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Ernesto Screpanti Stefano Zamagni Panorama de historia del pensamiento economico Editorial Arid, SA. Barcelona Diseiio cubierta: Nacho Soriano ‘Tilo original: An Ouitine ofthe History of Economic Thought Traducci6n de Francisco J. RAMOS RevisiGn técnica de SALVADOR ALMENAR, PABLO CERVERA y Vicenre LLOMBART de la Universidad de Valencia 1 edieién: febrero 1997 ‘© Ernesto Serepanti and Stefano Zamagni 1993. < “” ‘This translation of Outline of the History of Economic Thought by Emesto Screpanti and Stefano Zamagni originally published in Eaglish in 1993 is published by arrangement with Oxford University Press Derechos exclusivos de edicién en espatiol reservados para todo el mundo y propiedad de la traduccién: © 1997: Editorial Ariel, S.A. ‘Cércega, 270 - 08008 Barcelona ISBN: 84-34-2143, Depésito legal: B. 2.661 - 1997 Impreso en Espatia 1997. - Romany®vValls Verdaguer, | - Capellades (Barcelona) [Ninguna pate de esta publicacin, ineluido el diseio de a cabierta, puede ser reproducida, almacenada o trans fen manera alguna ni por ningin medio, ya sea elécrico, ‘quimico, mecénico, dpico, de grabacién ode fotocopia, sin permiso previo del editor. ue I Prélogo a la primera edi SUMARIO Introduccién 1. 10. i Nacimiento de la economfa politica La revolucién del laissez faire y la economia stnithiana De Ricardo a Mill El pensamiento econdmico socialista y Marx E] triunfo del utilitarismo y la revolucién marginalista La construccién de la ortodoxia neoclasica Los afios de la alta teoria (I) Los aiios de la alta teoria (II) La teorfa econémica contemporanea (I) La teorfa econémica contemporéinea (II) La teoria econémica contemporanea (IIT) CapiTULO 1 NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 1.1. El final de la Edad Media y el nacimiento del mundo moderna 1.1.1. EL FINAL DE LA EDAD MEDIA Y LA ESCOLASTICA La economia feudal surgié de las cenizas de la economia esclavista del Im- perio romano, La relacién entre duefio y esclavo, una relacién que sélo puede materializarse si el esclavo es capaz de producir mas de lo que consume, se trans- forms en relacién entre duefo y siervo. Este tiltimo estaba ligado a la tierra que cultivaba, y obtentfa la proteccién del sefior a cambio de determinados «servicios» econémicos y politicos. No obstante, el control tltimo de la actividad econdémic: estaba en manos del rey, que podia transferir, al menos en principio, los feudos de un sefor a otro. Puesto que la tierra y el trabajo no eran objeto de compraven- ta, sino s6lo de transferencia, no se necesitaban mercados de tierra ni de trabajo. Autoridad, fe y tradicién bastaban para garantizar el buen funcionamiento del sistema, En la Edad Media, la actividad econémica se organizaba en tomo a la vida del feudo, una unidad agricola dotada de un amplio grado de autosuficiencia, controlada por un sefior y cultivada por campesinos y siervos, a la que se atribuia un doble objetivo: asegurar la continuidad en el tiempo de la hacienda y producir un excedente para cederlo al sefior La relativa seguridad econémica que permitia la institucién feudal contribu- y6 a la mejora de las condiciones de vida de la poblaci6n, aunque sélo sea porque la condicién social de siervo es superior a la de esclavo. Al mismo tiempo, la for- maciGn de ciudades en las areas densamente pobladas y la difusién a gran escala de talleres artesanales sentaron las premisas para el inicio de una intensa activi- dad comercial. Surgié la figura del comerciante independiente, primero en los in- tersticios y en las fronteras de la economia tradicional, pero luego en una esfera econémica nueva: la ciudad libre y sus mercados, embrién de las modernas ciu- dades europeas. Fue en los siglos xil y xitt cuando se inicié el crecimiento de la econom(a de Jas ciudades y del tréfico comercial y financiero de las burguesias urbanas. Y pre- cisamente en este periodo se realizaron las primeras tentativas de teorizacién econémica de cierta envergadura. Antés de ese momento encontramos algunas ideas importantes en Arist6teles: sus tesis sobre la «crematistica naturals, es de- cit, el arte de enriquecerse produciendo bienes y servicios tiles para la existen- cia, y la «crematistica no natural», relativa al enriquecimiento que proviene del 28 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO_ intercambio y de la usura; su distincién entre valor de uso y valor de cambio de las mercancias, consistente el primero en la capacidad de una mercancia de satis- facer una necesidad especifica, y el segundo en la relacién cuantitativa con la que una mercancfa se intercambia por otra; su intento de definir el «precio justo» de Jas mercancfas como el que se basa en la equivalencia de las prestaciones inter- cambiadas. La filosoffa escolastica del sigio xm, cuyo principal exponente fue Tomas de Aquino (1221-1274), se vinculaba explicitamente a la filosofia ar totélica, esforzindose por asimilarla al cristianismo. Partfa del presupuesto de que la inteligencia humana es capaz de alcanzar la verdad mediante el método espe- culativo, y asumia que existen tres érdenes distintos de verdad a los que diri- gir la especulaci6n: la ley divina, tal como se manifiesta en Ia revelacién; el derecho natural (jus naturalis), tal como se expresa en los «universales» que Dios ha puesto en las criaturas; el derecho positive, producto de las decisiones y de las convicciones humanas, y valido para todos los hombres (jus gentiun) 9 bien para los stibditos de cada Estado (jus civilis). La gran parte de las pro- posiciones econémicas de la escolastica corresponden al jus gentium, y s6lo alguna al jus naturalis. La tematica del «precio justo», que provenfa de Aristételes, se resolvia en la communis aestimatio del precio normal en ausencia de monopolio. Junto a esta tesis, se formulaba la del «salario justo», definido —siempre segtin la communis aestimatio— como el que deberia garantizar al trabajador un nivel de vida ade- cuado a su condicién social. En relacién con esto, encontramos también esbozos de una teorfa del precio justo, que, en virtud del «intercambio de equivalentes», se resuelve en el coste de produccién y, por tanto, principalmente en el coste del trabajo. El coste de produccién incluye un beneficio, pero debe ser un beneficio moderado, «equitativor, lo necesario para mantener a la familia del comerciante y hacer alguna obra de caridad. Esto, teniendo en cuenta que el comercio se con- sideraba legitimo sdlo si era itil a la comunidad —es decir, tinicamente si produ- cia servicios—, induce a ver en el concepto de beneficio de los escoldsticos poco més que un salario de direccién que incluta los gastos de representacién El precio justo de una mercancfa es una propiedad intrinseca de ésta, en cuanto que expresa su valor intrinseco (bonitas intrinseca). Pero no queda del todo claro qué determina este valor, y la opinién predominante oscila entre la te- sis de los esfuerzos sostenidos en la produccién y la de la capacidad de la mer- cancia de satisfacer una necesidad humana, No obstante, en ambos casos se trata de una propiedad objetiva de la mercancia. Tampoco esté claro si las proposicio- nes concernientes al valor de las mercancias pertenecen al derecho natural, como haria suponer la tesis de la bonitas intrinseca, o més bien deben reconducirse al jus gentium, como pareceria sugerir la tesis de la communis aestimatio. En reali- dad, los escolisticos no estaban tan interesados en entender qué es el valor, ni qué lo determina. Para ellos, el precio justo debe ser tal para garantizar la justicia conmutativa —es decir, el intercambio general—, de modo que nadie pueda obte ner mediante el intercambio de mercancfas més de lo que da. No obstante, si, y en la medida en que, dicho precio es justo porque corresponde al derecho natu- ral, este es también verdadero, aunque no pueda observarse; y, en cierto sentido, incluso mas verdadero que los precios a los que se intercambian efectivamente ) NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 29 las mercanefas en el mercado, los cuales pueden apartarse ligeramente, en mas 0 en menos, de los «justos». Es probable que haya que buscar aqu{ el lejano origen de la teorfa clasica de los precios naturales y de los precios de mercado. A diferencia de las mercancias reales, que poseen un valor intrinseco, la mo- neda tiene un valor convencional (impositus), un valor que ha sido impuesto por el principe, y no hay duda de que la doctrina del valor de la moneda corresponde al derecho positivo, antes que al natural. Predomina entre los escolisticos, espe- cialmente en Tomas de Aquino, una teorfa convencionalista de la moneda: la mo- neda es un pairdn, y se ha inventado por los hombres para medir el valor de las mercancfas y facilitar los intercambios. Ademas, es un bien fiungible, que se con- sume con el uso. De aqui deriva la principal justificacién de la condena de la usu- 1a. En efecto, Tomas de Aquino renueva la condena aristételica de la usura, pero Ja integra con la tesis segtin la cual el dinero, al no ser un bien duradero que pro- duce servicios, como los bienes capitales, no puede alquilarse, de manera que su préstamo no puede dar derecho a la percepcién de un interés. Y contra quien afirma que el interés es proporcional al tiempo —es decir, a la duracién dal prés- tamo— argumenta que el tiempo es un bien comiin, otorgado por Dios a todos los hombres, y que nadie tiene el derecho de apropidrselo privadamente o de apropiarse de sus frutos. Finalmente, también es importante en Tomas de Aquino su intento de justi- ficar la propiedad privada; intento que parece el primer eslabén de una larga ca- dena que, como veremos, vincula el pensamiento escokistico al iusnaturalismo del siglo xvil y, inds tarde, a Locke, Quesnay, Smith y al socialismo del xvi, Dios ha creado la tierra para todos los hombres; por tanto, nadie puede arrogar- se un derecho que prive a los demas del uso de los bienes de la creacién. Sin em- bargo, la propiedad privada puede justificarse como estimulo al trabajo y, por otra parte, no esté reitida con el derecho natural a pesar de que no se fundamen- te en él. No obstante, hay que entenderla como una forma de concesién que la comunidad hace al individuo, y hay que ejercerla como un servicio: no es un ius utendi, fruendi et abutendi, sino tnicamente una potestas procurandi et dispen- sandi. No resulta dificil comprender el fuerte tono moralista de las teorias escolds- ticas y su funcién normativa. En una época en la que el resurgimiento del comer- cio amenazaba con disgregar un «orden» social ajustado a los designios divinos —mientras que aportaba riqueza y bierfestar, si no a toda la comunidad, cierta mente a algunas clases y categorias sociales nuevas—, constitufa una exigencia fuertemente sentida la necesidad de mantener bajo el control de la comunidad, en la medida de lo posible, los instrumentos econémicos con los que se acumua- ban las nuevas riquezas: los beneficios comerciales, los precios, los préstamos con usura y la propiedad mobiliari Las ideas econémicas de Tomas de Aquino, y de la escoldstica en general, poseen escaso valor cientilico y practicamente pertenecen a la prehistoria de la econom(a politica, Pero no pueden ignorarse en ninguna historia de esta ciencia, puesto que, convertidas en doctrina de la Iglesia catélica, han seguido influyendo en el pensamiento econdmico durante varios siglos, aun en autores que no las compartfan, Incluso economistas que elaboraron docirinas opuestas a las tomiis- tas hubieron de tenerlas en cuenta, Baste pensar que todavia en el siglo XVul, en 30 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO plena Ilustracién, el abate Galiani no fue capaz de formular su propia teoria mo- derna del interés sin sentirse obligado a demostrar la coherencia de ésta con la doctrina de la justicia «conmutativay y con el precepto que prohibe la usura, 1.1.2. EL CAPITALISMO «MERCANTIL» Aproximadamente a partir de la segunda mitad del siglo xv se inici6 un len- to, pero inexorable, proceso de transformacién econémica, social, politica y cul- tural que duraré hasta después de mediados del xvi, cuando ya se habrén dado todas las condiciones previas al nacimiento del moderno capitalismo industrial. Uno de los principales factores de-este proceso de transformacién fue la afluencia de oro de las Américas. Entre 1500 y 1650, los precios se triplicaron en Europa, Las consecencias sociales fueron enormes. Por una parte, se asistié a un gradual empobrecimiento de aquellas clases sociales —a aristocracia y el cle- ro que vivian de las rentas fijadas por Ia costumbre, las cuales se adecuaban con mucha lentitud a la disminucién del valor de la moneda. Por otra, se produjo un singular enriquecimiento de la burguesfa mercantil, que vivia de profits upon alienation, es decir, de rentas derivadas de la diferencia entre los precios de venta y los precios de compra de las mercancias, un tipo de beneficio que aumenta de manera natural con la inflacién. Este crecimiento de la riqueza monetaria en ma- nos de la burguesia, junto con el correspondiente proceso de expropiacién gra- dual de las antiguas clases dominantes, constituyeron uno de los factores funda- mentales del proceso de acumulacin originaria, La expansién del comercio, y en particular del comercio de larga distancia, llevé después a la formacién de centros comerciales e industriales, y—de modo gradual— al surgimiento de la nueva figura del mercader-manutacturero, que provocé cambios profundos en la actividad productiva. La necesidad de cantida- des crecientes de productos manufacturados y, sobre todo, la exigencia de una mayor estabilidad de la oferta llevaron a un control cada vez mayor de la activi- dad productiva por parte del propio comerciante. Ya a finales del siglo xvr el modelo artesanal de produccién, en el que el artesano tiene la propiedad de los instrumentos de trabajo y del taller, y trabaja como un pequefio empresatio in- dependiente, empezé a ser reemplazado, en el sector de la exportacion, por el sistema de trabajo a domicilio (putting-out system). Al principio, era el comer- ciante quien suministraba las materias primas al artesano y quien le encargaba su transformacién en productos terminados, mientras que el trabajo se conti- nuaba realizando en talleres independientes. En una fase posterior, la misma propiedad de los instrumentos de produccién, y a menudo del taller, pas6 al co- merciante, que ahora estaba en condiciones de contratar trabajadores propios. El trabajador ya no vendfa un producto terminado al comerciante, sino directa- mente su propia capacidad de trabajo, La industria textil fue uno de los prime- ros sectores en los que se consolidé el nuevo modo de produccién. ‘As{ pues, se asistfa también a la lenta formacién de una clase trabajadora de tipo moderno: una clase social de sujetos privados del control del proceso de pro- duccién, una clase para la cual la venta de la fuerza de trabajo representaba la {inica fuente de sustento. En el campo, este proceso se vio favorecido por la difu- ) NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 31 sién del sistema de produccién a domicilio, por el proceso de cercamiento de las tierras (especialmente en Inglaterra) y por el aumento de la poblacién. Ademas, en las ciudades el aumento de los precios empobrecié de manera dréstica aque- llas categorfas de trabajadores semi-artesanales que constitufan las capas més ba- jas de las antiguas corporaciones, que obtenfan, al menos en parte, ingtesos de trabajo dependiente fijados por la costumbre. Dichos ingresos fueron fuertemen- te recortados por la inflacién. A aquellas capas sociales se unieron los campesi- nos expulsados de los campos y los artesanos pobres cuyas mercancfas no podian competir con las producidas bajo el contrél de los mercaderes-manufactureros, aunque s6lo fuera porque no tenfan una salida comercial segura Oto cambio importante que se verificd,en estos tres siglos fue la consolida- cién de los modernos Estados nacionales. Se trata de un proceso largo que hunde sus raices en la lucha entre las ciudades libres, el Papado y el Imperio, inici6 en Halia en la baja Edad Media. Las transformaciones iniciadas por la de- sintegracién del Sacro Imperio Romano dieron vida a varios procesos de unitfica- cién nacional que culminaron hacia finales del siglo xV, al menos en Inglaterra, Francia y Espafta. En los tres siglos siguientes, las guerras europeas serin gue- ras entre Estados-naciones, en las que la razén de Estado prevalecers sobre cualquier otra, aun cuando el elemento ideol6gico sea muy fuerte, como en las guerras de religion. 1.1.3. LAREVOLUCION CIENTIFICA Y EL NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA. La afirmacién del principio de la supremacia del poder espiritual sobre el temporal, que constituy6 una de las principales armas ideolégicas de la lucha de Jas ciudades libres contra el poder central, demolié desde sus propios fundamen- tos la legitimidad del orden establecido en el Imperio, y dio comienzo a un proc so revolucionario que cambiaria la faz, de Europa, Era el espiritu del homore que se emancipaba de la tradicién. La revolucién cultural fue lenta, pero inexorable. Con el Humanismo y el Renacimiento, el hombre se colocaba en el centro del universo, mientras la filosofia se emancipaba de Arist6teles y del tomismo. Y en tanto la politica, con Maquiavelo, dejaba de ser una rama de la filosofia moral para convertirse en ciencia, con la Reforma protestante era la propia fe —es de- cir, el fundamento espiritual del acto Jibte— la que se emancipaba de la autori- dad establecida. El Principe de Maquiavelo se publicé en 1516; los comienzos de la predicacién de Lutero contra la venta de indulgencias se remontan a 1517. ‘También en el Renacimiento se inicié aquel gran proceso de emancipacion intelectual conocido como «revolucién cientifica». Durante los siglos XVI y XVII se asistié a una segunda oleada de expansin de las universidades europeas. La pri- mera, auspiciada por la Iglesia, habia tenido lugar en la baja Edad Media, Mas tar- de, en los siglos x1V y XV, la universidad decay6, sobre todo a causa de la tendencia de los intelectuales més libres y creativos a sustraerse al control espiritual de la Iglesia y a buscar proteccién en las cortes de los principes y en las «academias» laicas, En el renacimiento de las universidades de los siglos xvt_y xvut, el Estado endi6 a sustituir a la Iglesia en el control de la actividad intelectual. En este perio- do perdieron prestigio ¢ importancia las tres antiguas Facultades de rango supe- 32 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO rior —Teologia, Derecho y Medicina—, en las que el control ideol6gico, alimenta- do por las guerras de religién, era atin fuerte. En cambio, adquirié preeminenci la Facultad que durante la Edad Media habfa sido relegada a un papel ancilar: la de Filosofia, Fue en estas nuevas universidades donde nacié la filosofia moderna y, con ella, la ciencia. No es tn hecho casual que los mayores fil6sofos de la época fueran también grandes cientificos, 0 por lo menos mostraran un gran interés por el desarrollo de la investigacién cientifica. La revolucién se inicié en la primera mitad del siglo xv1 con Copémico, y, pasando por Kepler, Galileo, Bacon, Leibniz.y Descartes, legarfa a su conclusién en el xvitt con Newton. Fue en este clima de revolucién cultural en el que se sentaron la bases de! pensamiento econdmico moderno. Asi como las ciencias naturales se iban eman- cipando de la magia, la ciencia politica y,la economia aspiraban a emanciparse de la ética y de la filosofia politica. El programa se habia realizado hacia ya tiem- po, cuando fue enunciado por Antoyne de Montchrétien (ca. 1575-1621) en el propio titulo de su obra principal, Traité de lOeconomie Politique (1615), en la que se sostenia que ja economia, «ciencia de la adquisicion», es a la politica como la parte principal al todo, y que ésta se ocupa no sélo de la familia, sino también de la republica. En realidad, el nacimiento de la ciencia econémica hubo de atravesar dos procesos de emancipacién: el primero requirié la superacién de la idea aristotdlico-tomista segtin la cual aquélla se relacionarfa vinicamente con el comportamiento de los agentes econémicos individuales, las familias; el segun- do supuso el abandono cle la gnoseologia y de la metafisica escoléstica. Vedmos- Jos por separado. En el pensamiento clésico griego y, a través de la influencia de Aristételes, en la filosofia medieval se consideraba que Ja economia era el arte de la adminis- tracién de la familia, Para Tomas de Aquino, ceconomia significaba simplemente «gobierno de la casa. Se trataba de una disciplina que afectaba a la esfera prive: da de la accién humana. Como tal, estaba subordinada a la ética y a la filosoffa politica, es decir, a las disciplinas filosoficas que estudiaban la actividad publica del hombre. La politica tenia por objeto el comportamiento de los agentes socia- les colectivos, el Estado y sus érganos in primis; la economia, en cambio, se ocu- paba de los agentes sociales individuals, las familias. Estas constitufan s6lo el trasfondo particularista de la sociedad politica. Y el objeto de la «ciencia», 0 filo- sofia, politica lo constituia el estudio de la sociedad politica. En relacién con éste, las familias no representaban algo esencial, Por otra parte, la filosofia politica y la ética proporcionaban unos conoci- mientos, mientras que la economfa tenia tinicamente finalidades pricticas. Para ‘Arist6teles, al igual que para sus seguidores en la baja Edad Media y para Tom: de Aquino en particular, la «ciencia» —es decir, el conocimiento especulativo— consistia en la aplicacién de un procedimiento racional deductivo a un objeto de estuidio sobre el que se pudieran formular proposiciones y aleanzar conclusiones dotadas de los atributos de universalidad y necesidad. La universalidad de las proposiciones politicas se derivaba del hecho de que el consenso popular al poder legislativo de los gohernantes serfa una manifestacién de la voluntad de Dios, mientras que la universalidad de las proposiciones éticas se désprendia del hecho die que los fines de la accién humana, a cuyo estudio se aplicaban dichas proposi ciones, coincidirfan con los fines para los que la idea divina habria modelado a ) ) NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 33 las criaturas, Estas posibilidades quedaban excluidas de la actividad econémica de la familia, Todas las acciones de las células sociales individuales se adscribi- rian, o bien a la ética, o bien a la politica; y las que no pudieran adscribirse nia una ni a otra no serfan dignas de estudio «cientifico». En otras palabras, la eco- noma no era una «ciencia», porque no era ni politica ni ética. ice bien Schumpeter cuando observa que Tomas de Aquino estaba poco in- teresado en las cuestiones econémicas por si mismas y que «slo cuando los fe- némenos econdmices plantean cuestiones de teologia moral se decide a ocuparse de ellos» (p. 90). ¥ tiene 1azén cuando sostiene que, en la escoldstica, la econo- mia en su conjunto nunca se ha tratado como una materia en si. Tomas de Aqui- no consideraba «deshonesta» la actividad comercial de los individuos. ¢Qué pro- posiciones universales podfan formularse sobre ella? ¢Cémo podia ocuparse de ella la «ciencian? Pues bien, al pretender ser economia politica, o priblica, o nacional, la nueva disciplina se definié como cienicia precisamente porque localiz6 su propio objeto de investigacién en el ambito de las actividades puiblicas. Con ello consclidaba también, entre otras cosas, la propia autonomia de la nueva ciencia politica, que se estaba desarrollando paralelamente a ella, Se trataba de dos disciplinas inde- pendientes, que estudiaban aspectos distintos de la accién social: una se ocupaba de la acumulacién y de la gestién de fa riqueza; la otra, de la acumulacién y de la gestion del poder. De todos modos, ambas asumian como objeto de investigacion el comportamiento de los agentes sociales colectivos; éstos seguian siendo el Es- tado y sus 6rganos, pero ahora subordinados a otro sujeto social: Ja nacién, El Estado tendia a obtener la legitimidad de esta tiltima, mientras que Ja legitimidad papal y/o imperial se desvanecia 0, en cualquier caso, resultaba muy debilitada. El bienestar piblico tendia a convertirse en uno de los factores de legitimacién, definiendo un nuevo ambito de la actividad estatal. Y la economia politica naci6, junto a la teoria de la politica econémica, para dar sentido y eficacia a dicha acti- vidad. Antes de pasar al segundo aspecto del proceso de emancipacién de la econo- mia con respecto al tomismo, es importante sefialar gue el nacimiento de la eco- nomia politica y de la ciencia politica coincidieron con la secularizacién de la ciencia (ahora ya sin comillas). S6lo cuando la accién humana dejé de ester mo- tivada por fines espirituales adquirié sentido estudiarla sin aspirar ya a alcanzar proposiciones universales. Es precisamerité cuando las decisiones piiblicas ya no estan legitimadas por Dios, sino s6lo por los fines de las naciones y de los hom- bres, cuando resulta posible estudiarlas cientificamente. Este proceso de laicizacién de la ciencia, por lo que se refiere a la economia politica, llego a su culminacién en el siglo xvi, cuando ésta se dejé fecundar por la filosofia iusnaturalista, por el empirismo inglés y por el racionalismo cartesia- no. Pero habia empezado mucho antes, ya en la época de las discusiones filos6fi- cas sobre los «universales». Los universales son las propiedades esenciales de las cosas. Estos, segtin Tomas de Aquino, antes de existir en la mente del hombre, que puede conocerlos mediante la abstraccién, existen en la mente de Dios: pero residen también en las propias cosas, detrés —y como fundamento— de su reali- dad empirica. Por ello, la especulacién producitfa la «ciencia»: ja capacidad de abstraccién de la mente humana operaria sobre una estructura ontoldgica del 34 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO mundo que le corresponde. Los filésofos nominalistas contrapusicron a esta con- cepcién una teoria del conocimiento que negaba la realidad de los universales, Estos, en la visién nominalista, constituyen meros signos convencionales, los nombres de las cosas, no su esencia real, Es en la consolidacién de esta concep- cidn, entre cuyos principales partidarios se hallan Roger Bacon y Guillermo de Ockham, donde hay que buscar los origenes del pensamiento cientifico moderno. En efecto, los filésofos nominalistas buscaban el conocimiento en el estudio de Jos aspectos individnales, particulares, empfricos, de las cosas, en lugar de bus- carlo en su esencia universal. Karl Pribram ha sefialado que fueron precisamente algunos pensadores no- minalistas, sobre todo discfpulos y seguidores de Ockham, quienes, entre los los xiv y Xv, realizaron los primeros inteptos de razonamiento cientifico en eco- nomfa. Uno de ellos fue Jean Buridan (12902-1358), quien trat6 de explicar el va- or de las mercancfas no por lo que deben ser, sino por lo que efectivamente son; y no en cuanto a su sustancia, sino como fenémenos relacionales, como expresio- nes de las necesidades humanas. Otro fue Nicolés de Oresme (1320?-1382?), que se distancié del tomismo en el hecho de atribuirle a la moneda no un valor con- vencional, sino un valor real vinculado al de los metales preciosos. Oresme fue el primer estudioso que tuvo una clara intuicién de la Hamada «ley de Gresham», de a que hablaremos en el proxima apartado. Otro de aquellos pensadores fue Anto- nio Pierozzi (1389-1459), més conocido por el nombre de san Antonio de Floren- cia, quien formulé una teorfa segtin Ja cual el valor de la mercancfa, ademas de depender de los costes incurridos en la produccién, depende también de la raritas es decir, de la escasez— y de la complacibilitas —esto es, de la estimacién de los individuos—. Asi, forzé a la doctrina de la.communis aestimatio para que sirviera al propésito de una visi6n subjetivista del valor. 1,2, El mercantilismo 1.2.1. ELBULLIONISMO Conviene clarificar inmediatamente que no ha existido una escuela de pensa- miento que se autodefiniera como «mercantilista»; ni siquiera una corriente de opinién, consciente de su propia homogeneidad teérica, que pudiera definirse como tal. Sin embargo, no hay duda de que Adam Smith tenia alguna raz6n cuan- do agrupaba bajo la categoria de «sistema comercial o mercantil» el conjunto de ideas econémicas que dominaron los ambientes politicos y comerciales europeos en los siglos Xv1, xvit y buena parte del xvii, Mas allé de las fronteras nacionales existfa un micleo comtin de teoria, y era éste el que permitta el didlogo y el debate, pero también el que daba cierta homogeneidad a las distintas politicas economicas nacionales. Sin embargo, resulta dificil identificar un «sistema» en relacién con aquellas ideas. Al menos, habria que hacer ciertas concesiones a algunas diferen- cias ligadas a los caracteres nacionales, de gran importancia, y habria que admitir un minimo de evolucién hist6rica. Pero no tenemos espacio aqui para hablar de las diferencias nacionales, salvo algunas indicaciones que daremos cuando sea ne- cesario. La evolucién historica, en cambio, no puede ser ignorada. we ae au 3 NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 35 Con este propésito, y para simplificar, seguiremos Ja sugerencia de Cannan de distinguir el bullionismo del mercantilismo en sentido estricto, conscientes, sin embargo, de que esta divisién se basa en una clasificacién un poco forzada. EL bullionismo habria tenido una posicién preponderante en las opiniones que circulaban en las cortes europeas hasta finales del siglo xvi. Se caracteriza- ria, ante todo, por la creencia de que la moneda, o bien el oro, era la riqueza. Ob- viamente, el hecho de que sea riqueza no plantea ninguna duda, El error estarfa, segtin Smith, en creer que s6lo éste sea riqueza. Pero es dudoso que hayan existi- do nunca economistas que pensaran exactamente de ese modo. Lo que habia, més bien, era la opinién generalizada de que el tesoro era el tinico tipo de riqueza gue valia la pena acumular; opinién no del todo insensata, desde el punto de vista del Estado, en una época en la que las guerras se ganaban con o10. Tampoco re- sultaba insensata desde el punto de vista del comerciante, segiin el cual la mone- daes capital, o mejor, el nico tipo de capital que tiene valor en sf mismo. En rea- lidad, estaba claro para casi todos los economistas de la época que la moneda era un medio para aumentar la riqueza y el poder. Lo que muchos bullionistas no ad- mitfan era la idea de que este medio debiera utilizarse para acrecentar el bienes- tar colectivo, la riqueza de las naciones, como pietenderia Smith. Pero gpor qué el Estado y los comerciantes habrian de plantearse este objetivo? En realidad, los primeros economistas bullionistas, cuando no eran comerciantes, eran acminis- tradores de las finanzas privadas del soberano mas que funcionarios publicos; por anto, se ocupaban todavia de cuestiones de economia doméstica. sto es va- lido seguramente para los cameralistas alemanes, los funcionarios adscritos a la Kramer del soberano —es decir, a su tesoro—, pero también para muchos bullio- nistas espatioles. No constitufa, pues, una sinrazén que se dedicaran a los objeti- vos que se les planteaban. Pero la verdadera «sinrazén» de estos economistas, y lo que les distingue claramente de los mercantilistas del siguiente siglo, estaba en los métodes pro- puestos para perseguir aquellos objetivos. Una amplia circulacién de moneda dentro del territorio nacional se consideraba garantia de una gran capacidad con- tributiva. Por ello, debia obstaculizarse la salida de los metales preciosos fuera de las fronteras. El método mas sencillo para hacerlo consistia en la prohibicion de exportar oro y plata, que se aplicé con rigor —y a veces hasta con ferocidad— en muchos pafses. Otro expediente al que se recurria con frecuencia era el «alza de las monedas», que consistfa en hacer aymentar el poder adquisitivo de las mone- das extranjeras en el territorio nacional, induciendo asi una afluencia de moneda del extranjero. Por otra parte, también se traté de obligar a las empresas naciona- les a pagar las importaciones con mercancias, en lugar de hacerlo con dinero. Fi- nalmente, otro medio al que se recurri6, sobre todo en Espafia, fue el de la eba- lanza de contratos», que consistia en adquirir de cada pais extranjero mercancias por un importe que no excediera el de las mercancias exportadas a dicho pats. Otro (por ejemplo, por el cercado) que en uno de «reclamo», puesto que, cuando se trataba de sobrevivit, las condiciones de vida en las ciudades eyan,peores que en el campo. Por ello, un ligero aumento de los salarios industriales no habria fomentado un incremento importante de la oferta de trabajo para Ja industria. Este segundo factor podria explicar la baja elasticidad de la oferta de trabajo. Pero, aun asi, la citrva de la oferta deberia inclinarse negativamente a causa del primer [actor Puede reconstruirse la teorfa utilizando una curva de oferta como la SS de la figura 1.1, en la que w, es el salario real; if,, el de subsistencia; N, la cantided de trabajo, y N, el nivel de pleno empleo. La oferta de trabajo es infinitamente elés- tica en correlacién con el salario de subsistencia: con este salario, se ofrece toda la fuerza de trabajo disponible para garantizar su supervivencia, No se permite tun salario mas bajo, simplemente porque no asegurarfa dicha supervivenciz, Al- canzada la plena ocupacién, cada aumento del salario permitiria un respiro a los trabajadores, y la curva de la oferta se inclinaria negativamente. 40 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO Partamos del punto P, una situacién de pleno empleo corvelativo al salario de subsistencia y con una curva de demanda como la DD. Un aumento de la acu: mulacién haria desplazarse a la curva de demanda a D'D’. El salario aumentarfa a ww’, yla oferta de trabajo se reducirfa a N’. Conclusién: si se pretende que el enri- quecimiento de la nacién no se vea frenado por Ia inmoralidad de los trabajado- res, es necesario hacer que la poblacién crezea al menos tan répidamente como al «stock». Si la curva de oferta de desplaza a SS", la acupacién sube a N’ y el sa- Iario vuelve a W,; el nuevo punto de equilibrio sera Q. El problema del mercado de trabajo en el perfodo de la acumulacién primi tiva no era tanto el de Jos salarios altos, dado que Jos productos industriales se vendian normalmente en mercados imperfectamente competitivos —y, en conse- cuencia, a precios que en cualquier caso rgsultaban remuneradores—, como el de una oferta de trabajo que se resistia a acOmodarse a la expansién de la industria y el comercio. Por ejemplo, Josiah Child (1630-1699) (de quien recordaremos Brief Observations Concerning Trade and Interest of Money, 1668, publicado de nuevo, en versién modificada, como A New Discourse of Trade, 1693) estaba muy preocu- pado por el problema demografico, como todos los mercantilistas, pero no lo es- taba en la misma medida por la cuestién de los salarios. Aunque no era contrario a una politica de salarios bajos, sostenia que los salarios altos, en términos gene- rales, no constituian un mal; mas bien deberian verse como la consecuencia de la elevada riqueza de un pais, del mismo modo que los salaios bajos serfan un indi cativo de pobreza. 1.2.4, TEORIAS ¥ POLETICAS MONETARIAS Consideremos ahora la teoria de la moneda. Las primeras formulaciones de Ja teorfa cuantitativa las hallamos entre los mercantilistas. La revolucién de los precios que tuvo lugar en Europa tras el descubrimiento de América, y que deter- miné un proceso inflacionario secular, no podia pasar desapercibida. La relacion entre cl aumento de los precios y el aumento de la cantidad de oro en circulacién fue sefialada ya por los primeros mercartilistas espafioles. Se puede hallar una primera formulacién consciente de la teoria cuantitati- va en Réponse aux paradoxes de Monsieur de Malestroict touchant lenchérissement de toutes choses (1568), de Jean Bodin (1530-1596). Jehan Cherruyt de Males- troict, en sus Paradoxes, fouchant les faits de monnaies et lenchérissement de tou- tes choses (1566), habia sostenido que el aumento de los precios verificado en Francia habia sido solo aparente, Segtin este autor, los precios habfan aumentado en términos de unidad de cuenta, a causa de la pérdida de peso; sin embargo, puesto que el contenido metilico de las monedas habfa disminuido, éstas no ha: bfan aumentado en absoluto en términos de oro. Bodin sostiene que esta tesis sélo explicaba parcialmente el proceso inflacionario. Los precios habfan aumen- tado tanto en términos de unidad de cuenta como de metal precioso; y este se- gundo factor era el mas importante. Utilizando incluso datos cuantitativos, Bodin demostré que la causa principal del aumento de los precios habia que buscarla enel incremente de la cantidad de oro en circulacién. Después de Bodin, la teorfa cuantitativa fue adoptada por muchos otros NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLLTICA 41 mercantilistas, Asi, la hallamos claramente expuesta en John Hales (1584-1656) (A Discourse on the Common Wealth of this Realm of England, 1581), en Bernardo Davanzati (1529-1606) (Lezione delle Monete, 1588) y en Antonio Serva (Breve trattato delle cause che possono far abbondare li regni d’oro e d'argento dove non sono miniere, 1613). Sin embargo, a partir de mediados del siglo Xvit tuvo lugar un importante cambio: la teorfa cuantitativa se difundié entre los mercantilistas, pero ya no in- terpretada como una explicacién del nivel de los precios, sino mas bien como una teoria del nivel de las transacciones, Tan comin se hizo esta creencia, que los po- cos economistas que no la aceptaron y siguieron ficles a la vieja teoria cuantitati va fueron considerados casi revolucionarios. Volveremos sobre ella en el préximo: apartado, cuando expongamos las teorias de algunos precursores de la economfa clasica. Probablemente haya que relacionar aquel cambio de perspectiva con ka inte- rrupeién, acaecida en torno al perfodo 1620-1640, del secular proceso inflaciona- tio iniciado con el descubrimiento de América. La tendencia secular de los pre- cios, que habfa sido fuertemente creciente desde comienzos del siglo xv1, en el XVII se estabiliz6 y permanecié asi hasta después de mediados del xvi. Entre otras cosas, la segunda mitad del siglo xvil y la primera del xvimt representan una época de depresién. Fl flujo de oro y plata de las Américas se redujo drasticamen- te, y la lucha entre los paises europeos para acaparar metales preciosns se convir- tid casi en un juego de «summa cero». Los economistas y los comerciantes ya no se preocupaban por Ia inflacién, sino por la carencia de las disponibilidades monetarias necesarias para financiar el comercio. La idea difundida eva que da moneda estimula el comercio». El au- mento de la afluencia de metales preciosos provocado por el superavit de la ba- lanza comercial, en una época en la que tinicamente se podia aumentar la circu lacién monetaria interna a expensas del extranjero, se veia sobre todo como una condicién necesaria para el aumento de la producci6n y, por tanto, de la rigueza. Hasta el punto de que a las sugerencias de politicas proteccionistas se afiadfa a menudo cl consejo, dirigido especificamente al soberano, de que no ahorrara: el crecimiento del tesoro estatal no haria sino sustraer moneda de la circulacién. Se sefialaban dos mecanismos mediante los cuales el aumento de la oferta de moneda estimularfa los niveles de agtividad. El primero es un mecanismo di- recto, consistente en el aumento de las rentas y el consumo provocade por el au- mento de la oferta monetaria. Esta fue la tesis que sostenfa, por ejemplo, Jacob Vanderlint en Money Answers all Things (1734), y por John Law (1671-1729) en. Money and Trade Considered (1705). Este tiltimo identifies con precision la hipé- tesis en la que se basa esta tesis; a saber, que los precios no varfan de manera consistente con la variacién de la demanda (aunque Law limits la validez de esta hipétesis sdlo a los bienes no duraderos), Por lo tanto, la curva de la oferta era casi horizontal, Con ello la inflacién, si la hay, es progresiva, mientras que sus efectos son, en cualquier caso, positives, ya que el aumento de los beneficios fo- menta ulteriormente la acumulacién. E] otro mecanismo es indirecto, y consiste en la reducci6n del tipo de interés provocado por el aumento de la cantidad de moneda. Tal como Keynes no ha de- jado de sefalar, entre Jos mercantilistas encontramos una teorja monetaria del in- 42 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO terés: la moneda se utiliza para activar la produccién y el comercio; el interés es el precio que se paga para obtener este uso. Por otra parte, el término antiguo para «interés» es eusura» 0 «uso», en inglés use, término utilizado atin por Locke como sinénimo de «interés». Este precio depende de Ja demanda y de la oferta de moneda, Asi, Malynes afirmaba, en Consuetudo vel lex mercatoria: «la abundancia de moneda disminuye la usura>. Misselden, su principal erftico, coincidia con él en este aspecto: cel remedio para la usura puede ser la abundancia de moneda», sostenfa en Free Trade. Y Cantillon recuerda, en el Ensayo, que «es una idea co- main, y aceptada por todos aquellos que han escrito sobre el comercio, que el au- mento de la cantidad de circulante en un Estado hace bajar el precio del interés, ya que, cuando la moneda es abundante, resulta mas facil obtener préstamos» (p. 213). En resumen, el aumento de If €antidad de moneda; ceteris paribus, per- mite reducir el precio del crédito y, por tanto, el coste de la financiacién de las in- versiones, fomentando de este modo la expansi6n econémica. El nivel del interés era, comprensiblemente, otra de las obsesiones de los mercantilistas, puesto que éstos se identificaban en gran medida con el punto de vista del comerciante. Cualquier politica orientada a reducir el interés se valoraba positivamente; y toda teorfa capaz de justificar dicha politica se consideraba bue- na, Hasta el punto de que muchos mercantilistas, si bien adoptaban la teorfa mo- netaria del interés, no dudaban en defender también puntos de vista procedent del pensamiento escolistico para justificar medidas contra la usura, ni en solici- tar una intervencién estatal que redujera el interés por ley. Keynes ha encontrado algo bueno en esta mezcla de teorias. Pero, si algo bueno hay, quizés debamos buscarlo en el hecho de que nos hallamos ante un embrién de la teorfa moneta rio-institucional que més tarde sera elaborada por Marx, y en la que puede ra trearse la teoria del propio Keynes: si el interés depende de fuerzas monetarias, su tendencia a largo plazo no es un.valor de equilibrio determinado por variables reales, sino simplemente una media temporal de los valores a corto plazo, una media que depende basicamente de factores institucionales. 1.2.5. Lacrftica DE HUME. Una de las principales criticas al pensamiento mercantilista la formulé David Hume (1711-1776) en sus Political Discourses (1752). La idea de Hume era que el incremento de moneda en circulacién en un pafs con superavit comercial haria aumentar los precios (mientras que en los pafses con déficit lo haria descender). La consiguiente pérdida de competitividad reequilibrarfa antes o después la balan- za de pagos, interrumpiendo la afluencia de oro. De este modo, las politicas co- merciales mercantilistas serian, en el mejor de los casos, efimeras, mientras que a largo plazo resultarian inttiles. Desde un punto de vista te6rico, parecerfan igno- rar Ja teorfa cuantitativa de la moneda. EI mecanismo de ajuste de la balanza de pagos teorizado por Hume se co- noce comé mecanismo «precio-flujo monetario», y también fue descrito con cierta precisién por Joseph Harris (1702-1764), en An Essay upon Money and Coins (1757-1758). Posteriormente, fue aceptado por los clésicos, e incluso por Marx, no sélo como critica a los mercantilistas, sino también como descripcién ) ) ) NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA 43 de una ley econémica general. Todo esto resulta extrafio, ya que los mercantilis- tas eran conscientes del problema sefialado por Hume. Cantillon, por ejemplo, Jo habia descrito con claridad treinta afios antes, si bien —de manera significati- va— habfa limitado al sector industrial la pérdida de competitividad ligada a la inflacién interior, Ademés, habfa sefialado que e] aumento de las importaciones de bienes de consumo, generado directamente por el aumento de las rentas mo- netarias, también podfa contribuir a agravar las dificultades vinculadas al meca- nismo precio-flujo monetario. Sin embargo, en los mercantilistas hallamos también todos Jos elementos te6ricos necesarios para rechazar esta critica; incluso los encontramos clara- mente formulados en Cantillon. Ante todo, los economistas mercantilistas eran conscientes de la relacién que liga la cantidad de moneda al valor de las transac- ciones; sin embargo, como ya hemos mencionado, en la mayor parte de los ca- s0s —sobre todo en los siglos XVII y XVfil— no la interpretaron como une teorfa del nivel de los precios, sino como una teorfa del nivel de actividad. En segundo lugar —y esta es la tesis explicitada por Cantillon, pero que ya estaba presente en Malynes y en muchos otros autores mercantilistas—, aunque un aumento de la cantidad de moneda en um pais con un superavit comercial se tradujera, al menos en parte, en un incremento de los precios (en un pais con déficit zomer- cial sucederfa lo contrario), esto podria tener como consecuencia, en virtud de la mejora de los términos de intercambio, un ulterior aumento del superavit, en. lugar de un reequilibrio. La hipétesis implicita en el razonamiento es la de una baja elasticidad de las importaciones y de las exportaciones respecto a los pre- cios. En estas condiciones, un aumento de los precios internos respecto a los in- ternacionales hara aumentar el valor de las exportaciones y disminuir el de las importaciones més de Jo que lo haria una variacién en las cantidades. De este modo, una mejora de los términos de intercambio repercutir4 positivamente en. la balanza de pagos. Asi pues, las tesis mercantilistas resultan sélidas desde el punto de vista 16- gico; como mucho, harfa falta verificar el realismo de las hipotesis en las que se basan. Obviamente, no es este el lugar para hacerlo; pero no es arriesgado supo- ner que el paso tedtico realizado por Hume se basa en un cambio hist6rico real En la época preindustrial, probablemente la elasticidad de las exportacienes no debia de resultar muy elevada, dado el mareado nivel de especializacién produc- tiva de los distintos paises. Por otra pafte, la de las importaciones de los patses imperialistas debfa de ser seguramente baja, ya que en general se trataba de pro- ductos alimenticios, materias primas y articulos de lujo que no se producian en el interior del pais. No obstante, es probable que, en la medida en que la produc- cién industrial se desarrollé en los principales paises capitalistas, se consolidara también una importante competencia de precios, al menos para este tipo de pro- duccién; y esto pudo haber elevado la elasticidad de las exportaciones y de las importaciones. Resulta significativo que Cantillon, en 1730, limitara los efectos del mecanismo precio-flujo monetario precisamente a la produccién industrial Quizds en la época de Hume —y, mas tarde, en la de Smith— este efecto habia llegado a ser dominante. 44 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO 1.2.6. TEORIAS DEL VALOR ‘También en tomno a la cuestién del valor existia entre los mercantilistas cier- ta coincidencia de puntos de vista, al menos en el sentido de que casi todos los autores que trataron el problema en el siglo xvI_y en la primera mitad del xvit uscaron la solucién en la misma direccién: en una explicacién basada en Ia utili- dad. Y sélo a finales del siglo xvi algunos economistas, de formaci6n atin en par- te mercantilista como, por ejemplo, Petty y Locke—, se alejaron decisivamente de los puntos de vista dominantes respecto al valor, buscando la solucién del pro- blema en los costes de produccién. Pero volveremos sobre ello més adelante. No debe sorprender el hecho de que los mercantilistas consideraran prefe- rentemente el intercambio como la verda¢lera fuente de la riqueza y del beneficio. En ofecto, el comerciante no obtenfa este tiltimo en virtud de un control sobre el proceso productive —control que, al menos en una primera fase del desarrollo, estaba todavia en manos del artesano—, sino gracias al poder que lograba ejercer sobre el metcado. E! beneficio del comerciante nacié de la diferencia entre el pre- cio de venta y el precio de compra de las mercancfas. Y este es, para él, el origen del proceso de intercambio. De ello se deriva que la comprensién de los factores determinantes de los precios de mercado resulte fundamental para la compren- sién del origen y el incremento de los beneficios. Asi, hay que dirigir la atencion preferentemente a las fuerzas que determinan la demanda de las mercancfas. ¥ la demanda lleva fécilmente a la utilidad. En 1588, hallamos una interesante tentativa de construit una teorfa del va~ lorutilidad, Su autor es Bernardo Davanzati, quien, en Lezione delle monete, cit6 tun pasaje de la Historia natural de Plinio en el que se narraba la anéedota de una rata vendida a un precio altisimo durante el asedio de una ciudad, Para explicar el fenémeno, Davanzati formulé la tesis segiin Ia cual el valor de las mercancias dependeria de su utilidad y de su rareza, No serfa Ia utilidad absoluta la que cuenta, sino la utilidad en relacién a la cantidad de la que se dispone. El efecto de una mayor rareza seria el de acrecentar el valor de uso de las mercanefas y, por tanto, el precio al que éstas se pueden vender, La tedrfa fue reemprendida en 1680 por Geminiano Montanari (1633-1 687), quien, en el Breve trattato del valore delle monete in tutti gli stati, sostiene que «son los deseos de los hombres los que constituyen la medida del valor de las cosas», de manera que los precios de las mercancias variarén, en iiltima instancia, al variar los gustos. Pero los deseos de- ben remitirse a la rareza de las cosas descadas. En efecto, a igual cantidad de mo- neda — nosotros dirfamos de demanda—, la mayor escasez de las cosas las hace «més estimadas». Por otra parte, encontramos en Montanari un interesante in- tento de establecer, recurriendo a uia analogia con el principio de Tos vasos co- municantes, la «ley de nivelacién del precio» de una mercancia entre diferentes inercados, ley que més tarde se denominara «de Jevons». Unos afos mas tarde, Nicholas Barbon (?-1698), en A Discourse of Trade (1690), sintetiz6 el pensamiento mercantilista respecto al valor del siguiente modo. Ante todo, ef valor natural de las mercancfas esta representado seneilla- mente por su precio de mercado. Por otra parte, son las fuerzas de la oferta y la demanda las que determinan el precio de mercado. Finalmente, el valor de uso es al factor principal del que depende el precio de mercado. Las condiciones de la ) TCA 45 NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POL oferta desempefian un papel dnicamente en el sentido de que, dada la demanda, el precio tiende a incrementarse cuando la oferta es insuficiente, y viceversa. Se puede entender por qué en este periodo las grandes compaitias comercia- les buscaban el apoyo del Estado para asegurarse una posicién de monopolio: la competencia entre comerciantes reducia su poder de mercado, es decir, la capaci- dad de controlar las condiciones de la demanda (en los mercados de abasteci- miento) o de la oferta (en los mercados de venta). Menos comprensible parecerta la disposicién de los gobiernos a conceder tales privilegios, o incluso la tendencia especialmente fuerte en Francia, con Colbert— a acaparar el mayor nimero posible de actividades econémicas bajo el control monopolista del Estado. Sin embargo, hay que-tener en cuenta que fue precisamente a partir del siglo xvit cuando los soberanos de las grandes naciones empezaron a preferir el consejo de os comerciantes al de los nobles. Per otra parte, fue precisamente en este siglo cuando los comerciantes empezaron a propagar los principios que regian su pro- pia economia privada como principios de eeconomfa politica». Fue asf como na- cié la ciencia econémica. Probablemente sea este el lugar apropiado para hablar de la llamada xescue- Jade Salamanca», un grupo de estudiantes de Teologia y Derecho, pertenccientes a las érdenes de los dominicos y los jesuitas, que revivieron la doctrina tomista. Realizaron importantes contribuciones al pensamiento econémico, hasta el pun- to de inducir a Schumpeter a considerarles los verdaderos fundadores de la cien- cia econémica. Hemos de mencionar al menos a cuatro de ellos: Leonardo de Leys (1554- 1623), Juan de Lugo (1583-1660) y especialmente Luis de Molina (1535-1600) y Martin de Azpilcueta Navarro (?-1586). Los dos tltimos realizaron aportaciones: especialmente interesantes a las teorias del valor y la moneda en De justitia et jure (1597) y Commentario resolutorio de usura (1556), vespectivamente, No se puede comparar a estos eruditos con los mercantilistas, no lanto porque conde- naban explicitamente muchas de las practicas bullionistas difundidas en Espaiia como por el hecho de que afrontaban los problemas econémicos desde el punto de vista moralista del pensamiento escolastico. Sin embargo, su actitud snnova- dora respecto a las opiniones dominantes les otorga un importante cardcter de modernidad, La preocupacién por los problemas del valor y Ja moneda se vio estimulada por la revolucién en los precios deserf¢adenada en Espaiia a causa de a afluen- cia de oro de América, ast como por los problemas de Derecho ético y cenénico detivados de los grandes beneficios que se obtenfan en las operaciones de arbi traje sobre mercancias y monedas causadas por la depreciacién del maravedi, la moneda espafiola de la época, En este contexto, se desarrollaron diverses argu- mentos con el objetivo de forzar a la doctrina tomista de fa conumunis aestima- tio para que sirviera al propésito de una visin subjetivista del valor. Se rechaz6 Ja tesis que situaba el origen el valor en las condiciones de coste, y se sestituys por otra que lo atribufa a la utilidad, a la vez que se justificaba la «paradoja del valor» mediante la idea de que la utilidad debe medirse teniendo en cuenta la es- casez de las mercancias, Desde este punto de vista, el «precio justo» es el que de- termina la communis aestimatio fori, es decir, la comin estiraacién del mercado, y coincide con el pretium currens, el precio nornial, Por otra parte, en la idea de 46 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO, que las pérdiclas o beneficios causados por el cambio en los precios del mercado son castigos 0 recompensas por la mayor o menor eficacia, se podria vislubrar una intuicién de una teorfa evolucionista de la competencia, Vale la pena sei Jar que esta idea iba acompaitada de la desaprobacién de la fijacién piblica de los precios y de las précticas monopolistas. Respecto al valor de la moneda, encontramos —especialmente en Molina— una clara anticipacién de la teorfa cuantitativa, especialmente en la observacién de que, en la misma medida en que una ofetta excesiva de mercancias hace bajar Ios precios, dados la cantidad de moneda y el mimero de comerciantes (se trata de una prefiguracién de la velocidad de circulacién?), una oferta excesiva de mo- neda harfa que subieran, Por otra parte, Molina no se adhirié a la teorfa predomi nante del valor intrinseco de la moneggyni a la opinién de que las causas de la depreciacién de ésta se reducian a la falsificacién-y las practicas ilegales; por el contrario, era partidario de una teorfa que concediera una mayor importancia al valor de cambio, cuyas visibles fluctuaciones eran imputables a los cambios en la oferta y la demanda. 1.3. Algunos precursores de la economia politica clisica 1.3.1, LAS PREMISAS DE UNA REVOLUCION TEORICA, Con el avance de la acumulaciéa capitalista se verificaron dos importantes cambios que hicieron que el planteamiento tedrico mercantilista resultara cada vez mas inadecuado respecto a la realidad econémica. En primer lugar, y a pesar de los esfuerzos de las grandes compatiias para conservar las posiciones de monopolio, la difusién del comercio y el aumento de la competencia tendian a reducir los diferenciales de precio entre regiones y na- ciones, determinando una mengua en los margenes del beneficio comercial. En segundo lugar, la disminucién de los beneficios llevaba a la ampliacién del con- trol capitalista sobre el proceso de produccién, Por otra patie, desde hacfa tiempo en muchas de las antiguas corporaciones los maestros artesanos habjan empezado a transformarse de simples trabajadores que realizaban su labor auxiliados por aprendices asalariados en organizadores y controladores del proceso productivo. Surgié asf una clase de capitalistas que no provenfan del comercio; y los intereses de esta categoria social no tardarfan en chocar con los de los mercaderes-manufactureros Estos cambios vinieron acompafiados de una revisién radical —aunque ini- cialmente gradual y confusa— del modo tradicional de concebir los hechos eco- némicos. Por un lado, se empezaba a mirar con recelo la intervencién paternalis- ta del Estado en economfa, Por otro, se abrfa camino la idea de que los precios y los beneficios, antes que depender de las fuerzas de la demanda, mds bien refleja- rian las condiciones de produccién; y, en particular, se iba consolidando la idea de que el origen del beneficio se habfa de buscar en el ambito de la produccién, Ademis, la nueva clase de empresarios capitalistas necesitaba liberarse no s6lo de viejos arneses econémicos y administrativos, sino también de antiguos vincu- los morales e ideolégicos. La naciente filosofia del individualismo, tmida al desa- NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POL{TICA, 47 rrollo de la ética protestante, realizaba perfectamente este cometido en tanto libe- raba el comportamiento egoista y adquisitivo de la condena religiosa y creaba los presupuestos para un nuevo tipo de legitimacién de la actividad econémica. Es- tas son las bases sobre las que mas tarde se construira el gran edificio ideol6gico que ser el liberalismo clisico. Hacia finales del siglo xvi y comienzos del xvtt empez6 a difundirse entre los economistas la idea de que las restricciones administrativas a la actividad econémica proporcionaban a la colectividad mas inconvenientes que ventajas. Por otra parte, si es cierto como se empezaba a afirmar sin ningtin pudor— que cl interés personal y el comporiamiento adquisitivo producian tiqueza para la colectividad, ademas de para los individuos, entonces el Estado deberia limi- tar su propio campo de accién al reconocimiento y a la proteccién de los dere- chos de propiedad y a Ja funcién, vinculada a ellos, de sancionar los compromi- sos contractuales, Para la historia del pensamiento econémico, las fechas que delimitan este periodo podrian situarse en 1662, afio de publicacién det Treatise of Taxes and Contributions de Petty, y 1730, afto de la probable redaccién definitiva del Ensa- yo sobre la naturaleza del comercio en general de Cantillon (aunque no se publicé hasta 1755), En este periods, cierto mimero de economistas, si bien todavia bajo la influencia del pensamiento mercantilista, empezaron a distanciarse de éste en diversos aspectos, y a sentar las premisas de aquella revolucién del pensamiento de la que, en la segunda mitad del siglo xvi, brotard la economia politica clasi- ca, Los més destacados de estos precursores son William Petty (1623-1687), John Locke (1632-1704), Dudley North (1641-1691), Bernard de Mandeville (1670-1733), Pierre le Pesant de Boisguillebert (1646-1714) y Richard Cantillon (2-1734). No disponemos aqui de suficiente espacio para explicar extaustiva- mente sus sistemas te6ricos. Por ello, nos limitaremos a aludir sdlo a las més in- novadoras de sus tesis, en particular a aquellas que parecen anticipar los desa- rrollos tedricos futuros, ignorando —en cambio— los componentes de su pensa- miento mas influidos por el mercantilismo; por ejemplo, no nos detendremos en sus teorias en torno a la moneda, que, especialmente en Locke y Cantillon, se re- ducen a una continuaci6n de la antigua teorfa cuantitativa, aunque no sin cierta contribucién original. 1.3.2. WILLIAM PETTY YLA «ARITMETICA POLITICA Estos economistas fueron muy conscientes de los problemas metocolégicos planteados por el intento de proporcionar una base cientifiea al pensamiento eco- némico, y estuvieron fuertemente influidos por el debate sobre el método que ha- bfa acometido el pensamiento econdmico en el siglo XVU. Petty, en particular, estuvo influido por el pensamiento de Bacon y por la fascinacidn de las ciencias experimentales. Consciente de la imposibilidad del ex- perimento en las ciencias sociales, Petty aspiré —sin embargo— a una funda- mentacién empirista de la economia. Por ejemplo, sostenfa que se deben evitar los razonamientos de caracter puramente especulativo. E] método propuesto en Political Arithmetik (escrito entre 1671 y 1676, pero publicado en 1690) consiste 48 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO en cutilizar s6lo los argumentos basados en los sentidos y considerar tinicamente las causas que tienen un visible fundamento en la naturaleza». Las argumentacio- nes de cardcter cualitativo, basadas en «comparativos y superlativoss, se deben sustituir por otras mas rigurosas, basadas en «nimero, peso y medida» (vol. J, p. 244). Por lo tanto, se trata de un método fundado en la induccién de datos cuantitativos; de ahi la denominacién de «aritmética politica» que propone para Ja nueva ciencia, Ia cual, en realidad —en la praxis de Petty y sus discipulos—, se confunde a menudo con la estadfstica, la contabilidad nacional y la demografia. En economia, este planteamiento metodolégico nunca ha prevalecido, salvo qui- 74s en las investigaciones de estadistica econémica que siempre han acompajia- do, aunque no condicionado, a la evolucién de la teorfa a lo largo de toda su his- toria, y, en una época més reciente, en Ja fundacién de la econometrfa, 0 al me- nos en determinado modo de justificarla epistemolégicamente. Por ef contrario, el método que ha prevalecido es el proptiesto en el Discour- se upon trade (1691) de North. Un método basado —con explicita referencia al planteamiento filos6fico cartesiano— en la deduccién, y no en la induccién. Para North, el conocimiento econémico debia ser «un conocimiento basado en verda- des claras y evidentes» (p. 511). De «principios indiscutiblemente verdaderos» se podian deducir, simplemente en virtud de un uso riguroso de la l6gica, conclusio- hes que —por eso mismo— serian claras y evidentes como las premisas. En North encontramos una precoz manifestacién de aquella costumbre, convertida actualmente en vicio en buena parte de la teorfa econémica contemporaine, que consiste en someter al andlisis tinicamente problemas sencillos y bien definidos, de manera que permita a los estudiosos hallar «verdades» claras sin implicarse demasiado en los hechos. Una importante innovacién de Petty es la que se refiere a la explicacién del valor, Por una parte, abandona completamente la teorfa subjetiva; por otra, intro- duce el concepto de «valor natural», al que tenderian a ajustarse los precios de las mercancias por medio de pequeiias oscilaciones; no es evidente, sin embargo, el mecanismo por el cual se verilicarfa esta convergencia. Por otra parte, halla- mos también en Petty una idea de la tendencia de las tasas de rendimiento a nive- larse en las diversas actividades, aunque dicha idea aparecfa formulada de mane- ra poco clara. En cambio, sefialaba con mayor claridad cuales eran los factores determinantes del valor natural: los costes de produccién. Petty sostenfa que di- chos costes podfan reducirse a los de la utilizacién del trabajo y de la tierra, aun- que mas tarde prefirié un calculo del valor basado exclusivamente en el trabajo contenido, Para justificarse, primero se esforz6 en hallar,una unidad de medida que le permitiera expresar el valor de la tierra en términos de trabajo, pero des- pués decidié abreviar, afirmando que, en cualquier caso, la contribucién de la tie- rra es minima respecto a la del trabajo, por lo que no se pierde nada si se utiliza tinicamente el trabajo como medida, Por tanto, nos hallamos aqui, ya desde sus origenes, ante una teoria del valor-trabajo «al 93%» —o mejor al 99 %, como su- girié Locke—, si bien los motivos son distintos de los que mas tarde aduciré cardo. El interés que tiene el proceso de biisqueda de la unidad de medida para tra- ducir el valor de la as en valor de trabajo esta en el hecho de que, mediante dicho proceso, Petty logré definir el precio natural del trabajo. En efecto, tal uni- NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA, 49 dad de medida estarfa constituida por la alimentacién diaria necesaria, como me- dia, para sustentar a un trabajador. Los bienes salariales utilizados en este cdleu- lo deben ser los producidos en las mejores condiciones. Nos hallamos aqui ante un embrién de Ja teoria clasico-marxiana del salario de subsistencia y del trabajo socialmente necesario. Sin embargo, Petty no explicé cémo y por qué el salario tenderia a mantenerse en el nivel de subsistencia. Por el contrario, sdlo propor- ciona la tfpica justificacién mercantilista de por qué deberfa establecerse en este nivel: porque la oferta de trabajo variarfa en relacién inversa al precio cuando éste fuera superior al nivel de subsistencia Petty se anticipé a Jos clasicos también en otras tres importantes cuestiones, En primer lugar, tuvo una intuicién tanto de la importancia del papel desempeiia- do por la division del trabajo en el proceso de acumulacién como de la relaci6n existente entre division del trabajo y magnitud de Jos mercados. En segundo hu gat; esboz6 una nocién de excedente. Este se calcula sustrayendo del valor del producto obtenido sobre una parcela de tierra determinada tanto el rend:miento que se obtendria de él sin aplicacién del trabajo como el salario pagado a los tra- bajadores empleados. El surplus asi calculado se interpretaba como el producto del trabajo en tanto obtenido sélo en virtud de la aplicacién de energia humana. Pero se reducia a la rental Otra anticipacién de las teorias clasicas se refiere precisamente a la renta, cuya formacién se explica en términos de rendimientos diferenciales; sélo que el origen de éstos no se buscaba en los diversos gtados de fertilidad de las tierras, sino en sus diversas distancias de los mercados. Asi, nos hallamos s6lo ante una teoria diferencial de la renta de p Finalmente, hay que recordar la importante contribucion de Petty enel tema de la hacienda publica, donde anticipaba varias tesis de la futura teorfa clisica y librecambista. Por ejemplo, en el Tieatise of Taxes and Contributions (1662) halla- mos quiz4s algo mas que un embrién de la teorfa de los cénones de a impos cidn: claridad y certeza, economia de recaudacién, comodidad de pago y, por til mo, proporcionalidad; criterio, este tiltimo, que se justifica con la necesidad de evitar el uso de la imposicién para modificar la distribucion de ta renta. Petty hizo prosélitos. John Graunt (1620-1674), Charles Davenant (1656- 1714), William Fleetwood (1656-1723) y Gregory King (1648-1712) formaron con él casi una escuela y contribuyeron a la consolidacién —al menos en Inglaterra— de la utilizacién de los métodos cuantitativos. Muchas de sus investigaciores apli- cadas resultan interesantes, y por lo menos un resultado importante de ellas mere- ce ser recordado aqué: la «ley de King», segiin la cual los auimentos porcentuales del precio del trigo son una funcién creciente de las reducciones porcentuales de las cosechas; en esta ley empitica se halla prefigurado el concepto de elasticidad de Ja demanda. 3. LOCKE, NTH ¥ MANDEVILLE Otros dos estudiosos, John Locke y Dudley Nerth, estuvieron influenciados por el pensamiento de Petty, pese a no ser discfpulos suyos. Entre las contribucio- nes de Locke al ambito econémico es importante recordar al menos el intento de 50 PANORAMA DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO ECONOMICO. justificar la propiedad privada utilizando la teorfa del valor-trabajo. Es importan- te porque contiene iin nuce toda Ia sobrecarga de ideologfa y problemética social _ que la teorfa del valortrabajo habrai de soportar en su futura evolucién. La idea basica formulada por Locke es que la libertad individual implica el derecho a dis- poner del propio trabajo. De ahi se seguiria el derecho a la propiedad del produc- to del propio trabajo, dado que el valor de las mercanefas depende de la cantidad de trabajo empleada para producitlas; ademas, puesto que la tierra se convierte en productiva y adquiere valor s6lo con la aplicacién del trabajo, también Ia pro- piedad privada de la tierra estarfa justificada, Se trata de una justificacién iusna- turalista de la propiedad privada. El derecho a disponer del propio trabajo se consideraba un derecho natural, independiente de la estructura institucional de la sociedad; y lo mismo sucedia con la propiedad de la tierra. Puesto que en su naturaleza los hombres son sustancialmente iguales, o bien su dotacién natural de capacidad laboral no esté basicamente mal distribuida, de ello se deduciria que tampoco la propiedad de la riqueza en general, y de Ia tierra en particular, debiera distribuirse de modo desigual. Asi habria sido en efecto, para Locke, en las sociedades primitivas y, en general, en las economfas en las que la tierra no es escasa, aunque no en la Inglaterra de su época. La razén de la desigualdad vigente de hecho en las economfas modernas se buseé en la capacidad de la moneda de conservar su valor. La moneda, por una parte, alimentarfa la sed de enriquecimiento; por la otra, permitiria una acumula- cién indefinida de las riquezas. Por ello, en caso de escasez de la tierra, levaria a una distribucién desigual. Pero el valor de Ja moneda se derivaba de la conven- cién social: ésta tenia valor mientras la genie estuviera dispuesta a aceptarla como medio de pago. Por tanto, era la sociedad la gue legitimaba una situacion econémica en la que la riqueza se distribuye de manera desigual. Sin embargo, a los ojos de Locke, ello no hacia menos legftima la propiedad privada, Serdn los socialistas del siglo x1x, sobre todo los de cultura inglesa, quienes tratardn de sa- car a la luz todas las implicaciones politicas y sociales de esta explosiva mezcla de teoria del valor y filosoffa iusnaturalista A finales del siglo xvi, en cambio, ésta habia de servir tinicamente para pro- porcionar una base filosdfica al naciente liberalismo inglés, aunque todavia no al librecambio econémico. Para Locke, los intereses de la nacién segufan siendo distintos de la suma de los intereses privados, con todas las consecuencias que de ello se derivaban en materia de politica econémica, especialmente comercial, res- pecto a las cuales el pensamiento de Locke ho se distancié demasiado del tradi- cional planteamiento mercantilista. El paso decisivo en ta direcci6n del librecambio lo realizaron North y Mande- Ville, Bstos dos autores tenfan una visién desencantada de la naturaleza humana (clo ptiblico es una bestia», decia North) y rechazaban la fundamentacién de la po- Iitica y la ciencia econémica en algima elevada filosofia moral. En lugar de ello, habia que partir de «los exorbitantes apetitos de los hombres». He aqui una de las, primeras manifestaciones del individualismo metodolégico en economia: lo «pt- blicos no es otra cosa que la suma de los ciudadanos privados; y la ciencia que se ocupaba de la riqueza y del bienestar piiblicos debfa partir de los apetitos que los individuos se esfuerzan por satisfacer: La armonfa de los intereses derivaria tinica- mente del hecho de que nadie esté en condiciones de perseguir los intereses de un NACIMIENTO DE LA ECONOMIA POLITICA, 5! individuo mejor que él mismo; por ello, si dejamos actuar a los individuos, éstos prosperarén. En cambio, «toda medida en favor de una determinada empresa o de un interés particular perjudica a otras empresas 0 a otros intereses y constituye un abuso que viene a deprimir, en proporcién, el beneficio de la comunidad» (p. 514). Las consecuencias de ello en materia de politica econémica eran drasticas: si el in- terés colectivo depende del privado y los individuos son los mejores jueces de sus propios intereses, al Estado no le quedaba sino tomar nota de ello, La mejor politi ca era no hacer ninguna politica: ningtina ley para regular el comercio, para regu- lar el tipo de interés ni para controlar la oferta de moneda. De ello se derivaron también dos interesantes aportaciones en materia de teorfa monetaria. En primer lugar, North reafirmaba la teorfa, ya formulada por Petty y Locke, segin la cual el nivel «justo» del tipo de interés es tinicamente aquel al que Jo llevan «naturalmentes las fuerzas de la oferta y Ia demanda de moneda, De este modo, toda la problematica sobre la usura, que desde hacia tiempo habia contaminado la teoria mercantilista, fue barrida de golpe. Respecto al tipo de interés, las autoridades monetarias tinicamente tenfan que realizar una labor de vigilancia. En segundo lugar, esta Ia teorfa de la oferta de moneda que, de nuevo, lleva algunas tesis mercantilistas a sus tiltimas consecuencias: segin esta teorfa, Ia oferta nunca puede resultar inadecuada para las necesidades del comercio, La adecuaci6n se verificaria mediante el atesoramiento (0 la fusién del citculante) cuando la oferta excede a la demanda, y el desatesoramiento (o la re- conversion de los lingotes en circulante) en el caso contrario, North era > ) )

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