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Edouard Glissant El discurso antillano ‘Traduecién AURA MARINA BOADAS y AMELIA HERNANDEZ ‘fwpice InTRopuccIONES ‘A AETIR_DE LMA STTUACION BLOQUEADA ‘A rar DE ESE DISCURSO ACERCA DE UN BISCURSO ‘Azagm De La trend potTic4 ‘Amwemn be Maceuonr ‘AAR DE UNA PRESENTACION HEGIA DESDELEIOS, HACE ALON TEMO ‘APARTIR.DELAS HUELLAS DE AYER HO, MEZCLADAS ‘A PARTIR DEL GRO ‘A paRTR DE ACOA ‘A PARTIR DEL TRABIZO SOLIDARIO ‘A PARTIR DEL PAISATE ‘A PARTIR DELA CARENCA ORALY DEL CREOLE Libro Lo samipo, Lo wcERTO LA DESPOSESION ‘EL DESPLAZAMIENTOY EL RODEO HaceRY CREAR B 15 1 9 26 8 30 31 8 9 A VIVENCIA ANTILLANA -ESTRUCTURASY TENSIONES DE GRUPO {EAMUAS SI HOGARES? Funmiseenros Det DeseQuiLinnio [EPISO0I0S DE LA IRISION IISTORIA, HISTORIAS [LA QUERELLA CON LA HisToRIA (Canasta 1976 Historia ¥ LeRATURA, Fraouenros¥ pelonos “Histon, TiEar0s, DENDADES foro OBTICA DELLA RELACION ITERATURAS NACIONALES Lonaswoy Lo pvenso AISAIES, Pais Mosicas Cans ELPMsa Cuan DETICAS ‘POETICA NATURAL, FORTICA FoRzaDA POETIC DE LA RELACION «LANOVELA DELAS AMERICAS» n a8 cy 3 130 13s 158 m 19 182 210 a5 3 247 281 259 mm 285 ‘rom NDISCURSO FRAGMENTADO ICONSCIENTE, IDENTIDAD, METODOS POETICA ECONSCENTE -PLACERY GOCE: LA VIVENCIA MARTINQUERA La MiRADA Det orko ‘Viouescia si causa SNGUAS, LENGUAIE ‘Lexcun, sULTLmGtISMO EL ceéoue ‘Man anew a2 ELcttous covearrimo -DELIRIO VERBAL ACERCA DEL DELINO VERBAL &CONSUETUDINARION 2ATRO, CONCIENCIA DEL PUEBLO ‘ACERCA DEL ESCRITO CREOLE brow PORVENIR ANTILLANO )RLAANTILLANIDAD LA ASPIRACION, LO REAL Inara curunaL, Larearonapatnica ERTURAS EL consumo RRESOUUCIONES, REsOLUCIN Cad dela iéspora -OsARI0 303 314 327 335 345 360 313 a7 385 a7 2s 41 434 4a “aT 451 453 FRAGMENTOs ¥ PERIODOS [En@atanse EN DELINEAR la historia de Martinica sobree ‘modelo de la historia de Francia (siglos, gueras, reinos, ris, etc.) es alinear tan manifiestamente la primera con la segund que en realidad se llega a camuflar asi el hecho principal dees ‘a historia martiniquedia: su sobredeterminacién. La relacién ‘demasiado evidente con los periodos dela historia de Francia es una artimafia dl pensamientoasimilado, ala que contribs yen los «historiadores» martiniquefios: nos exime de hurt ‘ms profundamente. Anula lo que significa, pesto que det to establecerse como natural, casi impide meditar la violent# fundamental que supone. No se trata de la simple relacién & dominacién colonialista. Si asi fuera, esultara licito consid rarel caso de las Antillas menores francéfonas como el resid? desesperado de la aventura de la colonizacién, Se trata dest 4g0 acerca de lo cual no se ha reflexionado con rigurosidad:¢ colonizador francés, porque sabe que puso en prctica (ya ve mos e6mo) su genio particular de asimilacién; el colonize |p 0S HISTORAS au uefio, porque le desagrada «verse tan hermoso en este joy. Eslo que yo lamo una colonizacién lograda. :De qué (qereterrse de manera ritual y casi mégica alas modalidades das de la descolonizacin en el mundo: ejército nacio- revolucién total, frente de liberacién, sino se obtiene tal ‘porque no se émprende el proceso mismo? Entonces, json més que pulsiones habladoras, que tienen como tnica faci Satisfacer a los individuos poseidos por los modos de seidn ajena y que, a punta de ideologias, racionalizan lo que ‘alta asi un blogueo colectivo. Hay que reconsiderar con mayor distancia este asunto {ela periodizacién de la historia martiniquetia ‘As{ pues, si se deja de lado el absurtio catilogo de lahis- tsi oficial (a Tercera Reptblica, el periodo entre dos guerras, ¢e) tratando de ver Jo que realmente ocurrié en el pats, su- pogo que sera ficil concordar acerca de los «periodos» de la Jisoria martiniquefia: Latrata de'negros, el poblamiento, Bl universo servil. El sistema de plantaciones. La aparicién de la élite, los pueblos. La victoria de la remolacha sobre la caf La asimilacién legislada-legisladora, La amenaza de la anulacién, Asi, no habria ninguna dificultad, ninguna astucia, en lametodologia. Los investigadores se pondrian de acuerdo pwr as dataciones aproximativas (lo aproximativo sirve pri- tern de hip6tesis) y los «contenidos» de estos periodos. 1. La trata de negros, el poblamiento (1640-1685). Ex- ‘eminio de los caribes. Introduccién de la caf de aziiar, Pri- ‘eros procedimientos de refinacin, Diversidad de los cultivos. 22 EL DISCURSO ANTILL Ag ‘rata de negros parcslada, Economia de trucque. Los esclay traidos aspiren caegresar a Afica, 2. El universo servil (1685-1840). Promulgacién a Cédigo Negro. Sistomatizacion de Ia trata de negros. Est. blecimiento del sistema de plantaciones. Desarrollo progresig del monocultivo de la caiia, Rebeliones sin testigos. Citcy lacién entre las islas. 3. Elsistema de plantaciones (1800-1930). Este periois se articula con el anterior. Aparicin en Francia del aziicarde remolacha. «Liberaciémy de 1848, Baleanizacién interna (7 sistema de plantaciones propiamente dicho) y externa (aisle imiento de las Antillas menores, unas respecto de Ia ots). Ie {entos abortados de resistencia por parte de los békés. 4. La aparicién de la élite, las pueblos (1865-1902).Bst periodo est incluido en el anterior. Industrializacion del air de remolacha, Desarrollo de la clase de representaci6n (mle 108 y, luego, «clase» media), Representacién parlamentari Con la ciudad de Saint-Pierre® desaparece una de ls itis posibilidades de «aesolucién auténoma de os conflictos dec sesv. Desarrollo de las ideologias «republicanas». 5. La vietoria de la remolacha (1902-1950). Deseo riién de los békés como productores. Auge de la élite de rep sentaci6n sin fincién, desarrollo de los pueblos y de los oficis artesanales. Ley de asimilacién en 1946. Escuela elites ‘Los antillanos van como funcionarios subalternos a Africa. 6. Laasimilacién (1950-1965). Economia de: sepia sistema que Tlega a su final. PseudoproducciGn. Desaparicié T Areasada pra erupeién de! voleé de I montstaPeée, en 1902 (NST Fr 00S, ISTORIAS 213 los oficios de artesania. Desarrollo de las infraestructuras yea cuantitatva, para la formacién «bisa» dela emi- a Francia, Doctrina oficial dela asimilacion «politica fia apertura a las ideas de Ia descolonizacion, 17, ¢La anulacién? Doctrina oficial de la asimilacion seonbmicay. Victoria del sistema de intercambio (fondos ilicos-beneficios privados) y produccién-pretexto, Békés y jolts mezclados como funcionarios privilegiados del sec- tctereiario. Puertos y aeropuertos. ¥ también tensién inso- pitable y aparentemente sin «resolucién», Aqui es cuando el «historiadony martiniquetio —diestro nel manejo de las listas exactas de gobernadores o de las clin- sias de los tratados— se burla, y yo concuerdo con él en esto dlenunciado de esta periodizacién no nos permite proclamar ‘gebemos descubierto otra América, Sin embargo, hemos dado smvueloo a a vision de nuestra historia: vision «interna», ahora, {amos capaces de captar su principio: aqui, la resolucién de bsconflictos de clase munca, en ninguna opoitunidad, ha sido ‘ut{noma» sino, al contrario, siempre sobredeterminada. Asi, no hay una verdadera continuidad tras la aparente ctinuidad de nuestra historia. La continuidad aparente es la peiodizacién de la historia de Francia, la sucesién de los go- temadores, la evidente simplicidad de los conflictos de cla- 15 los episodios —minuciosamente estudiados por nuestros thistoriadores»— de nuestras revueltas siempre abortadas. laiscontinuidad real consiste en el hecho de que, en cada imide las articulaciones de los periodos que hemos delimita- ‘a,lelemento decisivo del cambio no es generado por la si- tucién sino decretado desde el exterior, en funcién de otra lisoria. Es fécil entonces anular esa dependencia artificial dimando, en un modo progresista o reaccionario, la «com idad de historia» entre Martinica y Francia a4 ELDISCURSO ANTIg En esta periodizacién histérica, el cardcter exégeno los factores de cambio me lleva a hablar de fragmentos yy de periodos. El fragmento de historia es padecido, el periogy supone un proyecto global hacia el que la comunidad trata avanzar, incluso cuando su historia «hace» a esta comunidad ‘en cuanto actiiaen esa historia. Asi pues, a nocién de mento» de historia es operativa y metodolégica. Para elo servador, el fragmento sélo vuelve a ser periodo cuando comunidad recompone para sf misma un proyecto con el qu se eintegra a su pasado historico. Para nosottos, reconquista el sentido de nuestra historia es conocer la discontinuidal real para no seguir padeciéndola pasivamente, La «colonia ci6n lograda» es una hipétesis de trabajo, no Ia constataciéa ‘pasiva de un destino, ‘HISTORIA, TIEMPOS, IDENTIDADES ‘Asi PUES, aqui una nueva contradiccién ba salido a le kuz. Fugue ls historias de los pueblos colonizados por Occidente paca han resultado univocas. Su aparente simplicidad —al me- rusdesde la intervencién occidental, y mas ain cuando se trata {epucblos ccompuestos», como fos pueblos antillanos— anula ssies complejas donde lo exdgeno y 1o endégeno se alienan yseobscurecen. ‘Los pueblos hen respontido a esta analacién. La insistencia caconsiderar el tiempo como una vivencia natural (estudiamos el, fempo como la configuracién de laelacién naturaleza-cultura, yeumo el fendmeno que privlegia el elemento aaturaly del iem- yopara nuestros pueblos) refleja una reacci6n instntiva global conira la intencién de imponer «un» tiempo historico, que se~ ‘nel de Occidente. Pero, al mismo tiempo, nuestas éites han aceptado esta imposicién. Paulatinamente, han contaminado la mentalidad eral com esta creencia en la unicidad histéricay en la fuerza . 02S HISTORIA 217 _-nto como los episodios de una lucha de clases 0 como los ues de una nacién—lo que puede impulsar la posibili- jade cambiar el orden del mundo. ‘Luchar contra lo Uno de la Historia, por la Relacién de istorias, quizis sea recuperar a la vez nuestro tiempo ver- ro y nuestra identidad: plantear en términos inéditos el na del poder, ns moisinsowratag a (el poder) de quienes Ia hacen o pretenden controlar. Lacoe tradiccién nace de esta doble circunstancia: el sentido recham, ‘una historia demasiado «culturada» y la creencia real en una is toria que noes sino fuerza y poder de na cultura (otra). (Observamos que la concepcién de un tiempo-natualen esté vinculada ala apreciacin de un espacio-subjtividad: py todas las comunidades que no sienten la apetencia de descub, de ir mas all, de imponerse alos demas. Siusted preginay —_| ‘un campesino martiniqueiio —o, supongamos, de las Corens ‘francesa — cuales el camino a seguir para ira alguna parte x indicaciones que le dard no tendrn nada que ver con la objet dad precisa del espacio que se conquista. Fl juega con eso. i ‘vez porque su intencién no es imponerle a usted «a» deter: nado tiempo. fl estari marcando su historia junto a la de usted) Esta contradiccién entre una vivencia mediante Ia cual comunidad recusa instintivamente la unicidad usurpadorae Ja Historia, y un pensamiento oficial mediante el cual estace- ‘munidad se vuelve consentidora pasiva através de la ideolog lectiva ahi donde la memoria histérica no ha podido asumirst funcién de acumulacién, mantiene un mecanismo de irracion™ lidad mérbida; asi se comprende la infralogica que hace at nuestra comunidad haya cavanzadon, de un progreso histéric! ‘un progreso social, hacia la consuncién que hoy dia la amen Una de las consecuencias més aterradoras de la colo zacién ha sido, efectivamente, esta concepcién univoca del Historia y, por ende, del poder impuesto por Occidente ai pueblos. El resultado son las guerras por el poder, ls tial aberrantes de la Suramérica del siglo xnx y de la Africa # hhoy (después de la descolonizacién). Al respecto, empezat™ a darnos cuenta de que el cambio profundo de mentalidad#

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