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2. Lahistoriografia como narracion * Pensé en abordar este tema por medio de una narracion. Casireflexiva- mente, esbocé una “historia” de las varias discusiones de la “historiografia comonarracion” que hantenido lugar en Europa y Norteamérica desde los aios’40. Enel mundo angloparlante, los términos de futurasdiscusiones fue- rondejadosde lado durante laSegunda Guerra Mundial por Poppery Hem- pele un lado y por Collingwood del otro. El intercambio entre estas dos convenciones dominarialadiscusién filoséficadeltopico, por aproximada- mente tres décadas. En Francia, lacritica de “la historia narrativa" lanzada por el grupo Annales fue levadaadelante por Braudel en los’50,en gran medida encl interés de unificarlosestudios historicoscon lasciencias sociales, espe- cialmente la etnografiay la demografia, perotambien la geografiayloque po- dria ser llamado la historia de los “entornos”, mas que aquella sobre los agentes humanos y lasinstituciones politicas. Esta critica dela historianarra- tivafue balanceada poruna defensade lanarrativa como una clase de explica- cion diferente de, aunque no inconsistente con, el modelo explicativo “nomolégico-deductivo" de las ciencias fisicas, elaboradas en diferentes vias por Walsh, Donagan, Dray, Galileo, Mink, Danto, Morton Whitey Maurice Mandelbaum en aproximadamente el mismo perfodo. Enlos’60, elestructu- ralismo, yano sélo un movimiento dentro delalingutstica y laantropologta, eraahora representado comoel método delasciencias humanas,caracteriza- das por su desdén porel “método historico” y suacercamiento, analiticoales- tudio de las representaciones “narrativas” delarealidad. El estructuralismo constitufa una amenaza parala historia-en-general tanto como parala“histo- riografia comonarracién’ Pero estaamenaza fue contrarrestada porlaher- menéutica, revividaen Alemaniaespecialmente por Gadamer, lacualtomé.a laconciencia historica” como una de sus bases yala “narratividad” como una estrategia representacional privilegiada conducenteal “entendimiento” delos “Traduccion de David Martin, 33 Hayden White eventos humanos que no podian ser“explicados” por procedimientoscientt- ficos. Al mismo tiempo, dentro de los estudios literarios y lingatsticos un nuevo campo de investigaci6n llamado “narratologia” complicé inmensa- mente las discusiones sobre “narrativa” sometiéndola al microandlisis en todas sus formas, desde el cuento folkldrico humilde y la fabulahastalasno- velas post-modernistas mas complejas. La critica estructuralistay post-es- tructuralista, representadas por Barthes, Genette, Freimas, Althusser, Eco, Derrida, Kristeva (verapéndice), y unamultitud de otros, pronto pondrian la nocién misma de “narratividad” bajo cuestiOn, especialmenteenlamedidaen que ha sido considerada unaestrategia o tactica representacional ideolégica- mente “inocente”. No solo “la historiografia como narraci6n” sino también “lanarraci6n’ en general, fue acusadade ser el principal instrumento de una ideologia “realista”, en efecto, como ideologia tout court. Fue tentador, por consiguiente, pensar en este cumulo de discursos, todos concernientes de una manera u otra “la historiografiacomonarra- cién”, como momentos de una secuencia que puede ser concebida o al menos representada como fasesen un simple relato, unasimple historia. La secuencia pudo haber sido conceptualizada como un proceso dialécticoa través del cual un simple sujeto, asaber, eltopico de “Ia historiografiacomo narracién”, habia pasado haciaunaclarificacién (o, parausar aterminologia hegeliana, una “actualizacion”) deloselementos de su “concepto” (Begrif). Elvalorrelativo de las contribuciones de los varios discursosaeste proceso declarificacion pudo ser entoncesensayado. Y a nosotros se nos permitiriaen- tonces, consideramnos como los legatarios de los aspectos positivos de este agon, Podemos pensarnos.a nosotros mismos como capaces de determinar (como Croce habria dicho) “lo que estaba viviendoy ‘loque estabamuerto” enlasnocionesrecientes de la “historiografia comonarracion”. Después de todo, las narrativas tratan con nacimientosy muertes, arribosy partidas yas- censosy degradaciones de los varios personajes que habitan laescena de su. atencién. Perouna “version narrativa” delastantasdiscusiones de la “historiografia como narracién” presentada durante su perfodo habria sido objeto de acu- saciones de distorsién, reduccionismo y de falta de atencién (disattenzione, como podria haber dicho Moravia)ala diversidad de interesesy la variedad de preocupaciones de la disciplina que los habia motivado. Elt6pico habia sido dirigido porhistoriadores, cientfficos sociales, filésofosy teoricos de li- 34 Lahistoriografia comonarracién ceraturay lenguaje ~desde perspectivas tan diferentes que uno podia cues- tionarlegitimamente s: la frase “historiografia como narracion” podriaser dichaparadesignar un t6pico particular comiina todasellas. La “historiogra- fia como narracion” habja sido vista por algunoscomo un modelo del dis- curso humanista, el nico capaz de representarla variedad, la vivacidad, la particularidad, y laindeterminacién de las ‘acciones especificamente huma- nas. El “método historico” habia sido caracterizado como un. modo de inves- tigacion especialmente bien adaptado para proteger de las tergiversaciones de los procesos sociales alasque la“ideologia" yla“filesofia delahistoria’ (en sus formas totalitarias) eran especialmente propensos. Para algunos tedricos, laideologiaerala “filosofiade lahistoria” elaborada como la base dena po- Ittica, inevitablemente, de caracter totalitario, mientras que Ja “historiografia comonarraci6n” erael antidoto para tal enfermedad. Al mismo tiempo, la “historiografia como narracién” habiasido vista come un paradigma de pric- ticas retrogradas en las ciencias humanas, como un. residuo de pensamiento «mitico” en las ciencias sociales, ycomo un impedimento paralacreacion de un método genuinamente cientifico del mismo andlisis histérico. Final- mente, la “historiografia como narracion” habfasidoatacada como el tipo mismo del discurso ideologico que comerciabacon lasrepresentaciones su puestamente “realistas” de la realidad mientras se identificaba inevitable- menteala “realidad” conel statusquosocial. Obviamente, uno podia haber adoptado la amplia perspectiva del histo- riador delaculturay nacer de esto una cacofoniade voces, discursos, argu- mentos, hipstesis, acusaciones, contraacusaciones y celebraciones, una sinfoniade“momentos’ enn proceso cultural mucho mas general, aspectos dela “crisis de representaciones” en la cultura’ occidental de la cual el arte post-impresionista,laliteratura post-modernista,y aciencia post-newto- ‘nniana fueron todas pensadas como manifestaciones. Pues la historiografiaes ~ohasido tradicionalmente pensada para ser—una empresa de representacion porexcelencia, de lacuallanarracién fucel principal instrumento discursivo ‘Como indicé Auerbach en su version clasica del: es{uerzo milenario delacul- turaoccidental para “representar larealidad de unamanera realista”,eldes- tino de la representacién concebida como mimesis estuvo fntimamente relacionado, si no identificado, con el logro espectficamente de una “con- cienciahistérica” y unamaneraespectficamente “hist6rica” derepresentarla realidad social, ya seaen prosa “objetiva” 0 “ficcional” 35 Hayden White Peroel haber subsumido el relato de las discusiones recientesde la “his- toriografia como narracion” aestacrisis mas general de representacién po- dria haber implicado sugerir que el problema crucial en este debate erala conciencia historia, un interés en historia, ola posibilidad del conocimiento histérico. Y éste no fue el caso en absoluto—al menos, como lo veoahora,con elbeneficio, como se dice, de la “perspectiva historia’. Alcontrario, no fue la*historiografia” la que estaba siendo cuestionadaen esta discusi6n, sino masbien el modo narrativodela representacion historiografica. Nisiquiera Lévi-Strauss, Barthes, Foucault, Derridao Kristeva sugirieron queun cono- cimiento dela historia (el pasado, los procesos historicos, los eventos, lases- tructuras y dems) fuera innecesario, indeseableo imposible. Elquid dela Cuestion erasi ese conocimientoera representado mas provechosamenteen laforma de un discursonarrativo. Sin dudas huboun desacuerdo sustancial acerca de cémo el objeto dees- tudio designado porel término “historia” debfa ser construido, el"método” queibaa serusadoen suestudio, el tipo de “explicacion” que tal estudio po- driaposiblemente producir, ylosusos a los cualesesta clase de explicacién podria insertarse en la planificacion social, la teorfa politica, la politica edu- cativa y demés. Pero éstoseran problemas que pudieron ser discutidos sin tener que tomar una posicion u otra sobre lacuestion de si el conocimiento historico se expresamejoren un modo narrativo del discurso ono. Comoel mismo Lévi-Strauss sugiri6, en la medida en que una narrativa historica pudoserconcebida simplemente como un discurso organizadocronologi- camente (0 diacrénicamente), no hubo nada problematico ni intrinseca- mente objetable sobre esto. Tal organizacion de los datos recogida en cualquier campo de lainvestigacion era un momento o una etapanecesaria ensusujeciénaunanilisiscientifico adecuado, el cual consiste ensacarala luzlacoherenciz estructural que pudieramostrarse que estos datosdesplie- gan. Y de hecho, la mayorta de los historiadores contemporaneos-especial- mente aquellos que trabajan en los campos de la historia socialy econémica, perotambién historiadores de laculturae incluso historiadores de la polt- tica-estaban interesados en hacer precisamente eso. Estaes laraz6n porlacual muchos historiadorestuvieron tan pocointerés enlas discusiones de los fil6: sobre “explicaciones narrativas”ytuvieron recelo de la identificacion de los cientificossocialesde los“estudioshist6ricos” con la “historia narrativa”. S6lo una minorfa de historiadores profesionales 56 Lahistoriografia comonarracién consider6alahistoriografiacomounarte predominantemente'literario” in- teresado primeramente en la composicién de una “narracién” ~aunque, al mismo tiempo, muchos historiadores profesionales se resistierona laimpor- taciénmasiva de las metodologias de las “cienciasdelaconducta” alosestudios hist6ricos, porconsiderarlos inutiles parael anilisis de la clase de “evidencia” conlaqueloshistoriadores tienen que tratar-. Paralamayoriadeloshistoria- dores, lanarrativaeraun modo representacional que podian usar ono, depen- diendo de sideseaban prover una descripcién de una formade vida, un andlisis de ella, o una historia sobre ella. Los historiadores se pensaron a s{ mismos como interesados especialmente en el estudio de los procesos de cambio, transformacién, variacion sobre elcurso del tiempo en sus objetos deestudio y demas; peroeste interés no los comprometia necesariamentea la clase de “re- lato” que habia caracterizadolo que el saber popular de la profesién conside- raba que fuerael lineamiento principal de las précticas historiograficas del siglo XIX—y ciertamentetampocoacomprometerse con las versiones “dramaticas” delos procesos sociales, tal como losacusaban losdefensoresdelascienciasso- ciales “analiticas” o “estructuralistas” Lacrttica del propio Braudel sobre la “historia narrativa” estaba conectada consu interés por desplazarla atencién del estudio de unicamenteloseventos politicos y los procesos hacia el estudioa gran escala, procesos relativamente impersonales que, segin él, constitufan un orden diferente de causalidad y co- rrelacion queel que prevalece en el nivel relativamente superficial de lasma- niobras politicas cotidianas entre las naciones, los estados, las regiones y las figuras politicas destacadas estudiadas por loshistoriadorestradicionales. Las versiones “narrativas” de los procesos y losconflictosenel nivel politico pudieron servistascomo legitimas incluso necesarias porque, eneste nivel del anslisis, los “datos” nose prestan alas técnicas de correlacionestadistica alamaneraen que las “series” dela “longue durée” parectan hacerlo. Yen efecto, como Raymond Aron sugiri6 en unarecopilacion de unaconferencia quemantuvoen Veneciaen 1971, tal vezuna clase de historiografia que fuera solamente narrativista en su modo de representar eventos fue tantonecesario como deseable para centrar la atencién en ciertas areas dela experiencia hu- mana aunnosometida al control de las técnicascientificas del andlisis—de las cualesel Area de la experiencia politica era seguramente una. De todos modos, la cuestion de la mejor manera de estudiar “historia” pudo ser distinguida de la cuestion de la representaci6n de los procesos his- 37 Hayden White toricosen el modo narrativo del discurso. Por otra parte, esta cuestion pudo serseparada también dela cuestién de sitales procesos eran “explicados” 0 no, contando un relato acerca de ellos. En otras palabras, tres problemas fue- ron objeto de debate bajola rubrica de la “historiografia como narracion”: el problema de cémoestudiarel pasado y sus procesos; el problema del modo discursivoen el cual hablar sobre los procesos historicos; y el problema de la fuerza explicativa de las representaciones de los procesos histéricos como “narraciones”, Fueel tercero de estos problemas el que estabasiendo tratado por los filé- sofos, cientificos sociales e historiadores interesados en la reforma de loses- tudios histéricos en una direccién mas cientifica. Todos pudieron concordar ‘que una variedad de métodos podria serusadaenel estudio del pasado y sus procesos. Los limites podrian ser trazadosenel puntoen el quelametodologia sevolviera identificable comoideclogia, pero dentro de los limitestrazados de estemodo, el eclecticismono solo fue tolerado sino también recomendado. Pero hubouna tendencia general aconfundirel segundo problema (aquel delmodo discursivo enel cual hablar sobre los procesos hist6ricos) y el tercer problema (el de la fuerza explicativa de las representaciones de los procesos hist6ricos como “relatos”),yconcluir quese habria resuelto el tiltimo cuando se hubiera resuelto el primero, 0 viceversa Esta confusién, creo, result6 de unaambigiedad en la nocion de“na- rrativo” que indica tanto una manera de hablaro de abordar, como unaes- tructura discursiva. A este respecto, el término “narrativo” se diferencia del término “historia” que podria indicar tanto unaconsideracion de un objeto (elpasado, sus procesos, y eventos componentes y demas) como el objeto mismo. Pero como la teorfanarratolégica contemporanea parece demos- trar, es virtualmente imposible evitarla manera narrativa de hablar, en. al menosalgiin nivel del discurso, cuandose deseadesignar un objeto poten- cial deestudio como perteneciendoa el pasado” mas que a“un presente”. Considerada como una manera de hablar o un modo de abordar, la narra- tiva es distinguible de otrosmodos del discurso por sus: identificablesca- racteristicas léxicas, gramaticales y retéricas. Se caracteriza por favorecer el uso de la tercera persona (en lugar de la primera), varias formas del tiempo pasado (en lugar del presente el futuro), el modoindicativo| (mas que elimperativo, interrogativo ocondicional), y porevitar el uso de cier- tasclases de deicticos 0 indicadores adverbiales destacados en laalocucion 38 Lahistoriografiacomonarracion discursiva directa (tales como “aqui”, “ahora”, “ayer”, “manana”,etc.). Ni siquiera Braudel pudo prescindir de una manera de hablar narrativa, dado que es inevitable en cualquier discurso que se desee hablar impersonal- mente acercade eventos pasados considerados como objetos de percepcion (posible) de patrones discernibles de desarrollo. La retricaclasica distin- guiaentre una serie de tales modosde alocucién discursiva, dela cual lana- rrativa fue solo una -siendo la disertativa, la dialogistica, la lirica, la deliberativa, etc. algunas otras—. Lamayoria de los reportes historicos, incluso los mas antiguos, usan unacantidad de estos modos de hablar y, de hecho, son bastante mas “po- liglosiales” (lanocion es de Bakhtin) de lo que la frase “historiografiacomo narracion” sugeriria. El problemaen cuestin, entonces, es espurio, sielto- pico indicado porla frase “historiografia comonarracion” se supone para poner en juego el andlisis de discursos hist6ricosactuales emitidos en una manera de hablar uniformemente “narrativa” o “no narrativa’. Pues tal cosa no existe ni podria alguna vez.existir—y seguir siendo considerado un dis- curso “hist6rico”—. Un discurso especificamente “hist6rico” debe contenerelementosnarra- tivossimplemente con la finalidad de indicarsu objeto de estudiocomo per- tenecienteal pasado mas que a algun presente putativo y para designar las, caracteristicas del objeto que lo hace aprehensible como un elemento de un proceso discernible, Lacuestion del status epistémico de la “historiografia como narracin” podra surgit solo siel proceso mediante el cual el objeto se cons- truye para serun elemento, es entonces representado como manifestandola clase de coherencia formal encontrada por otra parte sélo en las estructuras argumentativas de las formas (0 géneros) narrativas reconocibles. Gruposdeeventos, originalmente ordenadoss6lo como unasecuencia, reciben unsignificado secundario por parte de su redescripcioncomoele- mentosyy funciones de tipos de relatos reconocibles. Esta redescripcion es usualmentelo que se entiende porla “narrativizacién” de loseventos (o he- chos) registrados en la “crénica”, y por consiguiente la distincion entre his- toriografia como una mera cronica por un lado, y la historiografia como narrativa, porel otro. Pero la distincién es espuria en lamedidaen que esto sugiere queel “relato” extratdo de lacrénica y “contado” en|a narrativa es més adecuadoala representacion veraz de los “eventos” registrados en lacro- nicade lo que loes|acrénica misma. 39 Hayden White ‘De hecho, es lacronica, consideradacomo unasecuencia deenunciados singulares existenciales (predicados), la que solo puede ser sometidaalexa- men de un criterio de verdad por correspondencia. Las narraciones histori- cas, los productos de las “narrativizaciones”, no puede decirse que correspondana algo distinto quealos tipos genéricos de relatode los cuales son instancias. Las narraciones historicas necesariamente se desvian del orden y loscontenides de las descripcionesliterales de los eventos dadosen lactonica. El proceso de desviacion mismaes gobernado por procedimien- tosde tipomas “trépico” que “légico”. Por decodificacion tropolgica, los “hechos" registradosen lacronica reciben un significado secundario, figura- tivo. Este significadose da mas en a naturaleza de unaalegorfa que de una explicacion. Entendido de esta manera, el significado que se supone sera provisto por la narracton del relato “verdadero” que yace encarnadoenlos “hechos" registradosen la crénica, podria sin duda consistiren parteen la verdad que se afirma para el reporte, pero también consiste eneclamar que loseventos descritos posean la forma de una historia. La historia contadaes unaalegoria de como loseventos reales pueden ser dichos parareplicarlos patrones estructurales de tipos genéricos de historias: fabula, €pica, ro- mance, tragedia, comedia, farsa, etc. Visto desde esta perspectiva, el apotegmade Marx acerca deciertas clases deeventos historicos ocurriendo “de alguna manera, dos veces, laprimera vezcomo una tragedia, la segunda como una farsa”, puede sermodificado para decir: cualquiersecuencia de eventos puede seralegorizada yacomotra- gedia ya como farsa sin amenazarla precision con acual los “hechos” son re- presentados en elrelatoenefecto contado de unamanera masque dela otra Efectivamente no habriaimpulsoalguno para distinguir una narracién pu- tativamente “real” (0 “verdadera”) de la version de lacronicasino hubieraal menos dos maneras de construir plausiblemente latramade loshechoscomo narraciones de diferentes clases. Enel nivel dela interpretaci6n historicarepre- sentada por lanarrativizaci6n, noes unacuestién de versiones “verdaderas” contra “falsas” sinomés bien de cudl de entre unnumero de posiblesconstruc- cionesdelatramadelos “hechos” se considerara “apropiada” para su repre- sentacion como una“narracion’. ¥ esto depende, asu vez, dela perspectiva (que solfaserllamadael“modo")adoptada porelnarradoranteloseventosre- presentados, particularmente la perspectiva moral desdelacualellossonvistos (comosuperiores, in‘eriores, oen elmismo plano, como: decia Aristoteles). Las 60 Lahistoriografiacomonarracion narraciones historicas son siempre alegorfas morales, incluso silamoralidad reflejada ensu interior esla amoralidad del observador meramenteironico de una “comedia humana”, Este aspecto alegérico del relato historico amenudose pierdede vista por aquellos que defenderian la “historia narrativa” —debido aunaseriede razo- nes-. Desde que laalegorizacién es pensada convencionalmentecomouna técnica para producir un significado distintivamente mistico (oanagogico), elcompromiso de los historiadores con laverdad factual harta de élelene- migonatural delosalegoristas y desconfiados de las técnica figurativas usa das para producir alegorfas. Los relatos histéricos son considerados defectuososen la medidaen que se apartan de la literalidad de las oraciones yse permite laclase de figuraciones que los poetas y los retoricos practican como rutina. El relato “real” se opone a unrelato “ficticio” o“mitico” como unaconsideracion (de cualquier cosa) asertomada literalmente, se opone a una consideracion cuyo propésito sea sertomadaalegéricamente. Peroesta oposicién oscureceel hecho de que una historia factual puede ser aprehen- didacomounahistoria solamente en lamedidaen que puede serleidacomo una alegoria de los procesos envueltosenlacreacion de eventos “imagina- rios” con lacoherencia del tipo de trama ficcional. Esta nocion esreconocida poraquellos historiadores y los teéricos que condenan a las “filosofias de la historia” (tales como las de Hegel, Marx, Comte, etc.) que pretenden haber descubierto la “trama” de la historia mun- dial cuando en realidad, lacriticasefiala, los filésofos de la historia han in- ventado esta tramay laimpusieron sobre lo abigarrado de los eventos que la cronica mundial despliegaa la vista. Y enefecto, la defensa dela “narrativa histérica” esamenudo lanzada alegando que antes que imponer una trama sobre los eventos, ésta simplemente cuentael relato de “lo que sucedio”, sal- vando de este modo a los agentes humanos de los eventos desde un determi- nismo que es simplemente de naturalezaautoral. En realidad, Jas filosofias de la historia bien pueden ser, comosuscriticos mantienen, “sobredetermi- nadas conceptualmente” y desatentascon los detalles concretos, factuales, y son ellas alegoricas en la medida en que cuentan sus relatos de manera tal como para producir un significado figurativo para lo que se supone debe ser ‘una version literal de “lo que realmente esta pasando” en la historia mun- dial. Pero estono los distingue de aquellas historias o aspectos de historias organizadosen forma de relato como representacién. Puesunrelatonoes 61 Hayden White reconocible como tala menos que éste sea constituidoen la trama;laidea de unrelatosintramaes una anomalfa. Es que séloen la filosofiade lahistoria alatramase le da mas importancia quealacronica de lacual es unanarrati- vizacion. Mucho delo que numerosos historiadores perciben comolairrelevancia delosintentos de recientes filésofos poridentificar la “logica” de la “explica- cion historica” formulada en la forma de “relatos”, deriva de una {alla por aprehender la diferencia entre construir un relato y compilar unacrénica. Como resultado, en sus esfuerzos por identificar el criterio porel cual evaluar las pretensiones de verdad y lacoherencia de los relatos historicos, losfil6so- foshan proporcionadoamenudo anilisis de las estructuras logicas y las tela cionesentrelos enunciados y los referentes que son caracteristicas solo de las cronicas, y node relatoalguno. Como explicaun filésofo que hacontribuido mucho ala discusién de las historias narrativas, LouisO Mink: Uno puede considerarcualquiertextoen el discurso directo como una conjun- cin logica de afirmaciones. Elvalor de verdad del texto es, entonces, simple- mente una funcién légica de la verdad o falsedad de lasafirmacionesindividuales tomadasseparadamente: la conjunciones verdaderasi y s6losicadauna delas proposicionesesverdadera. La narrativaha sido analizada de hecho, especial- mente por filésofos con la intencién decompararla forma dea narrativa con la forma delateorfa, como si fuera nadamas que una conjuncién légica deenun- ciados pasado-referentes; y sobre tal analisis no hay problema dela verdad narra~ tiva. Ladificultad con elmodelo de la conjuncién Logica, sin embargo,esqueno esunmodelodenarrativa enabsoluto. Es, mejordicho, un modelo deunacto- nica. La conjuncién logica sirve bastante bien como una representacion de la tinicarelacion de orden de lascronicas, lacual es*...y entonces... yentonces. yentonces...yentonces. ..”. Las narrativas, no obstante, contienen indefinida- mente muchas relaciones de orden e indefinidamente muchas manerasdecom- binar estas relaciones. Es a dicha combinacién a que nos referimos cuando hablamos dela coherencia de una narrativa,ola falta de tal. Estaes unatareano resueltadelateoria literaria la de clasificarlasrelaciones de orden de laformana~ rrativa; pero cualquiera que sea a clasificacion, deberta quedar claro queunana- rrativa histrica afirma la verdad no sdlo para cada uno de los enunciados individualestomados distributivamente, sino parala forma complejadelana- rrativa misma. [Mink 1987, 197-98] 62 Lahistoriografiacomonarracién Podria haber ono una“logica” del relato; pero hay ciertamente “formulas” del relato, queson clasificables como los tropos poéticoso retoricos, figuras, y lugares comunes, c6digos genéricos, y modalidades narrativas usadas en la composicion de cualquier ficcion. Y si bien serfa posible idear un modelode lalogica que dé formaacualquier acuerdo sobre tales formulas en unanarra- tivaespecifica, las narrativas cobran sus efectos como narraciones “interesan- tes” tanto por la violacion de las normales expectativas de legibilidad con respectoa como estas formulas deberian ser usadas, asi como también porlo que ganan como unefecto de ser narraciones “verosimiles” al llenar esas ex- pectativas. La “narracién’ historica cobra verosimilitud tanto porssu “flexion” delacronicaa las exigencias de la construccién de la trama genérica,como porlaveracidad de sus enunciados de hechos, por un lado, y la consistencia Jogica que cualquier argumento formal pueda ofrecer en sus pasajesno-na- rrativos y mas puramente disertativos, por el otro. Las observaciones de Mink sefialan las dificultades inherentesa cualquier andlisis de lanarracion historica basado tnicamente en un modelo de lacomu- nicacién del discurso. Este modelo dirige laatenciénala *narracion” ensus aspectos como un mensaje acerca de un referente extrinseco (los eventos) uansmitidos por un emisor (el historiador)a.un destinatario(ellector). Desde esta perspectiva, la “narracién” contada debe ser considerada como la forma del mensaje, frente asus contenidos (entendidos como “informacién” porun ladoycomo “explicacién” porel otro). Pero tal enfoque tenderainevitable- mente aiignorar o a descartar como irrelevantes los aspectos performativos del relato, lamanipulacion por parte del narrador de los cédigos narrativos por los cuales dotara conjuntos de eventos con losatributos de los elementos de lahistoria y las funciones del argumento. Este aspecto performativo del re- lato suele ser considerado, acertadamente, como ret6rico, pero retoricoen- tendido como mero ornamento mas que como unatécnica de estructuracion que produce un “contenido” del discurso muy distinto que los “hechos” re- latadosen lacronicay las“explicaciones” ofrecidas en cualquierargumento expuesto en la disertacién. Lanarracion contada, omas bien construida por lafiguracién retorica, noes meramente un intermediario de un mensaje, sino parte del mensaje mismo—aunque, por supuesto, en cualquier narrativa que pretende representar la realidad “realisticamente” es necesario encubrirel status de la narracién comoel mensaje. Silos procesos historicos han de ser re- presentados como viendolaclase de patrones que permitesu representacion 6 Hayden White ‘enuna“narracién” que ha de ser considerada también como “veraz” 0 “real”, los troposy las figuras usadas en ella deben ser hechos para parecer que tie~ nen.una funcion puramente descriptiva, mas que la funcion detraducir que enrealidadcumplen. Latraducciénaludida esaquella entrelos hechos registradosen|acronicay asestructuras genéricas de tramas disponibles en cualquier cultura paradotar aloseventos conatro significado que el desu status comoelementos de las ex- plicacionesyaseade la clase de sentidocomun ode laclase cientifica. Conce~ bida de esa manera, la “narracin” producida por la narrativizacion de los hechos registrados en lacr6nicatiene dosreferentes: por un lado, loshechos mismosy, porelotro, la estructura de trama genéricaelegidaparaservir como elmodelo paracodificarlos hechos como unanarraci6n. Enotras palabras, la narracién historica separa laatencién de loslectoresy la dirige en dos direccio- nes simulténeamente: poruna parte, hacialoshechos, alos que trata como un referente manifiesto; y por laotra, hacialaestructura genéricadetrama, quesirve ‘como un “icono" de laestructura de loshechos y comoun referentelatente. Este proceso detraduccion asi concebido puede decirse que usatodsslastransfe- rencias tropolégicas principales que laret6ricaclasicaclasificé como metafora, metonimia, sinécdoque e ironta (ocatacresis) y que Freud, ensusdiscusiones sobre los mecanismos de laelaboracién “ontrica” amo “condensacion, despla- zamiento, simbolizacion y revision secundaria”. Tal proceso de traduccion fue loque Barthes tenfaen mente en “El discurso de la historia” cuandocaracteri- zabaalanarrativa historica como unasustitucion subrepticia designificados (contenidosconceptualeso ideacionales) porsignificantes (los eferentes Pu- tativos, loshechos, del discurso). Estatransferenciatiene el efectode hacer que lanarracion contada parezca ser una eproduccién mimeticade los eventos ca- racterizadoscomo hechosen lacronica, Pero en realidad cualquier parecido que lanarraciontengacon los hechoscontenidosen lacrénicaes una’ funcion. del proceso de simbolizacion producidoen!a fusion de una estructura genérica detramacon loshechos de una cronica. Es precisamente tal fusion la queesin- dicada porel término alegorizacién. Yesporesto queesmasapropiado consi- derara las narraciones historicas menos como explicaciones de los eventos sobre los cualesellas hablan que como alegoriasemitidas en los modos de los tiposde narracion deloscualesellosson instancias enlosdiscursos. Permitanme recordarles quelo que he estado diciendono seaplicaala to- talidad de cualquier discurso hist6rico dado, sino solamente aaquel aspecto 64 Lahistoriografia comonarracion de éste que he llamado narrativizacion o relato. Se podria imaginar un dis- curso histrico que contuviera muy poco “relato’, que contuviera principal- mente de losniveles de lacrénica y la disertacion (0 el argumento formal). Die Kultur der Renaissance de Burckhardt, La Démocratie en Amérique de Toc- quevilley “The Waning of the Middle Ages” de Huizinga serian ejemplos de tales discursos. Lo que sea que las “narraciones” contengan aparece dentrode asestructuras de sustextosy sirven principalmente como ejemplos oilus- traciones de los principios disertativos generales, mas que como marcos para lostextos tomados en su conjunto. Se supone que Huizinga ha dicho que él noofrecié una version detallada de Juana de Arcoen su gran estudio sobre la sensibilidad religiosa de la tardia Edad Media porque su libro no podia per- mititse el lujo de unaheroina. Hay narracionesen abundancia en Elotono de la Edad Media, pero masala manera de anécdotase ilustraciones sobre la or- ganizacion de los conceptos, que como marcos parael discurso en sucon- junto. El modo narrativo del discurso es usado para designar el objeto de estudio y sus varias partesy paracaracterizarlaestructura del procesoentero del cual lametafora de la “hora otofial” es un indicador figurativo. Pero sila version de Huizingatiene una “trama”, es lano-tramadelasaturacion;y sitiene una “narracién” es lano-narracién de la disecacion y el fallecimiento quesolo anticipa unanarracién-emergiendo-y-formandose-para-ser-contadaen otro ‘momento, lanarracién del Renacimiento mismo. Miscomentariosestan destinados a ahordarla cuestién de la historiogra- fiacomo relato. Si parecen sugerir que, en lamedidaen que un discurso his- torico se presenta como una narraci6n, es indiscernible de las “ficciones” literarias tales como épicas, romances, novelas, novellas, etc., 0 incluso “mnitos”, debo confesar que ésa es lamaneraen que veo esta cuestion. Elarte delos grandes narradores historicos, desde Herodotoa Gibbon, aMommsen. y demas, es a menudo digno de contemplacion ¢ incluso de emulacion tiempo después de que sus “datos” hayan sido incrementados porlainvesti- gacion moderna, mucho mésallé de lo que ellos fueron atin concientesy sus “explicaciones” hayan sidorelegadas al estatus de prejuicios delaeraen la cual ellosescribieron. 65 Apéndice: citas ilustrativas Lascitassiguientes bien podrfan habersido insertadasdentro de mi dis- curso en los lugares apropiados, como ilustraciones de la vision que yohe atribuidoa los comentaristas del problema de la “historiografia como narra- cién”. Pero en la forma gnémica que esa citaimpone acadaexpresion, ¢qué clase de autoridad podria haber reclamado para ellas? Estan dadas en el orden alfabético de los apellidos de sus autores. ARON: ;Cémo puede unonarrar el desarrollo de unsector singular ouna entidad completa. .. sin un esquemao teorfa paraese sector o entidad?... es larepresentacién de un desarrollo unilineal ipso facto erroneo? ... ;O debert- amosrecordar que laalineaciénalolargo de un solohiloconductor de lossu- cesivosestados de una entidadhistorica no es lo mismo que unaexplicacién ni gufaalconocimiento cientifico? [1973, p. 250] BARTHES: Lanarracion deeventos pasados que, en nuestracultura desde losgriegos,esta sometida generalmentea lasancién dela “ciencia” hist6ricasi- tuada bajo laimperiosagarantiadela “realidad”, justificadapor principios de exposicién “racional” esanarracién gdifiere realmente, poralgiin rasgoespe- cifico, poralgunaindudable pertinencia, delanarracion imaginaria, tal como Jo podemos encontrar en la epopeya, la novela, el drama?... [1987, pp. 163- 164] Comose puede ver, porsupropiaestructuray sin tenerque verlasustancia delcontenido, el discurso historico es esencialmente elaboracion ideol6gica,o, para ser mas precisos, imaginario, sientendemos por imaginario el lenguaje gracias cual el enunciante de un discurso(entidad puramente lingutstica) “tellena’ el sujeto de la enunciacién (entidad psicolégicao ideol6gica)... [Ibid., p.174] Enotrostérminos, ena historia “objetiva’, la “realidad” noesnunca otracosaunsignificado informulado, protegidotraslaomn:potenciaaparente delreferente. Estasituacién definelo que podria llamarseel efectode realidad. [Ibid.,p.175] [1981, p. 17delatraducci6n al inglés}. 67 Hayden White Hay, pues, que oponerse a las pretensionesde «realismo» del relato. ...la funcion del relato no es la de «representarse», sino el montar un especta- culo... 1977, p. 54] Elrelato no hace ver, no imita [Ibid., p. 55.] [1977, p. 124 delatraducciénal inglés]. BRAUDEL: La historianarrativatan caraalcorazon de Ranke nosofrece [un] destello perono iluminacién; hechos pero no humanidad. Notese que esta historia narrativa siempre dice relatar “las cosas s6lo como ells real- mente pasaron”. .. De hecho, por el contrario, en su propia manera encu- biertaconsisteen una interpretacion, una auténtica filosofia dela historia. Para los historiadores narrativos, la vida de los hombres est dominada por accidentes dramaticos, por las acciones de aquellos seres excepcionales que cocasionalmente emergen, y que suelen serlos duenos desu propio destinoy atin mas del nuestro. Y cuando ellos hablan de “historia general”, delo que realmente estan hablandoes del entrecruzamiento de tales destinos excep- cionales, porlos cuales obviamente cada héroe debe combatir. Una falacia ilusoria,como todos sabemos. [1967, p. 119] CROCE: Lastorianarra. [1951,p. 19] ELTON: Los trabajos historicos pertenecenauna de tres categorias: des- cripeion, andlisisy narrativa. .. Lanarrativacuentaelrelato, y cuan largoseael lapsotemporalnoes algomaterial... Las descripciones ylanarrativa. . tienen dosaspectos, unoes superioral otro. Las formasinferiores son el anticuaria~ nismoylacrénica; las superiores, la descripcion significativa del pasado.... yla historianarrativa propiamente dicha. [1967,p.119] FOUCAULT: ... mientras mejoraceptasu relatividad, masse hundeenel movimiento que le es comin con lo que relata, mas tiende entoncesalanimie- dad delrelato, y todoel contenido positivo que se dioatravés de las cienciashu- manasse disipa. [1968, p.360] [1970, p. 371 delatraduccionalinglés} GADAMER: Con toda, la verdadera intuicin del conocimiento hist6rico noesexplicarun fenémenoconcreto como un caso particular de unaregla general... {1] su objetivo verdadero. .. escomprenderun fenémeno historico ensusingularidad, en suunicidad.[1970, p. 116] 68 ‘Apéndice: citasilustrativas GAY: Verdad y retorica son malos amantes. .. Lanarracion historicasin andlisis es trivial, el andlisis historico sin narracionesta incompleto. [1974, p- 189] KRISTEVA: En lanarrativa, el sujeto que hablaseconstituye comoel sujeto de una familia, un clan o grupo estatal; hasidodemostrado que la oracién sin- t4cticamente normativase desarrolla dentro del contexto de una narracion pro- saicay, luego, historica. La apariencia simultanea del género narrativoy laoracion limitael proceso de significacién hacia unaactitud desolicitudy comunicacion. Porotrolado, dado que la poesia trabajaen lafranjaentreel significante yelsig- nificadoy tiende a borrarla, seriaun grito de protestaanarquico contralaposi- cién arbitrariay socializante del lenguaje sintactico. (1980, p. 174] LEGOFF: Laetimologianosconducea un rechazo radical del evento, y deesta maneraal ideal de una historia no narrativa. (1973, pp. 206-207] Laescuela de Annales detestaba el trio formado por la historia politica, la historia narrativay lacronicao la historia epis6dica (evenementielle). Todo esto, para ellos, eramera pseudo historia, historiabarata, un amorio super- ficial que preferia las sombrasalasustancia. [1972, pp. 340] LEVI-STRAUSS: Basta con reconocer que la historia esun métodoal cual nocorresponde un objeto distinto y, por consiguiente, con recusarlaequiva- lenciaentre lanocién de historiay la de humanidad... De hecho, la historia noestaligada al hombre, nia ningun objeto particular. Consiste totalmente ensumétodo.... [1964, p. 379, notaal pie de la edicién en castellano, 1962, pp. 261-262] Elprogreso del conocimiento ylacreacion delasciencias nuevasse rea- lizan mediante la generacion de antihistorias, quedemuestran que un deter- minado orden, que es el unico posible en un plano, deja de serlo en otro plano. [1964, p. 380, 1962, ibid.] MUNZ: Ya debe quedarclaro que no hay distincién absolutaentre mito, ficcion e historia y que todas las narraciones sean miticas, ficcionales o hist6- ricas pueden ser juzgadas mirandoa otras narraciones. No pueden serjuzga- das—y esto es tan cierto para la historia como para la ficcién—mirandoa la realidad oala res gestae. [1977, pp.220-221] 69 Hayden White POPPER: Desearia defender lavision, tan amenudo atacadacomo fuera demoda porlos historiadores, de que la historia se caracteriza por sus intere- sesen los eventos reales, singulares0 especificos, mas que en lasleyes o gene- ralizaciones. .. Enel sentido de este anilisis, toda explicacion causal deun evento singular puede ser considerada histérica en la medida en que la “causa” sea siempre descrita por condiciones iniciales singulares. Yestoes enteramente acorde con la idea popular de que explicar causalmente una cosa es explicar como y por qué sucede, es decir, es contar su “historia”. 11961, pp. 143-144] RICOEUR: Mi primera hipstesis de trabajo es que la narratividad y la temporalidad estan relacionadas estrechamente —tan cercacomo, en térmi- nos de Wittgenstein, un juego del lenguaje y una forma de vida-. En efecto, tomolatemporalidad como aquellaestructura de laexistencia que investiga ellenguaje en la narratividad y lanarratividad como la estructura del len- guaje que tiene alatemporalidad como su ultimo referente. Surelaciones Pportantoreciproca. [1981,p. 165] 70 Referencias RayMOND ARON, “Postface” en Dumcilin, J. y Mousi, D.(eds.), The historianbetween the Ethnologist and the Futurologist, Mouton, Parts, 1973. ROLAND BARTHES, “Introduction to the Structural Analysis of Narratives.”,en Barthes, Image, Music, Text, Hilland Wang, New York, 1977. [Barthes, “Introduccion al and- lisisestructural de los relatos’ en Niccolini,S. (comp.),Elandlisisestructural, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1977. Traducido por Beatriz Dorriots. (Fue publicado por primera vez en castellano por Editorial TiempoContemporancoen elvolumen Andlisis estructural del relato.) N. de E.] “The Discourse of History.” en Schaeffer, E. Comparative Criticism. A Yearbook, vol. 3.1981. 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