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JORGE KANESE

La conspiración de los ginecólogos


Trilogía inversa

Jakembo editores Theis Moira

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Protréptico para el reino de la Nada

Una trilogía inversa, inversa desde el punto de vista


del orden cronológico del mundo de la vigilia, obedece, sin
embargo, al orden (o al “desorden”) de otro mundo paralelo a
éste y al que la luz diurna suele borrar. Ajeno al espacio
temporal rectilíneo de la lógica de lo “real”, de la Historia
(“aquí empieza, o aquí termina, esto o aquello”), de la Cau-
salidad (y, por ende, del Pecado y de su expiación o su
castigo: “a esto te han conducido tus acciones”), de los Si-
logismos (“de esto, pues, se sigue necesariamente esto otro”,
etcétera), de las Teleologías (y, en consecuencia, de todo
pensamiento soteriológico, y también, en el fondo, de todas
las promesas de redención, sobrenaturales o mundanas), el
otro tiempo del sueño y del inconsciente gobierna la “inver-
sión” de esta trilogía. La más moderna de las oniromancias,
que es la psicoanalítica, descubre (como, por otra parte, todas
las oniromancias lo hicieron siempre, desde el bíblico relato
de José, y aun desde antes, sin duda, las más antiguas) el
contenido latente debajo de lo patente, el relato escondido
detrás del manifiesto. Esta inversión con la que Jorge Kanese
(“Jorge K.”, o “K.”, pues, kafkianamente) subvierte el verifi-
cable orden fáctico que ha gobernado en la “realidad” su
escritura y su historia cuestiona ese orden al explicitar más
hondas estructuras: las del —inverificable— tiempo sin tiem-
po, las del tiempo otro de lo impensado. Así pues, en el sen-
tido más propio (¿más radical?) del término: un libro subver-
sivo.
Siendo una trilogía inversa que sigue el orden del dis-
curso onírico, comencemos por Halcones rosados, donde una
voz perora sus alucinaciones apocalípticas (como Empédocles

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antes de lanzarse a las llamas del Etna) en la atmósfera de
pesadilla de las microfonías, los zumbidos, los efectos Larsen,
las oscilaciones de ondas de radio cabalgando tormentas en su
viraje cósmico (o de cambio de ciclo, acaso), la voz quizá de
uno de los “Carlos”, pero ahora demente, que declara un coup
d’etat a la realidad... Los Halcones1 no son aquellos, que nos
fastidian desde 1961, denunciados por el anarco-capitalista
Antonio Escohotado, sino una panda de granujas erigidos en
decadentes inteligentes que toma su nomenclatura de gran
guiñol de una supuesta enciclopedia tardomedieval ñembo
borgiana que registra esta especie de falcónidos que por un
exceso de fecundidad, para mayor gloria de la superación dar-
winiana, termina desapareciendo: su propia vitalidad, para-
dójicamente, los mata. Su rareza, su “queeridad”, si se nos
permite el neologismo anglicizante, es más caricaturesca que
literal, pero idónea, en todo caso, para practicar, con arte,
todos los excesos propios de ciertas sectas heterodoxas ―co-
mo la de los jlysty, famosos por haber servido de humus a la
carrera falocrática de gente como Rasputín―. El dramatismo
y la paradoja del radical viraje del mundo (el fin del stro-
nismo) sorprendiéndolos vocingleros y pedantes en un burdel
evoca la intensidad extravagante de los ambientes eslavos
(recordemos que Kanese tiene sangre rusa), desde Dostoievski
hasta el Underground de Kusturica. El poema se extiende so-
bre, o se pierde entre, el híbrido ruido de fondo de un jopara
que exhibe los dos genitales del hermafrodita (ideal) para-
guayo. Del poeta paraguayo: primer genital, el español (fáli-
co, agnativo, señorial) y, segundo genital, el guaraní (matri-

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Los “halcones”, concentrados en Viena en torno a la División de Estupe-
facientes, la Comisión de Estupefacientes y la Junta Internacional de Fiscali-
zación de Estupefacientes (JIFE), eran opuestos a las “palomas”, integrantes
del Comité de Expertos de Ginebra, que abogaban por un cambio de menta-
lidad y por la adopción de una postura positiva en vez de punitiva. Puede
consultarse sobre el tema la Historia General de las Drogas, de Antonio
Escohotado, Espasa Calpe, Madrid, 2001.

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cio, cognativo, yanaconizado). Los tiempos finales se visten
con la terrible alegría de la desesperación, con el paroxismo
triste y jovial de la fiesta, como en Kusturica, en un éxtasis al
mismo tiempo de misticismo y lujuria. Pero Kusturica en el
fondo juega a veces demasiado con un realismo mágico algo
tópico que quiere obnubilar y destensar por medio del asom-
bro carcajeante, mientras que esta voz hermafrodita nos con-
duce hacia aires más abismales y mefíticos. ¿Finis Austriae?
Tibio. ¿Apocalipsis feliz? Tibio aún. ¿Petrogrado (esa San Pe-
tersburgo eslavófila) antes de la revolución bolchevique? El
predicador alucinado del burdel no es Rasputín, sino el Gor-
do. Lanzando insistentemente sus “sopapos espirituales”, co-
mo él los llama. Despertando a la revelación del comienzo del
fin como un profeta o un iluminado, como un iracundo starec
con un lupanar a manera de ermita o de PC proselitista para
perifonear sus verdades. Esnifando sus dos últimas líneas ra-
quíticas de merca, chupando su whiskey mau, culeando niñas
destinadas a la virginidad, todo su cuerpo verbal tiembla con
la epilepsia de los oradores semibestiales de la época pasada,
del ancienne régime stronista. Su vulgaridad y su argelería
acercan por momentos a este Gordo a otros célebres obesos de
nuestra pequeña y reiterativa historia. Pero lo suyo es liderar
una estrategia para fines infinitos Quebrar letras y palabras
para “apenas” dejar un mensaje. Un simple y clásico protrép-
tico2, no para políticos y gobernantes que sueñen con utopías
y reformas, con islas puras e incontaminadas ―Nueva Creta,
Pala, Zardoz, la Polis platónica, San Ignacio Guasu, etc.―,
sino para el jefe del reino llamado Nada.

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Como explica Werner Jaeger (Aristóteles, FCE, México, 1993, pp. 69-70),
la misiva que el Estagirita dirige a Nicocles es un protréptico; en él indica al
joven gobernante los mejores principios de un justo e inteligente régimen. La
forma protréptica tuvo su origen en el método educativo de los sofistas. Los
protrépticos conservados permiten inferir que un protréptico era una exhorta-
ción, semejante al sermón helenístico para ganar prosélitos, relacionada con él
en forma y espíritu y adoptada por la Iglesia cristiana.

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La segunda sesión de análisis, psico-poë-analítico, es
El Xamán Xapucero. Han sido remontados la exhortación fu-
ribunda, el énfasis vehemente, el rotundo patoterismo verbal.
El falansterio-burdel y su santón-proxeneta han dejado lugar
al brujo conservador. El Gordo enajenado cede el paso al Xa-
mán Xapucero; la secta de los Halcones, a un linaje estéril y
en peligro de extinción. Ciertamente, el chamanismo tuvo su
origen un poco más al este que la Santa Rusia. Su lenguaje
puede ser japucero o japulo, pero no chapucero. Su arte para
curar o salvar no es una mentira, pero puede ser, en cambio,
torpe, impotente, “chapucero”. Su mensaje es más modesto,
menos “grosso”, menos imponentemente gordo. Se limita a
insinuar que el mal ha muerto (lo que está en todas partes no
está en verdad en ninguna) y que, por ende, es imposible ya
encabezar revoluciones sangrientas, trastrocamientos radica-
les de la gramática, cumplir, en suma, con la misión heredi-
taria del chamán. Que sólo podemos ahora chapucear en el
chapurreo del jehe’a del jopara nuestro de cada día. Mal de la
lengua que lo invade todo, como un virus borrougsiano, desde
los experimentos de vanguardia hasta las bromas inofensivas
pero rentables de los mass-media ―véanse los periódicos y su
monótono y necio cuchicheo salmodiado como mantra auto-
complaciente para demostrarse que sí, que son un poder, aun-
que se trate solamente del cuarto―. Incluso el poder ejecutivo
lo esgrime como un slapstick chaplinesco en sus puestas en
escena ―siempre chapuceras― cotidianamente.
La conspiración de los ginecólogos es el punto final
de la inmersión oniromántica, fin que sin embargo, de algún
modo, es también el comienzo. (“Lo primero por lo último”,
dirían los griegos, “ústeron próteron”). El fin, porque hay un
regreso a lo colectivo, al imperativo del “hacer juntos”, a la
desconfianza frente a lo individual. Porque ya no hay lugar
para liderar revuelta alguna, pero persiste la farsa de un su-
puesto cambio. Ahora en manos de los ginecólogos. Y los co-

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nejillos de indias son, no el mundo, la cultura o la literatura,
sino la pareja doméstica, íntima, edípica, psicoanalítica. Los
sexos separados que, según El banquete, sueñan con su reu-
nión en un narcisismo pleno y prístino. Pero es el comienzo
porque la voz, en este tercer texto que da título a la trilogía,
parodia la de los tiempos aurorales, jahvistas, de las cosmogo-
nías y su mítico primer día, el de la creación, y el locus ame-
nus de su edén inocente: «Koncha dijo y el cetro rompió. La
última zanjita. El kaos se enlenteció. El hastío y la melancolía
abarcaron casi todo. El trabajo como castigo se expandió y
ocupó hasta los reductos más impensados. KXK xiöli fue el
primero. Quiso ser patriarca, guerrillero. Salvador, surrealista.
Murió en el anonimato y la desolación. KXK xyke (pe) el se-
gundo. Menos comprometido que comprometedor se abocó a
los suyos tratando de evitarles lo inevitable. Criticoneando y
sermoneando a full. Conoció a la (única) auténtica Xamana
Xapucera andante y (calentón incurable) se enamoró de ella.
Aterido de tanta iluminación sexótika murió dudando hasta de
su capacidad curativa. KXK ky’a heredó el mando. No hizo
gran cosa (fue lo mejor que hizo). Más conocido como KXK
xiriki por su inveterada costumbre de darle duro y parejo al
trago y a los trances. Hoy (el-K-suscribe) he heredado el sis-
tema. Me llaman KXK ipahaguë, ambu’a, angaite. Alias tem-
bó». Parodia de la Biblia nacional: el himno patrio. Y sin em-
bargo la voz, a pesar de encontrarse al inicio del libro, piensa
ya en el mejor método para morir. Pese a que sucumbe
momentáneamente al complot copulatriz y se embriaga con la
enumeración de los sustantivos genitivos, fecundadores, luju-
riantes. No puede hacer otra cosa, pues estos son los instru-
mentos que posee para alcanzar una levitación capaz de
suspender la historia y sus angustias, la sensación de derrota,
impotencia y desesperanza que constituye, bien sabido es, al
hombre moderno. Elevación paralela al florit de la carne, a la
espuma del orgasmo. Palingenesia desatada por el verbo, por

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otra parte, precisamente en el momento en el que el hombre
considera con seriedad su fin. Asistimos así a la irrupción
revitalizadora, en tan macabro ambiente, de la alegría ado-
lescente de pronunciar “las grandes palabras prohibidas”. De
hablar del sexo y la muerte. De la creación y la desaparición.
En este punto de la estructura oscilante ―de puertas batientes,
de dos vientos― del libro nos detenemos paralizados ante una
sospecha. La estrategia de Kanese, ese hacernos recorrer la
(ir)realidad cronológica de su experiencia onírica mediante
una escritura de raíces al descubierto y ramas subterráneas,
cobra aquí todo su sentido. Como el espermatozoide-Woody
Allen en Todo lo que siempre quise saber sobre el sexo y
nunca me atreví a preguntar, o como los chamacocos primi-
genios tras el anabser Nemur, el último dios salvado de la ma-
tanza originaria, corremos fuera de lo conocido, la realidad
caótica y enceguecedora, hacia el punto de luz que promete
borrar la maldición de la ley de la germinación y de la muerte:
la travesía inversa aspira a desbaratar esa estructura demiúr-
gica chapucera, narratológicamente idiota, para hozar en el
ombligo del sueño del poema. El lector deberá tener más as-
tucia que Alejandro, más sabiduría que Edipo o más virtud
que Arturo en esta ocasión. Iñaka yagua la iñua. Su espada
guerrera son su padre y su madre fusionados. Desatar el nudo
de lo perverso o destruir lo monstruoso no es parte del juego.
Sí, en cambio, seguir anudando y enredando más aún, inven-
tando neologismos, construyendo solecismos, asumiendo
nuestra inevitable errancia onirológica y el círculo vicioso de
su nihilismo y, cansados ya de la música de unas esferas final-
mente oxidadas después de tanta Historia y tantos siglos,
girar, ebrios, sobre el ruido de fondo del jopara de ese híbrido
de sueño y realidad, poesía y prosa, sentido y absurdo: el
mundo que nos es dado, este “cuento de un idiota, lleno de
ruido y de furia”. Magia de anulación (de lo real) que repro-
duce, pero en sentido contrario (“inverso”), los actos del he-

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chicero al que combate para acabar con su maleficio, este
libro chapucero y chamánico es el rito de un mago que recorre
los hechos al revés para anular el embrujo de lo sido y hacer
posible el sueño de lo que no fue nunca.

Montserrat Álvarez y Cristino Bogado


Asunción, viernes 3 de febrero de 2006.

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LIBRO 1

LA CONSPIRACIÓN DE LOS
GINECÓLOGOS

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Teodolina. Hacía (como) mucho tiempo que había pasado
la época del Xamán Xapucero. Apenas un vago muy vago
recuerdo quedaba del héroe y sus descabelladas travesuras.
Kaxike miró a Konxita que volaba con sus mejores (p)artes. La
muerte florecía y las coincidencias (köinsidensias, como
románticamente les gustaba pensar) fluían como callos rascados
por el po´ëta. El po´ëta también era un vago-viejo muy viejo
rekuerdo. Hasta los mundos habían cambiado. Tanto que se
hacía difícil creer en las leyendas de los ginecólogos. Como si
la vida se hubiera desmaterializado, pareciéndose más a los
sueños que a la muerte. La ansiedad y el deseo animal habrían o
hubieran debido mermar. Todo el mundo en bolas (y a los
gritos). Sin educación. Sin tanta pantomima. Época de la
Conspiración de los Ginecólogos. KXK estiró la mano y agarró
una teta. Los calores subieron. Kon-X-ta entreabrió las piernas
y se empezó a ir. Qué fácil, pensó: lo mejor de la vida es(tá en)
Saber Morir. Metáforas eran las de antes. Así como decir como-
quien-no-quiere-la-kosa que el sexo salvará a la especie.

Ministerio de la calentura. Koncha dijo y el cetro rompió.


La última zanjita. El kaos se enlenteció. El hastío y la
melancolía abarcaron casi todo. El trabajo como castigo se
expandió y ocupó hasta los reductos más impensados. KXK
xiöli fue el primero. Quiso ser patriarca, guerrillero, salvador,
surrealista. Murió en el anonimato y la desolación. KXK xyke
(pe) el segundo. Menos comprometido que comprometedor se
abocó a los suyos tratando de evitarles lo inevitable.
Criticoneando y sermoneando a full. Conoció a la (única)
auténtica Xamana Xapucera andante y (calentón incurable) se
enamoró de ella. Aterido de tanta iluminación sexótika murió
dudando hasta de su capacidad curativa. KXK ky’á heredó el
mando. No hizo gran cosa (fue lo mejor que hizo). Más
conocido como KXK xiriki por su inveterada costumbre de

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darle duro y parejo al trago y a los trances. Hoy (el-K-suscribe)
he heredado el sistema. Me llaman KXK ipahagüé, ambu’a,
angaité. Alias Tembó.

Terapia intensiva. Despacio pues. Pijas de más, pijas de


menos. Todos creparíamos. Algunos descreparían o
discreparían. ¿Kartón, poesía, semen-terio? Pero como las
almas están (a su pesar) interconectadas, las técnicas de
contaminación y contagio (por presencia, por mensajes, con
paciencia) es-son lo poko que podría hacerse para encender
siquiera un fósforo en el fragor de la tormenta. Quien me
comprenda será un señor. Un tokólogo tolongo. Sida, gripe,
jaguá-ry’ai. Fumigación masiva. De X ahí. No se pretenda por
las buenas armar fácilmente una epidemia. La dureza de estos
tiempos ginecológicos será muy sólida. Por eso recomendable
(de última) y no por nada: el sexo. Itoläi-la-tipo chera’a. A-la-
mierda la gramátika.

Cómo salvar el mundo con 5000 polvos. Lema central de


los ginecólogos: sexoterapia bien entendida. Apocalipsis
definitivo de la pasión humana. Ciclos. Si hay mal tiempo:
recontracogeremos. La narrativa chau. Cuentos igual que poesía
empastelados con cemento y plástico. ¡Computadoras! Una
hipocresía salvaje. La Santa Puta Muerte ipeorvé la kukogüi. La
feminidad un lujo perdido. Hemos ultrapasado todos los
desequilibrios y la homosexualidad (sin competencia) campea
como capricho absoluto. Habrá que destruir el andamiaje y
empezar de cero. Apenas emitir alguna señal de vez en cuando.
Pero como no existe estación ni aparato receptor todo será en
vano. Salvación y redención fueron mitos que duraron poco
tiempo. El Ser. Que, como tardó más de un millón de años para
formarse, bien puede tardar otro tanto en desaparecer. De vuelta

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a la tribu. Era de las descomposiciones. Destrucción de
verdades y valores (como libertad, amor, belleza) será el
camino de los próximos profetas. Y tratar de reconectar lo poco
que queda del espíritu a la materia con tecnologías
definitivamente obsoletas. Frente a la robotización las
expectativas son mínimas-nulas. La polución y corrupción letal
(por siglos) de la conciencia crearon condiciones de
magnetismo y mala onda que terminaron destrozando el
mecanismo racional. Amóntema-xe-irü.

Derechos y deberes sexuales. Lleve 4 pague 2. Retorno a


la intimidad. El furor del fuego se apagó y deberemos estar
listos (preparadísimos) para las próximas kloakas. ¿Menos
ruido? En las (h)ondas tinieblas de esa cañería infernal aprendí
pokas kosas. Que el mundo pagano en que vivimos no es
precisariamente malo en sí. Sino vidrioso-viscoso-vicioso,
sucio. Es tan simple la cosa que no la vemos. Alucinación
imperceptible. Evidencia más verdadera que pija arrugada
michimi. Compre hoy y pague mañana. A crédito. X celular o
con tarjeta. Tampoco es questión de apurarse. Al pedo. Menos
compulsión idiota. En casita tranquilitos esperando (sin
esperar): una Insurrección Delirante. De oficio. Pija sobre pija,
y lo que sobra: adentro.

Jodido pero contento. En realidad KXT, el bicho coge


mucho y (sobre todo) mal. La calentura de la conciencia y el
dolor de su inutilidad multiplican al infinito su agudeza, su
tesón. Inútil. Convivir con la traición, la crueldad, la estupidez;
parece increíble hasta qué límites el animal humano ha perdido
sus sensibilidades. Las enormes aglomeraciones que llamamos
ciudades vistas desde el plano génito-espiritual son un absurdo,
un estorbo insufrible que ingenuos como Kafka sólo han podido

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esbozar. Es al revés: encimando tanta gente sobre gente lo único
que hemos conseguido es más angustia, más locura y menos
pan. Revolvéle si-que su karakú. Revoleále-bien-que. Total. Yo
crepo. Tú crepas. Nosotros creparemos. Nosotros-vosotros
creparíamos gustosos. Malgastamos estúpidamente el tiempo.
Liquidaremos el espacio. Contaminaciones (cada vez más
puras) de la cosa-en-sí. ¿Gustaríamos (de) reconstruir una
clarividencia menos espasmódica? No me digáis después que la
cosmovisión de los guaraníes era más sana que la vuestra. Nada
de condolencias afeminadas. Si a-vista son los humanos de sexo
femenino los (las) que mejor sobrellevan el kilombo. Hora de
las pijas fundamentales para reconvenir la sole(y)dad. ¿Qué
historias de ángeles (caídos o no) y/o demonios más o menos
trolos? La tecnología, la grandilocuencia, el cataclismo en
cuentagotas. No queda adónde huir. Pura katástrofe de la
vanidad. Opá la-pleito. Después del último infinito sólo cabrá
esperar algún alivio.

¿Aipo’opio? Nunca solidez más engañosa. Amanece una


impertérrita erección que sobrevive al sueño. Y aunque los
paisajes laberínticos de una cuasi pesadilla son el decorado de
la acción, un pistolón (karpaicha) despierta desconcertado. La
pornografía nunca calentó. Con los años aprendimos que las
líneas del deseo tanto dan. Como las huellas de dios. Pija,
concha y calentura servirían para eso. Para-ser de cualquier
manera. Así todo es más simple de entender. Caminos truchos
(caminito al fin). Habría que redefinir la estética. Y el bien.
Todo tan tergiversado. Contemplación del kaos. Iluminaciones
parciales. Intuiciones vagas. ¿Posible coger más o menos bien
con este panorama?

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La caverna de Platón y el mameluco chino. Más que
esperma una grasa antigua nos unta. Gotea. Más que esperma
(que de espeso no tiene casi nada, se licua en un ratito) esa
crema gruesa (como grasa de ballena, como protector solar 45)
brilla-overapáva en la penumbra del bulevar. Palpita respira.
Salud. Después qué-te-kuento. Haremos delicia de la
monotonía. El kulo se ablanda tambalea-tiembla y su ojete
duro-único se contrae como termómetro de un calentamiento en
el límite del decolage. Un pijón konchudo incursiona
lentamente en la alcoba, su hogar, en medio de ese aceite de
castor con aroma a tutifruti que es mucho más que una
eyaculación a 4 manos. Cualquier indú moriría por un nirvana
así. Palpito el boscaje interminable de su cuerpo transformado
en kalentura milimétrica. Me estoy pasando. La tensión
aumenta con apretones y fricciones de(l) todo contra (el) todo.
Lo Klásiko: el misionero, de atrás, a-la-paraguaya. Por el kulo.
Volamos re(in)ventados en alas de ballena, ritmo de catarata-
falls y fuselaje de langosta. Se goza una espermaticidad casi
perfecta; hasta que algo apura, supura, reinfecta; se intuye el
clima(x), la pija (emb)alada, la concha feliz; seres cada vez más
tensos-tersos, casi imposibles de una entropía desbordante.
Feroz. Kon-cencia se perdió hace rato. Rugidos-pataleos-
espasmos despanzurrados (como tren lechero) apurando una
coordinación exacta de secreciones, semen, llovizna, primavera.
Pieles sobre pieles, uñas porque pinchan, suman o arruman, se
amamantan felices. Me engaño pero no importa. El imparable
éxtasis metafísico de los ginecólogos.

Confesiones de un sexópata tímido. Antes de empezar el


ciclo básico Konxita y KXK-tembó decidieron tomar curso de
verano de Consensos Combinados. La profesora era una bruja
cuerona de altas caderas y culo de roca. Pero aún más que esa
deslumbrante carrocería, impresionó a la parejita su amplio
dominio sobre el tema. Pocos comensales. Consenso era un

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concepto moderno apto ndajé para abrir el nuevomundo-sexo-
espiritual. Las coordenadas de la materia (burda) entorpecen los
caminos del deambular erótico pues como todos sabemos la
perfección está en las líneas curvas. Otra de interminables
manoseos que por lo visto era el meollo de la questión. Seguido
de canto coral colectivo-copulativo. Te cogeré por el ombligo.
Por el oído. Haré croché con tus pezones, con tus groseros
pichulones, con el klítoris (plural) de tus hermanas. Kogeré tan
lenta o vertiginosamente que las tribus aulladoras heredarán
vuestras conchas opulentas (siempre abiertas), nuestras pijas de
metal y asfalto derretido. Cogeré la aurora a medianoche. Hasta
el desafío-delicia-delirio final de los tocólogos: chupando cuello
de útero. Si alcanzás enano. Derecho de piso.

Vuelta al klítoris en 80 mundos. ¿Por qué llegó el kulo a


ser la perdición del ente humano? Las partes pudendas y
posteriores alteraron los ritmos, las hormonas, el celo; hasta la
postura (maldita de la bipedestación) que produjo el
hacinamiento, la miseria y la depilación de este pobre planeta.
¿Por qué raro mecanismo pudo llegar una kosa así a
enfermarnos tanto? ¿Ingeniería genética? ¿Abandono de dios?
Usar sexo como método-escalera para trepamiento espiritual.
Directo. Así al menos se pueden explicar algunas cosas. El
falocentrismo. El matriarcado y la klitoridokracia
contemporánea. Bicho humano hacer todo al revés. Pensar
cuando dormir. Dormir mientras vivir. Hasta el placer es un
fenómeno-fetiche marginal. Se gasta la atención, la inteligencia
en ¡tantas! boludeces cotidianas. Cuando debe ser al revés. Sexo
más conciencia debería llevarnos al menos a la plenitud de una
cons-ciencia vaginal o a soberbio tembó tuichaporä laburador.
Konchita Teodolina: quiero proponerte algo simple, útil, fácil
de practicar. Y por si todo marketing fuera poko: gratis.
Misterio del homo sapiens no sapiens.

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El arte de morir. Adeus mandolinas del desierto. No más
rinocerontes ni bisectrices en las cornisas (o colinas) de la nada.
No más conchilamentos, cefaleas, pastillitas, porquerías. No a la
pijicultura constructivista. El culto al vómito. O la imbecilidad
latinoamericana. El mundo es(tá) ahora más redondo que nunca
y el humano será el solo y mismo insecto achicharrado (como
cucaracha amarilla) contra su infinito. No habrá Job ni Mesías
que altere la sinsal(i)vación de la raza. Serían pocos-muy-pocos
(como siempre) los sincerotes, los solitarios, los castrados sin
logias ni sectas, ni diezmos ni curas-cogedores, ni chamanes-
temboreí. Y dios habló desde su altura: cogéos hijos e hijas (de
la Gran Puta) mías/míos, cogéos bien cogidos y viviréis
conmigo para siempre. El Katesismo de los Ginecólogos. ¿Por
qué no? Así que me embarqué en la Ginecología Profunda. La
ironía, la burla, el sarcasmo, la hipérbole salvaje y tantos
rebusques apenas sirvieron para nada. Para descubrir al final
que la poesía es un kuento chino. Artesanía barroca
insoportable. Igual que la filosofía. El juego (el chiste) consiste
en poner y/o sacar más pijas que palabras. En la Universidad del
Bañado Sur nos dejamos caer juntos a las clases de Terapia
Intensiva en Conchipichología comparada. Más toqueteos
invasivos-avasalladores. Y después (incontinenti) meta pija y
esperma sobre espuma; a la postre: toneladas de crema sobre la
leche derramada. El tantra llegaría con el tiempo.

El último polvo. La clase práctica consistía en dekodificar


el lenguaje utilizando técnicas eróticas. Mezcla de un poco de
pornografía y nudismo en grupo, siguiendo la técnica de los
falansterios rusos. Conchita había conocido a Tembolo por pura
casualidad. Nada le llamó la atención en él a no ser su pija
siempre en punta. Opívo, dormido o despierto parecía un mástil.
Le entusiasmó el fenómeno y para investigarlo mejor había
decidido entrar también a la Universidad para iniciarse en
Pichología General. KXT ojea al poeta que escribe sus visiones

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del futuro. Protestó diciendo que era mucho. Que el sistema era
sincrónicamente abusivo. La vida tosca, descreída y violenta. El
lujo alevoso. Mediocridad y mentira por todas partes. Bla-bla,
bla-bla y bla-bla. El lenguaje había estallado como el pororó.
Nada consistente. Humanos vivían el ateísmo tecnológico y las
religiones sectarizadas como ghettos. ¿Desarmar gua´u el
laberinto? Opá. Se acabó la nada. Todo es cogi-miento.

Tatú pochý. Recontraconspiremos. A favor y más bien en


contra de los ginecólogos. Amos absolutos de esta pobre ideo-
globalización. Idiota. Nuestro ser podría estar tan cerca (o tan
lejos) de dios como una planta o un perro. Pero resulta tan fácil
joderlo que da lástima. El mal uso que se ha hecho de la materia
gris lo (man)tienen estampillado contra el murallón. La
eternidad (n)os pasará de largo. De tanto pasar y repasar los
pliegues de la cueva, Konxita era conciente de una felicidad
atípica. Tan golosa y liquida que la dejaba flotando a orillas del
río de un más allá esponjoso, adorable, casi infantil. ¿Para qué
los mitos, la mística? Reciclemos xe-mamá. El tembo-kañón no
engaña. Tamaño. Contundencia. El mundo civilizado nunca-
tuvo-luego sentido. Káskara y basura. Sólo sirve para
emparchar-justificar la paranoia. Pensar que el hombre salvará a
la especie. O que la poesía redimirá al planeta. ¿Cómo pude
creer en semejantes bodrios? Las orgías impacientemente
interminables son contraproducentes. Aun los métodos
alternativos han fracasado. ¿Saturar la realidad? Más vale salir
de la miseria por la puerta de atrás. Embalarse y friccionar
milímetro a milímetro (horas) las zonas más erógenas del
cuerpo del otro/a. La temperatura de Tembolicho era tan
descomunal que casi se aplazan; y aunque la nota era baja KXT
estaba contenta. Ya mejorarían. ¿Saber morir? Ma-mejor que
nada sobre nada. Chau mi kachuchón prepotente. Ya ni quiero
ser conciente (ikatú: in situ). Prefiero ser animal.

22
Kulito blanco-blando: te quiero más. La poesía nunca
conectó con el mundo anímico-genital. Mundo aparte que no
necesita de comentarios ni explicaciones. En el principio era el
verbo ndajé. A no ser que traduzcamos verbo x pija: será un
error. Bengalas para los auténticos iniciados. Kururú azulejo.
Mera manera de pasar. Y como si todo fuera un sueño volverá
Morpheo con su (s)onda tántrica-nasogástrica y sus pesadillas
visionarias. Compartiremos un sueño justo: el sueño de los
justos. El mundo no nos entenderá KX. Corre creyendo que
escapa. Pero la boca del lobo está ahí, de la sartén al fuego: la
esquizofrenia. Sinfonía kakofónika de gritos, antropofagia y
espectros por todas partes. Un camello kogido por un elefante.
Pijachos sin ningún temperamento. Concha seca, kaxuxa gris:
¿a eso le llaman amor? Dirían los po´ëtas que siempre mienten
demasiado: que no es verdad. Que no puede ser. Que cada cuál
con su locura y su chiquero a cuestas. Peor que peor.
Apokalipsis: mezcla de poko, moco y slip en proporciones
desiguales. Después del sexo nos quedará la gula.

Las pijas fundamentales. ¿Aburrido, vieja, ka’uchín


desconsolado? Repetí pija hasta la eternidad que no te vas a
equivocar. Al menos una pija verde. Emblemática. Grandota y
cartilaginosa (chicleicha). Que embadurnada asoma al borde de
una cordillera de cocodrilos inflamados. Ojos de Leconché
giran como relámpagos y esa misma espuma inmortal se
esparce sobre el horizonte. Torrentoso río Paraguay. Koncha
hincada y kaliente de una calentura rabiosa, casi feminista. La
larga hendidura no acaba de expandirse. Labios pequeños
queman. Giganto-tetas parecen juguetes. Contracciones de su
piel (¿cuál?) la sobreexcitan. Dureza de la pija es casi tétrica.
Besos espumantes, espumarajos lentos de una lujuria lunar; luz
roja, incienso, música y licor. Es prácticamente La Eternidad y
aún la pene-tracción tan deseada resulta innecesaria. Dioses y

23
Diosas pa(sa)jeros inician el baile-danza-sagrada-ritual con
estribillo y todo: ¿Temboreí, Temboreí, por dónde andarás
Temboreí? Alguna palabra de más como te quiero o mi amor
kogeme: lo que demuestra la impertinencia del lenguaje. Los
orgasmos interminables no hacen al meollo de la questión. KXT
y KXK se aman. Papá y mamá cogen como bestias. Kuentito
difícil (pero indispensable) de trasmitir a la prole. A los amigos.

Koger x koger. Eskatología General Gratuita. Conchita se


extasiaba con ese picho dulce como helado de chocolate que
parecía obsesionado siguiéndola, viboreante como una estaca;
pendorchito altivo; jugosita, comestible. Tembolicho pensó que
ella no le estaba dando bola, cuando las suyas le dolían cargadas
con toda la angustia del planeta. Puf. Sintió el espasmo en la
base del kogote (por no poner en un libro serio la palabra kulo
tantas veces). Profundo silencio como suspiro (o viceversa).
Recordó que ella era siempre así: calentonita disimuléitor.
Atracó primero por el costado: le comió el klítoris y masticó
esos labiominor-cortinitas abultados/as como flor de coco. Ay
conchi-conchita, Koncha de mi vida, repicó y repicó hasta el
infinito. Serían como las 21:30 de un buen sábado-pyharé. Los
niños dormidos. Hasta en los reservados los fantasmas bichean.
Por eso la cultura siempre fue una carrera de obstáculos. No
llega el que corre más sino el más fuerte, la más prudente. La
eternidad no es apta para pijicortos traumados y chupapijas
desprolijas/os. El que pueda y sepa coger como-dios-manda que
coja. Al más puro estilo del ‘si no pienso (al menos) kojo, luego
X lo tanto soy o existo’. Gineceos, ginecologismos,
ginecoplastia. El colmo de los colmos. Al final: tanteo libre.
Desde la platea se veía claramente a Temboreí acoplado como
ventosa a la Venus del Porvenir. El Popu pedía viro. Rekutú.

24
LIBRO 2

EL CHAMÁN CHAPUCERO

25
26
El error garrafal de todos los demonios es creer que Dios
necesita público.

Reencarnación del Quixote de la Mancha. Debo ser


breve. No es cuestión de ir a la guerra sin bastimentos y sin
armas. Suficiente con que uno haga el papel del boludo al que
nadie entiende. La santidad y el heroísmo son histerismos
suicidas. 1° Mandamiento: No hagas ni desees el mal a nadie.
2° Mandamiento: no hagas ni desees el bien a nadie. Colocarse
exactamente a 30 grados con respecto a la persona o ser a ser
influenciado. Las exageraciones no producen efecto. Abstenerse
de criar discipulitos-yryvú que nos limpien el culo o nos laven
los pies. Naupépe hína la karakú, la tevikuá-asunto jasolu-
cionátava. Las almas son chupadas o perdidas por
imperfecciones del sistema. Tembiguái pokoví pokarë ha
popindápartida. Los zombies son algo digno de ver. Los tavyrö-
kolíes y kulíes también. Igual que una troupe de petisas culonas
en un barco sin rumbo. ¿Reparéitor? Producido el fenómeno es
imposible volver atrás. Lamentarse sólo aumenta el
divertimento de los voyeures que en el mundo espiritual son
legión. Las energías positivas son fáciles de utilizar, pero, agra-
dables y alegres como son, son difíciles de distribuir. Problemas
se presentan con las negativas, que son las más fuertes. Retener
este tipo de ondas no es recomendable pero resultan un desper-
dicio descargadas a tierra. Ñembokapú arruguéitor. Hay que
reescribir casi toda la magia. Las cucarachas amarillas. Los
enanos rabiosos. Añambaraká. Las furias. El infinito. Y la
auténtica nada: nandí verá. Hidalgo caballero de habla hispana
busca urgente lugar kármico para una reencarnación apresurada.
De verdad me siento extraño y hasta extranjero cumpliendo con
semejante papel. Amó kysépe. El chamán chapucero soy yo.
Vaya joda.

27
Sangre argel. Primero aprendí a chupar. Bastante más tarde
aprendí a ser y a mentir. Temboléitor tatuhéitor. Funcionarios
del mal hay cantidad. La civilización no es más que un mal
sistema represivo que administra el lucro, las deyecciones y la
impresión de los periódicos. Demonios de cuartísima categoría
dominan el planeta. Administran la política. Manejan la mafia.
Ñembyahýilos hambreados. No todo es calentura. Al pedo
nomás no vale la pena adentrarse en estas dimensiones. Re-ku-
tú. Te-vi-né. Oi-pe-yú. Con el tiempo me fui creyendo médium,
sacerdote, espíritu propiciatorio. Ahora puedo ser un chamán
chapucero más o menos actualizado e irresponsable. Kolchoneta
ari. Raro negocio. Hoy en día los magos auténticos no abundan.
Y la felicidad (que como todo fenómeno estrictamente espiritual
es colectivo) tampoco. Takumbú tinfunké topepirurú. Mortero
de palo santo. Jugo de naranjas agrias. Si no: cambiando
naranjas por melones o vidrio-kuí por ansiedad espiritual. Que
la mayoría prefiera el oscurantismo no quita que la luz pueda
estar a la vuelta de la esquina. Pireka ha kysé-yvyrá. Rigidez de
nuca ndajé. Basura cósmica. Que se vean los que piensan que la
escritura salvará a la especie. O que en el principio era el verbo.
¿Na-chéi? Mo´o jaikuaapata heí pombero tujá opívo ojupíva
Torre Eiffel-pe. Para observar el reviente de los demonios no
hace falta tanto esfuerzo. Que para jefes de logia este mundo de
mierda es un semillero interminable. Me pongo la boina y
acciono el conmutador. Abro mi nuevo dispensario pyahueté
para fieras cebadas de la mejor cepa; a ver si pican. Sancta
santorum y delirium tremens. Un mundo de tareas domésticas
inconclusas. Chupá latín.

Función autolimitada del mal. Los chamanes antiguos


eran impecables. La estilística cambia. Somos funcionarios
públicos del infinito. El resto es vulevú, anécdota. El éxtasis es
realmente tentador. La Paz es la capital de Bolivia. Y al que

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pide porquerías: hay que dárselas. Chuí chaï churí. Qué harían
los pobres de espíritu si no temieran a Lucifer, Satanás y su
patota. Mundillo paranoide que Dios creó exclusivamente para
que no rompan las bolas. Zanja hü. Krital o sea virdio. El mal
en estado puro es una de las mejores energías, siempre y cuando
se disponga de los secretos adecuados para el reciclaje.
Cambiarles el viento. Sacudirlos un poco. ¿Jubileo a
contrapierna? Kelembú. A los geniecillos del mal se los reco-
noce a la legua. Petulantes pretenciosos. Sobradores. Incultos.
Orgullosos a decir basta. Al final terminan patinando solos.
Pisando la propia kaka-cascarita de banana que esparcieron para
joder a otros. Uno se empeña en tratar de exorcizarlos. Es al
pedo. Salen unos vienen otros. Soportar y manejar el dolor sin
asustarse ni conmoverse es uno de los mejores recursos para
seguir en la lucha. Usando esa enorme carga de energías ne-
gativas para el factor sorpresa. Ñemopichy ha kirirï. Algo se
intuye. Se acerca. Los pelos se erizan. El aura vibra. Añaraity
pijéitor temboreí kamanduléitor. Se abre el telón. El paisaje
interior se ensancha. El enemigo debe estar desprevenido (y
desprovisto de bastimentos básicos). Oikóta la jekutú, la jepokó.
¿Remedio yuyo? Nada peor que pendorcho frío. Nudismo
casero. Opívo katú: la tecla.

Los famosos cuatro escollos. Miedo error impertinencia


muerte. Tekoreí tereré tyasy tyerasy tiro'ysä tembiguái tova-atä
tavy tarová tatú. Debo ser fuerte, fiel. Valientes sobran muy
pocos. Vencido el miedo creemos haber llegado al final. El
error de la clarividencia es la segunda barrera; la que retiene
más demonios. Todo genio más o menos clarividente se cree lo
máximo. Superada la soberbia de la claridad mental se choca
con el fenómeno de la compasión. En esta tela de araña quedan
casi todos. Trasponer la compasión se consigue solamente con
crueldad. Con sangre. De aquí ya no pasa nadie. Si quedara

29
algún osado/a tendría aún un obstáculo más para alcanzar el
mundo espiritual de los valientes, lúcidos y descreídos no
coimeables: terreno vidrioso de la inmortalidad. Puro paková
piré. Ikuelelepáva. Los 7 polvos. Los 9 infiernos. 4 x 7 = 28; 4 x
8 = 32. Calibre 9, 12, 38 y 45. Propósito de enmienda, perdón
de los pecados, resurrección de la carne y vida perdurable.
Puros cachivaches. El tema no es Dios sino la plaga inmensa-
enorme de la estupidez humana. La conciencia es una cloaca
mental que goza con los exterminios, la tortura y la maldad
gratuita. Tentación mayor que el espíritu puro dio a su criatura.
Para que abuse. Jajokó. Japytá. Jatapý. Japiró. Kaliú. Después
de todos los diluvios. Paranoia asumida y correctamente
simulada. Todo demonio es un ser bastante lerdo. Su peor
defecto es la falta irremediable de sensibilidad. Unicanales
como son. Unicornios mochos. Lapimbyký lechuguéitor. Un
basural de estas características podrá servir de abono para
varios universos. Yepiquéitor. Yapiréitor. Ye´uséitor
poro´uséitor. Y al que le duela: que se borre. Cirugía mayor.
Eutanasia. Ni sus grititos histéricos ni sus suicidios en masa nos
harán moquear. ¿Sudando lacre? Un tendal de olores fuertes es
lo que se siente después de la muerte. Amóntema Damocles.

Cuerpo extraño. Declinéitor cliniquéitor. La ternura de las


cosquillas. Tentación de la burla a flor de piel (como el ero-
tismo). Siete cuerpos elementales que en realidad son seis. Pri-
mero el vicio de los sentidos. Segundo el pegoteo y la inercia
del amor odio tristeza celos envidia. Tercero el mundo de las
ideas. Hasta aquí llegó Platón. O sea hasta el cuarto: que es el
mundo psíquico o mental, que viene a ser una especie de
globalización de los tres anteriores. Lugar de la clarividencia, la
intuición y las coincidencias. El inconsciente de Freud anda más
o menos por aquí. Pasar del cuarto al quinto es lo que se podría
llamar: entrar al cielo. Plano de la verdad, la iluminación y las

30
primeras libertades. ¿Liviandades? El sujeto se oxigena.
Respira. Dejaron de existir las categorías del bien y del mal.
Traspasar el quinto plano es imposible. Si caemos (por indicar
la intransitividad de la acción) llegaríamos al sexto cuerpo o se-
gundo paraíso celestial. Reino de lo cósmico. Auténtico jardín
de las delicias. Territorio donde la bebida es el (h)eireté, la
quintaesencia. Pasar al último y séptimo plano (que en realidad
no existe) es un mero producto del azar. Las sensaciones dejan
de existir y pasamos a formar parte de la anti-nada básica que
constituye el sustrato de todo. Alternativa 1: correr hacia
delante; pistoletazo en el pecho. Título: boludo ilustre. Alter-
nativa 2: correr hacia atrás; apuñalado por la espalda. Traidor
asqueroso. Alternativa 3: Morir clavado paralizado quieto;
boludo sublime. Los acondicionadores de aire sirven para
despistar a los curiosos. Como los unicornios de la pradera o los
pingüinos del Ártico. ¿Chupando cuello de útero? ¿Chupando
clavo? Eliminación del lenguaje. Eliminación de la educación
obligatoria. Eliminación del sistema métrico-decimal.
Eliminación de la carta universal de los derechos humanos.
Eliminación de los 10 mandamientos de todas las religiones.
Elegí la impertinencia pura por su eficacia, por su brevedad.
Simplificaciones del laberinto ndajé. Al que le quepa el sayo
que se lo moje. Que se la monte.

Tocando tambo. Tapujo. Derecho a invadir. Derecho a


abusar. Derecho a odiar. Derecho a romper las bolas. Derecho a
joderle la vida al prójimo. ¿Ha sido Dios injusto al dispensar es-
tos generosos libertinajes a esa pléyade de basuras cósmicas y
pequeños demonios? Trampero hijo de cuatrero. Tembolicho
hijo de caficho. María hija de su tía. Chuta hija de puta. Los
malditos tienen que ir pensando en su pase a retiro. Su función
ha dejado de tener sentido. Ahora el mundo entero es y además
parece malo. Usá tu pija como martillo. Hacer trampas de

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verdad no es fácil. Territorio de (al menos) la cuarta dimensión
y del sexto sentido. Faltará solamente estirar la cadena y entrar
en el fragor de la cañería principal. Jarýi o la satanización del
método. ¿Torturéitor? Pretender des-satanizar o no querer sata-
nizar algo resulta una inconvención social. Hacerse del ñembóta
y soportar el tufo un tanto fuerte del azufre que tanto les gusta.
¿Secreto de las zonas frías? El tema es la percepción. Y no
siempre es el mismo pedestal al que cada uno se sube para hacer
sus necesidades. Un incipiente aspirante a chapucero de primer
tipo debe estar en condiciones de superar el escollo de la
persona indicada y el momento justo. Tener puntería. Saber
distinguir entre la simple repetición y las auténticas coin-
cidencias. Otyryrý. Electroshock. Descuereando enanos
tampoco se consigue nada. Ahora recién me explico muchas
cosas: eso es clarividencia. Y caigo en la cuenta de que: eso es
iluminación. Fenómeno que suele acaecer a los poetas, que de
estos destellos del más allá hacen sus buenos negocios.
Abusando de la paciencia divina. ¿Frontera gruesa? Un buen
chamán no debería quejarse.

Veneno para enanos. Hakú la yvý. El que no juntó


miguitas en verano, que se vea con su guitarra y sus ruidos
intestinales en invierno. Imperio por imperio me quedaré
siempre con los romanos. Con abuso, con exceso de mando.
Prefiero enemigos de frente. Después del quinto nivel el caos y
la arbitrariedad van cobrando cada vez más forma. O menos.
Ipahaitérupi: la verdad intoxica a los más pintados. Explotó el
indio. Le faltó poco pero no llegó al cielo. No estamos
criticando. Civilizarse ya era de por sí arduo. Descivilizarse
costará mucho más. La inteligencia humana es un jueguito
sonso en el que el 99% más el 99% del restante 1% no sabrían
qué hacer sin él. Que es bien conocida la pereza crónica de los
intelectuales. Karú vaí. Tujú-memeté. Dentro del último 1%

32
restante (o sea más o menos el 0,000001 % del total de la
muestra) recién tendremos la improbable posibilidad de en-
contrar algún que otro perdido candidato. ¿Cuántos de estos
pueden llegar a considerarse auténticos? La velocidad de la
corrupción es inversamente proporcional a la distancia. Cedrón
kapií, ñangapiry, kokü. Final de las maldiciones. Olvidarse del
Apocalipsis. La atávica estupidez conducirá a la raza a cometer
todas las equivocaciones para su desaparición lenta como
supuestos elegidos de Dios. La cultura del tercer milenio será
una glaciación de las peores. Verba volant o el elixir de las
letanías. Ka´ukuévo o video-clip. 7 doblado y el último sin
sacar. No confundir el mundo de las plantas con la ciencia de la
jardinería como terapia espiritual. El humor como recurso más
eficaz y barato que existe. Si los practicantes de la chapucería
supieran hacer uso de este medio sobrarían los demás. Poder
oculto de las asimetrías. Alineamientos aleatorios de las
energías cósmicas. El que no tenga manada que se joda. Kairö
chugüi. Ejupína cerro-ari ha upéi epotí.

Ajuste de cuentas y misión cumplida. ¿Tentar a las fieras?


Guyra´ü. Karäu. Ñakurutü. Una fiera que se precie no se
espanta. Aguantarse las espinas, el aullido. Naveguéitor. Las
guerras hay que ganarlas. Prefiero el asedio. Que es la base de
cualquier ciencia espiritual por más mínima que se pretenda.
Galopando la furia. Dios saluda con su mediasonrisa tie´ÿ y San
Pedro y su pelada parecen una postal turística. Nos envidian los
karanchos. Nos odian los monos sabios de Calcuta. Las Diosas
del Olimpo chillan. La sorpresa: un querubín calentón. Adiós
cafichos del desierto. Hasyramoiténte hína. Que se vean los
tímidos. ¿Que cómo atropellar la nada con-cierto éxito?
Después del humor están la desesperación y el absurdo, últimas
barreras-fronteras entre lo desconocido y lo incognoscible.
Kurupika´y curcubitancia. Pico de ganso. Y patas de perro. Me

33
hice león y jabalí para incorporar la selva a mi destino. Soporté
estoico el rigor de los camellos-bebés gigantes que como todos
los cuadrúpedos y los cuadripléjicos tiemblan al intentar
pararse. Me hice reciclador de tantas entelequias que se me
gastó la memoria; y hasta la inteligencia oxidé en medio de
tanta porquería. Desearía jubilarme como chapucero-en-jefe de
primera generación, con el viático que sanamente corresponda.
Pero lastimosamente somos pocos. Por eso estimo que el exceso
de trabajo empedrará una vejez inquieta. ¿Cuarteles de
invierno? Debo ser justo. El próximo universo será diferente.
Barriga fría: ejú-lúne. Lorito. Segurola. Te queda: la libertad.

34
LIBRO 3

LOS HALCONES ROSADOS

35
36
HOMO-SAPIENS

Al que le guste la nata, que se la frote. La farra es una


entelequia contemporánea banal. Ñembo-dionisíaca. Circo
moderno sin incienso, sin trapecistas ni payasos. El concepto
actual de farra usa y abusa de una tipología burda calcada de las
telenovelas. Curiosamente no ha ido perdiendo público, aun
considerando que a finales del siglo XX, el bicho humano sin
valores que defender, ha perdido definitivamente el interés y las
fronteras de todo. Faltan referentes. La lógica muere y el
sentido de la ¿sana? diversión se pierde. Hoy por hoy reina
endiosado aún más que el dinero, un tova-atä a prueba de
misiles y un karú-vaí de la san puta.

Aclaración preliminar. Somos los ñembo-descastados, los


rarófilos. Pertenecemos a la secta de los vampiros espirituales
insaciables. Nos alimentamos de la carne y sangre de los
ansiosos espiritualitos y espiritualitas decadentes y terminales
que andan circulando todo debalde por ahí. Romantiquitos
perdidos, enloquecidas angustiadas y ñembo-doloridos
espirituales. Practicamos religiosamente el mbaipy sinérgico-
espiritual por deporte, una mezcla de canibalismo ritual y
antropofagia mágico-espiritualoide. Rara avis. Somos los
auténticos Halcones Rosados. Como los templarios. Nuestra
técnica en realidad es más simple de lo que parece. Consiste en
hacer retornar al osado incauto por el caminito oscuro que
vuelve desde siempre. Un resbalón. Un pequeño empujoncito.
Hasta que la víctima muerde el anzuelo. Y ya está.

Mi amigo el Gordo. ¡Abran carajo! bramó el Gordo.


¡Abran carajo, qué se creen! De un imponente patadón

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destartaló el antiguo portón de dos vientos. Ni los perros osaron
acercarse. ¡Quiero chupar carajo! ¿Dónde mierda se metieron
estas hijas de una Gran Puta? ¿Viste lo que te dije? Estas
boludas de mierda ya ni cogen carajo. En el fondo del zaguán se
encendieron pálidas luces verdes y rojas mientras una mujer
semi-en-bolas se acercaba alumbrada por la oscilante y
fantasmal luz de una linterna. La patota acompañó sigilosa los
pasos firmes del Gordo atravesando a grandes zancadas el
patiecito delantero del quilombo. ¡Lucy! ¿Qué carajo están
haciendo? Quiero chupar. Que despierten a todas las pendejas.
Me tienen podrido. Histéricas de mierda.

Lucifer riré Lucifer jevy. El gran culo de la madama. Por


supuesto. Pero la verdadera historia de Lucifer no pasa por ahí.
Se trata en el fondo de hacer patria. Lucy, oriundo de
Caraguatay, fue alguna vez Lucindo, pionero en el trasvestismo
nativo; aviesamente criado y malcriado en Asunción por
aquellos rotundos maricas paraquarios de los buenos tiempos.
Otros sostienen que Lucindo/a vio la luz por primera vez en
realidad en la atávica sala de partos del viejo Hospital de
Clínicas. Sus anonadados padres y la partera actuante, según
afirma un antiguo decano de esa casa de estudios, quedaron
estupefactos ante el fenómeno. Primer caso confirmado de
hermafroditismo completo en el país.

Holgorio para médicos. Como se sabe, el hermafroditismo


real y completo en la especie humana, si bien se da como en
todo el reino animal, es extremadamente raro. Contados casos
de libro. Pero algo había que hacer. Así que rápida y
provisionalmente lo rotularon como niña. La madre insistió en
que se llamara Lucinda como su partera. Sólo así se entiende
que el enorme falo que se insinuaba ya desde su alumbramiento,

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fuera catalogado casi eufemísticamente (muy a la paraguaya)
como un clítoris gigante. Cosas de este país. La consiguiente
corroboración de la completud dual de toda la cadena de
genitales, tanto externos como internos, de ambos sexos en el
mismo individuo, hizo furor en el pobre mundillo de la ciencia
médica paraguaya de aquel entonces. Este país pertenece a la
categoría que los romanos denominaban de pueblos y/o culturas
bárbaros. Hasta decir basta. Plagado de bravucones prepotentes
y pretenciosos. Provocadores ostentosos. Petulantes
superficiales e impenitentes oportunistas. Matriarcas y
maricones enbravecidos. Ladrones, piratas y traficantes de
todos los colores y pelajes.

Bueno-bueno-¿qué? Tantos milenios de civilización


desperdiciados al-santo-pedo y nadie pudo resolver aún el
enigma de la maldad. ¿Bueno-Malo-Bueno o Malo-Bueno-qué?
Las noches asuncenas son tibias en pleno junio. Cualquier cosa
hace subir la adrenalina. ¡Cancha, quiero cancha! ¿Concha-pió
querés jefe? Ji-ji-ji. Un sonoro saplé restalló en la nuca del
Rubio, caficho eterno del lugar. Yolanda calladita prendió las
luces. La pinta del tugurio era fatal como el luneró. Y sí, un
lunes quién se gasta en pistoleadas de arrabal. ¡Hay que ser
coherentes carajo!, aulló el Gordo apoltronándose en el primer
sillón destartalado que encontró. Jajapóna peteí kilombo katé. Y
a plantar bola. ¿Mba'etekópa? La idea parecía tentadora. Y
novedosa. Negocio para turistas despistados. A las cuatro de la
mañana, el pequeño quilombo de Lucifer era realmente un
verdadero quilombo. ¡Qué mugre carajo! ¡Qué puercas de
mierda se volvieron! El Gordo abrió ceremonialmente su botella
de whisky. ¡Vasos carajo! Y mucho hielo ¡muévanse putitas de
mierda! Hizo su entrada Clorinda, la nueva, y el Gordo pareció
tranquilizarse. ¡La Puta: qué tetas! Daban como para alimentar
un batallón. Tranquilopá. Si total ipahápe eran recién las cuatro.

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Tatú-vaí o el origen de la guerra de los sexos. Es cierto,
la historia de Lucy es oscura, como son siempre las historias de
este tipo. El tabú lo deforma todo. Como el pus. Viejos
quilomberos cuentan que la que años después llegaría a ser la
más experta culeadora del aún incipiente cine pornográfico
norteamericano, precozmente, ya se encontraba ejerciendo en
Nueva York a mediados del caluroso mes de mayo del 71. De
caficho. Podrida angá-la-pobre con el tema del clítoris gigante,
pensó razonablemente en darle un mejor uso a la cosa.
Abandonó la casa. Tiró las polleras. Y embarcado (ahora Lucio)
abordó de polizón un carguero porteño con destino a la gran
ubre norteña. ¿Cómo el Tira se enteró de su existencia? Es un
misterio más de su larga trayectoria. Lo que sí es perfectamente
comprobable es que se la vio instalado/a, no muchos años
después de sus éxitos en la pornografía yanki, entre los
allegados del noble Jefe, como pre-seleccionador/a ijyképe de
los manjares cuerperiles que el viejo degenerado degustaba en
una oscura vivienda del barrio Takumbú. En ella todo siempre
fue dual. Dicen también que era la que mejor se los cogía a
todos los maricas que abundaban dentro del entorno del Tira.
Ya que con ella era fácil. Fungiendo de fémina cualquiera
pasaba por un machote. Y adentro, en la intimidad, meta bola.
Los emputecidos exquisitos la describen como una culeadora
insaciable.

Variaciones sobre la historia del cuento chino. Dos


agujeros, un pene y dos bolas hacen las delicias aún de los más
tímidos. Y en su faceta femenina parece que tampoco se
quedaba atrás. Pero la funcionalidad de la belleza femenina es
lastimosamente efímera, sobre todo cuando se ejercen los
menesteres de la prostitución. El rollo parece idiota, pero exige
impecabilidad. Y alta rotatividad. Así que Lucy después de
unos pocos años de gloria tuvo que dar el ingueroviable paso al

40
costado. Así son los vicios en esta vida. Bastante caros y poco
rentables. Además, en este paisito de mierda nos conocemos
todos. Así que, con Lucy como asesora y madama, pensamos
que lo único que nos quedaba por hacer después de tanto probar
y probar, a fin de solucionar los problemas del país y del
universo, era el terrorismo verbal. Táctica gastada pero segura.
Al menos, eso era sinceramente lo que creímos que haríamos al
instalar la logia. Y el quilombito pyharé.

SEUPEQUI, Hogar de la Poesía. Y aunque la prostitución


da para vivir, a Lucy siempre le motivó su entrañable sentido
artístico. Cuando reapareció providencialmente el Gordo,
primero solo y después con su patota de desubicados, a Lucy se
le abrió el cielo. Calzaban justito, como en la erótica mística.
Desplazada, pero aún en la periferia de las mieles del poder,
después del golpe nuestra heroína no tuvo más remedio que
pasar al terreno de los negocios privados. Y tanto por razones
vanamente pecuniarias como por ese infaltable rapto místico
que acomete sobre todo a las mujeres después de los 40, Lucy
pasó a enrolarse y militar activamente en el Rito Esotérico
Clásico de la Secta Universal de los Pequeños Quilombos
(SEUPEQUI); de la que llegaría a ser (mucho sudor de concha
mediante) Gran Sacerdotisa local. Y el Gordo, que la acompañó
siempre en sus locuras: Presidente de la Regional
Latinoamericana. Espíritu quilombero de catacumbas, rumbo-
camino hacia una nueva religión sincrética universal. Al menos
eso decía el folleto. Y/o tapadera de pequeños y grandes
negociados, tragadas, narco-no-sé-qué y lavado de no-sé-
cuánto, el SEUPEQUI crecía, se multiplicaba y se extendía
como-la-gran-puta. Así surgió el quilombo de Lucy y el Gordo
como primera sucursal asuncena afiliada. Discreto. Iniciático y
clandé, como era la regla.

41
Añaraity. Vosotros (peë): vampiros sanguinarios y
angurrientos, demonios andrajosos, energúmenos acomplejados,
enanos de pijas cortas y vaginas secas; a vosotros increpo. ¡Un
trago, necesito un trago! Os contemplo. Gusanos. Criaturas sin
destino. Sin espíritu y sin paz. Tomo distancia. El planeta se
pudre, se hunde y no se ve ni por asomo a ningún mísero
humano (espécimen dudoso) que diga algo, que reaccione.
¿Dónde escondísteis el grito eterno, dónde empeñásteis el santo
misterio del aullido? ¿Quién tocó y robó inmisericorde el fuego
de los dioses, quién osó alterar los ritmos, quién (malditos)
poluyó los mares, quién fue el asqueroso que orinó y se cagó en
el misterio de la creación del universo sin empacho y sin
permiso? El Gordo seguía puteando a sus anchas en el living del
quilombo. Yolanda y Clorinda dormitaban a sus anchas. A
vosotros miserables de toda laya y toda época: os convoco, os
invito a mirarnos todos juntos en el espejo de la muerte,
desnudos como al principio, sin máscaras y sin los miramientos
cobardes que esta sofisticada civilización (pagana) pregona.
¡Agua! Qué habéis hecho de los lustrales arroyitos campesinos.
Del rocío. Hoy en día llueve mierda y mañana serán cangrejos o
hasta elefantes. Atajáos infelices caminantes de dos patas.

¿Cómo domar a una histérica? El Gordo cual mesías


redivivo dicta cátedra sobre filosofía trascendental en el living
del quilombo. Hoy tocaba el tema de la figura femenina
(arque)típica. O sea: requisitos elementales para ser una buena
puta. La ideal. O algo así. El temario básico contemplaba los
siguientes ítems: 1. La histérica: una especie en vías de
extinción, 2. La rubia puta katueté ojeúta tapére, y 3. Amansar a
las fieras (o la técnica palúdica). Insistía como siempre sobre el
final. El final era clave. La Técnica Palúdica era el plato fuerte
de la clase. Mecanismo iniciático a través del cual toda puta de
cuarta es capaz de emprender el vuelo, abrirse al gran camino

42
culeador, que es un camino como cualquier otro. Y cuanto más
palúdica fuera la serie de culeadas apabullantes planteadas
como método, mejores eran las posibilidades de levitación
espiritual para la sujeta eventual de la experiencia. ¿Martes? En
realidad ya era martes. Una catarata de imágenes fugaces
atropellaba mi cerebro mientras escuchaba las boludeces que
arengaba el Gordo. Estábamos inspirados. La farreada estaba
comenzando bien.

Alucinaciones en la aguada. Lucy partió llanamente de la


base, que el secreto de todo buen quilombo consiste en poseer
siquiera un mínimo toque de poesía. Aun el menos pretencioso
de ellos padece de un discreto misticismo que encandila a los
machos de la especie. Parece un negocio chico, pero como pieza
clave del submundo es capaz de mover montañas. ¡Shit! Chitón
carajo. Alguien cuchicheaba irreverente en el fondo. Intervine
discretamente tratando de mantener la escena, para que al
Gordo no se le cortara la leche. Cosa que no soporta. A duras
penas conseguí mi propósito. ¿Acunásteis la imbecilidad de los
monjes? Adiós piratas-pirañas del destierro. Del desierto. Yo
con mi dolor en bandolera, y el resto que se muera. Que se joda.
¿Aguadas? Alucinaciones eran las de antes. Ahora todo es (o
parece) realidad. Castigo.

Ndéra-kóre. Siento. Avanzo. Presiono. Empujo.


Deselastizo el borde. Si bien la erótica tampoco salvará al
planeta... Santa Koncha, a tu sacrosanto y aconchonado altar
acudimos los destetados-desterrados hijos de puta. A consumar
(consumir) la ofrenda del sagrado sacrificio. O sea: jaguá-
salida. Y el jueguito de la pija grande. Sin ojos. Y sin vaselina.
El infinito dilata sus fronteras. El cosmos respira a mis empujes.
Empujones. Rojo-violados. Violáceos. Sin oídos, la música del

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silencio atonta. El sexo es ancho y ajeno. Algo más fuerte que
mi ser empuja desde atrás. Vellos. Grasita del borde. Mojadura
empapada de... ¿tibiezas? Entrepiernas. Pequeñas salpicaciones.
Modelo de universo. El microscopio diseca una cúbica ventana.

Cementerio Azul. A esa hora ¿crepuscular? todas cogían


sin ganas. Falta de espíritu de cuerpo. ¡Plagas!, rechinó el Jefe.
Ni cuando se trata de culear, responden... Sobrador. Me hundo.
Avanzo. Ah Jonás-Jonás: que vivan los vientres de ballena. Esto
es vida carajo. Lucy, ay Lucy mi reina, mi diosa. Intento: voy
intentando todo lo mejor que puedo. Lo que me alcanzan las
entendederas... y las pelotas. Presiento la tormenta. Son jugos,
juegos siempre peligrosos. Me voy. Un fuerte olor-aroma a
concha lo domina casi todo. ¡Joder! qué lejos de la malaria y el
tedio. Crezco y trepo-trepano el tímpano y la sed. Pero hay más.
Algo-siempre que cede y aprieta. Es músculo sin duda. A mayor
resistencia mejor intensidad. En algún momento mágico la
comunicación se inicia. Como una pura negación. O una
purgación compacta. Hora de la pornografía metafísica perfecta.
¿Carcomer será el verbo correcto?

MUTATIS-MUTANDIS

Curación de los males del alma. El Gordo y Lucy habían


discutido detalladamente sobre todo el marketing. No eran
tiempos para correr riesgos. Ambos querían lo mismo. Negocio
seguro con el sempiterno lema: plata en mano culo en tierra. El
quilombo de Lucifer reuniría las siguientes características o
atractivos básicos: a) Cursi ymá como la mierda, como le gusta
al paraguayo en particular y al pópulis en general, b) Buen
toque matriarcal, cosa que enloquece a los tímidos que son la

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clientela quilombera mayoritaria y, c) Espíritu docente, que
engloba la creencia empírica de que a coger sólo se aprende en
el quilombo.

Kurtiendo moko. ¿Muerto el perro se acabó la rabia?:


¡atajáos! Muerdo la matriz de la electrónica moderna, sacudo el
caracú de la ecología (oh venerable diosa decadente), observo el
estertor de los pichones, los maleficios de la ingeniería genética
y el furor de las telecomunicaciones. Un pequeño suspiro del
disertante sirvió para amortiguar la electricidad que se iba
acumulando en la atmósfera. ¡Oh! vosotros, gérmenes alados de
la realidad virtual, de las pajas ciclotrónicas y el horror maléfico
de los domingos a la tarde. Adiós a la miseria de las palomas.
Al verdor del pasto. Al suave temblor de todo nacimiento.
Nadie desea saber nada de nada. Y tienen razón. Todo es
mierda. Cataratas de mierda acumulada por milenios. Que os
coja el pombero. Y veréis lo que es bueno. Agotado de tanta
farra acumulada, me estiré en el piso. Llevábamos más de tres
días casi sin dormir. Enchúfenle un lexotanil con whisky a este
borracho, o chúpenle la pija a ver si se le pasa. No sabe farrear.
Flojo. ¿Qué dirían los cruzados? Lucy, contáme otra... del
infierno. Las historias de Lucy eran fantásticas. Muy parecidas
a las del Dante. Pero al Gordo le encantaban y había que
aguantar.

Maldición rosada, una maldición cruzada. Lucy


(matriarca al fin después de tanto mariconismo acumulado) era
incapaz de eludir el compromiso. Y, desde luego, su tema
predilecto era siempre y monotemáticamente el mismo: la
leyenda del Clítoris Gigante. En el principio los hominis
quadrúpicos (aún más descendientes de los árboles que de los
monos), habían pasado por un curioso período que la

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paleontología oficial no registra (por razones obvias); un
fecundo período de hermafroditismo racial absoluto, o sea la
presencia de los dos sexos completos en cada individuo; lo que
explica (entre tantas otras cosas) todas las tilinguerías históricas
de la civilización y el desamparo caótico-culturo-pornográfico
que padecemos ahora. Y sus consecuencias. Las sectas. Los
disipados heterólogos. El trencito. Y el candado o la
penetración autóloga constante como técnica meditativa.
Paludismo traumático para monos indefensos.

¿Las palabras mágicas? In-extremis, lo que distinguiría al


quilombo de Lucy sería el toque poético. Kiririhápe. Sin que se
note es siempre mejor. Que fuera callado era esencial. Nadie
debería enterarse del training oculto que se les haría hacer a las
pupilas, se cuidaría incluso que las mismas no se dieran real
cuenta del profundo sentido artístico del asunto. Cosa de que no
corriera, no se difundiera el secreto del método. Así fue que en
solemne pacto firmado con sangre el Gordo comprometió su
humanidad, y por extensión la de su patota, para adoctrinar a las
pupilas. Lucy ganaba el aprendizaje gratis y se comprometía a
su vez a ofrecer servicios carnales sin costo monetario a la
patota. Negocio redondo. Quedaba por concretar y consensuar
el reparto equitativo de los beneficios en el caso de los rituales
esotéricos. Lo de menos.

Canis fagocitosis bolam tuam. ¡Ah malditos, malignos de


alma y de corazón, a vosotros y a Dios impreco en este lance! Y
no daré treguas ni pararé en mientes antes de desentrañar-
destrancar este meollo, este caos putrefacto, esta asquerosa
incertidumbre: ¡carajo!, quiero saber, necesito saber por qué
mierda estoy metido en este baile, quién soy, qué miserable pito
toco en esta sinfonía universal estridente y destartalada. ¿O me

46
equivoco? Las cinco y media. El Gordo era el único de la patota
que se tenía en pie (es un decir) en medio de la somnolencia
generalizada... a mitad de la epopeya. Omanó Mariscal López.
El Gordo se interrumpió. Había que delinear también la
metafísica prospectiva de los burdeles modernos. La
trascendencia, la paradoja y los cuentitos chinos. Los mitos del
mal.

¿Medir el aceite? Clorinda la tierna fue en primera


instancia derivada por sus padres desde Caraguatay, su tierna
tierra natal, a un famoso convento de la capital, a fin de que,
además de educarse, cumpliera con la misión que le había sido
destinada. Servir a la virgen. Los primeros problemas surgieron
en el internado. Y los segundos en el confesionario. Cosas de
esta vida. ¿Añoranzas de su hermana gemela presa de la trata de
blancas y con residencia transitoria en Nueva York junto a la
famosa del clítoris gigante? Su breve pasantía por el convento
no le sirvió de gran cosa en cuanto a educación formal se
refiere, pero sí le ayudó a adquirir personalidad y sobre todo su
marcante definitivo: Clo, que le abriría puertas y le mostraría
caminos y posibilidades inéditas en su futuro itinerario por el
mundo de la prostitución. Espiritualitos: bah. Hacia vosotros y
hasta vosotros llegaré con mis inquinas insidiosas, con estos
cantos desencajados y chillones, con mi locura epiléptica y
descontrolada. Estoy harto. Reventado a deshora. Un atisbo.
Siquiera un beso. No es justo. Cogen sin designio, mastican sin
parar y destruyen cuanto se les pone en frente de sus patas. A
vosotros y vosotras, ratas enmierdadas de albañal increpo:
¡defendeos carajo!

En su ser natural. Como de costumbre, al final de su


primera catarsis el Gordo cabeceó, cayendo en una de sus

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infaltables siestitas disimuladas. El quilombo sumió en un sopor
telúrico que ninguno osó interferir. Cada uno con su tema y su
vaso. De pura lástima Lucy apagó la luz del living. ¡Ay Lucy
cuándo te curarás! ¿Culeando? Lo dudo. Alguien soñaba en voz
alta. El tema de ponerle un nombre a la patota fue una discusión
de nunca acabar. Hasta que a alguien se le ocurrió Los Halcones
Rosados, en memoria de la noble logia de los primeros
maricones paraguayos asumidos, que tuvieron que defender su
identidad con uñas y otros adminí-culos corporales para
sobrevivir en un ambiente hostil a su especie. Cuentan los
putócratas que alguna mítica vez que uno de esos santos se
encontraba en la vieja Europa, hurgando sin necesidad y al azar
en una oscura biblioteca de barrio, se topó por casualidad con
un montón de papeles viejos. Y que hojeando al descuido los
mamotretos destartalados observó un catálogo borroso de
imágenes pergeñadas a mano y palabras latinas que denotaban
su clasificación. “Rara avis” era el remanido título que el
copista le había ensoquetado. Según cuentan, la tercera
casualidad del azar hizo que su atención reposara sobre la
página diez y la letra h: Los Halcones Rosados. Especie en vías
de extinción a comienzos del siglo dieciséis. Lo único que pudo
sacar en limpio fue algo referente a la contradicción de que un
ave de presa tuviera un color tan maricón. La famosa teoría del
mimetismo. Allí el copista deliraba a su antojo, explicando que
la mariconería plumífera le aventajaba a la bestia las mejores
condiciones para fagocitar otras especies de aves y pequeños
roedores caseros o peridomiciliarios, especialmente proclives a
la coquetería y el despiste existencial. Curiosamente, acotaba
finalmente el chanta de la última edad media, él creía que la
especie estaría extinguiéndose debido justamente a las
facilitaciones que el ecosistema, al final, utilizaba en su contra.
La patota tenía su nombre oficial.

48
El pasmo creador y fornicador de su propio lenguaje. La
pobrecita está un poco nerviosa. Clorinda se resistía. ¡Dadle un
poquito de morfina! o valium en mega-dosis. Qué diréis
seguramente, vosotros los nigromantes pretenciosos, los
rectores y los decanos de la palabra, los pretendidos augures de
la panacea tecnológico-financiera contemporánea. Complacéos.
Y culeadla. Como Dios manda. Aquella culeada ritual de las
mellizas de Caraguatay se había vuelto uno de los pasatiempos
favoritos del Gordo. Yolanda la pizpireta y Clorinda la monja.
Paloma blanca paloma negra. O al revés. Justo es reconocer que
habían venido ya re-culeadas de New York. Pero igual. ¡Amor!
No me hagáis reír pues moriré de cáncer de laringe.
¿Escatología? Ante esta miserable modernidad hubiera debido
preferir el claustro, el honorable silencio de los muertos, la
rigidez y aun el asco de los cadáveres insepultos. Imposible ser
ni parecer sensato en semejante coyuntura, el vértigo de las
porquerías inunda las pocas cloacas mentales que restan y
después de esta especie de epilepsia esquizofrénica colectiva es
previsible que de nuevo definitivamente todo calle.

La novedad del sopapo espiritual. Segunda anécdota


(versión contrera). Relatan los disidentes del clan que cierta vez
el mítico líder de los primeros maricones paraguayos, hace
muchos años, frente a un fuerte amenazo de melancolía
recurrente y pertinaz, recurrió a la evasión de los viajes. Y se
fue a... la puta. Agarró el primer avión sin mirarle la chapa y
terminó aterrizando nada menos que en Pekín (así se llamaba la
capital de la China por aquel entonces). No le importó que fuera
Mao-no-sé-qué el presidente de turno. Al azar se dirigió a la
biblioteca central y, aunque no entendía un pito de chino, se las
ingenió para que el bibliotecario le llevara a los rincones más
estrafalarios, donde pudiera encontrar algo más que la piedra
filosofal, con el sano fin de yerar la depre. Cuentan esos
memoriosos que no encontró un carajo. Así que, a las cansadas,

49
aburrido de tanto amarillismo y chirimbolitos raros, sumados a
sus dudas sobre la buena fe del chinito de mierda, deambulando
por los pasillos vacíos, le llamó la atención un libraco de tapa
rosada. No dijo nada y salió. Volvió al día siguiente con la
consabida camarita oculta y fotografió cinco páginas al azar. A
su vuelta, al revelar las fotos se encontró con la sorpresa de que
estaban escritas en un mal latín que casi parecía español. El
libro era un original que daba a entender vagamente que había
sido escrito por un jesuita en las misiones del Paraguay. Y
mencionaba la secta secreta: los Halcones Rosados. Una rara
especie de ñembo-templarios indígenas contreras. Uno de sus
rasgos geográficos, ja´e chupé, era la homosexualidad
masculina ritual y, por supuesto, un anti-jesuitismo rabioso.

Muerte definitiva del pensamiento animal y su fofa


sabiduría. La jungla. Trataré de enfriar mi pobre cerebro
recalentado a fin de entender siquiera algo de lo que pienso, de
lo que escribo. Pero es tarde. Es demasiado tarde para lamentos
y cavilaciones retóricas, para las lentas y substanciosas
meditaciones de los santos. Opá. San-se-acabó. Sin éxtasis, sin
orgasmos especiales siquiera, es la hora de los terremotos, de
las angustias supremas, de las maldades gratuitas, del pataleo
tembleque y de los finales sin previo aviso. Tojehechá vyro ha
vringo-pe. ¡Mierda, se me acabó la coca! ¡Qué clase de farra es
ésta! Inventen carajo. Un Judas agarró la llave y salió sigiloso
para lograr más merca. ¡A esa hora! Lucy haciéndose la tímida
trató de ofrecer un porro. ¡Basura! Hoy no quiero porquerías.
¡Más hielo, traé más hielo: bestia! Nunca llegará a saberse a
ciencia cierta el verdadero alcance de los suculentos negociados
maquinados entre Lucy y la patota. Pues entre la ternura y el
calculismo del Gordo, la vena artística de sus ¿doce? apóstoles
y la bisexualidad de Lucy, daba para cualquier cosa. Como el
Gran Chaco. Tráfico, dólares, influencias. Poder. Que lo diga el
Tío Sam, que sabe a quiénes protege.

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Psicoanálisis salvaje. Albores de la civilización.
Remiremos el mapa y los tiempos. Los hermafroditas
deambulan felices sobre la faz de la tierra. Pacíficos y
meditativos, candado mediante. Nada los inmuta.
Estadísticamente: cero de violencia. ¿Período masturbatorio?
Onanismo trascendental más bien. Pero si había penetración eso
ya es violación... de la norma, dirían los puristas. Hasta que un
buen día se da la mala leche. ¿Deficiencias fálicas, clitorídeas o
mentales? ¿Pequeñez? ¿Curiosidad acaso? Otro de los apóstoles
que se arrastraba recontra-en-pedo trató de tocarle (una vez
más) el culo a la tímida. Ese culo mítico de Clorinda que nos
tenía flechados desde hacía rato. ¡Nadie se mueva dije... ish!,
rugió el Gordo desde su esquina. Aquí el que dice lo que se va a
hacer soy yo. Chupen tranquilos y no les rompan las bolas a
estas pobres putas de mierda, que a esta hora están más que re-
culeadas. Préndanse al vaso y punto. Zánganos. Casi
rutinariamente (por disciplina interna, por método), el Gordo
pateó una silla que mansamente fue a descoyuntarse contra la
puerta del gallinero. Ese pequeño gesto lo inspiró. ¡Gallinas-
gallinas, más whisky! Quiero cacareos carajo.

La Bestia Rubia. La inmunodeficiencia avanza. Las


defensas se derrumban. Muere el muerto en su sepulcro de
estiércol y ceniza. El psicoanálisis es una estafa, la tecnología
un circo. Llora el urutaú en su valle. El planeta ruge. Los países
se pierden, las religiones, razas, culturas y costumbres se
degradan, se vulgarizan, se saquean, se violan sin asco y sin
pausa. Amanóta de quebranto. Otro trago. Como toda pesadilla,
esa madrugada era más interminable que lamento de virgen. La
homosexualidad humana es un hábito más corriente de lo que se
cree. El macho de la especie humana es un ente de los más
susceptible, voluble, vulnerable. Su debilidad no tiene límites
conocidos ni demarcables. Y, por ende, la tentación de entregar

51
la rosqueta es algo que casi se podría calificar de innato, animal
o hasta telúrico inclusive. ¡Novelistas! A vosotros me dirijo:
reverendos hijos de una gran puta, inútiles depredadores
ensañados, carniceros impenitentes, antropófagos reprimidos;
vosotros, los de mirada clara y alta, rubios engreídos, soberbios,
mamelucos piojosos que os creéis dueños del planeta, emisarios
del más allá, agentes del infinito; ampulosos cogedores sin
perdón y sin permiso, sin criterios, alquitranados, pastosos,
repelentes mendicantes de cariño. Peë tembó tujá. ¡Cherejápe!
Denles con todo. A gozar enanos.

Paranoico en concha ajena. El quilombo se presta para


este tipo de divagaciones... caóticas. Por algo la patota había
elegido siempre ese escenario para local fijo de sus ejercicios
¿intelectuales? ¿Espirituales? Así cumplíamos literalmente con
el ideal del SEUPEQUI: quilombos esotéricos y prostitución
culta. ¡Más hielo dije! Otra sombra se deslizó en la madrugada
y fueron más vasos y... el bendito hielo se había acabado. De un
puñetazo mi amigo hizo pedazos la mesita karapé. Las pendejas
salieron corriendo en pos del inefable hielo. ¡Para esto uno las
banca, váyanse todas al mismísimo carajo! Y vos Lucy vení
acá. Lucinda, no viendo otra salida, no atinó a nada mejor que
hacerse la coqueta para descontraer al Gordo. Asustada, le
obligó a la nueva a improvisar un streep-tease. Lamentable.
Clorinda no sabía qué sacarse ni cómo. El Gordo (paternalista
como siempre) trataba inútilmente de instruirla. Pichadísima, la
pobre chica no sabía qué hacer. ¡Mariguana carajo! La chica se
puso a toser, ni fumar sabía. Su enorme culo maltrecho se
movía apenas en la penumbra verde del quilombo. A las
cansadas llegó el secre. Y con alguito más de oxígeno (es un
decir), la fiesta estaba... seguía empezando. Ndajé.

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Castración oral. Culeásteis asquerosamente a nuestras
mujeres. Violásteis miserablemente a nuestros Dioses y
nuestros templos. Masacrásteis sin respeto y sin mesura a
nuestros (pobres) hijos. Arrasásteis nuestras campiñas y
nuestras ciudades. Está hecho. Y está dicho. Los Halcones
Rosados: templarios terminales, al final triunfaríamos sobre la
inclemencia espiritual y la barbaridad ofuscante. Estas
porquerías no saben ni cómo tienen que abrir las piernas. ¡A ver
vos, vení! ¡Ponéte de cuatro! La pobre putita se escabulló como
pudo y tuvo que aparecer Lucy de vuelta, porque el Gordo
estaba pasado de revoluciones. Ah... ¿te acordás de los tiempos
de la revolución? ¡Esos eran tiempos carajo! El secre alargó dos
líneas y todos aspiramos lo que el Jefe disponía. No había tanto.
¡Esta basura te enchufaron! Mirá que sos boludo. Inútil. Esto es
puro bicarbonato. Esta porquería me va a matar. ¿Dónde está mi
whisky? La presencia del caficho no logró infundir ningún
temor a la patota, que, habiendo cumplido a cabalidad con su
sagrada misión (de farrear a lo grande en este mundo de
mierda), se disponía a hacer las primeras maniobras para
retirarse mansamente del quilombo. Sin patotear al pedo. Sin
armar quilombo. Su destino no era destartalar el universo.
¿Algo? ¡Resurrección de la carne por lo menos! Grito blasfemo
y angurriento de otro Judas sugiriendo una parada final en
alguna parrillada para rematar la noche. Eran casi las seis pero
aún no amanecía. Era junio.

53
IN-EXTREMIS

La Patria. Ningún caficho de cuarta era capaz de mirar de


frente a esa patota perfecta, que cumplía impecablemente con su
sacrosanta misión de destrozar las madrugadas paraguayas.
Eran años. Curriculum. Honestidad y templanza farreando a
muerte en los alicaídos submundos de la urbe. ¿Quién como el
Gordo y su patota para pegarse el lujo de jactarse de la
imbecilidad del pueblo paraguayo, de la estupidez del universo
entero? Castigándolos. Farreando a-full como corresponde. El
Rubio contempló compungido y cabizbajo a la patota que se
alejaba rauda en la Trooper rosada. Suspiró. Oteó el tendal y el
estado de las chicas después de la incursión. A fin de cuentas:
eran buenos clientes. La madrugada es la mejor hora para las
inspiraciones creativas. Lo saben todos los escritores insomnes
y borrachos que no escasean en la historia de la literatura.
Aceleramos a fondo. ¡Ah la patria! deliró el Gordo. La Patria
era el nombre de la estancia en Quyquyó que la patota había
conseguido para ampliar su radio de acción. Lejos del mundanal
ruido. En medio de la campiña nativa se alzaba el casco de La
Patria, con su machú, con su capataz, sus vacas, sus peones, sus
gallinas y su pequeño huerto de lechugas. Apareció el primer
tereré. El Gordo estiró una pata y apretó a fondo el acelerador.
El turbo-rosa rugió picado en su mismísimo orgullo. Rumbo a
la parrillada. A 3000 caballos 4 X 4. Parecía volar.

Omanó takó-ari. Morir como los camiones viejos. Aun así


no pasaba de ser una metáfora. Intoxicaciones de la palabra. La
estampilla galáctica. Llegamos a la parrillada El Futuro. Nos
atendieron en el traspatio. Brilló una parrillada completa, medio
fría. Y cerveza para yerar. Parecía la última cena. Parecía el
monte de los olivos. Amohapópe. A esa hora ya nadie podía

54
pedir coherencia. Rebrotaba el indio. Candado. Era lindo. El
recuerdo del mito andrógino más plausible. Autocomplaciente.
Pacífico. Fundador de la civilización. Mejor que los grupófilos.
Que los ascetas. Aun que los aristócratas. Exquisitos gua´u co-
no-ce-do-res. A penetración constante. Los dientes se movían
devorando la carne fría, mientras clareaba francamente.

Profesión de fe. ¿Malo-malo-bueno? Bueno-bueno-malo


en el fondo, más bien. Las transmigraciones de los leucocitos.
El auge de la imbecilidad colectiva. La gordura genética. El
desorden de las viandas y las lenguas. La ataraxia atarantada. La
sangre seca. La podredumbre. Construir mba'é mega-ascensor
turístico a los infiernos del Dante y Homero, para lucrar con la
barbarie. ¿Quién destartaló el imperio de los mayas? ¿Quién
degeneró la Atlántida? ¿Quién multiplicó a los chinos? Algo
teníamos que hacer. Por nada del mundo me perdería la
próxima reencarnación. Empecé a saltar como un chimpancé y a
gritar como loco en un idioma inentendible. Y dio resultado.
Che hermanokuera taguató-pytänguy partida: ñandeapohá-ko
ndoguahëi avavé. Koäva indio-atyra ndoguatasei. Ndoikuaái
ndajé. Ndoikua´asei. El amor. El aura. Nambré. Ndojejuhui la
ontendemimia la ñaneporte-tujápe. Ñane santo-oficiope. Cuerpo
adentro hay que andarse con cuidado. En estas latitudes
cualquier cosa es un riesgo. Y no seré yo, ni poxi-pol ni San
Pi(chin)chón el que pueda devolver(te) tu buena cara... de
cadáver insepulto, para seguir trucando y tiritando entre
desperdicios, sonrisotas y adioses pegajosos, pasajeros.
Perdiste. Y ni siquiera fuiste vos. Hurgo-hundo y revuelvo-
revoltijeo entre marañas y no encuentro. Hagamos cola y culo
atrás. Imposible restaurar-restañar la enorme estantería
descompuesta. Jopi kuarahy. Hatä ojupi... nte. ¿Ohupyty?
Nagueroviai.

55
Geografía mínima. Me niego a ser un escritor profesional.
No vale la pena. Me niego a ser profeta, héroe, santo o defensor
de tantas cosas imposibles (opáma la verbo, opaitéma la
cosmogonía-kuera, ro´upáma la lógica). Me niego a ser
paraguayo, uruguayo, europeo, yanqui o chino (es igual). Me
niego a ser esquimal, mby´a, guaikurú, morocho, amarillo,
negro, pielrroja... Me niego a ser idiota, genio, malhumorado,
raro, impertinente. Todo cansa. Me niego a ser. Y no me vengan
ahora ni después con lamentaciones o vítores. Ore-katu la
perseguidoité. Garmesán tera keronséngui. Ha´ekuera-ko
ndoponderai orerehé. No comprendéi ore sistema, ore mundo-
apytepe. Ndoikuaasei mba´eveté ni-kaúre ore protesta
sistematiko-pe. Cielo arriba derrengan caparazones disonantes.
Susurran drogas. Ahuecan alas. Tekoreí-partida: creen que la
felicidad se alcanza apenas viviendo. Ha ñandé aveí
(jarrekonocéke lo-mitä) naporokambiamo´ái. ¿Los Alkones
Rozados? ¿Ajépa ñaneinkorregible? Contemplo infinitas
copulaciones pululantes. Guerras indoloras. Y muertos por
casualidad. Ha´ekuera ohenduporä katú. Ha´ekuera
oñedefendente. Tomanó. Como dicen que dijo el maestro:
muchos parecen ser los llamados y muy pocos los precavidos.
Iporäta hína (sapy'areiröguareicha) la pombero okule´ane
formalmente ijupekuera. Oiméne umicharö ikatú ojekorregíta.
Sin tiempo, sin cuerpo y sin detalles superfluos: la eternidad es
un chiste. Ñane yvaga ha´e katú peteï oga michimi, aserrín
apytepe, oparupi. ¿Ajépa iporä? ¿Ajépa igustosova?

¿Apurope mante?: no gracias. Siempre queriendo


descubrir mundos. Y curiosamente aquí están todos (y sobran):
los que soñé, los que imaginé, los que intenté, los no nacidos y
los nunca imaginados. Al pedo. Los inalcanzables. Se huele
algo de tristeza y siempre en el fondo: esa maldita pizca de
humor que nunca acaba de evaporarse del todo. Ore misión-vaí

56
ha´e (ha´ekuera he´iva) jaku´ipaité ojepresentaröguaré,
sapy'ánte. Orefrentepe: yvá, yvaga, umicha. Jakurupaitetante
anga oimeraëvante. Es una risa: la simetría. Sin embargo existe
toda una categoría de muertos que insisten en acercarse a los
vivillos. ¿Para qué? Kavajú, avá, ryguasú: enteropaité ipochy
ñane rembiapó productope. Haékuera ko ipochyreí. No entendéi
la biblia, la asunto ojetratava. Ha´ekuera ko noponderái Tupá ni
Ñandejarare. Tembó partida. No entendéi mba´eveté Kiritó,
Mariskalope ha Etroner he´i akué. ¿Guarañol? La estúpida
teoría de la energía.

El idioma de los muertos. Ñandé ko la pueblo elegido. Ha


ñandekuetente, oreñó roikua´a upéva. ¿Ajépa aveí upéva
ndaigraciai? Ndovaléi-ko upéva chekompañerokuera. Oreñóreí
roikóva. Oré katú roprotestasé, manifestación ma´ëmbo, Kiritó
hoga-frentepe mba´e. Ha upéva aveí ndovalei. Mba´epiko
roguenohetava rojapone umicha. Mba´eveté. ¿Delicias de la
ingratitud-ingravedad? Ndajé. Esta flojera de retortijones
achatados. Si no me dan las piernas, el inodoro ni el espanto.
Presiento el desparramo. Deben ser mis martirios recurrentes.
¿Rayando sangre se respira mejor? Pacencia chermanokuera
kupií-partida. Ñandé ko (ikaturö) ñatanteata. Ñatanteante
ndikatuichéne-mba´e javiví oreapyteguiolado oreñó tranquilopá.
Ndajaikatuiramomba´e rohasá ñane vida kañyhape, kirirïhape,
mba´eapohape. ¿Ndejaikatumo´ai? Anichéne. Japrokuráta.
Ñaha´äta. ¿Mis doce apóstoles? Juda-memeté. Alcornoques
alocados, siempre prestos al salto al agua sucia.

Ñane authentical way-lo-life. ¿Ha mba´e he´ita anga


ha´ekuéra? ¿Ha mbaupe ñandé ñapenata ijehegui? Upeva katu
iproblemaité. Que escuche el que tiene dientes. Y escupa el que
perdió la voz: enhorabuena. Ñande javivita tranquilopá.

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Taguató-pytanguyportetujape. Yma tiempopeguareicha.
¿Napendemandu´ai-pikó lo-mitä, kuñá, mita´i? ¿Ajépa
peneakävaí, peneakäkurú? ¿Ajépa pene indio, pene kaigué, pene
dejado-atyra? Estoy diciendo que los muertos tenemos un
idioma. Mínimo-minimorum: michimi. Ñamba´apókena lo-
mitä. Japensá, jakalkulá, jafilosofá ha jameditákena. Jaleé ha
jañe´e, jakonsientisákena ñaneprójimo proletario, ñaneirü
kaigué, ñanerapichá imembyvéa, imboriahuvéa, iñinutilvéa.
Melodías poco convencionales. Aflicción. Nada de oficio. Y
poco condimento: lo que nadie pensó. Oíd mortales: suena
simpático. Sin sentido y sin fondo terminan las desgracias y el
circo sacrificial. Ñamba´apota katu lo-mitä. Ha upeicharö oré
roganata, oré rotriunfata, oré roimponeta ore pensamiento, ore
sistema, ore autentical-way-of-life.

Bombachita kunu´ü. Agacháte nena linda, agacháte che


mamá, a ver si poro-al-descuido ta-ma´ëmi nde tatú. Takoari
ñamanone, tamanomi che-kambá. Bombachita-a-motare
amanoseté, ahechane hakure nde cuarto-ipyguiolado. Por
siempre-ngo a consentí (vyroreí de las vyrezas), ahëtusé de las
cortezas, ykere nde tatu´i. Maiteí cheve: peteí, la cabecita
amoïro, el resto tembo-reí. Bombachita kunu´u, koanga añepyrü
el baile con insistencia: anichéne la pendencia... che intrumento
nderaihú. Las chifladuras tienen sus cosas, su mate amargo, su
tereré lavado. ¿Erótica häu? Juro que me alzaré en enero. La
concha del jabalí rompió el condón rutilante. Pobre tipo chera´a
comentó Engelberta, la que siempre anduvo (obviamente) con
la concha abierta.

Última cena. ¡Corten carajo! Ketchup. Moral. Hipocondría.


Chau amigos, amigotes, cantantes, merodeadores. Nosotros
somos lo(s) que somos. Somos la trampa y el vaivén. El

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trampolín después de todo. El cadáver putrefacto que se murió
cogiendo. Chau morochos mocosos. Mulatas del porvenir.
Angelitos traviesos. Y más allá de los cuerpos: un saludito a los
curas y a los santos, a las putas y los pretendidos poetas. Que os
coma el cuco. Que os arrulle el huracán. La última etiqueta.
Este es mi cuerpo. Y es tu vino. Otro saludito último-pahagué a
los monos, a las feas y a los maricas de toda laya, porque ellos
(con toda seguridad) no entrarán jamás en el reino de los
muertos. Idiotas solemnes: son inmortales. A todos vosotros
pues: chau-ché, hasta jamás de los jamases, porque aunque
procuréis como tarados no llegaréis a entender ni así de nuestro
(maldito) idioma. Peikatunte anga chetelefoneáke, terapa emo´i
ne-mensaje kontestador automátikope, ikatu uperö (anga che
tiempope) porodevolveta la llamada katueteí. Cherenóike. Ani
peneresarái. Terata-pa eiké-katu nderevikuaitépe peë
añaraköpeguaré-partida. Poro´u-laya. ¡Vairos! Que ni pintados
para prometer amores y revueltas que nunca cumpliréis. Epytá
upépe. ¡Atrás!

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Índice
1. LA CONSPIRACIÓN DE LOS
GINECÓLOGOS (2006)....................................................13

Teodolina............................................................................15
Ministerio de la calentura...................................................15
Terapia Intensiva................................................................16
Cómo salvar el mundo en 5000 polvos..............................16
Derechos y deberes sexuales..............................................17
Jodido pero contento..........................................................17
¿Aipo’opio?........................................................................18
La caverna de Platón y el mameluco chino........................19
Confesiones de un sexópata tímido....................................19
Vuelta al mundo en 80 mundos..........................................20
El arte de morir...................................................................21
El último polvo...................................................................21
Tatú pochý..........................................................................23
Kulito blanco-blando te quiero más...................................23
Las pijas fundamentales.....................................................23
Koger × Koger....................................................................24

2.EL CHAMÁN CHAPUCERO (2004).............................25

Reencarnación del Quixote.................................................27


Sangre argel........................................................................28
Función autolimitada del mal.............................................28
Los famosos 4.....................................................................29
Cuerpo extraño...................................................................30
Tocando tambo...................................................................31
Veneno para enanos............................................................32
Ajuste de cuentas................................................................33

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3. LOS HALCONES ROSADOS (2000)..........................35

Homo-sapiens

Al que le guste la nata........................................................37


Aclaración..........................................................................37
Mi amigo el Gordo.............................................................37
Lucifer riré Lucifer jevy.....................................................38
Holgorio para médicos.......................................................38
Bueno-bueno-¿qué?...........................................................39
Tatú vaí..............................................................................40
Variaciones........................................................................40
Seupequi.............................................................................41
Añaraity..............................................................................42
¿Cómo domar a una histérica?...........................................42
Alucinaciones en la aguada................................................43
Ndéra-kóre..........................................................................43
Cementerio azul..................................................................44

Mutatis-mutandis

Curación.............................................................................44
Kurtiendo moko.................................................................45
Maldición rosada................................................................45
¿Las palabras mágicas?......................................................46
Canis fagocitosis bolam tuam............................................46
¿Medir el aceite?................................................................47
En su ser natural.................................................................47
El pasmo creador................................................................49
La novedad del sopapo espiritual.......................................49
Muerte definitiva del pensamiento animal.........................50
Psicoanális salvaje..............................................................51
La Bestia Rubia..................................................................51
Paranoico en concha ajena.................................................52

62
Castración animal.............................................................53

In-extremis

La patria............................................................................54
Omanó takó-ari.................................................................54
Profesión de fe..................................................................55
Geografía mínima.............................................................56
¿Apurope mante?: no gracias............................................56
El idioma de los muertos...................................................57
Ñane authentical way-lo-life.............................................57
Bombachita kunu’ü...........................................................58
Última cena........................................................................58

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Se terminó de imprimir
en el mes de febrero del 2006
en la imprenta Marben S.A.
Asunción-Paraguay

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