36 INTERNACIONAL
«La Europa cotidiana es aburrida, sin
drama, víctima de su propio éxito»
Timothy Garton Ash š Profesor de Estudios Europeos de Oxford (Reino Unido)
Garton Ash, uno de los
analistas auténticamente
europeos más
respetados, repasa la
mayoría de edad de la
nueva Europa, 18 años
después del desplome
del Oriente comunista y
la reunificación alemana
POR RAMIRO VILLAPADIERNA
ENVIADO ESPECIAL
OXFORD. Han pasado 18 años
que cambiaron Europa, desde
que el Este y el Oeste alemán
volvieron a mirarse al espejo.
La reconciliación del continen-
te empezó con la lucha obrera
de Solidaridad en Polonia y si-
guió el sacrificio de intelectua-
les; miles de europeos votaban
ya con los pies cuando se cortó
la primera alambrada austro-
húngara; los fuegos artificia-
les sobre el Muro de Berlín tra-
Europa conmemora el 90
aniversario del final de la
Primera Guerra Mundial
JUAN PEDRO QUIÑONERO
CORRESPONSAL
PARÍS. El príncipe Carlos In-
glaterra, el presidente francés
Nicolas Sarkozy y el presiden-
te del Bundesrat alemán, Pe-
ter Müller, presidieron ayer
las ceremonias de conmemora-
ción del 90 aniversario del ar-
misticio de 1918, que puso fin a
la Primera Guerra Mundial. El
presidente de la Comisión euro-
pea, José Manuel Durao Barro-
so, y el presidente de la Eurocá-
mara, Hans-Gert Pöttering,
participaron también en unos
actos bajo el signo de Europa y
la reconciliación de los pue-
blos europeos.
Unos y otros honraron la
El recuerdo del siglo XX europeo
jeron por fin la primavera a
Praga, en otoño, y derribaron a
Ceaucescu y abrieron Albania.
Sólo Yugoslavia se enrocó, has-
ta hacerse sangre. Timothy
Garton Ash, que fue correspon-
sal de a pie antes que profesor
de Estudios Europeos en la uni-
versidad de Oxford, repasa con
ABC el tiempo, las lecciones, y
las oportunidades perdidas.
—¿Le da reparo hacer del perio-
dismo Historia, y además en la
prensa?
—La Historia sucede en la ca-
lle, en el presente. Pero me
guardo mucho de caer en ese
«columnismo» que es una nue-
va ideología periodística, de ha-
cer política de aficionados.
—Dice que Rusia reafirma osten-
tosamente su poder.
—Asistimos a un momento en
el que la política postmoderna
de la UE se encuentra con la po-
lítica del siglo XIX de Rusia o
de Serbia. Un tiempo en que la
soberanía no es absoluta sino
negociable. Donde Kosovo rea-
liza a la vez una declaración de
independencia y de dependen-
cia de todas las instituciones
internacionales. Un tiempo
que convive con la política del
siglo XIX, en la que —como la
virginidad— es el todo o nada:
o eres ruso y controlas todo, o
no eres nada. Y este choque
marcará este comienzo de si-
glo. Los rusos piensan que este
siglo va a ser como el XIX, un
mundo de potencias soberanas
memoria de los 10 millones de
soldados muertos durante 52
meses de conflicto, caracteri-
zado por una violencia atroz,
desconocida en el mundo de la
época, y para el que fueron mo-
vilizados 65 millones de jóve-
nes europeos.
Las honras debidas a todos
los caídos de todas las patrias y
naciones, de todas las sensibili-
dades, celebradas para recor-
dar una inmensa tragedia, rin-
dieron homenaje la memoria
histórica común: todos los caí-
dos de ayer recibieron las pala-
bras, oraciones y recuerdo debi-
dos al sacrifico de los muertos
enterrados en una tierra y una
nueva patria de todos, Europa.
y militares.
—¿La UE no es lo uno ni lo otro?
—Para nosotros, la UE es ya ob-
via, una dirección a seguir. Pe-
ro, en Moscú, no es nada. Peor,
es algo ambiguo.
—¿No es tan admirada?
—La historia de la UE en estos
30 años es de un éxito extraordi-
nario, Adenauer no lo hubiera
imaginado. Pero también es
víctima de su propio éxito si los
jóvenes la toman como una his-
toria terminada y fuera de ella
creen que todo era la amplia-
ción. Nos congratulamos como
si todos nos mirasen con envi-
dia. Pero ahora hay más compe-
tencia: la UE es sólo un modelo,
pero en Rusia triunfa una de-
mocracia no liberal. Europa ne-
cesita un nuevo propósito des-
pués de su reunificación.
—¿No se percibe un nuevo nacio-
nalismo?
—En un mundo globalizado
hay una fascinación por ser di-
ferente, y esto tiene curso polí-
tico. Esto me preocupa menos
que una política populista y de
escapismo que se aprovecha de
lo identitario. Pero reconozco
que el día a día burgués en la
UE cotidiana es aburrido, care-
ce de drama. Y entonces tener
tu propio pasaporte se convier-
te en un lujo a conseguir.
—Tras la Ampliación de la UE, ¿no
se produce una reacción?
—Ha sido buena para Europa,
porque el tamaño importa. Y
ha funcionado bastante mejor
Sarkozy, ayer, frente a las tumbas de soldados franceses en Douaumont, cerca de Verdún
de lo que se pensaba. Como de-
cía Otto de Habsburgo, las nue-
vas democracias traerían sa-
via nueva y otra sensibilidad
hacia la libertad, pero menos
entusiasmo que España y Por-
tugal. El proceso de Amplia-
ción ha sido remarcable, pero
no va a funcionar igual de rápi-
do con 27 miembros.
—¿Qué hay de cierto en las dos
Europas de Rumsfeld?
—Él lo dijo para separar, pero
es cierto que la UE de 27 es más
atlantista. Aunque es más com-
plejo que decir si Polonia o los
checos son pro-americanos. El
presidente francés, Nicolas
Sarkozy, lo es tanto o más, y en
el Este también hay un gran
pro-europeísmo.
—¿Se puede exportar la democra-
cia, como creía Bush?
—Creo en promover la demo-
cracia y creo en la ayuda a
otros países. Pero no se puede
imponer, tiene que ser una am-
bición propia. Así funcionó en
Europa Central, y la UE ha te-
nido una gran influencia.
La Unión Europea
también es un imperio,
y lo crucial es ver cómo
lleva su influencia al
Cáucaso y a Oriente
Medio, su frontera
MIÉRCOLES 12š11š2008 ABC
—¿En Washington permanece un
«wilsonianismo» iluso?
—La cuestión es si impones o
ayudas. Irak o Afganistán son
un modelo colonial. En Kosovo
vemos un imperialismo con-
sentido.
—¿Un imperio de la UE?
—La UE es un imperio tam-
bién, importante y consentido.
Hace 50 años su propósito era
unificador. Ahora, el único pro-
pósito que le queda es ver qué
hace la Unión Europea en el
mundo, fuera de ella misma en
los próximos 50. Y lo crucial
hoy es cómo llevar esa influen-
cia al Cáucaso y Oriente Me-
dio, nuestra frontera inmedia-
ta.
—La España presente, ¿es euro-
pea?
—Los españoles hiperpolitiza-
dos deben aprender con Kunde-
ra que la vida está en otra parte.
—¿Cuál puede ser el proyecto de
la UE?
—Lo tiene ya: el ecosistema,
las nuevas fuentes de energía,
la modernización, las liberta-
des, la tolerancia y el antinacio-
nalismo, y la paz en Oriente
Medio. No están mal.
—¿Falta una historia común?
—Bajo la visión debe haber
una realidad. Sigue siendo un
desafío hablar de unidad en la
diversidad cuando el primer es-
pacio de integración es todavía
la nación. Hace falta la histo-
ria europea, pero también la
nacional.
—¿Hay una identidad europea?
—La identidad es mejor cuan-
do no se define. Pero hace falta
un sentido ciudadano, de dere-
chos y deberes, común; y que to-
dos sepan un idioma común.
—¿No habrá identidad común sin
enemigo común?
—Ya lo tenemos. Y no es Bush,
el enemigo es nuestro propio
pasado. La Unión Europea se
ha construido contra él.
EFE