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Una peligrosa desigualdad social

"Aunque en Chile la violencia social es


comparativamente baja, lo cierto es que su uso
resulta cada vez más recurrente y más intenso
en momentos de conflictos sociales. Si a eso se
le suman los actos de violencia que con cierta
frecuencia realizan grupos juveniles y
pandillas barriales, el cuadro de violencia
social, sin ser alarmante, al menos debiera ser
considerado preocupante." (Antonio Cortés
Terzi, en "Violencia Social y las Huellas de la
Modernidad".

Por Manuel Gross Osses

En la edición del 1º de octubre de 2004 del


Correo del Lago publicamos la columna “Violencia juvenil: El desborde de la desigualdad social”,
que comienza con un relato histórico: “En Chile, la violencia ejercida por el autoritarismo es una lacra
que la sociedad ha sufrido desde la llegada de los conquistadores españoles. La sufrieron los mapuches
que se opusieron a la invasión. La sufrieron los inquilinos de las “encomiendas” y luego los de las
haciendas. La sufrieron los trabajadores del salitre, masacrados de a miles por luchar contra la
explotación inhumana. De la violencia ejercida por la dictadura militar se han escrito miles de libros.”

El artículo continúa respecto a las actitudes violentas de esos días: “Los jóvenes están acumulando
rabia. Los jóvenes que nacieron a mediados de los 80 y a principios de la nueva democracia están
demostrando claramente que no se resignarán a seguir soportando la desigualdad, las humillaciones y la
marginalidad social que les impone la tradicional estructura paternalista y autoritaria de este país."

Continúa el artículo: "No estamos hablando de delincuencia, porque ese es otro tema. Estamos hablando
de rebeldía, de iras, de desesperanzas, de rechazo a tener que ganar un sueldo miserable aunque sean
excelentes estudiantes, empleados o profesionales y aunque todo el país siga progresando y los grandes
empresarios sean cada día más ricos y paguen menos impuestos.”

Luego, el 7 de julio de este año, en este mismo diario escribíamos “DPD: Desigualdad – Pobreza –
Delincuencia”, donde advertíamos que "El DPD es un espectro o fantasma que recorre
Chile causando miedo o temor en gran parte de la ciudadanía. Se llama DPD
porque está compuesto de tres sustancias: Desigualdad, Pobreza y
Delincuencia." Y lo complementabamos con la siguiente expresión contenida en el
Informe sobre Desarrollo Humano, elaborado en 2004 por el Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD):“La desigualdad es vivida con malestar por sectores cuantitativamente importantes
de la población, que reaccionan con conductas de desquite o de legitimación de la ilegalidad.”

Por otra parte, la prolongada y violenta huelga de los trabajadores subcontratistas de CODELCO
desnudó muchas iniquidades a que son sometidos los trabajadores que no tienen suficiente capacidad de
sindicalizarse, situación que llevó al obispo Alejandro Goic, Presidente de la Conferencia Episcopal de
la Iglesia Católica, a declarar que en Chile deberían pagarse salarios éticos y no simplemente salarios
mínimos.

Anteayer, en el artículo mencionado, Antonio Cortés Terzi plantea que una movilización como la que
realizó la CUT el miércoles 29 tiene raíces en la indiferencia con que se mira al sector de los
trabajadores, lo que se traduce en exclusión, porque se subvalora al trabajo y a los trabajadores, puesto
que toman un papel cada vez más destacado el consumidor y el consumo.
Luego de un profundo análisis sociológico de los fenómenos que intervienen en la desvalorización
cultural del trabajo y del trabajador, análisis que incluye el papel que juegan los medios de
comunicación, el cientista político finalmente plantea las hipótesis de que “La violencia social en las
movilizaciones de trabajadores puede devenir en un dato permanente.” y que “Como expresión de
síntomas político-culturales, la violencia social actual puede desarrollar vasos comunicantes con formas
de violencia social “moderna”, radicalmente anti-sistémicas, anti-políticas y anarquizantes."

Con el pesimismo fundado en la incapacidad de frenar los crecientes fenómenos de delincuencia, de


narcotráfico y de corrupción gubernamental, es probable que la violencia social adquiera mayor
connotación pública a medida que la extrema desigualdad social no tenga visos de empezar a
remediarse.

Foto: http://www.rope.org.uk/images/amsouth/chilepoor7011.jpg

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Etiquetas: desigualdad violencia corrupción política salario ético Manuel


delincuencia economía violencia social sociedad

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