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El lince en los montes de Mazagón José Antonio Mayo

EL LINCE EN LOS MONTES DE MAZAGÓN

La ley establecía una recompensa de 3,75 pesetas por cada lince muerto

Foto: Antonio Montiel

Cazar un lince en los montes de Mazagón era tan lícito hace unos años
como lo es hoy cazar un conejo. La caza del lince, ese felino en peligro crítico de
extinción, ha pasado en pocos años, de ser una alimaña perseguida a especie
protegida. Las principales causas de su desaparición se le atribuyen a la
destrucción de su hábitat, la disminución de la población de conejos —su
alimentación básica—, los atropellos y la caza o muerte provocada por diversos
medios. Pero para saber algo más del motivo de su desaparición hay que
remontarse muchos años atrás, cuando este animal fue considerado una alimaña
y comenzó a ser perseguido.

La Ley de Caza de 1902 incluyó al lince entre las alimañas recompensando


su captura, algo difícil de entender, ya que el lince no era un animal que
abundaba como para tener que exterminarlo por equilibrio biológico, no suponía
ningún peligro para el ser humano, y no representaba ninguna amenaza ni para el
ganado ni para la agricultura. Esta ley permitía la eliminación de alimañas en
cualquier época del año, utilizando todo tipo de medidas, y obligaba a los
ayuntamientos a realizar batidas e incluso envenenamientos, estableciendo las
recompensas que se debían pagar. La ley establecía una recompensa de 3,75
pesetas por cada lince muerto, recompensas que eran contempladas en las
partidas presupuestarias de los ayuntamientos con el grado de “carácter
prioritario”.

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El lince en los montes de Mazagón José Antonio Mayo

El lince nunca fue una pieza de caza de interés en nuestro país, dado que
en aquella época las especies cinegéticas abundaban y este animal quedaba
relegado a un segundo plano; aunque en algunos lugares como en Mazagón, su
carne estaba catalogada como un manjar exquisito, y el olor del guiso de lince
que desprendían las ollas de muchas chozas —no ya de Mazagón sino de todos
los pueblos forestales limítrofes—, despertaba la secreción del jugo gástrico a
propios y extraños, eso que vulgarmente solemos llamar: se me hace la boca agua.
Una vez desollado y limpio, el animal se colgaba al sereno en las puertas de las
chozas para orearlo y reblandecerlo, y al día siguiente su exquisita carne blanca
era cocinada al fuego del carbón de leña.

El ejemplar de la fotografía que ilustra este artículo fue cazado en


Mazagón en 1955. Los cuatro hombres que posan orgullosos junto al trofeo —que
más que un lince parece un tigre por su enorme tamaño—, son de izquierda a
derecha: el guarda forestal Antonio Montiel Rojas, el compadre de Montiel,
Antonio, el cartero de Mazagón, Juan Rodríguez Delgado, y el guarda mayor, José
Gómez Alfaro. La carne de este animal fue el plato estrella en el convite de la
boda del guarda forestal, Alonso Martín Díaz.

La desaparición del lince empezó a ser más preocupante entre los años 50-
60. El Decreto del Ministerio de Agricultura, de 11 de agosto de 1953, declaraba
obligatoria la creación de las Juntas de Extinción de Animales Dañinos en el plazo
de dos meses, a partir de su publicación en el Boletín Oficial. Las Juntas se debían
constituir con carácter obligatorio en todas las provincias españolas. Estas
entidades, además de compensar económicamente la captura de las alimañas,
adjudicaban también un reconocimiento público en función de las piezas cazadas
y del grado dañino de las mismas. A estas capturas orquestadas por el Estado
hubo que sumarle también la comercialización de su piel, muy bien cotizada, que
animó a los cazadores a poner el dedo en el gatillo para llevarla al mercado
peletero. Y lo curioso de todo esto, es que la misma Administración Pública que
antaño fomentó y premió su exterminio, realiza ahora inversiones millonarias
para protegerlo.

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El lince en los montes de Mazagón José Antonio Mayo

En esta fotografía, que fue tomada por la pareja de la Guardia Civil de


Mazagón, un lince adulto se refugia en lo alto de un pino al advertir la presencia
humana. A este lince adulto le acompañaba otro adulto más junto con tres crías
que salieron huyendo.

Afortunadamente, el 14 de julio de 1966 el Consejo de Pesca Continental,


Caza y Parques Nacionales prohibió su caza en España, y desde 1985 la
Administración del Estado, la Junta de Andalucía, y diversas ONGs realizan
campañas para su conservación, contribuyendo a aumentar el grado de
concienciación social.

Ver un lince hoy en los montes de Mazagón no es cosa fácil, aunque los
amigos de la naturaleza, asiduos visitantes de nuestros parajes, que saben por las
zonas donde campea, han tenido la oportunidad de encontrarse con él en más de
una ocasión, luciendo ese collar de radiotransmisores por el que son localizados
por los biólogos de Doñana.

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El lince en los montes de Mazagón José Antonio Mayo

Foto: Santi el Jefe

Este precioso ejemplar fue fotografiado por un vecino de Mazagón en el


monte de Los Cabezudos. El felino no salió huyendo como era de esperar y se
dejó fotografiar tranquilamente. Según información posterior del Departamento
de Gestión del Lince de la Agencia de Medio Ambiente y Agua de la Junta de
Andalucía, es una hembra de 12 años de edad llamada “Fraguel”.

José Antonio Mayo Abargues

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