Un cirujano de vanguardia Alberto Salinas Karpel Samuel Akinin Levy *
Ahora que estamos conociendo a los Valores de nuestra
comunidad, afortunadamente, nos damos cuenta, que son muchos y muy variados, tenemos: profesionales, industriales, jubilados, amas de casa, estudiantes y muchos más. Para la entrevista de este personaje, he investigado a varios de sus pacientes, aquellos que hace muy poco tiempo eran llamados gordos y que ahora nos deslumbran cual modelos profesionales. Del conjunto de esas entrevistas llegué a una conclusión; los que se prestaron a someterse al quirófano mediante las distintas operaciones, han cambiado; en su forma de ser, su estilo de alimentación, su manera de vestir, su seguridad y hasta en su forma de pensar. El vivir en nuestra sociedad moderna siendo un obeso, es una experiencia que además de dolorosa y traumatizante es muy sui generis, ya que el que no ha sido gordo, no podrá entender jamás la sensación de rechazo, de fobia, si se quiere, que se percibe del resto de las personas. Cuando se es gordo por lo visto lo único que los demás ven en ti, es eso, es como obnubilante, al resto de los mortales no les interesa si eres inteligente, sensible, preparado, buen amigo, buen profesional o buen padre, sólo ven, un obeso. Por lo que logré entender, no sé si Alberto alguna vez comprenderá en toda su enorme dimensión lo que significa para un obeso, desahuciado por su gordura y el mundo, convertirse, en un ser humano completo, seguro de si mismo y útil en grado máximo a esa misma sociedad que lo rechazó por tanto tiempo, por no saber entenderlo y no querer ver más allá, que a ése, su montón de kilos de más. La lucha contra la obesidad, es una pelea que muy pocos logran ganar por razones bastante conocidas por los interesados en el tema. Afortunadamente para muchos de los gordos, debo de informarles, que la casualidad, puso en las manos de nuestro personaje la técnica, pero la destreza, el conocimiento y la capacidad son armas que siempre han sido propias, de él. El siguiente artículo, me fue solicitado por ese contingente de buenos amigos de Alberto, esos ex-obesos, que desean compartir con toda nuestra comunidad la alegría que sienten por ser ahora como son y no como eran. Para muchos de ellos, Alberto es algo más que un médico, o entrando mejor en detalles, que un cirujano, es la llave que logró abrir las puertas de par en par a muchos sueños imposibles. Pero, toda historia tiene un comienzo y ésta en especial, es de película así que se la iremos contando. Comenzaremos con su mamá, ella se llama; Lea Karpel, nació en Rumania. Cuando tenía 16 años, su familia le había hecho Shidej con alguien que no era de su agrado, en su rebeldía, se escapó hacia Cuba en donde tenía unos primos y ahí permaneció hasta que se casó con el padre de Alberto; Habib Salinas Cohen, quien a su vez había nacido en un pueblito muy pintoresco de Turquía llamado Kirclice, traducido al castellano es cuarenta iglesias. Debido a los muchos problemas durante la guerra en Turquía, la familia de Habib, logra enviarlo a la América, desembarca en Cuba cuando tenía escasos trece años y en una historia paralela vive y trabaja en la pequeña tienda que tenían sus tíos Marcos y Victoria de Salinas. Al llegar a la edad de casamiento, Habib conoce a Lea y se enamoran, primer logro, primer problema, primer reto conjunto. A una askenazi en ésa época no se le permitía, ni en broma mezclarse con un turco, ni viceversa. Pero, como al final nos enteramos, estos dos jóvenes, se casaron contra viento y marea. Los Salinas, tienen en Cuba a sus dos primeros hijos; Mario Moisés y Roberto Salinas Karpel. Luego cuando la situación económica empeora y las posibilidades se agotan deciden mudarse a Venezuela, específicamente a Caracas en donde nace Alberto. Pero este momento debemos de aprovecharlo ya que estamos hablando de valores y nos encontramos con que Mario su hermano mayor, es indiscutiblemente uno de ellos. El es el mayor de los tres hermanos, es un profesional en el cual el Estado, ha puesto como encargado de casi todos los seguros de los bienes de las petroleras, él es ingeniero químico, además con PHD en economía. Sabemos, que por su capacidad, la Mobil lo becó y estudió en los Estados Unidos en Lousiana State University, en su primera carrera se graduó en el año de 1.966, Cum Laude y luego terminó también en los Estados Unidos, su PHD en economía Suma Cum Laude. Roberto, es ingeniero Mecánico y de Alberto, les iremos contando. Nace el día cinco de septiembre de 1.951, en el Centro Médico de Caracas. Estudia primaria en el colegio Moral y Luces Herzel Bialik pero, luego por problemas entre adultos, en una discusión de su padre con el director, éste, retira a sus tres hijos del colegio. A los dos mayores los inscribe en el liceo Andrés Bello y ahí es donde terminan su bachillerato. En el caso de Alberto; inmediatamente, lo inscribieron en una escuelita pública, donde su permanencia fue de escasos dos meses, durante ese corto tiempo se graduó como boxeador, cada mañana consuetudinariamente, sus compañeros de clases, le buscaban pelea con o sin motivos. Cuando el padre tomó conciencia de que Alberto no poseía fibra de boxeador, lo retornó al Moral y Luces. Aquellos años del colegio, los compartió con Tzvi Kronvlith, Jacobo Schwed, Oscar Cohen, Morris Tawil, Carlos Simon, Regina Weitzman y Elisa Silverberg entre otros. Durante su juventud, descubrimos en él, una faceta olvidada, era un dirigente juvenil ya en el año de 1.973 fue presidente de la federación Sionista Latinoamericana y de ahí, pasó en el año 74 a vicepresidente de la Unión Mundial de Estudiantes Judíos. Representando a Venezuela, viajó a Bucarest al congreso mundial de estudios sobre problemas de superpoblación mundial, en ese viaje acompañó a su entonces presidente, Ignacio Klich radicado en la Argentina. Durante esa etapa casi desconocida, llegó a ser un miembro no gubernamental de las Naciones Unidas. Sus gastos de viáticos y demás, eran pagados por la ONU. Fue una época de su vida que de alguna manera no reflejaba su verdadera situación económica, era algo extraño, estar un fin de semana viviendo a cuerpo de rey; en Bucarest, Amsterdam, París, o Buenos Aires, a donde debía de ir más a menudo por estar ahí ubicada la sede de la Federación Universitaria Sionista Latino Americana (FUSLA) y luego durante la semana a su regreso, de nuevo en Caracas, con muchos recuerdos, pero casi sin dinero. Las experiencias de Alberto en esos momentos, podrían abarcar un espacio inmenso, sería una lástima que se pierdan, les recomiendo a sus amigos, que traten de conocerlas, bien vale la pena. Me encuentro frente a él, sentado en su consultorio, comienzo a indagar, ¿qué lo motivó a escoger su profesión?, en un comienzo no encontramos una razón específica, luego, hicimos una especie de regresión y descubrimos que en el caso de Alberto éstas pudieron haber sido las causas; una el primer libro que recuerda haber leído y disfrutado; La Ciudadela, de A.J. Cronin, indiscutiblemente, reconoce que fue tan impactante que lo leyó más de una vez. Trata sobre la saga de un médico, en un medio rural, destaca su capacidad, hace alarde de su dedicación y demuestra todo el amor que le tenía a su profesión. En el momento y en la forma que lo leyó. hizo que para Alberto éste, fuera un ejemplo a seguir, luego en el libro de Rómulo Gallegos; La Trepadora, se inspiró en Victoria Guanipa uno de sus personajes, que era capaz de lograr alcanzar todos sus objetivos y completó este deseo, el de haber oído de su madre cuán interesada estaba en que su hijo mayor fuera médico. Alberto trabajó en su época de estudiante; durante sus primeros tres años en la universidad, como mensajero de la Embajada de Israel. Para ese entonces, sus padres tenían ciertas dificultades económicas y de esa manera él se pudo pagar sus gastos. Luego se dedicó a dar clases particulares. Hay una persona a la cual Alberto le guarda un especial respeto a su memoria, se trata de la profesora de biología Viodelda Lepori, quien se ocupaba de enviarle a los alumnos con dificultades para que Alberto los preparara, ésto, ayudó a mejorar la economía de nuestro personaje. Se inscribe en la escuela de medicina de la UCV J. M. Vargas al igual que otros siete de sus compañeros, pero sólo cuatro de ellos logran terminar; Miguel Edelstein, Rafael Cohen, Carlos Simon y Alberto. Ese, fue el último año que en esa universidad, se hizo un examen de admisión a los estudiantes. Nos recuerda que en su época de estudiante había quedado fascinado en cuanto llegó a conocer el funcionamiento del cuerpo humano, que desde el primer momento sintió a la medicina como algo propio y al graduarse de médico, nos confiesa que él sabía que su futuro estaba en la cirugía. He tenido la oportunidad de oír de boca de Alberto, que se siente con mucha suerte, por ganarse la vida haciendo las cosas que más le gustan. Cuando lo obligué a filosofar, nos dijo que la universidad da a los estudiantes, la capacidad para poder pensar, leer, estudiar y si se toma ese recurso adecuadamente, nos dice que sí, se puede aprender de verdad. En el año de 1.975 se graduó de médico en la escuela de medicina del hospital Vargas. Hizo un año de pasantía rural en un pequeño pueblo llamado San Casimiro, donde aprendió a vivir integrado a esa comunidad. Realizó su internado rotatorio en el Hospital General del Oeste Los Magallanes de Catia, donde pasó siete años de práctica y aprendizaje. Tomó su postgrado como médico residente de cirugía del Dr. Aaron Toledano Mamán, a quien considera como un segundo padre. Muy orgulloso, nos dice que él fue su maestro en la ética médica, que él le tuvo plena confianza y le dio la oportunidad de hacer las cosas. No quiero aburrirlos enumerando cada uno de los pasos de su curriculum personal, pero en verdad sabemos que es un cirujano famoso y que su fama la ha logrado en base a sacrificios, a estudios y a muchísima dedicación. Alberto al graduarse, comenzó ejercer medicina privada e hizo sus primeras operaciones en Venezuela, luego en el año de 1.981 se casó con Camila Botbol Bensabat, hija de nuestros amigos; Joseph y Sol de Botbol quienes cual padres verdaderos se encargaron de aconsejarlo y estimularlo. Recién casado en ese entonces, nació en Alberto el deseo de ver hacia el futuro, el de mejorarse, de aprender las técnicas americanas y los avances, pero infortunadamente, carecía de los medios, había solicitado un crédito y no le había sido otorgado. Su compañera, su mejor amiga, su esposa una profesional brillante, ella es ingeniero en sistemas, tenía ahorrado un dinero de su trabajo, sin dudarlo ni un instante, lo aportó, lo convirtieron en veintemil dólares y se fueron a New York a donde lo habían aceptado en calidad de oyente en el hospital Mount Sinaí Médical Center,. Durante los tres primeros meses, se entrena en Fisiologia y Cirugía Digestiva y durante ese tiempo, se tuvo que autofinanciar. Mientras ésto sucedía, Alberto desarrolló en NY un modelo experimental único para producir Pseudoquistes de Páncreas en animales. Su jefe David Dreiling presentó este proyecto en un congreso de especialidades digestivas, y al finalizar, su entusiasmo fue tan grande, que inmediatamente después, le comenzó a pagar 2.500 dólares de sueldo, además; sus seguros y algunos viáticos. Pero como casi siempre ocurre, le comenzaron a dar los paraguas cuando ya no había lluvia. Para esa misma fecha, le salió aprobado su crédito en Educrédito, el cual se siente muy orgulloso de haberlo cancelado y además, del hospital de los Magallanes, le comenzaron a pagar su sueldo como permiso remunerado. Todo ésto le permitió atender a sus estudios con toda la dedicación. En agosto de 1.983 en la ciudad de NY, nació su primer hijo. Para ese entonces, Alberto había realizado: tres trabajos publicados en revistas americanas además de tres trabajos presentados. Dos años enteros pasaron los tres en la ciudad de los rascacielos, se les presentó la oportunidad de quedarse, pero por temor, en cuanto a la futura educación de sus muchachos, optó por regresar. A su llegada a Caracas, Alberto, alquila un consultorio al Dr. Zaidman en la Clínica Esmeralda, nos cuenta que el año y medio que pasó al lado del Dr. Isidoro, fue medio preocupante, nos confiesa que durante todo ese tiempo, jamás le remitió a uno de sus pacientes, pero a su vez nos aclara que pasado ese tiempo y ya mudado al Hospital de Clínicas Caracas, el Dr. Zaidman, comenzó a tener fe en el y en justicia Alberto nos dice que su ayuda, fue uno de los mejores espaldarazos que pudo haber recibido. “Considero mi mejor logro, cuando un médico de tan alto prestigio como el del Dr. Isidoro Zaidman, me comenzó a referir a sus pacientes”. De su ingreso al HCC. tiene cuentos increíbles, en un momento determinado, por tercera vez consecutiva, le habían rechazado su solicitud de ingreso al hospital. Fue la época de mayor depresión en la vida de este médico, cuyos supuestos sueños quería realizar y cada vez, los veía más lejanos. Pero no desmayó, contra todo pronóstico, se volvió a presentar, apoyado en su curriculum y afortunadamente para él, la directiva lo aceptó. Luego de esto, Alberto, durante 6 años, fue instructor de la cátedra de cirugía de la escuela Luís Razetti y durante diez años ha sido coordinador de postgrado de cirugía del Hospital de los Magallanes de Catia adscrito a la Universidad Central de Venezuela. Ha realizado 14 trabajos en revistas americanas y ha presentado 24 trabajos en congresos americanas e internacionales. Un obeso, amigo de Alberto llamado; Yehuda Getzel, había sido intervenido quirúrgicamente para reducirle su estómago en el hospital de la universidad de Ber Sheva en Israel. En muy pocos meses, el paciente había logrado perder más de 100 kilos. La operación había sido todo un éxito. El cirujano fue el Dr. Ilan Charuzi, éste, en esa oportunidad había venido a conocer Venezuela invitado por su paciente. Le fue presentado a Alberto y juntos estaban compartiendo unos días de esparcimiento en el club Puerto Azul, cuando Alberto recibió una llamada de emergencia, había un paciente en los Magallanes de Catia, que había que operar de várices esofágicas sangrantes. Charuzi, como buen cirujano, aprovechó la oportunidad de asistir y verlo trabajar. Durante esas pocas horas, hubo una compenetración entre ambos médicos, compartieron sus técnicas y terminada la operación Charuzi, le manifestó que consideraba que Alberto estaba preparado para efectuar en Venezuela la misma operación que él realizaba en Israel, así comenzó su entrenamiento y como al comienzo dijimos, esa emergencia de ese momento, fue la casualidad que puso a su alcance esos conocimientos. Pero sería injusto, el pensar que como cirujano es lo único que hace. Lo referente a la obesidad, ocupa hoy por hoy, menos de un cincuenta por ciento de sus casos de cirugía. Se ocupa mayormente de cirugía digestiva, técnicas esofágicas, vías biliares, lamparoscopia, cirugía gastroduodonal y colo-rectal. Para poder tener una idea de su trabajo, a nivel informativo, les diré, que durante el año de 1.993, Alberto realizo 363 operaciones, cifra que comparándola con sus metas trazadas apenas hace unos años, de realizar cincuenta y dos operaciones al año o lo que es lo mismo; una operación cada semana, rebasa todos sus cálculos. Nos deja sorprendido cuando nos dice que en un mes operó a 52 pacientes, pero a su vez, cuando le pregunto cual fue el paciente que tuvo más peso para el momento de la operación, me informa que en el caso de los hombres, se trató de un médico maracucho, que cundo lo operó pesaba 281 kilos y en el caso de las mujeres, ésta pesaba 200 kilos. Esto es algo que en nuestro país, supongo, debe de haber roto varios récords en cuanto a peso y a operaciones realizadas en tan poco tiempo por un mismo médico. Pero Alberto además de buen cirujano, es un buen padre. Acompañado con Camila, están formando un hogar judío, basado en nuestros principios, tienen tres hijos; Harry de diez años, nacido en los Estados Unidos y los otros, nacidos en Caracas; José de siete años y Sophia con dos años y medio. Ambos han logrado adornar su hogar con la presencia y el amor de sus abuelos. Pero no podemos olvidar que estamos hablando de un joven de apenas cuarenta y dos años, a esa edad, la gran mayoría de los médicos, están empezando a darse a conocer, Alberto tiene fama no sólo en Venezuela, sus pacientes hoy por hoy provienen de partes tan lejanas como España, Italia, Estados Unidos, México y ni que decir de las islas cercanas en nuestro Caribe. Lo meritorio de nuestro personaje es que además de ser un estudioso dedicado por entero a su profesión, podría también decir sin por ello pecar de atrevido, que considero que Alberto es el más osado cirujano que conozco.