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Dios fija su mirada sobre nosotros y desde esa mirada que no juzga
y recrea nuestra imagen segn su semejanza, nos elige. Miremos
cmo lo expresa el papa Francisco en la Bula de convocacin al
Jubileo, Misericordiae Vultus: Tambin la vocacin de Mateo se
coloca en el horizonte de la misericordia. Pasando delante del banco
de los impuestos, los ojos de Jess se posan sobre los de Mateo. Era
una mirada cargada de misericordia que perdonaba los pecados de
aquel hombre y, venciendo la resistencia de los otros discpulos, lo
escoge a l, el pecador y publicano, para que sea uno de los Doce
(MV 8).
Cada una de las llamadas a los apstoles es signo de la misericordia
del Padre. Entre ellos Mateo, publicano y como tal no apreciado por
sus paisanos. Pablo, que persigui cristianos hasta el cansancio.
Pedro, que lo neg tres veces siendo uno de los ms ntimos. Sin
embargo la mirada misericordiosa de Jess se pos sobre ellos y los
convirti desde el amor y la acogida, mostrando que su poder se
manifiesta en nuestra debilidad (2 Cor 12,9).
El llamado como misericordia que nos saca del sinsentido
Esta misma experiencia que vivieron los apstoles es la que nos rescata del sinsentido y nos
quita de la angustia existencial y nos mueve a amar sirviendo, saliendo de nosotros mismos
y movindonos al servicio a ejemplo de Cristo que no vino a ser servido sino a servir (Mt
20, 28). Si no, pensemos en los matrimonios que salen de s mismos, de un amor egosta
para entregarse a su cnyuge dejando de ser dos para ser una sola carne. Miremos la
entrega de los consagrados y sacerdotes que dan su vida al servicio del Pueblo que Dios
mismo les encomend. Ciertamente nadie es perfecto y en esta respuesta al llamado
estamos todos atravesados por la realidad del pecado y la fragilidad. Pero hasta en esto Dios
manifiesta su poder dndonos fuerza y confianza con su perdn.
Ante tanto amor y misericordia manifestado a cada uno de nosotros, cmo rechazar la
llamada de Dios Padre, en el Hijo, por el Espritu? Cmo descartar esta invitacin del Dios
Trino y Uno que nos invita a participar de su obra salvadora? Al decir del salmo 88 y ante
el gesto de cercana que el Buen Dios tiene para con cada uno de nosotros no podemos ms
que proclamar: Cantar eternamente las misericordias del Seor.