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Secretaria de Educación
Nuevas alfabetizaciones
Los términos alfabetización, escritura, lectura, cultura escolar,
entre otros, están transformando su significado. Inés Dussel (2006) sostiene
que esta transformación podría entenderse en dos sentidos: por una parte, las
modificaciones respecto a la lectura y la escritura, o sea, transformaciones en
-Exhibición de una experiencia de trabajo escolar con las TIC (“No quiero
dengue”) a modo de ejemplo de nuevas alfabetizaciones y trabajo
colaborativo. Después del corto, rescatar y comentar la ficha de la
experiencia.
-Por grupo, elegir un tema o problema similar que afecte o esté relacionado
con la escuela (por ejemplo, educación sexual, violencia escolar,
convivencia).
-Debatir su posible abordaje a través de las TIC: ¿Cómo organizarían una
clase trabajando ese tema/problema? ¿Qué recursos utilizarían? ¿Qué
momentos tendría la clase? Etcétera.
-Puesta en común de las reflexiones de cada grupo. ¿De qué manera
piensan que las TIC podrían ayudar a tender un puente entre las
culturas juveniles y los docentes y la escuela?
Primera parte:
-Se muestra el documental "Podrían nacer felices", de Joâo
Jardim, a todos los docentes. (La película tiene una duración 1 hora 25
minutos).
Recreo: (25 minutos aproximadamente)
Segunda parte: (2 horas aproximadamente)
-Leer a todo el grupo el texto de Anny Cordié.
-Formar grupos de trabajo (de cuatro o cinco docentes).
Algunos grupos realizarán la actividad 1 y otros grupos la actividad 2.
Malestar docente
(Lo leen todos y lo
trabaja un solo
grupo)
Las quejas
Una participante abrió sin querer una brecha en el muro de silencio que
pareció instalarse al principio. Esta joven apareció y desapareció rápidamente,
pero su presencia y su discurso en las dos primeras sesiones tuvieron un
efecto dinamizador sobre el grupo. Sabine manifestó con gran violencia verbal
su “hartazgo” del oficio y su deseo decidido de “dejar esa cárcel”: se había
presentado a los concursos y finalmente iba a terminar con este sistema que
ella calificaba de “débil mental”. Sus palabras produjeron un verdadero
impacto sobre las participantes: el rechazo asumido de la función, la valentía
ostensible de romper con un sistema vivido como opresivo y protector abrieron
la puerta a los comentarios y tomas de posición.
Cuando les preguntamos por los síntomas que justificaron la primera licencia
por enfermedad, nos encontramos ante todo con manifestaciones somáticas:
jaquecas, insomnios, enfermedades recurrentes, gran cansancio. Se
mencionaron también elementos depresivos: por ejemplo “incapacidad de
interesarse por nada”, sensación de no poder asumir responsabilidades de la
vida cotidiana. El hecho de enseñar no aparecía aún como “responsable” de la
enfermedad. El mal sólo pudo ser identificado y denominado específicamente
tras constatarse que cada “iniciación del año lectivo” las “destruía”. “Lo que
enferma es la profesión”. La prueba estaba en que, cuando se encontraban en
casa u ocupaban un puesto de readaptación, su estado mejoraba.
La autoridad
Berthe evocó la primera angustia que se apoderó de ella cuando el director del
establecimiento le anunció la llegada del inspector académico: tan grande fue
esa angustia que, a raíz de una interrupción por enfermedad, consiguió que las
autoridades administrativas la eximieran de la prueba durante cierto tiempo.
Este relato dio lugar a una discusión general muy animada en la que cada una
expuso sus propios temores. Todas tenían el mismo miedo de esa figura del
poder que venía a juzgarlas.
Aprender a enseñar
El malestar de estas docentes no se relaciona fundamentalmente con los
alumnos. La angustia se manifiesta en clase, pero la causa viene de más lejos.
Los alumnos son burlones, alborotadores, dicen, “si no tenemos cuidado nos
demuelen… demandan demasiado… sólo se puede trabajar con la elite… son
demasiadas responsabilidades”. Estas declaraciones no suenan particularmente
acusadoras, los responsables están en otro lado, ante todo en el gran cuerpo
de Educación nacional: “No nos enseñaron a enseñar”.
Juliette, maestra de primaria, lamenta que los programas no estén
suficientemente precisados, a ella le gustaría que le dijesen “exactamente lo
que debe hacer”. Todas concuerdan en alzarse contra los cambios:
rectificaciones sucesivas en el contenido de los programas y desestabilizadores
vuelcos en los métodos pedagógicos hacen desaparecer cualquier punto de
referencia y ponen a los docentes en dificultades. “La capacitación es
insuficiente… hay que arreglárselas solas… no tenemos ayuda”, son quejas que
se repiten y en función de las cuales cada una rememora su experiencia
personal.
Los padres
Si los alumnos exigen mucho, puesto que algunas afirman que “para que
aprendan, hay que quererlos”, los padres son la “bestia negra”: “Vienen a
pedir cuentas, nos critican, cuando el chico no sale adelante la culpa es
siempre del docente”.
La soledad
Otro tema recurrente es la soledad: “Estamos solas, no podemos confiar
nuestras dificultades a nadie, los demás no comprenden”.
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Esa sensación de ser incomprendidas se muda a veces a vergüenza. Varias
participantes cuentan que durante su licencia por enfermedad no se animan a
salir a la calle o ir al supermercado por miedo de cruzarse con padres de
alumnos, pues “es una enfermedad no visible” y ellas “se sienten culpables de
haber abandonado a los niños”.
El mismo sentimiento se repite con la familia: “Mi marido está harto de verme
siempre cansada, no entiende. No es posible sostener a la vez la vida
profesional y la vida familiar… Igual con los colegas: La única pregunta que
hacen es: “¿Cuándo volvés?...”. Una está sola en esta enfermedad, ya no tiene
la misma sintonía que los demás, lo que hay es indiferencia.
El factor desencadenante
Se descubrió que la descompensación tenía por origen un acontecimiento que
ponía entredicho la competencia del docente. Esta “gota de agua” era la duda
que en determinado momento se había insinuado en ellas: duda sobre sus
cualidades, sobre su saber, sobre la imagen que daban supuestamente
de sí mismas.
Juliette recordó la visita del inspector. Este la encontró “demasiado directiva
con los niños, no permitiéndoles ninguna iniciativa”. Esta crítica la sacudió, ella
que se creía especialmente liberal y que nunca había dudado de la calidad de
su enseñanza.
Para Marie, la “gota de agua” habían sido las críticas de los padres de los
alumnos durante una reunión. Pusieron en duda su competencia debido al
atraso producido en relación con el programa del año escolar.
Jacqueline se vino abajo tras haberse visto “desbordada por una clase, un día
muy cansador”; según dijo, “no había podido retomar las riendas y a raíz de
este incidente ya no supo cómo hablarles”.
En cuanto a Justine, “se había dejado acaparar por un niño difícil”, en cierto
momento logró “engancharlo a expensas del resto de la clase”. En definitiva,
“la cosa resultó un fracaso para todo el mundo”.
Respuestas a la agresión
El docente vive estas múltiples demandas, frecuentemente imperativas y
paradójicas, como agresiones, sobre todo cuando van seguidas de sanciones:
notas de la inspección, reproches de un superior jerárquico, críticas de los
padres, burlas de los alumnos o fracaso de éstos. La sospecha generada sobre
su competencia puede insuflarle la duda, la autodesvalorización, el miedo a
todo aquello que lo impulsa a reaccionar y defenderse. Su agresividad se
dirigirá primero al que detenta el poder. ¿Quién es este Otro detentador del
poder, suministrador de beneplácitos y sanciones? No se trata del ministro ni
de sus delegados sino de ese gran cuerpo anónimo que es la Educación
nacional. La queja le será dirigida por intermedio de la enfermedad. El mensaje
Alumno (de la misma escuela): “No sólo el gobierno, sino también la misma
escuela quieren que creamos que la educación está mejorando. Pero no es así
(…) Por ejemplo, las clases de inglés: desde 1er. año que aprendemos el verbo
“to be” y en los años superiores la maestra pregunta: ¿Qué significa “to be”? Y
nadie lo sabe. Toda la semana pasada regresé a casa dos horas más
temprano. Salvo un día, salí temprano toda la semana”.
Profesora (de la misma escuela): “Yo falto porque me canso. Ser profesora
y estar involucrada con mi profesión, además de con los alumnos es
demasiado esfuerzo físico y mental, más de lo que puede soportar un ser
humano. Es un problema psicológico. Yo voy a terapia una vez por mes porque
es demasiado para mí. Una se involucra en sus problemas y no recibe nada a
cambio. A veces entro en un aula y no soy bienvenida. Los alumnos aún ven al
maestro como el enemigo. Aún hay un gran abismo entre alumnos y
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profesores y directivos. Tengo la sensación de que la gente no se comprende.
Por eso no voy a clases. Estudiamos mucho para que al entrar a la clase los
alumnos nos insulten. Es una situación muy complicada. El profesor tiene un
rol muy importante en la sociedad, pero nadie lo ve. Cuando se abandona la
profesión, a ellos no les importa. Creo que los profesores han perdido su
dignidad para trabajar. Debemos aceptar demasiadas cosas en las aulas y eso
empobrece el espíritu cada vez más. Al Estado no le importa. No hay nadie que
nos pregunte por las clases que damos. La gente manipula las cosas… (Se
refiere a otra profesora) ‘No lo desaprobé porque tendré que llenar un
formulario explicando el por qué. Entonces para evitar este trabajo extra, le
doy buenas notas y le permito que pase’. Estamos todos cansados de que se
hable de los problemas educativos sin que nadie haga nada”.
Bibliografía
- Eisner, Elliot W: “Cognición y currículum”. Buenos Aires. Amorrortu Ediciones. 1998
- Martín Barbero, Jesús: “Saberes hoy: Diseminaciones, Competencias y
Transversalidades”. Revista Iberoamericana de Educación, N° 32, 2003.
- Litwin, E: “Tecnología Educativa”. Paidós. 1995
- San Martín Alonso: “De la ‘miseria’ del método a la “grandeza” de las Tecnologías”.
En Sancho Gil, M (coord): Hoy ya es Mañana: tecnologías y educación: un diálogo
necesario. Editoral Movimiento Educativo de Escuela Popular. España. 1995.
- “Culturas en pugna”. Saberes, revista del Ministerio de Educación de la Provincia de
Córdoba. Año 1, N° 5, 2010.
- “La escuela explicita el conflicto generacional”. Entrevista a Dirce Zan, en Saberes,
revista del Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba. Año 1, N° 5, 2010.
http://www.me.gov.ar/monitor/nro13/dossier1.htm