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MUNDO
DEMONIO
Y
FAUSTO
TRAGICOMEDIA FANTÁSTICA
EN
TRES ACTOS
NUEVE JORNADAS
ENTREGA 8
JORNADA QUINTA
MARZO EN BARCELONA
Refranero catalán
Un joven, que va repartiendo hojas por las mesas, deja una en la de Fausto y
Mefisto.
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La diversidad y la pluralidad como componentes
de nuestra identidad.
Veinticuatro horas después. Antesala del despacho del alcalde. Solo, de pie, Fausto
observa los cuadros y grabados que adornan las paredes. Se detiene ante uno que
representa la Barcelona siglo XVI, vista desde Montjuic.
FAUSTO.- Así eras, así casi llegué a conocerte. (Se fija en la fecha) ¡1572!... Y
precisamente por esos años, aunque antes de que tus murallas se alzasen ante mi
vista, se desarrollaba mi vida verdadera...¿Quién me arrancó de ahí? ¿Quién
sustituyó el ritmo natural del nacer, vivir y morir por este eterno existir, brincando
siempre sobre los lomos de los siglos? Mi impaciencia, mi ansia siempre
insatisfecha, por ellas fui sustraído al curso natural de los tiempos y entregado al
poder que me convirtió en lo que ahora soy y siempre seré. Y siempre en compañía
de ese ser despreciable, de ese monstruo metafísico que, no teniendo nada que
perder, puede ser absolutamente lúcido y demoledor.
Cruza la sala un joven, muy correctamente trajeado, con unas carpetas bajo el
brazo. Su parecido con Bernardo es total. Fausto no puede contener su asombro.
FAUSTO.- ¡Bernardo!
BERNAT.- Faust, sí, aquí está, a las doce. (Consulta el reloj) Vaya, son las doce y
veinte. Todavía debe estar con el equipo. No tardará, no se preocupe.
Bernat sale y Fausto se queda solo. Un instante después se abre una puerta con
gran estrépito y un balón de fútbol va a dar sobre el grabado, haciéndolo trizas,
justo al lado de la cabeza de Fausto, que se aparta sobresaltado. Detrás del balón
aparece un grupo de jóvenes en camiseta y pantalón corto y, entre ellos, un hombre
de cincuenta cumplidos, con americana y corbata. Uno alcanza el balón y todos
siguen jugando, pasándoselo y regateando, hasta que van saliendo por la otra
puerta sin dejar de jugar. Sólo se queda en la sala el hombre de americana y
corbata, el alcalde, que, algo sudoroso y con expresión de gran felicidad, se dirige
a Fausto.
ALCALDE.- ¡Qué muchachada! ¿No le parece? Ahí está el porvenir, y aún hay
quien lo duda...
FAUSTO.- Puede ser. A veces el porvenir toma en el presente formas muy extrañas.
ALCALDE.- ¿Cómo dice? Perdone, usted es...
FAUSTO.- Doctor Faust.
ALCALDE.- Sí, claro, le estaba esperando. ¿Qué le parece Barcelona?
FAUSTO.- Barcelona és bona.
ALCALDE.- Si la bossa sona...
FAUSTO.- Tant si sona com si no sona, Barcelona és bona.
ALCALDE.- ¡Magnífico! Usted acabará integrándose. Acompáñame, la comisión de
eventos debe estar ya reunida...Y no dispongo de mucho tiempo. Me espera mi
grupo de samba.
Por la laberíntica azotea del famoso edificio, formada por pasadizos, placetas,
escalas y rampas que suben y bajan, entre cruces de formas retorcidas, revestidas
de fragmentos de cerámica, y rígidos centinelas de piedra, se mueven Fausto y
Mefisto.
MODERADOR.- ¿Usted, el Diablo? Vaya, esta sí que es una buena noticia. Señoras
y señores, ante ustedes, el Diablo en persona. Señor Diablo, ¿sería tan amable de
desvelarnos el misterio de su personalidad y acabar así con las dudas de estos pobres
mortales?
MEFISTO.- Con mucho gusto. Para empezar he de decir que en mi personalidad no
hay ningún misterio. El misterio está en los pobres mortales. Esta curiosa raza ha
desarrollado una extraña facultad a la que llaman pensar, que, como todo el mundo
sabe, consiste en separar el grano de la paja. Pero ocurre, amigos especialistas en
mí, que en el ser humano el grano y la paja se guardan en el mismo granero, o
pajero, también llamado “mente”. Y así, se suele decir: esto de aquí es imaginario,
esto de allá es real, sin tener en cuenta la famosa paráfrasis del no menos famoso y
confuso filósofo que dice: todo lo real es mental; todo lo mental es real. De lo que se
deduce, si es que no me he perdido, que el Diablo, o sea yo, es tan real y a la vez tan
imaginado como todas y cada una de las representaciones que se forman en la
mente... incluidos estos micros y estos botellines.
BOBOY.- Esa filosofía es repugnante.
LELAY.- Esa filosofía es cobarde.
SOSOY.- Esa filosofía es una muestra del callejón sin salida del idealismo absoluto:
el solipsismo.
MODERADOR.- Ya ve, profesor Sabatini, perdón, señor Diablo. Ya ha oído las
reacciones de los colegas. Reconozca que no es tan fácil embarcarse en el vuelo de
la filosofía.
MEFISTO.- Para mí es sencillísimo.
MODERADOR.- ¿De verdad sabe usted a qué me refiero cuando hablo del vuelo de
la filosofía?
MEFISTO.- Perfectamente, e insisto que, para mí, el vuelo de la filosofía, como
cualquier otro vuelo, es cosa de coser y cantar.
MODERADOR.- Demuéstrelo.
MEFISTO.- Atienda...
BERNAT.- Hace rato que te miro. Supongo que no has venido sola...
MEFISTO.- (Bravo, eso es entrar con la directa)
CATHERINE.- Estoy con unos amigos...pero, bueno, cada cual va a su aire... Y
dime, Enrique, ¿qué te ha traído por aquí? ¿Qué planes tienes?
FAUSTO.- Bueno...tenía un encargo muy importante... relacionado con la gestión de
la ciudad...pero he renunciado...en realidad, no valía la pena...
CATHERINE.- (mirando de reojo a Mefisto) Y siempre juntos, ¿no?
MEFISTO. - Casualidades... Yo he venido a participar en un congreso.
CATHERINE.- (con malicia) ¿No será el de demonología? Por cierto, dicen que ha
acabado muy mal: escenas de pánico, histeria colectiva...
BERNAT.- Sí, y con muchos heridos...
Catherine y Bernat siguen hablando entre ellos, al margen de los otros dos.
FAUSTO.- Así, que te lo pasaste bien, ¿eh?
MEFISTO.- Que va... Fue de lo más aburrido... Menos mal que al final conseguí
animarlo un poco... Pero bueno, hablábamos de planes. Tengo a la vista uno muy,
pero muy importante.
FAUSTO.- Me conformaría con que fuese efectivo, con que se aproximase un poco,
sólo un poco a lo que esperaba de ti.
MEFISTO.- Es que en este caso... bueno, te he de aclarar un punto fundamental: en
este caso el protagonista seré yo.
FAUSTO.- (con resignación) ¿En este caso?
MEFISTO.- Lo siento, pero es un asunto que me toca muy de cerca.
FAUSTO.- ¿Y de qué va?
MEFISTO.- Mira, dentro de poco va a desaparecer una personalidad muy destacada;
se trata nada menos, que del principal líder espiritual del mundo. Enseguida se
abrirá el proceso de elección del sucesor y....yo he de estar allá. Sí, y muy atento y
presto a intervenir cuando convenga. Me va en ello la propia supervivencia...(a
Bernat y Catherine) ¡Pareja! Estamos hablando de planes. Mi socio y yo tenemos
uno en marcha. Y se acepta compañía. Nos vamos.
CATHERINE Y BERNAT.- ¿Adónde?
MEFISTO.- A Roma.
BERNAT Y CATHERINE.- ¡Roma! ¡El sueño de mi vida!
MEFISTO.- (Vaya, dos corazones batiendo al unísono, como decían los románticos
galicistas). Pues daos prisa, que nos vamos.
CATHERINE.- ¿Ya? ¿No será en una alfombra mágica?
BERNAT.- ¿O en un caballo de madera?
MEFISTO.- (¿Caballo de madera? A eso lo llaman “regresión”, cuando en realidad,
como siempre, no es más que un capricho del guionista). No, amigo, esta vez
ascenderemos al Cielo de la aviación comercial, previo paso por el Purgatorio del
aeropuerto. (Está claro que la vieja teología liga con todo, como el Champagne).