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FE

GLORIA OTERO GUTIERREZ

EDITORIAL ORION – MEXICO


1988
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PORTADA:

REALIZADA POR FIDEL RODRIGUEZ OTERO. SIMBOLIZA


LA ESTRUCTURA DEL SER, LA CUAL ESTA EN EL FONDO
DE TODO SER, LUCHANDO POR MANIFESTARSE EN EL.

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Agradecimiento

Sabiendo que el Amor de manifiesta a través de ti, QUERIDO


LECTOR, te agradezco la benevolencia con que has acogido la
edición del MENSAJE, y ahora la recibes la de este pequeño librito
titulado FE.

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Prólogo
Resumir en unas cuantas páginas los infinitos beneficios de la FE,
no es una tarea fácil, sobre todo si consideramos el vehemente deseo
que ello representa, despojar a la humanidad de su enemigo número
uno: el temor.
No es posible leer esta obra, muy valiosa por su contenido, sin
sentir la inquietud de aplicar en nuestra vida los conocimientos que
en ella se mencionan.
Si has renunciado a tus más caros anhelos, por considerarlos
inalcanzables, como un regalo de incalculable valor, Gloria Otero
nos entrega con amor, 1as enseñanzas que harán que manifiestes el
Sumo Bien, al que tienes legítimo derecho, porque la FE, es la
respuesta.

Irma Leija Steves

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PENSAMIENTO
Este librito llega a tus manos con la intención de darte un método
sencillo a fin de que esté a tu alcance la fe que mueve montañas.
Desde pequeña he oído decir: ¡Quien tuviera la fe de los santos!
La mayoría de la gente piensa que la fe es algo tan inalcanzable
que ni siquiera se molesta en adquirirla. Jesús, el Maestro de
maestros, nos instaba constantemente a adquirirla. Nos repetía una y
otra vez: “Tened fe” “. . . de cierto os digo,. que si tuviereis fe como
un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se
pasará; y nada os será imposible”.
¿Tu crees que si no fuera posible obtenerla nos hubiera instado
Jesús a ello? De no ser esto factible, hubiera sido, no un maestro
como lo fue, sino un maniático que nos muestra las maravillas de la
fe, con lo que se puede obtener lo que la mente más fantasiosa
pudiera alguna vez imaginar, sabiendo que no la alcanzaríamos.
¿Crees tú que El nos invitaría a tenerla sabiendo que no era
posible que la alcanzáramos?
Ninguna persona de buena voluntad te muestra un bien, y te invita
a poseerlo, si sabe que no está a tu alcance. Y Jesús nos invitó
muchas veces a tener fe.
Seguramente tú ya has leído poco o mucho referente a la manera
de lograr una vida más plena en todos sentidos. No pretendo darte
ahora una varita mágica a fin de que lo logres, porque la varita ya la
tienes, la cual es la fe. Solamente quiero invitarte a que te des cuenta
de ello y la uses para lograr tu felicidad desde ahora.
Es un principio universal que no hay efecto sin causa, y yo te
puedo decir que tampoco hay causa sin efecto. Luego, sea cual sea la
situación por la que ahora estás pasando, hay una causa de ello. Ya
sea que tu situación actual sea agradable o desagradable. Fíjate bien

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que no te estoy invitando a buscar culpables, no, solamente la causa,
y ten por seguro que si cambias la causa, cambiarás tu situación
actual para superarla. Ahora, estoy segura de que si tu presente es
desagradable, quieres cambiarlo.
Primero tienes que concientizarte de que nadie puede actuar por ti,
es decir, te pueden ayudar a que tú actúes de tal o cual manera, pero
no pueden hacer lo que tú tienes que hacer. Un médico puede
ayudarte a que tu corazón funcione correctamente, pero el que tiene
que funcionar es tu corazón. Un maestro puede enseñarte la manera
correcta de pensar, pero eres tú el que tiene que pensar. Estamos tan
acostumbrados a buscar algún culpable de nuestros propios actos,
que ya hasta subconscientemente decimos: “El me hizo enojar”. No,
tú te enojaste porque fue tu decisión hacerlo. Tú podías haberlo
hecho o dejar de hacerlo; por ejemplo: si al pasar por la calle alguien
nos insulta, nos empeñamos en callarle la boca, cosa que no está en
nuestras manos lograrlo, y no nos empeñamos en cerrar nuestros
oídos, lo cual es más fácil, ya que eso sí está a nuestro alcance. El
con su acto injusto o provocativo, me invita a enojarme, pero no es el
culpable de que yo me encolerice, yo soy en todo caso el que
produce la cólera, aunque él me haya. incitado a hacerla.
Decimos: “Fulanito me instó tanto que tuve que hacerlo” , no, si
fulanito te instó tanto es porque estaba buscando tu decisión, pero al
final de cuentas, tú eras el que tenía que hacerla. Y lo más grave es
que la mayoría de las veces, cuando ya no encontramos a un culpable
cerca, culpamos a Dios. Decimos: “Si Dios quiere que yo esté
enfermo. . .” no, Dios no puede querer tu mal, ya que lo que
conocemos por Dios es la bondad intrínseca, luego la bondad no
puede producir daño. También decimos: “Si Dios me ayuda. .
.”¿crees tú que Dios no quiere ayudarte? El ya te ayuda dándote el
don de la decisión, y del pensamiento, Dios es el acusado inocente
más grande del mundo, pues a cada desgracia que nos pasa le
echamos la culpa a El. El ya te ayuda dándote leyes inmutables como
la ley de causa y efecto, que El mismo respeta, ya que El es el orden

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y la armonía; el que no sepamos usar esas leyes, o las usemos mal no
es culpa de El.
Una de esas leyes es que no hay efecto sin causa, y si tú pones una
causa errónea, tendrás un efecto erróneo.
Ya habrás oído muchas veces que el hombre es lo que son sus
pensamientos. También habrás oído que al pensar se genera energía.
Y es verdad inequívoca que todo lo que tú ves es energía
consolidada, luego, lo que ves es fruto de un pensamiento, ya que
nada puede existir si no fue pensado antes, y aparece como se pensó.
Tú mismo eres el fruto del pensamiento de Dios.
Entonces, si yo soy malo, ¿Dios pensó mal? -me objetarás, no,
Dios, siendo la perfección en sí, no puede producir nada malo, luego
tú eres esencialmente bueno; tu verdadero ser ya es perfecto (puesto
que todo lo que Dios hace es perfecto), si no te has dado cuenta de
ello no es porque no lo seas, para eso naciste, para darte cuenta de
ello; por eso son tus deseos de tener cosas buenas, por eso son tus
deseos de alcanzar la felicidad, aunque a veces la busquemos por
caminos equivocados; pero tu verdadero ser, ya perfecto, puesto que
tú eres el fruto del pensamiento de Dios, está constantemente
deseando lo que tú crees que es bueno para ti. Inclusive el ladrón
roba sin darse cuenta de que en su situación equivocada está
buscando el Bien de enriquecerse. Aún el sádico, quien al hacer
sufrir experimenta el placer, está buscando el Bien en el placer, y
recuerda que Dios es el Sumo Bien. Lo olemos, lo percibimos aún
sin darnos cuenta de ello; aún aquellas personas que dicen que no
creen en Dios.
Dicen no creer en Dios, sin embargo creen en la belleza, en la
bondad, en el confort o en la riqueza. No creen, como yo tampoco, en
un Dios humanizado, lleno de rencores y de venganza.
No hemos conocido a Dios, Dios no es el jefe de un partido
religioso, es algo más que eso. Dios es la substancia misma de lo que
existe, es ese orden maravilloso de los planetas y del universo.

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Llámale con el nombre que quieras: Bondad, Amor, Plenitud,
Armonía, como tú quieras, pero de todos modos es lo mismo: El
Sumo Bien. Estamos sumergidos en El.
Entonces, ¿por qué existe el mal en el mundo, por qué a veces yo
mismo me siento mal, por que no tengo el bien que deseo?
Porque somos el pensamiento de Dios aprendiendo a manifestarlo
en este mundo de materia, al cual creemos pertenecer
exclusivamente, sin darnos cuenta de que a nuestros ojos día a día
aparece el cambio; nuestros propios ojos nos están dando la lección
misma de que la materia no es otra cosa que la manifestación de algo
más perenne de lo que ahora vemos. Nada material permanece
eternamente, ante tus ojos tienes un mundo cambiante; tú mismo has
cambiado de cuando empezaste a leer este librito a este instante; tu
cuerpo desechó células que no servían, tu cuerpo envejeció unos
minutos, fue tan pequeño el cambio que no lo notaste, pero cambió;
asómate a ver las montañas y las verás iguales por años y años, pero
te aseguro que están sufriendo cambios, aunque sean de arenillas que
vuelan. Toda la naturaleza te dice a gritos que no puedes pertenecer a
un mundo tan mutante.
Entonces comprendemos que no podemos pertenecer a este
mundo de apariencia, que ahora aparece y mañana no, no podemos
pertenecer exclusivamente a algo tan perecedero cuando vemos que
tenemos deseos de inmortalidad, cuando buscamos el Bien, Bien que
siempre ha existido en diferentes formas, pero que permanece;
cuando buscamos la belleza, la que siempre permanece y se asoma
por diferentes espejos; cuando buscamos el amor que se manifiesta
siempre ya sea en el amor a nosotros mismos, ya en el amor a
nuestros padres, ya sea en el amor a nuestros hijos, ya sea en el amor
a nuestros semejantes, o a nuestras propias cosas, pero el amor
siempre ha existido desde el principio de los tiempos y permanecerá
hasta el final.
Puedo decirte que nuestro verdadero origen y esencia es el amor.
Nuestra verdadera Patria es la que llamamos Patria Celestial, o Patria

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de lo inmortal, y encarnamos para manifestarla en este planeta
material. Tú puedes exclamar al igual que Jesús: “Yo para esto he
nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la
Verdad”. Y la verdad es que Dios, el Bien, está presente en cada
centímetro cuadrado del universo, incluyendo tu propia vida. Para
eso naciste: para manifestar el Bien en tu existencia. Ese Bien lo
manifiestas en salud, prosperidad, armonía y amor.
Cuando ves un paisaje hermoso te sientes conmovido por la
secreta añoranza de tu mundo perfecto y armónico que ya eres en el
interior.
Pero, ¿cuando veo desgracias o males es también el fruto del
pensamiento de Dios?, -no, pues tú mismo ves que no ha habido mal
que persista indefinidamente, hasta los efectos de la bomba atómica,
tan desastrosa de por sí, ves que se restauran, empieza, aunque
lentamente, después de la hecatombe a reestructurarse, vuelve la
naturaleza a resurgir, a tal grado que si por una explosión atómica se
acabara la vida sobre la tierra, aunque sea tomando miles de años,
volvería la naturaleza a restaurarse, porque todo lo que no alcance la
medida de la perfección de Dios, el Bien, tiende a desaparecer.
Esa misma fuerza de restauración y de bien está en este momento
dentro de ti a fin de que alcances el bien que deseas, y elimines el
mal que ves.
Y esa fuerza es tu pensamiento. El diccionario nos define la
palabra PENSAMIENTO como “la facultad de pensar” y define
PENSAR: “imaginar, discurrir”, y dice de IMAGINARAR:
“Representar idealmente una cosa, crearla con la imaginación”.
A eso viniste: a manifestar el mundo del bien por medio de tu
pensamiento, por medio de crear con tu imaginación y la fuerza de tu
pensamiento ese bien que deseas manifestar, ese bien que ahora
deseas tener, y puedes poseerlo usando correctamente tu
pensamiento. El adquirir la felicidad no es tan difícil como la
mayoría de las personas creen.

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Yo te aseguro que si lees atentamente este librito; y lo llevas a la
práctica, tú puedes poseer todo aquello que quieras tener, fíjate bien
que te digo que todo, aún lo que la mente más fantasiosa pudiera
imaginar, ya que tus pensamientos pueden cambiar tu mundo, puesto
que todo lo que ahora te rodea está porque fue pensando antes.
Cambiando el pensamiento, cambia lo que ahora te rodea.
Más adelante te daré una práctica con la cual puedes cambiar tu
vida, pero ahora es necesario que la comprendas primero.
Hagamos diferencia entre lo que ES y lo que APARECE.
¿Tienes una moneda?, ponla enfrente de ti, en tu mano
Tú ves un objeto concreto, percibes cierto peso, la puedes apretar
y decir que la moneda existe. Ahora bien: la moneda no es más que
lo que aparece del pensamiento del hombre en su necesidad de
trueque por el esfuerzo de su trabajo. Es la apariencia del
pensamiento de trueque.
Veamos otro ejemplo: tú tienes un lápiz y puedes pensar que
tienes algo real, pero el lápiz mismo no es más que la apariencia del
pensamiento de la necesidad del hombre por escribir.
Cuando te hablo de apariencia no quiere decir que sea intangible,
que no lo veas o que no lo toques, no, sino que aparece como fruto de
lo que lo hace aparecer, y nada puede existir si no fue pensado antes,
y aparece como se pensó. De ahí la gran necesidad de aprender a
manejar las causas que hacen que aparezcan cosas tangibles y con
peso en tu vida.
Pedimos a Dios nos dé tal o cual cosa sin darnos cuenta de que el
bien que deseamos ya está dado, y cuando nuestra destreza de
pensamiento positivo no ha alcanzado el nivel deseado,
impidiéndonos que el bien se manifieste, decimos con aire de
resignación: “Es que Dios no quería”. No, Dios quiere todo nuestro
bien, no desea más que el Bien para ti, no puede, por así decirlo,
desearte ningún mal, y menos enviártelo, es tu falta de destreza en el
pensar que ha ocasionado malos efectos por poner mal la causa. Esto

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implica una grave responsabilidad y tememos enfrentarla porque es
más cómodo resignarnos echándole la culpa a alguien de lo que nos
pasa, que adquirir el valor de ceñirnos con la fortaleza del
conocimiento, y disponernos a cambiar las causas, a fin de obtener
otros efectos.
Hay gente que tiene “mente mágica” y dice: “Ojalá y que me
llegue la buena suerte”. ¿Qué es la buena suerte, de dónde viene? -
pregunto yo. Si está comprobado que todo en la vida es causa y
efecto, ¿qué es la suerte? ¿Es algo que se da nada más porque sí? ¿Es
la suerte acaso el producto del capricho de un Dios veleidoso que nos
mueve como títeres y El mismo rompe la ley inmutable de causa y
efecto?
Ya Sócrates nos había dicho que “Al pensar le llaman suerte”. Si
tu pensamiento es positivo tendrás buena suerte; pero si tu
pensamiento es negativo, tendrás mala suerte.
He ahí la gran necesidad de aprender a cambiar nuestros
pensamientos. Una persona que tiene pensamientos negativos
contamina mas la ciudad que un modesto camión mal carburado.
Pensamos que las personas que nos gobiernan son malas o ineptas,
que deberían de ser cambiadas por otras, y no nos damos cuenta que
lo que verdaderamente tenemos que cambiar es nuestro pensamiento,
porque la ley es universal, y si no puede existir efecto sin causa, ¿no
será que el gobierno mismo es fruto del pensamiento de su pueblo?
No esperes nunca la ayuda exterior como primera causa para
arreglar tu vida. No esperes que ni Dios, ni el diablo, ni ,tu pariente,
ni tu vecino, ni el gobierno venga a componer tu vida si tu primero
no has cambiado tus pensamientos de negativos a positivos.
Mientras en tu vida sigan apareciendo pensamientos negativos,
que son la causa, seguirán apareciendo situaciones indeseables, que
son el efecto de tu propia causa o pensamiento.
Ahora bien, yo he encontrado personas que padecen tal o cual
mal, y recurren en busca de ayuda.

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Yo les explico que no habiendo efecto sin causa, traten de cambiar
la causa.
Recuerdo a una mujer que se presentó con lágrimas en los ojos,
porque no encontraba empleo, y su situación económica se lo
demandaba. Le expliqué que todo lo que ve es fruto de haber sido
pensado con anterioridad, y aparece como se pensó, luego, si ella no
encontraba empleo, ¿no sería acaso porque pensaba que no había en
la ciudad una plaza desocupada para ella, y que ya no había quien la
empleara?
Recapacitó y se fue a su casa dispuesta a modificar su
pensamiento, creyendo que en una ciudad tan grande alguien podía
necesitar de sus servicios. Al tercer día se presentó gozosa porque la
había buscado un antiguo jefe pidiéndole que volviera a su trabajo,
pues no había encontrado a ninguna otra persona que desempeñara su
puesto como ella lo hacía. Es más: casi duplicó su salario.
Dimos gracias a Dios, no porque Dios le haya dado el empleo,
sino porque comprendió que Dios ya quería su bien, y porque ella
supo tomarlo usando la ley que Dios hizo para nuestra superación.
Comprendió que cambiando una causa, puede cambiar su efecto, y
tan pronto cambió sus pensamientos de creer que no había empleos
desocupados, por el pensamiento de que había alguna plaza para ella,
consiguió lo que quería.
Al cabo de un mes volvió a visitarme y me platicó que tenía
problemas con un jefe de sección de su compañía, que tenía esta
persona un carácter tan iracible que era difícil soportarlo, a tal grado
que estaba pensando seriamente en renunciar.
Le recordé aquello que, pensar es producir, y se fue a su casa
gozosa, dispuesta a aplicar la ley en su conflicto con esta persona.
Regresó a los diez días asombrada del cambio que experimentó en
el trato con dicho jefe, pero que no era constante, sino que por
algunos días se volvía amable, pero que otros volvía a ser la persona
desagradable.

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¿Por qué en este caso no funciona la ley? -preguntó. Yo le
pregunté a mi vez si ella había mantenido constante su pensamiento
en que ella merecía un trato amable de su jefe, y me contestó que. . .
bueno, no, que a veces, al ver el comportamiento despótico de él
hacia otras personas volvía a tener el pensamiento de que ese jefe era
desagradable.
Le expliqué que nuestro trabajo consiste en tratar de reeducar la
mente. Que la ley no falla, lo que pasa es que si variamos la causa,
por lógica, tiene que cambiar el efecto.
A veces encuentro personas tan sin cambio, tan constantes, pero
en creer que la vida es muy “perra” que no se les puede ayudar a que
cambie su pensamiento negativo, a tal grado que me dicen: “Tú me
puedes decir lo que quieras, pero a mí no me vas a quitar esta idea,
yo sólo te pido que me ayudes a que me vaya bien”.
¿Cómo podría yo ayudarla? ¿Quién tiene el poder de hacer fallar
las leyes inmutables de causa y efecto? ¿Cómo puede ella cambiar su
vida si no cambia primero su pensamiento? Si lo que ahora mismo
está viendo esa persona es el fruto de su pensamiento, ¿no sería más
lógico que cambie el pensamiento para ver una vida más agradable?
También hay quien dice: después de que fui a ver a tal o cual
brujo y de darme un amuleto, cambió mi vida. ¿Fue acaso porque el
brujo tuvo poderes tan grandes de romper leyes inmutables, o porque
ella, al creer que el brujo la iba a ayudar, empezó a cambiar sus
pensamientos de que todo le salía mal, a los pensamientos de que
como el brujo la estaba ayudando ya la suerte le iba a cambiar? ¿No
se refleja ahí mismo que antes ponía la causa de un pensamiento
negativo, y después de creer en la ayuda del brujo puso la causa de
un pensamiento positivo, al creer que ya todo le iba a cambiar
logrando como efecto que cambiara?
Mientras pongamos pensamientos ambiguos, produciremos
efectos o situaciones ambiguas. Mientras produzcamos pensamientos
negativos y positivos alternándolos, produciremos situaciones
ambiguas y alternadas. Si en algo tenemos que trabajar es en educar
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nuestro pensamiento. No es que a veces funcione y a veces no;
siempre la ley se cumple, es que a veces pensamos positiva y luego
negativamente y así, alternándolos, vemos que los resultados son
alternados.
No somos títeres ni de Dios ni del destino, ni de la suerte, somos
fábricas de pensamientos que debemos esforzarnos porque nuestra
fabricación sea cada día mejor, hasta que logramos una producción
de buena calidad y estable.
Que lo desagradable que ahora vemos, lo cual así fue pensado con
anterioridad, por eso así aparece, no nos invite a pensar ahora
desagradable, pues así lo produciremos, sino que, por el contrario,
viendo tan malos resultados, nos inviten a poner ahora mismo otros
pensamientos buenos, o causas buenas, a fin de obtener otros efectos,
los cuales serán agradables.
Casi siempre, cuando tenemos una situación desagradable nos
esmeramos en investigar “por qué” en lugar de poner ahora mismo el
remedio. Si una persona no tiene “suerte” en el amor, y se siente
acomplejada ante otra persona, empieza a recordar que su situación
se debe a que sus padres le prohibían tener trato con personas de otro
sexo, y que por eso es ahora tan inhibida.
¿Por qué mejor no utilizan su energía actual en pensar que todo
defecto es superable, y que no es del todo acomplejada, que siempre
existen personas agradables que saben ver el encanto en otras? ¿No
sería mejor que en lugar de buscar El “por qué soy así” empiecen a
pensar que hoy puedes ser mejor, y que hoy puedo empezar a ser
como yo quiero ser?
¿No sería mejor que ocupáramos el minuto actual en remediar lo
que nos molesta, que lamentarnos por tal o cual causa? ¿Qué importa
la causa si hoy tengo la energia (que es mi pensamiento) para poner
otra causa y obtener otro efecto?

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El lamentarnos de algo o de alguna situación indeseable no nos
lleva más que a producir pensamientos que originen más causas
negativas, las cuales producirán efectos negativos.
Entre mis conocidos hay una persona que tuvo la desgracia de
perder su fortuna por malos manejos de su socio. Durante tres años
vivió amargándose al recordar el gran error de haber invitado a tal
persona desagradable a formar parte de su sociedad. Se culpaba de su
torpeza y maldecía al mal agradecido que había entrado a su vida
para hacerle quebrar en su negocio. Sus pensamientos, como tú
puedes ver, no eran del todo positivos, por el contrario: entre más
pensaba en la causa de su desgracia más la consolidaba, a tal grado
que no sentía fuerza para salir del hoyo en donde había caído.
Además, la causa de su desgracia ya pertenecía al pasado (sin darse
cuenta que en el presente podía poner otra causa) y no se daba cuenta
de que lo único que ahora tenía era el presente, en el cual podía
empezar a poner otra causa o sea: otros pensamientos, para poder
cambiar su futuro.
Cuando se dio cuenta de que, en lugar de pasar el tiempo
lamentándose y maldiciendo a su mal socio podía pasar el tiempo
empezando a construir con su pensamiento nuevas ideas, empezó a
cambiar su vida, a tal grado que antes de finalizar el año, él ya casi
había recuperado el capital perdido.
Luego tuvo que luchar por no lamentarse de haber perdido tres
años en lamentarse. Comprendió que debía ocupar su mente en sólo
pensamientos constructivos, ya que lo que se piensa se plasma.
A mí me gusta poner el ejemplo de un poderoso proyector.
Imagínate que tienes un proyector con una Mente muy potente. Es
obvio que si tú metes al proyector una transparecia de un niño
pobremente vestido y llorando, lo que vas a proyectar en la pantalla,
no puede ser otra cosa que la imagen de un niño vestido pobremente
y llorando; por más que tú esfuerces tu voluntad en que la imagen
que se proyecta en la pantalla cambie, no lo lograrás, ya que así está
hecha la transparencia.
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Ahora bien, quizá se te ocurra que para cambiar la imagen que
estás proyectando, fuera bueno ir provisto de pinturas a la pantalla y
ahí, al exterior tratar de cambiar lo que tus ojos están viendo. ¡Qué
esfuerzo tan infructuoso!, pues aunque esta idea parezca risible, es lo
que la mayoría de las personas hacen: corren a tratar de corregir al
exterior el defecto, no cayendo en la cuenta que lo que deben de
corregir es la causa, que en este caso sería la transparencia.
Si cambiamos la transparencia de esa imagen deprimente, por otra
en donde esté un niño bien vestido y sonriente, ten por seguro que
inmediatamente cambiará la imagen que ves proyectada en la
pantalla y veremos como efecto un niño bien vestido y sonriente.
Tus pensamientos son las substancias que fabrican tus
transparencias, pues recuerda que al pensar generamos energía, yo
diría más bien que utilizamos la energía, y según la ley de causa y
efecto no puedes proyectar otra cosa que sea diferente a la causa que
estás fabricando.
Empéñate ahora en fabricar pensamientos positivos, no fabriques
pensamientos que no quieras que se proyecten en tu vida.
Cuando te hablo de proyectar los pensamientos no te estoy
hablando de algo imaginario, no, es tan sólido como el asiento en
donde estas sentado tan sólido como la mesa en donde comes, ya que
para que ese asiento y esa mesa existieran, tuvieron primero que ser
pensados. Sucede a veces que por falta de entrenamiento de nuestro
pensamiento, elaboramos casi simultáneamente pensamientos
positivos y negativos.
Decimos, sí, yo quiero tener una casa en donde pueda vivir
desahogadamente, y la empiezo a producir hoy mismo, la veo como
quiero que sea, con tantas recámaras, jardín etc., pero casi a renglón
seguido pensamos: ¡Bah, ni que fuera tan fácil! O: ¡Si tuviera dinero,
pero no lo tengo! Creo que me puedo aliviar de tal o cual
enfermedad, pero ¡es tan difícil! A veces estamos tan convencidos de
que nuestra vida no puede cambiar que hasta tratamos de convencer a
otros que es imposible.
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Recuerda que en el proyector, la lente proyecta solamente lo que
le has puesto a proyectar, ella no lo cambia, y “sabe” como
proyectarlo. Así es nuestra mente: ella sabe dirigirte a tocar la puerta
adecuada, o introducirte con la persona deseada, a fin de proyectar la
transparencia que tú hayas hecho, ya sea positiva o negativa.
Imagínate que tienes un tintero mágico. Lo que dibujes con
esa tinta va a aparecer enfrente de tus ojos, ¿qué pintarías?
Seguramente que te empeñarías en dibujar algo agradable, algo que
quieres tener en tu vida, y te cuidarías mucho de no dibujar un león
hambriento, o de dibujar pobreza, tristeza o enfermedad. Te cuidarías
mucho de solamente dibujar lo que deseas y no nada indeseable, pues
bien, la tinta ya la tienes: es la facultad de pensar, y con ella fabricas
tus pensamientos, los que la mente se encarga de solidificar y hacer
aparecer en tu vida. No desmayes porque a veces parece fallar esta
ley inmutable. La ley de causa y efecto no falla nunca, lo que pasa es
que a veces sobreponemos las “transparencias” en nuestra mente. Por
ejemplo: si quieres aliviarte del reumatismo, empieza por pensar que
ya estás sano. Contémplate en tu mente con movimientos ágiles y
libres, pero estás tan convencido de que no te puedes aliviar, que la
transparencia de enfermedad está mejor y firmemente dibujada que el
débil boceto de tu salud. No importa que empieces por débiles
bocetos, síguete esforzándote en dibujar, con la facultad de pensar,
que el reumatismo ya pasó y que tu estado actual es de salud. No
tardarás en ver los resultados.
A veces me asombra encontrar personas que dedican años enteros
en dominar tal o cual disciplina, y cuando empiezan a descubrir las
leyes del pensamiento quieren en un sólo día ver resultados de
maestros. Han pasado la mayor parte de su vida pensando y
produciendo enfermedad, y llegan a casa, se sientan y empiezan a
“dibujar” con la facultad de pensar, pensamientos de salud. Al día
siguiente vienen a decirme: “No funcionó”, “me sentí ciertamente
mejor, pero la enfermedad no desapareció del todo, ¿falló la ley?” -
Me pregunta. No, la ley sigue funcionando, pero ¿tienes la misma
maestría en fabricar pensamientos positivos que la que ya tienes para
los pensamientos negativos?- pregunto yo.
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He visto sin embargo gente que se ha esmerado en cambiar tan
diametralmente sus pensamientos que han logrado cambiar de raíz su
vida en muy poco tiempo.
Recuerda que la lente o tu mente, te obedece ciegamente, siempre
consolida lo que pones a proyectar, no importa lo que hayas puesto
con anterioridad, ella proyecta hoy lo que pongas hoy. El trabajo
debe de consistir en mantener hoy el pensamiento positivo, sin
alternarlo con pensamientos negativos, inducidos por lo que ahora
estás viendo en tu pantalla, o tu vida, lo cual es el efecto de
anteriores causas o pensamientos.
Ni siquiera te esfuerces en “borrar” las transparencias anteriores,
esmérate en “dibujar” fuertemente lo que quieras hoy, y entre mejor
lo dibujes, y mayor fuerza, más pronto lo verás en tu pantalla.
A medida que te esfuerces en seleccionar tus pensamientos, más
fácil será de hacer tus proyecciones positivas. Recuerda que Sócrates
dijo: “Al pensar le llaman suerte”.
Yo no te estoy invitando a que soluciones un problema solamente,
no, te estoy invitando a que aprendas a solucionar el que te aqueja
ahora y a reeducarte a fin de que en el futuro en lugar de crear
problemas, crees felicidad a plenitud, ya que los pensamientos son
las causas de los eventos exteriores, los cuales son los efectos de los
pensamientos anteriores.
Te invito a que poseas todo lo que tú desees, ya que el
pensamiento es lo que da forma a los deseos.

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DESEOS
El diccionario define la palabra DESEO como: “Movimiento
enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o disfrute de
una cosa”, o también: “Acción o efecto de desear o anhelar que
suceda o no algo”.
¿Te has puesto a pensar que todo lo que tú ves son pensamientos?
Nada de lo que existe pudo existir si no fue pensado con anterioridad,
y aparece como se pensó. Luego, este mundo visible tuvo que existir
antes en el mundo de las ideas a fin de poderse manifestar en el
visible. Luego, hay un mundo de provisión infinita esperando
manifestarse, y para hacerlo toca a tus puertas para poderse
plastificar haciendo que lo desees.
Ya que no se puede sacar nada de la nada, ¿de dónde salen
nuestros pensamientos? ¿de dónde vienen nuestros deseos?
Indudablemente que debe de haber un origen, y ése es el inagotable
mundo de las ideas.
Primero los deseos son abstractos, y luego se concretizan por
medio de la idea y los plastificas por la fuerza de tu pensamiento, o la
energía del pensar.
Cuando tenemos un deseo que no se cumple le echamos la culpa a
Dios diciendo: “Dios no quería esto y aquello para mí”, ¿no es la
provisión misma del deseo la que toca a tus puertas a fin de que lo
manifiestes? Si ese bien no fuera ya tuyo, no lo desearías.
Dicen que Dios no da deseos irrealizables, y yo creo que si no
fuera posible poseerlo, no hubieras tenido tal deseo, porque recuerda:
para esto naciste: para manifestar el bien del pensamiento de Dios, ya
que tú mismo eres el fruto de su pensamiento.
¿Y los deseos malos, también ya existen en ese mundo invisible
de provisión?

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Recuerda que todo lo que existe lo hizo Dios, luego si El lo hizo
es perfecto, y los deseos malos no pueden ser entonces, otra cosa que
la deformación al buscar el Bien que ya existe, son el bien mismo
pero tratando de encontrarlo por camino equivocado.
Aún el deseo que tiene el ladrón de asaltar un Banco, es la idea de
PROSPERIDAD, que ya está tocando a su puerta por medio del
deseo de enriquecerse, pero sin necesidad de quitar nada a nadie. Hay
en el mundo de provisión suficiente bien para todos, pero el ladrón lo
interpreta pensando que su única fuente de provisión es asaltar un
Banco; sin caer en la cuenta que hay abundancia suficiente para
todos, y que ya hay prosperidad esperándolo si enfoca sus ideas a
construir su progreso, en lugar de hurtar el que ya hicieron otros.
El deseo mismo del asesino de matar a su enemigo, es el BIEN de
conservar la vida que llama a manifestarse; pero el asesino equivoca
el camino pensando que matando a su contrincante es la manera
como manifiesta el BIEN de conservar su propia vida, sin caer en la
cuenta que hay muchos otros medios para conservarla.
Fíjate que los malos deseos no son en el fondo otra cosa que el
deseo de manifestar el BIEN, pero buscándolo por camino
equivocado.
El deseo mismo de tomar al compañero o compañera de otro, no
es más que el deseo de encontrar su propio AMOR. Si deseo al
esposo de mi vecina, puedo entender que no es que Dios quiera que
le quite, el marido a mi amiga, es que el AMOR mismo está tocando
a mis puertas, el cual tengo yo el legítimo derecho de poseer o
manifestar, pero no el amor ajeno; tengo derecho de poseer el mío, y
si me enamoro del vecino es porque estoy equivocando la manera de
desarrollar mi amor, es decir, que tengo derecho a tener mi amor, el
propio, que sea tan bello, tan bueno, tan deseable como el esposo de
mi vecina, pero, repito, el mío. La mayoría de las veces nos dejamos
llevar por el deseo ciego, sin analizar cuál es verdaderamente éste, ya
que en el caso de desear al esposo de mi vecina, no es al hombre al

25
que deseo, sino al AMOR mío manifestado en el hombre apropiado,
y equivocadamente creo que lo que deseo es al hombre ajeno.
Ponemos obstáculos para realizar nuestros deseos cuando
perdemos de vista al punto real del deseo. Veamos un ejemplo: Una
amiga mía deseaba tener una casa amplia adecuada a sus necesidades
y a las de su familia. Analizó su deseo, y comprendió que todo buen
deseo de Dios proviene, y que si no le fuera factible tenerla, no la
hubiera deseado. Además razonó que si ella, siendo limitada como
humana, deseaba una casa digna para sus hijos, Dios, el Gran Padre
¿limitaría a ella y a sus hijos el bien? ¿Sería ella más buena madre
que Buen Padre Dios? Si ella pudiera, compraría para sus hijos una
casa que ya había visto y le gustaba, ¿acaso no podía Dios dársela?
“Dios sí puede, y me dio el deseo, luego la tendré”, pensó.
Empezó a dar forma a su deseo valiéndose del pensamiento,
solamente que, como con el dinero que ella había ahorrado no le
alcanzaba, pensó adquirir un préstamo hipotecario. Recurrió al
Banco y le dieron grandes promesas de concederle el dinero que le
faltaba.
Mi amiga empezó a desarrollar la idea de la compra de la casa
pensando que le iban a otorgar el préstamo. Oraba fervorosamente a
fin de lograr la hipoteca hasta que se dio cuenta que estaba llevando
por mal camino la realización de su deseo. El deseo verdadero era el
de tener una casa, no una deuda, y ella estaba orando por adquirir un
deuda, o sea la hipoteca.
Si bien es cierto que ella pensaba que el camino adecuado para
adquirir la casa, era por medio de una hipoteca, también es cierto que
estaba muy lejos de desear una deuda; lo que realmente deseaba, y
creía tener derecho a ello, era tener su propia casa.
Recapacitó y enfocó todas sus fuerzas a darle forma con su
pensamiento al deseo de poseer la casa; se imaginaba ya viviendo en
ella y libre de deudas.

26
Su mente, que es la que se encarga de plastificar los pensamientos,
la llevó al encuentro de un lejano pariente quien, al enterarse de que
quería comprar una casa, le regaló el dinero faltante, alegando que
ese dinero lo tenía dispuesto para ella cuando él muriera, y que veía
que el dárselo ahora sería mejor.
Mi amiga vive feliz en su bella casa, convencida de que todo buen
deseo, es el deseo mismo de Dios, tocando a nuestra conciencia a fin
de que la plastifiquemos en el mundo visible por medio de la fuerza
del pensamiento; pero tenemos que tener cuidado de no perder de
vista el verdadero deseo, sin deformarlo y sin obstáculos para
realizarlo, como sería si pensamos que sólo hay una forma de
plastificarlo, como pensaba ella que era sólo por medio de la
hipoteca.
Tú, con la fuerza de tu pensamiento da forma a tu deseo, pero al
verdadero deseo, no a lo que lo simboliza, y no pongas obstáculos al
creer que debe realizarse a través de tal o cual persona, o por tal o
cual camino o medio. Deja obrar libremente a tu Mente, deja que se
manifieste por tus deseos, que si no se fueran a realizar, no se te
hubieran dado, y tu Mente te pondrá en el camino apropiado para dar
los pasos necesarios a fin de que ese bien se manifieste en tu vida.
Recuerda: analiza tu deseo, la esencia misma de él, no lo que
creas que lo representa, y con la fuerza de tu pensamiento
imagínatelo ya realizado, sin poner los obstáculos del camino que tú
crees que debe seguir para realizarse, y deja que Dios mismo se
manifieste en ese Bien que deseas; pues recuerda que Dios, estando
dentro de ti ni dormita ni duerme.
Si todo deseo de Dios proviene, entonces la batalla es del Señor, y
El no puede obtener otra cosa que la victoria.
La acción de Dios no es menos perfecta en el verdor de las ramas
del viejo árbol que da sombra al viajero, que en la sencilla semilla
depositada en la oscuridad de la tierra esperando germinar, escondida
a todo sentido humano.

27
IDEA
Definiendo el diccionario la palabra IDEA como: “Imagen o
representación que del objeto percibido queda en el alma”, te darás
cuenta que para plastificar algo bueno en tu vida, tienes que tener
primero el deseo, que no es otra cosa que el bien mismo ya dado a ti,
tratando de manifestarse, y luego, con la fuerza de tu pensamiento,
fabricar la idea del bien que percibes. Recuerda el ejemplo de la
transparencia de que te hablaba anteriormente, ya que es obvio que
entre más clara y nítida hagas una transparencia, mejor será su
proyección.
Si primero concibes el deseo, luego le das forma con el
pensamiento por medio de la idea, queda pedirte que la idea sea clara
y concisa.
Jugando con las palabras de la definición de IDEA que da el
diccionario encontré esta definición: IDEA: “Imagen o
representación que del objeto percibido queda en el alma”. Luego fui
sustituyendo palabras y busqué la definición de
REPRESENTACION: “Hacer visible o dar forma al exterior”.
Enseguida busqué la definición de ALMA: “Substancia espiritual e
inmortal, capaz de entender, querer y sentir que informa al cuerpo
humano, y con el constituye la esencia del hombre”.
Quedándonos luego: IDEA es la imagen o el hacer visible que del
objeto percibido queda en la substancia espiritual e inmortal, capaz
de entender, querer y sentir, que informa al cuerpo humano, y con él
constituye la esencia del hombre.
De aquí te darás cuenta la primordial importancia que representa
hacerte una buena IDEA de lo que quieres, ya que la haces visible en
la substancia inmortal que es tu alma, dispuesta a manifestarse en el
mundo exterior. Lo malo es que esto funciona tanto en ideas
positivas como en ideas negativas.

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De la IDEA procede todo bien visible. Tú habrás oído con
frecuencia que se dice: “No tengo ni idea de lo que voy a hacer”, y la
persona se encuentra como estancada, no sabe qué camino tomar;
pero tan pronto que dice: “Ya la tengo, ya tengo la idea” empieza a
desplegar actividad para desarrollarla.
Sucede con frecuencia que de repente tenemos una idea fugaz,
pero es tan débil que no alcanzamos a definirla. Entonces vemos con
tristeza que son ideas infecundas.
El deseo que toma forma es plastificado primero por la IDEA.
Si tú quieres ver realizado un bien en tu vida, pongamos por
ejemplo, que deseas sanar de tal o cual enfermedad, tienes que
desearlo primero con verdadero deseo, quiero decir, que en verdad lo
desees. Hay personas que afirman querer estar sanas, pero lo que en
verdad desean es tener un pretextos para justificar su ausencia de tal
o cual situación o trabajo.
Cuando a una mujer que padecía de reumatismo, y recurrió a mí
en busca de curación. Yo le expliqué que si en verdad buscaba la
salud, era porque ya la salud era de ella, pues de otra manera no la
desearía, ya que la provisión se manifiesta por medio del deseo; que
entonces se imaginara ya sana, sin dolores ni en las piernas ni en las
manos, a lo que ella me replicó: “Creo que me podré curar del dolor
de piernas, pero el de las manos me es imposible que se me quite,
pues me duelen mucho los dedos cuando escribo a máquina en mi
trabajo en la oficina”.
Lo que pasaba era que esta mujer en realidad no deseaba aliviarse
de su reumatismo, ya que éste le permitía excusarse de hacer un
trabajo en donde ella no se sentía realizada, y escribir a máquina le
parecía tedioso.
Ahí teníamos dos caminos a seguir: 1o, renunciar a ese trabajo
que no le gustaba, o, 2o, superar su disgusto por el trabajo.
Empezamos por imaginarnos que sus manos eran ágiles y sanas, y
que “gozaban” al tocar las teclas de la máquina. Para hacer una

29
buena IDEA acordamos aplicar los cinco sentidos que tenemos por
los cuales nos comunicamos del exterior al interior, pero que también
sirven para formar en el exterior lo que plastificamos en el interior.
Mentalmente ella veía sus manos ágiles y aún bellas; se llevaba
sus manos a su nariz y se imaginaba el olor que despiden unas manos
sanas; enseguida pasando su lengua mentalmente probaba la salud de
sus manos; imaginándose un ruido de salud oía cómo funcionaba la
armonía restaurando sus manos, y por último, las acariciaba con su
tacto tocando la salud que emanaba de ellas.
Excuso decirte que bastaron cinco días en hacer una vez al día
este ejercicio de imaginación, formando la idea de salud claramente,
para que el reumatismo desapareciera por completo no sólo de sus
piernas. sino, de todo su cuerpo. Se sintió aprobada y aceptada en su
trabajo, y hace ahora su labor con alegría y completamente sana.
Para desaparecer cualquier situación indeseable de tu vida,
imagínate que eres un hábil coreógrafo y vas a montar una escena en
donde vas a poner tu problema resuelto. Pongamos por ejemplo: Si tu
situación económica no es suficientemente buena, como tú la deseas.
visualízate en la sala de tu casa vestida como tú quieres vestir, ve los
muebles de tu sala a la medida de tu gusto; óyete hablando con
alguna persona conocida tuya a quien le estás platicando como
“antiguamente” tenías problemas económicos, pero que ya no los
tienes, que por el contrario: “tu posición económica es ahora más
desahogada de lo que esperabas”, óyete diciéndolo; siente que ya lo
tienes; saborea tu triunfo; palpa la suavidad de la situación; y respira
hondamente oliendo la victoria de haber ya resuelto tu posición
económica.
Entre más pormenores pongas en tu escena, más bien impresa
quedará la “transparencia” que estás tratando de fabricar en tu
interior, la cual se va a proyectar en tu exterior, ya que de eso se
encarga tu mente porque la idea es la que forma la “transparencia” la
cual tu mente se encargará de plastificar al exterior y por lógica,

30
entre más nítida la hagas, más nítida será la consolidación de ese bien
en tu vida.
A veces tenemos ideas ambiguas, y sin embargo deseamos
resultados claros. Comprende que esto no puede ser, ya que todo en
la vida es causa y efecto. Creo que una de las cosas que más influye
en la plastificación de nuestra fe, es que tengamos una IDEA clara de
lo que DESEAMOS, y entre más clara, mejor.
Puedo decirte que la imaginación, o la idea, es la madre de la
creación, ya que primero te viene el deseo de un bien (Dios o el
Sumo Bien deseando manifestarse), luego con tu pensamiento tienes
que tener la idea clara de lo que deseas, y finalmente tu mente te
lleva por el camino adecuado a fin de plastificar el bien que quieres.
Recuerda que la IDEA es la transparencia, la cual fabricas con la
fuerza de tu pensamiento. No desmayes si tratando de lograrlo ves
resultados no esperados. Al maestro fotógrafo cuando empezó a
aprender su oficio se le velaron muchas placas, pero a base de volver
a ensayar una y otra vez logró la maestría en la fotografía.
Un día que admiraba el Empire State, asombrándome de su gran
altura y solidez, me vino a la mente el hombre que lo construyó.
Seguramente tuvo ese ingeniero que tenerlo en su mente primero,
antes de ponerse a construirlo, y debió tener una idea clara de lo que
deseaba hacer, no fue construyendo piso por piso “a ver si resistía el
edificio”. Primero lo diseñó claramente, y no sólo eso, sino que tuvo
que hacer cálculos precisos a fin de poder plastificar su idea. Pero lo
que más me conmovió fue el pensar que ese hombre, cuyo nombre
no conozco, empezó de niño a sumar usando sus deditos, y
seguramente más de una vez se habrá equivocado al calcular una
suma sencilla. Pero no desistió, siguió sumando aunque a veces se
equivocara sin importarle los errores en el logro del dominio de las
matemáticas, hasta que lo logró.
Conozco personas que se entusiasman cuando comprenden que
está a su alcance hacer cualquier cosa en su vida, hasta está a su
alcance la fe que tuvo Jesucristo, y que pueden hacer prodigios tan
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grandes como los que El hizo, y aún mayores, y cuando digo esto,
me apoyo en la enseñanza misma de Jesús quien nos dijo: “. . . el que
cree en mí, hará también las cosas que yo hago, y cosas todavía mas
grandes”, pero tan pronto que se ponen a practicar la disciplina de la
fe, se descorazonan por el menor fracaso. Quieren tener la destreza
del ingeniero cuando apenas están en su primer grado de primaria, y
ante la desilusión abandonan la práctica pensando que esos logros no
son para ellos, sino para personas privilegiadas, escogidas de Dios,
como si Dios fuera un humanote imperfecto y arbitrario que da más a
unos y menos a otros; cuando Jesús, Maestro de maestros nos enseñó
que “el Padre hace salir su sol para buenos y malos. . . y el que tenga
oídos para oír. . .” como si las leyes universales de causa y efecto
fueran sólo para unos cuantos “buenos” escogidos al azar, o
escogidos arbitrariamente. No, las leyes universales también rigen
para ti, sea cual sea el grado de avance en que te encuentres. Nunca
es tarde, y nunca se ha fracasado cuando se puede empezar de nuevo.
Empieza hoy. Recuerda que toda disciplina se logra a fuerza de
intentarla una y otra vez hasta que se logra dominar. No basta con
que sepas las cosas, tienes que memorizarlas, es decir, que ese
conocimiento pase a ser parte de ti, a fin de que cuando lo necesites
lo dispares, o te dé fruto.
Seguramente tú también tuviste dificultad para aprender las tablas
de multiplicar, pero lo intentaste una y otra vez hasta que lograste
que formaran parte de tu conocimiento.
Se me ocurre pensar que nos imaginemos que vienes a donde yo
estoy, y te doy la gran nueva de que “ya inventaron la tabla del seis”.
Te la enseño y te explico que es una suma abreviada, que ya no
tienes que sumar cuatro veces seis para saber que son veinticuatro,
sino que la tabla misma te da el resultado.
Como estamos suponiendo que tú desconoces las tablas, puesto
que las “acaban de inventar”, te alegras que ya no tienes el trabajo de
sumar tantas veces. Luego te vas muy contento con tu noticia, y a la
vuelta de la esquina te encuentras con un amigo que acaba, como tú,
de enterarse de que existe la suma abreviada, o sea la tabla del seis, y
32
tú con mucho aire de conocimiento le dices: “Ya la sé”, bueno, te
dice tu amigo, pues ¿cuánto es seis por cuatro? Seguramente que tú
te quedarás perplejo sin saber qué contestar, ya que tienes noticias de
que existe tal tabla, pero no basta con que ya las sepas, tienes que
memorizarla a fin de que te dé los resultados deseados.
Con toda seguridad, que al estar leyendo esto, te parece infantil y
dices: ¿quién no sabe que seis por cuatro son veinticuatro? -tú
mismo-, cuando aún no lo habías memorizado. Ahora se te hace fácil
dar el resultado, pues se dispara solo, pero al principio tuviste que
tomarte el trabajo de repetir una y otra vez que seis por cuatro son
veinticuatro, hasta que quedó en tu subconsciente y ahora se dispara
solo.
Así es la disciplina de la fe. Se comprende, se aprende a base de
practicarla una y otra vez, hasta que se dispara sola. Vemos en la
vida de los santos que curaban a un enfermo con sólo extender su
mano, y nos maravilla de que pudieran hacerlo. Tú también puedes
lograrlo, solamente que ellos lo practicaron tanto, que ya su mente lo
disparaba aún sin pensar; en cambió nosotros tenemos que hacer
todavía el esfuerzo; pero no importa cuántos esfuerzos tengamos que
hacer para lograrlo, que al fin lo lograremos porque somos hechos
por el mismo Hacedor y rigen las mismas leyes universales para ellos
que para nosotros.
Sucede muchas veces que queremos practicar nuestra fe en algún
bien a manifestarse, como por ejemplo el curar a un enfermo, y
empezamos por hacer la idea de la persona ya sana; pero no podemos
concretar nuestra atención, y cuando nos damos cuenta andamos
mentalmente en el supermercado comprando naranjas o recordando
la última película que vimos; es decir, que nuestra atención se
divaga, ¿qué podemos hacer?
Hay un ejercicio muy simple para aprender a concentrar nuestra
atención y consiste en lo siguiente:
Busca un lugar, de preferencia en donde estés sólo, siéntate, y
cierra tus ojos. Imagínate que tienes enfrente de ti un gran pizarrón, y
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en la parte inferior de éste, hay una tabla en donde están un borrador
y una tiza.
Párate mentalmente y toma la tiza, e imaginariamente escribe en
el centro del pizarrón un número diez, luego rodéalo de un círculo y
en la parte superior del pizarrón escribe: “Mi mente más potente para
servir mejor”. Ahora deposita la tiza en la tabla que para este servicio
se encuentra en la parte baja del pizarrón. En seguida toma el
borrador el cual está en la misma tabla y borra el número diez
teniendo cuidado de no borrar el círculo; deja el borrador en la tabla,
y toma la tiza y escribe ahora el número nueve, y todavía con la tiza
en la mano lee el letrero que escribiste de “Mi mente más potente
para servir mejor”, y pon una comilla de aprobación (3), ahora deja
la tiza, y toma el borrador, y vuelves a seguir los mismos pasos que
con el número diez, es decir, borras el nueve, dejas el borrador,
tomas la tiza y escribes el número ocho, etc. así hasta llegar al cero.
Ten cuidado de no brincarte ningún paso, de REALIZAR
mentalmente este ejercicio, pues alguna vez sentirás la tentación de
saltarte un número, o sin dejar el borrador, escribir el siguiente
número. Te sorprenderás de que, aunque este ejercicio parece
sencillo, tienes que tener tu mente muy educada a fin de no
equivocarte. No importa cuántas veces te equivoques, vuelve a
intentarlo, sin empezar de nuevo, hasta que realices la operación sin
tropiezos del diez al cero. Seguramente no lo lograrás el mismo día,
basta con que una vez al día lo hagas, que poco a poco irás educando
tu mente a fin de realizarlo sin equivocación, logrando así tener
mejor concentración de tu mente para trabajar con ella sin que se
divague.
Hay otro ejercicio que da excelentes resultados, y es el imaginarte
que ahora mismo, en donde tú estás, se te aparece Dios, y sonriendo
te dice que ya todos tus problemas han quedado resueltos. ¿Qué
actitud tomarías? ¿Cómo te sentirías?, pues ten ahora mismo esa
actitud.

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Repítete, saboreando palabra por palabra el siguiente
pensamiento: “Tengo ahora la actitud que tendría si ya todos mis
problemas hubieran quedado resueltos”. Imagínate cómo te sentirías,
y genera esa energía, vívela. La mente hace el resto. Inténtalo y lo
comprobarás. Si quieres puedes experimentarlo con un sólo
problema. Para esto, repítete, y sobre todo: SIENTELO: “Tengo
ahora la actitud que tendría si ya mi problema hubiera quedado
resuelto”.

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FE
Cuando hablamos respecto a tener fe, la mayoría de nosotros nos
sentimos avergonzados por no tenerla, sin darnos cuenta de que no se
puede vivir sin fe en alguien o en algo. Partiendo de la definición que
nos da el diccionario: “Fe es la seguridad o aseveración de que una
cosa es cierta”, día a día, minuto a minuto la estamos practicando,
por ejemplo: cuando abordamos un camión, nos subimos a él porque
creemos que nos va a llevar a nuestro destino, aunque a veces no
sucede como estaba programado, ya que puede suceder un percance
antes de llegar, evitando así que suceda como lo creíamos. Tenemos
fe cuando adquirimos algún alimento enlatado, confiando en que el
contenido, que no vemos, sea el que estamos comprando, aunque
también en este caso pueda ocurrir un error en el envase y no
contener nuestra lata lo que creímos que contenía.
¿Era esta fe de la que hablaba Jesús, y junto con El grandes
iniciados, quienes nos han instado tanto en tenerla? Indudablemente
que no, la fe de la que ellos nos hablaron, es la fe que mueve
montañas, la que nunca falla.
La fe de la cual nos habló Jesucristo no es nada más la fe de
aceptar que: una cosa es cierta, sino que es la fe de crear, o
manifestar lo que queremos obtener, o ver aparecer en nuestra vida.
LA FE ES UN PENSAMIENTO CON FUERZA, a tal grado, que
reacomoda aún la fuerza de atracción molecular de los átomos,
logrando cambiar hasta una substancia en otra.
LA FE ES LA FUERZA QUE PLASMA NUESTROS
PENSAMIENTOS TRANPORTANDO DEL MUNDO INVISIBLE,
AL VISIBLE, LO QUE DESEAMOS.
No es la aceptación de lo que nos dicen que hay, sino la
manifestación de lo que sabemos que existe, o que creemos que
existe.

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Partiendo del principio de que “Creó Dios los cielos y la tierra. . .
y vio Dios lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran
manera”, no hay dentro ni fuera de nosotros otra cosa que Sumo
Bien; ahora, por otro lado, si Dios es omnipresente, es decir, que no
hay un sólo centímetro cuadrado en donde no esté El, entonces no
hay un sólo centímetro cuadrado en donde no haya ya Sumo Bien.
Así nuestra fe, debe de ser como la luz que debemos utilizar para
descubrir ese Sumo Bien en cualquier lugar y en cualquier situación.
Por eso Jesús veía en los ojos del ciego de nacimiento la armonía que
ya había, no su apariencia externa, y con el poder de su pensamiento,
la afloraba al exterior.
Yo diría que la FE ES LA FUERZA QUE DESCUBRE AL
SUMO BIEN, basada en el conocimiento de que todo es Sumo bien,
ya que Dios lo hizo todo perfecto, y no está ausente en un solo
centímetro cuadrado del universo. Es la que su funda en el
conocimiento de que todo es bueno, y ese conocimiento, al pasar por
la mente (o lente), funciona como luz para alumbrar lo que ya hay:
abundancia de todo bien.
Me viene ahora a la memoria aquella parte del Génesis: “al
principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra estaba desierta y sin
nada, las tinieblas cubrían los abismos mientras el espíritu de Dios se
movía sobre las aguas. Dijo Dios: hágase la luz, y la luz fue hecha”.
Fíjate que no dice que sacó nada de la nada, sino que “el espíritu
de Dios se movía sobre las aguas”, luego ya estaba, sólo faltaba que
se alumbrara para que empezara a verse. Así debe de ser nuestra fe:
como el Génesis actual de tu propia vida, es el momento en que ya
está el Espíritu de Dios, o prosperidad, o bondad, o salud, pero por
medio de la luz de nuestro pensamiento, nuestra mente lo muestra al
exterior.
Para simplificar esto, imagínate que ahora, en donde te
encuentras, está todo oscuro, no te puedes ver ni siquiera tus manos.
Ya estás ahí, pero no te ves. Luego prendes la luz, y sería ridículo
que dijeras: “mira, vinieron mis manos, vinieron mis pies, vino la
37
silla donde estoy sentado”, no, no vivieron, ya estaban, pero faltaba
luz para que los vieras y usufructuaras. Así es la fe: la luz que da el
conocimiento de que ya hay abundancia de bien en todo lugar y en
todo momento, y que, al alumbrarlo o conocerlo, le des la fuerza con
tu pensamiento, a fin de que tu mente (lente) lo plasme al exterior.
Cuando vemos solamente la parte exterior de un enfermo, no
estamos apreciando lo que realmente hay, que es armonía y salud,
sino lo que aparece de distorsionar nuestro conocimiento, por eso
vemos su enfermedad.
Recuerda por un momento alguna ocasión en que las lágrimas
asomaron a tus ojos por tal o cual causa. ¿Recuerdas cómo
apreciaban tus ojos las cosas que te rodeaban? Seguramente las
lágrimas las hacían verse distorsionadas, y aun deformes, pero lo que
te rodeaba no se distorsionó, seguía ahí, claro y nítido. Los que no lo
veían claro y nítido eran tus ojos. Seguramente que al ver una silla
distorsionada, no pensaste que la silla se deformó, sino que la
percibías así porque no podías ver bien, y para apreciarla como era
verdaderamente, lo que hiciste fue enjugarte las lágrimas, quitándote
la causa que la hacían aparecer deforme.
Así funciona lo que llamamos fe negativa: no se distorsiona el
bien que ya nos rodea, es solamente que así lo apreciamos, pero si lo
apreciamos distorsionado, seguramente que lo utilizaremos
distorsionado. Por eso aparece el dolor y la enfermedad ante nuestros
ojos, porque así lo apreciamos, no hemos aprendido a ver con mirada
limpia: la salud que ya tiene la persona a la cual llamamos enfermo,
y como tal, lo sufrimos. Cuando descubrimos una enfermedad en
nuestro propio cuerpo, lo que estamos viendo no es lo que en verdad
hay: salud, sino la salud distorsionada a la cual llamamos
enfermedad.
Fíjate que todo lo malo que vemos en la vida no es otra cosa que
el bien distorsionado, el cual tenemos el poder de plasmar, aunque
sólo sea momentáneamente, ya que todo lo que no alcanza la medida
de la perfección de Cristo, o sea la presencia real del Padre, tiende a

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desaparecer. Todo mal pasa, no tiene la consistencia de la fuerza del
ser, sino del aparecer, puesto que no hay la fuerza que lo sustente.
Cuando te hablo de que sólo aparece, no quiero decir que no nos
haga sufrir, y ¡vaya que sí!, sino que en realidad estarnos sufriendo
por no haber aprendido a no distorsionar el bien, y éste es el objeto
del presente librito: que te des cuenta de que ya tienes el poder de
hacer desaparecer de tu vida ese mal que no quieres sufrir, ya sea en
enfermedad, carencia económica, o en cualquier forma de mal que
aparezca en tu existencia.
Ya tienes el poder de tu entendimiento para no fiarte del mal que
aparece enfrente de tus ojos, sino para descubrir lo que realmente
hay: el Sumo Bien.
Por eso te decía que la Fe es un pensamiento con fuerza, que hace
se plasme al exterior lo que crees, pero utiliza la maravillosa fuerza
del pensamiento para alumbrar el bien que ya existe, aún a obscuras,
escondido dentro de la situación indeseable que quieres desterrar de
tu vida, pues cuando utilizas esa misma fuerza para ver enfermedad,
pobreza o desarmonía, plasmarás enfermedad, pobreza o desarmonía
en tu camino, ya que el poder que Dios nos dio se manifiesta por la
fe.
La fe es la fuerza que desarrolla la mente utilizando esa energía
para consolidarla en nuestra propia vida; y podemos utilizar esa
fuerza en consolidar el bien que ya existe, o el mal que aparece.
No hay dos fuerzas: la del bien y la del mal. Hay solamente una,
pero da muy diferentes resultados conforme la enfoques. Por eso
Jesús nos decía: “No te fíes de las apariencias, aprende a juzgar en
espíritu y en verdad”.
He tratado con gente que se empeña en afirmar que el mal existe,
que lo sufren día a día, y no se dan cuenta que lo seguirán sufriendo
mientras sigan utilizando la maravillosa fuerza de la fe para
consolidarlo. No quiero decir con esto que seamos como locos, y que
afirmemos que no hay guerras ni hambre en el mundo; pero si en

39
lugar de detenernos a lamentarnos por esto, tratamos de enfocar
nuestro pensamiento en imaginarnos que esto ya paso, y ahora reina
la abundancia y la paz, te aseguro que la energía que desarrolla
nuestro pensamiento será en alguna forma de más ayuda para que ese
mal se elimine, y la mente se encargará de irnos conduciendo a la
consecución de su exterminio, que la energía que desarrollamos con
nuestras tristes lamentaciones, ya que la energía no se pierde sólo se
transforma.
¿Y de qué le sirve al mundo que yo piense positivamente? -me
dicen otras personas- pues de mucho, ya que la fe no tiene el límite
del espacio, ni siquiera del tiempo. La fe es la fuerza que desarrolla
la mente utilizando la energía para consolidarla en nuestra vida,
como la lente del proyector proyecta al exterior la transparencia que
se puso ante ella.
Imagínate por un momento que todo el planeta Tierra está
constituido de pequeñas arenas negras. Entonces se puede decir que
el Planeta Tierra es negro; pero una arenita se da cuenta de que se
puede transformar en blanca, y toma la determinación de hacerlo.
Por esa pequeña arenita que se convirtió en blanca podemos decir:
“Ya no todo el Planeta Tierra es negro”.
Su acción repercutió a nivel planetario, y yo diría que aún a nivel
interplanetario, pues nuestro Sistema Solar ya tiene un planeta que no
es totalmente negro, y la galaxia ya tiene un sistema solar que tiene
un planeta que no es totalmente negro.
Como habrás visto, nuestras acciones repercuten no sólo en
nuestra propia existencia, sino que aún en todo lo que nos rodea,
aunque minimicemos nuestra propia vida y nuestra propia fe. No hay
peor derrota que la que se da por hecha antes de empezar. Empieza
una y otra vez. La mayoría de nosotros queremos ver resultados
positivos inmediatos; yo te .aseguro que los resultados siempre son
inmediatos, pero lo que no hemos aprendido es a poner solamente
causas positivas, porque las sobreponemos o yuxtaponemos a las
negativas, y queremos tener de inmediato resultados solamente
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positivos. ¿Cómo pueden aparecer resultados solamente positivos si
tenemos pensamientos positivos y negativos?
Cuando aprendamos a eliminar los pensamientos negativos, y
elaborar solamente positivos, entonces el resultado será inmediato
positivo.
A ese dominio llegaron los grandes Santos, quienes no dudaban
que, poniendo su mano sobre la cabeza de un enfermo, éste quedaría
curado instantáneamente, pero tuvieron que empezar como tú, una y
otra vez, y cuando el resultado era negativo, volvían a empezar, a fin
de lograr, a base de práctica, la maestría, llegando a manifestar a
Dios, o el Sumo Bien en tan nítida forma, que hemos llegado a
deificarlos, pensando que eran seres privilegiados, algo así como “los
consentidos de Dios”, sin darnos cuenta de que, tanto ellos como tú y
yo, fuimos hechos a “su imagen y semejanza”, con la facultad de
poder pensar, y de lograr plasmar nuestro pensamiento.
Tú no vas a hacer caso de esto que te estoy trasmitiendo porque yo
te lo digo, ni siquiera porque lo dijeron ya grandes hombres, no, sino
porque tú mismo lo puedes experimentar; puedes experimentar desde
hoy la fe que hace milagros, la fe que mueve montañas, la fe que
puede transformar el mundo, la fe que puede transformar tu propia
vida, la fe que hace milagros que tú mismo puedes hacer, empezando
como aprendiz hoy mismo, repitiendo una y otra vez hasta llegar a la
maestría de los santos, y ¿por qué no decirlo?: a la maestría de Jesús,
puesto que El mismo dijo: “Me llaman maestro y Señor, y tienen
razón, porque lo soy. . . en verdad os digo que harán también las
cosas que yo hago, y todavía más grandes. . .”
La fe es ver el bien que ya existe, es descubrirlo ante cualquier
otra apariencia.
Los grandes hombres de fe no fabricaban el Bien, sólo lo
descubrían con la luz de su entendimiento. El Bien que ya está en
todas partes, puesto que Dios, el Sumo Bien es omnipresente. No hay
un sólo centímetro cuadrado del universo en donde no esté presente,
aún en la llaga del enfermo, aún en la miseria del pobre, o en la
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desarmonía del angustiado. Así que si tú utilizas la luz de la fe para
ver que aún ahí está, dará por resultado que aparezca al exterior lo
que ya hay: salud, riqueza o armonía. Los milagros no se fabrican, ya
están hechos, solamente los sacas al exterior con la luz de tu fe.
Yo te diría que la fe es la fuerza que descubre el Sumo Bien, y esa
fuerza te la da el conocimiento, el conocimiento de que Dios está en
todo. No viene ni va, ya está. Sólo tienes que creerlo para que se
manifieste al exterior.
Practica el ver el Sumo Bien con la luz de tu fe tantas veces como
puedas, a fin de que ese conocimiento pase a ser parte de tu
subconsciente, y como pasó con las tablas de multiplicar, el resultado
se dispare solo.

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ACTO
Quizá no te has dado cuenta que utilizas la mente cada día con
resultados maravillosos, y al decirte esto, no te estoy hablando de
prodigios nunca vistos, sino por el contrario: de prodigios tan
cotidianos, que por ser tan comunes, les damos poca importancia.
Si tienes un vaso de vidrio, ponlo junto a ti. Ahora, si yo estuviera
sentada enfrente de ti y te pidiera por favor que me lo dieras,
seguramente tú alargarías la mano, lo ases, y me lo das en mi mano,
la cual ya está en posición de recibirlo. Ahora bien, yo te pregunto:
¿ese acto que hiciste, quién lo realizó?, ¿tu mente o tu consciente?
Seguramente que me dirás que lo hizo tu consciente, pues te diste
cuenta de que me lo diste, a lo que yo te diré que para que un acto se
realice, tiene que intervenir en él tu consciente, decidiendo, y tu
mente ejecutando.
Estudiemos más detenidamente el ejemplo anterior: cuando yo te
pedí que si me dabas el vaso, tú, aunque de una manera muy rápida
analizaste primero: “¿quiero?”, indudablemente que la respuesta fue
afirmativa, puesto que me lo diste; luego dedujiste: ¿puedo o no
puedo?, y pensaste que sí. En seguida diste una orden de ejecución,
la cual se efectuó a maravilla, ya que de ello se encargó tu mente.
Ella tuvo que calcular el peso del vaso, aunque tu consciente no lo
supiera, tu mente sí lo sabía, y promedió esto y la velocidad de tu
mano, dio la orden al corazón que bombeara la cantidad de sangre
necesaria, ni de más ni menos, al brazo que ibas a mover; envió la
glucosa necesaria para tal esfuerzo, ni de más ni de menos; ordenó a
tal músculo que moviera otro, en fin, fueron mil y una órdenes dadas
con precisión matemática, y todo obedeciendo al proceso primario
de: ¿quiero?, ¿puedo?
Ahora bien, si en lugar de pedirte que me dieras el vaso, te hubiera
pedido que me pusieras en la mano la estufa que está empotrada en la
pared, seguramente que el proceso sería igual, pero solamente al
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principio, ya que al ver que el darme la estufa es superior a tus
fuerzas sería: ¿quiero? -sí quiero- ¿puedo?, no, no puedo, y ya no se
dispararía ninguna orden inconsciente. No se ejecutaría ningún acto.
Así nos pasa en el fenómeno de la creación de nuestro bien:
cuando queremos y creemos poder, nuestra mente se encarga del
resto con precisión matemática.
A veces nos sucede que interrumpimos nuestro acto, y esto
acontece, cuando a mitad de la ejecución nos asalta la duda.
Supongamos que cuando te pedí me dieras el vaso hiciste el proceso
de quiero y puedo, pero tan pronto lo tocaste a fin de entregármelo
yo te digo que: ¡cuidado, está caliente! (aunque no lo esté), tú
inmediatamente interrumpes el maravilloso proceso que ya había
disparado la mente de mandar la cantidad de sangre al brazo
apropiado, etc. y el acto se suspende, al creer que ya no podías
dármelo, por temor a quemarte.
Recuerda: el ACTO lo puede hacer todo, y EL ACTO ES EL
PENSAMIENTO CON FE. Fe en que lo puedes desarrollar, o fe en
que le es imposible hacerlo, o fe en que quieres y puedes, pero no lo
puedes continuar.
Para hacer el ACTO sólo te basta con que quieras y creas que lo
puedes hacer. Este es el punto difícil. No tenemos noción de nuestra
propia potencia. Nos creemos solos en un mundo que nos está
gritando que Dios, o el Bien, nos rodea y nos inunda. Dios no es
menos maravilloso en la nube traspasada por el violáceo rayo del sol
poniente, que en el menor movimiento de cualquiera de tus dedos.
Esfuérzate en ver esa maravillosa fuerza a veces escondida a
nuestros ojos, pero que existe, que ya está, y apoyándote en que tu
mente puede alumbrarla a fin de que se manifieste al exterior, realiza
el ACTO del bien que deseas manifestar. Si tú crees que es posible,
así se hará, ya que la mente, así como dirige tu mano a fin de darme
el vaso, te llevará a tocar la puerta adecuada, a encontrarte con la
persona necesaria, en fin, en ponerte en el camino correcto con el
objeto de que ese bien salga a manifestación en tu propia vida.
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Y como fe es la aseveración de que una cosa es cierta (lo sea en
realidad o no), sucederá, como en el ejemplo anterior, que si crees
que el vaso está caliente (aunque no lo esté), creerás que no puedes
pasármelo, y apoyándote en esa aseveración, se suspende el
mecanismo de ejecutar el acto que querías hacer, o sea el darme el
vaso.
Así pasa muchas veces en nuestra vida al aplicar el ACTO de fe,
por ejemplo: me quiero aliviar de tal o cual enfermedad, sin
embargo, a pesar de que el primer paso de ¿quiero? es afirmativo, el
segundo de ¿puedo? es negativo, ya que damos por cierto que tal o
cual enfermedad es incurable; pero si recapacitamos en que nuestra
fe debe basarse en la gran verdad de que el Sumo Bien está en cada
centímetro cuadrado de la creación, entonces aseveremos de que el
bien ya está, luego ya está la fuerza curativa y nuestra contestación a
¿puedo? será indudablemente SI. Entonces se procede al ACTO, el
cual lo desarrolla maravillosamente nuestra mente ya que dijimos:
¿quiero? -sí, ¿puedo? -sí. El resultado no se hará esperar.
Pero fíjate bien que este mecanismo funciona tanto para actos
positivos como para actos negativos en tu vida, nada más que con
muy diferentes resultados. Si tú quieres que algún bien aparezca en
tu existencia, pero aseveras que es verdad el hecho de que no puedes
conseguirlo, igualmente, la mente se encargará de disparar lo
necesario para imposibilitar el que ese bien se manifieste, ya que
quieres, pero crees que no puedes.
Así, si tú quieres que cambie tu vida, como ya te lo había dicho en
el capítulo “Pensamiento”, tienes que empezar por cambiar el
interior. Empieza hoy a practicar con un sólo deseo que quieras ver
realizado; empieza a practicar hoy, no a ver si funciona, sino hasta
que creas que lo que piensas es verdad, o sea, hasta que aseveres con
toda firmeza que el bien que buscas ya es verdad, o que ya existe, así
tu mente se podrá encargar de dispararlo al exterior.

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La fe no pide, recibe. Cuando se pide se está declarando que no se
tiene lo que se desea. La fe agradece que se puede traer el bien del
mundo invisible al visible.
No desmayes aunque para lograr esto tengas que intentarlo varias
veces, no importa cuántas. A veces nos parece un largo camino el
trabajo de reeducar nuestro pensamiento, pero yo te aseguro que en
cada intento logras un grado más de victoria.
Toda disciplina se logra a base de práctica. Practica el ver con tu
ojo interno la presencia real de toda armonía y bien en toda persona,
lugar y situación. Recuerda que ya Jesús nos había aconsejado que
no nos fiáramos de las apariencias, que aprendamos a juzgar en
espíritu y en verdad.
Yo sé, por experiencia propia que en ciertos casos, al contemplar
nuestra constelación de fracasos, terminamos por no querer voltear a
ver más el cielo; pero también sé que, al no existir causa sin efecto,
ni viceversa, si falló el resultado es por la poca maestría en la firmeza
de la causa, es decir, que la causa fue débil o ambigua, dando por
resultados efectos débiles o ambiguos; pero no desmayes en tratar de
cambiar de negativos a positivos tus pensamientos, que cuando nos
demos cuenta, será tan fácil hacer actos positivos que se dispararán
solos, como solos se disparan ahora los resultados de la tabla del seis.
Por eso los santos podían resucitar muertos, porque querían y
sabían que podían hacerlo; ellos empezaron como tú y como yo, con
una pléyade de fracasos, pero cada fracaso los llevaba más cerca del
triunfo, ya que iban asimilando más la idea del aprendizaje que es a
base de repetir el acto, hasta que lo asimile el subconsciente, no
importa cuántas veces se tenga que repetir. Ellos no fueron hechos de
diferente manera a como tú fuiste formado. El Hacedor, o Dios, es el
mismo, y en todos puso su grado infinito de perfección. La diferencia
estriba en que ellos se dieron cuenta de eso, y tú lo estás
aprendiendo, así como se iniciaron ellos.
Una vez que logres seleccionar tus pensamientos, tu existencia
será más bella para ti y para quienes te rodean, que al fin de cuentas
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para eso naciste: para hacer el propio génesis de tu vida ahora, o sea:
iluminar con la luz de tus pensamientos “el Espíritu de Dios (todo
bien) el cual ya está hoy dentro y fuera de ti, así como dice la Biblia:
En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra empero, estaba
informe y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo: y el
espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Dijo, pues, Dios: Sea la
luz y la luz fue”.
Fíjate que aunque la tierra estaba informe y vacía, puesto que al
cubrirlas las tinieblas no se veía lo que había, sin embargo ya estaba
el Espíritu de Dios que “se movía sobre las aguas”.
Para esto nacimos: para iluminar con la luz del entendimiento
tanto bien que ya ahora hay dentro y fuera de nosotros, aunque por el
momento veamos nuestra vida informe y vacía; pero el
entendimiento nos dice que es sólo apariencia, puesto que ya está el
Espíritu de Dios, o sea todo bien, y en el génesis de tu vida irán
surgiendo bienes y prodigios conforme los vaya iluminando con la
luz de tu fe.
Recuerda que puedes iluminar todo bien sabiendo que no lo vas a
fabricar, sencillamente ya está, solamente lo vas a hacer aparecer
sobre la faz de tu vida con los sencillos pasos de:
1o.-Si lo deseas, es porque ese bien ya quiere manifestarse.
2o.-Para traer del mundo invisible al visible (o iluminar esebien),
tienes que tener una IDEA clara de lo que quieres manifestar, y
para darle forma, te vales del pensamiento haciendo una
“transparencia” clara y precisa. Si para su creación utilizas los
cinco sentidos, mejor.
3o.-Ahora sólo falta preguntarse: ¿quiero?, ¿puedo?, y si tu respuesta
es afirmativa, tu mente lo plastificará haciendo lo que sea
menester o sea el ACTO, a fin de que el génesis de tu vida sea en
plenitud, bondad, armonía y amor, ya que ése es el deseo de Dios
para ti.

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Olvídate de un Dios vengativo y gruñón; de un Dios sediento de la
sangre de sus víctimas, al cual a veces le imploramos: quítame la
vida a cambio de la de fulanito; o también: mándame a mí un mal
pero salva a mengano.
¿Crees tú que Dios necesita ser convencido para que haga el bien?
¿No será más bien que porque Dios desea el bien, es que tú lo
deseas?, pero no tiene que quitar el bien a nadie para dárselo a otra
persona.
A veces tenemos la idea de un Dios tan distraído que le
achacamos el defecto de olvidadizo y le decimos: ¡Acuérdate de mí!
Otras veces lo creemos sordo, pues decimos: “a ver si a ti sí te
escucha, porque a mí no”. También pensamos que tiene un Partido
Político-religioso consentido, y que a los de determinada religión sí
les concede sus favores. Dios no es el jefe de un partido religioso, es
algo más que eso. Dios es esa fuerza vital que ya está dentro de ti, y
ha estado y estará presente en todo corazón que busca la felicidad.
La humanidad desde siempre ha presentido esa fuerza maravillosa
del bien y la ha buscado, sintiendo que está muy cerca de ella, tan
cerca como que en realidad está dentro y fuera. Tan cerca de ti, que
integra tu propio ser.
Dios es el amor por la felicidad que ya habita dentro de tu
corazón, la alcances a ver o no, la utilices o no.
Dios es el Sumo Bien manifestado en cualquier realización.
En esto consiste la felicidad: en saber que ese Sumo Bien ya te
inunda, te rodea, te sumerge en El, y cuando lo descubres y
plastificas, has llegado a recibir la invitación de Jesús; has logrado
tener el poder de mover montañas, has llegado a tener FE.

I N D I C E

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Agradecimiento........................................................... 5
Prólogo........................................................................ 7
Pensamiento ................................................................ 9
Deseos ......................................................................... 25
Idea.............................................................................. 29
Fe................................................................................. 37
Acto............................................................................. 45

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