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primer tiro, pero el segundo hizo que una bala se incrustara cerca del
lugar que ocupaba el mandatario.
Tras la primera reaccin de pnico, el pblico intent linchar al autor,
Juan Mandrini, de 25 aos, impidindolo la polica, que lo arrest de
inmediato. Al ser apresado, el homicida grit: Viva la anarqua!.
El presidente no advirti que haba sido objeto de un atentado, hasta
que fue informado, Es necesario perdonarlo, exclam, ordenando la
libertad del detenido. Este episodio no empa el brillo de la fiesta,
aunque pudo imprimirle un sello trgico. Y tanto es as, que pronto fue
olvidado. Mandrini, en libertad, sigui escribiendo versos en el humilde
hogar de sus padres, inmigrantes, mientras la Nacin, de un siglo de
edad, continuaba su marcha de progreso.