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teorges Bourgin LA COMUNA - G. Bourgin ba oe eee pees LA COMUNA pene Sa eae cn eee nee ee aes ee Oe Pan are Sy eee pane ee er a dico de la época, “se agita y marcha’ o la ea gobernar hacia la relizacidn de un suelo Jargamente acariciode, un svete que ya habia inspirodo lo epopeye de Espartaco y que no contigue destrulr lo caida de Perls, La Comuna conduce al lector paso a pao o rows de stor memocables setenta y tes dios que reivmen y anticipon gron pane de le CCM cee eC Measles ary Pai q fo Wl Q = lw wW Q ) We & 0 j= © il wal EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES EDITORIAL UNIVERSITARIA OE BUENOS AIRES a GEORGES BOURGIN LECTORES DE EUDEBA LA COMUNA a @ EZ EUDEBA EDITORIAL UNIVERSITARIA DE BUENOS AIRES La revisién téeniea estuvo 2 cargo de UNIVERSIDAD N SETO Registre Diario ky 2. tha. Clas. SO 25354 I © 1962. Edicorial Universitaria de Buenos Aires - Florida 656 Fundada por la Universidad de Buenos Aires Hecho el depésito de ley IMPAESO EN A ARGENTINA - PRINTEO IN ARGENTINA PREFACIO La Comuna de Paris es un extrafo aconteci- miento en Ia historia, Duré solamente setenta y tres dias, pero sus efectos, sin embargo, parecen inmensos. Como acontecimiento de Ia historia de Francia, se inserta entre las iltimas fases de la guerra fran- co-alemana y el dificil nacimiento de las institu- ciones de la II Reptiblica. Por lo tanto, Ja serie de consecuencias y de causas esté ligada, por una par- te, a Ia liquidacién sangrienta del Segundo Impe- rio, y por otta, al advenimiento de la democracia francesa. Mas, al despertar en el mundo entero los temo- res de las clases y de los gobiernos moderados 0 conservadores, al mismo tiempo que las esperanzas de los profetariados, por entonces desunidos, cons- tituyé un acontecimiento internacional que ejercié profunda influencia sobre la evolucién politica y social de los diversos paises. Pero hay algo mds. La Comuna de Paris esta ro- deada de una atmésfera mitica. En el mismo mo- mento en que se afirma, pero sobre todo en el curso de Ia inseruccién judicial y de la represién que sus- citaron sus actos, surge Ia sensacién de que habia sido concebida y conducida por la Asociacién Yn- ternacional de Trabajadores. Lugo. los partidos obreros de los distintos paises permanecieron fieles a la creencia de que la Co- muna de Paris fue Ia primera tentativa de organi- zar un gobierno proletario, y que su derrota fue Ja expresidn del sentido mismo de esa guerra de clases que se ha desazrollado en el curso de los siglos xxx ¥ Xx. Se creyé al mismo tiempo que habia sido un auténtico ejemplo de dictadura del proletariado. Es este mito, que adquirié un cardcter casi reli- gioso debido a los sangrientos sacrificios exigidos en 1871 a la clase obrera de Paris, el que anima a Ios proletariados del mundo entero cuando con- memoran la insurréccién parisiénse del 18 de marzo, Ih proclamacién de la Comuna o Ja Semana de Mayo. EL anilisis precedente explica el hecho de que Jas fuentes para 1a historia de la Comuna sean abundantes y dispersas, y que Ia elaboracién cien- tifica de su estudio no pueda concebirse fuera de un trabajo de equipo. Con respecto a esas fuentes, no he querido esbozar siquiera una aproximact y he tratado de agrupar aqui los hechos cuyo cona- imiento es mis ritil, asi como los comentarios mas objetivos referentes al tema. cariruLo I LAS CAUSAS DE LA COMUNA ‘Caisis DEL SecuNDo ImpERIo En 1870, dos fuerzas se hallan frente a frente en Francia: una declinante, el régimen imperial, y otra ascendente, la clase obrera. Las iniciativas liberales del. primero quizé re- tardaron Ia descomposici6n. del sistema surgido: del golpe de estado de 1851, Pero el mismo Emperador se hallaba afectado por una enfermedad implacable en el momento en que “los puntos negros” denun- ciadas por Thiers se multiplicaban y en que la po- litica extetior del que habia afirmado: “El Imperio esa paz”, desembocaba en la guerra que, destruixia 2 este Imperio, Desde 1866 esa guerra parecia in evitable, pues debia coronar Ia empresa “bismarckia- na’ de la unidad de Alemania. La guerra fue de- clarada por Francia, el 19 de julio, en condiciones absurdas, cuando sus fuerzas militares, disminuidas por la expedicién a México, no podian compararse con las de Alemania, ditigida précticamente. por Prusia, cuando su ascendiente moral en-el mundo decaia por el mal.nombre de una corte y una ca- pital tan envidiadas como devestidas, a la par que sus debilidades politicas Je habian enajenado toda aliaaza, Fue en ese momento, pues, que al grito de “yA Berlin!”, las multitudes. festejaron la:moviliza- cién de tropas mal comandadas, mal armadas y mal disciplinadas. Fanfarronadas y_mentiras, ilusiones ¢ ignoranciz, desorden en Jos espiritus y desorden en las cosas, tales son las palabras que mejor ca- racterizan, en Jo que respecta a Francia, la concen- tracién y el comienzo de las operaciones. Los ale- manes, bien instruidos y preparados, invadieron Al- sucia y Lorena. Las batallas de Froeschwiller y de Woerth (6 de agosto) fueron las primeras derrotas francesas. Sus consecuens fueron inmediatas: el gobierno, ditigido por la emperatriz-regente, puso 2 Paris en estado de sitio y convocé a las Camaras para ef 11 de agosto. Pero ya los diarios de Ia oposi- cién, que proclamaban “Ia Patria en peligro”, recla- maban que se armara a todos los ciudadanos y se formara un Comité de Defensa constituido por los diputados de la capital. Los seis delegados desig nados por un grupo de diputados partidarios del Imperio pidieron a Ia regente, al final de esa tensa jomada, la destitucién del gabinete presidide por Emile Ollivier y el nombramiento del general Tro- chu, eritico tenaz de los errores cometidos desde 1862. La emperatriz Eugenia solamente promulgé un decreto que convocaba a las Cémaras para el 9. Esa reunién constituyé una sesién revoluciona- ria, en la cual, Jules Favre en nombre de la iz- quierda, pidi6 el rearme de la Guardia Nacional, la creacién de un comité ejecutivo de quince miem- bros con plenos poderes gubernamentales y la con- centracién de todas las fuerzas militares en las ma- nos de un solo hombre, que no fuera el Emperador. ‘Si bien estas medidas no fueron votadas, al menos al gabinete parlamentario fue derrocado con una votacién abierta en la que Olivier sélo contd con una pobre minoria de diez diputados. Sin embargo, en el ejército, Napoleén III, que debié resignarse a r no aparecer, nombré a Bazaine general en jefe y 2 Trochu gobernador de Paris, a Ia par que se formaba un gabinete presidido por el general Cousin-Mon- tauban, duque de Palikao. Pero las siniestras noti- cias del Este, donde el ejéreito francés fue derro- tado el 14 de agosto en Borny, el 16 en Gravelorte y el 18 en Saint-Privat y se habia visto forzado a refugiarse en Metz —noticias que logearon filtrar- se en Paris— instaron al Cuerpo Legislative a crear el 19 un Comité de Defensa. El gobierno no admi- ti6 a los nueve diputados que exigia la izquierda, pero quiso incluir en él, el 24 de agosto, a dos sena- dores y tres diputados. El drama se precipitabs, La emperatriz, Palikao y Rouher se negaban a que el emperador hiciera ir a Paris el ejército de Chalons, por temor a provocir tun levantamiento. Napoledn crefa posible liberar 2 Bazaine del bloqueo, pero les alemanes se 1o im- Pidieron, pues obligaron al ejército poco homogé- neo y desmoralizado de Mac-Mahon a dirigirse ha cia cl Norte y a instalarse en el ficticio refugio de Sedin. Fue aqui donde el ejército francés, cereado- por los alemanes, sufrié el desastre mayor y capi- tulé el 2 de setiembre. Napoledn HII fue hecho Prisionero, junto con ciento seis mil hombres, La. derrota de Sedin implicaba, tarde ‘9 temprano, la pérdida del ejército de Metz y el sitio de Paris. JoRNADA DEL 14 DE AGosto El 14 de agosto, el revolucionario Blanqui, que habia vuelto a Francia en vireud de la amnistia del 15 de agosto de 1859, intenté Mevar a efecto un golpe de mano contra el Imperio junto eon sus amigos: Eudes, Granger, Brideau y Flotte, El 9 fuerte de Vincennes no podia ser tomado por los “blanquistas” debido a que tenia una guarnicién ‘demasiado poderosa, por Jo cual eligieron el cuar- tel de bomberos de La Villette. Daban por descan~ tado los sentimientos antibonapartiscas de este ‘cuerpo y tenian la esperanza de hacerse alli: de ar- mas. El golpe fracas6 y Ja tentativa degeneré en. una manifestacién por los bulevares exteriores, a los gritos de “jViva la Repitblica! Muerte a los prusianos! jA las armas!” Blangui pudo huir a Bélgica, pero Eudes y sus amigos fueron conducidos ante el Primer Consejo de Guerra. Se acusé a Eudes de ser un agente prusiano, pero éste les replicé: “Quix derrocar, ante todo, el Imperio para poder rechazar Ia invasi6n...$ los traidores a Ia patria y los asesinos no figuran entre los republicanos. . He actuado con todo mi ardor de patriota, por Francia y por la Reptblica.” Se ejercieron influen- cias activas para impedir la ejecucién de Eudes y de Brideau, condenados ¢ muerte el 29. de agosto. El sobressimiento lleva la fecha del dia de Sedén, Dos diss desputs eellS Is Revoluciia del 4° de at tiembre. REevOLUCION DEL 4 DE SETIEMBRE Esto Revolucién se hizo bajo el lema de “La Pa- tria est en peligro”. Durante la sesién nocturns, el Cusrpo Legislative no habia legado a votar la proposicién de destituir la dinastia, presentada por Joules Favre, pero después del mediodfa la sila fue in- vadida por el pueblo. El joven “blanquista” Gran- ger ocupé el lugar del presidente Schneider y, en tuna decisién que renové el rito de 1830 y de 1848, se proclamé la destitucién en el Ayuntamiento, a ‘as cuatro de la tarde. A pesar de los esfuerzos de 10 aquellos a quienes se debi6 el triunfo de la jormada,. Jos que van a.constituir el gobierno de Defensa Nacional, creado a las 10 y. 30 de la noche, son bur- sgueses, que se ubicaban mds 0 menos a la izquierda en los escafios del Cuerpo Legislative y de los cua- les solamente Gambetta y Dorian arden con una verdadera fe patriética, Es cierto que bajo la pre- sin de una manifestacién “blanquista”, Henti Rochefort, condenado a raiz de la jornada del 12 de encro de 1870, fue iberado de Ja prisidn de Sain te-Pélagie y, con un cincuréa rojo, llegé al Ayunta~ miento para incorporarse al nuevo gobierno, al cual imprimié un signo caracteristico, ASCENSO DE LA CLASE OBRERA Las otras dos partes de este triptico fueron Ja caida del Imperio, el ascenso de la clase obrera y. la transformacién de Paris. Con el fin del periodo revolucionario ¢ imperial coinciden, por un lado, lot comienzos en Francia de la gran industria, y por el otro, las afirmaciones de los sistemas de trans~ formacién. econémica -y social del "saint-simonis--) mo”, el “fourierismo” y todas las teoxias a las cua- Jes s¢ les dari indistintamente los: nombres de co- | munismo y de socialismo, En el curso de la.Gran Revolucién, indudablemente las insurrecciones de | germinal y de pradial, y luego In conspiracién de lor Tguales, introdujeron en I historia francesa | elementos singularmente nuevos; tanto es asi, que algunos pensidores (Malon) ligaran el fracaco de Ja Comuna, en una cadena de heroicas derrotas, con el de Babeuf y ef de las jornadas de junio de 1848. Pero el mis rico en. intentonas obreras, cada vex iis iluminadas por esperanzas socialistas, fue el n ct reinado de Luis Felipe: Ja insucreccién de los teje- dores lioneses de noviembre de 1831; las coalicio- nes de 1833, en ocasién de las cuales L’Echo: dos Febriques (El Eco ds las Fabricas) anunciaba: "Toda In clase de los trabajadores se agita y mar- cha a la conquista de un mundo nuevo"; las insu- srecciones parisienses de 1839 y 1840, que coinci- den con la aparicién del diario L’Atelier (EI taller); al proyecto de la Unién Obrera de Flora Tristan; la propaganda de Cabet en pro de una “sociedad fun- dada sobre la base de la igualdad més perfecta”; la ‘obra de Proudhon, inmensa tanto por su cangidad como por su accién, quien en 1840 provocd escan- dalo con sz folleto eQué es ta propiedad? y quien en 1846 se unié a Karl Marx a través de su Filosofia de la miseria, Fuc en Paris donde, alrededor de 1845, Marx y Proudhon, y también Bakunin y Louis Blane, Pierre Leroux y Considerant se encontraron ¥y chocaron, al menos en el plano del espiritu. Todos ‘ellos participaron, en un ambiente de audaces con- cepciones politicas y sociales, en la preparacién di- fusa de la Revolucién de 1848, que tuvo un carécter liberal y nacional en varios paises de Europa, pero: que fue netamente social en Francia. El Marsfiesto comuntista de Maex y Engels, que se difundié d rante ese afio, y la bandera roja, bajo cuyos pli gues los obreros parisienses se movilizaron contra Luis Felipe y por la organizacién del trabajo, sim~ bolizin —aun cuando se conozca mal el primero y no resisea a la elocuencia de Lamartine Ia se gunda— un movimiento que, después de desper- tar hs mayores esperanzas por la institucién de la Comisién del Luxemburgo, cayé con Ia insurrec- cién obrera de junio ahogada en sangre, y suya re- presién prepard el camino al golpe de estado de Luis Napoleén Bonaparte, al destruir la esperanza 2 en una repiblica democritica y social. La opera~ cin brutal del 2 de diciembre de 1851 fue la con- secuencia dé las jornadas de junios anuncia el pl to del 22 de noviembre de 1852 y el advei miento de Napoleén IIT. Es cierto que el antiguo conspirador, el autor de La extincién del pauperismo, conserva hacia: la clase obrera y hacia el “saint-simonismo”, muchos de cuyos defensores lo rodean, una débil simpatia; pero las transformaciones econmicas que se ope- fan en todo el pais mantignen Jos salarios sin au- mentar su poder de comprd, en ¢l mismo momento en que el costo de la vivitnda y de los alimentos sube. Los obreros de Francia ya no tienen cerca de ellos a los antiguos animadores de antaio, pero les llegan desde el exilio los folletos, los periddicos, las cartas que alimentan “las malas pasiones”, para re- tomar la expresién de uno de los procuradores ge- nerales del Imperio, empefiados en una lucha cons+ tante por mantener la autoridad. A pesar de los jweces, a pesar de los gendarmes, se multiplican por todo el territorio los delitos de formacién de soci dades secretas, publicaciones de prensa ilegal, ul- trajes al Emperador y las huelgas. Pero de pronto las alternativas de Ia diplomacia imperial Hevan al régimen a modificar su estruc- tura y a aflojar el puiio. En 1860, el Imperio se ha- ce librecambista y trata de pasar por amigo de los obreros. Se.designa una delegacién obrera para participar en Ia Exposicin Universal de Londres, ¥ esto es una sefial para un verdadero despertar de la clase obrera, Cuando se realizan las elecciones de 1863, se presenta una lista obrexa, y con motive de las elecciones complementarias de 1864, L’Opi~ sion Nationale, del 17 de febrero publica el Ma- nifeste des Soixante (Manifiesto de los Sesenta), B donde, después de mucho tiempo, vuelve a hacerse oir la vor del pueblo obrero y socialisea. Paris EN 1870 Es en Paris donde esta voz se difunde con mayor fuerza, Ello se debe 2 que Paris, al pirticipar de las grandes transformaciones econdmicas del pais, sufrié cambios radicales en su estructura propia, cambios debidos, por una parte, a la anexin de las comunas de los suburbios, y por otra, a Ia urbani- zacién del prefecto Haussmann. Las industrias me- talirgica, quimica y extractiva se afirman, y con- centran una clase trabajadora que y2 no tiene las tradiciones del artesanado clisico; pero esta clase trabajadora es rechazada hacia Ia periferia por el plan de embellecimiento de la capital. Hay una es- cisi6i material y moral entre el proletarlado y la burguesia. En 1866, sobre una poblacién’ de 1.825.274 habitantes, hay alrededor de quinientos mil obreros y ademés setenta mil artesanos cuyas condiciones de vida los acerean a Ja clase obrera. El empuje de ésta es bastante fuerte como para lo- gear que el 25 de mayo de 1864 el gobierno le acuerde la libertad de asociacién con {a abolicién del articulo 1781 del Gédigo Civil, en el cual se ha- ‘bia basado durante mas de cineuenta afios la supe- tioridad juridiea de la patronal. La organizacién obrera progresaz en 1868 se forman cdmaras sindi- cales. A propésito de la politica exterior, Ios perié- dicos de la oposicién, Le Rive Gauche (“La Orilla Tequierda”), Le Courrier Francais (“EL Correo Francés”), Le Rappel (“El Llamado”), Le Réveil CEL Despertar") y La Lanterne (“El Farol”), de- muestran la incapacidad del Imperio, que parece u descomponerse a medida que se organizan las céma- ras sindicales, las asociaciones obreras y. las reunio- ‘nes populares. Ademés, la Asoclacién Internacio- nal-de ‘Trabajadores, ereada en Londres en 1864, hhace subrepticiamente su aparicién en la estructura francesa. TLos adversarios de fa Comuna vieron en la In- ternacional la causa principal de aquélla, y asi con- tinéan considerindola. algunos historiadores. En realidad, la organizacién concebida por Karl Marx escaba Iejos de aunar todas las aspiraciones obreras, y en los congresos que se realizaron a parti de 1866 chocaron tendencias opuestasy entre éstas, el “proudhonismo” francés era una de las més acti vas. No por ello ¢s menos cierto que el buré pari- siense de la Internacional, instalado en Ia calle de Gravilliers y luego en Ia de la Corderie, actué como | fermento. Su espiritu xepublicano, pacifisea y pro- f| letario, hizo que en un principio sus conductores! | fueran obreros de espiritu calmo, como Tolain, | Fribourg y Limousin, pero luego no tardé en oriens | tarse hacia la revolucién social integral con la. di- reccién de hombres como B. Malon y Varlin. Los | mismos procesos que intenté contra ella la magis- tratura imperial contribuyeron a hacer conocer @ Ios hombres ya Jas ideas que ellos pretendian en- carnar, impregnados de internacionalismo obrero. Las condenas de los internacionalistas se suma- | ban ¢ ilustraban a las grandes huelgas que en La Ricamarie, Aubin y Paris ponian de manifiesto, a ‘veces de manera sangrienta, el cardcter tragico del conflicto social, y también ests guerras, 0 ests amenazas de guerra, que hacian can inquietante Ja atmésfera del Imperio declinante. A este respecto, el afio 1869 marcé un punto crucial en el que se mezclaron y chocaron tenden- ra cias diversas: 1a oposicién erecia en el Cuerpo Le- sislativo; Ja juventud de las escuclas era arrastrada por una fuerte corriente pacifista y por una tradi- cién revolucionaria renovada por los trabajos de historisdores que, como Hamel, refrescaron el cuerdo de Robespierre y del Comiré de Salud blica; la pequefia burguesia del artesanado y del “compagnonnage” se vela teastornada por las in~ novaciones de la gran industria; el proletariado, fi- nalmente, parecia arrastrado por el “blanquismo”, el “proudhonismo” y el marxismo naciente, hacia concepciones diversas, pero que convergian en un ideal comin de transformaciéa social, ya presen- tido por los abuelos y los padres de 1794, 1830 y 1848. Todas estas fuerzas son las que actuarén en la Francia invadida y el Paris asediado. Paris DURANTE EL SITIO Dejemos de lado las consecuencias fisiolégicas del sitio, aunque no fueron nada despreciables, los alimentos inmundos ¢ insuficientes y, ademés, en medio del rigor del frio, el alcoholismo en progre- 0 en una poblacién de Ja cual se exigian multiples sacrificios materiales y morales. Ya en el modo de distribucién de Jos viveres se manifestaban des- igualdades desconcertantes, exageradas ademas por los relatos acerca de intereses egoistas. Sobre todo, el drama de la defensa de Ja capital, cereada desde el 19 de setiembre, el del gobierno, disminuido por a ereacién de ta delegacin de Tours y presidido por un general de la curia, mis confiado en fos méritos de Santa Genoveva que en los de un ejér- cito descorazonado por las primeras derrotas, es 46 | | | verdad, y sobre todo heterogéneo !; todo ello iba a provocar en Ia poblacién de Paris crivicas cada ver mas audaces y acertadas, La “salida torrencial”, la “locura de los cafiones” y el plan de Trochu constituian los temas de conversacién en las guar- dias y lor cuarteles. ‘Ademés de todo esto, la incertidumbre politica, | debida al aplazamiznto de las elecciones para la Constituyente —que era una necesidad— y para la Asomblea Municipal de Paris, y la oscuridad del porvenir nacional después del fracaso de Ia entre- vista de Ferriéres entre Bismarck y Jules Favre (15 de setiembre) pesaban sobre el espiritu pi- blico. No es de asombrarse, entonces, que en los medios populares, en los bartios proletarios y bajo el impulso de la proclamacién de la Patrée en peli gro de Blanqui, se haya elaborado un programa de aecién revolucionaria cuyas ideas directrices se ha- aban, expresadas a través de las palabras: Repi~ blica, Patria, Requerimiento general Comuna. Pronto, bajo el impulso de ardorosos desconocidos, se crearon en los doscientos cincuenta y cuatro ba- tallones de la Guardia Nacional y en los distrivos Comités sin caricter legal, pero cuyo expisitu ex- presaba los deseos més o menos conscientes de la | poblacién. ; El Comité de los Veinte Distritos y el Comité Central de Ja Guardia Nacional desempefiarin, 2 partic de ese momento, un papel de primera impor- tancia en Ia accién dirigida a arrancar al Gobierno de la Defensa Nacional los restos de un poder sin fuerza, gobernar Paris y echar Jas bases de una soldados de infanteria, cinco mil de caballeria y ciento vein- tiocho baterias; habia ciento quince mil guardias mévile: y ee | trescientos cuarenta y cuatro mill guardias nacionales, i v7 Revolucién politica y social. Toda la historia del sitio de Paris, vista desde el interior, es Ja historia e las tentativas hechas en este sentido y en el curso de las cuales va a enriquecerse, si no a precisarse, la concepcién de una Comuna. En esta concepcién st vuelve a encontrar el recuerdo indistinto de los gobiernos de tinte insurreccional de las ciudades medievales, 1a tradicién mas cercana de la Comuna Parisiense de 1793, Ia reivindicacién para Paris de un régimen municipal que no tuviera un carfcter de excepcién, y también un hélito de la doctrina re+ volicionaria a a que se habia aplicado el nombre de comunismo en tiempos de Babeuf, de las socie- dades secretas de la monarquia de Julio y del Ma- nifiesto marxista. Eran éstos elementos ideol6gicos en los que los obreros y Jos artesanos, los intelec. tuales agriados y los utopistas impenitentes, los j6- venes estudiantes y los cuarentanes de barba gris hallaban satisfaccién para sus aspiraciones incier- tas. Sia ello se agregan algunos elementos de mu. tualismo “proudhoniano” y de anarquismo “baku- ninista”, se tendra una idea casi exacta del alma Parisiense, impregnada ademis de un internacio- nalismo fomentado por las grandes minorias de italianos y de polacos que vivian en Paris Seria necesario detallar Ja historia de las mani- festaciones y de los golpes de mano populares que comenzaron el § de octubre y se sucedieron hasta {a sapitulacién, para comprender Ia formacién y el desarrollo de este estado de espiritu colectivo. El'5 de octubre, presiorian los batallones de Be- Heville, con Gustave Flourens a la cabeza; el 8, éste reincide, y lo mismo Sapia; el prefecto de policia, Kératry, dimite ante In negativa del gobierno de ‘tomar sanciones, La ‘tendicién de-Metz, anunciada el 27 de'octubre por el diario Combet (“Comba 18 junfars el gobierno slo pudo Se pou ent ete we $153 de noviembre Trochu: hizo an seb 8 Jecciones pare los ayuntamientos, Eee er roe degiior un ceo ier de ee Soncllisbles, entre alos B Malo, Seca Dees i thi res cline, Ls Mellie y Mile, Los artstos quest nes § a realizar el prefecto de policia sees Sits por su succor Cres, o Hegacon a dear cular fs Revolucin, en el momento en que termi aban una vez mis ine conversiciones de armisicio. ys fracasos en la provincia, que eine ri am a Ta inGeil y_sangrienea baralla de Champigny, gn las puertas de Paris (30 de noviembre de di Giembre), mosraon EF sae aro de AT oo- licaba int lad. ° rit dl bombardco de Paris B17, a cael oe etado por Teidon y Jules Valls para el Comité see Vedaee Diswitos exigia que gobierno ins pen exdise ante el pucblo, ante Ts Comena: EL 18, mientras en Versailles el rey de Prusia ol | teulo de Emperador Alernin, Trochu y sus co- Jeger preparaban, con meeaad “enpieuladora, iltima batalla del sit Ho | la de Buzenval j ple civiles del gobierno se devembarssarn de Trodh, que fue remplszado por el geacral Vie noy (21 de enero), pero los guardias nacionales de los barrios liberaron a sus amigos y a sus jefes | encerrados en Mazas. El 22 hubo uns nuevs ten- tativa revolucionaria, esta vez fevnrada con mano nestea por J. Ferry y Vinoy, a la cual sigui Fepresin bien organizada (cierte de los clubes, pro- ibicién de periddicos, arrestos). wane “ onabaen visperas del fin de la aha E128 se firmaba el armisticio, propuesto a Bismarcf re ce”), provoca la jomnada del 31 de octubre que ef | el 23. Este armisticio tenia Francia oe capiruo I EL 18 DE MARZO Y LAS ELECCIONES PARA LA COMUNA LAS ELECCIONES PARA LA AsaMBLEA NactonaL Desde 1979, Paris habia dado el tono a toda Francia y la habla guiado a la luz de sus cuatro revaluciones. Ahora, circunstancias desastrosas pa- recian dertumbar este magisterio y asegurar a los provinciales, a los “‘rurales”, una especie de desqui- te, Encargada de preparar la paz, en virtud de la convencién del armisticio, se podia prever que I Asamblea Nacional, al aceptar las condiciones leo- ninas de Alemania, se volveria retrospectivamente contra Ia politica de resistencia “a ultranza” soste- nida e intentada por Paris y por ese “loco furioso” de Gambetta, Por otra parte, parecta verostmi que los diputados, designados para una tarea limi tada, tratarian de ampliarla atribuyéndose un po- der constituyente que les permitiera anular las in- dicaciones del 4 de setiembre y restaurar en Fran- cia nada menos que la monarquia. Estas posibilidades fueron abordadas en el curso de la campafia electoral que se desencadend inme- diatamente. En Paris, en medio de un pulular de agrupamientos y de reuniones piblicas, se elabo- raron listas numerosas que expresaban bastante bien las tendencias dispares y contradietorias de los parisienses. Solamente Ia Internacional y ls C4- mara Federal de las sociedades obreras retomaron la tradicion de 1864 al exigir que “bubiera tra- Dajadores entee las gentes del poder” y se enten: dieron para lanzar un manifiesto comin con Comité de los Veinte Distritos, que preconizaba Sel adyenimiento politico de los trabajadores y 1a caida de 2 oligarquia gubernamental y del feuda- Vismo industrial”. Finalmente, del escrutinio sur- gieron los nombres de seis partidarios de Ia paz, treinta y siete radicales gambertistas, Rochefort y sus amigos de la Marsellesa, demécratas revolu- clonarios, como Gambon, Delescluze, Millire, y andes nombres con titulos diversos: V. Hugo, Garibaldi, L. Blanc, Era indudable que se habia votado por la Repitblica y Ja guerra, Uno de los elegidos de Paris era, sin embargo, Adolphe Thiers. Antiguo opositor del Imperio, ne ‘gociador activo pero sin éxito durante el sitio, de- bia a este pasado reciente més que a su titulo de antiguo ministro de Luis Felipe, el haber sido ele- gido por la Asamblea Nacional reunida en Bur- deos “jefe del Poder Ejecutivo de la Repitblica Francesa”, f6rmula oscura qué abria cualquier po- sibilidad. Por lo demés, se trataba ante todo de la paz. Las preliminares de ésta se firmaron en Ver- sailles el 26 de febrero de 1871, después de una aspera discusién que permitié a Francia conservar Belfort, pero mediante la prometida entrada de los alemanes en Paris. Buroros-Versanies-Ttexs Una vez esbozada Ia paz, que debia firmarse definitivamente en Francfort el 10 de mayo de 1871, se planteaba el problema del régimen. Pero no era en Burdeos donde podia resolverse, y Paris parecla imponerse. La Asamblea sentia horror por la capital, y fue solamente mediante ua compromiso que pudo considerarse su traslado a otro lugar mas cercano a Ia capital. Se pensé en Fontainebleau, pero Thies, punto fuerte del “pacto d2 Burdeos”, que conciliaba su preferencia republicana con el monarquismo indeterminado de la Asamblea, pro- puso a Versailles como lugar de reunién de ésta, aunque no como capital. Por cuatrocientos vein. tisiete votes contra ciento cincuenta y cuatro asi se decidié el 10 de marzo. La préxima reunién se fij6 para el 20 de marzo. Entre la firma de los preliminares de paz y la yotacién que dio como resultado la eleccién de Versailles, llegaron a Paris graves noticias. La en- trada de los alemanes, prevista para el 27 de fe- brero, era un deshonor que los parisienses no crefan merecer, y a partir del 24 se produjeron manifes- taciones, particularmente alrededor dz Ia Colum na de Julio, donde confraternizaron parisienses exaltados con soldados del ejército regular. El 26 se liberd a Brunel de Ja prisiém de Sainte-Pélagie y se sacaron de los parques en los que se Jos habia reunido los cafiones construidos en parte por suscripciones parisienses, los que se distribuyeron en Buttes- Chzumont, Belleville, Charonne, La Villette y Montmartre bajo la vigilancia de los guardias nacio- nales, Se estaba en visperas de un choque sangriento 2s y espantosamente desigual entre los vencedores que jban a entrar y la poblacién. Se evits este choqua ‘gracias a un llamado 2 la razén publicado en. car- teles con un marco de duelo y . A medids que se aproximaba el drama fi- nab al eiércivo federado parecia encarnar cada vez mt codes a antiguos sufrimientos, asi como los cffuertos de lz hora y todas las esperanzas de la ase obrera. Estas simpaties no fueron explotadas pee es muna, no supieron hacerlo. El gobierno de Wersulles aprovecho cicrtas precauciones pru- dents con respecto a los eontingentes slemanes de [2 te8i6n parisinse, el pillje por los dederados de Gas del embajador norteamericano Washburne J el Presunto envio a Francfort, por la Comuna, le uno de sus miembros; se dijo que el 7 de mayo se fe habia visto en Saint-Denis. as Comuna, que constituia un gobierno limita- lo en sus objetivos y en sus medios, concibié un fégimen liberado de Ta burocracis y cuyos miem- ied ineranaieeidos por el pueblo, sin que subsis- ons fa del dogma clisico de la separacién de se Frente Ia Comuna, gobierno de tipo parisien- » 2 no dudarlo, pero limitado en su extensin te- rritorial y sustraido a las exigencias de una diplo- inacia y una administracién local, Thiers mantuvo it eset Ebene, reparé sus fallas bien 0 rigid su enorme armazén, fortifi Ja recopstitucién del ejército, conta vac gor ins 6s rentaba su desigual revuelta. En estas circunstan- Gas era facil prever de qué lado se inclinaria Ja victoria. ‘Pero habia en la Comuna algo que Versailles no coneibié y que no podia concebir, o sea una politica social, anhelada por el proletatiade pari- Gense y realizada, 0 al menos intentada, por hom- bres surgidos, fisica o mentalmente, del mismo. Mas ain que ella, los parisienses que combatie~ ron y que murieron por ella representan un impulso colectivo hacia un ideal que, indudablemente, per~ manecié impreciso para muchos, pero que al menos implicé un saerificio total. La Comuna ¥ EL Esrapo TRADICIONAL La administracién comunalista, por todo lo que ya hemos dicho de ella y por lo que indicaremos en lo concerniente a la organizacién del trabajo, representa un fenémeno nuevo en Ja historia de la morfologia gubernamental, La abolicién casi com- pleta del Estado tradicional quizés se debid a le fluencia del “proudhonismo” anarquista y anti- estatal de los hombres de 1871, a menos que s¢ tratase de una infiltracién “bakuninista”, 0 que estuviera determinada por Jas circunstancias que ana vez mds cortaron los lazos de Paris con las provincias, 0 que se debiera al empuje del socia- lismo tendiente a organizar Ja administracin de las cosas y ya no a establecer el control de los ciu- dadanos; la explicacién es incierta. El hecho es que Ja administracién surgida de la monarquia abso- Juca, reforzada por el Imperio napolednico y per- feccionada por los prefectos y les procuradores generales, fue demolida. 3 Después de la derrota, dos miembros de la Co- muna definieron las ideas fundamentales que la habian inspirado inconscientemente: La Revolucién tenia por objeto hacer devaparecer el po- der misma dijo Lefrancais. ¥ segin Arnauld: La Revolucién Socialista (implica) la abolieiin del Es- tade y de todo organismo politico, euya suprema encarnseiin soustituye el primero, Se suprimi$ uno de los elementos mas caracte- risticos del Estado, el ¢jército permanente, “que sonvierte a los hombres en esclavos”, como dijo Varlin en una proclama del 9 de marzo de 1871 a Jos guardias nacionales del 6° distrivo. Cardcrer INTERNACIONAL DE LA CoMUNA na‘en Is plaza Voltaire, (“Hustrated London News".) Pero la Comuna no limité su horizente a los i muros de la capital. Entre sus miembros © sus generales figuraban el hingaro Frankel, los pola- } cos Dombrowski y Wrobleski, y cl italiano Cipria- ni, Ademis, adopts la bandera roja, la bandera de Ia Repiblica Universal ! Los immurrectot queman la gnill * Se dijo que la momia de Lenin habia sido envuelta, 9 wn comienzo, en una bandera roja de In Comuaa. 70 | La diputacion de la froncmasonerta dirigiéndose hacia la fwerta~ Maillot. (‘"Mlustrated London News”.) capituLo IV La COMUNA ¥ LOS TRABAJADORES! La Comuna. GoBrEeRNo PopuLar La Comuna no tuvo que lenar todas las fun- ciones que asume habitualmente el Estado. mo- derno, pero es indudable que, por provenir de un movimiento de indiscutible origen popular y en gran parte socialista, y arrastrada por aspiraciones mas o menos coherenies hacia un régimen de ins- piracién proletaria, abordé los problemas obreros con verdadero vigor e intenté resolverlos en un innegable espiritu de justicia social y de orga nizacién igualicaria. MENTALIDAD POPULAR EN ViSPERAS DEL § DE MARZO: EI pueblo de Paris’, llamado a la vida colectiva por fas peligrosas iniciativas del Imperio liberal, hizo la revolucién del 4 de septiembre, intenté durante el sitio dos movimientos. revolucionarios, 1 Hemes utilizado aqui’ la Memoria de Mile. C, Perror resis de E. Scuuutxmp. Se calcula en ciento catorce mil el niimero de los asa- lariados de Paris en 1871, de los cuales sesente y dos mil qui aientos eran mujeces yi 7 participé en Ja campaiia electoral para elegir Is ‘Asamblea Nacional y siguié al Comité Central de la Guardia Nacional en 1a insurreceién apenas diri- gida, o mal dirigida, del 18 de marzo. Toda esta serie de expetiencias no dejaron de enriquecer su pensamiento politico, cuyas reivindicaciones debia ampliar y precisar el régimen surgido del 18 de marzo. Las persecuciones del general Vinoy y del prefecto Cresson no hicieron més que avivar est tendencia de la poblacién parisiense a las discusio~ nes y a los votos colectivos, que ademds podia apoyarse en ancecedentes lejamos de Ia tradicién re- volucionaria. De todos modes, fue durante las reuniones del sitio cuando se elabord oscura y anénimamente la idea misma de la Gomuna, como lo ha demostrado Kranzberg- ‘Muchos de los documentos sobre los clubes y las reuniones de la época de la Comuna han desapa- tecido, o estan dispersos y som inaccesibles. Hay algunas publicaciones, que eran drganos de ciertos grupos, como Le Prolétaire del club de Proletarios de Saint-Ambroise, LOuvrier de Pavenir, organo de las cdmaras sindicales y de las asociaciones obre- ras, Le Fédéré des Batignolles, Le Bulletin Com- munal del club de Saint-Nicolas-des-Champs, La Révolution Politique et Sociale, Sxgano de las sec- ciones unidas de Ia estaciin de Issy y de Bercy, de la Internacional, y algunos carteles que nos dan cierta informacién, pero es menester realizar un anilisis de todo ese material. Indudablemente, s comprobari que la insureccién del 18 de marzo es Ja resultante de un esfuerzo prolongado que no pudieron quebrar o desviar el fracaso del 22 de enero, ni las elecciones a la Asamblea de Burdeos. 74 El 19 de febrero de 1871, el club de la Escuela di Medicina expresé el deseo’ de una mayer preeidén: Basta de discusiones vanas y de “personalidades”, Necesi- tamot acciGn, pero una accién dilatada y bien cseudisds, ‘Nuestro fin es fa emancipaciéa de los trabsjadores. La terminologia burguesa se halla también au- sente de Ja reunién conjunta realizada la vispera por Ja Internacional, el Comité de los Veinte Dis- tritos y la Camara Federal de Sociedades Obreras, que pretenden asegurar al advenimiento politico de los trabajadores, Ia caida de Ia oligarquia gubernamental y del feudalismo industrial. Estas ideas y estas palabras vuelven a aparecer en los manifiestos del Comité Central de la Guar- dia Nacional posteriores al 18 de marzo. Pero algunos grupos fueron mas lejos, como el Comité de Vaugirard, que atacé a la burguesia y trazé el esquema de un gobierno obrero. Todos los miembros-del Comité de Vaugirard de saiseece at Tasty Sreulicg Revohceuto, Ea cman cuencia, reclaman y teatan de lograr por codes los medios posibles: ja supresién de los privilegios de la burguesia, su climinacién come casta dirigente y el advenimiento politico de los teabajadores, en sineess, la igualdsd social... a ena tele la nica base de ta Constitucién social, trabajo cuy oduct integro debe pertenece: a. teaajo euyo producto integeo debe pertenecer + los tebe: Con la esperanza de que se haya producido esta revolucié: definitiva, séla reconoce como gobierno de la ciudad a la Comuna revolucionaria de ets misma ciudad, No. reconoce como gobiceno del pais mas que al gobierno de liquidacién politica y social creado por delegacién de las comunas revo- lucionarias del pais y de los principales centros obreros. 7 PAvEL DE Los CLUBES Y¥ DE LOS GRUPOS POPULARES ppspués DEL 18 DE MARZO Pero, se produjo la jornada del 18 de marzo, us clubes y las organizaciones populares, principal mente, presienten que es necestrio consolidar sus efectos y para eso emprenden la tarea de eduear al pueblo y de prevenir 2 Iz Comuna misma. Es asl que después de una reunién de los sindicatos de mecdnicos y de la Asociacién Metalirgica, reali zada el 13 de abril, el Comité de Vaugirard se di- rige 2 la Comuna en estos términos: Considerando: | Que con el sdvenimiento de lz Comuns, expreson de la Revslueiin del 18 de marzo, la igualdad no debe sez une palabra vana; que se ha iniciado la lucha, valientermente 90: enida, lucha que deseamos continuar hasta el exterminio del flsimo de lor clesicales y de loe realists, por muestra eman- cipacidn econtmics ue este resuleado Slo puede logearse medience li ato aan dels tabsjdoren gee ex a ania que debe tansfor sar nuestra condicién de aeilaciados en ssocindos. “Declaramas que hemos dado a nuestros delagados Iss ins i es siguientes: trucciones generales si Suprimir la explotacion del hombre por el hombre, forma de ls esclavieud. : Organizar el trabajo en. asociaciones sok colectivo ¢ inalienable. de capieal ‘A. estos grupos de tipo politico, cuya estadis- tica es imposible realizar actualmente, como es im- posible seguir su historia, es necesario agregar, para apreciar la influencia de la clase obrera parisiense, a los de tipo propiamente obrero, que, por esto mismo, son atin mds representatives. Las treinta 76 FE y cuatro cémaras sindicales, las siete sociedades de | a alimentacién, los cuatro grupos de la Marmite creados por Varlin, los talladores y cortadores de Ja piedra, los obreros del vestido, los fundidores del histro, los trabajadores de a estearina y los obreros carniceros manifestaban una tendencia al agrupamiento considerablemente intensa, tenden- cia ala que la Semana de Mayo asestari un golpe funesto. Actirup bE La ComuNna Peto una vez establecidos los principios era me- nester aplicarlos, y en esto los grupos populares neezsitaban de la Comuna, al menos para conseguir los locales. De hecho, por falta de tiempo y tam- bién debido a una cierta desconfianza, la Comuna no hizo easi nada en este sentido. Fue, indudable- mente, para concertar una accién més fica, que se cre6 el 7 de mayo una Federacién de los clubes a instancias del Comité de Vaugirard, Federacién que agrupé a once organizaciones, Su objetivo era discutir las mociones presentadas por los clubes, enviar a la Comuna las que tomara en considera cién el Comité de la Federacién y recibir la infor macidn de Ia Comuna relativa a los hechos de gue- tra del dia. La intervencién de estos organismos tenia el inconveniente de trabar la ejecucién de medidas cuya aplicacién ya no era facil por si misma, Pero, en cambio, la Comuna recibié de ellos una ayuda preciosa en lo concerniente a las condi ciones materiales de la guerra contra Versailles y al bienestar de los proletarios. 7 AcciON POLITICA DE LOS CLUBES Por ejemplo, los clubes se pusteron a disposicién de la gente de Neuilly, que fue necesario evacuar cuando el avance de los versalleses; se les procuré camas y alimentos. También reclutaron aprovisio- nadores para los batallones federados. El club de los proletarios de Saint-Ambroise encargé a seis de sus miembros que bicieran una investigacién sobre una reducciin de salarios y otra sobre los especuladores. El Comité de Vigilancia del distri to 14? cooperd en 1a administracién municipal. EL club comunal de Nicolas-des-Champs reunié todo Jo indispensable para las ambulancias de la tercera regién. Los clubes denunciaban los abandonos de cargos, a los refractarios, a los funcionarios negli- gentes y pedian medidas en favor de las viudas, de los heridos, reclamaban alojamientos para las familias de los combatientes, carbén bacato, la de- volucién gratuita de los objetos empefiados en el Monte Pio, la confiscacién de las viviendas y los bienes de los burgueses fugitivos, la requisicién de os productos de primera necesidad, etc, Aproba- ron 3s medidas sociales tomadas por la Comuna y pidieron 0 propusieron otras que podian pagarse recurriendo a Jos fondos del Banco de Francia. Apo- yaron todas las manifestaciones sindicales que cons- Zituyeron el fundamento de Ia politica obrera de Ia Comuna o que fueron consecuencia de ella. La timidez o I desconfianza impidicron a la'Co- muna aprovechar este celo, pues éste amenazaba con yolverse agresivo. El club Saint-Nicolas-des- Champs public en su Bulletin Communal esta exhortacién un poco inquietante: 78 Pueblo. wgobidenate a ti mismo a través de tus reuniones piblicas y de eu prensa; influye sobre los que te representan, pues ellos munca irin demasiado lejos en la via revolucionaris, Dentro del mismo espiritu esti concebido el si- guiente llamado de la seccién de Montrouge de Ia Internacional, votado el 12 de mayo: Considerando et momenco de peligco supremo en el que se encuentran nucstras instituciones sociales y la molicie que Soe eae ht cee eee emitir dectetos, sine también para realizar actos revoluciona- os que son los dinicos que pueden salvar Ia situacién y ase gurar el éxito de la Revolucidn que se inicié tan felizmente 1 18 de maszo, los miembros de la seccién indicada se diri« ‘gen a vowotros, sus elegides, para poner remedio a este estado de cosas que nos conduciri inevitablemente a nuestra perdi- scibn si persstis en Ia via en la que os habéis empenado.... Uniéw ve muyenes. ExisapetH DMITRIEFF No sabemos exactamente cual fue el papel que desempeiiaron las mujeres en los clubes Niel aris comunalista, La tradicién del feminismo activo se habia perdido, como Io revela Ia ereacién de la ‘Unidn de las mujeres para la defensi de Paris y el cuidado de los heridos”, cuya accién parece haber sido amplia y eficaz al mismo tiempo. For- mada por los Comités de distrito, estaba animada por dos mujeres que pertenecian a [a Internacio~ nal: la rusa Elisabeth Dmitrieff, amiga de Karl Marx, y Nathalie Le Mel, fundadora, con Varlin, del sindicato de encuadernadores y encuadernado. ras. La Unién definié desde un comienzo sus prin- cipios y su programa: El vértigo fratricida que se apodera de Francia, este com- ace a muerte, es el acto final del eterno antagonismo. entre 79 cl derscho y la fuerzz, entre el trabajo. y Ia explotacién del publo y sus verdugos.. Nuestros enemigos son los privilegiados del orden social actual, los que han vivido siempre de nuestro sudor, los que han engordado siempre com nuestra miserla, Queremos cra bajo, pero para conservar su producto, Basta de explotadores, basta de petronce. La INTERNACIONAL La Unién de Mujeres estuvo estrechamente li- gzda con Ia Internacional, Como ya hemos dicho, ésta estuvo muy activa hacia el final del sitio. En una de sus publicaciones del 29 de enero de 1870, de conformidad con su Manifiesto inaugural, Ila ma al agrupamiznto de los proletarios: Obrecos del Universo, organizzes si querdis dejar de qu- frie excesos de fatiga y privaciones de todo géneto, Mediane 1a Asociaeién. Internacional de los ‘Trabajadores, el orden, Ia ciencia y Ja justicia remplazarin at desorden, la imprevision y la arbiteatiedad, En los clubes y las organizaciones populares mi- litan muchos dirigentes de Ja Internacional, si- guiendo el ejemplo de Elisabeth Dmitrieff. La Asociacidn Republicana del 6? distrito adhiere en sus estatutos a la Internacional, y el Comité de Vaugirard termina su decleracién de principios con el compromiso de Poner todos los medios de que dispone al servicio de i pro- paganda por [a Asociscién Internacional de Trabajadores, Fue asi que la Comuna se vio ptesionada de todas partes por una fuerte corriente popular que no dejé de recomendar a In Asamblea’la adopeiin 80 de medidas adecuadas para satisfacer las exigen! cias ideoldgicas y las necesidades materiales de | poblacién parisiense. Con ello se delineaban. Lo: rasgos esenciales de una dictadura del proletariado) y ésta inspiraba la practica gubernamental. Los ORGANOS OFICIALES DE LA Porfrica SOCIAL, La Comisién del Trabajo, la Industcia yal Ahorro, constituida el 29 de marzo en la Comuna y Feorganizada el 21 de abril, tenia por objeto busy car los “medios de igualar el trabajo y el salario” y de “propagar las doctrinas socialistas”. Tenial siete miembros, entre los cuales estaban los destaca. dos internacionales Frankel, B. Malon, Theisz, Assi y luego Serraillier, asi como algunos simpatizan. tes. Esta Comisién se hallaba en estrecha relacién con la Comisién de Aprovisionamiento y con lal de Ensefianza, y también con los grupos profesio- nales, con vistas a Ja elaboracién de reformas. El hiingaro Frankel fue puesto como delegado 2. la cabeza de la Comisin de Trabajo, el 21 de abril Varlin estaba en comunicacién permanente con él y le trasmitia las sugerencias de la Tnternacion: y de las organizaciones sindicales, Es natural quel la Comisién de Trabajo haya sido, de todas las co. misiones de la Comuna, aquella cuya accién hayal respondido mejor a Jas tendencias y a las necesida- des de Ia poblacién trabajadora de Paris. MEDwAS DE PRINCIFIO Sus principios no fueron formulados de una| manera precisa. Ello se explica por Ia heterogenei- | | L dad de la Comuna, heterogeneidad que reaparecié, en grado menor, en la Comisién. De todos modos, en ellos se manifiesta el colectivismo de la Inter- nacional, asi como la preocupacin por las medi- -das concretas, pues la mayorfa de los miembros de Ja Comisién provenian de la clase obrera y cono- cian bien sus necesidades. EL 20 de abril, un decreto de la Comisién. Eje- cutiva abolié el trabajo nocturno en las panaderias, medide reclamads dee 1969, Las resistencias al mismo fueron eliminadas por un nuevo decreto del 28 de abil Frankel propo dl) de maye une sancién: Ja requisicién de los panes fabricados du- xante Ia noche y la publicacién en las panaderias, por medio de carteles, de esa sancién, Los obreros panaderos recibieron la medida con una simpatia activa: el 1§ de mayo, en el Circo Nacional, una imponente manifestacién agrupé a dos mil de ellos, gh gzeucharon los discurios de lo delegados de rankel, uno “ Frankel, woo de elles eonsgrado al "procao dela Otro decreto importante se referia a la reanus acién del trabajo en los talleres abandonados por sus patronos. El decreto del 16 de abril presentado por Avrial consideraba el abandonoj la fuga del patrén, como una desercién. A decir verdad, se trataba solamente de iniciar un programa de estu- dio confiado a Jas cdmaras sindicales obreras. La entrega a los trabajadores de los talleres abando- nados, con a formacin de sociedades eooperativas, se difirié para mds adslante. Aunque se estipulaba una indemnizacién para los patronos, era una es- pecie de atentado contra la propiedad individual, y como se proyectaba crear una federacién de coope- rativas obreras, se puede decir que la Comuna dio 2 tun paso, pequeiio pero decidido, por la via del co- munismo concreto. =u La primera etapa de la aplicacién del_decreto: del 16 de abril fue la formaciin de una Comisién de Estudio, cuyo primer impulso lo dieron los obreros metaliirgicos y mecdnicos, que estaban dis- puestos a “organizar el trabajo en asociaciones soli- darias de capital colectivo e inalienable”. La lucha empeiiada, afirmaban, tiene por objetivo nuestra emancipacin econémica. Los sastres, los ebanistas los trabajadores de las fabricas de clavos, los em- pernadores y los remendones hacen lo mismo, y el 15 de mayo se reunieron delegados sindicales de todas as corporaciones y de ambos sexos. La reunién del 18 de mayo tuvo por fin ajustar la organizacién interna de Ja comisién; solamente una corporacién permanecié fuera del movimiento por razones de oportunidad, la de los cortadores y ar- madores de calzado. La eminencia de Ia batalla de las calles paralizd el esfuerzo iniciado, pero, sin embargo, todavia el 20 se procedié a hacer el inventatio de alguros talleres de [a calle d’Allemagne. Por lo demés, aun antes del decreto, habia dos talleres corporativos de armas que estaban en explotacién, quizé en razén de su existencia ejemplar: uno, en el 75 de la calle de Saint-Maur —del cual formaba parte ‘Avrial, antes de ser director de artilleria—, y el ‘oto en el Louvre. Se habia previsto la jornada de diez horas para estos talleres, asi como Ia designa- cién de los dirigentes por votacién del personal. No menos interesante es el decreto del 27 de abril, que suprimia las multas y las retenciones so- bre los salarios. Se aplicaba tanto 2 las administra- ciones piblicas como privadas. Claro que no fue / aplicado, pero los adversarios de la Comuna, como Fs j i { | L €l diario Le Bon Sens, érgano de las “personas ho- nesta", comprenderon clarsmence que texto del jecreto constitufa un atentado i bertad de trabajo. serene Fue también para proteger, por otro camino, los salarios obreros que ia Comuna decidid la revisién de los contratos concluidos particularmente por las necesidades de Ia guerra. Las rebajas consentidas repercutian, en efecto, sobre la tasa de las tetris bucioness 1a Comision de Trabajo traté de poner fin a esto. La redaecién de un cuaderno de cergos en el que se precisaba el precio de Ia mano de oko, fue el medio impuesto “en una época de transi, cién”, pero express la voluntad de poner fin a ta tradici6n esclavisea del régimen buspués”. La supresién de las agencias de empleo, empre- sas privadas administradas como monopolios desde el Segundo Imperio, se realizé por medio de cireu. Ire dvgos a as municpalidades A exe cespee , Ie Comuna ret s,s Con omé una reforma de la Segunda Fusién Dr Los oxGANismos pz créorro Y ASISTENCIA sOcIAL La Comuna se oeupé del crédito por razones cir- cunstanciales y de principios. Traté de reotganizar el Monte Pio, cuya complejidad no lograba disi- mular sus insuficiencias y sus contradicciones. Se pretendié crear un sistema de erédito al trabajo y Preparar el sistema para rescatar gratuitamente los objetos. EI informe de la Comisién de Trabajo aparecié él 1° de mayo, y su tarea se limité a eso. Al menos en este dominio, Ia Comuna seguia el a a camino de Iz Gran Revolucién (4 pluy. Il, 10 pluy. HE). Fue ef antiguo proscripto Treilhard quien se ocu- pé de la asistencia social. Suprimié las donaciones a domicilio, que tenian un humillante aire de Himosna. Proyecté la supresién de las casas de beneficencia y Ih organizacién de oficinas de asistencia en los veinte distritos de Paris. Quiso dar cardcter laico ala institucién, fiscalizar el empleo de los recur- sos y satisfacer todas las necesidades. Mepmas cIRcUNSTANCIALES La cuestién de Jos alquileres no habia sido re- suelta por la Asamblea de Burdeos de acuerdo con los deseos de Paris, Su solucion constituia una exigencia imperiosa para una poblacién cuya vida econémica era inciesta y pgecaria, Las decisiones de la Asamblea Nacional eran inaceptables para los parisienses, quienes consideraban que un problema de esta indole s6lo podia ser resuelto por el Con- sejo Comunal de la ciudad de Paris. Se prepararon diversos proyectos en los diarios, los sindicatos y Jas reuniones publicas. El Comité Central de la Guardia Nacional, el 20 de marzo probibié a los propietarios y hoteleros desalojar a sus locatarios; proyectaba, ademas, la postergacién de todos los términos para alquileres inferiores 2 250 francos, incluido el mes de absil, y Ia disminucién de im- puestos para los alquileres superiores. El 30 de marzo aparecié en el Journal Officiel el decteto emitido por In Comuna a este respecto. Se basaba en el principio de que “es justo que la propiedad comparta los sacrificios”. La posterga- cién de los términos fue total y general para los alquileres desde cctubre de 1870 hasta abril de 85 1871, incluidas las locaciones con moblaje. A pe- dido de los locatarios, los desalojos concedidos se postergaron por tres meses. Este es uno de los pocos decretos de la Comuna que tuvo aplicacién general. Tavo el feliz efecto de asegurarle en Ia clase media defensores inespe- rados. Se puede agregar a estas medidas las requisicio- nes de viviendas; en realidad, se ocupaban las casas amucbladas necesarias para alojar a los guardias na- cionales y a las victimas del segundo bombard La cuestién de los vencimientos no tuvo Ia mis- ma importancia que la de los alquileres. Pronto se puso de manifiesto que Ia ley votada en Burdeos el 10 de marzo era brutal. Del 13 al 17 de marzo habian sido presentadas en Paris cerca de ciento sincuenta mil protestas, y se hablaba de trescientas mil quiebras en pleito. El Comité Central era par- tidario de una suspensién general de las acusacio- nes judiciales, La mayoria de los comerciantes pre~ conizaba la liquidacién de los pagarés y su rem- plazo por otros nuevos; fue también la solucién que propuso Jourde. Este problema fue abordado por la Comuna desde el comienzo de su formacién; Io estudié juntamente con las sociedades obreras y las Cimaras Sindicales del Comercio y la Indus- tria_y promulgé un decreto que lleva fecha 17 de abril, segtin el cual los reembolsos debian hacerse a partir del 1§ de julio de 1871 y en un plazo de tres aflos. Este decreto equitativo y bien estudiado no tuyo sobre Ia clase media de los comerciantes los efectos tan intensos del decreto sobre los al- quileres. ‘Mis proletarias que las medidas sobre los venci- mientos y los alquileres fueron las decisiones con- cernientes a los reseates gratuitos del Monte Pio. 86 El Comité Central habia pensado restituir gratui- tamente todos los depésitos que no excedieran de’ 15 francos. La Comuna comenzé por decretar el 29 de marzo la suspensién de Ia venta. Luego, y 2 pesar de la impaciencia popular, trascurrié mis de un mes antes de que apareciera un nuevo texto. El 25 de abril comenzé la discusién general, que duré con muchos sobresaltos hasta el 6 de mayo; el decreto apareci6 el 7. El texto era de Jourde y disponia el rescate gratuito, a partir del 12, de ves- tidos, muebles, ropa blanca, libros, objetos de cama ¢ instrumentos de trabajo empefiados antes del 25 de abril. El decreto fue aplicado regularmente y, del 12 a 25 de mayo, fueron rescatados cuarenta y un novecientos veintiocho articulos, por un valor to- tal de 323.407,80 francos. Esta pequefia suma ilustra bien el drama de Ja miseria que fue la Comuna y ayuda a comprender que los miembros de ésta, presionados por todas estas pequefias realidades cotidianas de los alquile- res, los vencimientos, el Monte Pio, y por los cho- ques de gus temperamentos y sus sistemas, no tu- vieran tiempo de elaborar un gran texto explica- tivo y henchido de esperanza. Fue en alguna mani- festacion de deseos de un club, en algdn articule de un petiédico, donde se encuentra de tanto en tanto la expresidn sincera y adecuada de una vo- Tuntad revolucionaria, realista y entusiasta al mis- mo tiempo, hasta el momento en que la batalla de las calles suministre la nica gran ensefianza de la crisis, Ia de un movimiento proletario que toma conciencia de si mismo en la lucha y que acepta, para afirmarse, el sacrificio supremo. 87 — + cariruto V (7 GA COMUNA COMBATE EL ESTADO DE LAS PUERZAS FEDERADAS Al dia siguiente del 18 de marzo no era seguro que estallase la guerra civil, El Comité Cencral Ja rehuia, y los alealdes y diputados de Paris creian en Ta eficacia de sus gestiones conciliatorias. En cuanto al poder legal, sélo podia contar, para im- poner el orden en la capital, con las tropas reduci- das y desmoralizadas de Paris, y con algunos con- tingentes que venian de los fuertes o de las provin- sias, unos yeintidés mil hombres en total. Pero ‘Thiers no podia tolerar el fracaso del 18 de marzo. Pronto logré reunir sesenta y tres mil quinientos tres hombres y dos mil cuatrocientos oficiales, nti mero superior al que autorizaban los preliminares de paz, que habian fijado en cuarenta mil el mixi- mo de soldados de Ia regién parisiense. Negocié con Bismarck su aumento, destinado a restablecer el orden, y Ia convencién del 28 de marzo lo autorizé a disponer de ochenta mil; luego, acabé por obte- ner ciento setenta mil, de los cuales ciento treinta mil eran combatientes que provenian de los eampos para prisioneros de los alemanes; esto ultimo se logeé por medio de una negociacién que Ilevé a cabo J. Favre en Francfort. Es ficil imaginar el estado de espiritu de los soldados repatriados, a los cuales, después de las duras exigencias de Ja guerra 88 contra los alemanes, se les imponia las de una gue- rra contra los franceses. A la cabeza de este ejér- cito creado gracias a la buena voluntad de Bismarck y a la vengativa obstinacién del jefe del Poder Ejecutivo, Thiers puso 2 Mac-Mahon, duque de Magenta, vencido de guerra que habia vuelto del cautiverio hacia poco, pero que gustaba a la Asam- blea (6 de abril). Como Thiers conocia por expe- tiencia la solidez de las fortificaciones de Paris, que él mismo habia concebido en 1840, concentes una fuerte artilleria de sitio bien provista de mu- niciones. Ademis, si bien el 18 de marzo cometié el desliz de no ocupar el Monte Valérien, aproveché luego el del Comité Central, que incurrié en el mismo error. Thiers hallé en los alemanes colabo- radores ‘tiles: gacaso no ocupaban éstos los fuer- tes de la orilla derecha del Sena? zAcaso el general aleman de Fabrice no autorizé el paso de las tropas francesas por Ia red del Norte? :Acaso el jefe del gobierno francés no se comprometié a no reanu- dar, después de la caida de Paris, la guerra con Alemania, @ la cual habia ido a implorar? ¢¥ acaso el Tratado de Paris no fue firmado tres dias antes de la entrada de los versalleses en Paris? Diploma~ tica, militar y estratégicamente, Thiers prepar6 to- do muy bien, inclusive la construccién en ocho dias de la bateria de Montretout, el empleo de es- pias y soplones, y su politica frente al pais —al que hace admitir su nueva fe republicana— como frente a la Asamblea, que lo considerd como el protector y el vengador del orden. Agreguemos a esto que las tendencias morales y politicas de los estados mayores coincidian con el animo de la ‘Asamblea hacia 1a capital; también hay que tomar en cuenta, indudablemente, el deseo oculto de compensar las derrotas de la guerra reciente con 89 éxitos, aunque fueran decestables, contra franceses en rebelidn. No es de asombrarse que la opinién parisiense con respecto a Thiers haya sido cada vez mas hose til. Al principio, circulan chistes de toda especie y caricaturas de todo género. Poco a poco, el odio fue en aumento, hasta que Ia idea de demoler su casa y dispersar sus valiosis colecciones, idea lanzada por Rochefort, acabaré el 10 de mayo por ser aceptada y ejecutada —hasta la iltima piedra— por la Comuna, Frente al ejército de Versailles, ejército regular Y casi profesional, estaban los federados, a los que se motejé con el sobrenombre colectivo de Com- munards, Este es un ejército de voluntarios, que combate bajo otra bandera y que parece carecer de todo sentido militarista, como lo demuestra el he- cho de que el 16 de mayo hubiera procedido a la demolicién, decidida el 12 de abril, de 2 columna de Ia plaza Vendéme, que recordaba los fastos del Imperio. Sus ciento yeintiséis batallones agrupaban, segtin el general Appel, sesenta y seis mil ochocien- tos hombres de la Guardia Nacional activa, ciento stig mil novecientos nueve de la guardia sedentaria, mis tres mil seiscientos cuarenta y nueve oficiales de Ia primera y siete mil novecientos treinta y tres de Ia segunda. Cifras muy considerables en el pa- pel, pero que hay que reducir mucho, quizds a unos cuarenta mil combatientes, Ante la sangria de sus efectivos, la Comuna, en sus tiltimos mo- mentos, tomar4 medidas para tracar de reclutar a Ja totalidad de los ciudadanos de Paris, entre los diecisiete. y los treinta y cinco afios, Castigé con rigor a los “refractarios”, pero no logré hacerse obedeces, por lo cual hay que admitir que a re- sistencia de Ia capital contra las tropas de Versailles 20 ~ot ida por un. puftado de hombres. Se acusé Sees embee, a lox fvnte-sous (los trinta dine- tos), de todos los delicos, de ser unos borrachos y Ge contar en sus filas a réprobos de Ia justicias se froniz6 sobre los nombres de los cuerpos francos, Zon sus extraos uniforines y sus manifestaciones Gxuberantes, Se ridiculizaron sus costumbses, sus ‘sdornos abigarrados, sus oficiales elegidos y de es- ‘asa formacion miliar. Se criticd lo exagerado de fos entorchados del estado mayor. A pesar de todo ¢s0, si se tiene en cuenta la situacién moral y ma terial en la que se encontraba Paris, éste fue bien defendido y sélo cedié después de una terrible lu- cha callejera. \ Los mismos jefes que estaban a la cabeza de los federados, gmerecen todos los reproches con que se los ha abrumado? En Ia delegacién de Guerra, Cluseret, salido de Saint-Cyr en 1843 y aventu- zeto vanidoso, habia aprendido algo del oficio de fa guerra en Crimea y en América; é| traté de afianzar Ia permanencia y la disciplina en la Guar- dia Nacional mediante la creacién de consejos de guerra. Fue destituido con motivo de la caida del fuerte de Issy y-encerrado en Mazas, Su sucesor fue Rossel, oficial del cuerpo de ingenieros del ejér- cito activo, a quien la traicién de Bazaine en Metz habia conducido al partido jeular wwe no cuenta en sus filas a genezales capaces de capi Gigue abjura de es sociedad que acaba de encreger eobar- Francia. Desempesié su cargo lo mejor que pudo hasta el 10 de mayo, fecha en que presenté su dimisién. Luego que se decretd su acusieién, intent6 un golpe? de Estado y desaparecié con su amigo Ch. Gérardin. atf Fue entonces cuando se designé delegado de Guerra al viejo Charles Delescluze, jacobino acértimo, Permanecié en el cargo hasta el 25 de mayo, en que subio a una barricada para hacerse matar estoica- mente. La delegacién de Guerra estuvo constantemente trabada en su accién por el Comité de Salud Pi- blica, por el estado mayor del lugar, las comisiones de distritos y, sobre todo, por el Comité Central, que adquirié creciente importancia al final del se- Sundo sitio. La direccién de Ja artillevia, confiada a Avrial, no estuvo exenta de fallas y de reproches; pero los artilleros de 1a Comuna se mostraron s6- Nidos y eficientes, tanto en las defensas como en la guerra callejera. Lo mismo puede decirse del cuer- po de ingenieros, dirigido por el ingeniero Roselli- Mollet, que se vio trabado por las iniciativas del especialista de las barticadas, el “director” Napo- len Gaillard. Con la direccién del doctor Parisel se organiz6 un servicio de invenciones, que centra~ lizé vodos los pzoyectos mis extratios e inoperantes Para enfrentar a los versalleses. La flota fluvial, comandada por Durassier, supo emplear eficaz- mente sus cafiones. Jeres or ra Comuna La ejecucién misma de las operaciones fue con- fiad2 en un principio a un conjunto de hombres valetosos, pero a menudo mediocres, Entre ellos estaba el estipido Lullier, que no atind a acupar el monte Valérien y que fue destituido; Duval y Flourens, valientes, pero ante todo hombres de les lubes que fueron muertos por los versalleses en unz escarzmuza de los eomieazos; Bergeret, aulo 2 REPUBLIQUE FRAN 4 CAISR Tiberté. Efohité, Fraternite , PLACE VENDOM a, el 16 de mayo lome, derrambe de le column mayor de la placa Vénd de 1871, entregado por el Facsimil de um permizo para asistir ol y vanidoso, que fue destituido, detenido y luego Teintegrado a un cargo poco efectivo. Al “blan- quista” Eudes se le encarg6 Ia defensa de la mitad sur de Paris, bajo las drdenes de La Cecilia. Este no era italiano, pero habia tomado parte en la ex- pedicién de los Mil, y su oficio era profesor libre. Habia actuado con heroismo en Chiteaudun, era miembro de la Internacional y tenia en el Comité Central y en la Comuna amigos que depositaban una merecida confianza en él. Jaroslaw Dom- browski era un noble polaco que habia. participado en Ia insurreceién polaca de 1863, habia sido de- portado a Siberia, se habia evadido y luego se ha- bia refugiado en Francia, donde quedé a disposi- cién del gobierno de Ia Defensa Nacional y luego del de la Comuna. Este noble no tenia nada de so- cialista, pero era wn combatiente admirable y fue muerto el 22 de mayo en la barricada de la calle Myrrha. Su compatriota Wroblewski, otro escapa- do de la insurreccién de 1863 y pianista de mérito, tuvo a su cargo la organizacién de la defensa de la orilla izquierda, en la cual demostré talento y valor. La Comuna tuvo que luchar contra los versalle- ses, no solamente fuera de los muros de Paris, sino también en su interior. Primero, fueron las sospe- chas de traicién, surgidas espontineamente 0 pro- | yocadas por el adversario: Assi, Cluseret y Rossel fueron acusados o se acusaban; de Dombrowski se dijo que tenia relaciones con el espia Vaysset. Ha- bia agentes dobles, como Barral de Montaud, jefe de estado mayor y agente de Thiers, que informaba sobre el plano de las barricadas, sobte las reservas de municiones y que hizo, el 3 de mayo, ofertas; para hacer entrar clandestinamente tropas en Pa- # ris. La explosién de la fabriea de cartuchos de la 88 avenida Rapp, que se produjo el 17 de costé muchas vidas, quied se debia a In acco de este hampén. Gaston Da Costa, joven “blanquis. %” que habia reorganizado Ia policia polivica, Pronto descubrié, y a veces previno, sus fechoriae, Los ESFUERZOS DE CONCILIACION Los coneiliadores no eran traidores, pero | tativas de aguéllos no dejaron de disminulr wm nes o el ardor de los convencidos, quienes creian ein embargo posible una suspensién de las hostilida des. A comienzos de abril, la Unidn de lis Cima. ras Sindicales, Iuego Ia Unién Republicana de los Derechos de Paris, fundada en las oficinas de LeAvenir de Pari, los pariienses de las profesiones iberales de los distritos 5°, 6° y 7%, el “proudho- iano” P. Denis por intermedio del periédico Cri du Peuple, los diputados de Paris, paricularmente ichoelcher, y los dignavarios de la francmasoneria no dejaron de hacer gestiones de paz. Estas dur ton desde el 4 hasta el 12 de abril. Pero Thiers ext. Bia el desarme previo de los insurgentss,deseartaba Wa idea de un armiscicio, y el 14 de abril la Asam. plea Nacional vot6, por cuatrocientos novenea siete votos contra diccisis, Ia ley municipal, por brawl mantenia paca Pacis el régimen de excep- gign tradicional Los vealets no hactan gals de Sin embargo, los conciliadores no se desani Cuando se realizaron Jas negociaciones part wos suspensién de hostilidades en Versailles, oneeé juego Ia Liga de la Unién Republicana, luego Ie Union Nacional del Comercio y 1s Industria y fi nalmente el grupo de las municipalidades do Ios %6 distritos de Sceaux y de Saint-Denis. Schoelcher Janzé una proposicién de paz, luego otra Victor Considerant, y en el intervalo un Comité consti- tuido en Burdeos prepard un congreso de delega- dos de las ciudades de Francia, Los francmasones, por st parte, organizaron una manifestacion mis directa, que s¢ realiz6 el 29 de abril sobre los tra- bajos, ya avanzados, de los federados, sobre los cua- les dejaron de flotar sus banderas toda una noche. El mitin de la Alianza Republicana de los depar- tamentos no tuvo mis éxito, y atin menos lo. tuvie~ ron Jas tentativas del mes de mayo, cuando ya era evidente el fracaso militar de la Comune, realiza- das por Ia Liga de Accién Republicana, la Fede- racién de Francmasones y Compagnons de Paris, y la Comisién de Conciliacién del Comercio, la Industria y el Trabajo. Thiers y la Asamblea Na- cional permanecian intransigentes. El 8 de mayo, el gobierno 1anz6 a los parisienses una especie de ultimatum para exigir la rendicién de la ciudad, a la par que estigmatizaba a la “minoria” que, s- gin Versailles, los oprimia. Fue inmediatamente después de la publicacién de esta proclama, colo- cada en carteles, que el Comité de Salud Publica decidié la demolicién de la casa de Thiers. La Comuna dejé hacer a los conciliadores, cuya, accién, sin embargo, no podia dejar de debilicar @ sus defensores; pero Versailles se mantuvo intran- sigente. El dia mismo en que la Liga de la Unién Republicana tuvo Is audacia de votar una resolu- cién en que se negaba el poder constitucional de la Asamblea Nacional (16 de mayo), ésta recha- zaba la proposicién. de Peyrat y sus amigos en fa- vor del reconocimiento definitive de la Republica como gobierno de Francia, recomendaba a su Co- misién de Iniciativas Parlamentarias una propost- 7 cién del conde Jaubert concerniente a la recons- truceién de la casa de Thiers y atendia un informe del conde de Melun que propiciaba rezar plegarias en todo el pais para atraer sobre éste la proteccién de Ia Santa Virgen. En visperas de la entrada de los versalleses en Paris y de las masacres cuyo pro- grama habia preparado Le Figaro, los Congresos de Lyon y de Burdeos indicaron las bases para una posible paz: 1s cesactin de las hosilidaden, Is dhlucién de Is Con muna, elecciones municipales en Paris y elecciones para una Constiruyente en toda Francia, , Todo esto era justamente lo que la Asambles no queria. Fue contra este programa que se hizo Ia guerra, de hecho, . Los ALEMANES Esta guerra se desarrollé en el seno de otra gue- ra, pues en realidad todavia no se habia firmado la paz entre Francia y Alemania. Esta, que habia trabajado por el orden en Europa, no podia man- tener frente a la guerra civil un verdadero espi- ritu neutral. Esto quedé bien claro desde el co- mienzo, cuando el general que ocupaba los fuer- tes del Norte y del Este asumié una actitud hostil hacia los parisienses, amenazé a la ciudad con nuevo bombardeo ¢ instalé un verdadero cordén sanitario alrededor de sus muros. Mis tarde, los ale- manes rechazaron desdefiosamente una gestién de P. Grousset, delegado en Asuntos Extranjeros, para obtener la restitucién de los fuertes ocupados, des- pués, rechazaron sobre la ciudad a los vencidos que 98 se batian en retirada y buscaban un asilo, o los en- tregaron al vencedor. PRIMERA FASE DE LAS OPERACIONES Esta guerra pasé por varios periodos. Después de un tiempo de espera, que alean2é hasta las elec- ciones para la Comuna, se abrié un perfodo tran- sitorio caracterizado por escaramuzas de vanguar- dia; se intercambiaba el fuego entre centinelas ver- salleses y puestos de los federados. Pero el 30 de marzo, un reconocimiento bien conducido por el general Galliffer desalojé a los federados de la pla- zoleta de Courbevoie. Luego, el 2 de abril, a una operacién en gran estilo confiada al pobre Berge- ret, los versalleses respondieron con un ataque con- tra Courbevoie y Puteaux, ante el cual los guardias nacionales se replegaron en. desorden por la avenida de Neuilly. El 3, el fracaso fue mis patente: Ber- geret y Flourens marcharon en direccién a Versailles con efectivos irrisotios, y los federados no tardaron en ser dispersados, excepto en el sector comandado por Eudes. Flourens y Duval fueron ejecutados sumariamente, el primero de ellos el 3, en Chatou, el segundo el 4, en Petit-Bicétre. Estas ejecuciones, que Mac-Mahon parece haber condenado, aunque tarde, en una carta del 5 de mayo, iban a desen- cadenar el terrible procedimiento de los rehenes. EL 3 de abril fueron detenidos algunos sacerdo- tes, entre ellos, el arzobispo de Paris, Darboy, y el abate Deguerry, cura de la Madeleine. Fueron a sumarse, en la prisién, a agentes de policia y guar- dias republicanos detenidos desde el 18 de marzo, y al presidente de la Corte de Casacién, Bonjean, cuyas actitudes en el 48 no habjan sido totalmente, 2” olvidadas. El § de abril, por instigacién de Olivier Pain, que publicé un articulo en L’Affranchi de ese dia, la Comune lanzé una proclama en Ia que estigmatizaba los procedimientos inhumanos de las tropas de Versailles y anunciaba represalias, cuyas modalidades de aplicacién fueron determinadas por un decreto del mismo dia, propuesto por Ur- bain, El articulo 5 era particularmente duro: A toda ejecvciin de un prisonero de guerra o de un parti- dario del gobiemo segular de Ia Comuna de Patis, x espon- deri inmediatamente con Ia ejecucién de un ndimero triple de rehencs detenidos en virtud del arciculo 4 (concerniente al jurado de acusacién) y que serin designados por azar. Una vez vorado, este decreto sélo parecta ser letra muerta, excepto en Io que se refiere a los “blanquistas", que se sirvieron de é! para entablar una negociacién con Versiilles con el fin de lograr, mediante un cambio, el retorno de Blanqui a Pa- ris, La negociacién no tuvo éxito debido 2 la mala voluntad de Thiers. Ese texto adquirira toda su sangrienta significacién en el curso de la Semana de Mayo. SEGUNDA FASE A partir del 11 de abril se inicié un nuevo pe- riodo. Los federados habian combatido contra el pequeiio ejército de Vinoy. Pero ahora era el gran ¢jército de Mac-Mahon el encargado de aplicar los planes de Thiers, ejército del cual Vinoy comandé las divisiones de reserva: habia que apoderarse de Neuilly, destruir los fuertes del Sur y acumular una potente artilleria que permitiera primero aproxi- marse, y luego intentar el asalto final. Hasta el 24 de abril sélo hubo breves escaramuzas y vi 100 Jento cationeo entre los asediados y los sitiadores. El 25 de abril, una suspensién del fuego permitié a Ja poblacién de Neuilly evacuar Ia ciudad, que habia sido duramente bombardeada. Las tropas de Cissey ocuparon Les Moulineaux el 26 por la tar- de; el 29, el fuerte de Issy, casi totalmente rodeado de enemigos y desteuido por los obuses, fe abando- nado por Mégy. Pero, al dia siguiente, lo ocupé auevamente Rossel, que respondié a la orden del comandante Leperche de rendir el fuerte a Jos ver- salleses de una manera casi tan poco cortés como ‘Cambronne en Waterloo. El 4 de mayo, las tropas del general de Lacretelle conquistaron el reducto de Moulin-Saquet; el 5, las de Cissey y de Clin- champs atacaron Clamart, que los federados aban- donaron en desorden; el 8, el bombardeo afecté daramente al recinto de Paris, en Grenelle y Passy, y el mismo dia el fuerte de Issy cayé en manos de los versalleses. El 10 de mayo, el nuevo delegade de Guerra, Delescluze, dirigié una proclama a los fe~ derados, en Ja que confesaba la gravedad de la si- tuacién, pero les recordaba que combatian por su Hberead y por la igualdad social... por Ia Hberacién de Francia y del mundo... Vuestro triunfo, concluye, seri Ia salyacin de todos os pueblos, (Viva la Repablica Uni- iViva la Comunal El 12 de mayo, Mac-Mahon felicité a su ejército por sus primeros éxitos y lo insté a terminar la ta- rea. El fuerte de Vanves fue tomado por los versa~ Ileses. Las trincheras se prolongaron hasta las But- tes-Montmartre y La Muette. El 18 y el 19, Ia artilleria de les murallas logré detener el avances pero el 20, las baterias de brecha de Mac-Mahon abrieron el fuego sobre el recinto, ya averiado por 101 — las grandes baterias de la retaguardia. Los federa- dos de Auteuil debieron replegarse sobre la primera Tinea de defensas interiores, cuyo principal reducto era el viaducto de Point-du-Jour. Gon esto, se abrié la ltima fase de Ia lucha en- tre Paris y Versailles. capiruto VI LA COMUNA VIVE Y SUCUMBE La CALLE Las vias de recuperacion de una colectividad ur- bana son.miltiples, répidas y profundas. Después de los sufrimientos del sitio y de la vergiienza de Ia capitulacién, los parisienses que quedaban en la capital retornaron a la vida y, poco a poco, la cam- pafia electoral para la Asamblea Nacional, los pré- Jogos y las consecuencias del 18 de marzo y las elecciones a la Comuna mantuviezon activa a la poblacién. La calle le ofrecera espectaculos emo- cionantes: las exequias de Charles Hugo, que se realizaron el 18 de marzo, la instalacién de la Co- muna en el Ayuntamiento, el derribamiento en Ie plaza Vendéme de la columna que sostenia Ja es- tatua de Napoledn, Ja demolicién de Ia capilla ex- piatoria de Luis KVI y del monumento del general Bréa, Iuego la de la casa de Thiers, en 1a plaza Saint-Georges, en la cual Da Costa dio el primer golpe de pico, las exequias de los primeros muertos por la Comuna, las del socialista P. Leroux y, en plena Semana Sangrienta, las del general Dom- browski, rodeadas de un gran escenario melodra- mético. En cierto sentido, los incendios y las eje- cuciones constituyen un marco que prepara para al sactificio a un ejército que va a sucumbir inte. / gramente. 103 LrreraTuRA DE La Comuna La vida misma de todos los dias esté Mena de intensidad, en Paris. En primer lugar, la Comuna favorecid, por las esperanzas que desperté, el des arrollo de una literatura en verso y en prosa muy vivaz, para la cual faltaban a menudo los medios materiales de expresién y que para hacerse conocer empleaba el papel ordinario y la lectura en lugares publicos. Los elementos a menudo informes de esta literatura han sido objeto de un estudio todavia inédito de Schulkind, Sus temas son simples, vi- gorosos y abultados, pues se trata de una literatura de propaganda a través de la cual se expresan sen- timientos y esperanzas llevados al paroxismo. Los poetas como J. B. Clément, G. Portier, Clovis Hu- gues, Louise Michel, Arthur Rimbaud, E. Carjat, Burtal, Charles Keller y Brissac en el desarrollo del drama comunalista hallaron algunos momentos para cantar sus odios y sus simpatias, y es el co- mienzo de una vena que no se agotard rapidamen- te, pues las cartas de las prisiones y de los ponto- nés, y los diarios de las cdrceles hardin sobrevivir y xesaltar, por sobre otros temas, la literatura de la Comuna. ‘Tratros Los teatros estin de moda: hay ocho de ellos abiertos a principios de abril, ademis de los tea- tro barriales. El 21 de mayo atin se representaban en el Gimnasio algunas comedias y vaudevilles; el 22 de mayo, Raoul Pugno ensayaba en la Opera el aire Vive la Liberté de Gossec, con vistas a una 108 Concierto en el palecio de las Tullertas, durante Ia Comuna, _(‘Ilusteated London News”.) El iiltino dia de ts Comuna, (“Iusteated London News”.) representacin especial que no llegé a realizarse... Habia conciertos populares en las Tullerias, don- de Mlle. Agar recitaba obras de V. Hugo y de HL Moreau. El 21 de mayo se cealizé en la plaza de Ja Concordia un gran festival, a pesar de la proxi- midad del eco del cain. Cruses ¥ cars Un. piblico menos numeroso, pero mis apasio- nado, sin duda, asistia-a las sesiones de los clubes abiertos 0 reabiertos después del 18 de marzo: clu~ bes de la Escuela de Medicina, de los Amigos del Pueblo, de Montparnasse, instalado en Saint- Ni- colas-des-Champs, de la Revolucién, en Saint- Bernard de Montmartre, de la Revolucién Social en Saint-Michel des Batignolles, inaugurado el 3 de mayo con una ceremonia en Ja que el érgano ejecuté la Mersellena y El canto de la partida, de los jacobinos, en Saint-Nicolas-des- Champs, don- de se colgé a un Cristo una cinta roja. ‘Menos numerosos aiin, pero con una actividad politica intensa, eran los cafés: los del Quartier Latin, ante todo, y los de Montmartre. En ellos establecian contacto los politicos, los literatos y los periodistas o caricaturistas, de los cuales no era uno de los menos vigorosos Pilotell. PERiOpIcos ‘Tanto unos como otros tuvieron a su cién Jos diarios, menos numerosos que a comienzos de marzo, a consecuencia de las clausuras sucesi- vas que recayeron sobre las hojas reaccionarias, ¥ 107 que vivian, ademis, de manera precaria. Le Mot @Ordre (“La Consigna”) de Rochefort, Le Ven- geur (“El Vengador”) de FB. Pyat, L'Affranchi (“El-Liberado”) de P. Grousset, LOrdre (“EL Or- den”) de Vermorel, Le Gri du Peuple (“El Grito del Pueblo”) de J. Valles, Ea Sociale, cuyo princi- pal redactor era la sefiora de André Léo, La Re- volition Sociale de Maroteau, Le Pere Duchesne de Versmersch, donde escribieron A. Humbert y M. Vuillaume. A ellos agreguemos el Jorrnal Offi- ciel, donde los articulos de teoria revolucionaria y_ de historia, debidos a veces a Ia pluma de Ch. Longuet, se mezclaban con los documentos oficiales y los informes de ls Comuna, de'los qué se encargaba el futuro ministro de Ja IM Repa- blica, Thomson, y en representacién de la opinién radical Le Rappel (“El Llamado”) de Vacquerie y Meurice. Asi se formé, se’ mantuvo y se lev hasta el paroxismo un estado de espiritu colectivo en eb cual participaban las mujeres y los nifios. Las mu- jeres, al igual que en 1789 y 1848, estén presen- tes en todas partes durante Ja Comuna, y no sola- mente las Louise Michel o las Elisabeth Dmitrieff, sino también Jas sindicaliseas de las asociaciones obreras, Jas cantineras de los batallones en marcha, las combatientes de las formaciones femeninas 0 Jas asistentas a las que se englobart més tarde bajo la acusacién general de “incendiarias”. Abundaron las vinculaciones afectivas y los matrimonios en esta época terrible. También los nifios cuentan en, las filas comunalistas; no solamente las novelas de Alphonse Daudet aclaran su psicologia, sino tam- bién los documentos oficiales: al final de la insu- steccién se detuvo a seiscientos cincuenta y uno, de los cuales doscientos treinta y siete tenian un 108 poco menos de diecistis afos, doseientos veintisis He quince, ciento tres de catorces hubo uno de echo afios y uno de siete, Ochenta y siete de ellos fueron Hevados a juicio. En el curso de ta Semana de Mayo fueron ejeeutados nisios y mujeres. ULTIMA ETAPA La bien Hamada Semana Sangrienta, del 21 al 28 de mayo, constituye el iltimo episodio de la guerra civil. Puede distinguitse en ella, mas 0 me- Fos, una batalla callejera librada por algunos milla- tes de federados, que, combatian en puntos poco flejados entre sf en [2 capital y luego fueron aglu- tinados, a partic del 25, contra las fuerzas del orden, que contaban con mis de'ciento yeinte mil hombtes; luego, el aplastamiento, por estas fuer- zas, de los rebeldes, quienes se atrincheraron detrés de las barricadas y fueron muertos en ellas o pe- recieron bajo las balas de Jos pelotones de ejecuctéa © de represores espontineos. Es posible que se hu- bieran evitado las nuevas desdichas que iban a caer sobre Paris si la ciudad hubiese sido tomada en tres dias, como se afirma que habria sido posible. Paris REMODELADO Las transformaciones sufridas por Paris, en virtud de la aplicacién de los planes del baréa. Haussmann, contribuyeron a su derrota en mayo | de 1871. Seria absurdo suponer que el gobierno, | Imperial haya previsto la Comuna y su represién: Pero es evidente que Napoleén IIf, que habia lle- gado al poder por un golpe de Estado sangrieinto, | 109 tl ¥ habia sido testigo de las insurtecei is ses del reinado de Luis Felipe, se preocupé al mis. mo tiempo por embellecer la capital y por asegurar en ella, en toda circunstancia, el respeto de su poder. En Ia sesién del 8 de mayo de 1858, encar- gada de examinar las condiciones financieras para Ja realizacin de los trabajos decididos por Ficus. man, un miembro de Ja Comisidn creada a este fin, Nogent Saint-Laurens, indicé claramente el objeto, uno de los objetos, de estos trabajos: Antes, se impedian los ines con cai i hoy # las impide con el azadén y le pale Pero, uno no debi i ‘ ia excluir el otro y el mism Haussmann reconocié que , ° Ja tranguilidad de Paris exige principalmente la participacién del Estado en los gastor de est A Bete lo son de eas onerous empress (HE La experiencia de las insutrecciones de juli 1830 y febrero y junio de 1848 soar rae nieros y a los militares ensefianzas miltiples, La demolicién de las calles tortuosas y estrechas, cuyo pavimento estaba hecho de grandes piedras cua. dradas, propicias para la construccién de barrica. das y muy apropiadas para la aplicacién de las re- glas de esa guerra callejera cuya estrategia habia estudiado Blanqui, se debe mucho més a estas preocuperaciones militares que a las de filantropia obrera e higiene urbana. Esto nos permite también comprender el papel de Ia tradicidn en la historia revolucionaria. Las plazas amplias, los cruces ade cuados para las concentraciones militares, las ane chas avenidas en las que Ia eaballecia y la artilleria podian fécilmente ejecutar sus tareas particulares, 110 han dado a Paris Ia fisonomia que ha perdwrado, | en conjunto, hasta nuestros dias, Fue este plano} el que facilité Ia victoria de los versalleses y el triunfo de Thiers. En cambio, los federados, por su parte, no apro- yecharon las ventajas que también a ellos les daban las vias abiertas por Haussmann. Desde el momen- zo en que renunciaron a una lucha de conjuato, el plan general de Dombrowski, y volvieron a sus barrios respectivos, la defensa de Paris se convic- ti en una lucha sin coordinacién, reducida a a estrategia de las barricadas. Pero éstas, gracias 2 Ja apertura de las arterias “haussmanianas”, fueron rodeadas fieilmente por efectivos muy superiores en niimero y en material. Llegé ocurrir que comuneros edificaron barricadas en el sentido con- trario a aquel por el que atacaban los versalleses, como sucedié en Montmartre. La falta de coordi- nacién y Ia ausencia de informes los redujo desde el principio a una situacién critica Por lo demis, es de pensar que el ejército del orden no supo aprove- char al maximo las condiciones de que disponia, y cuando observamos el lento avance de los prime- 0s de los ciento treinta mil hombres que entraron en la noche del domingo al lunes, sia aprovechar fos muelles, fos grandes bulevares y las avenidas por los cuales podian tomar, nos preguntamos si | todas estas precauciones, casi diriamos vacilacio- nes, no revelan un plan de realizar una “sangria”, preconcebido por Thiers. ‘Toms, BisaAanck ¥ 10S PRISIONEROS La transformacion de Paris permitié la ejecu- cién relativamente facil de los planes de Mac- mL rbd Revisién de las marsos de los prisioneros on Valleville. ("Univers Tluscré”.) 1 Mahon. A ello hay que agregar el aumento cons- tante de los efectivos confiados al mariscal. La bue- na disposicién de Bismarck lo perm: Indudablemente, la coincidencia del drama de Paris —la guerra civil— con el drama de Franc- fort —la firma de la paz con los alemanes— colo- caba al gobierno francés en una situacién angus- tiosa. El patriotismo indiscutible que los animaba debia reforzar, en Thiers y en J. Favre, el conser- vadorismo. social que se afirmé en Ja lucha contra Ja Comuna y el sofocamiento de la insurreccién. Pero ello debia conducirlos, a uno en Versailles, al otro en Francfort, a gestiones cuyo resultado seria la coalicién de los alemanes vencedores y los antiguos soldados del ejército del Imperio contra los federados, ‘Algunos telegramas intercambiados entre Franc- fort y Versailles indican la naturaleza de los sen- timientos de Thiers y de J. Favre, en los cuales Ia preocupacién por doblegar a Paris borraba Ia vergiienza de recurtir a Bismarck para sofocar la insurreccién. Versailles, 19 de mayo de 1871, hora 10 de la noche, ‘No se ha producido mingiin hecho militar importante. El comisario de policia de Saint-Germain anuncia que cuatro mil prusianos ocupan el islote de Vésinet © impiden el paso de todo soldado francés Por el lado de Vincennes,

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