2. Lahistoriografia como narracion *
Pensé en abordar este tema por medio de una narracion. Casireflexiva-
mente, esbocé una “historia” de las varias discusiones de la “historiografia
comonarracion” que hantenido lugar en Europa y Norteamérica desde los
aios’40. Enel mundo angloparlante, los términos de futurasdiscusiones fue-
rondejadosde lado durante laSegunda Guerra Mundial por Poppery Hem-
pele un lado y por Collingwood del otro. El intercambio entre estas dos
convenciones dominarialadiscusién filoséficadeltopico, por aproximada-
mente tres décadas. En Francia, lacritica de “la historia narrativa" lanzada por
el grupo Annales fue levadaadelante por Braudel en los’50,en gran medida
encl interés de unificarlosestudios historicoscon lasciencias sociales, espe-
cialmente la etnografiay la demografia, perotambien la geografiayloque po-
dria ser llamado la historia de los “entornos”, mas que aquella sobre los
agentes humanos y lasinstituciones politicas. Esta critica dela historianarra-
tivafue balanceada poruna defensade lanarrativa como una clase de explica-
cion diferente de, aunque no inconsistente con, el modelo explicativo
“nomolégico-deductivo" de las ciencias fisicas, elaboradas en diferentes vias
por Walsh, Donagan, Dray, Galileo, Mink, Danto, Morton Whitey Maurice
Mandelbaum en aproximadamente el mismo perfodo. Enlos’60, elestructu-
ralismo, yano sélo un movimiento dentro delalingutstica y laantropologta,
eraahora representado comoel método delasciencias humanas,caracteriza-
das por su desdén porel “método historico” y suacercamiento, analiticoales-
tudio de las representaciones “narrativas” delarealidad. El estructuralismo
constitufa una amenaza parala historia-en-general tanto como parala“histo-
riografia comonarracién’ Pero estaamenaza fue contrarrestada porlaher-
menéutica, revividaen Alemaniaespecialmente por Gadamer, lacualtomé.a
laconciencia historica” como una de sus bases yala “narratividad” como una
estrategia representacional privilegiada conducenteal “entendimiento” delos
“Traduccion de David Martin,
33Hayden White
eventos humanos que no podian ser“explicados” por procedimientoscientt-
ficos. Al mismo tiempo, dentro de los estudios literarios y lingatsticos un
nuevo campo de investigaci6n llamado “narratologia” complicé inmensa-
mente las discusiones sobre “narrativa” sometiéndola al microandlisis en
todas sus formas, desde el cuento folkldrico humilde y la fabulahastalasno-
velas post-modernistas mas complejas. La critica estructuralistay post-es-
tructuralista, representadas por Barthes, Genette, Freimas, Althusser, Eco,
Derrida, Kristeva (verapéndice), y unamultitud de otros, pronto pondrian la
nocién misma de “narratividad” bajo cuestiOn, especialmenteenlamedidaen
que ha sido considerada unaestrategia o tactica representacional ideolégica-
mente “inocente”. No solo “la historiografia como narraci6n” sino también
“lanarraci6n’ en general, fue acusadade ser el principal instrumento de una
ideologia “realista”, en efecto, como ideologia tout court.
Fue tentador, por consiguiente, pensar en este cumulo de discursos,
todos concernientes de una manera u otra “la historiografiacomonarra-
cién”, como momentos de una secuencia que puede ser concebida o al
menos representada como fasesen un simple relato, unasimple historia. La
secuencia pudo haber sido conceptualizada como un proceso dialécticoa
través del cual un simple sujeto, asaber, eltopico de “Ia historiografiacomo
narracién”, habia pasado haciaunaclarificacién (o, parausar aterminologia
hegeliana, una “actualizacion”) deloselementos de su “concepto” (Begrif).
Elvalorrelativo de las contribuciones de los varios discursosaeste proceso
declarificacion pudo ser entoncesensayado. Y a nosotros se nos permitiriaen-
tonces, consideramnos como los legatarios de los aspectos positivos de este
agon, Podemos pensarnos.a nosotros mismos como capaces de determinar
(como Croce habria dicho) “lo que estaba viviendoy ‘loque estabamuerto”
enlasnocionesrecientes de la “historiografia comonarracion”. Después de
todo, las narrativas tratan con nacimientosy muertes, arribosy partidas yas-
censosy degradaciones de los varios personajes que habitan laescena de su.
atencién.
Perouna “version narrativa” delastantasdiscusiones de la “historiografia
como narracién” presentada durante su perfodo habria sido objeto de acu-
saciones de distorsién, reduccionismo y de falta de atencién (disattenzione,
como podria haber dicho Moravia)ala diversidad de interesesy la variedad
de preocupaciones de la disciplina que los habia motivado. Elt6pico habia
sido dirigido porhistoriadores, cientfficos sociales, filésofosy teoricos de li-
34Lahistoriografia comonarracién
ceraturay lenguaje ~desde perspectivas tan diferentes que uno podia cues-
tionarlegitimamente s: la frase “historiografia como narracion” podriaser
dichaparadesignar un t6pico particular comiina todasellas. La “historiogra-
fia como narracion” habja sido vista por algunoscomo un modelo del dis-
curso humanista, el nico capaz de representarla variedad, la vivacidad, la
particularidad, y laindeterminacién de las ‘acciones especificamente huma-
nas. El “método historico” habia sido caracterizado como un. modo de inves-
tigacion especialmente bien adaptado para proteger de las tergiversaciones
de los procesos sociales alasque la“ideologia" yla“filesofia delahistoria’ (en
sus formas totalitarias) eran especialmente propensos. Para algunos tedricos,
laideologiaerala “filosofiade lahistoria” elaborada como la base dena po-
Ittica, inevitablemente, de caracter totalitario, mientras que Ja “historiografia
comonarraci6n” erael antidoto para tal enfermedad. Al mismo tiempo, la
“historiografia como narracién” habiasido vista come un paradigma de pric-
ticas retrogradas en las ciencias humanas, como un. residuo de pensamiento
«mitico” en las ciencias sociales, ycomo un impedimento paralacreacion de
un método genuinamente cientifico del mismo andlisis histérico. Final-
mente, la “historiografia como narracion” habfasidoatacada como el tipo
mismo del discurso ideologico que comerciabacon lasrepresentaciones su
puestamente “realistas” de la realidad mientras se identificaba inevitable-
menteala “realidad” conel statusquosocial.
Obviamente, uno podia haber adoptado la amplia perspectiva del histo-
riador delaculturay nacer de esto una cacofoniade voces, discursos, argu-
mentos, hipstesis, acusaciones, contraacusaciones y celebraciones, una
sinfoniade“momentos’ enn proceso cultural mucho mas general, aspectos
dela “crisis de representaciones” en la cultura’ occidental de la cual el arte
post-impresionista,laliteratura post-modernista,y aciencia post-newto-
‘nniana fueron todas pensadas como manifestaciones. Pues la historiografiaes
~ohasido tradicionalmente pensada para ser—una empresa de representacion
porexcelencia, de lacuallanarracién fucel principal instrumento discursivo
‘Como indicé Auerbach en su version clasica del: es{uerzo milenario delacul-
turaoccidental para “representar larealidad de unamanera realista”,eldes-
tino de la representacién concebida como mimesis estuvo fntimamente
relacionado, si no identificado, con el logro espectficamente de una “con-
cienciahistérica” y unamaneraespectficamente “hist6rica” derepresentarla
realidad social, ya seaen prosa “objetiva” 0 “ficcional”
35Hayden White
Peroel haber subsumido el relato de las discusiones recientesde la “his-
toriografia como narracion” aestacrisis mas general de representacién po-
dria haber implicado sugerir que el problema crucial en este debate erala
conciencia historia, un interés en historia, ola posibilidad del conocimiento
histérico. Y éste no fue el caso en absoluto—al menos, como lo veoahora,con
elbeneficio, como se dice, de la “perspectiva historia’. Alcontrario, no fue
la*historiografia” la que estaba siendo cuestionadaen esta discusi6n, sino
masbien el modo narrativodela representacion historiografica. Nisiquiera
Lévi-Strauss, Barthes, Foucault, Derridao Kristeva sugirieron queun cono-
cimiento dela historia (el pasado, los procesos historicos, los eventos, lases-
tructuras y dems) fuera innecesario, indeseableo imposible. Elquid dela
Cuestion erasi ese conocimientoera representado mas provechosamenteen
laforma de un discursonarrativo.
Sin dudas huboun desacuerdo sustancial acerca de cémo el objeto dees-
tudio designado porel término “historia” debfa ser construido, el"método”
queibaa serusadoen suestudio, el tipo de “explicacion” que tal estudio po-
driaposiblemente producir, ylosusos a los cualesesta clase de explicacién
podria insertarse en la planificacion social, la teorfa politica, la politica edu-
cativa y demés. Pero éstoseran problemas que pudieron ser discutidos sin
tener que tomar una posicion u otra sobre lacuestion de si el conocimiento
historico se expresamejoren un modo narrativo del discurso ono. Comoel
mismo Lévi-Strauss sugiri6, en la medida en que una narrativa historica
pudoserconcebida simplemente como un discurso organizadocronologi-
camente (0 diacrénicamente), no hubo nada problematico ni intrinseca-
mente objetable sobre esto. Tal organizacion de los datos recogida en
cualquier campo de lainvestigacion era un momento o una etapanecesaria
ensusujeciénaunanilisiscientifico adecuado, el cual consiste ensacarala
luzlacoherenciz estructural que pudieramostrarse que estos datosdesplie-
gan. Y de hecho, la mayorta de los historiadores contemporaneos-especial-
mente aquellos que trabajan en los campos de la historia socialy econémica,
perotambién historiadores de laculturae incluso historiadores de la polt-
tica-estaban interesados en hacer precisamente eso.
Estaes laraz6n porlacual muchos historiadorestuvieron tan pocointerés
enlas discusiones de los fil6: sobre “explicaciones narrativas”ytuvieron
recelo de la identificacion de los cientificossocialesde los“estudioshist6ricos”
con la “historia narrativa”. S6lo una minorfa de historiadores profesionales
56Lahistoriografia comonarracién
consider6alahistoriografiacomounarte predominantemente'literario” in-
teresado primeramente en la composicién de una “narracién” ~aunque, al
mismo tiempo, muchos historiadores profesionales se resistierona laimpor-
taciénmasiva de las metodologias de las “cienciasdelaconducta” alosestudios
hist6ricos, porconsiderarlos inutiles parael anilisis de la clase de “evidencia”
conlaqueloshistoriadores tienen que tratar-. Paralamayoriadeloshistoria-
dores, lanarrativaeraun modo representacional que podian usar ono, depen-
diendo de sideseaban prover una descripcién de una formade vida, un andlisis
de ella, o una historia sobre ella. Los historiadores se pensaron a s{ mismos
como interesados especialmente en el estudio de los procesos de cambio,
transformacién, variacion sobre elcurso del tiempo en sus objetos deestudio
y demas; peroeste interés no los comprometia necesariamentea la clase de “re-
lato” que habia caracterizadolo que el saber popular de la profesién conside-
raba que fuerael lineamiento principal de las précticas historiograficas del siglo
XIX—y ciertamentetampocoacomprometerse con las versiones “dramaticas”
delos procesos sociales, tal como losacusaban losdefensoresdelascienciasso-
ciales “analiticas” o “estructuralistas”
Lacrttica del propio Braudel sobre la “historia narrativa” estaba conectada
consu interés por desplazarla atencién del estudio de unicamenteloseventos
politicos y los procesos hacia el estudioa gran escala, procesos relativamente
impersonales que, segin él, constitufan un orden diferente de causalidad y co-
rrelacion queel que prevalece en el nivel relativamente superficial de lasma-
niobras politicas cotidianas entre las naciones, los estados, las regiones y las
figuras politicas destacadas estudiadas por loshistoriadorestradicionales.
Las versiones “narrativas” de los procesos y losconflictosenel nivel politico
pudieron servistascomo legitimas incluso necesarias porque, eneste nivel
del anslisis, los “datos” nose prestan alas técnicas de correlacionestadistica
alamaneraen que las “series” dela “longue durée” parectan hacerlo. Yen
efecto, como Raymond Aron sugiri6 en unarecopilacion de unaconferencia
quemantuvoen Veneciaen 1971, tal vezuna clase de historiografia que fuera
solamente narrativista en su modo de representar eventos fue tantonecesario
como deseable para centrar la atencién en ciertas areas dela experiencia hu-
mana aunnosometida al control de las técnicascientificas del andlisis—de las
cualesel Area de la experiencia politica era seguramente una.
De todos modos, la cuestion de la mejor manera de estudiar “historia”
pudo ser distinguida de la cuestion de la representaci6n de los procesos his-
37Hayden White
toricosen el modo narrativo del discurso. Por otra parte, esta cuestion pudo
serseparada también dela cuestién de sitales procesos eran “explicados” 0
no, contando un relato acerca de ellos. En otras palabras, tres problemas fue-
ron objeto de debate bajola rubrica de la “historiografia como narracion”: el
problema de cémoestudiarel pasado y sus procesos; el problema del modo
discursivoen el cual hablar sobre los procesos historicos; y el problema de la
fuerza explicativa de las representaciones de los procesos histéricos como
“narraciones”,
Fueel tercero de estos problemas el que estabasiendo tratado por los filé-
sofos, cientificos sociales e historiadores interesados en la reforma de loses-
tudios histéricos en una direccién mas cientifica. Todos pudieron concordar
‘que una variedad de métodos podria serusadaenel estudio del pasado y sus
procesos. Los limites podrian ser trazadosenel puntoen el quelametodologia
sevolviera identificable comoideclogia, pero dentro de los limitestrazados de
estemodo, el eclecticismono solo fue tolerado sino también recomendado.
Pero hubouna tendencia general aconfundirel segundo problema (aquel
delmodo discursivo enel cual hablar sobre los procesos hist6ricos) y el tercer
problema (el de la fuerza explicativa de las representaciones de los procesos
hist6ricos como “relatos”),yconcluir quese habria resuelto el tiltimo cuando
se hubiera resuelto el primero, 0 viceversa
Esta confusién, creo, result6 de unaambigiedad en la nocion de“na-
rrativo” que indica tanto una manera de hablaro de abordar, como unaes-
tructura discursiva. A este respecto, el término “narrativo” se diferencia del
término “historia” que podria indicar tanto unaconsideracion de un objeto
(elpasado, sus procesos, y eventos componentes y demas) como el objeto
mismo. Pero como la teorfanarratolégica contemporanea parece demos-
trar, es virtualmente imposible evitarla manera narrativa de hablar, en. al
menosalgiin nivel del discurso, cuandose deseadesignar un objeto poten-
cial deestudio como perteneciendoa el pasado” mas que a“un presente”.
Considerada como una manera de hablar o un modo de abordar, la narra-
tiva es distinguible de otrosmodos del discurso por sus: identificablesca-
racteristicas léxicas, gramaticales y retéricas. Se caracteriza por favorecer
el uso de la tercera persona (en lugar de la primera), varias formas del
tiempo pasado (en lugar del presente el futuro), el modoindicativo| (mas
que elimperativo, interrogativo ocondicional), y porevitar el uso de cier-
tasclases de deicticos 0 indicadores adverbiales destacados en laalocucion
38Lahistoriografiacomonarracion
discursiva directa (tales como “aqui”, “ahora”, “ayer”, “manana”,etc.). Ni
siquiera Braudel pudo prescindir de una manera de hablar narrativa, dado
que es inevitable en cualquier discurso que se desee hablar impersonal-
mente acercade eventos pasados considerados como objetos de percepcion
(posible) de patrones discernibles de desarrollo. La retricaclasica distin-
guiaentre una serie de tales modosde alocucién discursiva, dela cual lana-
rrativa fue solo una -siendo la disertativa, la dialogistica, la lirica, la
deliberativa, etc. algunas otras—.
Lamayoria de los reportes historicos, incluso los mas antiguos, usan
unacantidad de estos modos de hablar y, de hecho, son bastante mas “po-
liglosiales” (lanocion es de Bakhtin) de lo que la frase “historiografiacomo
narracion” sugeriria. El problemaen cuestin, entonces, es espurio, sielto-
pico indicado porla frase “historiografia comonarracion” se supone para
poner en juego el andlisis de discursos hist6ricosactuales emitidos en una
manera de hablar uniformemente “narrativa” o “no narrativa’. Pues tal cosa
no existe ni podria alguna vez.existir—y seguir siendo considerado un dis-
curso “hist6rico”—.
Un discurso especificamente “hist6rico” debe contenerelementosnarra-
tivossimplemente con la finalidad de indicarsu objeto de estudiocomo per-
tenecienteal pasado mas que a algun presente putativo y para designar las,
caracteristicas del objeto que lo hace aprehensible como un elemento de un
proceso discernible, Lacuestion del status epistémico de la “historiografia como
narracin” podra surgit solo siel proceso mediante el cual el objeto se cons-
truye para serun elemento, es entonces representado como manifestandola
clase de coherencia formal encontrada por otra parte sélo en las estructuras
argumentativas de las formas (0 géneros) narrativas reconocibles.
Gruposdeeventos, originalmente ordenadoss6lo como unasecuencia,
reciben unsignificado secundario por parte de su redescripcioncomoele-
mentosyy funciones de tipos de relatos reconocibles. Esta redescripcion es
usualmentelo que se entiende porla “narrativizacién” de loseventos (o he-
chos) registrados en la “crénica”, y por consiguiente la distincion entre his-
toriografia como una mera cronica por un lado, y la historiografia como
narrativa, porel otro. Pero la distincién es espuria en lamedidaen que esto
sugiere queel “relato” extratdo de lacrénica y “contado” en|a narrativa es
més adecuadoala representacion veraz de los “eventos” registrados en lacro-
nicade lo que loes|acrénica misma.
39Hayden White
‘De hecho, es lacronica, consideradacomo unasecuencia deenunciados
singulares existenciales (predicados), la que solo puede ser sometidaalexa-
men de un criterio de verdad por correspondencia. Las narraciones histori-
cas, los productos de las “narrativizaciones”, no puede decirse que
correspondana algo distinto quealos tipos genéricos de relatode los cuales
son instancias. Las narraciones historicas necesariamente se desvian del
orden y loscontenides de las descripcionesliterales de los eventos dadosen
lactonica. El proceso de desviacion mismaes gobernado por procedimien-
tosde tipomas “trépico” que “légico”. Por decodificacion tropolgica, los
“hechos" registradosen lacronica reciben un significado secundario, figura-
tivo. Este significadose da mas en a naturaleza de unaalegorfa que de una
explicacion. Entendido de esta manera, el significado que se supone sera
provisto por la narracton del relato “verdadero” que yace encarnadoenlos
“hechos" registradosen la crénica, podria sin duda consistiren parteen la
verdad que se afirma para el reporte, pero también consiste eneclamar que
loseventos descritos posean la forma de una historia. La historia contadaes
unaalegoria de como loseventos reales pueden ser dichos parareplicarlos
patrones estructurales de tipos genéricos de historias: fabula, €pica, ro-
mance, tragedia, comedia, farsa, etc.
Visto desde esta perspectiva, el apotegmade Marx acerca deciertas clases
deeventos historicos ocurriendo “de alguna manera, dos veces, laprimera
vezcomo una tragedia, la segunda como una farsa”, puede sermodificado
para decir: cualquiersecuencia de eventos puede seralegorizada yacomotra-
gedia ya como farsa sin amenazarla precision con acual los “hechos” son re-
presentados en elrelatoenefecto contado de unamanera masque dela otra
Efectivamente no habriaimpulsoalguno para distinguir una narracién pu-
tativamente “real” (0 “verdadera”) de la version de lacronicasino hubieraal
menos dos maneras de construir plausiblemente latramade loshechoscomo
narraciones de diferentes clases. Enel nivel dela interpretaci6n historicarepre-
sentada por lanarrativizaci6n, noes unacuestién de versiones “verdaderas”
contra “falsas” sinomés bien de cudl de entre unnumero de posiblesconstruc-
cionesdelatramadelos “hechos” se considerara “apropiada” para su repre-
sentacion como una“narracion’. ¥ esto depende, asu vez, dela perspectiva
(que solfaserllamadael“modo")adoptada porelnarradoranteloseventosre-
presentados, particularmente la perspectiva moral desdelacualellossonvistos
(comosuperiores, in‘eriores, oen elmismo plano, como: decia Aristoteles). Las
60Lahistoriografiacomonarracion
narraciones historicas son siempre alegorfas morales, incluso silamoralidad
reflejada ensu interior esla amoralidad del observador meramenteironico
de una “comedia humana”,
Este aspecto alegérico del relato historico amenudose pierdede vista por
aquellos que defenderian la “historia narrativa” —debido aunaseriede razo-
nes-. Desde que laalegorizacién es pensada convencionalmentecomouna
técnica para producir un significado distintivamente mistico (oanagogico),
elcompromiso de los historiadores con laverdad factual harta de élelene-
migonatural delosalegoristas y desconfiados de las técnica figurativas usa
das para producir alegorfas. Los relatos histéricos son considerados
defectuososen la medidaen que se apartan de la literalidad de las oraciones
yse permite laclase de figuraciones que los poetas y los retoricos practican
como rutina. El relato “real” se opone a unrelato “ficticio” o“mitico” como
unaconsideracion (de cualquier cosa) asertomada literalmente, se opone a
una consideracion cuyo propésito sea sertomadaalegéricamente. Peroesta
oposicién oscureceel hecho de que una historia factual puede ser aprehen-
didacomounahistoria solamente en lamedidaen que puede serleidacomo
una alegoria de los procesos envueltosenlacreacion de eventos “imagina-
rios” con lacoherencia del tipo de trama ficcional.
Esta nocion esreconocida poraquellos historiadores y los teéricos que
condenan a las “filosofias de la historia” (tales como las de Hegel, Marx,
Comte, etc.) que pretenden haber descubierto la “trama” de la historia mun-
dial cuando en realidad, lacriticasefiala, los filésofos de la historia han in-
ventado esta tramay laimpusieron sobre lo abigarrado de los eventos que la
cronica mundial despliegaa la vista. Y enefecto, la defensa dela “narrativa
histérica” esamenudo lanzada alegando que antes que imponer una trama
sobre los eventos, ésta simplemente cuentael relato de “lo que sucedio”, sal-
vando de este modo a los agentes humanos de los eventos desde un determi-
nismo que es simplemente de naturalezaautoral. En realidad, Jas filosofias
de la historia bien pueden ser, comosuscriticos mantienen, “sobredetermi-
nadas conceptualmente” y desatentascon los detalles concretos, factuales,
y son ellas alegoricas en la medida en que cuentan sus relatos de manera tal
como para producir un significado figurativo para lo que se supone debe ser
‘una version literal de “lo que realmente esta pasando” en la historia mun-
dial. Pero estono los distingue de aquellas historias o aspectos de historias
organizadosen forma de relato como representacién. Puesunrelatonoes
61Hayden White
reconocible como tala menos que éste sea constituidoen la trama;laidea de
unrelatosintramaes una anomalfa. Es que séloen la filosofiade lahistoria
alatramase le da mas importancia quealacronica de lacual es unanarrati-
vizacion.
Mucho delo que numerosos historiadores perciben comolairrelevancia
delosintentos de recientes filésofos poridentificar la “logica” de la “explica-
cion historica” formulada en la forma de “relatos”, deriva de una {alla por
aprehender la diferencia entre construir un relato y compilar unacrénica.
Como resultado, en sus esfuerzos por identificar el criterio porel cual evaluar
las pretensiones de verdad y lacoherencia de los relatos historicos, losfil6so-
foshan proporcionadoamenudo anilisis de las estructuras logicas y las tela
cionesentrelos enunciados y los referentes que son caracteristicas solo de las
cronicas, y node relatoalguno. Como explicaun filésofo que hacontribuido
mucho ala discusién de las historias narrativas, LouisO Mink:
Uno puede considerarcualquiertextoen el discurso directo como una conjun-
cin logica de afirmaciones. Elvalor de verdad del texto es, entonces, simple-
mente una funcién légica de la verdad o falsedad de lasafirmacionesindividuales
tomadasseparadamente: la conjunciones verdaderasi y s6losicadauna delas
proposicionesesverdadera. La narrativaha sido analizada de hecho, especial-
mente por filésofos con la intencién decompararla forma dea narrativa con la
forma delateorfa, como si fuera nadamas que una conjuncién légica deenun-
ciados pasado-referentes; y sobre tal analisis no hay problema dela verdad narra~
tiva. Ladificultad con elmodelo de la conjuncién Logica, sin embargo,esqueno
esunmodelodenarrativa enabsoluto. Es, mejordicho, un modelo deunacto-
nica. La conjuncién logica sirve bastante bien como una representacion de la
tinicarelacion de orden de lascronicas, lacual es*...y entonces... yentonces.
yentonces...yentonces. ..”. Las narrativas, no obstante, contienen indefinida-
mente muchas relaciones de orden e indefinidamente muchas manerasdecom-
binar estas relaciones. Es a dicha combinacién a que nos referimos cuando
hablamos dela coherencia de una narrativa,ola falta de tal. Estaes unatareano
resueltadelateoria literaria la de clasificarlasrelaciones de orden de laformana~
rrativa; pero cualquiera que sea a clasificacion, deberta quedar claro queunana-
rrativa histrica afirma la verdad no sdlo para cada uno de los enunciados
individualestomados distributivamente, sino parala forma complejadelana-
rrativa misma. [Mink 1987, 197-98]
62Lahistoriografiacomonarracién
Podria haber ono una“logica” del relato; pero hay ciertamente “formulas”
del relato, queson clasificables como los tropos poéticoso retoricos, figuras,
y lugares comunes, c6digos genéricos, y modalidades narrativas usadas en la
composicion de cualquier ficcion. Y si bien serfa posible idear un modelode
lalogica que dé formaacualquier acuerdo sobre tales formulas en unanarra-
tivaespecifica, las narrativas cobran sus efectos como narraciones “interesan-
tes” tanto por la violacion de las normales expectativas de legibilidad con
respectoa como estas formulas deberian ser usadas, asi como también porlo
que ganan como unefecto de ser narraciones “verosimiles” al llenar esas ex-
pectativas. La “narracién’ historica cobra verosimilitud tanto porssu “flexion”
delacronicaa las exigencias de la construccién de la trama genérica,como
porlaveracidad de sus enunciados de hechos, por un lado, y la consistencia
Jogica que cualquier argumento formal pueda ofrecer en sus pasajesno-na-
rrativos y mas puramente disertativos, por el otro.
Las observaciones de Mink sefialan las dificultades inherentesa cualquier
andlisis de lanarracion historica basado tnicamente en un modelo de lacomu-
nicacién del discurso. Este modelo dirige laatenciénala *narracion” ensus
aspectos como un mensaje acerca de un referente extrinseco (los eventos)
uansmitidos por un emisor (el historiador)a.un destinatario(ellector). Desde
esta perspectiva, la “narracién” contada debe ser considerada como la forma
del mensaje, frente asus contenidos (entendidos como “informacién” porun
ladoycomo “explicacién” porel otro). Pero tal enfoque tenderainevitable-
mente aiignorar o a descartar como irrelevantes los aspectos performativos del
relato, lamanipulacion por parte del narrador de los cédigos narrativos por
los cuales dotara conjuntos de eventos con losatributos de los elementos de
lahistoria y las funciones del argumento. Este aspecto performativo del re-
lato suele ser considerado, acertadamente, como ret6rico, pero retoricoen-
tendido como mero ornamento mas que como unatécnica de estructuracion
que produce un “contenido” del discurso muy distinto que los “hechos” re-
latadosen lacronicay las“explicaciones” ofrecidas en cualquierargumento
expuesto en la disertacién. Lanarracion contada, omas bien construida por
lafiguracién retorica, noes meramente un intermediario de un mensaje, sino
parte del mensaje mismo—aunque, por supuesto, en cualquier narrativa que
pretende representar la realidad “realisticamente” es necesario encubrirel
status de la narracién comoel mensaje. Silos procesos historicos han de ser re-
presentados como viendolaclase de patrones que permitesu representacion
6Hayden White
‘enuna“narracién” que ha de ser considerada también como “veraz” 0 “real”,
los troposy las figuras usadas en ella deben ser hechos para parecer que tie~
nen.una funcion puramente descriptiva, mas que la funcion detraducir que
enrealidadcumplen.
Latraducciénaludida esaquella entrelos hechos registradosen|acronicay
asestructuras genéricas de tramas disponibles en cualquier cultura paradotar
aloseventos conatro significado que el desu status comoelementos de las ex-
plicacionesyaseade la clase de sentidocomun ode laclase cientifica. Conce~
bida de esa manera, la “narracin” producida por la narrativizacion de los
hechos registrados en lacr6nicatiene dosreferentes: por un lado, loshechos
mismosy, porelotro, la estructura de trama genéricaelegidaparaservir como
elmodelo paracodificarlos hechos como unanarraci6n. Enotras palabras, la
narracién historica separa laatencién de loslectoresy la dirige en dos direccio-
nes simulténeamente: poruna parte, hacialoshechos, alos que trata como un
referente manifiesto; y por laotra, hacialaestructura genéricadetrama, quesirve
‘como un “icono" de laestructura de loshechos y comoun referentelatente. Este
proceso detraduccion asi concebido puede decirse que usatodsslastransfe-
rencias tropolégicas principales que laret6ricaclasicaclasificé como metafora,
metonimia, sinécdoque e ironta (ocatacresis) y que Freud, ensusdiscusiones
sobre los mecanismos de laelaboracién “ontrica” amo “condensacion, despla-
zamiento, simbolizacion y revision secundaria”. Tal proceso de traduccion fue
loque Barthes tenfaen mente en “El discurso de la historia” cuandocaracteri-
zabaalanarrativa historica como unasustitucion subrepticia designificados
(contenidosconceptualeso ideacionales) porsignificantes (los eferentes Pu-
tativos, loshechos, del discurso). Estatransferenciatiene el efectode hacer que
lanarracion contada parezca ser una eproduccién mimeticade los eventos ca-
racterizadoscomo hechosen lacronica, Pero en realidad cualquier parecido
que lanarraciontengacon los hechoscontenidosen lacrénicaes una’ funcion.
del proceso de simbolizacion producidoen!a fusion de una estructura genérica
detramacon loshechos de una cronica. Es precisamente tal fusion la queesin-
dicada porel término alegorizacién. Yesporesto queesmasapropiado consi-
derara las narraciones historicas menos como explicaciones de los eventos
sobre los cualesellas hablan que como alegoriasemitidas en los modos de los
tiposde narracion deloscualesellosson instancias enlosdiscursos.
Permitanme recordarles quelo que he estado diciendono seaplicaala to-
talidad de cualquier discurso hist6rico dado, sino solamente aaquel aspecto
64Lahistoriografia comonarracion
de éste que he llamado narrativizacion o relato. Se podria imaginar un dis-
curso histrico que contuviera muy poco “relato’, que contuviera principal-
mente de losniveles de lacrénica y la disertacion (0 el argumento formal).
Die Kultur der Renaissance de Burckhardt, La Démocratie en Amérique de Toc-
quevilley “The Waning of the Middle Ages” de Huizinga serian ejemplos de
tales discursos. Lo que sea que las “narraciones” contengan aparece dentrode
asestructuras de sustextosy sirven principalmente como ejemplos oilus-
traciones de los principios disertativos generales, mas que como marcos para
lostextos tomados en su conjunto. Se supone que Huizinga ha dicho que él
noofrecié una version detallada de Juana de Arcoen su gran estudio sobre la
sensibilidad religiosa de la tardia Edad Media porque su libro no podia per-
mititse el lujo de unaheroina. Hay narracionesen abundancia en Elotono de
la Edad Media, pero masala manera de anécdotase ilustraciones sobre la or-
ganizacion de los conceptos, que como marcos parael discurso en sucon-
junto. El modo narrativo del discurso es usado para designar el objeto de
estudio y sus varias partesy paracaracterizarlaestructura del procesoentero
del cual lametafora de la “hora otofial” es un indicador figurativo. Pero sila
version de Huizingatiene una “trama”, es lano-tramadelasaturacion;y sitiene
una “narracién” es lano-narracién de la disecacion y el fallecimiento quesolo
anticipa unanarracién-emergiendo-y-formandose-para-ser-contadaen otro
‘momento, lanarracién del Renacimiento mismo.
Miscomentariosestan destinados a ahordarla cuestién de la historiogra-
fiacomo relato. Si parecen sugerir que, en lamedidaen que un discurso his-
torico se presenta como una narraci6n, es indiscernible de las “ficciones”
literarias tales como épicas, romances, novelas, novellas, etc., 0 incluso
“mnitos”, debo confesar que ésa es lamaneraen que veo esta cuestion. Elarte
delos grandes narradores historicos, desde Herodotoa Gibbon, aMommsen.
y demas, es a menudo digno de contemplacion ¢ incluso de emulacion
tiempo después de que sus “datos” hayan sido incrementados porlainvesti-
gacion moderna, mucho mésallé de lo que ellos fueron atin concientesy sus
“explicaciones” hayan sidorelegadas al estatus de prejuicios delaeraen la
cual ellosescribieron.
65Apéndice: citas ilustrativas
Lascitassiguientes bien podrfan habersido insertadasdentro de mi dis-
curso en los lugares apropiados, como ilustraciones de la vision que yohe
atribuidoa los comentaristas del problema de la “historiografia como narra-
cién”. Pero en la forma gnémica que esa citaimpone acadaexpresion, ¢qué
clase de autoridad podria haber reclamado para ellas? Estan dadas en el
orden alfabético de los apellidos de sus autores.
ARON: ;Cémo puede unonarrar el desarrollo de unsector singular ouna
entidad completa. .. sin un esquemao teorfa paraese sector o entidad?... es
larepresentacién de un desarrollo unilineal ipso facto erroneo? ... ;O debert-
amosrecordar que laalineaciénalolargo de un solohiloconductor de lossu-
cesivosestados de una entidadhistorica no es lo mismo que unaexplicacién
ni gufaalconocimiento cientifico? [1973, p. 250]
BARTHES: Lanarracion deeventos pasados que, en nuestracultura desde
losgriegos,esta sometida generalmentea lasancién dela “ciencia” hist6ricasi-
tuada bajo laimperiosagarantiadela “realidad”, justificadapor principios de
exposicién “racional” esanarracién gdifiere realmente, poralgiin rasgoespe-
cifico, poralgunaindudable pertinencia, delanarracion imaginaria, tal como
Jo podemos encontrar en la epopeya, la novela, el drama?... [1987, pp. 163-
164] Comose puede ver, porsupropiaestructuray sin tenerque verlasustancia
delcontenido, el discurso historico es esencialmente elaboracion ideol6gica,o,
para ser mas precisos, imaginario, sientendemos por imaginario el lenguaje
gracias cual el enunciante de un discurso(entidad puramente lingutstica)
“tellena’ el sujeto de la enunciacién (entidad psicolégicao ideol6gica)... [Ibid.,
p.174] Enotrostérminos, ena historia “objetiva’, la “realidad” noesnunca
otracosaunsignificado informulado, protegidotraslaomn:potenciaaparente
delreferente. Estasituacién definelo que podria llamarseel efectode realidad.
[Ibid.,p.175] [1981, p. 17delatraducci6n al inglés}.
67Hayden White
Hay, pues, que oponerse a las pretensionesde «realismo» del relato. ...la
funcion del relato no es la de «representarse», sino el montar un especta-
culo... 1977, p. 54] Elrelato no hace ver, no imita [Ibid., p. 55.] [1977, p.
124 delatraducciénal inglés].
BRAUDEL: La historianarrativatan caraalcorazon de Ranke nosofrece
[un] destello perono iluminacién; hechos pero no humanidad. Notese que
esta historia narrativa siempre dice relatar “las cosas s6lo como ells real-
mente pasaron”. .. De hecho, por el contrario, en su propia manera encu-
biertaconsisteen una interpretacion, una auténtica filosofia dela historia.
Para los historiadores narrativos, la vida de los hombres est dominada por
accidentes dramaticos, por las acciones de aquellos seres excepcionales que
cocasionalmente emergen, y que suelen serlos duenos desu propio destinoy
atin mas del nuestro. Y cuando ellos hablan de “historia general”, delo que
realmente estan hablandoes del entrecruzamiento de tales destinos excep-
cionales, porlos cuales obviamente cada héroe debe combatir. Una falacia
ilusoria,como todos sabemos. [1967, p. 119]
CROCE: Lastorianarra. [1951,p. 19]
ELTON: Los trabajos historicos pertenecenauna de tres categorias: des-
cripeion, andlisisy narrativa. .. Lanarrativacuentaelrelato, y cuan largoseael
lapsotemporalnoes algomaterial... Las descripciones ylanarrativa. . tienen
dosaspectos, unoes superioral otro. Las formasinferiores son el anticuaria~
nismoylacrénica; las superiores, la descripcion significativa del pasado.... yla
historianarrativa propiamente dicha. [1967,p.119]
FOUCAULT: ... mientras mejoraceptasu relatividad, masse hundeenel
movimiento que le es comin con lo que relata, mas tiende entoncesalanimie-
dad delrelato, y todoel contenido positivo que se dioatravés de las cienciashu-
manasse disipa. [1968, p.360] [1970, p. 371 delatraduccionalinglés}
GADAMER: Con toda, la verdadera intuicin del conocimiento hist6rico
noesexplicarun fenémenoconcreto como un caso particular de unaregla
general... {1] su objetivo verdadero. .. escomprenderun fenémeno historico
ensusingularidad, en suunicidad.[1970, p. 116]
68‘Apéndice: citasilustrativas
GAY: Verdad y retorica son malos amantes. .. Lanarracion historicasin
andlisis es trivial, el andlisis historico sin narracionesta incompleto. [1974,
p- 189]
KRISTEVA: En lanarrativa, el sujeto que hablaseconstituye comoel sujeto
de una familia, un clan o grupo estatal; hasidodemostrado que la oracién sin-
t4cticamente normativase desarrolla dentro del contexto de una narracion pro-
saicay, luego, historica. La apariencia simultanea del género narrativoy laoracion
limitael proceso de significacién hacia unaactitud desolicitudy comunicacion.
Porotrolado, dado que la poesia trabajaen lafranjaentreel significante yelsig-
nificadoy tiende a borrarla, seriaun grito de protestaanarquico contralaposi-
cién arbitrariay socializante del lenguaje sintactico. (1980, p. 174]
LEGOFF: Laetimologianosconducea un rechazo radical del evento, y
deesta maneraal ideal de una historia no narrativa. (1973, pp. 206-207]
Laescuela de Annales detestaba el trio formado por la historia politica, la
historia narrativay lacronicao la historia epis6dica (evenementielle). Todo
esto, para ellos, eramera pseudo historia, historiabarata, un amorio super-
ficial que preferia las sombrasalasustancia. [1972, pp. 340]
LEVI-STRAUSS: Basta con reconocer que la historia esun métodoal cual
nocorresponde un objeto distinto y, por consiguiente, con recusarlaequiva-
lenciaentre lanocién de historiay la de humanidad... De hecho, la historia
noestaligada al hombre, nia ningun objeto particular. Consiste totalmente
ensumétodo.... [1964, p. 379, notaal pie de la edicién en castellano, 1962,
pp. 261-262]
Elprogreso del conocimiento ylacreacion delasciencias nuevasse rea-
lizan mediante la generacion de antihistorias, quedemuestran que un deter-
minado orden, que es el unico posible en un plano, deja de serlo en otro
plano. [1964, p. 380, 1962, ibid.]
MUNZ: Ya debe quedarclaro que no hay distincién absolutaentre mito,
ficcion e historia y que todas las narraciones sean miticas, ficcionales o hist6-
ricas pueden ser juzgadas mirandoa otras narraciones. No pueden serjuzga-
das—y esto es tan cierto para la historia como para la ficcién—mirandoa la
realidad oala res gestae. [1977, pp.220-221]
69Hayden White
POPPER: Desearia defender lavision, tan amenudo atacadacomo fuera
demoda porlos historiadores, de que la historia se caracteriza por sus intere-
sesen los eventos reales, singulares0 especificos, mas que en lasleyes o gene-
ralizaciones. .. Enel sentido de este anilisis, toda explicacion causal deun
evento singular puede ser considerada histérica en la medida en que la
“causa” sea siempre descrita por condiciones iniciales singulares. Yestoes
enteramente acorde con la idea popular de que explicar causalmente una
cosa es explicar como y por qué sucede, es decir, es contar su “historia”.
11961, pp. 143-144]
RICOEUR: Mi primera hipstesis de trabajo es que la narratividad y la
temporalidad estan relacionadas estrechamente —tan cercacomo, en térmi-
nos de Wittgenstein, un juego del lenguaje y una forma de vida-. En efecto,
tomolatemporalidad como aquellaestructura de laexistencia que investiga
ellenguaje en la narratividad y lanarratividad como la estructura del len-
guaje que tiene alatemporalidad como su ultimo referente. Surelaciones
Pportantoreciproca. [1981,p. 165]
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