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REDACCIÓN
Magdalena Cámpora
Susana Fernández Sachaos
Diego Ribeira
Luis H. Biondini
Luis Ángel Della Giovanna
Raúl Lavalle
nº 5 - 2010
1
ÍNDICE
2
SONETO
1
El autor es español, contemporáneo. Este soneto forma parte de un poemario inédito.
En él cada palabra tiene un gran peso; es quizás una imagen del eterno caminar: del
tener en la mirada el fin, a pesar del polvo levantado y los fragmentos hollados.
3
ÁSPERA MONTAÑA
CARMEN VERLICHAK1
1
Carmen Verlichak es escritora contemporánea. Cultiva con amor y pericia, entre otros
géneros, el apunte de viaje. En este mismo número, en la parte dedicada a notas y
reseñas, hablamos de un libro de ella. [R.L.]
4
ASÍ QUEDÓ LA HISTORIA
CARMEN VERLICHAK
5
EL AMOR POR EL SUELO NATAL EN LOS VERSOS
DE VINCENZO CARDARELLI
1
Ahi serva Italia, di dolore ostello, / nave sanza nocchiere in gran tempesta, / non
donna di provincia, ma bordello! Todas las traducciones de este artículo me
pertenecen.
2
Sono un poeta / un grido unanime / sono un grumo di sogni // Sono un frutto /
d’innumerevoli contrasti d’innesti / maturato in una serra // Ma il tuo popolo è portato
/ dalla stessa terra / che mi porta / Italia // E in questa uniforme / di tuo soldado / mi
riposo / come fosse la culla / di mio padre.
6
Cofundador y director de la mítica revista La Ronda, Vincenzo
Cardarelli fue una de las voces poéticas más altas del Novecento.3 El
escritor fue calificado de neoclásico por los poetas decadentistas y de las
vanguardias –calificación que él mismo discutió y cuyos ecos resuenan
hasta hoy– por el armónico equilibrio de sus composiciones, su
necesidad de superar la forma impresionista para alcanzar un estilo alto y
solemne y un dominio reflexivo de las emociones y de los sentimientos.
En su lírica aparecen módulos expresivos propios de la prosa, al punto
tal que se discute –discusión algo ociosa, según mi parecer– si Cardarelli
fue más prosista que poeta o más poeta que prosista. Su estilo conforma
una estética particular que gira en torno de una dolorosa expresión
existencial: “La vida, dice, es una perpetua espera, una constante
vigilia”. Los temas de sus composiciones, si bien pueden resultar
limitados y tradicionales –el amor, la muerte, la fuga del tiempo, la
memoria, la soledad– son resemantizados por el poeta y transformados
en su pluma en acompasadas imágenes y sensaciones (“Adolescente”,
“Gabbiani”, “Passaggio nocturno”, “Estiva”, “Autumno”, “Ottobre”).
3
Vincenzo Cardarelli, cuyo verdadero nombre era Nazareno Cardarelli, nació en
Tarquinia, Viterbo, en 1887 y murió en Roma en 1959. Transcurrió su infancia y
adolescencia en su pueblo natal, que evoca por medio de la memoria en mucha de sus
composiciones. Amaba la vida, pero al mismo tiempo no cesaba de maldecirla por no
haber sido generosa con él. Mantuvo una tempestuosa relación amorosa con la escritora
Sibilla Alerano, amante a la vez de Giovanni Papini y de Dino Campana. En su poesía
“Passato” dice sobre el amor: Dovevamo saperlo che l’amore / brucia la vita e fa
volare il tempo (“Debemos saber que el amor / quema la vida y hace volar el tiempo”).
Publicó Prologhi (1916), donde reúne prosa y poesía; Viaggi nel tempo (1920) y
Favole e memorie (1925). En 1936 apareció su primera colección de poesías, Poesie,
que fue sucesivamente ampliada en otras ediciones.
En 1928 viajó a Rusia, experiencia que dará a conocer en un nuevo libro Viaggio d’un
poeta in Russia. Durante los años de la Segunda Guerra, el poeta vivió una sentida y
desilusionada soledad, abierta sólo a los recuerdos de la infancia. Concluida la
contienda bélica, publica sus últimos textos: Rimorsi, Lettere non spediti, y un volumen
de memorias, Solitario in Arcadia. Por su libro Villa Tarantola (1948) obtuvo el
Premio Strega. Cardarelli también teorizó sobre el quehacer literario y ejerció la crítica
teatral.
7
propone elevar el dato paisajístico a la categoría de absorta
contemplación, motivo que le valió polemizar con escritores como
Giovanni Pascoli y Gabrielle D’Annunzio.
Regreso a mi pueblo
(después de dos guerras)
4
O memoria spietata, che hai tu fatto / del mio paese? / Un paese di spettri / dove nulla
è mutato fuor che i vivi / che usurpano il posto dei morti. / Qui tutto è fermo, incantato,
/ nel mio ricordo. / Anche il vento. // Quante volte, o paese mio nativo, / in te venni a
cercare / ciò che più m’appartiene e ciò che ho perso. / Quel vento antico, quelle
antiche voci, / e gli odori e le stagioni / d’un tempo, ahimè, vissuto.
8
El yo lírico interroga a la memoria como si ella falseara la
realidad que creía inmutable. Personas extrañas, espectros humanos, se
encuentran en el lugar de los seres vivos que conoció en otros momentos
y que están ligados a sus afectos. El recuerdo ha cristalizado imágenes,
fijándolas en la memoria. Todo está inmovilizado por una especie de
encantamiento, el tiempo feliz de la infancia, las antiguas voces, los
olores y las estaciones, aun aquello que no se detiene jamás como el
viento.
9
BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA Y CONSULTA
10
EL BAR DE SIEMPRE
MARCELO MOTTA1
1
Escritor argentino actual, publicó dos libros de relatos. Le agradecemos nos haya
permitido publicar este cuento, que estará en prensa en un futuro cercano.
11
–Murió.
No dije nada. Callé por un minuto.
–Pobre gallego.
–Sí, pobre...
–Hoy cumplo años.
Me había olvidado de su cumpleaños. Le pedí disculpas.
Pregunté cuántos.
–Pocos. O muchos. Depende...
–... de la situación –me apresuré a decir, no sin esbozar una ligera
sonrisa.
–De la costumbre de acarrearlos.
Tenía razón. Una vez más, tenía razón.
MARCELO MOTTA
12
TRADUCCIÓN DEL PANGE LINGUA DE
VENANCIO FORTUNATO
LUCIANO EMMANUEL PARDO
13
sponte libera Redemptor passioni deditus,
agnus in crucis levatur immolandus stipite.
1
Por ars.
2
Como artificio, astucia.
14
y se nos apareció, habiéndose vestido de carne en un vientre virginal.
Sólo tú, a quien bañó la sagrada sangre derramada por el cuerpo del
Cordero,
fuiste digno de llevar a la Víctima del mundo
y de preparar un puerto, arca para el mundo náufrago.
1
Este tiempo al que se refiere aquí hay que entenderlo en relación con el tiempo
sagrado de la cuarta estrofa. Se refiere al tiempo de Dios y al de los hombres: a la
eternidad y al tiempo, en realidad. El tiempo del cuerpo o de su cuerpo también se
podría haber traducido por el tiempo de su vida mortal.
2
Por viscera. No es literal, pero estamos hablando de un árbol.
15
A fin de ganar en unidad musical y hacer más hincapié en el
significado de la cruz como nuevo árbol para un nuevo Adán, repetí,
estrofa por medio, el último verso: Árbol noble entre los árboles por (...)
inter omnes arbor una nobilis. Recuérdese que lo más cantado de este
himno es la estrofa octava que empieza Crux fidelis... De hecho, es
frecuente verlo titulado así, con las dos primeras palabras de esta estrofa.
De todos modos, estoy persuadido de que es mucho mejor leer la
traducción literal.
Traducción libre:
16
Cuando cargas con la carga más querida
Oh, Cruz fiel
Árbol noble entre los árboles
17
OPERACIÓN MASACRE Y EL DRAMA POLICIAL
ARGENTINO
DIEGO RIBEIRA
1
“La propuesta de una escritura (en homenaje a Rodolfo Walsh)”, en Baschetti,
Roberto (compilación y prólogo), Rodolfo Walsh, vivo, Buenos Aires, Ediciones de la
Flor, 1994, p. 96.
18
asunto este último en que se ha concretado la protesta de las
capas populares de todas las naciones…”1
La obra de Gutiérrez, sin embargo, no es la primera manifestación
del drama policial argentino, pues el tema superficial de Juan Moreira
tiene un antecedente ineludible en el Martín Fierro. También este
gaucho es un elemento marginal; también es silenciado por un rigor
superior que lo oprime hasta transformarlo en asesino y desertor, para
luego ser perseguido; también él emprende una lucha solitaria y
clandestina; también sus trabajos son inconclusos.
Por último, Fabián Domínguez irá aún más lejos en la búsqueda
de los precursores de Walsh, ubicando dentro de ese mismo drama al
Facundo de Sarmiento:
1
“Las novelas policiales del pobre”, en Baschetti, op.cit., p. 84.
2
“El caso Rodolfo Walsh: un clandestino”, en El periodismo argentino y su aporte a la
identidad nacional, Buenos Aires, FAIGA, 2000, p. 55.
3
“Operación Masacre: Investigación y escritura”, en AA.VV., Textos de y sobre
Rodolfo Walsh, Buenos Aires, Alianza, 2000, p. 150-151.
4
“Operación Masacre y las estrategias de persuasión”, en AA.VV., op.cit., p. 170.
19
Masacre, asegurando que Walsh ha incluido lugares comunes de la
literatura fantástica como lo son el tiempo circular y el doble (2000, p.
178).
Gracias a esa feliz conjunción entre los primitivos recursos
narrativos de Walsh y su posterior preocupación por la realidad política
de su país, la producción completa debe contemplarse, según ha
apuntado Pedro Orgambide1, como una totalidad, pues Walsh empleará
los mismos procedimientos de observación, interpretación y
argumentación tanto en sus primeros cuentos como en Operación
Masacre. Esta obra, y más tarde Caso Satanowsky y ¿Quién mató a
Rosendo?, son exponentes del drama policial argentino, y demostraron
no sólo el alcance del terror sistemático que llevó a cabo la clase
dirigente, sino también la resignación que debieron padecer las clases
sometidas.
Antes de acabar, quisiera insistir otro poco en la tradición en que
se inscribe Operación Masacre, cuyas obras representativas ya he citado,
y que conforman parte del drama policial argentino. En primer lugar, se
ha dicho que la obra de Walsh denuncia injusticias llevadas a cabo por
cierto ensamblaje de impunidad de la clase dirigente. Digamos entonces
que también Gutiérrez y Hernández crean personajes (Moreira y Fierro)
que denuncian la política emprendida contra la población gauchesca. La
metodología ha sido diferente: Walsh se valió de la palabra, aquellos
gauchos de su único medio de expresión: el cuchillo. En cuanto a
Sarmiento, es sabido que su denuncia sólo fue posible desde su destierro
en Chile y que Rosas elogió la obcecación del sanjuanino en difamarlo.
Como Walsh, Sarmiento debió esconderse para llevar a cabo una tarea
personal de justicia por medio de una exposición ordenada de
atrocidades. La prudencia del segundo le permitió concluir su obra y
disfrutar de la vejez; al primero le fue otorgada sangrientamente la eterna
juventud del héroe.
Hemos mencionado arriba la presencia de lo fantástico en
Operación Masacre, o al menos de esos elementos que conforman lo
que Domínguez llama la realidad inverosímil. También aquellos
gauchos vivieron una realidad que produciría pavor al gaucho
contemporáneo, la realidad que Ezequiel Martínez Estrada2 reconoció al
decir que una causa de lo sublime en el Martín Fierro se encuentra en el
fabuloso hecho de que ocurran cosas de animales a seres humanos. En el
caso de Sarmiento, la descripción de la realidad pampeana tiene tintes ya
no fantásticos, sino mitológicos; lo fantástico o, mejor aún, lo
1
“La narrativa de Walsh”, en Baschetti, op.cit., p. 75.
2
Muerte y transfiguración de Martín Fierro, Buenos Aires, Fondo de Cultura
Económica, 1948, I, p. 388.
20
inverosímil, se encuentra en la exposición de las matanzas y las
costumbres de Quiroga y de Rosas.
Por último, existe otro factor cohesivo, acaso el más triste, que
permite relacionar estas obras si queremos definir las características de
este drama argentino: la irresolución. Operación Masacre fue leída por
la gente, gracias a ella los fusilados ganaron protección, por ella se
reveló una maquinaria perversa. Los culpables, sin embargo, nunca
fueron debidamente castigados ni Walsh consiguió el resultado esperado.
Supongo que la misma impotencia habrá sentido Gutiérrez cuando supo
que su relato tenía como personaje a un ser pronto a extinguirse, que
nada de su denuncia evitaría la desaparición de ese “gaucho neto” según
la terminología de Mansilla1. También Hernández profetizó con su
Martín Fierro el destino de ese producto tan paradigmático de la pampa
como fue el gaucho. A pesar de su denuncia, no pudo evitar que años
más tarde el gaucho alabado fuera Sombra y no Fierro. Y en cuanto a
Quiroga, Sarmiento nunca estimó que su crítica feroz traería menos una
condena que un recuerdo perdurable. Cuando deseó desacreditar para
siempre a un caudillo, sólo logró darle trascendencia. Sin Sarmiento,
Facundo Quiroga habría pasado a la historia como otro caudillo más de
una nefasta lista.
Concluiremos diciendo que el drama policial argentino alcanza
su forma reconocible con la obra de Rodolfo Walsh. Este abre, a su vez,
los caminos que permitirán exhumar las huellas dejadas por los primeros
maestros de la literatura argentina; gracias a él podemos descubrir
precursores. Temo, sin embargo, que la obra de Walsh no es la
culminación de esta tendencia. En Argentina siempre hay suficientes
circunstancias sociales y políticas como para alimentar una tradición de
dramas policiales.
DIEGO RIBEIRA
1
Una excursión a los indios ranqueles, Buenos Aires, Espasa Calpe, Colección
Austral, 1993, II, p.486.
21
LA HORA DEL DESCANSO
22
Sigo sin detenerme, sin apresuramiento
derramando mis ojos sobre todas las cosas,
dejándome llevar por manos bondadosas
e invisibles, latentes en el sol y en el viento…
EMILIO FRUGONI1
1
Emilio Frugoni (1880-1969), escritor, poeta y abogado uruguayo. Decano de la
Facultad de Derecho, fue el primer diputado socialista del Uruguay. En una librería de
viejo de Buenos Aires compré Poemas montevideanos (Buenos Aires, Claridad, s. f.);
de allí (pp. 13-15) copio este poema, que pienso agradará a todos los que gustan de
caminar por las ciudades del mundo (quizás lo mejor que he hecho en mi magra vida
fue caminar por ellas). [R.L.]
23
NOTAS Y RESEÑAS
Irlandeses en Argentina
Patricia María Gaudino Farrell. La Asociación Católica Irlandesa y los
irlandeses en Argentina. Buenos Aires, Asociación Católica Irlandesa,
2009, 524 p.
No soy historiador ni tengo ascendencia irlandesa (sí soy
católico), pero creo que este libro es fundamental para la historia de la
Iglesia en nuestro país y para la historia argentina en general: ¿quién
desconoce el aporte irlandés a ella? Luego de un prólogo de Juan
Eduardo Dillon, presidente de la ACI, y un prefacio de la autora,
entramos en materia con los primeros misioneros irlandeses. Uno de
ellos, Thomas Field, llegó al Río de la Plata en 1587; el dominico
Edmundo Burke falleció aquí en 1826. Estas podrían ser fechas extremas
para todos tantos pioneros hibérnicos que trajeron el Evangelio y el
espíritu de amor y trabajo. La autora con cuidada pluma hace mención
de misioneros (algunos, como el P. Fahy, tienen merecido espacio
propio, pp. 12-13), de colegios, de asociaciones religiosas, de
asociaciones sociales, de congregaciones. “Acción política y social” (pp.
37-39) es una breve y sustanciosa referencia a estos inmigrantes que
fueron “beneficiosos y provechosos para el fomento de la riqueza
nacional”, según escribió Carlos Pellegrini (p. 39). Luego de esta parte
general (introductoria, podríamos decir) comienza la de memoria
propiamente dicha. En efecto se menciona toda la actividad de la
Asociación año por año, desde 1855-1888 hasta hoy. Aparecen nombres
y toda clase de actividades realizadas. No son solo las de orden religioso
sino también las de carácter social y de promoción comunitaria y
nacional. Hay decenas de fotos de toda época. Justamente es de destacar
la muy cuidada impresión; además, una buena bibliografía (pp. 515-
524). Me parece entonces, como empecé diciendo, que el libro es un real
aporte a nuestra historia.
R.L.
24
Ezcurra, el amor prohibido de Belgrano, 1999; en la línea que nos
ocupa, Los croatas de la Argentina). Pido de antemano perdón por osar,
distando mucho de ser conocedor en temas eslavos, escribir sobre este
libro. Mi única disculpa será que algunos lectores se acercarán a él.
Primero, Croacia –vuelco algo de lo aprendido– es una tierra
llena de historia. Allí estuvieron, entre muchos otros, griegos, romanos,
ilirios; antes de ellos florecieron importantes culturas de épocas líticas y
del bronce. Testimonio de la riqueza arqueológica son impresionantes
restos (cf. por ejemplo pp. 145-148). También es un país con riquísimo
folclore, en su música y danzas, en su lengua, en sus tradiciones, en sus
leyendas. Estas últimas, como pasa en otros sitios, a veces no son tan
confiables, pero poco importa a quienes tienen sensibilidad ante la
belleza del relato popular. Y el viajero puede visitar antiquísimos e
imponentes castillos, donde pasado y tradición aún viven. Además, con
grata sorpresa me entero de que Marco Polo era en realidad Marko Pol,
nacido en 1254 en la ciudad de Korcŭla, hijo de Nikola, un comerciante
que partió hacia Oriente poco tiempo después junto a su hermano Mate”
(p. 97). Más abajo: Tras un viaje de tres años en los que recorrieron
Sumatra, el sur de la India, el océano Índico, el Golfo Pérsico, hasta el
Estrecho de Ormuz, y el Mar Negro hasta Constantinopla, arribaron a
Venecia, donde ningún habitante los reconoció. Deslumbraron a todos
con las enormes riquezas traídas” (p. 98).
Desfilan también en estas páginas notables personalidades.
Algunas: el artista Ivan Meštrović, el cardenal Aloysius Stepinac, el
presidente Tuñman (no quiero mencionar a algún sanguinario político
“yugoslavo”). No pocas páginas están dedicadas a las recientes tragedias
políticas; tales, el comunismo y la guerra balcánica. De todo se ocupa
Verlichak con ánimo sereno y con erudito pero ameno cálamo. A veces
entrevista a alguna de las figuras que visitó en Croacia; otras, nos da sus
reflexiones personales; otras, busca alguna similitud con nuestro país;
siempre prima el buen humor y la delicada mirada femenina (todo lo
cual es siempre valorable en el género itinerarium). Por fin, el libro está
ilustrado con buena cantidad de fotos en color y con dibujos de Tita
Marincovich. Trae “Índice de nombres, lugares y términos” (p. 195),
prólogo de Bartolomé de Vedia y palabras previas de Tonko Maroević;
es esmerada la impresión. Recomiendo entonces vivamente este culto
paseo por Split, Zagreb, el Adriático, Meñugorje, Sarajevo, Bosnia,
Eslavonia y otros sitios. Esos bienes culturales no son tan lejanos,
porque a los croatas debemos la cravatte (cf. pp. 156-158) y ellos hasta
tienen que ver con los morlacos del tango (cf. pp. 176-179).
R.L.
25
Revista literaria ÁPICES
Ápices (revista literaria), nº XI (número especial dedicado a la cultura
griega). Buenos Aires, 2009, 38 pp.
Del mismo modo que en el Uruguay en una Fundación –la María
Tsakos— se hace un lugar a la cultura griega, vengo a advertir que en
Buenos Aires Ápices XI, imago mundi, siete escritores de valor se
asoman a esa misma cultura originaria desde la identidad de sus Ensayos
breves, para dejarnos una imagen de la poesía griega más actual hasta
que, juntos, Cicerón y Horacio cierran (y entreabren) 38 páginas que es
dable comentar y compartir. En medio de vivencias y vigencias, cuando
Dímitra Christoforídou viene a ocuparse de Antónis Fostiéris, un
ateniense del ’53, s. XX, y traduce rima a rima las líneas y el fervor de
“los que hablaron los que callaron (…) los que renunciaron…”, da, elige
el tono personal y suyo que Daniel Antoniotti continúa, describiendo a
su vez “las callecitas de nuestra Polis”, de las Grecia, Atenas,
Constantinopla… a los espacios míticos de la Atenas del Plata, casi al
margen de las anacronías y ucronías tan próximas al Río como Mar.
En la prosa sensible de Daniel Alejandro Capano aquella historia
cultural heredada halla a “Calipso y Píndaro” en dos cuentos de
Tabucchi, don Antonio Tabucchi, convencido de que “la geografía de un
país y la vida y la obra de los hombres” ha sido siempre una motivación
para redistribuir los ejemplarios, desde Homero a los dioses en los cuales
creía, dioses, héroes y agonistas en los cuales lo ambiguo y lo plural
siempre indujeron cosas que decir, templaron el oficio de escribir y
urgieron el Oficio de Vivir del que hablara Pavese entre suicidas cuando
el mundo –intramundo y ultramundo–, que hizo girar la rosa de los
vientos, de costa a costa, se tiñó de gris.
Y como todo cambia, “Filoctetes y el páramo” en las horas de
Susana Fernández Sachaos es, sin adjetivos, esa visión dinámica de
Sófocles donde el deus ex machina procura mitigar de algún modo la
injusticia, cruzar todos los puentes levadizos, del rencor a la cólera y al
odio para encontrar, en Troya, el corazón.
Atentos todos, diferentes todos y cada uno de los escritores que
publican en Ápices” –en este Ápices, pues conocemos otros precedentes
que nos hizo llegar Romero Sosa, pero en éste hay un climax singular–;
dentro de lo mayor de una teoría combinatoria casi matemática que
ahora nos acercan los autores, las variaciones de “Rimbaud en Chipre”
en el transcurso del ’79 del siglo XIX nos permiten (desde el Poste
restante de Larnaca) reconocer su estilo epistolar, pues ya tentado en el
’78, cuenta “desde el desierto” (“Chers amis”, “Cependant vous avez dû
recevoir une lettre…”) vivencias increíbles demasiado creíbles. Y es por
ello que Magdalena Cámpora recorre, revive y recupera en pocas cartas
una “alchimie du verbe” sin la cual no es posible la imagen de Rimbaud.
26
Tal vez por eso de cambiar el ritmo / biorritmo de las hojas que
se escriben, Carlos María Romero Sosa, amigo de los tiempos heroicos
para mí, nos devuelve un perfil de Franz Tamayo cuando confiesa hacer
“una mirada a lo Clásico desde el Barroco”. Por sus citas citables uno
entiende las causas de sus búsquedas suasorias, de Carilla a Brughetti y
Pedro Barcia, de Fernández Iriarte a T. Marof; pero es Platón (Apología
de Sócrates) y son aun los Epigramas griegos quienes nos hablan de la
“forma antigua” que en la Grecia caudal y diluvial sembró de lirios el
jardín del mundo, cruzó los Continentes y las Islas, hizo que en fin “los
habitantes de Argos” entendieran la fe de los demiurgos y eternizó en las
proas de las naves los misterios neumáticos del mar.
Era el mar de “Solón, Esquilo y otros”, el “sólo se es feliz” de
quienes llegan “al final” que –esta vez– Raúl Lavalle pulsa desde
Macrobio hasta Virgilio, de la Biblia hasta el Dante y, antes, desde
Simónides a Heródoto o Herodoto (“siendo hombre, nunca digas qué
pasará mañana…”), porque muy corta y virtual, es cierto, es la distancia
griega, mundana, universal de un hombre que despierta sabiendo que la
vida, cuando es profunda la raíz del grito, nos perdona el destino de
morir.
Siete autores en Ápices, ejemplo de la Cultura griega al Sur del
Sur. Estilo 2009 en Buenos Aires. Bien vale un Epigrama.
PABLO TROISE
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