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Ceguera moral
junio 9, 2015 by Ssocilogos 7 Comments
Para identificar mejor lo que est pasando, Bauman crea un neologismo de raz
griega: adifora, aludiendo al hecho concurrente de situar ciertos actos o
categoras de los seres humanos fuera del universo de evaluaciones y
obligaciones morales.
La tica o la moral, como prefieran decir, no existe para ciertos campos del
quehacer, del comportamiento humano. Los actores de esos campos de accin
(por ejemplo, los actores de la poltica) ignoran, prescinden de todo
compromiso moral. Pueden hacer lo que quieren y les conviene a sus
respectivos intereses egostas, sin que se les ocurra ni permiten que a otros se
les ocurra o intervengan, para poner orden y sancin a sus comportamientos
corruptos.
Parecera que Zygmunt Bauman estuvo visitando nuestro pas, observando a
muchos de nuestros polticos, administradores pblicos, narcotraficantes,
narcopolticos, criminales y delincuentes para inspirarse y escribir sobre la
adifora y la ceguera moral.
La ceguera no est solamente en los ojos morales de los actores en esos
sectores, est contagindose tambin en toda la sociedad, que contempla
pasiva y permisivamente la corrupcin y nada hace para impedirla, incluso es
tanta la ceguera y torpeza que a la hora de las elecciones para las
responsabilidades polticas no son capaces de ver que vuelven a elegir a los
mismos corruptos que les estn robando dinero, oportunidades y esperanzas.
Sucede, como escribe Bauman, que la sociedad parece estar embotada, ha
perdido la sensibilidad moral y no le da importancia a los hechos y sus autores
que hacen dao grave a todos.
Esa sensibilidad embotada se realimenta con el comportamiento inslito de
mucha gente, quizs la mayora, tambin nios y adolescentes, que disfrutan
dedicando su tiempo libre de distraccin y descanso, hasta pagando dinero
para ver sin prisa violencias, muertes, asesinatos, crmenes horrendos,
destrucciones masivas en pelculas de cine y televisin que presentan
descarnadamente la crueldad y el terror, convertidos en espectculo.
Estamos bombardeados por tantos y constantes estmulos que nuestra
sensibilidad termina acostumbrndose a ver el sufrimiento trgico de los dems
sin inquietar nuestra afectividad y nuestra conciencia. El sufrimiento de muchas