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que rescato el fuego gare Nee Deo ‘ace mucho tiempo, en Ia tierra de los Indios coras, de Mexico, vivia Una iguana muy grande, con muy mai cardcter. Sus ojos parecian holas de cristal amarillo y con elles vigilaba dia y noche su gran ‘tesoro: el fuego, Sentada sobre uria gran roca, observaba el movimiento ‘continuo de las liemmas danzantes. Ninguna otra cosa hacia, mas que vigilar y ativar el fuego. Un dia su esposa, celosa por la ateneién que la iguana restabs al fuego, vacié sobre éste una olla de agua, El agua derramada page tan sélo una pequefia llama, pera la iguana, furiosa, comenzé una faroa discusién. Pronto liegé la suegra a defender 3 su hija y la iguana decidié irse muy lejos, Asi fue como ia iguana lleaé hasta el cielo, llevandose con ella toda el fuego. Sin fueuo, en la terra las noches eran oscuras y frias. —Tenemos que hacer algo —dijo el jefe de la tribu, y convecb a una reunién. Durante cinco dias con sus noches todas los jévenes: yy ancianos se dedicaron a investiga, sin éxito, en dénde estaba coulto ef fuego, Al final del quinto dia, la esposa de la iguana se acered a ellos y dijo; (8 que mi espaso esté en el cielo, y seguramente el fuego esta al Dicho esto, <# ale|6 del lugar. ‘Ahora que ya Sabian en donde escondia e! fuego la Iquans, los hombres comenzaron a planear el rescate, —2Cémo podremos llegar hasta el cielo? —se preguntaban unos. —2Gomo podremos tomar el fuego sin que la iguana se dé cuenta? se preguntaban otros. i6n: algul bir hasta el cielo s6lo habia una solucién: alguien tendria que sot para llevar a cabo la ‘amiesgada mision- En ese preciso momento eseucharon un batir de alas y, al miter aca arriba, observaron 2 Un quero que planeaba envel-are. Lo llemaror ¥ ledijeron: Amigo cueno, viajero) incansable, llega hasta el cielo y traenos e| fuego deseado, El ctiervo Vol6 lo mas alto que pudo: hasta llegar 4 un acantilado que s2 alzaba en las cercanias, @ brillas del mar. El acantilado era tan llegaba hasta el cielo, alto que su cima se perdia entre las nubes : ‘aterri26 y empez0 a SUBI con ‘Como tio podia volar tan alto, el cuervo mucha dificult. Las piedras estaban humedas ¥ resbaladizas; ‘cuando apenas iba por la mitad hasta la falda del pefiasco, Allf lo y muy débil, Répidamente [a llevaron todas sus heridas. el camino, el cuervo resbala y cays ‘encontraron los hombres, malherico la aldea, en donde vendaron .Quiés escogimos a un ave demasiado grande para sirle que llegara hasta el fuego. Ademas, el acantilado és muy resbaladizo. €Por Qué no Ilamamos al colibri? Como-es: n pequefia y iviano, tal ver tenga mejor suerte —propuso ss endian. Fero tampaco el colibri tuve éxito; aunque pudo llegar mas lejos que el Cuervo, una gran cascada le impidid el (paso hada la cumbre. Al intenter cruzarla, un golpe de aqua lo empujé y cayé también a los pies del acantilado. Nuevamente salieron los hombres a socorrer a un ave herida, Otras aves intentaron también llegar al cielo, pero ninguna lo togré, Parecia que ia tribu estaba destinada a vivir sin el fuego. 193 “Entonces, un la vols a aparece la espose de la iguana, le “=Llamen al oposum, ese animal al que tambien se llama zarigleya —Jes dijo a los sorprendidos pa ese Es pequefio, pero rapido e incarsable, S60! pod encontrar a mi @5} . Wp he fl eanvence al oposum, Durante muctos dias, los hombres le pidieron ayuda una y otra Vez: bk —Esté bien —dljo finalmente—, Haré todo lo posible para llegar hasta el cielo. Pero tienen que estar muy atentos, porque si encuentro el fuego, lo arrojaré 2 la tierra sin dar aviso. Preparen sus mantas para recogerl, porque si llega a tocar el suelo, toda la tierra arder sin remedio, Y fue asi como e! oposum comenzb su subida por el cantilado. Aliegar a la cascada, consiguié meterse debajo de ésta, pegdndose a la pared de piedra, en donde el agua caia con menos fuerza, Asi, totalmente empapado, lleg6 a la cima. Desde alll podla ver claramente el fuego; sin embargo, la iguana no se vela por ningtin lado, Al acercarse més, vio a un anciano que atizaba el fuego con culdado, Fue entonces cuando note ue de su espalda salla una gran cola, ier la iguana, que sé habia transformado en hombre! Su cuerpo era diferente y también sus ojos, que ahora eren unas ‘enormes bolas blancas. iEstaba clego! Con mucho cuidado, el oposum se acercé al anciano yle dijo; —iBuienos dias, abuelo! El andiano volted la cabeza en la direccién de donde provenia la voz, —éQuien esta ahi? EQuién me habla? . « El oposum contesté: es —Soy yo, tu nieto, Estoy mojado y tengo mucho frie, Déjame calentarme can tu fuego, por favor. ‘A principio, el anciano no queria permitirselo, pero el ‘oposuim logré convencerlo, i —Esté bien —aceptd, malhumorado—. Caliéntate, pero ng te atrevas a lievarte el fuego. El oposum se sent6 al lado de la fogata y esperd 2 que ‘cayera la nioche. Cuando el arclano se quedé dormido, el ‘oposum tomé un tronco encendido y traté de sacarlo con mucho cuidado, Casi lo habia logrado cuando desperts el anciano. —iQué es ese ruldo? iMi fuego! —arit6—. iTe lo llevas!| —No, abuelo, sélo lo estoy atizando —le contesté el oposum. Poco més tarde, el anciano cay6 nuevamente en un profundo suefio, Al verlo, el oposum tomé el tronco y se fue alejando muy lentamente de la fogata. Ya casi habia legado al borde del acantilado cuando tropez6 con una piedra, El ruido desperté al anciano. Cuando se dio cuenta de lo que sucedia, intenté aleanzar al oposum, Pero éste, sin perder tlempo, arrojé el fuego hacia la tierra, en donde todos estaban espersndolo. El viejo, que conocka muy bien el lugar, se dirigié hacia el sitio de donde provenia el ruido. Al llegar, alcanz6 a pisar la cola del ‘oposum en €l momento en que éste comenzaba a bajar por el acantilado. ‘agarré! —dijo furioso, y empezd a golpeario. Luego fo arroj6 por el acantiiado. ‘Abajo, en la terra, los hombres intentaron coger 2) fuego con sus mantas, pero no llegaron 2 ‘tiempo y el ‘tronco encendido ayo al suelo. De, inmediato la tierra comenzd a arder. Un minuto despues cay6 el OPOSUmT Estaba como muterto, Una mujer se arrodilo junto.a él, 4 envolviéndolo en una sébana con gran ternure, Lo evanté y lo alej6 del fuego. Pasado un rato, el oposum : ‘comenzd a moverse debajo de la Sabana. iEstaba vivo! Angustiado, no hacia mas que ‘preguntar: e cHan visto el fuego? eLogré rescatario? éLo ‘cogieron a tiempo? ‘Su voz apenas se ofa, Estabe muy débil por los golpes y la caida. La mujer le explicd: El fuego cay, pero no pudimos cogerlo. Casi toda |a Herra est4 ardiendo, Todos corren de un lado a otro, Nadie puede apagario, No sabemos que hacer: iaytidanos, por favor! El oposum baj6 su cabeza y le hable ala Madre: sierra, diosa de la Naturaleze, pidiéndole su auilio. ‘Al instante comenz6 un gran aguacero que s6lo termind al anochecer. Para entonces quedaban encendidas s6lo pequefios arbustos y pedazos: de troncos, Los hombres mantuvieron encendidos 250s troncos para que nunca mds volviera 2 faltar el fuego que con tanta valentia habia Togrado rescatar el pequeiio € inteigente oposum.

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