Вы находитесь на странице: 1из 8
om 60 El efecto mitologico de la teoria de la ‘cultura de la pobreza’ ICONOS la. ciencia social debe incorporar una perspectiva del efecto tedrico que, al imponer una manera mds 0 menos autorizada de ver el mundo social, contribuya a hacer Ia realidad de este mundo. Los palabras 0, a formatiori, el refrén, el proverbio y todas las formas de expresion estereotipadas 0 rituales, son programas de percepcién y diferentes estrategias, mas o menos ritualizadas, de la lucha simbélica diaria (Pierre Bourdieu, 1985: 66) Marcelo Borilo Urvina de la marginalidad” es la base de FLACSO - Ecvoder la pregunta central que guia el presente articuto: jas teorias ela sicas de la marginalidad que pro- Introducclén pugean ‘une cultura de. le arginality has obra, son creciones idolé- ti Been ited “in $ic88 que integra una traiciin many deberes ve cultural dominante destinada ¢ smokescreen be- generar e imponer una forma de hind which od ideotgiea t= ‘Stesetaiény presi dl tles-such as the nature of the . social sistem, the process of moe _ La ereacién. teérica opera dernization, or the implications Sobre la realidad clasificando el of capitalism and imperiatism- "undo, generando sentido. Las continue t0 Be fought”. (1) Ciencias Sociales en el mundo Esta reflexién del escritor J, Occidental ocupan un espacio E. Perlman en su libro “El mito eSpecializado desde el cual el sentido dominante es continua- mente reelaborado; los trabajos semisticos de Pierre Bourdieu Michel Foucault y Roland Bart- hes han logrado penentrar en cs- ta dimensién ordenadora de las Ciencias Sociales, es decir, han logrado develar sus funciones mitolégicas EI eoncepto de una “cul tura de la pobreza”, desarrolla- do por Osear Lewis y presente a Jo largo de las teorias elasicas de la marginalidad, constituye un excelente ejemplo para compren- der como la Teoria Social cumple una funcién clasificatoria- mito- logica, cuyo objetivo final es liminar, controlar u homogenei- Iquier tipo de “anormali- dad” 0 “diferencia” que pudiera contradecir a los patrones culti- rales dominantes. Intentaremos exclarecer este punto y comps der cémo “Ia marginalidad” en su origen ¢s parte de un sistema clasificatorio occidental Muy bien Perlman indica que el conjunto de categorias © con- ceptos tradicionales de la margi- nalidad no solo actian sobre el campo del conocimiento acadi ico sino que han guiado el con- tenido y linea de accién de los programas estales ¢ intermaciona- les aplicados a las Hamadas “z0- nas de pobreza” en las grandes urbes (Periman, op. cit; p. 92 y 93). Los proyectos de vivienda, salud, organizacién barrial son disefiados desde una especifica “forma de ver el mundo” que en iiltima instancia conlleva una construceién de “identidades’’ Evidencias de esta dinémica ‘dentitaria las encontramos en las. favelas brasilefias y los demas asentamientos “marginales” de Latinoamérica, espacios donde se produce una “lucha cultural”, un choque de percepciones, entre las construcciones ideolégicas de la marginalidad promocionadas por los organismos gubernamen- tales e internacionales y las iden- tidades generadas desde los propios grupos humanos, origi- nadas en una serie de nuevas pricticas sociales (Evers, 1986; p.?) Evers en su articulo “El tax do oculto de los nuevos movi anientos sociales” utiliza la imagen de una “esfera” para ‘aproximarse y comprender a es- te proceso conflictivo (Evers, 0p. cit p. 5.6 y 7). El lado claro ¥ visible de la esfera esti const ‘uido por el conjunto de prieticas ¢ instituciones dominantes (cir- culos académicos desde los que se elaboran percepciones, y orga- nizaciones gubemamentales des- de las que se implementan sobre el entramado societal a través de los programas de desarrollo). En el lado oculto de esta formacion se incuvan muevas practicas, fuentes de potenciales utopias y muevos patrones de vida, Este es un espacio donde las politicas institucionales encuentran re: tencia, donde a nivel microfisico los individuos actian creativa- ‘mente transformando lentamente la normatividad imperante (Evers, op. cit; p. 19 y 20). Semejante proceso de cons- truceién de nuevas formas de pereibir el mundo implica el na- cimiento de nuevas identidades y tuna latente desarticulacién de los modelos tradicionales del mundo que han sido promocionados por las Ciencias Sociales. La segunda parte del presente articulo que la hemos titulado “Desarticulacién de la matriz mi tologica” intenta comprender es- te lento proceso de desmontaje de la construccién mitolégica de la pobreza y la marginalidad y a 1a vez el posible emplazamiento de un nuevo mito Por iltimo, la. tercera_ parte de esta reflexién se compone de una serie de conclusiones pun- tuales que sintetizan Jos temas centrales analizados. El efecto mitolégico de la teoria de la cultura de ta pobreza The desintegration be- gins in the favela as conse- cuence of the promiscuity, the bad examples, and the financial difficulties there. Children wit- ness the sexual act. Young jrls are seduced and abando- ned; they get pregnant but don’t feel any shame...Liquor and drugs serve to dull the disappointments, humiliations, con tconos} 61 mn 62. Liconos and food deficiencies of favela life. The nigths belong to the criminals... (2) Como explica Perlman, esta Visién monstruosa de las favelas brasilefias, que identifica a sus habitantes como seres “margina- les”, fuera del orden social, per tenecientes a un mundo instintivo y “fisico”, ha sido aplicada por ‘muchos afios en las politicas ins- titucionales de los programas de desarrollo y vivienda en los sec- tores pobres de las grandes urbes Jatinoamericanas. Este arquetipo que configura ‘una “anttesis” de la forma de vida de las clases medias de las socie- dades modemas de Occidente, tie- ne su origen en construcciones tedricas, una de las cuales, “Ia cultura de la Esta corriente, que tomé importancia en @ las décadas de los cin- cuentas y sesentas, cu- Yyo exponente méximo fue Oscar Lewis }) (1914-1970), tiene sus raices més profundas ‘en una dindmica mito- ~ légica, una tradicién, de la cual no han podi- 4 9u identidad sexual, con un deficiente autocontrol sobre su. | ogonducta, sentido fatalista de la vida y complejo de inferiori- dad (Lewis, op. cts p. 48). que al final de la introduccién de su libro "La vida" plantea la po- sibilidad de que cambios estruc- turales (sociales, politicos, econémicos) permitirian superar ‘en cierta medida la permanencia de los patrones culturales de las zonas marginales, las corrientes de las ciencias sociales que han incorporado el concepto de “eul- tura de la pobreza” en su bagaje teérico, tan s6lo han puesto én- fasis en el cardcter estacionario de la cultura de la pobreza. Bajo este enfoque, los grupos ‘caracterizados por una “cultura de la pobreza” son comunes en paises con un bajo nivel de desa- rrollo econdmico, tecnolégico, escolar, que atraviesan por ripi- dos procesos de transicién haci formaciones de tipo eapitalista. En definitiva, para Lewis “la cul- tura de la pobreza” constituye el producto de una “natural” evolu- cidn social Para el antropélogo estadou- nidense la insignificante inciden- cia de “la cultura de la pobreza en su pais se debe a un alto esta- dio evolutivo cultural-social al- canzado. En relacién a este punto Teamos con atencién el siguiente pérrafo escrito por este autor. Se trata de un texto que refleja Ia cexistencia de una tradicién mito ogica occidental cuyas raices se remontan al pensamiento iluminista Because of the advanced technology, high level o lite- racy, the development of mass media and the relative high as- piration level of all sector of the population, especially when compared with underveloped na- tions, 1 believe there is still a great deal of poverty in the United States (estimates range from thirty to fifty million peo- ple), there is relatively little of what I would call the culture of (Cuadro 1) poverty. My rough guess would be that only about 20 percent of the population below the poverty line (between six and ten million people) in the United States have caracteristics which would justify classiffying they way of live as that of a culture of po- verty. Probably the largest sec- tor within this group consist of very low-income Negroes, Me- xicans, Puertoricans, American Indians and Southern poor whites. (6) Este discurso cientifico re- produce por medio de un ten- guaje autorizado un orden de cosas, nombra a la realidad (de- sarrollo-subdesarrollo, Norte- Sur) @ través conceptos socialmente aceptados, con fin de reproducir el mito ilustrado, Si realizamos un ¢jerci histérico y nos remoniamos a 1743, es decir a 223 aifos antes de la publicacion de ta obra “La ACTUALIDAD 64. Liconos vida” de Oscar Lewis, encontra- ‘mos uno de ensayos de Montes- quicu titulado “EI espiritu de la leyes”, ejercicio discursive que propone una explicacién cient fica de las diferencias de carde- ter entre los hombres pertenecientes a regiones. frias (norte) y los originarios de zonas cilidas (mediodia), arquetipo ain viviente, que se reproduce en las dicotomias Norte-Sur desarrollo- subdesarrollo vigentes en las “teorias de la cultura de la pobre- 22", del presente sigio, Pierre Bourdiew en su obra Qué significa hablar? reflexiona sobre a ligica discursiva del en- sayo de Montesquieu, sobre el juego cientifico de palabras que instituyen una visi6n del mundo, una clasificacién de los grupos hhumanos en la escalera del as- censo de Occidente Tanto en la obra de Lewis co- ‘mo en la de Montesquieu la dico- tomia esencial es la oposicién ‘masculino-femenino, “la relacién con la mujer, y con la sexualidad, dirige esta mitologia que, como suele ocurrir frecuentemente, es producto de la combinacién de fantasmas sociales y fantasmas sexuales socialmente construi- dos” (Bourdieu, 1985; p. 158)( Cuadro 2) El texto que presentamos @ continuacién indica algunas de las caracteristicas de los pueblos de las regiones del Medio Dia del siglo XVIII que, para el autor ilustrado, determinan la dinimi- ca estacionaria de las naciones orientales, estado antievolutivo que las teorfas de la marginalidad han hecho extensive a los grupos hhumanos del siglo XX que viven en la denominada “cultura de la pobreza”, Si a esta debilidad de érganos que hace de los pueblos de Oriente los més impresionables del mundo, se une una cierta pe- reza de espiritu, naturalmente vinculada a. la del cuerpo, pereza por la que ese espiritu no es ca- az de ninguna accién, ningin esfuerzo, ninguna contencidn, se comprende que el alma que ha recibido impresiones no pueda ‘ya cambiarlas, Por eso las leyes, las costumbres y-maneras (..) de Oriente son las mismas que hhace mil afos (7). Como podemos deducir de estas reflexiones, la “teoria de la cultura de la pobreza”, caracteri- zada por una pasividad, promis- cuidad, falta de imaginacion y sentido de empresa y organiza- cin, carencia de identidad (se- guridad en si mismo), tenaz perpetuacién de los patrones cul- turales, es una variedad modema de una matriz mitoldgica que se reproduce a través del discurso de las Ciencias Sociales, desde las cuales se despliega una conti- Las siguientes op mia esencial “CULTURA DE LA POBREZA iy A es ge sen “PASIVID: “POLIGAMIA "© DESPOTISMO. INMUTABILIDAD DELAS “LEYES ‘mua construccién de la identidad de Occidente a través del someti- miento de la diferencia cultural Proceso en el cual los conceptos de “marginalidad” y “cultura de Ja pobreza” constituyen instru- mentos tedricos clasificatorios y ‘ordenadores del mundo, cuyas races se asientan sobre el tereno de un mito por ahora dominant. Desarticulacién de la matriz mitolégica La imagen Iigubre y oscu- ra de los asentamientos infor- males vistos como focos infecciosos de criminalidad, en- fermedad, desintegracién fami liar, promiscuidad, analfabetis- ‘mo, falta de integracion en la vi- da familiar etc., comienza a desdibujarse cuando constatamos que en estos espacios estan sur- (Cuadro 2) Pea dase alae is Lp 155 - iciones forman una derivacién de esta dicoto- EVOLUCIONDELAS Cos- ‘TUMBRES (ibid, p. 156) giendo insospechadas formas de Vida social, nuevos patrones con- ductuales que de forma imper- ceptible estin trasformando toda In esfera de la sociedad. “Thomas, and Znaiecki (1920) viewed situations of great change and disorganization nor as “a mete reinforcement of the decaying organization,” but as “wt production of new sche- mes of behavior and new institu- tions better adapted to the changed demands of the group: we call this production of new schemes and institutions social reconstruction. I, t00, see the squatter settlements as a process of social reconstruction trough the popular initiative” (8) Es motivante encontrar que ‘aquellos lugares que fueron tlda- dos como territorios de grupos portadores de una cultura de la pobreza son el escenario de crea- tivas_iniciativas organizaciona- les que proponen formas sociales altemativas a las generadas desde ‘un mercado consumista. Equivo- cadamente Lewis y muchos ted- ricos habian definido a ta marginalidad como un espacio donde impera una subeultura de la pasividad, estacionaria, sin perspectivas de cambio; al con- trario, ahora nos encontramos ante un fendmeno dindmico en el que las zonas marginales son el campo de batalla donde se desata una lucha entre formacio- nes culturales emergentes y los patrones institucionales promo- cionados desde el Estado a través de programas de planificacion y desarrollo. Tilman Evers sefiala algunas, de las caracteristicas de estas nuevas formaciones y patrones sociales: * estructuras informales no burocriticas; * formas colectivas de tomar decisiones; * formas cotidianas-no teéri- cas de percibir la realidad; * estatus de igualdad entre los lideres y los demés integrantes de un grupo; * formas solidarias de coope- racién (no mercantiles Recordemos cuando Carlos Vélez Ibafiez en su libro”Ri- tals of Marginality” nos descri- be cémo los pobladores de los asentamientos informales de Net- zahualcoyotl en valle de Texco- 0, junto a la ciudad de México, fueron los artifices de un com- plejo conjunto de redes de inter- cambio comunitario de pricticas (defensa, campadrazgo, ayuda econémica, construccién de vi- vienda, cuidado comunal de los nifios ete.), base sobre la cual en 1969 emergié el “Congreso Res- taurador de Colonos”, organiza~ jn que es un ejemplo de como Jos lamados informales se inte- gran en la esfera institucional y la transforman con efectos tras- cendentales en cuanto a la mejo- ra de sus condiciones de vida (servicios de agua potable, lectricidad, legalizacién de tie- ras, edueacién etc.) a través de ‘complicadas redes de inteream- bio que traspasan la estructura Estado y Megan hasta los ejes de poder (Vélez Ibaitez, 1983; p. 97-135). Por medio de estas pric- ticas comunitarias de participa- cién, una serie de nuevos Equivocamente, Lewis y muchos tedricos han definido ala marginalidad como un espacio donde impera una subcultura de la pasividad 66 Liconos ‘movimientos sociales en Latinos mérica (comunidades eclesiales de base, grupos feministas, ecolo- sistas, nicleos vecinales, comités de derechos humanos, agrupacio- nes indigenas) han logrado tejer una red comunicacional y de ayu- da mutua, sobre la que estén cons- truyendo nuevas identidades y formas de percepcién del mundo que transforman la esfera politica de la sociedad modem. Las tipo- logias del hombre de las favelas 0 los lamados “tugurios” desarro- Hadas por las teorias sociales de la ~marginalidad”, como la de Le wis, han dejado de tener utilidad como categorias para comprender Ja maturaleza de un proceso que encama el aparecimiento de una nueva subjetividad. La realidad esti. cambiando: ella esta huyendo de nuestros modos de percepcién y de nuestros instrumentos. de inter- pretacién...la vinculacién entre movimientos sociales y el cono- cimiento de lo social se rompié (9) * William Manguin seftala aque una de las grandes expresio- nes de Ia iniciativa de los gr pos que viven en las zonas manginales es su gran capacidad de autogestidn en cuanto a sus labores de autoconstruccion de la vivienda (Manguin, op. cit. p. 348), Hemando De Soto en su li- bro “El Otro Sendero” indica que para Junio de 1984, los barrios informales de Lima constituian €1 42.6 % de la ciudad y alberzan al 47 % de su poblacién, estas viviendas habian sido construi- das por iniciativa particular de los pobladores que invirtieron 8.319, 8 millones de délares, (69% de la deuda externa del Pe- rita largo plazo (Hernando de Soto, 1987; p. 19). Poreentajes de inversion similares a los de la vivienda podemos encontrar en los sectores del comereio y trans- porte informal. Podriamas definir a este pro- eeso'de emergencia de nuevos patrones societales como un es- tado de “histéresis” (Bourdieu, ‘op. cit.), es decir, como una eri sis en cuanto que las formas do- minantes de percepcién y accién se ven amenazidas y r0- {as por nuevas matrices © mode- los de prictica social. Semejan- tes transformaciones son imperceptibles a simple vista ya ‘que se incuban y desarrollan des- pués de un proceso largo y con- tradictorio, El orden supuestamente democritico de las naciones modemas, su siste- ma de partidos politicos es pues- to en tela de juicio a un nivel ‘microfisico por formas parti tivas mas solidarias en las que la vida social cotidiana es rescatada (Evers, op. cits p. 13-17). Las regiones “marginales” en lascuales se ha desatado es- ta batalla entre patrones de vida, también son espacios donde se est creando un nuevo proyecto de sociedad, una utopia, que den- tro de la perspectiva de nuestro trabajo la podriamos definir co- ‘mo un “mito comunitario”, base de un nuevo orden -divisién del mundo- que disputa ef poder al Estado Occidental. Mito que es un potencial portador de nuevas formas perceptivas de la reali- dad, de una contra - cultura. Asi €l mito evolucionista de Mon- tesquiew su sistema clasificato- rio, delimitador de las fronteras ‘nternas y extemas de la cultura ‘occidental, justificador de las de- sigualdades, esta siendo decons- truido en sus zonas criticas, donde as relaciones de clase y diferencia cultural se agudizan. Conclusiones El mito evolucionista, cons cosas tante en la tradieién europea desde la época de ta Ilustracién, «sla fuente desde La cual [as teo- ras de la marginalidad han flui- do. Nuestra reflexién se ha centrado en la “teoria de fa cultu- ra de la pobreza” desarrollada por Oscar Lewis que, como he- mos visto, es una de las varieda- des de tos “conceptos de ta marginalidad” que desempena tuna funcién mitolégica, eneami- nada a mantener y consolidar las Pe NOTAS: (1) SE. Periman, The myth of marginal, Urban poverty and politics in’ Rio. de Janeiro; [Betkeley: University of California Press, 1976, p. | (2) Fragmento de un report oficial de ta Fun- “sgacién Leao Xill de Rio de-Janeiro, citado en JE,,.The, myth of, marginalty,. Urban ‘Poverty and politics in Rio. de Janeiro; sieve, “University of California Press, 1976, p. 93 (8) Bourdieu, op. ct: p. 159: © “(4) Lewis Oscar, La vida, A/puerto rican family “othe culture of poverty, San--Juan’and Newyork, + Now York, A Division of Random House, 1968: p ft Tae bruset Baa Pe) cio oe cooniaks pot Wil Mare diner sv aricuo “Lan american squener set. “tlements; a problem and. solution’; D.B, Heath (e4,), Contemporary Cultures. and Societies of Latin America. A reader in the social antropology ‘of Middle and South America, 1970; p. 419. (9) Evers Tilman, Identidad: El lado oculto de. 105. nuevos movimientos. sociales, en Mate- fiales para el debate comtemporéneo, CLAEH, URUGUAY, 5. p 36. diferencias culturales y sociales del mundo moderno. A pattir de la teoria de “la cul tura de la pobreza” se ha cons- truido y consolidado una identidad de la “marginalidad” (promiscuidad, inseguridad, falta de integracién politica, crimina- lidad, ete.) producto y expresién de una lucha de una euttura do- ‘minante por imponer un orden de Esta imposicién a su vez im- plica una resisten eva a cabo en las zonas criticas del sistema de la sociedad de mereado, zonas donde se estén ineubando nuevas pricticas so- ciales que son el origen de una nueva visién del mundo, de un ‘nuevo mito ordenador. En estos espacios de con- frontacién identitaria se estén construyendo nuevos tipos de subjetividad, es decir nuevas identidades, a las cuales Evers ha calificado como embriones de individuos que persiguen mayor autonoméa y libertad a través de formas mis solidarias de vida. ‘Ante este fenémeno es indis- pensable que las Ciencias Socia- les emprendan ejercicios de aproximacién que permitan ge- nerar nuevos instrumentos de analisis para intempretar el curso y cambios del proceso de Iucha simbélica que se ha desatado en las lamadas zonas de pobreza y ‘marginalidad En el presente ensayo con- cluimos que al hablar de mar- ginalidad no nos enfrentamos ante lo que Lewis denomind ‘como una “subculture” de la po- breza, sino ante una fuente de potenciales transformaciones so- ciales y flujos contraculturales, gérmenes de una nueva mitologia. Ia cual se BIBLIOGRAFIA Bourdieu Pierre, 2@ué significa hablar?, Ma- ‘rid, Ediciones Akal, 1985. Bourdieu Pierre, . El. sentido. préctico, Mar ‘rid, Taurus Ediciones, 1981, De Soto Hemando, EI otro sendero, Lima, Ed. E1 Barranco, 1987. Evers Timan, Identided: Ei lado’ oculto "de 4os_ nuevos movimientos sociales, en’ Materiales ‘para el debate comtemporéneo, CLAEH, URU- ‘GUAY, 61 (1986). Lewis Oscar, La vida, A puerto ican family in the culture of poverty, San Juan and Newyork, New York, New York, A Division of Random Hi 50, 1968. “Mangin Wiliam,” Latin American squatter settlements: a problem and. solution; 0.B. Heath {ed.), Contemporary Cultures. and. Societies of LLafin America. A reader in the social. antropology ‘of Middle and South America, 1970. PermanJ.E., The myth of marginalty, Urban poverty and politics in Rio de vaneiro; Berkeley: University of Califomia Press, 1976. Velez. Ibafiez Carlos,” Rituals of marginalty, University of California Press, 1983. ‘Stavenhagen Rodolfo, Decolonializing Applied ‘Sotial Sciences, en Human Organization, vol $0, no4,, 1971. ICONOS, om 67

Вам также может понравиться