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La abominación desoladora.
Lo primero que quiero hacer notar es que nuestro Señor Jesucristo hizo
referencia a la "abominación desoladora" anunciada por el profeta
Daniel, en su sermón escatológico (Mal. 24:15; Mar. 13:14; cf. Luc.
21:20), que tenía que ver con el fin de la nación judía como pueblo de
Dios, incluyendo a la ciudad de Jerusalén y el santuario, y que también
tiene que ver con el fin del mundo.
En otras palabras, el sermón del Señor Jesús en Mateo 24, Marcos 13 y
Lucas 21 tiene un doble cumplimiento. El primero ya tuvo lugar en los
eventos que culminaron con la destrucción de Jerusalén y del santuario
en el año 70 d. C. El segundo tendrá lugar en los eventos que van a
culminar con la destrucción del mundo.
Estas dos grandes crisis fueron predichas por nuestro Señor Jesús para
contestar las dos preguntas que le hicieron sus discípulos. La primera
tenía que ver con el tiempo de la destrucción del templo: "¿Cuándo
sucederán estas cosas?" Y la segunda tiene que ver con eventos
indicadores de la segunda venida de Jesús: "¿Cuál será la señal de tu
venida y del fin del mundo?"
Para confirmar este punto de vista veamos algunos ejemplos del uso
del término shiqqus en el Antiguo Testamento. En 1 Reyes 1 1:5 dice:
"Porque Salomón siguió a Astoret, diosa de los sidonios, y a Milcom,
ídolo abominable (shiqqus) de los amonitas". También. en el versículo
7 dice: "Entonces edificó Salomón un lugar alto a Quemos, ídolo
abominable de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusa-lén, y a
Moloc, ídolo abominable (shiqqus) de los hijos de Amón" (véase
también 2 Rey. 23:13). Es muy claro en estos dos pasajes que shiqqus
tiene que ver con un ídolo pagano.
La expresión temporal "tiempo del fin" (et qes), es exclusiva del libro
de Daniel (Dan. 8:17; 11.-35, 40; 12:4, g). Sin embargo, la palabra qes
(fin) por sí sola aparece en otros libros del Antiguo Testamento; y por
el uso que se le da en esa sección de la Biblia, se puede concluir que
ese término tiene un significado escatológico. Por ejemplo, en Amós
8:2 qes indica el fin del reino de Israel del norte; y en Ezequiel 7:2, 6
qes indica el fin del reino de Judá (véase también Habacuc 2:3). En
base a estos ejemplos, y al contexto de la visión de Daniel 8, me
inclino a pensar que en Daniel 8:17 la expresión "tiempo del fin" puede
referirse al fin de la nación judía como pueblo de Dios y también al
período final de la historia de nuestro mundo. En cambio, en otros
contextos la expresión "tiempo del fin" no puede referirse más que al
período final de la historia humana que ha sido determinado por Dios
(Dan. 11:40-12:4).
Si la imposición del día de descanso papal (domingo) tiene que ver con
la "abominación desola-dora" de Daniel 12:11, ¿a qué se refiere el
"continuo" que será quitado?
Si el "continuo" tiene que ver con el culto del Dios verdadero, y "el
sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino", entonces
es muy probable que el sábado como día de reposo del Dios verdadero
esté en juego en Daniel 12:11.
Conclusión
Guillermo Miller (1782-1849), por su parte, creía (1) que tanto los
1.290 como los 1.335 años habían comenzado en el año 508, cuando
Clodoveo obtuvo su victoria sobre los ostrogodos arrianos, paso
decisivo en la unión de los poderes político y eclesiástico para castigar
a los "herejes" por parte del catolicismo medioeval; (2) que los 1.290
años se habían cumplido en 1798, con la detención del papa Pío VI por
parte del ejército francés; y (3) que los 1.335 años se extendieron
otros 45 años más hasta la conclusión de los 2.300 años de Daniel 8:14
en 1843/1844.2 Los primeros adventistas observadores del sábado
conservaron esa interpretación, 3 y así se convirtió en la posición
histórica de la Iglesia Adventista hasta el día de hoy.4
Por más interesantes que puedan parecer estas teorías, existen por lo
menos cinco razones básicas que nos impiden aceptarlas.
Este paralelismo comprueba que los 1.290 días y los 1.335 días de
Daniel 12:11 y 12 participan de la misma naturaleza profético-
apocalíptica que el "tiempo, tiempos y medio tiempo" de Daniel 7:25, y
las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8:14. Por lo tanto, si aplicamos
el principio de día por año a los períodos proféticos de Daniel 7 y 8,
también lo debemos aplicar a los períodos de Daniel 12, por que todos
estos períodos están relacionados de alguna manera entre sí, y la
descripción de cada visión indica un solo cumplimiento para el período
profético que le corresponde.
La teoría de que tanto los 1.290 como los 1.335 días comienzan con el
futuro decreto dominical, se basa en la suposición de que en Daniel
12:11 las expresiones "continuo sacrificio" y "abominación desoladora"
significan respectivamente sábado y domingo. Esa suposición también
carece de base bíblica.
Conclusión
Es evidente, por lo tanto, que la teoría del cumplimiento futuro de los
1.290 y los 1.335 días (1) se basa en una lectura parcial y tendenciosa
del Espíritu de Profecía; (2) vulnera el paralelismo profético-literario del
libro de Daniel; (3) se basa en una interpretación no bíblica del término
hebreo tamid ("diario", "continuo"); (4) refleja la interpretación
jesuítico-futurista de la Contra Reforma católica; y (5) pasa por alto las
advertencias del Espíritu de Profecía contra la tentativa de extender el
cumplimiento de toda profecía de tiempo más allá de 1844.
En una época cuando los vientos de las falsas doctrinas están soplando
con mucha intensidad (véase Efe. 4:14), "de tal manera que
engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos" (Mat. 24:24), sólo
estaremos seguros si nos encontramos fundados sobre la clara e
inamovible Palabra de Dios. Toda "nueva luz", para que sea verdadera,
debe estar en perfecta armonía con el contexto general de las
Sagradas Escrituras y de los escritos inspirados de Elena G. de
White.21 Los atalayas del pueblo de Dios jamás deberían permitir que
las conjeturas y las especulaciones humanas les impidan darle a la
trompeta un sonido certero. (Véase Eze. 33:1-9; 1 Cor. 14:8).
Referencias
1Le Roy E. Froom, The Prophectic Faith of our Fathers (Washington DC:
Review and Herald, 1954), tomo 4, 205, 206.
4Véase, por ejemplo, Urías Smith, "Synopsis of the Present Truth, No.
12" (Sinopsis de la verdad presente, No. 12), Review and Herald, 28 de
enero de 1858, 92, 93; Stephen N. Haskell, The Story of Daniel the
Prophet (La historia de Daniel, el profeta, Berrien Springs, MI: Advocate
Publishing Company, 1903), 263-265; J.N. Loughborough, "The Thirteen
Hundred and Thirty-Five Days" (Los mil trescientos treinta y cinco
días), Review and Herald, 4 de abril de 1907, 9-10; Urías Smith, The
Prophecies of Daniel and Revelation (Las profecías de Daniel y el
Apocalipsis), edición revisada (Washington, D.C.: Review and Herald,
1944), 330,331; George M. Price, The Greatest of the Prophets: a New
Commentary on the Book of Daniel (El más grande de los profetas: un
comentario acerca del libro de Daniel, Mountain View, CA: Pacific
Press, 1955), 337-342; Araceli S. Melo, Testemunhos Históricos das
Profecias de Daniel (Testimonios históricos de las profecías de Daniel,
Río de Janeiro: Laemmert, 1968), 727-728; Francis D. Nichol, editor,
The Seventh-day Adventist Bible Commentary (El comentario bíblico
adventista, edición revisada, Washington, D.C.:Review and Herald,
1977) tomo 4, 880, 881; Vilmar E. González, "Os 1290 e 1335 dias em
Daniel 12" (Los 1.290 y los 1.335 días en Daniel 12), Revista
Adventista, septiembre de 1982, 43-45; Jacques B. Doukhan, Daniel:
the Vision of the End (Daniel: la visión del fin, edición revisada, Berrien
Springs, MI: Imprenta de la Univerdidad Andrews, 1989), 153; William
H. Shea, "Time Prophecies of Daniel 12 and Revelation 12-13"
(Profecías relativas al tiempo en Daniel 12 y Apocalipsis 12 y 13), en
Frank B. Holbrook, editor, Symposium on Revelation -Book 1 (Simposio
acerca de Apocalipsis - Tomo 1), Serie producida por la Comisión
acerca de Daniel y Apocalipsis, tomo 6 (Silver Spring, Maryland,
Instituto de Invetigación Bíblica de la Asociación General de los
Adventistas del Séptimo Día, 1992), 327-360; William H. Shea, Daniel
7-12: Prophecies of the End Time (Daniel 7 al 12, profecías relativas al
tiempo del fin; El Amplificador de la Vida Bíblica Abundante, Boise,
Indiana: Pacific Press Publishing Association, 1996), 217-233.
11Damsteegt, 169.
ARMAGEDÓN: Su ubicación y
significado
Por William H. Shea
No sólo las fechas vinculadas con esta campaña indican que los persas
no se preocuparon por desarrollar un esquema tan elaborado como el
que pinta Herodoto, sino que el mes en que ocurrió demuestra que tal
estratagema era innecesaria. La corriente del Eufrates está en su
mayor reflujo en Tisri, por lo que la misma naturaleza preparó la ruta
del río para que los persas ingresaran en la ciudad. De este modo, un
rey del este - Ciro - penetró victorioso en Babilonia gracias a la bajante
de las aguas del Eufrates. Este episodio condujo a la liberación del
pueblo de Dios, porque Ciro fue, el que permitió que los judíos en el
exilio regresaran a su tierra (Esd. 1-2).
El punto aquí es que Yawéh, el Dios que lo controla todo y emplea los
elementos de la naturaleza para que sirvan a sus propósitos, trajo la
tormenta de lluvia que anegó el Cisón y lo desbordó. La lluvia y el río
desbordado transformaron el valle de Jezreel en un lodazal donde los
carros cananeos se empantanaron y no pudieron maniobrar. De este
modo, Dios le dio a su pueblo una gran victoria junto a las "aguas de
Meguido".
Por analogía con este marco histórico y con la cadena constructiva del
genitivo posesivo, "las aguas de Meguido" y el "monte de Meguido"
debieran estar cerca de la ciudad. Meguido estaba ubicada al pie de la
falda norte de la zona a la que los geógrafos modernos de Palestina
denominan comúnmente como la cadena montañosa del Carmelo.
Sinembargo, la Biblia no utiliza jamás esta terminología específica. La
referencia al Carmelo aparece veinte veces en el Antiguo Testamento,
y en dieciséis de ellas aparece como un nombre de lugar sin estar
conectado con un determinativo como "monte" o "montañas". En tres
de las dieciséis veces se lo compara poéticamente con Basán y
Transjordania (Isa. 33: 9; Jer. 50:1 9 y Neh. 1: 4), y en una ocasión se lo
compara con Sarón, la planicie que se extiende hacia el sur (Isa. 35: 2).
Conclusión