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DISCURSO DEL PRESIDENTE DE LYDC EN ACTO EN DEFENSA DE LA


LIBERTAD DE EXPRESIÓN EN INTERNET

La Asociación para la defensa de las Libertades y los Derechos civiles ha


decidido apoyar esta iniciativa porque consideramos que el Proyecto de Ley de
Economía Sostenible supone una intolerable vulneración de los derechos
fundamentales de las personas. En efecto, este proyecto de Ley pretende
implantar un Guantánamo digital, un régimen de libertad condicional para los
internautas que sustituye el imperio de la ley por la inoculación del miedo a los
“peligros de la selva digital” y fomenta los privilegios de los nuevos kapos
encargados de la cibervigilancia de los campos de concentración digitales. No
es un caso aislado en el mundo, pero no por ello menos escandaloso.

Según un informe de reporteros sin fronteras, en 2009 unos sesenta países


ejercieron algún tipo de censura en la Web, el doble que el año anterior.

Los once “Enemigos de Internet” (Arabia Saudita, Birmania, China, Cuba,


Egipto, Irán, Uzbekistán, Siria, Túnez, Turkmenistán y Vietnam) que aparecen
en este informe han transformado sus redes convirtiéndolas en una Intranet, en
auténticos guetos digitales (UzNet, Chinternet, TurkmenNet, etc.) impidiendo
que los internautas accedan a las informaciones que ellos consideran
“indeseables”. La Web 2.0 se enfrenta al control 2.0.

Los internautas son los nuevos mártires de esta creciente represión. Por
primera vez desde la creación de la Internet, cerca de 120 blogueros,
internautas y ciberdisidentes se encuentran detrás de las rejas por expresarse
libremente en línea. Las mayores cárceles del mundo para los ciudadanos en
red son China, que encabeza la lista con 72 detenidos, seguida de Vietnam e
Irán, que en los últimos meses han emprendido brutales oleadas de arrestos.

Cada vez más Estados crean legislaciones represivas y empiezan a aplicarlas.


Es el caso de Jordania, Kazajstán, Afganistán e Iraq. Las democracias
occidentales no escapan de esta fiebre reguladora de internet. En nombre de la
lucha contra la pornografía infantil o por el respeto del derecho de la propiedad
intelectual, se está aprobando normas restrictivas de la libertad de expresión en
Australia, Francia, Italia y Gran Bretaña. Entre los “países bajo vigilancia” se
encuentran algunas democracias. Australia, por la próxima implantación de un
sistema avanzado de filtrado de la Web, y Corea del Sur, donde leyes muy
estrictas controlan a los internautas, cuestionando su anonimato e incitando a
la autocensura.

Así, en Australia, desde 2006 está en discusión un proyecto de ley que obligará
a todos los proveedores de acceso a filtrar la conexión a Internet en cada
residencia, estableciendo dos conexiones, una para adultos y otra para niños

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con filtros severos y secretos con el fin de descartar cualquier contenido


“inapropiado” en nombre de la lucha contra pederastia, la pornografía y la
difamación, y en defensa de los derechos de autor. Desde 2001 la ley permite
que una agencia gubernamental intercepte cualquier correo electrónico o e-mail
sospechoso de terrorismo, y que lleve a cabo investigaciones no sujetas a
control jurisdiccional.

En Corea del Sur, uno de los países más conectados del planeta, también ha
recurrido a medidas desproporcionadas para regular la red de redes. El 7 de
enero de 2009 detuvieron a un blogger, apodado Minerva, por haber afectado a
“los intercambios económicos en los mercados”, así como a “la credibilidad de
la nación”, con unos artículos que publicó en uno de los foros de discusión más
importantes del país prediciendo la caída de Lehman Brothers y el derrumbe
del won (la moneda oficial coreana). Esta misma semana la prestigiosa revista
the economist se felicita por la introducción de la regulación antipiratería de
Corea del Sur.

A escala internacional, el acuerdo ACTA, destinado a luchar contra la


falsificación y la piratería, se negocia de manera confidencial, sin consultar a
las ONG ni a la sociedad civil. El borrador de dicho acuerdo propone instaurar
medidas que potencialmente atentan contra la libertad, como la instauración de
un sistema de filtrado no sometido a una decisión de justicia o penalizar a los
usuarios con cortes de desconexión.

Los países escandinavos han elegido un camino distinto. En Finlandia, el


decreto nº732/2009, que entrará en vigor el 1 de julio de 2010, convierte el
acceso a Internet en un derecho fundamental de todos los ciudadanos.
Conforme a dicho texto, cada ciudadano deberá beneficiarse de una conexión
de por lo menos 1 megabit. En 2010, deberá ser como mínimo de 100
megabits. Por su parte, el Parlamento islandés examina actualmente una
propuesta de ley ambiciosa, “Icelandic Modern Media Initiative” (IMMI),
destinada a proteger las libertades en la Internet, garantizando así la
transparencia y la independencia de la información. Sus principios se basan en
la protección de las fuentes de los periodistas y blogueros, el whistleblowing
como medio para conocer fraudes y situaciones irregulares en las empresas, la
libertad de expresiónEn caso de adoptarla, Islandia se convertiría en un paraíso
cibernético para blogueros y los periodistas que trabajan en la red.

Pues bien, el actual gobierno español ha elegido el camino del control 2.0. La
disposición adicional primera de la LES restringe el principio de libre prestación
de servicios que recoge la Directiva 2000/31 sobre comercio electrónico y las
normas del mercado interior de la UE al otorgar unas prerrogativas exorbitantes
a la industria en detrimento de las libertades individuales y de los beneficios
que produce el intercambio de ideas, bienes y servicios en un mundo
globalizado.

Porque Internet no es más que eso: difundir ideas y conocimiento, lo que ofrece
un sinfín de nuevas oportunidades de negocio, ocio e intercambio cultural.
Internet es libertad. Es vergonzoso que un Gobierno pretendidamente
democrático claudique ante las presiones de una codiciosa oligarquía que se

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niega a adaptar su obsoleto modelo de negocio a los imparables avances


tecnológicos, políticos, sociales y económicos de la sociedad de la información.

Para ello, está dispuesto no sólo a anteponer los intereses económicos de la


industria discográfica y editorial a los intereses generales sino a vulnerar el
secreto de las comunicaciones (art. 18.3 CE), el derecho a la intimidad y a la
protección de los datos personales (art. 18.4 CE) y a someter en definitiva a
los ciudadanos a un estado policial en donde los ciudadanos somos
considerados infractores hasta que un Tribunal diga lo contrario tras un largo
peregrinaje judicial. Un claro ejemplo lo tenemos con el canon digital que se
incluyó mediante modificación de la Ley de Propiedad Intelectual (Ley 23/2006)
y que presupone la culpabilidad de los consumidores por el mero hecho de
adquirir un simple CD o USB.

De este modo, el proyecto instaura una sección segunda de la Comisión de


Propiedad Intelectual del Ministerio de Cultura, un Tribunal de Excepción en
manos de comisarios políticos y de las entidades de gestión, que podrá acordar
el cierre indiscriminado de páginas web cuando existan contenidos que puedan
vulnerar, a juicio de las SS, la propiedad intelectual por parte de un prestador
de un servicio con ánimo de lucro, directo o indirecto, o de quien pretenda
causar un daño patrimonial. Se vulnera así lo dispuesto por el artículo 20.5 de
la CE que dice que sólo podrá ordenarse el secuestro de publicaciones,
grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial. La
inclusión a última hora de los Juzgados Centrales de lo contencioso
administrativo como ejecutores de las decisiones de las SS no es más que una
cortina de humo para ocultar la imposición de la censura y la utilización
partidista de los Tribunales de Justicia. No se entiende que una materia
reservada por la LOPJ a los Tribunales de lo mercantil o, en su caso, de lo
penal, que por otro lado han venido rechazando las demandas en vía penal y
las medidas cautelares en los Tribunales mercantiles de las entidades de
gestión de derechos en el intercambio de archivos entre particulares, se deba
dirimir en la vía administrativa. Salvo por el interés del Gobierno de pagar los
favores a la industria de los medios de comunicación.

Por estas razones, entendemos que el proyecto de Ley de Economía


Sostenible aprobado por el Gobierno es una vulneración flagrante e inaceptable
de la libertad de expresión tal y como se configura en el artículo 10 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Los derechos de explotación de las obras artísticas no son derechos


fundamentales, sí los derechos morales cuya protección es menor porque limita
las expectativas económicas de los grupos multimedia. Así, sólo la producción
y creación literaria, artística, científica y técnica es merecedora de tal
consideración. Sí es, sin embargo, un derecho fundamental el derecho de
acceso a internet como una proyección de la libertad de expresión y del libre
desarrollo de la personalidad. Internet es además una herramienta que fomenta
la participación política y sabemos que no hay libertad sin libertad política.
Desde la Plataforma Libertad2.0 reclamamos una reforma en profundidad de
los derechos de autor que sea compatible con los avances tecnológicos y el

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progreso en una sociedad abierta y libre de los obstáculos que pretende erigir
el oligopolio de la industria multimedia.

En la antigua Grecia aquellos que proponían leyes injustas y contrarias a la


moral eran acusados de impiedad y condenados en el mejor de los casos al
ostracismo, la Asociación para la Defensa de las Libertades y Derechos Civiles
anuncia que, de continuar el Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible, se
iniciarán las acciones penales pertinentes en defensa de los derechos y
libertades de los ciudadanos (art. 55.2 CE). Además, lanzaremos una campaña
para que los ciudadanos denuncien a Google ante la Comisión de propiedad
intelectual.

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