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Texto completo de la tesis presentada por el autor para acceder al puesto de profesor
numerario
Universidad de Berna
1953
Versión española de
1
ÍNDICE
Notas
Bibliografía
2
Nota del traductor al español
La versión española de La consumición turística que el Prof. Dr. Kurt Krapf presentó
para optar a una cátedra de la Universidad de Berna (Suiza) en 1965 la realicé en 2000
convencido de que la obra traducida es fundamental para demostrar que el turismo se
estudia desde la demanda. De este enfoque sui géneris arrancan todas las
especificidades conceptuales que los estudiosos destacan en la economía del turismo. El
traductor español ha publicado recientemente en www.librosenred.com la obra titulada
“El turismo explicado con claridad”. En ella se recoge pormenorizadamente la zaga
conceptual que arrancando de la noción vulgar de turista elevada a la categoría de
concepto académico se constituyó en el fundamento de los estudios científicos del
turismo que se vienen haciendo desde las últimas décadas del siglo XIX. En el casi siglo
y medio de la literatura especializada ha habido intentos de introducir cambios
conceptuales aunque sin conseguir otra cosa que reincidir una y otra vez en los
planteamientos tradicionales.
No deja de ser curioso que los expertos (de la OMT y de la AIEST) nieguen que el
turismo sea estudiado con enfoque de demanda ya que están convencidos de que es
estudiado con enfoque de oferta en la medida en que estudian las actividades de
diferentes sectores productivos de servicios. Cuesta trabajo comprender que aun no se
hayan percatado de que esos sectores son agrupados solo y exclusivamente porque están
orientados a satisfacer la demanda de un consumidor que se concibe como diferente a
los demás, el llamado turista, por una serie de razones siempre circunstanciales, nunca
esenciales.
La obra que ahora se publica en español muestra sin ningún género de dudas que la
economía del turismo es básicamente una economía de consumición aunque termine
imitando a la economía de la producción.
Ya hay expertos que admiten el hecho indudable de que el turismo se estudia desde la
demanda pero prefieren hablar de transversalidad, un concepto extraño a la economía,
disciplina en la que solo tiene sentido los conceptos de horizontalidad y verticalidad.
Pues bien, el enfoque de demanda explica que el turismo se estudie como agregación
horizontal de una serie de sectores convencionales, unos preferentemente “turísticos”,
otros bastante “turísticos” y otros escasamente “turísticos”.
La obra publicada tiene cerca de medio siglo. No es, pues, una obra actual, pero sí
clásica. Espero que sea de interés para quienes van más allá de la plaga del marketing
que cayó sobre la literatura del turismo a mediados del siglo pasado, que ha hecho de
3
ella una exhibición del más vulgar pragmatismo ayuno de la siempre insustituible teoría.
Por otra parte, la publicación en español de esta obra es tanto más necesaria cuanto
menos frecuente es el conocimiento de la literatura en alemán para los estudiosos
españoles.
4
Prefacio
1
Han pasado 12 años desde la puesta al día del texto original (Nota del traductor francés)
5
localización turística, ha recibido un impulso tan decisivo como fructífero de los
desplazamientos turísticos tanto cuantitativos como cualitativos.
A este respecto hay que mencionar los desarrollos que han tenido lugar mientras tanto y
que han cambiado en profundidad el carácter y la estructura de la consumición turística.
Se pueden agrupar, groso modo, bajo el término expansión. Como en muchas otras
materias, las investigaciones (hechas) desde el punto de vista de las fluctuaciones
coyunturales han cedido progresivamente el lugar a los estudios que se hacen sobre los
orígenes y las características del crecimiento. El análisis de la elasticidad, que tiene un
lugar destacado en la obra del profesor Kurt Krapf, ha perdido mucha importancia como
consecuencia del interés que se le da al crecimiento y al inesperado aumento de la
prosperidad económica. Se ha sustituido, de otra parte, la concepción del turismo como
formando parte del circuito económico por el estudio del efecto multiplicador del
turismo sobre la actividad económica general, una investigación que se sigue haciendo
en la actualidad y que ha logrado alcanzado una formulación muy precisa.
Se podrían multiplicar los ejemplos que ilustran el desplazamiento del centro de interés
y el desarrollo de los estudios, los cuales confirman que la esencia misma y la
importancia de la obra del profesor Kurt Krapf no han mermado sino que han
aumentado. En este sentido, no podemos sino alegrarnos y felicitarnos por poder
presentar una traducción particularmente lograda de esta obra fundamental.
6
Prólogo
Dos razones nos incitan a estudiar las relaciones entre turismo y consumición. La
primera es inherente al fenómeno y a la esencia misma del turismo, que lleva a los
hombres a gastar dinero, a enajenar una parte de sus ingresos, es decir, justamente, a
consumir. Frente a los gastos en viajes y en vacaciones, que es lo que a groso modo
constituye el hecho económico del turismo, figuran partidas en el presupuesto de los
turistas, al contrario de lo que sucede con los viajes de negocios, para los que no hay
previsión (presupuestaria) alguna. Los interesados – llamémosle turistas para simplificar
– son “consumidores finales” de bienes y servicios ofrecidos por la industria del
turismo, representados por ejemplo por la hotelería o los remontes. El producto ofrecido
no es adquirido por los compradores para su reutilización o transformación y desaparece
tan pronto como se consume. Los gastos específicos reflejan el precio de la
regeneración física o psíquica, el aumento del potencial del turista. El turismo, en
consecuencia, está netamente orientado hacia la consumición con respecto a la cual se
presenta como parte de un conjunto más amplio.
Es este conjunto lo que nos permite entrever la segunda razón que nos llevó a confrontar
turismo y consumición. En la teoría, la consumición de bienes era hasta hace muy poco
tratada como el pariente pobre. El capítulo clásico dedicado a este tema por los
manuales no rebasaba lo que F. V. Gottl decía de la enseñanza tradicional, a saber: “un
dogma velado de la economía política”. Ha habido que esperar a los últimos años para
discernir (la existencia de) ensayos sistemáticos que rebasan las investigaciones sobre la
7
estructura cuantitativa de la consumición y sobre el establecimiento de cuentas
familiares que interpretan la consumición como el contrapunto de la producción. El
impulso lo dio, por una parte, la sociología y, de otra, las preocupaciones más prácticas
por el estudio de la consumición en tanto que investigación al servicio del control de los
mercados por las empresas. Lo que caracteriza a ambas corrientes es la consideración de
la consumición como una categoría autónoma del pensamiento económico y no como
mero añadido al proceso de producción y distribución.
El autor
8
PRIMERA PARTE: INTRODUCCIÓN TEÓRICA
La crítica que se viene haciendo a la teoría económica, según la cual ésta no había
dedicado hasta hoy ninguna atención a la consumición y que incluso había
obstaculizado su investigación (1) nos parece justificada en el plano material, pero
formalmente nos resulta exagerada. En efecto, en la mayor parte de los economistas
encontramos referencias al uso y a la consumición de productos (2) antes de que J.B.
Say lo hiciera al proponer la división del proceso económico en producción, circulación,
distribución y consumición, poniendo la última lugar al mismo nivel que las demás.
Las referencias a la consumición se hacía la mayor parte de las veces solo como “puro
recordatorio”. El acto de la consumición se consideraba improductivo (3), por lo que
estaba ausente de la ciencia económica al ser considerado como algo de naturaleza
fisiológica o psicológica, es decir, como una simple cuestión de estómago, por lo que no
quedaba modificaba la idea generalmente admitida de que la producción y la
distribución de bienes tienen en la consumición la salida lógica y natural.
Esta escala de valores, esta jerarquía de conceptos, en la que la posición del consumidor
no representaba en la economía más que ”cantidad sin interés” (3 bis) no aparecía sólo
en la teoría sino que se encontraba también en la actividad económica y en la política
económica. Ambas desdeñaban tomar en consideración el interés de los consumidores y
rehusaban de entrada incluso tenerlos en cuenta. Fue ante todo el mercantilismo el que
defendió el punto de vista del productor y manifestó en numerosas ocasiones su
9
hostilidad frente al consumidor. Particularmente, fue el caso de la consumición interior,
que “estaba desprovista de cualquier interés a los ojos de los mercantilistas” (4)
Antemos que la constatación de Heckscher (6), según la cual las tendencias no liberales
no reconocen supremacía alguna de la consumición sobre la producción, está en
contradicción con el hecho de que es precisamente con el dirigismo económico, y a
medida que éste se desarrollaba, cuando empezaron a tenerse en cuenta los intereses de
la consumición y particularmente del consumidor final. Fue la intervención creciente del
Estado en la economía lo que permitió al punto de vista del consumidor imponerse con
conocimiento de causa y, por eso mismo, conquistar al menos una igualdad de principio
con respecto a los intereses del productor. No es, pues, por azar que, precisamente en
una época que ha asistido al completo hundimiento del liberalismo, y que ha conocido
frecuentes intervenciones del Estado en la economía, las relaciones entre el productor y
el consumidor sean objeto de investigación y la doctrina haya otorgado a este último
una supremacía de principio. En este sentido, Ammon (7) expresó esta comprensiva
afirmación: “Si bien es correcto decir que la producción existe porque existe la
consumición, y no a la inversa, que la consumición es el objetivo último de la economía
10
y que la producción no es más que un medio, es correcto igualmente decir que no puede
haber consumición sin producción y que una política que tenga en cuenta los intereses
de los consumidores está obligada a tener en cuenta, igualmente los intereses de la
producción y, en consecuencia, los del productor”.
En efecto, fue precisamente la época del dirigismo estatal integral la que facilitó la
demostración de la importancia de la consumición y la que la adoptó como centro de su
acción económica. No fue la abundancia de bienes sino la penuria de mercancías que
siguió a las dos guerras mundiales lo que puso de relieve el papel primordial que juega
la organización de la consumición y el comportamiento de los consumidores en el
sistema de aprovisionamiento. Para asegurarlo fue preciso promover una política global
de consumición completada con su correspondiente reglamentación, a saber, el
racionamiento. “El medio más conocido y, en la mayor parte de los casos, el más eficaz
para orientar y restringir la consumición, sobre todo, si se trata de bienes vitales, fue el
racionamiento a nivel del consumidor final” (7a)
Nosotros no hemos afirmado que los economistas no tengan conciencia del papel de la
consumición como elemento del proceso económico nacional, pero con una reserva: sus
declaraciones al respecto revelan que un carácter casi exclusivamente formal. Esto nos
lleva a preguntarnos ahora sobre la naturaleza y la extensión de nuestros conocimientos
actuales sobre la consumición.
11
A.- En tanto que satisfacción de una necesidad, considerando este término como el
sentimiento de frustración, procurando o aumentando la sensación de placer, pero
eventualmente también de displacer o de sufrimiento (cuando se come más allá de la
saciedad, se lleva una vestimenta que no nos gusta, se escucha una música que nos
parece molesta o incluso nos contrariamos por la degradación de un paisaje turístico)
Se trata aquí de apreciar el valor de uso de los bienes y servicios consumidos, es decir,
su actitud para satisfacer necesidades humanas. También del proceso técnico de la
consumición de bienes, por ejemplo, del aplacamiento de la sed bebiendo uno o varios
vasos de cerveza, de un viaje en ferrocarril a la Jungfraujoch, de la satisfacción de
necesidades culturales por la frecuentación de un espectáculo teatral o de un concierto.
En todos los casos, se trata de comprobar por experiencia personal el valor de un bien o
de un servicio capaz de suscitar emociones, desde las más vulgares hasta las más
sublimes. Bücher (9a), que aportó, con su teoría de las satisfacciones económicas, una
prueba apreciada y de gran peso para los seguidores en la escuela histórica, habla de
“consumición de placeres” y afirma que la teoría de la consumición no debería salir de
esta marco. De ello se desprende que esta teoría abre igualmente perspectivas sobre
sectores extraeconómicos y que pueden salir, por ejemplo, de la tecnología, de las artes
o de otros campos.
Visto desde este ángulo, la consumición individual se resume así: los seres humanos
consumen bienes y servicios para sí mismos. Esta interpretación coincide en esencia con
la definición dada por Oldenberg (10): “Consumición es la satisfacción de necesidades
humanas por medio económicos”. La satisfacción de necesidades representa, por tanto,
según la lógica formal, el genus proximum y los medios económicos utilizados para tal
fin, la diferencia específica. La satisfacción de necesidades humanas por medios no
económicos, como por ejemplo la consecución de aspiraciones religiosas por medio de
un sacerdote, no se considera consumición si los fieles no aportan algún óbolo por el
uso de las instalaciones sacerdotales y por recibir servicios del sacerdote para cubrir
dichas aspiraciones.
Hemos conseguido también establecer al mimo tiempo una nueva y doble delimitación
en lo que concierne al objeto y a la duración de la consumición. En principio no es
imprescindible que los medios utilizados sean destruidos por el acto de consumición y
que desaparezcan con él. Un bien puede desaparecer por consumición pero también
puede ser consumido por medio de actos repetidos, es decir, de un modo continuado. El
acto de beber y el uso de un edificio para reuniones son dos casos extremos. Por otro
lado, el objeto de consumición pueden ser bienes concretos y servicios. Así, por
ejemplo, el trabajo del hotelero y de sus empleados se consume como la comida que se
sirve a los clientes o las instalaciones que se ponen a su disposición. Mayer (11)
defiende, sin embargo, la concepción opuesta y rehúsa considerar a los servicios como
objeto de consumición, que son utilizados, no consumidos. A esto se puede objetar, en
12
principio, diciendo que existen, además de servicios, bienes de consumición que sirven
no una sino muchas veces, es decir, casi indefinidamente, y que, por consiguiente, la
destrucción se retrasa en el tiempo. Pero hay también un argumento práctico a favor de
nuestra tesis, a saber: la prestación de servicios se asemeja por su propia naturaleza a
bienes de consumición ya que es una prestación de servicios lo que permite que, a fin de
cuentas, los bienes resulten accesibles (al consumidor). No es posible comer en un
restaurante sin la colaboración simultánea de los camareros, cuyos servicios forman, en
consecuencia, parte integrante del acto de consumición, ya que no pueden ser disociados
uno de otro.
Marx, a quién pertenece esta frase, expuso, por así decir, de paso, en un anexo poco
conocido de su “ Crítica de la economía política”(12) las relaciones que existen entre
producción y consumición. Lo que Marx dijo sobre la cuestión se aleja de lo que
sostiene la mayor parte de los economistas. Marx no solo considera que la producción
está condicionada por la consumición, en sentido técnico y reproductivo, o, según su
expresión, productivo, sino que considera que lo contrario también es verdad: La
consumición engendra la producción en el sentido de que la consumición crea y
mantiene el trabajo humano como factor de producción. “Es evidente que por la
alimentación, que es una forma de consumición, el hombre produce su propio cuerpo.
Pero esto vale para cualquier consumición ya que, de una manera o de otra, (siempre)
reporta alguna forma de beneficio al hombre”. Por ello Marx habla en estos casos de
producción consumible.
2
Venimos utilizando en esta versión castellana el término consumición con el sentido de consumo final, y
el término consumo con sentido de consumo intermedio.
13
Por consiguiente, la producción es consumo como la consumición es producción. Cada
una es, al mismo tiempo, ella y su contrario. Entre ambas tiene lugar simultáneamente
un cambio y un equilibrio. “La producción hace posible la consumición porque crea el
soporte material sin el que ésta última quedaría privada de finalidad (objeto). Pero la
consumición, a su vez, hace posible la producción al darle una finalidad, es decir,
creando su sujeto, sin el cual no habría necesidad de productos”(13)
Se podría objetar, no obstante, como lo ha hecho Mayer (16a), que la principal actividad
de la familia reside en administrar la renta, el uso del poder de compra que representa,
y no en la consumición. Pero incluso si se toman como punto de partida las relaciones
de intercambio, tal y como resultan en una economía con división del trabajo, incluso si
no se consideran las cosas bajo su apariencia real sino bajo el orden monetario, no podrá
el pensamiento separar a la familia de la consumición. En este orden de ideas se llega a
la oposición entre consumición y ganancias obtenidas que se encuentra en el
pensamiento de Liefmann (17), la que existe entre economía de consumición y
economía de ingresos profesionales. La primera usa la renta para satisfacer las propias
necesidades mientras que la segunda se orienta a conseguir un beneficio monetario.
Incluso en este marco más amplio, la familia se orienta necesariamente hacia la
economía de consumición, porque, en sentido económico, no busca rentabilidad o
ganancia sino, exclusivamente, satisfacción de necesidades de sus miembros.
14
independiente y preponderante, caracterizada como “el conjunto de decisiones tomadas
por un grupo humano en el marco de una sociedad, para asegurar la cobertura de sus
necesidades comunes”, viene obligado, cuando se ocupa de la economía familiar, a
hacer numerosas concesiones a la teoría de la consumición, lo que le sirve, en particular,
para explicar cómo funciona una familia y cómo asegura la cobertura de sus
necesidades, lo que prácticamente equivale a introducir por la puerta falsa la economía
de la consumición en el sagrado seno de la economía familiar.
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ponderación de los diferentes gastos, parece determinado por la renta disponible.
Philippovich formula esta constatación de la forma siguiente en su coriáceo estilo: “El
hecho de la igualdad en la estructura de las necesidades más esenciales así como el de la
similitud de las relaciones de renta en las diferentes clases sociales explican la
constancia y la regularidad de la consumición (18b)”.
Sin ninguna duda, (la ley de Engel) es una contribución esencial al conocimiento de la
estructura de la consumición que es válida también para la consumición turística. Sin
embargo, la ley de Engel es insuficiente en el marco de nuestra investigación porque no
facilita más que una relación funcional; describe solo la relación existente entre
determinadas partes de la consumición y la consumición total en función de las
variaciones de renta; permanece muda sobre el origen, la evolución y la distribución de
la consumición en general; no facilita ninguna explicación sobre las causas del
comportamiento del consumidor, sobre todo de la satisfacción de sus necesidades
libremente elegidas, de sus necesidades de lujo.
Los intentos realizados para situar la consumición en la cima del circuito económico y
para deducir de ella las demás etapas del proceso (19), proceden, a pesar de su carácter
puramente formal, del sentimiento confuso de una laguna teórica. Esta laguna acabó por
chocar de un modo cada vez más fuerte con la solución práctica del problema, que había
hecho grandes progresos gracias, sobre todo, al esfuerzo interesado de los
consumidores, mejor dicho, de las cooperativas de consumición.
16
protegidas por la legislación social. En una época en la que se veían “de un
lado, los pavoneos de la oligarquía financiera y, de otro, los lamentos de los pobres”
(20), se trataba de facilitar, en el marco de la política social, la adquisición de bienes y
de hacerla menos gravosa, con el último pensamiento de poner el crecimiento de la
consumición al servicio de la atenuación de la lucha de clases.
Coincido con el señor X en una estación termal, en la que gasta la ganancia obtenida
como consecuencia de una exitosa transacción mercantil. Su colega Y renuncia ese año
a ir de vacaciones porque, después de pensarlo, prefiere gastar la cantidad prevista para
tal efecto en la compra de un aparato de TV.
17
Por consiguiente, los fenómenos que tienen lugar en el mercado de bienes de
consumición son la consecuencia lógica de la decisión tomada con respecto a la
utilización de renta; reflejan el proceso de selección que ha tenido lugar en el espíritu
del consumidor. Sin embargo, este no eligió al azar ni a ciegas; no es un juego de
circunstancias fortuitas lo que decide el empleo de bienes. La elección se basa en una
confrontación entre fines susceptibles de ser alcanzados y el beneficio que es posible
obtener de ello. En otros términos, el criterio descansa en una comparación de valores.
Como dice Kyrk (23) “…consumption is primarily a problem of value and of valuation”
(... el consumo es primariamente un problema de valores y de valoración). La
valoración siempre tiene su origen en la naturaleza humana, en las fuerzas que influyen
sobre ella y en los impulsos que libera, en el comportamiento de los individuos que
viven en sociedad. Citemos de nuevo a Kyrk: “The fundamental problem of
consumption becomes a problem ... of human behaviour” (El problema fundamental del
consumo es un problema … de comportamiento humano) (24)
Por tanto, el nivel de vida , así concebido, es más importante que el tren de vida, que no
es más que la cantidad de bienes consumidos en un plazo dado por una unidad de
consumición, es decir, por la familia. El nivel de vida es la expresión de la mentalidad
económica de un pueblo y de su entorno social. “A society’s individuality comes out
more in its standards than in anything else” (una sociedad se revela más en sus
estándares que en cualquier otra cosa) (28). La diferencia, por ejemplo, entre la sociedad
medieval y la sociedad moderna es particularmente llamativa si se compara el nivel de
vida de la primera, muy bajo, limitado esencialmente a la satisfacción de las
necesidades físicas, y enemiga del lujo, con las exigencias ilimitadas de la segunda en
todos los aspectos de la vida. También se puede comparar el nivel de vida del obrero
americano con el de su colega de la Europa del Este. El nivel de vida es, pues, función
de una época; está en continua evolución; cuando se eleva es sinónimo de progreso y
cuando baja refleja empobrecimiento.
18
automáticamente a leyes propias de las circunstancias? Tal determinismo social, que
aplica la causalidad de las ciencias naturales al campo social y que ha encontrado en el
“conductismo”su formulación teórica, acaba necesariamente en la negación del libre
albedrío individual y descarta la responsabilidad humana. El simple hecho de que el
hombre tenga siempre la necesidad de diferenciarse, a través, por ejemplo, de la moda o
incluso en las fantasías y las manías personales, frecuentemente consideradas como
“shocking” (impactantes) porque afectan a las costumbres generalmente admitidas, nos
impide ver en el nivel de vida un conjunto de prescripciones obligatorias. De no ser así,
el hombre quedaría reducido a jugar un papel de marioneta y su comportamiento sería
visto como la consecuencia de una lógica absolutamente rígida cuando solo se trata, en
realidad, de la mayor o menor probabilidad en la forma de acomodarse a un nivel que
no suprime la libertad individual de decisión. Dicho esto, hay que admitir que la
libertad del consumidor es, frecuentemente, solo teórica: está limitada cuantitativamente
por el montante de la renta y cualitativamente por las condiciones de producción. El
nivel técnico de la producción y la organización de la empresa dominan a la masa
desorganizada de los consumidores imponiendo límites relativamente estrechos a su
libertad de elección en la adquisición de bienes.
c) La concepción subjetiva
¿Es posible, por tanto, realmente deducir de esta teoría una ley de consumición?.
Conviene, de entrada, constatar, que la teoría de la utilidad marginal trata de explicar la
elección que preside una ordenación racional de los bienes en general, lo que viene a
decir – puesto que vivimos en un sistema económico en el que rige la división del
trabajo - que se basa en el análisis de los mecanismos del mercado. La teoría de la
utilidad marginal constituye, pues, el punto de partida del estudio de las relaciones de
dependencia valor/precio, expresadas por un sistema de ecuaciones. En dicho sistema,
“los precios de los bienes pueden ser presentados como función de las cantidades
19
demandadas; inversamente, las cantidades de los bienes demandados pueden ser
consideradas como función del precio” (30)
No es nuestra intención discutir esta teoría estática del equilibrio, que no ve en el valor
y en el mecanismo de los precios más que simples relaciones formales (31). Pero
intentaremos demostrar que el principal edificio sobre el que la teoría descansa, es
decir- la teoría de la utilidad marginal- no tiene en cuenta más que los fenómenos de
intercambio, es decir, la distribución de los bienes, y por ello no es más que la antesala
de la consumición. Es verdad que, en el marco de la economía de mercado, el
consumidor actúa como demandante, pero sólo virtualmente, en tanto que portador de
un apetito de goce indefinido y que, por tanto, tiende a ser saciado al máximo. El
consumidor se enfrenta a cantidades de bienes y a precios, y finalmente es la relación
entre ambos factores lo que determina la combinación de consumición y, en
consecuencia, su participación (32).
20
behind the demand curve” (para explorar el mundo a través de la curva de demanda)
(35)
d) El método psicológico
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Los estudios de mercado, sin embargo, no dan del consumidor más que un retrato
fragmentario, limitado en el tiempo y en el espacio y realizado desde el punto de vista
del empresario, por lo que es teleológico. El método psicológico no basta para explicar
el proceso en su conjunto; se basa en tipos de consumición representativos de capas
sociales cuya estructura de consumición y nivel vida vienen determinados por el medio
social. Todo deriva de la idea de que la gente refleja la sociedad en el seno de la cual
vive. Los estudios de mercado no pueden hacer progresar las investigaciones sobre la
consumición más que si se insertan en el marco de la sociología. Ambos métodos
forman, por ello, un todo, como el tronco y las ramas de un árbol.
En otros términos, esto significa que al crecer la renta tiene lugar un aumento más que
proporcional del ahorro. “También el ahorro lleva en sí mismo el germen de una
contracción cuya evolución es igualmente acumulativa” (41).
Esquemáticamente, he aquí como ocurren las cosas: un ahorro creciente tiene como
consecuencia un descenso de la demanda de bienes de consumición. El descenso de la
consumición tendrá efectos negativos sobre el nivel de empleo en las industrias de
bienes de consumición, que manifestará síntomas de crisis, la cual se transmitirá a la
producción de bienes de equipo, puesto que la venta de estos últimos depende del nivel
de ventas de la industria de bienes de consumición. El potencial de producción rebasa
las posibilidades de absorción del mercado , las ventas se retraen, los stoks aumentan y
aparece el desastroso paro masivo.
Pero lo que es esencial para nuestro propósito es la atención creciente que se concede al
comportamiento del consumidor en la teoría de los ciclos económicos (44) y la
importancia decisiva atribuida a los gastos de consumición en la terapéutica de la crisis.
La teoría del poder de compra que hemos examinado tan solo se ocupa de superar la
fase de depresión económica aumentando la consumición, incitando a la gente a
comprar más, y no con medidas de reanimación de las inversiones…; la lucha contra la
crisis, es decir, la política que tiende a asegurar el pleno empleo, se limita a aumentar la
venta de bienes de consumición (45)”. Así pues, la consumición ocupa, al menos en el
plano cuantitativo, el centro de la atención en la teoría de los ciclos económicos y de la
política anticíclica.
22
bb/ Estudio del circuito económico
Por razones didácticas, con el fin de delimitar mejor la realidad y para comprenderla
mejor en la práctica, la economía política recurre cada vez más a la idea de circuito
económico para explicar el proceso económico. Jöhr (46), por ejemplo, basa sus
investigaciones sobre la inflación de postguerra no en la teoría cuantitativa sino en la
teoría del circuito. Sustituye “los conceptos cuantitativos abstractos, como masa
monetaria y volumen de negocios, así como los instrumentos ficticios, como velocidad
de circulación de la moneda y nivel de precios, por magnitudes menos abstractas que
permiten hacerse una mejor idea de la estructura de la economía nacional y de la
evolución del proceso económico”. Este método facilita un mejor conocimiento y a
menudo incluso permite tomar conciencia del papel del consumidor, cuyos gastos
están en el origen y constituyen la pieza maestra del circuito de la renta. Sin embargo ,
la teoría del circuito no es más que una simple consideración del consumidor, puesto
que se limita a considerar el factor moneda y el factor mercancía y calcula el nivel de
precios según la relación existente entre ambos factores.
La frenética aceleración del crecimiento económico que ha tenido lugar durante las
últimas décadas y, sobre todo, durante los últimos años, nos ha permitido seguir, con
una extraordinaria nitidez, las diversas formas de actividad que ha revestido, lo que ha
revelado el interés de la economía política por el estudio de los problemas del sistema
económico y la ha llevado a replantearse “la cuestión del orden económico” (Eucken)
Si no queremos que lo que acabamos de decir se quede en pura retórica hay que
garantizar al consumidor ciertos derechos, de forma que quede asegurada su posición-
clave en el desarrollo económico, así como el correcto funcionamiento del “mercado de
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compradores” (buyer´s market). No se trata sólo de proteger al consumidor contra los
monopolios y los acuerdos que afectan al precio. Es preciso mejorar también su
conocimiento del mercado y permitirle comparar precios y calidades, lo que a su vez
exige una tarea educativa. “En una sociedad como la nuestra, la educación del
consumidor requiere una legislación justa y protectora” (48), lo que exige, en
consecuencia, medidas que protejan al consumidor por medio del mantenimiento en la
competencia (49); pero esto se escapa del marco de nuestros propósitos.
24
CAPÍTULO II: EL TURISMO COMO OBJETO DE CONSUMICION
La atracción del extranjero la sentían también los profesionales y los estudiantes que
atravesaban los países a caballo. Pero la masa de la población campesina y obrera
continuaba (siendo) sedentaria en el sentido estricto del término, preocupada ante todo
de asegurarse una alimentación conforme a su nivel de vida, lo que excluía cualquier
posibilidad de utilizar sus ingresos para conseguir fines turísticos. Carecemos, pues, de
25
observaciones precisas basadas en estadísticas globales. Los movimientos esporádicos
de viajeros por rutas por las que pasaban caravanas de comerciantes, sin duda
importantes para la economía y la prosperidad de los individuos en el pasado, ocupaban
numéricamente un segundo plano. Las “delicias materiales” (“Güterseligkeit”, v. Gottl)
no solo arrojaron sus sombras sobre la idea que se hacían de la consumición sino que
también les impidieron discernir las primicias del turismo moderno. El destino común
permite darse cuenta del estrecho parentesco que existe entre la consumición y el
turismo.
Fue así como acabó por reconocerse en la misma época la beneficiosa influencia del
turismo en los movimientos internacionales de capitales y en la balanza de pagos (rentas
turísticas). Las entradas de divisas que generan los gastos de los turistas se convirtieron
rápidamente en un importante factor de desarrollo económico y de rentabilidad del
turismo. Numerosos estudios se dedicaron a este tema (55). En la época de
liberalización de las relaciones económicas mundiales, sobre todo las relativas a la libre
circulación de viajeros de un país a otro, las corrientes turísticas se dirigían hacia
aquellas regiones y localidades tradicionales que se destacaban por sus condiciones
naturales. (El Rin entre Mainz y Colonia, los Alpes suizos y austríacos, la costa
mediterránea francesa e italiana, las playas del mar del Norte, las ciudades de aguas
termales famosas del triángulo de Bohemia: Karlsbad, Marienbad, Franzensbad, etc...).
Estas regiones recibieron sin especial esfuerzo un maná financiero que aumentaba al
mismo ritmo que aumentaba el movimiento turístico. La abolición de la liberalización
de los viajes internacionales durante la primera guerra mundial, las restricciones
progresivas que siguieron a la crisis económica mundial de comienzos de los años 30 y
la adopción por importantes países de un control de cambios (monetarios), perturbaron
el mecanismo autónomo del turismo internacional y las dos guerras mundiales tuvieron
como efecto su más completo enrarecimiento. Cada vez más, los viajes al extranjero se
situaron bajo un régimen de compensación económica recíproca. La vieja comunidad
turística mundial se descompuso en sectores aislados que obedecían a corrientes
autónomas. Los flujos de extranjeros hacia países clásicos, como Suiza, chocaron con
barreras y medidas que los constriñeron o los desviaron. El Estado intentó intervenir
para conservar, en periodo de crisis de la balanza de pagos, la partida del activo
“turismo” que había llegado a ser doblemente valiosa. No se trataba solamente de
salvaguardar los intereses turísticos en las relaciones económicas con el extranjero, al
26
mismo tiempo había que paliar la situación crítica de la industria del turismo en el país
debido al descenso parcial de visitantes extranjeros. El Estado se dedicó entonces a
promover activamente una política turística; nos movemos solo a pequeños pasos como
consecuencia del dirigismo.
Fue así como el velo que ocultaba numerosos aspectos del turismo fue finalmente
levantado. Los muy rudimentarios conocimientos con los que las ciencias económicas
se habían conformado hasta ahora, que no rebasaban el problema de la balanza de
pagos, se ampliaron hasta ofrecer una visión de conjunto del turismo. No es disminuir el
mérito de los trabajos citados constatar que estaban todavía basados en consideraciones
puramente materiales y ligadas a los mercados ya que sus autores estaban preocupados
ante todo por estudiar el equipamiento turístico, su ordenación, sus dimensiones
económicas, su rentabilidad. Las motivaciones humanas que condicionan y determinan
estos aspectos y que se inscriben en el marco de las condiciones sociales y son función
de la renta les interesaban menos. Dicho de otro modo, el turismo ponía de relieve los
problemas de la producción, no los de la consumición. Dos ejemplos tomados de obras
recientes lo atestigua.
27
bb/ Partiendo de un principio dogmático análogo, se trata de explicar las
particularidades económicas del turismo por la duración del proceso de producción.
Refiriéndose a la clasificación de los economistas anglosajones modernos, Röpke (61)
adopta la división de la producción en tres sectores “Primary production” (agricultura y
otras actividades básicas), “secunday production” (industria) y “tertiary production”
(productos de calidad, bienes culturales) o “beni d´ozio” según Einaudi. Los viajes de
placer, en una palabra, el turismo, constituyen para Röpke los productos típicos de la
“tertiary production”, lo que presupone contar con un mínimo de producción en los dos
primeros sectores. (La presencia) de estos dos sectores refleja una cierta prosperidad.
Ellos se desarrollan (al unísono) con la mejora de las condiciones de vida y de bienestar
material. Pero, al afirmar que los bienes del tercer sector no pueden ser obtenidos más
que después de haberse satisfecho previamente las necesidades de bienes de los dos
primeros sectores se toma, sin saberlo, como criterio, la estructura de la consumición.
En efecto, no es posible cubrir las necesidades culturales o de lujo más que después
de haber satisfecho antes las necesidades psicológicas necesarias (sic) para la vida.
La consumición de bienes y servicios de primera necesidad, el caso del pan por ejemplo
(62), se caracteriza por su continuidad y su constancia dentro de cada nivel de renta (de
ello resulta una visión de conjunto relativamente simple o incluso la transparencia del
mercado).
28
Por el contrario, cuando el consumidor desea satisfacer sus necesidades secundarias o
de lujo, son sus hábitos, tanto cuantitativos como cualitativos, los que influyen. En otros
términos, la influencia del nivel de vida es muy fuerte y manifiesta que la demanda es
más elástica.
29
que esto lleve a que, por nuestra parte, tengamos necesidad, a su vez, de buscar medios
foráneos para satisfacerla”.
No acontece lo mismo en el caso del mercader que realiza viajes con fines
profesionales o lucrativos. A él lo que le interesa es crear “la necesidad de buscar
medios foráneos para satisfacerla”; dicho de otro modo, trata de vender lucrativamente
mercancías en el extranjero. Según Stradner, “los gastos personales derivados del viaje
y la estancia no son más que un elemento accesorio a sumar o restar del balance” (65)
que refleja el resultado del desplazamiento. Contrariamente al turista, el hombre de
negocios que viaja no responde a las características del consumidor puro, porque aporta
y toma a la vez a/de la producción y la actividad económica del lugar o el país que
visita.
En efecto, es sólo sobre esta base sobre la que se pueden comprender las tres
particularidades del turismo, a saber:
30
aa) Modo de financiación del viaje
Mientras que los gastos que se dedican a los viajes profesionales o de negocio son
soportados por la empresa y quedan incorporados a los costes de producción bajo el
concepto de gastos diversos, los viajes no comerciales, es decir, el turismo según
nuestra definición, son financiados con ingresos personales.
Los viajes profesionales y los viajes de negocio son fenómenos concomitantes con el
tráfico de mercancías y forman por ello parte del sector de la producción; por el
contrario, el turismo tiene que ver con la utilización de renta puesto que determina y
orienta sus modalidades (de utilización). Debe, por consiguiente, ser incluido en el
sector de la consumición. Esta concepción es la única que permite elegir entre diferentes
maneras de consumir y poner al turismo en competencia con las demás necesidades en
el marco del nivel de vida. En ella se basan todos nuestros trabajos.
En tanto que consumidores, los turistas aumentan la circulación monetaria del lugar
turístico, elevan el poder de compra de la población autóctona y aumentan la cifra de
negocios del comercio y de las industrias locales así como el valor de la tierra (renta
funciaria).
El resultado económico generado por el turismo juega un papel más importante que el
generado por los desplazamientos profesionales porque los gastos de los turistas son, en
general, más elevados y más diferenciados que los de los hombres de negocios y porque
los de éstos no dan lugar, como ya se ha dicho, a contraprestaciones por parte del
comercio local. El vacacionista no es más que un utilizador, no es un proveedor. No
trabaja para compensar gastos; no lleva a cabo - ya lo hemos dicho - ninguna actividad
productiva. Sus efectos sobre la economía local son acumulativos y se traducen en
concentración de empresas comerciales y en prestaciones de servicios. En resumen, la
estructura económica de una localidad turística está más diferenciada que la de una
localidad industrial, por ejemplo (72).
31
propia renta personal. Sólo la pertenencia del turismo a la esfera de la consumición
justifica su especial posición con respecto a la industria del transporte en general (73).
d) Gracias a los argumentos expuestos más arriba, y gracias sobre todo a la constatación
de que las relaciones entre turismo y localidad visitada “están exentas de cualquier
intención de lucro y se limitan a la consumición de bienes” (74) pensamos haber puesto
suficientemente de relieve la relación turismo - consumición y se nos dispense tener que
aportar nuevos argumentos. Todo lo que se ha dicho sobre este asunto no se refiere más
que al método, al desarrollo concreto (del concepto) del turismo y no a su origen.
La identidad:
turista = consumidor
Queda por examinar en qué condiciones se realiza (el turismo) en el marco del espíritu
del consumidor, bajo qué forma de toma de decisiones individuales concernientes a la
elección del consumidor tiene lugar. Es decir, nos queda aún por estudiar la
consumición en el plano genético. Esto es lo que nos lleva a la segunda parte de nuestro
estudio.
32
SEGUNDA PARTE: ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DE LA CONSUMICIÓN
TURÍSTICA
a) Para viajar hace falta dinero. La ausencia transitoria del domicilio con fines turísticos
provoca un gasto que, en general, rebasa la consumición regular en la localidad de
residencia y el tren de vida normal. De una parte, es un hecho que los gastos aumentan
en vacaciones tanto en valor absoluto como relativo. La experiencia demuestra que en
vacaciones se gasta más porque continuamente surgen nuevas necesidades. Por otra, no
es posible suprimir completamente los gastos relacionados con la residencia
permanente. Existen gastos fijos (alquileres, seguros, mantenimiento) que no
desaparecen durante la ausencia y que se suman a los gastos de viaje y de estancia. El
turismo ocasiona, en consecuencia, un crecimiento de los gastos con relación a la media
habitual.
Esto es lo que explica también por qué es difícil cubrir las necesidades turísticas, es
decir, financiar los gastos de viajes y vacaciones, en base sólo a la remuneración
corriente, el salario. Estos ingresos no son suficientes, en la mayor parte de los casos,
para asegurar a la vez los gastos inherentes al domicilio permanente y los que se
producen con el traslado temporal de la familia a una localidad turística. Por ello hay
que acumular medios financieros durante un periodo de tiempo relativamente largo y
economizar durante meses, una anualidad, es decir, prepararse para cuando llegue el
momento de la evasión proyectada o para, si se trata de un viaje a crédito, afrontar la
devolución (del préstamo) llegado el momento. El turismo presupone pues, una
utilización reflexiva y planificada de la renta, es decir, la existencia de un presupuesto
familiar. El turismo es pues incompatible con una vida vivida al día.
La libertad de disposición es mayor entre los que tienen rentas altas o muy altas
procedentes del trabajo o del capital mueble e inmueble. De aquí deriva la facultad, para
las clases acomodadas, de disponer en todo momento de medios financieros para sus
gastos de viaje y de estancia sin que quede afectado, por tanto, su tren de vida habitual
(75). Son los titulares de altas rentas quienes han contribuido de manera decisiva al
nacimiento del turismo y de sus instituciones y quienes han dado a éstas hasta el siglo
XX un cierto carácter aristocrático y feudal. El elevado coste de los desplazamientos en
la época de las diligencias y la ascensión del Rigi, con guías y a lomos de mulas,
desanimaba a las masas, por lo que se trataba de un lujo reservado a la elite social, es
decir, a la elite financiera, la que se encontraba en la cima de la pirámide de rentas. A
pesar de la ampliación de la base de la pirámide y del aumento del número de personas
que tienen acceso al turismo, éste se financia hoy todavía en gran parte con el
patrimonio y con recursos que no tienen su origen en el trabajo. Aunque es verdad que
hoy la clase de los rentistas, víctima de la inflación y del aumento de las cargas
fiscales, ha sido, en parte, eliminada del ciclo turístico, el turismo continúa, sin
embargo, dependiendo muy particularmente de la coyuntura del mercado de capitales y
es sensible a las crisis bursátiles, a las devaluaciones de la moneda, et.
33
sustrato del turismo. El nivel de renta y el patrimonio de la población juega un papel
primordial porque condiciona la posibilidad de tomar parte en el movimiento turístico y
la importancia de esa participación. Cuanto más rico es un pueblo más importantes son
los medios que puede dedicar a fines turísticos. La posibilidad de satisfacer necesidades
de orden turístico además de necesidades vitales decrece conforme aumenta el grado de
pobreza de un pueblo. Hay que tener en cuenta no tanto el valor absoluto de la renta o
riqueza nacional como su distribución. El interés del turismo no reside, pues, tanto en
una teórica igualdad de rentas, en una renta media capaz de satisfacer tan solo las
necesidades de estancias y viajes; por el contrario, el turismo se beneficia de la
existencia de capas sociales privilegiadas, tan numerosas como sea posible, y cuya
prosperidad garantice la (prosperidad) de la industria de bienes y servicios turísticos de
alta calidad. Así, pues, el ideal de justicia social en el sentido de una descremación de
las rentas superiores, por ejemplo, por la fijación autoritaria de dividendos máximos, no
armoniza en absoluto con los intereses turísticos. Por el contrario, cualquier esfuerzo
para elevar el conjunto de las rentas y de aumentar la productividad de la economía
nacional será bienvenido porque establece la condición previa para un aumento de la
consumición y, por consiguiente, para el desarrollo del turismo.
La distinción entre turistas de países ricos y turistas de países menos ricos ilustra
bastante bien las relaciones entre la prosperidad de una nación y la intensidad del
turismo. Es ciertamente bastante rudimentaria y arbitraria, pero, a falta de otros datos,
se aplica al cálculo de los gastos medios de los visitantes extranjeros en relación sobre
todo con la balanza de pagos. Los visitantes que proceden de países ricos se consideran
capaces de gastar diariamente más que los que vienen de países menos afortunados.
Alemania, por ejemplo, utilizó este método para estimar los gastos de los turistas
extranjeros en 1927 (76); figuraban entre los países especialmente prósperos USA, Gran
Bretaña, Holanda, Suiza y los Países Escandinavos.
34
alojamiento hotelero, etc... Cada vez que el juego de la oferta y la demanda fija el
precio, cierta cantidad de bienes económicos es cambiada por productos y servicios
turísticos, determinando a su vez la magnitud de la oferta y la demanda. Para ver la
realización del cambio desde el lado de la demanda es necesario que las ventajas del
demandante, es decir, lo que el candidato - turista espera del turismo, rebase en
importancia a las ventajas que él obtendría de la satisfacción de otras necesidades con la
misma asignación de fondos. Dicho de otra forma, es preciso que el valor subjetivo
atribuido por el demandante a su viaje y a su alojamiento sea superior al que atribuye al
precio, es decir, al dinero gastado.
c) Parece, en todo caso, que esta forma de presentar las cosas no pone aún
suficientemente al día las verdaderas causas de una evolución que por lo demás está
correctamente descrita. Dicho de otro modo, la estructura efectiva de la consumición
turística queda insuficientemente explicada por medio de una encuesta sobre la
demanda y su comportamiento en el mercado, debido a que la demanda, como concepto
económico, no es más que la disposición a adquirir cantidades determinadas de bienes
determinados a precios igualmente determinados. La elección de bienes se considerada,
en principio, como un hecho complejo; sólo queda por determinar la calidad, que
depende del precio al que es ofrecida o demandada.
Como ya se ha dicho en la primera parte de este estudio, la demanda refleja solo muy
esquemáticamente la situación del mercado en un momento dado porque no es más que
una abstracción. Podríamos también concebirla como el resultado de una cristalización
en la que las fuerzas reales que condicionan la consumición quedan fijadas. Ya hemos
intentado establecer un puente sobre el hiato que existe entre la demanda y la
consumición. La demanda, presentada como partenaire de la oferta, ha sido integrada a
la fuerza en el esquema racional de la curva del precio. Pero al mismo tiempo se fuerzan
un poco las rendijas para dejar entrar en ella factores irracionales, en referencia a ciertos
casos de comportamiento no económico, la moda, por ejemplo. Se ha creído
aproximarla así a la realidad.
35
2.- El legado histórico
La inmutabilidad del alma humana, las disposiciones y las predisposiciones que le son
inmanentes a través del tiempo, ha sido denominada por los americanos con la
expresión general de “naturaleza original” (80). Se manifiestan en los instintos impulsos
innatos, inclinaciones físicas específicas que, como la huida, la curiosidad, el instinto
paternal o gregario, derivan de una constitución psíquica que el individuo no adquiere
durante su existencia. Por ello, el hombre de nuestros días lleva en él fuerzas motrices
que determinaron ya en tiempos prehistóricos hechos y gestas humanas. De aquí que
manifestaciones vitales tan importantes como lo elección y la consumición de los bienes
necesarios para asegurar la existencia, es decir, la estructura de la consumición, estén
profundamente influenciadas por ellas. Tampoco las relaciones sociales actuales pueden
explicarnos de forma exhaustiva la manera en que los hombres organizan la
consumición. Como se sabe, numerosos motivos determinantes pueden ser explicados si
nos remontamos hasta los tiempos más primitivos. Continúa, sin embargo, siendo
difícil, en la práctica, distinguir los impulsos hereditarios e innatos de los impulsos
adquiridos posteriormente. Pero esto no cambia el principio fundamental en sí mismo.
Es pues posible pensar que las migraciones esporádicas o periódicas, es decir, los
movimientos turísticos de nuestros días, representan un fenómeno original y que la
huida, la curiosidad y el instinto gregario han impulsado siempre a los hombres a
abandonar temporalmente su domicilio para buscar un entorno diferente. Muchos
sociólogos admiten la existencia de un verdadero instinto migratorio(81), un instinto
primario en el que se mezclan indistintamente el instinto de nutrición y el instinto de
reposo. También es posible hacer una comparación con los movimientos migratorios de
los animales, como los de las (llamadas) aves migratorias o los de las plagas de
langosta. El vagabundaje no es más que la hipertrofia patológica del instinto
migratorio. Ya Stradner (82) mencionaba que el estimulante del turismo no es otro que
el deseo de viajar o un espíritu de vagabundo que aun dormita en el alma humana:
“Puede que sea una herencia de tiempos lejanos, cuando nuestros ancestros erraban
como nómadas”. La psicología moderna ha confirmado además ampliamente esta
concepción simple.
3
En palabras de Luis Cernuda “... la maldición antigua del hombre: el deseo de cambiar de sitio” (nota
del traductor español)
36
La influencia de ciertas nociones mitológicas de los pueblos primitivos al principio de la
humanidad reviste una importancia particular. Es así como se dice, por ejemplo, que los
indios americanos, cuando llegaban a la pubertad, abandonaban la cabaña y se retiraban
en soledad para adorar en la cima de alguna colina o de alguna montaña el “gran
misterio” (83). Esta costumbre respondía entre los indios a una exteriorización de la
vida del alma y es útil constatar, para nuestros propósitos, que el rito estaba
íntimamente ligado al fenómeno migratorio.
De un modo general, las metáforas primitivas del pensamiento, los símbolos, sobre todo
los de carácter religioso, dan al turismo un poderoso impulso. Todavía, después de
milenios, la visión de algún símbolo religioso sigue poniendo en movimiento a las
masas humanas hacia ciertos lugares sagrados en los que estarán cerca de él.
El deporte moderno remite en línea directa al pasado más antiguo no sólo en sus
manifestaciones externas sino también en sus motivaciones interiores. La competición
deportiva no es evidentemente más que un método de selección destinado a conocer a
los combatientes más hábiles, más vigorosos y más valientes entre los cuales los
pueblos primitivos elegían a su rey para sacrificarlos después más pronto o más tarde a
los “poderes” que los abandonaban, con el fin de reconquistar su favor por medio del
sacrificio y recuperar su poder. Que estas pruebas de valor y de destreza tengan como
premio el honor vivamente codiciado de llevar una pluma de águila, como hacen los
indios, o la posesión de un trofeo de oro, como hacemos ahora, no es más que una
simple cuestión de gusto que, en el fondo, no altera las relaciones existentes entre las
manifestaciones de la cultura primitiva y la actividad deportiva de nuestros días. Basta
observar el comportamiento de la muchedumbre durante un partido de fútbol o
cualquier otra competición deportiva de masas para darnos cuenta de cómo se
manifiestan los instintos y los sentimientos que delatan un poder y una pasión tan
37
primitivas que contrastan singularmente con las formas habitualmente civilizadas de
participación.
Encontramos aquí un origen irracional del turismo, por lo que es difícil evaluar sus
efectos a pesar de que son perceptibles para todos y sin equívocos. La raíz extiende sus
ramificaciones en todos los sentidos, alcanza a todas las capas de la población, puesto
que tiene su origen en sentimientos instintivos no diferenciados y comunes a todos los
hombres. El efecto de su encanto es tan potente que se sucumbe a él a pesar de todo. El
elemento irracional del turismo es particularmente evidente en el hecho de que los
interesados deseen tomar parte en sus manifestaciones a toda costa, incluso en
detrimento de la satisfacción de necesidades objetivamente más urgentes. Invierten el
orden de prioridad: reclaman “circenses et panem”.
b) Desde el punto de vista histórico, podríamos todavía llamar la atención sobre una
motivación específica de la consumición turística de un tipo particular que reviste un
carácter apremiante y forzado. Nos referimos a los desplazamientos temporales que se
realizan para conseguir la curación de enfermedades, es decir, a los desplazamientos
provocados por el instinto de conservación, los que responden, por tanto, a una
necesidad vital que no permiten sustitución alguna. El problema del valor no se plantea
en este caso, en el sentido de que no es posible optar entre diferentes posibilidades de
consumición. El objetivo de restablecer la salud tiene prioridad absoluta y es
indispensable poner en juego todos los recursos económicos disponibles y sin
restricción.
Así se explica por qué una consumición tan prioritaria como los gastos con fines
medicinales puede no traducirse en una demanda constante y rígida en el mercado
38
turístico y también por qué el empleo de recursos curativos naturales queda sometido a
fuertes fluctuaciones. Baste recordar a este propósito las vicisitudes por las que pasan
ciertas estaciones termales orgullosas de su glorioso pasado; su reciente éxito en Suiza
sigue a un periodo en el que estuvieron relegadas al olvido y en el que su supervivencia
dependía exclusivamente de clientes distinguidos de avanzada edad a los que servían de
lugar de encuentro (87). En ese tiempo, la medicina estaba casi exclusivamente
preocupada por sanar el órgano enfermo por medio de la cirugía y la química; la
medicina estaba inspirada en la patología orgánica. Los métodos curativos naturales que
como las curas termales actúan sobre el conjunto del organismo han encontrado hace
poco un reconocimiento generalizado por parte de los médicos. Los últimos resultados
de las investigaciones médicas han comportado la desaparición de ciertos medios de
tratamiento y de las profesiones que los aplicaban. El ejemplo más conocido es el de las
curas de suero, en boga entre mediados del siglo XVIII y del XIX y que confirieron a
más de una villa, hoy alejadas de las rutas turísticas, la prestigiosa aureola de estaciones
de cura. Recordemos Gais, en la comarca de Appenzell, a la que las curas de suero le
valieron el honor de ser albergue de príncipes y de altezas reales. Meyer Ahrens (88)
prescribía dietas durante las curas de suero para evitar que la absorción de grandes
cantidades del brebaje provocara “sensación de pesadez en la cabeza”. Después, la
medicina aconsejaba a los tuberculosos, a los que tenían catarros crónicos y a los demás
“pacientes” a los que les habían sido recomendadas curas de suero (las “curas
escocesas” en idioma popular) seguir curas climáticas de alta montaña.
39
desconectado del mundo exterior, como Robinsón, no es más que un personaje de
novela.
Las numerosas relaciones con el medio circundante que cada individuo mantiene a lo
largo de su existencia influyen en su forma de pensar y de actuar, influyen y moldean su
universo subjetivo. Dar y tomar caracteriza las relaciones de los individuos con la
comunidad. Se percibe también en todos los actos de la vida cotidiana del hombre la
resonancia de impulsos y tendencias no son personales no derivadas de instintos
hereditarios sino que están en contacto con el mundo circundante y con la comunidad
que le vio nacer. Ocurre lo mismo con la consumición: no responde sólo a móviles
subjetivos sino también al conjunto de disposiciones y particularidades transmitidas por
herencia y tradición. Es preciso investigar también las motivaciones en el marco social,
en el medio comunitario, es decir, en los espacios exteriores al individuo.
Las influencias subjetivas son constantes y ya hemos visto en el párrafo precedente que
pueden ser, en su misma sustancia, intemporales. Por el contrario, los motivos objetivos
determinantes reflejan la evolución y el progreso de la vida comunitaria. Son pues ellos
los que suscitan en primer lugar el movimiento económico y las transformaciones en la
estructura de la consumición. El cambio del medio social, las variaciones de las
condiciones de vida de la sociedad, explican la naturaleza y el volumen de la
satisfacción de las necesidades en un momento dado. Es en este espíritu en el que Patten
(90) introdujo la noción de dinámica en las ciencias económicas, porque todo cambio
del medio ambiente repercute en la consumición, modifica el nivel de vida y, además,
influencia, a su vez, a la producción: “Each modification of the environment.... reacts
upon men through their consumption... This new environment modifies the standard of
life through changes in consumption and then new standard acts upon the race
psychology and creates new motives in production. This complete economy I would call
a dinamic economy....” (“Cualquier modificación del entorno (…) hace reaccionar al
hombre través de la consumición (…). El nuevo entorno modifica el nivel de vida a
través de cambios en la consumición y, posteriormente, el nuevo nivel de vida actúa
sobre el aspecto psicológico y crea nuevas motivaciones para la producción. A esta
economía integral puedo llamarla economía dinámica …”) . Patten, sin embargo, no se
sale, en principio, del marco de la teoría del valor subjetivo, ya que sólo se propone
extender su teoría a la consumición: “… la ley del valor queda en puros hechos
subjetivos, debido a que la ley de la consumición se basa, en parte en hechos subjetivos
y, en parte, en relaciones objetivas” (92). Pero como el acto de consumición es el
resultado de una elección a través de una comparación de valores de uso (93), que es lo
que determina la consumición real, es decir, el gasto en la compra, se trata de hecho de
una operación simultánea. En su comportamiento, el consumidor obedece al mismo
tiempo a factores subjetivos y objetivos, racionales e irracionales; el consumidor es a la
vez individuo y miembro de una colectividad.
¿Cuales son, entonces, los impulsos esenciales que proceden del entorno social, es
decir, de la colectividad, y que actúan sobre la estructura de la consumición y sobre todo
sobre la elección de bienes y prestaciones turísticas?
40
que en muchos países vive de rentas no procedentes del trabajo y que no depende de una
actividad económica regular. Su influencia es grande sobre la vida en sociedad y, por
tanto, sobre las formas de consumición. Veblen (94) habla en este orden de ideas de una
“leisure class”, designando con el término “leisure” el ocio, es decir, el tiempo no
dedicado a la actividad productiva, “non productive consumption of time” (tiempo de
consumición no productiva). En ello reside, en efecto, la característica primordial del
acomodo, de la riqueza. En toda sociedad basada en el principio de la propiedad
privada, la fortuna, es decir, el poder de apropiación económica, confiere un alto grado
de consideración y de distinción. Con la condición, seguramente, de que la propiedad
personal sea expuesta a la vista de todo el mundo. No es tanto la ausencia de
dependencia de una actividad económica regular lo que constituye un indicador
concluyente sino, sobre todo, una consumición superior a la media que rebasa
absolutamente las exigencias de la subsistencia y orientada al lujo . “.... the means of
showing pecuniary strength and so of gaining or retaining a good name are leisure and a
conspicuus consumtion of goods” (“… los medios de mostrar alto poder monetario y así
conseguir o mantener la reputación (social) son el ocio y la consumición ostentosa de
bienes” (95).
El respeto y la consideración que manifiestan a la clase alta las capas sociales inferiores
confieren igualmente una importancia particular a la estructura de la consumición. Así
como el volumen de consumición deviene en ostentación de prestigio social, sus
modalidades y su orientación muestran el camino a seguir para llegar a un nivel de vida
más elevado y, por tanto, para acceder a un rango social superior. Las costumbres de la
alta sociedad en materia de consumición sirven, pues, de modelo para todo lo que es
considerado como conveniente y deseable por quienes se esfuerzan en imitar las
maneras del “grand monde”. Se convierten en normas, en costumbres a las que se
adaptan las clases inferiores y de acuerdo a las cuales organizan su consumición
conforme va mejorando la posición económica. La necesidad de distinguirse y de
diferenciarses propia de las clases superiores se combina, por tanto, en una síntesis que
determina de manera decisiva la estructura de la consumición y su evolución.
Más allá de la barrera erigida por las clases privilegiadas, el turismo permaneció
durante mucho tiempo como un sueño irrealizable para la gran masa de asalariados, los
cuales no disponían ni del ocio indispensable ni, esto no hace falta decirlo, de los
41
medios financieros necesarios para pensar en viajes y vacaciones. La sujeción
económica del asalariado y su dependencia del empresario capitalista unido a la
automación y a la “deshumanización” (Sombart) simultáneas del trabajo hacían
imposible una consumición que rebasara las necesidades elementales. El proletariado,
fruto del orden económico capitalista del siglo pasado, permaneció excluido del
turismo.
El turismo era para la nueva clase social objeto de un miedo inconsciente, un tabú.
Hubo que esperar a la mejora de las condiciones materiales y al creciente deseo de
cultura suscitado por el movimiento sindical obrero y el progreso de la política social
para que se ampliara el campo de sus necesidades y de elevación del nivel de vida. Poco
a poco, la masa de asalariados conquistó una modesta participación (en la consumición)
de bienes no sólo indispensable para la conservación fisiológica sino también para el
aumento de las necesidades culturales que aseguran, gracias al ocio, un justo descanso
moral y psíquico. En el áspero camino de la ascensión a un rango social más elevado,
los hábitos de consumición y el estilo de vida de la clase inmediatamente superior
sirvieron de brújula y de ejemplo para resolver el problema de la utilización del poder
de compra adicional. El individuo como tal quedó dispensado de buscar a tientas
medios de conseguir más consideración, más éxito aparente y más gusto por la vida.
Nuevos sectores sociales contemplaron la posibilidad de abandonar temporalmente su
domicilio para practicar deporte, hacer viajes de placer y tener vacaciones, una ocasión
inesperada de realizar una aspiración digna de esfuerzo y que creían al alcance de la
mano una vez que habían conseguido cierto grado de bienestar.
42
movimiento opuesto, el que tiene su origen en la necesidad de singularizarse que
caracteriza al hombre y que se expresa en una actitud particular, en la preferencia que se
da a ciertos bienes de consumición, a la diversidad y novedad en la satisfacción de
necesidades. El que puede quiere distinguirse del resto, destacar su personalidad, en
suma, “epater le bourgeois”. La tendencia se manifiesta, sobre todo, en la moda, en la
manía de estar “a la page”, de ser original, “fashionable”. Esta es una de las armas
defensivas a disposición de la clase alta para exhibir su poder de consumición y sus
privilegios sociales.
En este orden de ideas, debemos advertir dos cosas; la moda es el principal motor del
consumo de lujo, es decir, forma parte de elementos del nivel de vida que no sirven para
la conservación pura y simple de la vida física sino para los placeres y no tienen
“survival value” sino “prestige value” (Kyrk). La consumición de pan, por ejemplo, no
tiene relación alguna con la moda, pero no ocurre o mismo cuando se trata de comprar
vestidos lujosos, sombreros, jerseys, muebles, automóviles, etc. La moda, además, está
sometida a cambios continuos. Es verdad que el instinto de imitación no permite nunca
más que un avance absolutamente relativo, una primicia vacilante; la moda fuerza sin
cesar a imponer formas y creaciones nuevas. Una moda “uniformizada” pierde su
originalidad en la medida en que la sigue el conjunto de los consumidores, se
compadece mal con la necesidad de singularizarse. Sombart ve en la aceleración del
ritmo de cambios en la moda un rasgo dominante de la era capitalista (97).
Así es como se llega, por deducción, a establecer que también el turismo depende de la
moda y a probar hasta qué punto la frecuentación de los centros turísticos está sometida
a fuertes variaciones en el tiempo. No es preciso buscar para ello razones objetivas.
Simplemente es así porque unos y otros, los afortunados y los menos afortunados, se
dejan guiar en su elección por la moda: se va a un lugar porque una cabeza coronada o
la elite de la sociedad - a veces incluso una estrella de cine - hace estancias en ellos y
porque es absolutamente necesario no pasar inadvertido. Frecuentemente, la elección
del lugar se debe también a un simple capricho, a la necesidad de evitar el aburrimiento
o incluso a la búsqueda de originalidad. Dejamos de ser fieles a una estación turística o
termal porque los amigos más queridos o porque nuestras relaciones ya no la encuentran
bastante “chic”, incluso porque la plebe la invadió o porque en ese lugar, por así decir,
no pasa nada.
43
atribuirse en gran parte a cambios en la moda, lo cuales no hacen más que traducir
modificaciones anteriores en el estilo de vida y de la moda cultural. Lo mismo puede
decirse de ciertas estaciones balnearias o termales que conocieron antaño el favor de
cortes reales europeas como Biarritz, Bad Hombur, y lo mismo podemos decir de los
núcleos termales de Bohemia (Franzensband, Marienbad, Karlsbad), Abbazia, etc. (98)
a las que el final del periodo suntuoso del turismo privó del atractivo que le confería la
moda. La fuerza de atracción se manifiesta igualmente a corto plazo en las variaciones
anuales o estacionales del índice de frecuentación: este verano “iremos” a Pontresina, el
año próximo a Zernatt, más tarde será de nuevo el tur del Oberland bernés, y así
sucesivamente.
Es natural que la industria turística ejerza, a su vez, por medio de sus representantes,
una cierta influencia sobre la moda turística. Nos referimos al vasto campo de la
publicidad turística, que impulsa a las masas a proponerse objetivos y a alcanzarlos por
la elección del itinerario y el lugar de estancia. Pero, contrariamente a la tesis de
Sombart, que ve en la moda una maquinación de los productores o de los comerciantes
que tiende al sometimiento integral del consumidor al empresario capitalista, es siempre
la voluntad y la libre elección de “Su Majestad el Cliente” la que decide. No es el
hotelero o la Asociación de Iniciativas quienes hacen la moda sino, en último lugar, los
impulsos del consumidor. La razón de ello, probablemente, es que la oferta turística
varía muy lentamente y que los demandantes se hacen de su avance una idea muy
aproximada.
No se puede crear un centro de veraneo lo mismo que se crea una moda femenina, ni
presentarlo en cada estación bajo un nuevo aspecto. También las posibilidades de los
que explotan el turismo de influir y persuadir al turista son limitadas. Ellos ejercen
ciertamente una acción estimulante sobre los gustos de los viajes en general pero, en
definitiva, la elección del lugar de estancia depende principalmente de motivaciones
irracionales relacionadas con la moda que ponen en valor tal centro o tal otro.
44
actualmente con motivo de la reunión permanente de grandes masas humanas
cohabitantes, sobre todo, en las grandes aglomeraciones urbanas. Tal concentración de
población es verdad que no comporta, como ocurre en las embriagantes manifestaciones
colectivas, la desaparición del individuo, pero lo convierte en un ser incoloro y pálido,
privado de la energía necesaria para un desarrollo autónomo” (100). Por colectividad
entendemos aquí “un conjunto de seres humanos cuyos estados de espíritu y de alma
son uniformes” (101).
Sólo la psicología de masas puede explicar el entusiasmo por el ski, que cada vez más
se irradia desde las regiones montañosas hacia las aglomeraciones urbanas del valle,
basada en las vivencias colectivas de una multitud humana que se traduce en un
nivelamiento de la utilización individual del ocio, si es preciso en detrimento de
la asignación racional de renta a la satisfacción de necesidades vitales.
4.- La publicidad
Existe otro factor que también actúa sobre la estructura de la consumición y que se
propone influenciarla en un sentido determinado Se le designa con los términos de
publicidad, propaganda o reclamo. Se trata, en cualquier caso, de transmitir las
decisiones de los promotores de la publicidad a aquellos a quienes se dirigen; dicho de
otro modo, se trata de una influencia sistemática y metódica ejercida sobre un gran
número de personas de cara a la realización de un propósito previo establecido por los
mismos interesados (102).
45
En nuestros días, la publicidad interviene como un potente factor capaz de determinar la
consumición y de influir en el consumidor sometiéndolo a la voluntad de los extranjeros
teniendo en cuenta sus medios económicos La razón profunda en este caso radica en la
imposibilidad que tiene el consumidor, dada una alta especialización profesional, de
darse exactamente cuenta del grado de utilidad que tienen los diversos recursos que se le
ofrecen para la satisfacción de sus necesidades. Su conocimiento de los bienes de
consumición y de las prestaciones de servicios se limita a las cosas indispensables y a
las que se refieren a su profesión. Frente a los demás problemas del mercado, el
consumidor se siente desamparado.
De aquí que Bishop hable de una “advertising in its primary purpose of giving public
information” (publicidad en su función primordial de dar pública información) (103).
En base a estos datos, se facilita la elección del consumidor e incluso se hace posible en
cada caso particular. El servicio de información que asegura la publicidad es la
condición necesaria de un sistema económico que descansa esencialmente en el
principio de la libertad de elección del consumidor. Si los bienes de consumición
estuvieran regulados y distribuidos por los poderes públicos, si la consumición
estuviera reglamentada por el Estado - como ocurrió durante la última guerra - la
publicidad no serviría para nada (104). ¿Cómo se harían las compras? Muy
simplemente: la gente adquiriría las mercancías que le fueran asignadas de las que el
Estado fijaría la cantidad, calidad y el precio en los almacenes que le correspondieran.
Nada de elegir entre diferentes marcas, nada de reemplazar un bien por otro, nada de ir
de compras. Habría una marca única de cigarrillos y los no fumadores no tendrían que
abstenerse. No habría posibilidad de dedicar recursos sobrantes a la compra de
chocolate en lugar de tabaco. Porque para todo artículo de consumición existiría, al
menos en teoría, un contingente de distribución que no se modificaría so pena de que
todo el plan económico quedara perturbado y de que los medios de producción
fijados por los diversos bienes no fueran utilizados en el momento oportuno.
46
solicitado por una publicidad incesante. Esta impulsión incansable busca traducirse en
una intensificación y una ampliación de la consumición. La técnica publicitaria tiene
por misión alcanzar este objetivo gracias a un arsenal de medios adaptados a la
psicología y al poder de compra de los diversos tipos de consumidores. Se trata también
tanto de estimular la consumición corriente de mercancías y de prestaciones como de
llamar nuevamente la atención del público sobre las que han perdido su favor y, en
particular, de hacer conocer nuevos productos o productos mejorados, para los cuales se
emprenden también a veces campañas publicitarias especiales. En todos los casos, la
publicidad abre puertas para el aumento y la diferenciación de la consumición.
En principio, pues, la publicidad turística está también sujeta a las leyes generales que
rigen la actuación sobre el espíritu de los consumidores. Existe, sin embargo, una
diferencia de grado en la medida en que precisamente la función de la información
rebasa la función de persuasión. Esta diferencia procede del hecho de que sólo una parte
de la publicidad turística emana de las empresas profesionalmente interesadas, como las
hoteleras, las empresas de transporte, etc. Los promotores de la publicidad son, en una
proporción alta, las comunidades locales, regionales o nacionales y los organismos
representativos encargados de la defensa de los intereses turísticos, los cuales están al
servicio no de los intereses particulares sino de toda la economía de la región
considerada, que tienen la misión de promover la prosperidad general de la población
que depende del turismo (105). Este carácter colectivo es el que necesariamente
desvía la publicidad desde las empresas privadas hacia las ventajas ofrecidas por toda
una región sobre cuyos encantos turísticos hay que hacer más sensibles a los clientes
que se trata de atraer (106).
47
turísticos, actúan a favor de una mejor compensación de los pueblos, informan sobre las
instituciones y sus realizaciones y revelan el genio nacional tanto a los autóctonos como
a los extranjeros. Esta estrategia publicitaria ampliada puede, al mismo tiempo,
despertar el deseo de viajar y movilizar una elite intelectual o a la gente interesada que
hubiera tal vez sido inmune a un reclamo estrictamente comercial. La estrategia
beneficiará, por tanto, indirectamente, a las instituciones turísticas.
48
CAPÍTULO IV: EL JUEGO COMBINADO DE FACTORES QUE
DETERMINAN LA CONSUMICION
Renta individual
(después de deducidos los impuestos)
Constitución de reservas
Consumo libre
49
Partiendo del proceso de consumición, en su más amplia acepción, encontramos el
poder de compra representado por la renta, es decir, los medios de cambio disponibles.
Como nos hemos propuesto estudiar ante todo actos individuales de consumición, no
nos ocuparemos aquí más que de la renta individual. Debemos referirnos más bien a la
renta disponible, una vez deducidos los impuestos directos y, en su caso, las
contribuciones obligatorias a la Seguridad Social. Así mismo, dejamos de lado, en un
intento de simplificación, toda consumición relevante del Estado y de los poderes
públicos y las relaciones que éstos mantienen con la consumición privada. La renta
individual representa el volumen máximo de la demanda potencial. La importancia de la
renta individual depende a su vez de la renta nacional; por ello hemos hecho referencia
a este agregado al principio del esquema. Recordemos que el aumento efectivo de la
renta nacional en una situación de pleno empleo se traduce inmediatamente en un
aumento de la capacidad de consumición.
La renta libremente disponible (ver el esquema) es un nivel intermedio que debe sufrir
un doble filtro antes de ser utilizada. En efecto, la elección de los bienes y servicios para
la consumición se efectúa de entrada sobre la base de costes y valores comparados, es
decir, sobre la base de consideraciones determinadas por la tradición, el medio, etc…, es
decir, de impulsos situados más allá del dominio del mero cálculo. Hemos agrupado
bajo la denominación de nivel de vida el comportamiento que se explica por la
integración de un individuo en una sociedad en la que ocupa un estatus determinado. El
nivel de vida se caracteriza por la manera en que se satisfacen las necesidades, es decir
que, como ya hemos señalado (108), depende de la idea que una persona se hace del
tipo de existencia que corresponde a su rango, el cual delimita las pretensiones y entra
frecuentemente en conflicto con las exigencias de utilización de renta con fines
domésticos, es decir, con el tren de vida inspirado por el espíritu de la economía.
Se comprende entonces que las relaciones entre el nivel de vida al que aspira el
individuo y la consumición posible a precios dados y para un nivel de renta
determinado, sean tensas. En función de estos criterios, el individuo no optará
50
forzosamente por una solución extrema. En prevención, por ejemplo, de los gastos
efectuados por su mujer en cuidados de belleza, no desatenderá los criterios contables,
no se plegará a los caprichos de la moda, pero no rehusará hacer concesiones a las
exigencias de su mujer siempre que el estado de sus finanzas se lo permita. Es mucho
más verosímil que, cuando se trata de elegir bienes y servicios para la consumición, los
dos criterios se manifiesten normalmente de forma conjunta: el nivel de vida
determinará, entonces, en gran medida, la naturaleza y la orientación de la consumición;
pero es también muy probable que consideraciones contables y financieras influyan
para limitar la dotación de ciertos gastos. Entrarán entonces en consideración la calidad
y los precios: (ejemplo, los ferrocarriles, los hoteles y los lugares de distracción: teatro,
cine, etc.).
51
Es verdad que hay que tener en cuenta también la constitución de reservas económicas
(ahorro e inversión), es decir, una renuncia a la consumición inmediata en beneficio de
la consumición futura. ¿Cuál es la importancia de estas reservas y qué porcentaje
representan con respecto a la consumición? Duesenberry (110) afirma que la tasa de
ahorro es independiente, a largo plazo, de la evolución de la renta, pero que, a corto
plazo, viene determinada por la relación entre la renta actual y la renta más alta de
periodo precedente; según este autor, la tasa de ahorro disminuye cuando disminuye la
renta al empeorar la coyuntura. Pero, inversamente, el ahorro individual también
puede hacer disminuir la consumición discrecional al reducirse la demanda inmediata de
bienes. Esto es válido, según Keynes, para una renta creciente, por lo que tiene lugar
generalmente un aumento más que proporcional de la tasa de ahorro, es decir, una
disminución de la propensión a la consumición (111). Lo que Keynes presenta sin más
explicación como ley psicológica fundamental procede en realidad de los usos y las
tradiciones de la clase privilegiada, es decir, del nivel de vida.
Para las clases dirigentes, fortuna y sentido de la economía van a la par. La riqueza es
considerada como el salario de una sabia gestión económica y la gente que vive por
encima de sus medios son severamente juzgados y condenados. Basta releer ciertas
obras para darse cuenta de con qué celo y fanatismo predican la virtud del ahorro,
propia de los pioneros de la era industrial, para quienes el pecado es la consecuencia de
querer vivir por encima de los medios disponibles (112). Pero, además de las
exhortaciones de orden literario, está el ejemplo de personas célebres, conocidas por su
austeridad y sus logros, esos numerosos pioneros de la economía moderna que han
contribuido a que se considere el ahorro como una virtud burguesa. Sin embargo, por
fidelidad a los principios establecidos, esta virtud es todavía hoy practicada en medios
en los que las reservas económicas constituida son suficiente y donde una restricción
voluntaria ya no está justificada; a la inversa, en medios en los que las reservas tendrían
que ser mayores, pero no han sido educados en este espíritu o que aprueban el muy
comprensible deseo de participar en la consumición discrecional, los hábitos de ahorro
no están generalizados (113).
Una cosa es, por tanto, cierta: el volumen de ahorro viene influido por el nivel de vida.
Por el contrario, el montante de la tasa de interés juega un papel menos importante en la
constitución del ahorro efectivo. Duesenberry constata que “... the agregate savings ratio
will be rather insensitive to changes in interest rates...” (la tasa de ahorro agregado es
más insensible a cambios en la tasa de interés) (114). Dicho esto, admite que una
disminución de la tasa de interés puede contrariar el deseo de ahorrar y estimular la
consumición discrecional, sobre todo cuando coincide con una fiscalidad que trata de
captar la renta del capitalista. Por el contrario, un aumento de la tasa de interés y una
mejora fiscal tienen el efecto contrario. Indicamos estas diferentes relaciones de forma
esquemática diciendo que la constitución de reservas (ahorro e inversión) no depende
sólo del nivel de vida sino también de la posibilidad de dar libre curso a una
consumición discrecional determinada por la renta y por los niveles de precios. La
noción de consumición discrecional que, en nuestra opinión es la más importante, está
bien definida y se encuentra en el centro del problema. Habría que intentar ahora reunir
en grupos muy representativos una serie de objetivos tan numerosos como variados y de
investigar las leyes que presiden su aparición y su evolución. Un estudio de tal
envergadura constituiría por sí mismo el objeto de una teoría general de la consumición.
En lo que nos concierne, basta con que nos ocupemos de uno sólo de estos grupos, a
52
saber, el del turismo, y de compararlos con los demás, es decir, con los que no tienen
relación con el turismo.
a) El efecto renta
La renta es la base material, el sustrato de cualquier acto de consumición e, igualmente,
de la participación en el movimiento turístico. El nivel de la tasa de consumición
turística depende por consiguiente tanto de la renta agregada, es decir, del producto
nacional (nacional) neto (a) como de la parte que corresponde a los particulares, es
decir, de la renta individual.
aa/ En el primer caso, esto significa que cualquier aumento real o nominal de la renta
nacional, independientemente de su distribución entre los individuos, tiende a elevar la
tasa de consumición turística. Naturalmente, el proceso puede ser el contrario: una
disminución de la renta nacional se traduce en una reducción de la tasa disponible para
la consumición turística. Empíricamente, se puede demostrar esta relación de causa
efecto al constatar que el movimiento turístico es función de la coyuntura económica
general: los periodos de expansión económica coinciden regularmente con los de una
mejora de las cifras de negocio de la industria turística, en tanto que, en periodo de
depresión, presenta síntomas de crisis. Estas consideraciones son generalmente
admitidas por todo el mundo y no nos detendremos más en ellas.
53
Por el contrario, la evolución de la renta nacional a largo plazo, sus modificaciones, su
tendencia y sus efectos sobre la tasa de consumición turística no han sido objeto de
estudio hasta el presente (116). Conviene precisar a este respecto que la aparición del
turismo y la creación de la industria turística en el siglo pasado son la consecuencia del
crecimiento del bienestar y del enriquecimiento que ha tenido lugar durante el gran
esplendor de la época del capitalismo. Veamos algunos datos facilitados por Sombart
(117):
Para el periodo de 1850 a 1910, las reservas de oro han pasado de 10 a 52 miles de
millones de R. M. a un nivel de precios relativamente estable.
Suiza, desde hace poco, constituye un ejemplo más de dependencia del turismo con
respecto a la renta nacional. El éxito espectacular del turismo interior durante los años
anteriores a la guerra es probablemente el resultado, al menos en una gran medida, del
crecimiento de la renta nacional debido al pleno empleo en la industria suiza. La
comparación entre la renta nacional y la frecuentación turística expresada en
pernoctaciones (117a) permite formular esta tendencia:
54
RENTA NACIONAL NETA SUIZA PERNOCT. DE SUIZOS ( miles)
AÑOS MILLÓN F.S. EN HOTELES EN HOTELES
SUIZOS EXTRANJEROS
1938 8.702 8.364
1939 8.826 7.810
1940 9.361 8.174
1941 10.441 9.378
1942 11.250 9.984
1943 12.054 11.287
1944 12.524 12.240
1945 13.468 14.386
1946 15.033 14.862
1947 16.842 14.756 1.220
1948 17.646 13.674 4.098
1949 17.360 12.564 6.036
1950 18.160 11.655 6.299
1951 19.470 11.774 6.409
Naturalmente, son numerosos los factores que contribuyen a desarrollar el gusto por los
viajes entre los suizos, pero es evidente que el crecimiento de la renta nacional es la
base material de la intensificación del movimiento turístico porque aumenta el poder de
compra de los turistas. Que se aplique totalmente en el país, como ocurrió durante la
guerra, o que también se aplique en el extranjero, como antes y después de la guerra, no
constituye nada fundamental.
Es verdad que no todas las clases de renta tienen la misma importancia para el turismo.
Hemos mencionado ya que los desplazamientos turísticos de la “era feudal”, es decir, en
el siglo XIX, fueron financiados en gran parte por las ganancias empresariales, es decir,
los beneficios, incluso también por la renta de la tierra. Todavía hoy continúan
alimentándose en una gran medida por la renta del capital. Pero, como muestra la tabla
que figura a continuación, las rentas de asalariados y de trabajadores autónomos suizos,
han aumentado en los últimos años más rápidamente que la renta del capital.
55
RENTA NACIONAL SUIZA SEGÚN CLASES DE RENTAS
(MILLÓN DE F.S.)
56
Se observa igualmente en el R. Unido, para el periodo 1938/1950, un aumento
importante de las rentas del trabajo mayor en el caso de los obreros (salarios) que en el
de los funcionarios. Mientras, la renta de la tierra solo aumentó ligeramente y el
producto de las inversiones en el extranjero incluso disminuyó, y los beneficios
comerciales de las sociedades y, sobre todo, de las empresas públicas experimentaron
un fuerte aumento relativo. Lo mismo ocurre con las rentas agrícolas, pero la
experiencia muestra que no se dedican de modo significativo a gastos turísticos.
La tabla anterior muestra la evolución nominal de la renta nacional británica. Entre 1938
y 1950 aumentó en un 144.2%, pero, como durante el mismo lapso de tiempo los
precios no aumentaron más que en un 90%, se deduce de ello que hubo un aumento de
la renta real.
En un sentido más amplio, también los gastos de transporte en coche privado forman
parte de la consumición turística. Con relación al periodo de antes de la guerra y como
consecuencia del racionamiento de los carburantes y de las dificultades existentes para
comprar un coche nuevo, estos gastos solo han acusado un ligero aumento. Fue a partir
de 1950 cuando comenzó a aumentar el tráfico en coche particular. Es de suponer que
los gastos en viajes y en estancias en el extranjero son imputables en su mayor parte al
turismo. Ambas partidas reflejan la fiebre de hacer viajes que se apoderó de nuevo de
los británicos en 1946, después de la atenuación de este movimiento como consecuencia
de la reducción de la disponibilidad de divisas.
La evolución es aún más notable si nos referimos no a los gastos nominales sino a los
gastos reales, es decir, si tenemos en cuenta la depreciación de la moneda. A
continuación figura una tabla comparativa para los años 1938-1948.
57
GASTOS EN VIAJES DE LA POBLACIÓN DE GRAN BRETAÑA EN 1948
(A PRECIOS CONSTANTES DE 1938 EN MILLONES DE LIBRAS)
1938 1948 ∆% Indice de
1938=100 precios
1938=100
Viajes 163 258 158 132
Transporte en coche
particular 127 53 42 198
Gastos de particulares en el
extranjero 34 37 109 257
Por consiguiente, una gran parte de los asalariados se encuentra todavía excluida del
beneficio integral del turismo tradicional como consecuencia de la pirámide actual de
las rentas. Como veremos más adelante con ayuda de ejemplos concretos de cuentas
individuales de gastos, su consumición turística se mantiene dentro de límites estrechos.
Es todavía prematura hablar de la “era” del turismo social. A pesar de todos
los progresos que han tenido lugar, este tipo de turismo todavía tiene hoy un carácter
incipiente y no representa más que una pequeña parte del producto global de la industria
turística. No es, pues, por casualidad, que, en las cifras de negocio de la Schweizer
Reiseckasse (Caja Suiza de Viajes) cuyos estatutos establecen que fomentará y facilitará
los viajes y las vacaciones de los suizos, sobre todo, de las clases de población con
recursos limitados, las empresas de transporte absorban el 80%, mientras que la parte
de hostelería y refección no es más que el 13%. La explicación radica en que para la
58
gran mayoría de los interesados la estancia en un hotel es todavía algo inalcanzable,
incluso en nuestros días.
Encontramos los siguientes gastos bajo la rúbrica “vacaciones y ocio” en las cuentas de
las familias trabajadoras asalariadas elaboradas por la Bundesamt für Industrie,
Gewerbe und Arbeit en colaboración con las Oficinas cantonales y comunales de
estadística (123). Estos gastos cubren lo que llamamos tasa de consumición turística.
Mientras que los gastos de las familias de obreros y empleados han aumentado un 119%
entre 1936/37 y 1951, el índice del coste de la vida (base 1939=100) ha aumentado
durante el mismo periodo en un 61%. De ello se deduce que la tasa de consumición
turística en Suiza ha aumentado fuertemente y no sólo desde el punto de vista nominal
sino también real. El poder de compra liberado durante la guerra al finalizar el
racionamiento y la escasez de mercancías ha contribuido en gran medida a ello gracias a
que hubo la posibilidad de encontrar un aliviadero en las instalaciones de turismo que
estaban disponibles sin restricciones notables.
59
forma prioritaria, una fracción relativamente constante de la renta. Cuanto menor es esta
fracción, es decir, cuanto mayor es la renta libremente disponible, de más medios se
dispondrá para atender a las necesidades de vacaciones y ocio. A medida que la renta
aumenta, la parte necesaria para satisfacer necesidades vitales disminuye
progresivamente porque, a nivel alimentario, la cantidad de calorías necesarias se
mantiene dentro de límites muy estrechos. Los ricos no pueden comer más cuando
alcanzan la saciedad, pero es evidente que aplican las reglas de la gastronomía, es decir,
que dedican mayores cantidades a alimentación acudiendo con más frecuencia a
negocios de refección; su forma de alimentarse cae también en el campo del lujo y de lo
superfluo y beneficiando así al turismo. La tasa de consumición turística no crece, pues,
proporcionalmente al aumento de la renta, sino con mayor rapidez que ésta. Su
elasticidad es superior a la unidad (125).
Las cuentas familiares también facilitan información sobre esta materia. Es verdad que
incluyen los gastos culturales junto con los gastos en viajes y ocio, lo que no es
deseable.
4
Así se especifica en la traducción francesa, pero parece evidente que las cifras de la tabla son relativas
(porcentajes con respecto a los gastos totales de los gastos en cultura y ocio)
60
En realidad no se puede concebir un turismo digno de este nombre si no aumenta
continuamente la tasa de consumición turística al aumentar la renta. En efecto, salta a la
vista que con una renta inferior a los 7.000 F.S. el montante disponible para fines
turísticos (189 F. S. en 1951) puede en realidad bastar para un fin de semana o para una
marcha a pie durante las vacaciones, pero no permite una estancia prolongada en un
hotel ni utilizar los demás equipamientos ofrecidos en las estaciones climáticas o
termales. Es cierto que la situación sería más favorable si uno de los esposos, pongamos
el marido, fuera tan egoísta que utilizara en su exclusivo beneficio la renta disponible
para turismo financiando una estancia en un hotel o un viaje al extranjero. Esto quiere
decir que el turismo se apoya ante todo en las rentas medias y altas, es decir, en un
sector en el que precisamente la ley del crecimiento progresivo de la tasa de
consumición turística alcanza su máximo nivel.
aa/ Haremos las consideraciones que siguen pasando al otro lado de la barricada. Hasta
aquí el problema de la consumición turística se ha presentado unilateralmente desde la
óptica del consumidor, es decir, analizándolo desde el punto de vista de la demanda; es
ahora el momento de mencionar al partenaire comercial, es decir, a la empresa turística,
sacándola de su papel pasivo haciendo intervenir a la oferta de un modo activo.
El hecho de que, a pesar de las múltiples ocasiones en las que se encuentran la oferta y
la demanda, los precios de prestaciones cualitativamente equivalentes oscilen, en el
marco de una economía nacional, dentro de límites relativamente estrechos, sugiere la
existencia de factores que actúan en el sentido de un alineamiento y una estabilización.
Del lado de la oferta, está la necesidad de cubrir el coste de las prestaciones ofrecidas.
Aquí los principales interesados, a saber, la hotelería (127) y las empresas de transporte,
son tributarios de la estructura particular de su industria, fuertemente caracterizada por
el alto nivel de los costes fijos, que mantienen los precios a un nivel determinado y
limitan fuertemente cualquier eventual reducción .Dicho de otro modo, los acuerdos
entre empresarios permiten unificar y mantener el precio, principalmente en países
en los que, como Suiza, adoptan la forma de cárteles (128). A la inversa, la elasticidad
de la demanda turística, propia no de una necesidad vital sino de las de libre elección,
limita a largo plazo el movimiento pendular del precio hacia la elevación. Si las
prestaciones turísticas se ofrecen a precios muy elevados, éstos disuaden la
consumición. Como la consumición es el resultado de un acto selectivo, el poder de
compra se orientará en este caso a objetivos no turísticos que se presentan como más
ventajosos, al menos con respecto al precio. Tal sustitución de bienes o prestaciones no
turísticas por objetivos turísticos, por ejemplo, el cambio de unas vacaciones en la
montaña por una lavadora nueva, se mantiene dentro de determinados límites porque la
fuerza de la costumbre en materia de consumición puede obstaculizar las
61
consideraciones sobre el precio y las especulaciones sobre la utilidad marginal.
Independientemente de esto, los factores ya mencionados que influyen sobre la oferta y
la demanda son perjudiciales para la libre formación del precio. Los precios están pues
limitados tanto hacia abajo como hacia arriba, lo que tiende a igualarlos en los diversos
mercados particulares y a asegurar la “transparencia del mercado”.
No se trata de formular aquí una teoría de los precios aplicada al turismo (129) ni de
determinar por medio del razonamiento el precio de equilibrio por el que las cantidades
ofertadas y demandadas coincidirían de forma que la demanda total sea igual a la oferta
total. Nuestro interés se centra no en la estática sino en la dinámica del precio.
Concretamente, tratamos de saber en que medida los movimientos del precio son
susceptibles de estimular directamente la consumición turística. Para simplificar,
consideremos un cierto nivel del precio como dado y tratemos de determinar los efectos
de una variación de este precio sobre la tasa de consumición turística. La respuesta cae
por su peso: un encarecimiento de las prestaciones turísticas reducirá su consumición
mientras que una disminución del precio producirá el efecto contrario, en el sentido de
que aumentarán los gastos de los viajeros e incitará a nuevos estratos de renta a unirse al
movimiento turístico. Niehans consiguió estimar empíricamente una elasticidad precio
relativamente elevada para los gastos turísticos de los americanos (130).
Sin embargo, esta afirmación no es cierta más que bajo ciertas condiciones (o “cum
grano salis”). Los efectos descritos no se producen necesariamente de modo automático
y obligado. De entrada, las consecuencias del movimiento del precio no podrán ser
apreciadas más que si se considera al mismo tiempo la evolución del nivel general de
precios y particularmente los de la renta. El encarecimiento de las prestaciones turísticas
puede ser compensado aumentando la renta nominal, de forma que no tenga lugar una
reducción de la tasa de consumición turística. Así fue como las diversas subidas de
precios durante la Segunda Guerra Mundial en el sector de la hotelería en Suiza (131)
no obstaculizaron la expansión del turismo interior, que puede parecer espectacular
incluso a los ojos de los expertos, aunque hay que advertir que este sector no siguió el
encarecimiento general del coste de la vida; incluso después de la guerra aún no había
compensado su retraso.
Por otro lado, las reacciones de los consumidores a las fluctuaciones del precio no están
determinadas sólo por consideraciones económicas puramente utilitarias. Este es
particularmente el caso en lo que concierne al turismo y la quintaesencia de nuestra
investigación. Tales motivaciones irracionales, de cuyo origen ya nos hemos ocupado
aquí, pueden neutralizar grandes aumentos del precio. Por seguir la moda, un gran
número de consumidores está dispuesta a pagar más caro una estancia en un lugar
determinado por servicios de alimentación y alojamiento cualitativamente análogos a la
oferta de otros lugares.
62
no es, exclusiva y definitivamente, función del nivel de precios. Esto significa que las
leyes que explican la formación y la evolución de los precios, y que se basan en un
comportamiento estrictamente racional de ambas partes, no tienen, en realidad, más que
un valor y un campo de aplicación restringidos.
Como es lógico, sería poco razonable caer en el exceso contrario y querer minimizar la
influencia de las variaciones del precio en la consumición turística. Un ejemplo ilustrará
el efecto estimulante que puede producir en materia de viajes una reducción de las
tarifas cuando se realiza con habilidad tanto desde el punto de vista técnico como
psicológico: el éxito que han tenido lo abonos de vacaciones implantados por los
ferrocarriles suizos durante la segunda guerra mundial. Estos títulos de transporte,
creados como medida provisional durante la guerra en apoyo de la hotelería y al turismo
suizos, han servido para bajar sobre todo el precio del viaje en las grandes líneas
estimulando así la consumición turística en numerosos casos por primera vez. No sólo
gracias a los abonos de vacaciones se ha tomado el tren más frecuentemente sino que,
en numerosas ocasiones, la reducción de tarifas ha sido el factor que ha conducido a
tomar la decisión de salir de vacaciones. Basta reparar en la tabla que aparece a
continuación, que facilita los datos relativos a la venta de abonos de vacaciones, para
convencerse; para simplificar el estudio hemos tenido en cuenta solo el periodo estival.
Sería tentador deducir de esto que para obtener índices de frecuentación turística
máxima, bastaría simplemente con reducir los precios en la proporción deseada. Cuanto
más baratas fueran las prestaciones turísticas mayor sería el número de usuarios.
Teniendo en cuenta que las consideraciones del precio no son las únicas que determinan
el grado de actividad de las empresas turísticas, el éxito de una medida de ventas con
rebajas parece, de entrada, limitado. Una política de precios que solo tuviera en cuenta
la amortiguación del precio de venta estaría condenada a no la falta de rentabilidad en
un sistema económico organizado en base a la empresa privada y llevaría más pronto o
más tarde a su ruina. El margen de reducción del precio parece en realidad muy pequeño
si no se quiere poner en peligro la existencia de la empresa. He aquí un ejemplo:
63
El precio de la pensión diaria era sorprendente, en efecto; para una estancia mínima de
10 días era de 4,50 - 5,50 francos suizos más el 10% de servicios y tasas. Estas tarifas
batían todos los récordes; estaban incluso por debajo de los precios practicados por las
pensiones más modestas del lugar, por lo que el sector protestó compresiblemente
aludiendo a una competencia desleal. La dirección del hotel confirmó, por otra parte,
hasta qué punto estaba justificada la acusación ya que reconoció que con tales precios el
Gran Hotel tenía pérdidas. Pronto aumentó el precio de la pensión a 6.50 francos suizos
lo que seguía siendo que una fracción de los precios en vigor.
Una oferta tan excepcional logró lógicamente atraer una inmensa clientela, de modo que
el hotel estaba casi siempre lleno hasta no poder más. Durante el periodo de apertura del
mes de mayo al mes de septiembre de 1941, la tasa de ocupación alcanzó el 76%. La
cifra se situaba muy por encima de la media nacional, que era del orden del 30%.
A pesar de todo, un índice de frecuentación tan elevado no bastaba para cubrir los
costes. La reducción del precio fue tan fuerte que el punto muerto, es decir, el grado de
frecuentación que permite a la empresa cubrir todos sus gastos (132) no se alcanzaba ni
siquiera con el hotel permanentemente lleno. La experiencia estaba, pues, condenada de
antemano al fracaso. El final no se hizo esperar: Las facturas de los proveedores
quedaron sin pagar, el impuesto de estancia que adeudaba el hotel no pudo ser cubierto
más que por judicialmente y, en lugar de abrir el Gran Hotel en la primavera siguiente,
la sociedad gestora declaró la quiebra.
bb/ Hasta aquí hemos examinado los efectos del movimiento del precio en la
consumición turística en una economía nacional. Pero la relación entre la oferta interior
y la demanda exterior hay que reconocer que es realmente muy importante. ¿De que
manera las fluctuaciones en los precios en el turismo interior repercuten sobre los
turistas extranjeros?
64
1936. Los precios eran la consecuencia lógica de la disparidad del poder de compra que
existía en las relaciones económicas anglo-suizas a partir del abandono de patrón oro
por parte de la libra esterlina en 1931 que afectó a las exportaciones suizas en las
mismas proporciones. Las tentativas unilaterales emprendidas por la hotelería con el fin
de restablecer el equilibrio de los precios por medio de dos reducciones sucesivas de los
precios de la pensión del 10% cada una en 1931 y en 1935 no tuvieron éxito por la
sencilla razón de que no se trataba sólo de un problema de precios turísticos sino, más
bien, de la igualación de los tipo de cambio. Sólo la devaluación del franco suizo y el
restablecimiento de la paridad del poder de compra permitieron a la hotelería proceder
al necesario ajuste de precios. La magnitud del resultado de la igualación del tipo de
cambio de la moneda suiza se pone de manifiesto a través de la siguiente tabla, en la que
veremos en que medida volvieron a ser competitivos los precios suizos para los turistas
británicos (133).
Una devaluación del franco suizo del orden del 30% efectuada en septiembre de 1936
provocó un fuerte crecimiento del flujo turístico inglés y el número de pernoctaciones se
dobló en 1937 y 1938 incluso a pesar del aumento del 10% de los precios de los hoteles
en 1937. El resultado es una prueba suplementaria de la débil incidencia de las
variaciones del precio sobre la demanda turística, principalmente en épocas en las que
las condiciones de mercado evolucionan rápidamente.
65
c) El efecto de sustitución
El valor para el turismo (de esta ley) es más limitado puesto que aquí se trata menos de
la sustitución de cantidades divisibles de un bien reproducible a voluntad que de objetos
de consumición o prestaciones de servicios (transporte por ferrocarril, por coche o por
avión) específicos e indivisibles. Es decir, no se cambian porciones de mercancías sino
bienes o prestaciones completos. Sin embargo, la ley de la tasa marginal decreciente
continua produciendo sus efectos porque refleja una tendencia general.
Existe igualmente una cierta relación entre el precio de los bienes y las prestaciones
susceptibles de ser sustituidas unos por otros porque el encarecimiento de uno de los
bienes considerados aumenta la demanda del otro. El aumento del precio de los hoteles,
pro ejemplo, reforzará la tendencia a pasar las vacaciones en un chalet o en una casa
particular para defenderse del encarecimiento de la estancia hotelera. Cuando aumenta
la demanda de alojamiento en casas particulares se produce un aumento de los
alquileres, mientras que la hostelería por su parte, frena sus exigencias por la
competencia de otras fórmulas de alojamiento. La interdependencia de los precios de los
bienes que pueden ser sustituidos uno por otros evitará, pues, que surjan diferencias
muy fuertes. La influencia recíproca actuará en el sentido de una aproximación entre la
prestación inicial y su sucedáneo.
- Frigorífico
- Abrigos de piel
- Coches
- Lavadoras
- Televisores
- Pisos de lujo
66
El ahorro que adopta la forma de importantes seguros de vida constituye también un
freno de los gastos dedicados a los viajes.
¿Cuáles son las razones de esto? ¿Cómo es que, para una renta dada, se renuncia de
golpe, total o parcialmente, a sustituir ciertos bienes o ciertas prestaciones de servicios
por otros bienes o prestaciones? Tal cambio en la elección de bienes, ¿no está en
contradicción con la tradición, la cual adquiere con bastante rapidez carta de naturaleza
en la estructura de la consumición, en las “patterns of consumption” (pautas de
consumición)?
aa/ Es fácil dar una respuesta en la hipótesis de que los cambios en la consumición sean
consecuencia inevitable de grandes cambios procedentes del exterior que afecten al
abastecimiento de mercancías. Cuando algunos bienes sufren una restricción en su
oferta y, sobre todo, cuando se trata de bienes vitales, la consumición desciende
inevitablemente. Los ahorros derivados de una consumición menor de artículos escasos
o racionados se dedican entonces a un consumición mayor de bienes y prestaciones
menos escasos y no racionados. Encontramos un ejemplo típico de esta sustitución
forzada en la economía de guerra que conmociona todo el esquema tradicional de la
consumición y lo reemplaza por otro más conforme con el estado precario de los
aprovisionamientos.
67
CAMBIOS PORCENTUALES EN COMPRAS DE MERCANCÍAS Y
SERVICIOS
(PER CÁPITA)
Gran Bretaña y USA son dos países que reflejan nítidamente aunque de forma diferente
la incidencia de la guerra sobre la estructura de la consumición. En USA, país
fuertemente industrializado, con recursos casi inagotables y ahorrados a causa de
la guerra, no ha tenido lugar ningún cambio notable en la consumición obligada; los
americanos, en conjunto, no han experimentado restricciones apreciables en su
alimentación ni en su vestuario.
Mucho más profundas son las modificaciones que tuvieron lugar en Gran Bretaña. Este
país fue obligado a restringir su consumición de un modo mucho más enérgico y en casi
todas las partidas. Aunque las restricciones en el campo alimenticio se mantuvieron
dentro de límites soportables, en el aspecto del vestido, del menaje y de otros objetos de
uso personal se sintió la escasez. El tráfico en coche privado era prácticamente nulo y
aun así no se compensó ni siquiera aproximadamente con los medios de transporte
públicos. Los descensos de consumición (de estos bienes) no fue compensado más que
de un modo imperfecto por el aumento de los gastos en bebidas alcohólicas, tabaco y
distracciones. Ante las dificultades generalizadas de aprovisionamiento, no se produjo
en Gran Bretaña, al contrario de lo que ocurrió en USA, más que una sustitución
incompleta ya que una parte de la consumición de posguerra desapareció, por a sí decir,
totalmente.
68
el racionamiento de artículos alimenticios y de otros bienes de consumición importantes
liberó un cierto poder de compra que se dedicó a mercancías y prestaciones no
racionados cuya consumición aumentó. Entre estos últimos, las prestaciones turísticas
figuran en buen lugar. Al contrario de lo que pasó en el extranjero, las prestaciones
turísticas no tuvieron que sufrir ni limitaciones impuestas por el transporte ni escasez de
medios de alojamiento. Incluso hubo una oferta fuertemente excedentaria. El intenso
gusto por los viajes manifestado por los suizos durante la guerra, que se manifestó en el
aumento descrito más arriba del número de pernoctaciones de clientes nacionales, se
explica en parte por el crecimiento de la renta nacional pero, sobre todo, por la
utilización ilimitada del equipamiento turístico que sirvió de “vía de encauzamiento” de
la renta liberada por el racionamiento y de derivación para el aumento del poder de
compra que apareció después del ahorro forzoso (136).
1º) sustitución de un bien o una prestación turística por otra prestación turística.
aaa/ Con respecto al primer tipo de sustitución, la que tiene lugar en el interior
del turismo, ya hemos puesto un ejemplo. Este tipo de sustitución afecta a la
tendencia, apuntada por primera vez según nuestra información por Gölden, a un
aumento del porcentaje de los gastos dedicados al transporte a costa de las cantidades
dedicadas a la estancia (137); una parte cada vez más importante de los gastos turísticos
en expansión va a las empresas de transporte o a los viajes en coche propio, lo que
comporta la reducción correspondiente en los gastos de estancia. En consecuencia, los
aumentos en los gastos de transporte sustituyen una parte de los gastos en hotel. Se
asiste, pues, a una sustitución ponderada de “turismo receptivo” por “turismo activo”
que se traduce en una notoria reducción de la duración media de la estancia en la
estación turística. Se olvidan las palabras de Fausto; “¡Quédate, eres tan hermoso!”. Si
nos tomamos la molestia de consultar los viejos libros de hoteles, los “registros de
viajeros” descubriremos una verdadera mina de información sobre las costumbres de los
viajeros de antaño. Después del estudio de numerosas fuentes de este tipo, procedentes
de todas las regiones turísticas clásicas, llegamos a la convicción de que precisamente
hacia fines del siglo XIX, la estancia de varias semanas era la regla en el caso de los
clientes extranjeros en las estaciones suizas. Parece que los clientes suizos, que eran la
minoría, habían fijado la duración de la estancia en 3 o 4 semanas por término medio. A
título de curiosidad, elegimos, entre innumerables testimonios, dos inscripciones que
figuran en el libro de hotel de la pensión Rosat en Chateau d´Oex. Cierto señor
Zwierlein confesaba en agosto de 1852:
69
verdaderamente militar las palabras siguientes: “El coronel, la señora Wale y su familia
(12 personas) han permanecido aquí durante tres meses”.
Las semanas de hace cien años se han reducido ahora a días: la duración media en los
hoteles suizos se elevaba en 1951, según las estadísticas turísticas federales, a 3,48 días
para el conjunto del país y a 3,78 días en las regiones turísticas.
No es preciso volver al pasado para darse cuenta de la mayor movilidad de los viajeros
y para persuadirse de que los desplazamientos superan a los reposos. En un estudio
aparecido al final de la guerra, Fallet (138) estimó aproximadamente los ingresos de los
ferrocarriles federales suizos de 1938 a 1945, según el objeto del viaje, lo que da para
los desplazamientos de vacaciones:
INGRESOS DE los
Ferrocarriles por VIAJES DE PERNOCTACIONES DE
AÑO VACACIONES SUIZOS
(EN MILLONES DE F. S.) (EN MILES)
1938 24 8.364
1939 26 7.810
1940 23 8.174
1941 30 9.378
1942 39 9.984
1943 41 11.287
1944 46 12.240
1945 56 14.386
Pero, por otra parte, la hotelería está amenazada por un peligro mayor: a saber, la
tendencia por razones de precios más bajos, de libertad y de espíritu de familia, a pasar
las vacaciones en un chalet, en una residencia secundaria o bien en la habitación de una
casa particular. La estancia en el hotel es pues sustituida por un alojamiento particular;
el menaje individual se lleva provisionalmente al lugar de veraneo. No hay duda de que
la tendencia a pasar las vacaciones fuera de un hotel sigue aumentando.
Como los alojamientos particulares no figuran en las estadísticas hay que apoyarse en
ejemplos regionales o locales si se quiere cuantificar la sustitución que se está operando
a favor de las estancias en casa particulares en detrimento de las estancias en hoteles.
70
Tenemos, por ejemplo, el caso de Grindelwald: para el periodo de anteguerra se
presenta como sigue (139):
VERANO INVIERNO
JUNIO-SEPTIEMBRE DICIEMBRE-MARZO
(PERNOCTACIONES) (PENOCTACIONES)
AÑO EN CASAS EN AÑO EN CASAS EN
PARTICUL. HOTELES PARTICUL. HOTELES
1935 27.500 62.369 1934/35 2.500 34.371
1936 26.800 60.889 35/36 3.000 35.135
1937 35.100 100.827 36/37 4.100 52.799
1938 37.100 89.894 37/38 5.000 59.789
1939 32.000 59.457 38/39 6.900 58.460
1940 32.500 22.958 39/40 3.400 11.812
CLIENTES
Hoteles y pensiones 1.291
CHALETS, INSTITUTOS Y CASAS
INFANTILES 3.446
Total 4.737
71
Cuando los visitantes extranjeros son numerosos, la hotelería puede soportar esta
sustitución. Pero si la afluencia de extranjeros disminuye, la competencia de los
alojamientos particulares se convierte en un grave problema.
72
EVOLUCIÓN DE ALGUNAS PARTIDAS DE LA CONSUMICION EN ITALIA
(EN % DEL CONSUMO TOTAL)
1938 1947 1948 1949 1950
Tabaco 3,5 3,1 3,4 3,7 3,9
Viajes 1,8 1,3 1,5 1,9 2,0
Diversiones 0,7 0,9 1,1 1,2 1,4
En la lista de los citados objetos que compiten monetariamente con el turismo no figura
todavía el medio de transporte individual, el cual, durante el último cuarto de siglo deja
huellas cada vez más profundas no sólo en el campo del transporte sino al mismo
tiempo en la estructura de la consumición total. Es verdad que en Suiza, el coche se
considera, ante todo, como un objeto de trabajo, incluso los coches particulares, los
únicos que nos interesan aquí, sirven principalmente para desplazamientos utilitarios.
Sobre la base de estadísticas relativas a la distribución de coches particulares según las
diferentes profesiones, se llega a siguiente conclusión (143): “De los más de 75.000
coches particulares matriculados en Suiza en 1938, 45.000, es decir, el 60%, son
indispensables para los propietarios y facilitan de modo significativo el ejercicio de su
73
profesión. En cuanto a los restantes, se utilizan igualmente para fines profesionales,
principalmente para realizar el desplazamiento del domicilio al lugar de trabajo”.
Según la misma fuente, 4.319 coches particulares son propiedad de personas sin
profesión, la mayor parte de las cuales son de clase alta, grupo en el que la renuncia a la
estancia en un hotel para amortizar gastos de compra y mantenimiento del coche no
tiene lugar más que muy raramente.
El movimiento que comienza a aparecer en Suiza y en los demás países europeos está
ya generalizado en Estados Unidos, donde el coche ha conquistado uno de los primeros
lugares en la jerarquía de necesidades; el coche puede incluso ser clasificado, en gran
medida, como consumición obligada. De este modo, el coche muestra una superioridad
manifiesta sobre la consumición turística. Más exactamente, ciertas partes de renta
son absorbidas por el coche y van hacia la industria automovilística, al comercio de
carburantes, etc. En ausencia de coche, al menos en teoría, abrían sido dedicadas al
turismo, bien bajo la forma de una estancia prolongada en un hotel o de un viaje a
ultramar. No se trata, pues, más que de la sustitución parcial del coche por consumición
turística y no afecta en ningún caso a las necesidades del viajero, antes al contrario,
puesto que está precisamente en la naturaleza misma de este nuevo medio de transporte.
El coche es utilizado para paseos y vacaciones así como para viajes de negocios. Por su
misma existencia, el coche también contribuye a aumentar los gastos en transporte
turístico. La cuestión radica en saber en qué medida esta expansión se hará a expensas
de otros elementos de turismo, y especialmente de la estancia.
El lugar ocupado por los gastos que comporta el coche en relación con otras partidas
del gasto, tal y como resulta de los presupuestos familiares, aporta en este sentido datos
de gran utilidad. Nos referimos a una encuesta dirigida durante los años 1930-34 por un
grupo de investigadores americanos especializados en cuestiones sociales y humanas de
una comunidad moderna. A pesar de que son algo antiguos, los resultados de la
encuesta son todavía válidos en lo esencial. Una pequeña ciudad de 17.000 habitantes
de Nueva Inglaterra que bajo el pseudónimo de Yankee-City sirvió de base para la
encuesta (145).
- superior
- media
74
- inferior
Cada clase se dividió a su vez en nivel superior y nivel inferior para permitir una
diferenciación más matizada. Se dispuso así de una escala en seis grados:
% POBLACIÓN
1.- CAPA SUPERIOR CLASE SUPERIOR (SS) 1,44
2.- CAPA INFERIOR CLASE SUPERIOR (IS) 1,56
75
YANKEE CITY
MEDIA SS IS SM IM SI II
Alimentación 1 2 3 1 1 1 1
Conservación (de 2 1 1 3 3 3 3
calef., ilumin.,
pintura y teléf.)
Alojamiento 3 4 4 2 2 2 2
Coche 4 7 2 5 5 6 9
Vestido 5 3 5 4 4 4 4
Impuestos 6 5 6 18 18 18 18
Cultura 7 6 14 10 10 14 16
Salud (hon. méd.) 8 8 9 6 6 5 5
Equip. doméstico 9 13 7 8 7 8 7
Regalos 10 9 10 9 8 11 6
Beneficiencia 11 11 11 7 11 12 11
Gastos de 12 12 8 12 16 9 13
recepción, culto
Vacaciones y 13 14 12 11 9 19 0
viajes
Libros, revistas, 15 17 13 13 14 7 12
etc
Higiene 16 16 16 16 12 15 10
Distracciones 17 18 15 15 13 16 14
Viajes de negocios 18 15 19 17 17 20 0
Tabaco 19 19 18 14 15 10 8
Correos 20 20 17 21 21 21 17
Gastos judiciales 21 21 20 2 0 23 0
(abog.)
Equipo de deporte 22 23 21 25 23 24 0
Gastos 23 25 0 23 19 13 0
profesionales
Entierros 24 0 0 21 20 16 0
Fotografía 25 22 24 24 24 25 19
Mudanzas 26 24 23 26 25 22 18
Otros 14 10 22 10 22 0 0
76
A nivel formal, el esquema americano se distingue del presupuesto familiar suizo por
una división más matizada de partidas de gasto; las necesidades culturales, sobre todo,
están mejor definidas. Nótese que los artículos de lujo, como tabaco, equipo de
deportivo, fotografía, regalos, etc, son objeto de partidas especiales, mientras que, cosa
curiosa, no encontramos ninguna indicación relativa a las bebidas alcohólicas, lo cual
puede deberse a la prohibición que entonces estaba todavía en vigor.
A nivel material, los gastos del coche, comparados con los dedicados a vacaciones, son
los que más nos interesan. La motorización que posee la nación americana aparece en el
hecho de que en Yankee City los gastos del coche, que comprenden, además de los
gastos por la utilización propiamente dicha, la posesión, las multas (¡) los impuestos y
los seguros, ocupan, por término medio, el 4º lugar en los presupuestos familiares, antes
que el vestido, por ejemplo. Debemos concluir que el coche ha dejado ya de ser
considerado como objeto de lujo, y que se ha impuesto verdaderamente como un
elemento indispensable que forma parte integrante del nivel de vida de todas las capas
de la población. La tabla muestra perfectamente que, incluso en los presupuestos de las
capas inferiores (I.I.), que no tienen recursos para hacer turismo, el coche ocupa todavía
el 9º lugar. Pero todos los récordes se baten por la capa inferior de la clase superior
(I.S.): los gastos que comporta la tenencia de coche vienen inmediatamente después de
los dedicados a conservación de la casa y rebasan incluso los gastos de alimentación, de
vestido y de alojamiento que corresponden, como se sabe, a las necesidades vitales.
La comparación de las cifras absolutas de gastos dedicados por los diferentes clases a
coche y a consumición turística (vacation-travel) hacen esta situación aún más evidente.
Compararemos, desde este punto de vista, los gastos de la familia completa con los de
los individuos aislados: he aquí el resultado:
COCHE TURISMO
(VACATION-TRAVEL)
Nivel superior de la clase superior
(SS)
Individuo 121,06 31,43
Familia 363,17 94,29
Nivel inferior de la clase superior
(IS)
Individuo 391,91 51,26
Familia 914,46 119,80
Nivel superior de la clase media (IM)
Individuo 59,89 11,43
Familia 207,66 39,64
Nivel inferior de la clase media (SM)
Individuo 36,45 8,14
Familia 131,57 23,39
Nivel superior de la clase inferior
(SI)
Individuo 8,18 0,92
Familia 35,62 4,01
Nivel inferior de la clase inferior (II)
Individuo 2,06 -
Familia 11,76 -
77
Las cifras citadas representan valores medios de gastos absolutos de todos los que
pertenecen a una misma categoría social. Tales cifras ponen en evidencia la importante
diferencia que separa a los gastos en coche y en turismo, representando los últimos sólo
una parte de los primeros. Si limitamos los gastos de consumición turística a la estancia,
lo que supone que todos los gastos de transporte figuran en la partida “coche”, las
cantidades dedicadas a turismo son tan pequeñas que no cubrirían una estancia
cuidadosamente preparada en una estación turística, un hotel próximo a unas
instalaciones deportivas o un balneario, ni unas vacaciones organizadas según el modelo
suizo, por ejemplo. Efectivamente, el turismo americano se practica sobre todo al
margen de hoteles y centros turísticos. Es más individual, menos organizado y menos
exigente (146). Los reducidos medios dedicados a consumición turística incluso en el
seno de la llamada clase superior lo pueden testimoniar. Su evaluación no puede hacerse
más que en base a la noción de nivel de vida; esto es lo que revela la curiosa inversión
que se da en los gastos de consumición entre el nivel superior y el nivel inferior de la
clase superior. La primera, que es la que dispone de mayor poder de compra, gasta en
coche y en turismo mucho menos dinero, en términos absolutos, que el nivel inferior,
con rentas mucho más modestas. Esta desproporción se explica por la estructura
sociológica propia de ambos grupos: el nivel superior de la clase superior cuenta
probablemente con elementos de distinción teñidos de puritanismo que se advierten por
su seriedad, su conservadurismo y su carácter profundamente sedentario: “My home is
my castle” (Mi casa es mi castillo”); ellos dedican más atención al estatus de la casa, a
la cultura, y la beneficencia, etc.…. Por el contrario, el nivel inferior de la clase superior
tiene menos prejuicios y da más libremente curso a los deseos de consumición
excéntrica y ostentosa (conspicuous expenditure) haciendo gastos en coche, turismo,
deporte, etc.
No sería malo, sin embargo, buscar un chivo expiatorio. La razón del débil eco que ha
encontrado hasta ahora el turismo en el presupuesto del consumidor americano medio
no debe ser imputado al coche; se podrían invocar y poner en cuestión otras necesidades
78
que también entran triunfal e irresistiblemente en la concepción que los americanos
tienen de un nivel ideal de consumición: pollo a la cazuela todos los días, casa
acondicionada, el televisor y el avión; la debilidad de la consumición turística
americana hay que explicarla por el hecho de que aún no se encuentra sólidamente
implantado el turismo en su nivel de vida. La culpa no la tiene el seductor que se
presenta con un coche o con otro atractivo sino el que se deja seducir. Lo cierto es que
el americano no concede demasiada importancia al turismo y renuncia a él fácilmente.
Una actividad turística coherente con la importancia de la población y con las inmensas
posibilidades materiales de los USA y que no se limitara sólo a las grandes ciudades
del Este americano no se producirá más que el día en que la estancia de descanso
anual, el desplazamiento deportivo reiterado y el cambio de clima regular logren entrar
en sus costumbres y formen parte integrante e indispensable de un nivel de vida
aceptado.
En efecto, mientras que la mayor parte de las necesidades humanas alcanza rápidamente
el nivel de saturación, bien por la limitación física, como ocurre en el caso de los
alimentos y de las bebidas, bien por la posesión del objeto anhelado, un vestido o un
traje, por ejemplo, estas limitaciones no existen cuando se trata de aquellas aspiraciones
y deseos humanos que se satisfacen por medio del turismo. Como sabemos, hay
necesidades culturales que son susceptibles de expansión, pero nadie va todos los días
una o varias veces al teatro, a un concierto o al cine; en cuanto al espacio reservado a
los libros, o a los objetos de arte, no es ampliable hasta el infinito. Sin embargo, es
posible concebir una expansión ilimitada de la consumición turística, algo que ocurre a
quienes pasan toda su vida en un hotel y no cambian de residencia más que en función
de la estación.
aa/ Los turistas tienden hacia prestaciones cada vez de más calidad. Pasan de la simple
pensión al hotel confortable al hotel de lujo, de lo que se desprende un crecimiento de
los gastos.
bb/ Los turistas pueden ir a lugares cada vez más lejanos. La región turística más
cercana deja de ser adecuada a sus exigencias. Buscan otras regiones, primero en la
79
periferia, después en el extranjero y más tarde aspiran a alcanzar horizontes cada vez
más lejanos, Egipto, América, etc.
cc/ Los turistas pueden prolongar sus estancias. Las vacaciones son susceptibles de
prolongarse y de multiplicarse: en lugar de una semana se ausentarán durante dos o más.
Comenzarán a hacerlo en verano, luego en invierno y entre ambas estaciones pueden
encontrar alguna oportunidad para viajar en Pascua o durante un fin de semana en
otoño.
Cada una de estas posibilidades, y con mayor razón su combinación, no pueden hacerse
realidad más que a través del correspondiente aumento de la consumición turística.
Evidentemente, un programa semejante de desarrollo de las necesidades turísticas
individuales no es concebible más que como consecuencia de un constante progreso
económico y de una situación política estable, es decir, con productividad creciente de
la actividad nacional y economía refractaria a la crisis.
b) Un ejemplo
Nuestro ejemplo se basa en el presupuesto familiar de un profesor que más tarde llegó a
ser funcionario; el presupuesto familiar se refiere a 40 años, de 1903 a 1943 (148).
4 AÑOS ANUAL
1903/07 15,00 3,75
1907/11 258,80 64,70
1911/15 236,70 59,18
1915/19 323,60 81,65
1919/23 1.147,60 286,90
1923/27 1.576,20 394,05
1927/31 1.509,40 377,35
1931/35 938,30 234,58
1935/39 1.568,50 392,13
1939/43 1.088,60 272,15
80
confirmaría nuestra constatación, según la cual la tasa de consumición turística crece
proporcionalmente más deprisa que la renta.
Pero la primacía de los gastos turísticos no aparece sólo en la partida de tiempo libre;
también tiene lugar con relación al total de los gastos culturales y rebasó de modo
significativo los gastos en transporte (ferrocarril, tranvía, bicicleta, gastos postales y
teléfono). He aquí las cifras:
81
Las parte más importante del capítulo de cuidados médicos, a saber, los gastos en
servicios médicos, dentista y farmacia, ocuparon una posición un tanto particular en la
medida en que no dependen de una elección libremente consentida por el perceptor de la
renta sino del estado de salud de los miembros de la familia. Dicho de otro modo, la
condición física de nuestro contable y de su familia era satisfactoria.
En cuanto a los gastos culturales, parecen más bajos de lo normal ya que nuestro
contable, en calidad de antiguo profesor, procede de una clase profesional en la que se
presumen ciertas necesidades intelectuales. Además hay que añadir que su mujer
pertenece a una familia de músicos y que sigue trabajando como profesora de música
después de su matrimonio.
82
TERCERA PARTE: PROCESO DE CONSUMICION TURÍSTICA
¿De qué manera se manifiestan estos tipos, estas pautas de consumición turística? Se
orientan sobre todo por la necesidad de imitación de los aspectos siguientes:
La tierra es tan grande y tan rica en bellezas y en misterios que las reservas de atracción
turística son todavía inagotables. Incluso aunque muchos enclaves quedan eliminados
en la práctica debido a sus dificultades de acceso, seguimos inmersos en un “embarrás
de richesses” (en francés en el original) (en una gran abundancia). Dentro de esta
abundancia, ciertos paisajes y ciertos puntos de la superficie del globo se destacan y
atraen a los turistas más que otros pesar de que ofrezcan las mismas ventajas. Son estos
lugares los que, según la opinión general, están especialmente llamados a servir como
lugar de estancia durante las vacaciones. A partir de este punto, no es necesario
investigar en profundidad las razones; puede tratarse de una tradición fuertemente
enraizada, como ocurre por ejemplo con la fuerte predilección que los ingleses muestran
por ciertas regiones suizas, por ejemplo, el Oberland de Berna: los trastornos que han
tenido lugar durante la Segunda Guerra Mundial no sólo no han sido capaces de
alterarla sino que incluso la han reforzado. Sin embargo, también pueden ser
condenados por la moda, como ya hemos visto anteriormente o incluso ser abiertos por
una publicidad sistemática y llamativa que atraiga la atención del público.
83
Como quiera que sea, el turista no tantea en la oscuridad para elegir el lugar de su
estancia sino que se deja guiar por el comportamiento de aquellos de sus congéneres que
se encuentran en situación análoga y por ciertos precedentes. No está obligado a
consultar un mapamundi ni un léxico geográfico puesto que solo se trata de seleccionar
una serie relativamente limitada de puntos de parada que se le ofrecen para sus
vacaciones. Esta es la razón de que el flujo de turistas no se diversifique uniformemente
sobre la superficie del globo como si fuera el diluvio universal sino que se concentra en
ciertos canales que conducen hacia los centros turísticos más frecuentados.
84
2.- Elección del momento de las vacaciones
El ritmo estacional es muy perjudicial para esta elección. El deseo de pasar las
vacaciones en lugares que gozan de condiciones meteorológicas favorables, en nuestras
latitudes, hace que el verano, con su agradable temperatura y su máxima insolación, se
erija en la “estación”, es decir, en la principal época de viajes (de vacaciones).
El mes de julio pero sobre todo el de agosto corresponden en Europa y en América del
Norte a los periodos punta del movimiento turístico. Basta con haber visto, aunque sea
una sola vez, un “15 de agosto” en los ferrocarriles franceses, con sus masas humanas
en torbellino, ávidas y ansiosas de vacaciones, para hacerse una idea bastante completa
o quedarse con un recuerdo penoso. Encontramos el mismo fenómeno en el Ferragosto
italiano que Borelli (151) describe de esta expresiva forma; “lo que cuenta para el turista
de agosto es que el portero, los vecinos y los conocidos no piensen que es tan pobre que
se ve obligado a quedarse en su casa. Esta es la razón por la que sube a un tren hasta los
topes, llega sin aliento y en lamentable estado a una playa que es un verdadero montón
de cadáveres o a una pradera en la que hasta un metro de sombra es objeto de disputa;
duerme mal, come mal, sueña con su casa, llega incluso a soñar con su oficina o su
tienda. Poco importa: su vanidad y su sentido del ridículo son más fuertes. Incluso si no
pueda ausentarse de su domicilio, se encierra en él y evita hacer ruido y después de
agosto aparece de nuevo y cuenta que estuvo en el Lido de Venecia, o en Cortina y que
“il s’est amusé à la folie”) (en francés en el original alemán) (se ha divertido de locura)
Pero junto al verano, la primavera y el otoño, sobre todo en las regiones meridionales,
son igualmente consideradas como propicias para las vacaciones y las excursiones.
Pongamos un ejemplo ilustrativo: de los tres viajes que Goethe hizo a Suiza, dos
tuvieron lugar a finales del otoño (1779 y1797) y el primero muy a comienzos de
verano (1775). A pesar de que Goethe fue el pionero espiritual del turismo en Suiza (sus
lugares preferidos eran Marienbad y Karlsbad), nunca visitó nuestro país en pleno
verano. En este sentido escribía entre otras cosas el 9 de noviembre de 1779 en
Lenkerbad: “El tiempo es tan hermoso que nos hemos llegado a olvidar completamente
de que estamos en noviembre; es verdad, como nos dijeron en Berna, el otoño es muy
agradable aquí. Pero las nubes que presagian la niebla y la noche que cae con rapidez
nos recuerdan cuan avanzada está ya la estación” (152).
Otros visitantes ilustres (153) recorrieron también Suiza con placer en periodos que se
considerarían hoy como parte de la pretemporada o de la postemporada, incluso
invierno. El flujo de viajeros continuaba hasta cerca del invierno y cuando éste llegaba
se desvanecía el bullicio. La estación fría, en la que se busca abrigo en casa, al calor del
hogar familiar, era para todos un periodo hostil a los desplazamientos.
Lo dicho permite percatarse del fuerte cambio en las costumbres que se consolidó
lentamente a fines del siglo XIX, consistente en incorporar también el invierno a la
estación de viajes e incluso a preferir eventualmente esta estación poco acogedora para
las vacaciones. Nos parece importante constatar este profundo cambio en las normas de
consumición turística y el nacimiento de un nuevo tipo de turismo, el de invierno, con
ayuda de un ejemplo particularmente instructivo relativo a Suiza (154).
85
Hacer una cura de invierno en la montaña puede parecer un pensamiento absolutamente
inconcebible. Se considera una empresa semejante, por emplear la expresión utilizada
por W.C. Locket en su biografía “Robert Louis Stevenson en Davos” como “Grossly
absurd if not viciously wicked” (“un deseo verdaderamente absurdo si no un vicio”). A
pesar de ello, los primeros clientes invernales se presentaron en Davos en febrero de
1865. ¡Eran dos!. Diez años más tarde, Davos albergaba ya más visitantes en invierno
que clientes en verano. Si en agosto pernoctaron 260 personas, las llegadas alcanzaron
350 en invierno.
Fue así como la cura en alta montaña durante la estación fría abrió sin saberlo la vía a
la práctica del deporte de invierno. Al principio no era raro ver a los enfermos sustituir
su paseo o incluso su cura de reposo por una excursión en trineo o por juegos sobre
patines. Es el caso del escritor inglés Stevenson, ya citado, cuya llegada a Davos
durante el invierno de 1880 coincidió con la inauguración de la nueva pista, el “new
rink”. Davos se convirtió rápidamente en el centro de la vida mundana y deportiva. Una
orquesta tocaba al atardecer y los clientes bailaban a los aires de la música. Stevenson se
mostraba muy entusiasmado por los paseos en trineo a pesar de que todavía no existían
pistas especiales. Su viaje de Wolgang a Klosters con regreso en diligencia le resultó
muy satisfactorio. Podía presumir, literalmente, del título de “Winter Sportman “ sin
haberse puesto nunca unos skis. Los primeros intentos para introducir la práctica del ski
en Davos datan del invierno de 1883/84. Pero todavía tenía que pasar algún tiempo
antes de que este deporte se generalizara y de que Suiza llegara a ser el país del ski
como Max Senger cuenta en su encantador libro “Die Schweiz wurde zum Skiland”.
El trineo y el patinaje fueron las primeras bazas. Pronto los deportes de invierno
hicieron su aparición en otras estaciones. St. Moritz compartió con Davos la gloria de
ser la cuna del turismo de invierno en los Grisones. La primera pista especial para trineo
se construyó en 1884 y alcanzó celebridad mundial bajo el nombre de “Cresta Run”. La
pista contribuyó a la construcción del trineo davonés SKELETON, un trineo
monoplaza, y del BOBSLEIGH, un trineo multiplaza, denominaciones extranjeras que
son significativas de la participación mayoritaria de los anglosajones en la práctica de
este deporte que, al contrario que el ski, nunca fue popular en Suiza.
86
El nuevo estilo social inaugurado por estos “parties” (grupos), lo que hoy llamamos
viajes organizados para grupo, los ha descrito Senn (La Suisse et le tourisme, 1913) no
sin cierta admiración: “La vida se regula de un modo automático. Esta tarde, carnaval
sobre hielo. Mañana, excursión a los alrededores. Pasado mañana, patinaje, concursos
de vals, juegos para niños, orquesta “à 4 heures”; por la tarde, baile como de costumbre.
Así durante trece días; cada momento se dedica a alguna ocupación programada...” (en
francés en el original: “La vie est reglée automatiquement. Ce soir, carnaval sur la
glace. Demain, excursions aux environs, le lunch será emporté avec soi, divertissements
et jeux socétés. Aprés demain, patinage, concurs de vals, jeux por enfants, orchestre à 4
heures ; soir, bal costumé. C’est ainsi pendant treize jours, chaque moment est rempli
par quelque occupation officielle... »)
La fuerte concentración del turismo francés en julio y agosto (el 83% de los
desplazamientos) es mostrada también estadísticamente. Según todas las apariencias, se
trata de una costumbre bien consolidada y que ha resistido a todos los intentos
destinados a prolongar la temporada turística por medio del escalonamiento de las
vacaciones en la enseñanza y en la industria.
87
MES % DE VIAJES
1949 1951
MAYO 2,8 4,0
JUNIO 13,8 16,5
JULIO 3,7 32,0
AGOSTO 38,8 31,5
SEPTIEMBRE 14,3 10,5
OCTUBRE 3,2 2,0
También en el caso de los turistas ingleses julio y agosto son con mucho los meses más
populares entre los vacacionistas. Marcan una punta muy clara en los transportes. Sin
embargo, los meses fuera de estación, junio y septiembre, muestran también un
movimiento bastante considerable. Una nueva distribución teniendo en cuenta los viajes
al extranjero permite constatar la participación británica en los deportes de invierno,
pero unas cifras relativamente bajas indican que aún no se trata de un movimiento de
masas.
Los hechos y las actividades de los turistas están también como es lógico en estrecha
relación con el lugar de la estancia y con la época elegida para el viaje. Al elegir la
estación se decide, simultáneamente, el tipo de deporte susceptible de ser practicado. El
turista de verano renuncia al ski y el de invierno a los ejercicios físicos del verano. El
lugar de vacaciones prefigura también la orientación de la necesidad de la actividad
turística. Si se va a un gran centro es porque gusta, en general, la animación y los
5
Alusión inconsciente por parte de Krapf a la característica eutrapelia del turismo que todavía se sigue
practicando mayoritariamente en la actualidad (nota del traductor español)
88
placeres mundanos que lo caracterizan: pero si se refugia en una pequeña villa de
montaña es porque se busca el reposo o una intensa actividad deportiva.
Todo ello no facilita, sin embargo, más que un marco general en el que se inscribe toda
una gama de formas específicas de ocupaciones y de comportamientos turísticos.
Abstracción hecha de los casos en los que estas formas están inspiradas en un objetivo
específico (reposo, cultura, etc.…) se pueden clasificar las diferentes manifestaciones de
la vida turística en dos tipos:
a) Tipo contemplativo
Es el turista que viene para mirar, admirar y disfrutar en paz. Su actitud es receptiva.
Está personificado por el visitante de curiosidades. Con el vivo interés que demuestra
por todo lo que le es desconocido, unido a su enorme capacidad de entusiasmo, se le
pude catalogar entre los idealistas y los románticos.
Sin que pueda decirse que este tipo de turista esté en vías de extinción, su tiempo de
gloria pertenece al pasado. La contemplación silenciosa de las maravillas de la
naturaleza, de las montañas, de los glaciares, las cascadas y los fenómenos dio un
impulso decisivo al turismo suizo. Basta por ejemplo referirse a las maravillosas
páginas en las cuales Alphonse Dandet describe las emociones de Tartarín al presenciar
la salida del sol en el Rigi-Kulm.
Hoy como ayer existen muchos turistas atraídos por la observación y la admiración.
Pero parece, a decir verdad, que el factor cultural se haya intensificado. Britschgi (160)
constata con acierto: “En nuestros días, en la era del turismo automóvil, existen mayores
posibilidades que nunca para aprender historia del arte y de la civilización.
Desgraciadamente, sin embargo, estas posibilidades están poco explotadas. Los viajes
no deberían servir sólo para descansar y divertirse sino también para enriquecer el
espíritu. No debemos limitarnos a señalar a los visitantes los lugares donde se come
bien y barato o en los que puede ver los más bellos fuegos artificiales, el partido de
fútbol más interesante, el paso de la Vuelta Ciclista a Suiza, o incluso el dancing con
más ambiente”. Hay que decir que la contemplación está frecuentemente teñida de
curiosidad y de búsqueda de sensaciones y que la satisfacción de estos apetitos dejan
frecuentemente un regusto un tanto amargo; en cualquier caso, las actividades turísticas
de tipo receptivo, al contrario de lo que ocurría en el siglo pasado, no son ya las
predominantes. Las motivaciones espirituales y morales sobrepasan a las motivaciones
89
físicas (161), lo que genera un comportamiento opuesto al contemplativo y que se
expande cada vez más: a saber el:
b) Tipo activo
Para el tipo activo, el turismo ya no es materia de contemplación; la naturaleza ha
dejado de ser un fenómeno puramente visual. El turista desea hacer ejercicio, medir sus
fuerzas con ella e incluso vencerla si es posible. Las montañas, los valles y los lagos ya
no están hechos para los soñadores sino para los prácticos que las animan, las explotan
y las hacen alternar. El papel del turista no se compara ya con el del figurante en el
coliseo creado por Dios sino con el de un actor que participa en el gran espectáculo de
la naturaleza.
El concepto general de deporte engloba una gama infinita de ejercicios físicos cuya
importancia para el turismo es variable y, sobre todo, diferente de un país a otro.
Estudios de mercado, como por ejemplo el “travelogue” (162) facilitan útiles
conocimientos sobre el papel de los deportes en la organización del ocio entre los
americanos. La cuestión de saber cual es la ocupación preferida por los vacacionistas
dio las siguientes respuestas:
(Como muchas respuestas indica varias ocupaciones favoritas, el total rebasa el 100 %)
90
ocupa el segundo lugar entre las preferencias de los vacacionistas, a pesar del
dinamismo propio del pueblo americano. Pero la necesidad de ver curiosidades es aún
más fuerte y se coloca a cabeza.
Como es sabido, los dos tipos de actividades durante las vacaciones, el tipo
contemplativo y el tipo activo, no están completamente separados más que en teoría, no
en la realidad. Están estrechamente imbricados y se confunden en la trama de los
hábitos de consumición turística que responden a nuestra última cuestión, a saber, el
desenvolvimiento concreto del proceso de consumición turística. Es aquí donde
encontramos de nuevo el aspecto más visible del turismo, el cual no tiene por marco la
intimidad familiar en el que el cabeza de familia se esfuerza en distribuir la renta sino
que forma parte de nuestra vida social pública. Es precisamente la formación de tipos de
consumición turística, basados en la generalización de la aventura vivida durante los
viajes y las vacaciones, resultado de la tendencia ya señalada a la “universalización de
los placeres” que se dio después de la primera guerra mundial (163), lo que ha
contribuido a conformar el estilo de vida de nuestra época y es en este sentido como nos
permitimos concluir diciendo con André Siegfrid (164) que “el turismo se ha convertido
en nuestra época en un aspecto primordial de nuestra civilización y de nuestras
costumbres”.
91
Notas
92
opone la consumición aislada, fuera de la familia, la cual obedece a leyes
completamente diferentes en cuanto a la satisfacción de necesidades. Sin embargo, este
dualismo, es decir, la consumición aislada, fuera de la “colectividad familiar” ¿no está
en contradicción con los datos que se tienen de la vida ordinaria? ¿no es una simple
ficción en la exclusiva medida de los individualistas forzosos? ¿puede el mismo
hombre vivir como célibe y como padre de familia y de acuerdo con normas
totalmente diferentes?
(16 a) Meyer, H. obra cit.
(17) Liefmann, Robert. “Grundsätze der Wortschaftelehre, Stuttgart y Berlín”, 1919.
Vol. 2
(18) Egner, Erich. “Der Haushalt. Eine Darstellung seiner Voldswirtschaflichen
Gestalt”, Berlín, 1952
(18 a) Cf. Egner, Erich: “ Die Menschengruppe ist das A und O des Haushalts”. ob. cit.
pag. 104
(18 b) Philippovich, E. “Grundriss der Politischen Öconomie” Tomo I “Allgemeine
Volkswirtschaftslehre”. Tübingen y Leipzig, 1904 p. 334
(19) Lo más frecuente era expresar un deseo sin ninguna posibilidad de imponerse
frente al orden establecido. Cf. Gide Charles: Cours d´Economie Politique, París, 1918:
“Si yo hubiera seguido mis gustos habría empezado precísamente por la parte de la
economía política a la que la guerra ha dado una importancia imprevista, es decir, por la
consumición, y desde ella, por la distribución y la circulación, llegaría hasta las fuentes
de la riqueza: la producción. Pero este orden, inverso al que se sigue en todas las
enseñanzas, habría sido rechazado por los lectores....” (Pag. 10, 55)
(20) Kaiser, Simon. “Antiguo director de banca y miembro del Consejo Nacional
Suizo”:.”Der Güter-Umlauf in seiner Bedeutung für die Volkswirtschaft und in seinen
Beziehungen zur Produktion und Consumtion”. Frankfurt am Maim, 1888
(21) Oppenheimer, Franz. « System der Soziologie », Jena, 1923
(22) Cf. la obra de Kyrk, Hazel “A theory of Consumption”, Boston y Nueva York,
1923 p.5.
(23) obra cit. p.10
(24) obra cit. p. 21
(25) Cf. las obras citadas de Charlotte Reichenau
(26) obra citada p.175
(27) Jenni, Hans “Wesen und Gestalt der Konsums im Lichte der amerikanischen
Literatur”. Berna, 1945 (manuscrito)
(28) Ross Edward, Alsworth. “Principles of Sociology”. Nueva York, 1929
(29) Böhm-Bawerk, E. Artículo “Wert” en Handwörterbuch der Staatswisenschaften”.
4º edición
(30) Weiss. F.X., complemento al artículo “Wert”, en la Handwörterbuch der
Staatswissenschften”. 4ª edición
(31) Cf. Mayer, Hans “Der Erkenntniswert der funktionellen Preistheorien”, publicado
en “Die Volkswirtschaftheorie Gegenwart”. Tomo II, Viena 1932, donde se lee: “si el
conjunto de las teorías de los precios concebidas hasta el presente no recibe ningún
reproche formal que muestre su insuficiecia es sobre todo porque su aplicación a los
fenómenos de la realidad económica es muy restringida”.
(32) Cof. p.1
(34)Mises, Ludwig. Grundprobleme der Nationalökonomie. Jena 1933
(34a) Dejamos deliberadamente de lado las medidas gubernamentales de sostenimiento
de los precios.
(35) Kyrk, Hazel, obra cit. p. 19
93
(36) Koopff, Hanss F.J. “Die Psycologische Seite der Vartbrauchsforschung”. Leipzig,
1941, p.13
(37) Cf. “The technique of marketing research”, editado por American Marketing
Association, Nueva York y Londres, 1937, así como los esfuerzos similares
realizados en Suiza y que tuvieron su conclusión en la constitución de la
Gesellschaft für Marktforschung”
(38) Schöfer, Erich, “ Grundlagen der Marktforschung”, Nüremberg”, 1940
(39) Cf. Mayer, H. “Dar Erkenntniswert der funktionallen Preistheorien”. Obra cit. p.
234
(40) Keynes John, Maynard, en “The General Theory of Employment, Interest and
Money, Londres 1942, reconoce la importancia fundamental de esta tesis. El la
expone como sigue: “The fundamental psycological law, upon which we are
entitled to depend with confidence both a priori from our knowledge of human
nature and from detailed facts of experience, is that men are disposed, as a rule and
on the average, to increase their consumtion as their income increases, but not by
as much as the increase of their income” (La ley psicológica fundamental en que
podemos basarnos con entera confianza, tanto a priori partiendo de nuestro
conocimiento de la naturaleza humana como de la experiencia, consiste en que los
hombres están dispuestos, por regla general y en promedio a aumentar su
consumición a medida que su renta crece, aunque no tanto como crecen sus
ingresos (p.96). Después de Keynes, La Roche, Charles ha estudiado, en el marco
del Studiengruppe für theoretische National ökonomie, “Die empirischen Konsum
und Sparfuntionen und ihre Bedeutung für die Konjukturpolitik (manuscrito
fechado en 7/10/47) el tema y ha aportado sobre la cuestión nuevos datos.
(41) Lütolf Frank “Die Théorie der monetären Kreislaufsphären”, en “Schriften des
Schweiz. Wirtschaftarchivs”, Volumen 6. Berna, 1952 p.118
(42) No hay que olvidar que el mecanismo de la crisis descrito por Keynes no actúa
más que en caso de pleno empleo y la parte ahorrada se transforma en una masa
monetaria inactiva, es decir, en “saldos bancarios estériles”.
(43) Marbach, Fritz, “Wollbeschäftigung der andere Weg”, Berna, 1953, atribuye con
acierto una importancia particular a este hecho.
(44) Cf. Jöhr, Walter Aldolf “Die Konjunktur Schwankungen”, en Theoretische
Grundlagen der Wirtschaftspolitik” vol. II. Tübingen y Zúrich, 1942. El autor atribuye
un papel capital en la interpretación de la coyuntura a los factores psicológicos como,
por ejemplo, la incertidumbre con respecto al porvenir, el estado de espíritu, las
previsiones erróneas, la psicología de masas
(45) Marbach, Fritz, obra citada p.37 y siguientes.
(46) Jörh Walter Adolf. “Die Nachkriegsdeflation” St. Gallen, 1945
(47) Cf. Kenes, John Maynard, obr. cit.: “Consumtion to repeat the obvious – is the
sole end and object of all econonmic activity” (El consumo - digamos lo evidente - es el
único objeto y fin de la actividad económica” (p.104)
(47a) Cf. Erhard, Ludwig: “Der Verbrauch als Volkswirtschafliches Fhänomen”,
publicado en “Jahrbuch für Fremdenverkehr”, órgano del Deutsches
Wirtschafswisenschaftliches Institut an der Universität München”, año 1º, cuaderno nº I,
semestre de invierno 1952/53.
(48) Waite Warren C. and Cassaldy Ralph “The consumer and the Economic Order”
N.Y., Toronto, Londres, 1949, p.143.
(49) Conf. Behrens und Kalliefe “Vorschläge zur Stärkung der Martposition des
Verbrauchers”, editado por la Hamburgisches Welt – Wirtschafts – Archiv,
cuaderno II, noviembre, 1952
94
(50) Conf. P. 9 y ss.
(51) Para la formación del concepto y la naturaleza del turismo ver:
- Hunziker, W. y Krapf, K.: “Grundriss der Allgemeinen Fremderverkehrslehre”,
Zúrich, 1942
- Hunziker, W.: “System and Hauptprobleme einer wissenchaflichen Fremden
verkehrslehre”, St. Gallen, 1943, nº 5 de las publicaciones del “Seminar für
Fremdenverkher an der Handels-Hochschule St. Gallen”.
- Krapf, K. “Quelques précisions sur la notion du tourisme ». Revue de Tourisme, nº
2, abril/junio 1948
(52) Para más detalle, ver mi contribución “Von der Empirie zur Theorie des
Fremdenverkehrs, aparecida en Jahrbuch für Fremdenverkehr”
(53) Ogilvie, F.W. en “The Tourist Movement”, Londres 1933, cita a un eminente
mercantilista, Thomas Mun, a propósito de la influencia de los viajes sobre la balanza
de pagos: “El olfato de este autor le llevó a decir en su obra England´s Treasure by
Foreing Trade a decir: “There are yet some other petty things which seem to have
reference to this ballance of which the said officers of his Majesties Customs can take
no notice, to bring them into accompt: as namely, the expenses of travailers” (Existen
ahora cosas pequeñas que parecen influir en el balance, de las que dicen los oficiales de
la Aduana Real que no tienen datos para tenerlas en cuenta: a saber, los gastos de los
viajeros)
(54) Sobre las relaciones comerciales extremadamente diversificadas de Suiza en esta
época, consultar el estudio de Honegger Hans, “Eidgenössische Hanselsförderung um
1500”, Zúrich, 1944.
(55) Cf. en particular el estudio de Seiler, Franz, “Die Bedeutung der Tourismus für die
schweizerische Volkswirtschaft”, nº 11 de las publicaciones del Schweizerische
Fremdenverskehrsverband, Zúrich, 1939. También: Fontanellaz, Rudolf, “Die Stellung
des Fremdenverkehrs in der Aussenwirtschaft unter besonderer Berücksichtigung der
Schweiz”, fascículo nº 21, del “Schwezerische Beiträge zur Verkehrswisenschaft, Berna
1947.
Kunz, Beat “Die Bedeutung des Auslandfremdenverkehrs für die Schweizerische
Volkswitschaft, fascículo nº 23 del Schwezerische Beiträge für Verkehrswisenschaf,
Berna, 1947.
(56) Gölden, Hubert “Shucturwandlungen der schweizerischen Fremdenverkehrs”.
Zúrich, 1939
(57) Gurtner, Hermann “Die wirtschaftliche Bedeutung der schweizerischen
Hotelgewerbes”, Bâle, 1939, también sus publicaciones anteriores
(58) Koller, Albert- “Entwicklung und Umfang der Fremderverkehrs in der Schveiz”,
aparecido en “Zeitschrift für Schweizerisch Statistik und Volkswirtschaft, fasc.1, 1941
(59) Troisi, Michele “La Rendita Turística” . Bari, 1940
(60) “Poiché il turismo dà luogo ad un’attività producttiva, che si concreta in una
complessa offerta di beni e servigi, la rendita... rientra, pur nella variettà dei suoi
atteggiamenti nella unica categoria del beneficio del produttore” (“Puesto que el turismo
da lugar a una actividad productiva que se concreta en una oferta compleja de bienes y
servicios, la renta … se convierte, por la diversidad de su actuación, en la única
categoría del beneficio del productor (p.56)
(61) Röpke, Wilhelm, “Probleme der Nachriegswirtschaft unter bensonderer
Berücksichtigung von Verkehr und Tourismus”, fasc. 4, Schriftenreihe des Seminars für
Fremdenverkehr an der Handel-Hochschule St.Gallen., 1943
95
(62) Cf. La encuesta sobre la consumición de pan, citada por Vershofen (obra citada) y
extraída del “Erhebungen von Wirtschaftsrechnungen im Deutschen Reich im Jahre
1927/28”.
(63) Cerny, B.V. “Das Volksvermögen, das Volkseinkomen und der Fremdenverkehr,
en Weltwirtschaftliches Archiv”, Kiel, cuaderno nº 2, 1942.
(64) Stradner, Josef “Der Fremdenverkehr. Eine Volkswirtschaftliche Studie”. 2ª edic.
Graz, 1917, p. 9.
(65) Cf. Hunziker y Krapf: obra citada, p. 8.
(66) Morgenroth W., artículo “Der Fremdenverkehr”, en: Handwörterbuch der
Staatswissenschaften , 4ª edic.
(67) Cf. Hunziker y Krapf, obra citada.
(68) Norval A. J.: The Tourist Industry, Londres, 1936
(69) Günther, Adolf “Gründsätzliches über Fremderverkehr und Kojunkturforschung”.,
en “Beitäge zur Kojunturlehre”, Fertschrift zum zehnjärigen Bestehen des Instituts für
Konjunkturforshung”. Hambourg, 1936.
(70) Koller, Albert: obra citada.
(71) Cf. Krapf, K. “Der Fremdenverkher als Erkenntnisgegenstand und statitische
Masse”, en: “Festgabe für Dr. Hans Schorer. Berna, 1947.
(72) La prueba la ha facilitado Frey, Fritz, en su estudio “Die Wirtschaften
Verhältnisse am Fremdenort”. Tesis. Berna, 1953.
(73) Cf. Krapf, K.: “Die ökonomische Eigenart der Fremdemverkehrs”,
Schweizerisches Archiv für Verkehrswissenschaft und Verkehrspolitik”, nº1, 1952.
(74) Hunziker - Krapf, obra citada p. 17
(75)Ehrensperger, Fritz. “Probleme und Aufgaben der sweizerischen Fremdenverkehrs
politik”, en “Festgabe für Ernst Scherz”, Zurich, 1937. El autor considera “los gastos
que exceden del tren de vida normal” como un elemento constitutivo del turismo en
general. Pero hay que señalar ciertas formas de vacaciones, como el camping, que
tienen por objeto una vuelta voluntaria (temporal) a un modo de vida más primitivo y
que representan, sin ninguna duda para los “titulares de altas rentas” una economía con
relación a su “tren de vida habitual”.
(76) Cf. Ogilvie, F.W. ob. cit. p. 32
(77) Gölden, Hubert “Die Entwicklung der Nachpage un Fremdenverdehr” en
Schwizwrische Zeitschrft für Statitik und Volkswirtschaft” cuad. I, 1940.
(78) Obra citada p. 87
(79) Jung C.G. “Psyckoligische Betrachtungen”. Zurich, 1945, p.18
(80) Kyrk Hazel, ob. cit. p. 195.
(81) Cf. Oppenheimer, Frank. “System der Sociologie”. Tomo I “Allgemerne
psychology”. Londres 1908
(82) Obra citada p. 25
(83) Cf. Eatsman Charles, Alexander “Die Seele des Indians”. Insel Verlag, Leipzig,
1938.
(84) Cf. Kriss Rudolf “Wallfahrtsorte Europas”. Munich, 1950.
(85)”Las necesidades modernas en materia de vacaciones, de viajes y de deporte tienen
su origen en la necesidad de evadirse temporalmente de la ciudad en la que se ejerce una
vida profesional marcada por la especialización técnica muy tensa y alejada de la
naturaleza para volver durante algún tiempo a una vida más conforme con la naturaleza
y con la historia, con el fin de recuperar de nuevo las fuerzas”. Peter Meyer “Zur
Architektur des Hotels” en “Neue Zürcher Zeitung”, 15 febrero1946, nº 264.
96
(86) V. Neergard, K. “Der medizinische Ausbau der Schweizer Kurorte”, en
Schriftenreihe zur Frage der Arbaitsbeschaffung, volkswirtschaftliche Reiche”,nº 5,
Zurich, 1943.
(87) Cf. Sprochev, A. “Die volkswirtschafliche Bedeutug der Heilbäder und ihre
Stellung im schweizerischen Fremdenverkehr” Tesis, Berna, 1948.
(88) Meyer-Ahrens, Conrad, “Die Heilguellen und Kurorte der Schweiz”, Zurich, 1860.
(89) La palabra primitivo no reviste más que un sentido relativo. Al decir de algunos
existen todavía curanderos y brujos en América Central. Aldous Huxley en: “Begond
the Merogue Bay”, Londres 1939, relata que en la aislada villa de Momotenago en
Guatemala, “ejercen” todavía más de 300 curanderos y brujos, y que cada familia india
de un nivel de vida elevado mantiene a un brujo de familia, “que se comporta como
director espiritual y como médico” (p. 190).
(93) Cf. p. 11 y siguientes.
(95) Ob. cit. p. 84.
(90) Patten Simon N. “ The theory of dinamic Economics”. Philadelphia, 1892.
(91) Patten Simon N. obra citada p. 38.
(92) Obra citada p. 39.
(96) Cf. el profundo estudio de Hunziker, W. “Le tourisme social- caracteres et
problems”. Publicación de la Comisión Científica de Alliance Internationale de
Tourisme. Tomo I, Berna, 1951.
(98) Para más detalle cf. Raners, Friednuch, “Kulturgeschichte der gastätte”. Berlín,
1942.
(99) Cf. Le Bon, Gustare: “Psycoholigie der fonly” 38º edi. París, 1934.
(100) Reiwald, Pauf: “Vom Geist der Massen”, Handbuch der Massenpsycohologie.
Zurich, 1946, p. 27.
(101) Obra citada p. 28.
(102) Roth Peter “Die Intnvention der bundes anf gem Gebret der
Fremdenverkehrswromg, cuad. 17 de “
(103) Bishop, F.P. The Economics of Advertising. Londres 1946, p. 18.
(104) La ausencia de publicidad comercial salta a los ojos del turista que visita países
sometidos a un régimen totalitario y un economía planificada.
(105) Cf. Pab. Eugen. “Die Fremdenverkehrswerbung. Ihre Gestalting und ihre
Urheber”. Tesis. Berna 1944 (manuscrito).
(106) No se encuentra mejor definición de la misión de la publicidad de los Sindicats
s´initiative que la que figura en les estatutos que datan de 1903 del sindicat de LENK.
La tarea principal del sindicat se formula como sigue “Hace conocer de manera
apropiada las ventajas y las bellezas de LENK y atraer toda suerte de visitantes” En
cuanto a la misión de información de la publicidad se expresa de nuevo en el programa
de actividades del sindicato “Descripción de las bellezas naturales por la letra y por la
imagen (anuarios, guías)”
(107) Ver pag. 11 y siguientes.
(109) Barnes, H.E. y Ruedi, O.M. “The American way of life”. Nueva York, 1945, p.
254.
(110) Duesenberry, James S. “Income saving and the Theory of Consumer Behavier”.
Harvard emversy Press, 1949.
(111) Cf. p. 15 y más especialmente la nota 40.
(112) Cf. por ejemplo Smiles, Samuel: “Die Sparsamkeit”. Leipzig 1876: “Se ve en las
calles en los parques, en las iglesias. La prodigalidad de los vestidos no es más que un
síntoma de esta calamidad”.
97
(113) Smiles cita la obra de un eclesiástico del sur de Inglaterra. Después de expresar
su alegría por el aumento de los salarios de los obreros agrícolas plantea “que
actualmente la única consecuencia que constata es que la gente consume mucha más
cerveza”.
(114) Obra citada p. 45.
(115) Cf. p. 26 y siguientes.
(a) Al coste de los factores.
(116) La obra de Kipfer, A.: “Der Trend im schweizerischen Fremdenverkehr”. Tesis.
Berna, 1953 (manuscrito) tiene un interés muy especial en este sentido.
(117):Sombart, W. “Das Wirtschaftsleben und Zeitalter des Hochkapitalismus” Obr. cit.
Primer volumen, p.173 y siguientes.
(117a): “Statistiches Jahrbuch der Schweiz 1951” Cf. también Amstutz Max, D.: Der
passive Fremdenverkehr unter besonderer Berücksichtigung der Schweiz”
(118) National Income and Expenditive of the United Kingdon 1946 to 1950. Londres
1951.
(119) La noción y la definición de clases medias han sido estudiadas de manera
exhaustiva por Marbach Fritz en su obra “Theorie des Mittelstandes”, Berna, 1942. Es
difícil delimitar exactamente esta categoría social. Se trata, sobretodo, de los niveles
más altos de los titulares de renta de esta clase las que se tienen en cuenta para nuestro
estudio, es decir, de hecho, los profesionales, las empresas, los industriales y
comerciales medios, una parte de los comerciantes detallistas y, entre las clases medias
asalariadas, los cuadros superiores de funcionarios y empleados.
(120) Conf. p. 29.
(121) Un detalle revelador a este respecto es la utilización creciente, en los
ferrocarriles, de la clase modesta (coches con asientos de madera, los antiguos vagones
de 3ª clase) mientras que las clases 1ª y 2ª quedan desocupadas (coches con asientos
almohadillados). Véase a este respecto Eherensperger Fritz “Die
Umtersuchungstendenzen in Fremdenverkher” publicado en “Festgabe fur Bundesrat
Schulthess”, Zurich, 1938. La participación de las clases 1ª y 2ª en los ingresos por
tráfico de pasajeros de la red ferroviaria federal ha pasado de 23.4 en 1921 a 28.9% en
1923 y de 32.3% a 34.8% entre 1924 y 1929. Durante los años 1930/31 ha descendido a
29.3 y más tarde a 23.5%. A partir de 1932 ha bajado al 17.1 - 17.9% para aumentar en
1936 a 18.1 y en 1937 a 21.5%. En 1938 ha vuelto a descender a 19.3%. (Cf. “50 Jahre
Rhätische Bahn, Festsehrrft 1889-1939)
(122) Cf. a este respecto Weber, Marx, Erholung und Einkommen” en “Erholung und
Arbeitskraft” fascículo 7, de la Schriftenreihe des Seminars für Fremdenverkehr an der
Handelshochschule St. Gallen”.
(123) Publicado en “Die Volkswirtschaft”, Berna.
(125) Este descubrimiento, que está evidentemente contenido en la Ley de Engel (cf.
p.13), fue aplicado por primera vez al turismo por Hunziker-Krapf en Allgemeine
Fremdenverkehrslehre, ob. cit. p. 218.
(126) Publicado en “Die Volkswirtschaft”.
(127) Cf. Walter, A. “Die festen Kosten, der Feind des Hotelunternehmens” aparecido
en “Gegenwarts- und Zukunftsprobleme des schweizerischen Fremdenverkehrs”.
Festgabe für H. Seiler” Zurich 1946. Y del mismo autor: Einführung in die
Wirtschaftslehre der Unternehmung”. tomo I. “Der Betriebe”. Zurich, 1947, p. 276 y
siguientes.
(128)Cf. Felix, K. “Preisabreden in schweizerischen Hotelgewerbe. Ein Beitrag zur
Erforschung der Kartelle”. Tesis. Zurich, 1934.
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(129) Cf. Hunziker - Krapf, ob. cit. p. 247 y ss. en lo que se refiere en especial a la
hotelería: Hunziker Walter, artículo “Hotel und Gastättengewerbe” en la
Handwörterbuch der Socialwissenschaften”. “Göttingen 1952. Guye, R.
Preistheoretische Betrachtungen zum schweizerischen Hotelproblem”. Tesis. Berna
1952
(130) Niehans, Jürg: Augleichsgesetz der amerikanischen Zahlungsbilanz. Berna, 1951.
(133) Extracto de “Statitische Jahrfuch der Schweitz”, 1945.
(134) Cf. Henirroch von Stackelberg”. “Grundlagen der theoretischen
Volkswirtschaftslehre”. Berna, 1948, p. 112.
(135) Tomamos estos datos del estudio “The impact of the War on Civilian
Consumption”, en t”Te Economist” del 3 noviembre de 1945.
(136) Cf. p. 88.
(137) Cf. p. 28.
(.) En francés en el original alemán.
(138) Fallet, Eduard M. “Die Strukturwandelung del Personenverkehrs”, en
Schweizerisches Archiv für Verkehrswissenschaft und Verkehrspolitik”, 2º año, número
2, 1947.
(139) Cf. Weber.Lottr “Die Frequenzschwankungen un schweizerischen
Fremdenverkehr, dargestellt am Beispiel der Sommer- und Winter-saison 1939-1945,
von Grindelwald (manuscrito)
(140) Entre las empresas más sensibles a las condiciones meteorológicas tenemos las
Compañías de Navegación suizas dedicadas sobre todo al transporte de excursionistas y
de vacacionistas. Las del Lago de Neuchatel y las del Lago de Morat, por ejemplo,
facturan unos 10.000 F.S. un domingo de buen tiempo, pero no llegan más que a 800-
1.000 F.S. un domingo lluvioso.
(141) “Le spese di consumo in Italia”, en el “Bolletino del Servisio de Studi
Economici”, Cá Foscari. Venezia, nº 1, 1951.
(142) Ver el ejemplo de la p. 63.
(143) Documentación del Touring Club de Suiza.
(144) Cf. “Wirtschafhiche Rundschau”. Berna, nº 61. 1949.
(145)Cf. Warner W. Lloyd y Lunt Paul S. “The social life of a modern Community”,
Yankee City Series, Volumen primero, New Haven, 1941. El primero de la serie de
volúmenes dedicados a la misma comunidad ilustra el nivel elevado de la investigación
americana en materia de fenomenología social. La investigación se basa en la “field
research”, es decir, en un procedimiento empírico y hace un amplio uso del método del
“interview”, es decir, del cuestionario personal.
(146) Cf. Haas John H. Tourism in USA en Zeitscherift für Fremdenverkehr. Berna,
nº1, 1947.
(147) “Strukturwandlungen des schwizerischen Fremderverkehrs”, obra citada.
(149)“The structure of an institution consists of patterns of thought and action”. Cf.
Dixon R.A. ”Economic institutions and Cultural Change”. New York, 1941, p. 473
(150) Brunner, Elisabeth. “Holiday Making and the Holiday Trades”. Londres, 1945.
(151) Cf. “Camera di Commercio, Industria e Agricultura”. Génova. “Atti ufficiali del
Primo Congresso per il Turismo dei Lavorati, Nervi 8-11 Julio, 1950, p.76 y ss.
(152) Goethe Briefen aus der Schweiz. Edition Holbein. Basilea, 1941.
(153) Cf. Volmar Augusta. “Die Schweiz in Spiegal ansländischer Gäster”. Berna,
1945.
(154)En lo que sigue el autor reproduce parcialmente el artículo “Der Wintersport in der
Schweiz”, aparecido en “Schweizerische Wirtezeitung” del 7 de dic. de 1946, nº 49.
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(155) Sobre el criterio de estos sondeos, ver Yates Frank: “Methodes de sondages pour
recensements et enquêts ». París 1951. Piatier, A. : « Una enquête de la l´A.I.T. sur les
dépenses des touristes étrangers en France ». Publication de la Commisson
Scientifique. de l´Alliance Internationale de Tourisme. Tomo 2. Berna, 1953.
(156) Cf. « Les Vacances des Francais en 1951 » en “Estudes et Conjoncture”
Ecónomie Française, juillet-aout, 1952.
(157) “Holidays in 1951. Results of the British Travel and Holidays”. Association
Survey.
(158) American Survey. Vacations, 1946, en “The Economist”, 10 de agosto de 1946.
(159) Artículo citado
(160) Britschgi, J. Der Emifenss des Strassenverkehrs auf den Tourismus”, en
“Schweizer Hotel-Revue”, nº 11, 1953.
(161) Cf. Krapf, Kurt : « Kurzer Abrais der Geschichte des Fremdenverkehrs »,
aparecido en « Beiträge zur Fremdenverkehrslehre und Fremdenverkehrsgechichte »,
fascículo nº 15 des Publikationen des Schweirischen Fremdenverkehrsverbandes »,
Berna, 1941, p. 77
(162) The Crowell-Collier Publising Company. Research Deportmen: The American
Magazine´s Travelogue New York 1951. Se trata de una editorial que hace este estudio
para servir en primer lugar a sus propias actividades comerciales.
(163) D´Avenel Georges: “Le nivellement des jouissances”, París, 1919.
(164) Siegfried, André: “Tourisme”, en Le Figaró, 9 de septiembre de 1947.
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Bibliografía actualizada (1965) sobre la consumición turística
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A. Piatier Une enquête de l’ A.I.T. sur les dénses des touristes étrangers
En Franc. A.I.T. Tomo 2, Berna, 1953
A. Piatier Sondages et Enquêtes au service du tourisme.
Institut International de recherches Touristiques. Génova, 1956
H. Sauermann Konsumfunktion und Konsumverhalten im Torismus
In “Frendemverkehr in Theorie und Praxis”. Festchrift für
W. Hunziker. Berna. P. 154 - 175
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