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Subsidio elaborado por la comunidad

del Prenoviciado Interdistrital Lasallista.


25 de noviembre de 2009

ORAR CON LOS SALMOS


1.- Introducción.

El número de salmos que aparecen en la Biblia es de 150. Los salmos


cantan las diversas experiencias de los hombres y mujeres de todos los tiempos:
su miseria y debilidad; los dones recibidos de la bondad y magnificencia del
Creador; la opresión y la angustia que pesan sobre el corazón humano cuando lo
circundan los enemigos y los malvados de todo tipo; entusiasmos y desilusiones;
fe y dudas; victorias y derrotas; amor por la ciudad y por el pueblo de Dios, amor
por los amigos y temor de nuestros enemigos.

En los salmos estos deseos expresan el deseo de ver pronto la victoria de


Dios sobre las fuerzas adversas y demoledoras. Los sentimientos y las situaciones
presentes en los salmos son entonces comunes a los hombres de todos los
tiempos.

Los salmos están escritos para ponernos en diálogo con Dios, llamándonos a
entrar en el diálogo que los salmistas tenían con él: ayudando a quien los rece a
entrar en contacto con Dios mediante su fe y su espiritualidad. Por eso, algunas
veces los salmistas conversan con Dios, a quien ven presente y operante en la
naturaleza, por ejemplo, el Salmo 104 (103).

La fe de los salmistas nos dice que Dios nos ama de verdad, es nuestro
amigo, está cercano a nosotros y quiere ser nuestra esperanza en medio de los
avatares de la vida. La esperanza del hombre que aspira a ser feliz, que anhela
ser curado de algún mal o enfermedad, el deseo de obtener la pureza del alma y
la vida. La esperanza de vivir siempre con Dios, la esperanza de habitar en un
mundo más justo y más bello.

Ésta es la esperanza que invade el corazón del salmista, aunque lo


amenazan las tempestades, miedos, dudas, angustias. Es una esperanza llena de
confianza: la confianza de quien sabe que tiene como aliado a Dios mismo, el Dios
poderoso y fiel, el Dios que aunque es misterioso, es también amigo y padre, el

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Dios siempre cercano, aún cuando los signos de su presencia a veces no nos
digan nada, y precisamente ese silencio de Dios convierte la oración en un grito
en medio del desierto, una lucha entre las tinieblas que nos rodean y la luz de la
fe y de la esperanza (Salmo 22 [21]).
Los salmos buscan infundir mucha confianza en nuestro corazón
y en nuestra vida cristiana. Ellos se hacen también nuestra propia voz
para alabar al Señor, para decirle gracias por todo, para recordarlo en
los momentos de angustia, de dolor, así como en los días de alegría y
bienestar; para disponernos a recibir su perdón y otros signos de su
amor; para pedirle al Señor que no aleje de nosotros su rostro
misericordioso, aunque seamos débiles, pecadores, inconstantes,
incoherentes, tenemos deseos de colaborarle en la construcción de un
pueblo menos alejado de su Ley y de su bondad.

Así los salmos se vuelven oración – encuentro – diálogo entre Dios y el


hombre. Son la expresión de la amistad de Dios con nosotros y de nuestra
amistad con Él. Se vuelven y son la voz de Dios para nosotros y la voz de nuestra
alabanza, de nuestra invocación, de nuestro dolor, de nuestra confianza en Él. A
través de los salmos, que brotaron de la fe de poetas de hace tantos siglos
(comenzando con David), Dios se acerca y nos acoge en sus brazos, para darnos
el consuelo de su amistad y para prepararnos para disfrutar de su gozo infinito.

2.- Para orar con los salmos

Pasos que se pueden seguir :

Proponemos un sencillo esquema, para la oración grupal con los salmos,


que podrá ser modificado introduciendo elementos creativos diferentes, las
circunstancias, inspiraciones y necesidades que implique el salmo a meditar y las
necesidades de la comunidad. Puede constar de las siguientes etapas, aunque
cada grupo podrá innovar o introducir elementos distintos:

A) Ambientación:
El animador acoge a todos animándolos a... "recogerse," a entrar en
oración; haciéndoles sentir la presencia del Señor; moviéndolos al
arrepentimiento de sus culpas; invitándolos a "invocar al Espíritu"... a través de
un canto, de una reflexión o de una frase del salmo (que sea breve, claro y
conciso).

B) Escucha de la Palabra de Dios:


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Sensibilizar de nuevo hacia la "escucha"... la comunidad, un miembro del
grupo o el animador ya preparado, recitan el salmo elegido (es fundamental que
se lea bien), y se entra así, una vez terminado el salmo en el oasis del "silencio".

En él podemos: "recordar”, esto es, repetimos despacio alguna frase, alguna


palabra, alguna idea que nos haya impactado... - "Acompañar", a la palabra por
zonas o situaciones de nuestro vivir que se den un tanto secas, grises, muertas...
- "Dialogar con el Señor".
Devolviéndole su Palabra, recordemos que sólo sabemos decirle
lo que él nos sugiere, "amar", esto es lo más importante. Durante este
espacio de tiempo amemos y sintámonos amados….- Mediante una
mirada, una simple palabra, un silencio, ya que sobre todo debemos...
"callar", sentirnos simplemente en su presencia en unión de los
hermanos. Como cuerdas distintas de una misma lira... Podemos
también salpicar el silencio con algún "mantra" cantado, o siguiendo
un canto que nos guíe a interiorizar, a meditar.

C) Oración Compartida:
Conviene diferenciar este momento del anterior. Compartir es una parte
"muy importante" de la oración del grupo, canaliza las ventajas que supone
"hacer algo en compañía", facilita la sintonía dentro de "un solo corazón orante",
presta, poco a poco, cohesión al grupo y potencia su progreso. Compartir consiste
en conversar en clave de petición, agradecimiento, alabanza o adoración, aquello
que uno ha experimentado al orar. El Espíritu nos habla muchas veces a través
del que esta al lado, de las aportaciones de cada cual, por tal razón, el animador
puede motivar al grupo a que de manera libre y espontánea, compartan su
oración, su experiencia en ella, las luces que encuentra, etc., recordemos que
cada quien tiene su propia percepción, y a cada cual Dios le habla de manera
distinta.

En las expresiones manifestadas se puede invitar a que a cada intervención


(según sea el caso), se puede responder:
- Repitiendo la clave: te lo pedimos, te damos gracias, alabado seas,
bendito seas Señor.
- También se puede recitar o cantar una antífona conocida por todos.

D) Momento final:
No se puede romper de improviso una de estas experiencias, la oración no
se debe de terminar de una forma tajante: nadie termina bruscamente una
conversación con un amigo; el animador debe mentalizar a todos en este sentido.

El mismo animador puede expresar en una "oración final" todo lo dicho, o


preparar una oración, un canto, para que en grupo cierren la oración (solemos
terminar con: el rezo en común del Padre Nuestro o un canto a la Virgen María).

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3.- Anexos

1.- Te ofrecemos también una serie de salmos en presentaciones de PPT como


alternativa para animar la oración, descargarlo de: http://www.guko.com.mx

2.- Un listado con los tipos de salmos e intención o finalidad de los mismos:

Cuando Dios te parezca algo lejano: Salmos 59 y 138

Cuando te asalte la duda: Salmo 108

Cuando sientas necesidad de orar: Salmos 6, 20, 22, 25, 42 y 62

Cuando estés enfermo: Salmos 6, 32, 38 y 40

Cuando estés tentado: Salmos 16, 31, 34, 37 y 38

Cuando estés alegre: Salmos 8,97 y 99

Cuando estés en medio de la prueba: Salmos 4, 27, 55, 60 y 90

3.- Algunos libros que te pueden ayudar a enriquecer tu oración:

* Salmos de un corazón joven- Emilio L. Mazariegos.


* Los salmos – Salvador Carrillo Alday.
* Orar con los Salmos- Carlos G. Vallés.
* Piel adentro de los salmos- Emilio L. Mazariegos.

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