de elevado rango, y cuna palaciega, pero el niño es notable
sólo por identificarse con el resto de nosotros. Al analizar los hechos, parece que lo difícil
es combinar amor sexual, padres de igual nivel, un niño como nosotros, la esperanza
mesiánica -que yo considero como componente esencial del amor sexual-, y una 32
compulsión hacia el desarrollo que reclama en sí la capacidad de comprensión. El grupo
ataque-fuga expresa un sentimiento de incapacidad para la comprensión y el amor sin el
cual, por otra parte, la comprensión no puede existir. Pero el líder del grupo ataque-fuga
vuelve a poner a la vista uno de los componentes temidos, una aproximación al padre
temido o al niño.
Por otra parte, los tres grupos de supuesto básico parecen ser, a la vez, agregados de
individuos que comparten entre sí las características de uno de los personajes de la
situación edípica, que son dependientes de cualquiera de los supuestos básicos que esté
en actividad. Este paralelo con los personajes de la situación edípica está, sin embargo,
marcado por divergencias importantes. La relación parece darse entre el individuo y el
grupo. Pero el grupo es sentido como un individuo fragmentado, dentro del cual hay otro
escondido, en reserva.
El individuo oculto es el líder, y aunque esto parece contradecir la afirmación
constantemente reiterada de que el analista es el líder, la contradicción se resuelve si
recordamos que en el grupo terapéutico el analista es el líder del grupo de trabajo, y que
si bien se supone que él es quien desempeña el liderazgo, aparentemente se lo percibe
como líder sólo en raras ocasiones. De acuerdo con mi experiencia, muy frecuentemente
se me dice que no tomo parte en el grupo o que nunca doy una oportunidad para que el
grupo conozca mis opiniones, aunque probablemente yo hable más que ningún otro. Lo
esencial aquí, como siempre en un grupo, consiste en el sentimiento que acompaña a la
idea expresada, y vuelvo a subrayar el hecho de que, si bien se supone que soy el líder del
grupo, no se me percibe como tal.
He indicado ya que dentro del plano emocional, en aquellas situaciones donde los
supuestos básicos son dominantes, se pueden percibir en el material las figuras edípicas
tal como sucede en un psicoanálisis. Pero ellas incluyen un componente, poco tenido en
cuenta, del mito de Edipo: la esfinge. En la medida en que se me considera el líder en la
función de grupo de trabajo, y el reconocimiento de este hecho raramente falta, tanto yo
como la función del grupo con la cual me identifico, somos investidos de sentimientos que
serían completamente apropiados en relación con la enigmática e inquisitiva esfinge de la
que emana el desastre. Algunas veces, cuando mis intervenciones han provocado mayor
ansiedad que la usual, se emplean ciertos términos que casi no requieren interpretación
para que el grupo capte la similitud. No conozco ninguna otra experiencia que demuestre
más claramente el terror que suscita una actitud inquisitiva que la experiencia grupal.
Esta ansiedad no sólo se dirige hacia el que interroga, sino también hacia el objeto de la
interrogación y, según sospecho, es secundaria con relación al último. Pues el grupo, al
ser en sí mismo el objeto de la interrogación, origina temores de una naturaleza
extremadamente primitiva. Mi impresión es que el grupo se aproxima estrechamente, en
las mentes de los individuos que lo componen, a fantasías muy primitivas con respecto al
contenido del cuerpo materno. El intento de realizar una investigación racional de la
dinámica del grupo, se ve, en consecuencia, perturbado por temores y por mecanismos
que surgen a fin de enfrentarlo y que son característicos de la posición esquizoparanoide.
La investigación no puede ser llevada acabo sin estimular y activar estos niveles.

RESUMEN

Antes de considerar los puntos de vista del psicoanálisis con relación al grupo, pienso que
es necesario resumir las teorías que he expuesto hasta aquí. Debe recordarse que en
forma deliberada intenté, en la medida en que ello es posible para un psicoanalista que
admite que se ha propuesto investigar el grupo por medio de intuiciones desarrolladas
33
psicoanalíticamente, dejar a un lado todas las teorías psicoanalíticas dé grupo
precedentes, a fin de lograr una perspectiva desprejuiciada. Como resultado, he llegado a
una teoría de grupo que pone en evidencia que las funciones del grupo de trabajo se dan
junto a un comportamiento, con frecuencia fuertemente teñido con elementos
emocionales, que sugería que los grupos reaccionaban emocionalmente a uno de los tres
supuestos básicos. La idea de que tales supuestos básicos surgen en forma involuntaria,
automática e inevitable, ha parecido útil para iluminar la conducta del grupo. Sin
embargo, existen muchos elementos que sugieren que estos aparentes “supuestos
básicos” no pueden ser considerados como estados mentales bien diferenciados. Con esto
no pretendo sostener que sean explicaciones “básicas” que aclaren todo el
comportamiento del grupo -lo que sería en verdad un disparate-, sino que, aun cuando sea
posible diferenciar con razonable certeza un estado de los otros dos, cada uno de ellos
participa de una cualidad que pareciera ser en cierto sentido el dual o la recíproca de uno
de los otros dos, o quizás, simplemente, otro aspecto de lo que había sido considerado
como un supuesto básico distinto. La esperanza mesiánica del grupo de emparejamiento,
por ej., guarda cierta similitud con la deidad del grupo dependiente. Puede que esto sea
difícil de ver, dado que el tono emocional es muy diferente. Como he dicho, dentro de
cada grupo de supuesto básico encontramos ansiedad, temor, odio, amor. Es probable que
se produzca una modificación de los sentimientos al combinarse con el respectivo grupo
de supuesto básico, pues el “cemento”, por así decir, que los liga unos con otros está
constituido por culpa y depresión, en el grupo dependiente; por esperanza mesiánica, en
el grupo de emparejamiento; y por disgusto y odio, en el grupo de ataque-fuga. De
cualquier manera, la consecuencia es que el contenido mental implícito en la discusión
puede aparecer como un resultado engañosamente distinto dentro de los tres grupos. En
ocasiones es posible apreciar que el genio nonato del grupo de emparejamiento es muy
similar al dios del grupo dependiente; en verdad, en aquellas ocasiones en que el grupo
dependiente apela a la autoridad de un líder del “pasado” se aproxima muy
estrechamente al grupo apareado, que apela a un líder “futuro”. En ambos el líder no
existe; sólo existe una diferencia de tiempo y una diferencia en la emoción.
Insisto sobre estos puntos para mostrar que la hipótesis de los supuestos básicos que
he formulado no puede ser considerada como una fórmula rígida.

Wilfred Bion: “Experiencias en grupos”. Ed. Paidós. 1963. Págs. 115-134

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