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HISTORIA DEL CONCEPTO DE NUMERO Uno de los conceptos fundamentales de la Matemitica —quizd el mas fundamental de todos— es el de niimero, considerado como hecho cientifico, es decir: como hecho bruto tamizado por la raz6n que le hace perder su caracter jndividual y subjetivo para darle rango social y ob- jetivo, y, dentro del concepto de niimero, el de entero y positiv el nii- mero natural, del que se derivan todos los dems, pues que en la Mate- mAtica no hay mas ntimeros naturales 0 sistemas finitos 0 infinitos de nimeros naturales ligados por los signos de la igualdad y de la des- igualdad. Con una pareja de niimeros naturales, dados en un orden, se forma el racional; con infinitos nimeros racionales se construye la cortadura de Dedekind que define el nimero real; con dos ni- meros reales se crea el complejo, y con todos ellos se levanta el sober- pio edificio del Analisis Matemitico, mediante el cual son posibles las téenicas modernas. El nimero, interviniendo en las empiricas transformaciones de Jos alquimistas, ereé la Quimica, cuyas analogias con la Aritmética son tan sorprendentes, pues asi como en el laboratorio se desmenuzan los euerpos en sus elementos simples, Ja divisibilidad desecompone un niémero en sus elementos simples: sus factores primos; como en la serie de los hidrocarburos los 4tomos se agrupan segin progresio- nes aritméticas; como en los sistemas eristalinos hay reminiscencias de las formas cuadraticas, ete. Lamartine hablé en una ocasién de la necesidad de fundar una sociedad universal contra los estudios matemiticos, porque el lacri- mégeno poeta francés no advirtié que la Matematica est tejida de ritmo y de armonia y, en este sentido, constituye la forma mas per- fecta del pensamiento poético. Un analista alem4n de fines de siglo pasado, Weierstrass —acaso el mis cerebral de todos— ha dicho que un matemitico no es perfecto si no tiene algo de poeta, y la oposicién que encontraba Pascal entre el espiritu geométrico y el espiritu de finura puede servir de explicacién al fenémeno social de la indife- rencia de los matem4ticos por las frivolidades de la vida mundana. gee aBB Es probable la linda veneciana que dijo a Rousseau “lascia la dona e estudia la Matematica’’; ignérase la trascendencia de sus palabras, pero es indudable que, acaso inconscientemente, did al filésofo gine- brino una leccién de bovarysmo integral. Segtin el autor del Cantar de los Cantares, Dios hizo el mundo con nimero, peso y medida, y asi fueron precisas tres ciencias: la Aritmética para contar, la Mecdnica para pesar y la Geometria para medir; pero la Mecdnica necesita del nimero para expresar las velo- cidades, los tiempos y las fuerzas, y la Geometria lo utiliza para la determinacién de sus elementos fundamentales: el punto, la linea y la superficie, constituyendo una verdadera Aritmétiea que, mediante la cépula cartesiana, engendré la Geometria Analitica. La Astrologia maga de los caldeos, primero, y la de los sacerdotes egipcios, después, se hizo ciencia vertebrada con Copérnico, con Kepler y con Newton porque estos tres genios hicieron intervenir el niimero en las pueriles predicciones de los antiguos y erearon la Astronomia que fué la disciplina que preparé el paso del estado teolégico al estado positivo de la Ciencia, dando asi una leccién —dura leccién— a Augusto Comte cuando preguntaba brutalmente para qué servia la Astronomia. De lo dicho resultan dos razones que aconsejan el estudio de la evolucién dé la idea de nimero: una, histériea, para analizar el desarrollo de una cultura, es decir: para comprender al hombre, y otra, filos6fiea, que aspira a captar el sentido mas profundo de la Matemftica. jCémo se ha desarrollado el eoncepto de nimero en el fluir del tiempo? Seria, insigne temeridad querer precisar su origen, que impliea el de la Matematica; pero si podemos decir que ésta, en cuanto a ciencia vertebrada, viene de Oriente, como la luz, y el ntimero parece natural que naciera de la necesidad de contar o sea de percibir una pluralidad: objetos 0 cabezas de ganado entre los hombres primitivos, quienes construyeron el concepto de niimero a base de la idea de correspondencia, tan familiar hoy a todos los cultivadores de la Matematica. Y es de destacar el hecho notable de la idea clara y distinta —para emplear palabras de sabor cartesiano— que el salvaje tiene de la correspondencia, si bien hay que advertir que no es una corres- pondeneia cuantitativa, sino eualitativa entre el signo y el objeto significado, sin Hegar atii al concepto numérico, propiamente dicho, que surgiraé mucho mas tarde, euando por sucesivas repeticiones fije la memoria el mismo resultado de una operacién anterior y pueda servir ya, automdticamente, para edleulos futuros. Gh o>. Esta idea de correspondencia va adscrita a los miembros del cuerpo y coincide con el proceso de formacién del yo en el nifio, cuya psicologia tiene tantos puntos comunes con la del salvaje primitivo o el semisalvaje moderno. El nifio, en efecto, empieza a hablar en tercera persona, diciendo: “Juanito quiere comer”, “Paquito tiene sueiio”, como si no fuera él, sino otro exterior a él, quien experimenta estos deseos o necesidades biolégicas, hasta que, conociendo su propio cuerpo por sensaciones mas estables que todas las demas, toma con- ciencia de su unidad y entonees se Hama yo. En todos los pueblos primitivos, la numeracién tiene caracter antropomérfico, y es una especie de cdleulo ritual corpéreo que a los indigenas del estrecho de Torres, por ejemplo, les permite contar hasta 31 aunque no conocen mas niimeros que el 1 y el 2: netat’ y neis, respectivamente, y proceden por duplicacién; asi neis- netat es 2 + 1 = 3, neis-neis, 2 + 2 = 4, ete.,acompafiando estas expresiones con ciertos movimientos que empiezan por el dedo me- fiique de la mano izquierda y, siguiendo por los otros cuatro, con- tinfian por la muiieea, el codo, la axila, el hombro, la clavicula y el t6rax, para recomenzar en orden inverso concluyendo en el dedo mefiique de la mano derecha, de tal modo que, acordandose un hombre del sitio de su cuerpo a que ha egado un cierto ntimero de objetos y prineipiando por el meftique izquierdo, encontrar el numero buseado. Este edleulo eorpéreo es m4s curioso atin entre los habitantes de Nueva Pomerania, quienes utilizan la misma combinacién lingiiis- tica: Sanaul—tIua, es decir: 10 y 2 para 10 + 2 = 12 y para 10 X 2 = 20; pero como nunca cuentan en abstracto, no se con- funden y saben siempre si se trata de doce o de veinte bananas, nueces, ete. Y ahora conviene hacer una observacién, y es que la misma dualidad de combinacién la encontramos en una época ya avanzada de la cultura matemética, como la formacién de las potencias de la incégnita que, en la terminologia de Diofanto, se explica por ana- logia con las dimensiones del espacio y consiste en sumar los expo- nentes, a diferencia de los hindties que los multiplicaban, y asi, por ejemplo, para los griegos la quinta potencia es dunamocubos y la sexta cubocubos, mientras que para Brahmagupta varga es la segun- da, gana la tercera y varga-gana no es la quinta, sino la sexta, como gana-gana no es la sexta, sino la novena, de donde resultan los equi- yoeos que hay en las obras latinas medievales, puesto que los drabes -traducidos al latin por la Escuela de Toledo en el siglo XIJ— utilizaron tanto los libros hindtes como los griegos y la misma ex- Bh presién quadratocubus significa la quinta y la sexta potencia segin hayan sido las fuentes de origen. En todas las numeraciones primitivas existe la misma combi- nacién de suma y producto mediante relaciones fonéticas que le dan un caracter prelégico, pero no alégico ni antilégico, de acuerdo con Ja mentalidad del salvaje que tiene un contenido de experiencias mucho més rico que el nuestro, a pesar de la pobreza de su vida es- piritual y de la actividad de la nuestra, tan dinémica; pero que, en Ultimo anilisis, sélo esté formada de pocos datos y muchas refle- xiones, mientras que la del salvaje la constituyen muchos datos y poca o ninguna reflexién, y de aqui que las representaciones del hombre primitivo tengan tanto cardcter emocional y su pensamiento y su lenguaje sean muy poco conceptuales, lo que no quiere decir que su actitud antirreflexiva obedezea a incapacidad intelectual, sino que su poder de abstraccién es insuficiente para elevarse a la regién de las ideas puras y, por lo tanto, no concibe mas ntimeros que los que tienen una realidad conereta y los enuncia siempre en el mismo orden, de modo que el niimero queda reducido al adjetivo calificativo de una cualidad atribuida a las impresiones sensoriales que le dan una categoria pragmatica, utilitaria, biolégica, horra de todo matiz abs- tracto y anterior, por consiguiente, a la idea cuantitativa que supo- ne una suma, es decir: un nimero cardinal, lo que nos autoriza a afirmar que el nimero ordinal es, histérieamente, anterior al cardinal, y es preciso que avance la civilizacién para que la cualidad y la cantidad se yuxtapongan en una misma sintesis mental y el tiltimo término de una sucesién ordenada coincida con la unidad en bloque de un conjunto de objetos, y los diferentes aspectos cualitativos, ais- lados unos de otros con esta unidad compleja, se conviertan en elemen- tos coexistentes, o sea: los ntimeros cardinales. Mas para que se verifi- que ésto hay que esperar a Grecia, de la que, con razén, se ha dicho que ecreé la razén humana. Las primeras manifestaciones matemAticas de los griegos aparecen en Jonia, con Thales de Mileto, quien consideraba el néimero como una coleccién de unidades, lo cual es bien poca cosa en verdad; pero, no obstante, esta poca cosa no tiene ya el cardcter concreto y cuali- tativo que le asigna el hombre primitivo y también el hombre del Oriente antiguo —Babilonia y Egipto— donde encontramos algunos sabios, pero ningin pensador. El pensador, el hombre que por primera vez intenta explicarse légicamente el Universo es un producto de Ja Hélade. Claro es que la definicién de Thales supone conocido el concepto de wnidad, acerca del cual no se encuentra nada en él ni en sus dis- 366. = eipulos y sucesores: Anaximandro, Anaximenes, Anaxégoras y Demé- erito. La coleecién de unidades de la Escuela jénica sélo podia tener un sentido de magnitud, de medida, opuesto al apeirén —lo ilimitado, lo informe— que, al individualizarse, da origen al mundo material y corpéreo, constituyendo la forma a priori del conocimiento antiguo. Es preciso avanzar hasta mediados del siglo VI antes de J. C. para que estas ideas larvales tengan una eclosién con Pit4goras, para quien todo lo que existe en la Naturaleza, y aun la Naturaleza misma, obe- dece a una ley, a una belleza y a una armonia, cuya forma y medida es el Namero, el cual se manifiesta en los movimientos de los astros y en la policromia de las flores, en la vida de los dioses y en la de los simples mortales, en la luz de unas pupilas de mujer y en las rela- ciones armoniosas de la miisica, en la sustancia y en la materia, en los seres coneretos y en los entes abstractos, en la sensacién y en el pensamiento, en las cualidades activas y pasivas de las cosas. El ni- mero pitagérico es el ser y la esencia del hombre en todas sus cate- gorias, su elemento formal y su causa, y asi pudieron decir que todas Jas cosas del Universo son ntimeros, de donde resulta que la ciencia de las cosas es la ciencia de los niimeros y la Filosofia se reduce a una Matemética de la Naturaleza. Desde el punto de vista teleolégico, Pitégoras hipostatizé el Nu- mero como mis tarde Platén habia de hipostatizar la Idea, si bien” Ja hipertrofia de ambos conceptos implique una coincidencia, ya que para los pitagéricos el ntimero es de esencia ideal y para los platé- nicos la idea es la medida de la realidad que Aristételes habia de reducir al instrumento para su asimilacién, invirtiendo los términos del problema planteado por su maestro. Para engendrar los nimeros, Pitégoras parte del Uno padre de todos los seres, demiurgo del Universo, frontera entre los miltiplos y los submiltiplos, lo par-impar, con una magnitud, con un germen susceptible de crear la extensién fisica y la forma; pero distinto de la ménada, que Plutareo identifica con el Bien para asignar el Mal a la diada. Tomado en su sentido eminente y superior, el Uno es para Pité- goras el principio universal; pero, en otro sentido, las cosas tienen dos principios: el Uno y lo contrario al Uno, lo Otro, nombre que el filésofo de Samos daba a la materia, de donde resultan dos especies de unidades que en su imperfecto lenguaje filosfico, confunden Filolao y Arquitas con la ménada primera que, mediante, una autocépula, engendra el ntimero euya perfeceién cristaliza en la década: el 10 como niimero-norma: del Cosmos y ntimero-potencia-ordenatriz de los dioses y de los hombres, que Filolao exalta liricamente. = 67 = Y de aqui la preocupacién estética que empapa toda la ciencia griega, en general, y la Matematica en particular, porque Grecia fué ante todo y sobre todo un pueblo de artistas que no concebia que pudiera ser interesante lo feo y lo ridiculo. El culto de la gracia y de la belleza formal era lo que agradaba a los dioses y a los hombres, y por eso la cultura griega no ha sido superada. Elena, arreglindose ci pelo en el instante en que Polixena cae mortalmente herido sobre el sepulero de Aquiles, es un simbolo de Grecia, adoradora de la be- lleza plastica. Y esta adoracién la observamos en toda la Matematica que tiene la flexibilidad de una metopa del Partenén, la gracia de una columna dérica y la elegancia de un templo pagano, en cuanto responde a una belleza inmanente, no a lo que el hombre pone en las ideas, y, en este sentido, la estética numérica de los griegos es el resultado de su fe en la armoniosa unidad de la Ciencia. Se comprende, pues, el terror que produjo a los pitagéricos el descubrimiento del ntimero inconmensurable, euando, al aplicar el teorema de Pitigoras al triéngulo rectaéngulo de catetos iguales a la unidad, vieron que la hipotenusa era un niimero cuyo cuadrado es 2. Ante este hecho sorprendente, los pitagéricos, fieles a su dogma de que todas las cosas son niimeros y advirtiendo inmediatamente que tal néimero no podia ser entero, intentaron encontrar uno fraccionario y, fracasados todos los ensayos, resolvieron la cuestién por un razona- miento de naturaleza apagégica que demuestra los recurso légicos de que ya se disponian. La hipotenusa tenia que ser par e impar a la vez, resultado que Tannery llamé el escdndalo de la Matematica griega. Era, pues, inevitable la ruptura del equilibrio dogmatico en que se habia encerrado el pitagorismo. Al sostener que todas las cosas son ni- meros y no magnitudes geométricas, afirmaba que éstas sélo lo son en cuanto son ntimeros, cuyas propiedades estén ligadas a las de éstos, y como no distinguian entre cuerpo fisico y cuerpo geométrico, la forma es la figura del ntimero y los cuerpos son suma de puntos, con- ceptos bellos que desaparecian arrastrando en su caida la unidad de la Matematica. Esta catéstrofe s6lo podia evitarse ampliando la nocién de niimero de tal modo que hubiese una perfecta conexién entre los nuevos entes y las magnitudes geométricas y fueran éstas susceptibles de ser estudiadas cuantitativamente. Los) pitagéricos Ilamaron al nuevo ntimero dlogos, es decir: inex- presable, queriendo indicar que no podia expresarse como razén de dos niimeros enteros y este es el origen de la palabra irracional, adop- tada por una errénea traduceién del voeablo griego, porque, desde el ea 88S punto de vista matematico, el niimero irracional es tan racional como el racional y la timica diferencia entre ambos es que el racional se puede representar por un niimero finito de cifras y el irracional no. El conocimiento del nitmero irracional pasé a incrementar el de- posito esotérico de los pitagéricos accesible a log iniciados, y prohibido _al hombre de la calle. Pero vino Hipassos, fundador de la secta herética de los acusmiticos, quien revelé el secreto, y segtin la leyenda, murié en un naufragio por haber revelado lo irrevelable, representado lo irrepresentable y convertido en exotérico lo esotérico. Pero el sacrificio de Hipassos no fué estéril y su heterodoxia triunf6 —como todas las heterodoxias que en el mundo han sido cuando el heterodoxo no es tonto— porque el conocimiento del ntimero irracional pas6 a Elea cuyos filésofos, eon Zenén a la cabeza, sometieron el pitagorismo a una revisién eritica atacindolo en su punto mas vulnerable: la interpretacién del cuerpo geométrico como pluralidad, como suma de puntos, consiguiendo acallar las dudas sobre el infinito —ante el eual los griegos sentian un terror e6smico— que han rena- eido hoy con las disputas entre las Escuelas finitista e infinitista, justificando la opinién de Pierpont que dice que el infinito es nuestro amigo mas amado y también el mayor enemigo de nuestra paz espiritual. Después de los eledticos, Euclides y, con él, la Escuela alejan- drina, soslaya las difieultades del infinito y el concepto estitico de miimero sigue vigente hasta mediados del’ siglo ITT después de J. C., cuando la plastica griega se encontraba ya en su ocaso y de euyos tiltimos resplandores broté el nuevo sentimiento de espacio que se materializé en las mezquitas drabes y en las pagodas hindiies con la idea de ntimero que despierta en la India con arreglo al paradéjico eoncepto positivo del nirvana, en cuanto fuga de la vida, para caer en un vacio infinito, }o que demuestra que las relaciones entre el Asia y Europa forman el andamiaje de nuestra civilizacién actual. A mediados del siglo III —que es la époea de Diofanto de Ale- jandria, primer tratadista de Algebra— aparecen nociones inéditas, todavia un poco confusas, como todas las ideas nuevas, que implican ‘un sentimiento del niimero que ya no sigue el ritmo helénico ni en- cuadra en la cultura anterior, sino que rompe la coraza de su anti- gua condicién material, que hizo posible la Geometria de Euclides, para adoptar la posicién inconereta de lo indeterminado variable, aun- que su variacién tenga todavia la regularidad de la funcidn, que es un concepto posterior y exclusivamente occidental. La nueva idea de niimero, mas flexible; permitié que el Algebra emitiese sus primeros balbuceos, hasta que dos siglos después de Dio- fanto, los barbaros invaden el Imperio romano de Occidente y Europa 100s queda envuelta en las tinieblas de la Edad Media, durante la cual el misticismo aritmético de la Antigiiedad se filtra en la Ciencia a través de la Teologia y se atribuye virtudes taumatirgicas a los ntimeros, es- pecialmente a los impares, gratos a Dios, segtin el verso virgiliano: Numero Deus impare gaudet, excluido el 1 que no es ntimero para los teélogos, quienes pierden el tiempo en discutir sus propiedades. El 8 es un nimero venerado desde el origen de todas las culturas porque representa la potencia, con el claro sentido sexual que habia de simbolizar siglos después la flor de lis como emblema heraldico de los Borbones. Para San Agustin el 3 es la imagen de la Trinidad: Padre, Hijo y Espiritu Santo, y de aqui la férmula trinitaria del bau- tismo que no usaron los primeros cristianos; tres son las virtudes car- dinales: fe, esperanza y caridad; tres los enemigos del alma: mundo, de. monio y carne; tres las ventanas de cada tramo de la galeria interior de las iglesias, Ilamadas por esto triforio; tres los animales del Apocalipsis de San Juan que tienen tres alas a cada lado y claman noche y dia “Santo, Santo, Santo’’; tres los dias que Jonas estuvo en el vientre de la ballena; tres las noches que el Hijo del Hombre permanecié en el seno de la tierra. También los antiguos paganos tenfan tres dioses principales: Jtipi- ter, Neptuno y Plutén y tres grandes diosas: Minerva, Juno y Venus; tres furias, tres harpias, tres gorgonas, tres sibilas y tres pareas que en la Mitologia nérdica estan sustituidas por las tres normas o diosas del pasado, presente y porvenir. La supersticién del 3 ha sido tan grande que se encuentra en la elasica divisién psicolégica: pensamiento, sentimiento y voluntad y en la filosofia de Hegel: tesis, antitesis y sintesis, y no ha faltado quien haya sacado disparatadas consecuencias del lema de Bismarck: In trinitate rebur, la fuerza esté en la trinidad, recordando que el famoso canciller de Alemania tuvo tres hijos: Herberto, Guillermo y Maria; tres dominios: Friedrichsruhe, Varzin y Schoenhausen; parti- cipé en tres guerras: lal de Dinamarea, la de Austria y la de Francia; sirvié a tres soberanos: Guillermo I, Federico II y Guillermo II, y creé la Triple Alianza: Alemania Austria y Rusia. El 5 es el simbolo del matrimonio por estar formado por el primer par y el primer impar. El 7 es el niimero que, con el 3, tiene m4s propiedades climatéricas. Siete son los dias de la semana, los brazos del candelabro, los actos del alma, los dones del Espiritu Santo, los dias de la Creacién, las columnas del templo de Salomén, los sellos que cierran el libro del Apocalipsis, los pecados capitales, las virtudes teologales, los dolores de Maria, los ae 7 espiritus malignos expulsados del cuerpo de la Magdalena, las notas musicales, los colores del arco iris, los puntos cardinales: norte, sur, este, oeste, cénit, nadir y el centro; siete las semanas anteriores a Pentecostés, siete las de los siete afios que precedian al jubileo; siete las horas canénicas: maitines, prima, tercia, sexta, nona, visperas y completas; siete los planetas entonces conocidos con sus metales corres- pondientes: Sol-oro, Luna-plata, Jipiter-estafio, Venus-cobre, Saturno- plomo, Marte-hierro y Hermes-mereurio, y tal crédito tuvo el 7 que incluso Lucas Pacioli, en pleno siglo XV, dividié su Swmma de Arith- metica en siete partes: numeraci6n, adicién, sustraccién, multiplicacién, divisién, potenciacién y radicacién, diciendo que lo hacia asi en honor de los siete puiiales clavados en el corazén de la Virgen. El 7 reapa- rece bajo otro aspecto en los euadrados migicos, es decir: en los cua- drados tales que la suma de sus elementos por filas, columnas 0 diago- nales dan el mismo total, en los saténicos 0 doblemente magicos y en los diabélicos 0 magicamente magicos, pues que sélo se pueden construir los de los é6rdenes tercero, cuarto, quinto, sexto, séptimo, octavo y noveno, 0 sea: de siete érdenes, y es curioso advertir que como es imposible la construccién de un cuadrado magico de segundo orden, © sea: con euatro elementos, los supersticiosos medievales dijeron que el ntimero 4 era el simbolo del pecado original. El 9 se presenta en los novenarios, en los rosarios de los difuntos, en el trisagio, compuesto de tres veces Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, en los nueve Angeles que forman nueve coros ante Dios y en los nueve cireulos del infierno de Dante. El 11 es el niimero de letras de la palabra abracadabra, que eoloeada sobre el vientre de un enfermo le curaba la fiebre. El 13 es el ntmero fatidico para los romanos por ser el dia de los idus, que era el 18 de todos los meses, excepto los de marzo, mayo, julio y octubre; los astrélogos siempre han pronosticado el fin del mundo para un dia 13; en los libros cabalisticos el 18 correspondia a la palabra rey o principe, y Luis XIII de Francia, que no era supersticioso, era el rey nimero 13 de este nombre, y el suyo com- pleto: Louis de Burbon tiene trece letras, lo mismo que el de su esposa: Anne d’Autriche, con la que se casé cuando tenia trece aiios en un viernes, que es el dia funesto para los franceses, y de aqui que para demostrar que él no erefa en tales patrafias, escogiera el dia 18 y el viernes para todos los asuntos importantes, hasta el punto de que cuando estaba en la agonia, que era un jueves, toda su preocupacién fué pedirle al médico que hiciera todo lo posible para prolongarle la vida hasta el dia siguiente para morir en viernes. eld De los ntimeros pares, el 12 es el timico que tiene propiedades tetirgicas porque doce son los signos del zodiaco, los profetas menores, los tonos de la misica con que se cantan alabanzas a Dios, los trabajos de Héreules, las tribus de Israel y los apéstoles de Jestis, San Juan habla de 12.000 hombres marcados con el sello en cada una de las doce tribus; la mujer del Apocalipsis tiene una corona de doce estrellas ; la nueva Jerusalem tenia doce puertas y sus murallas constaban de doce fundamentos de ciento cuarenta y cuatro —cuadrado de doce— eodos de altura; la ciudad era cuadrada, cada uno de cuyos lados tenia 12.000 estadios de longitud, y en medio de ella habia un Arbol que daba doce frutos diferentes. Todas estas absurdidades fueron articulo de fe hasta el siglo XI, cuando, pasado el primer milenio sin que ocurrieran las catastr6- fieas profecias anunciadas, el espiritu latino empez6é a despertar de su modorra y los hombres comprendieron que en este mundo habia que hacer algo ms que entonar las quejumbrosas lamentaciones del Dies irae. En el siglo XII, la Escuela de Traductores de Toledo, fundada por el arzobispo Don Raimundo, Gran Canciller de Castilla y dirigida por Domingo Gundisalvo, arcediano de Segovia, vierte al latin —que entonces tenia un valor ecuménico— las obras de Algebra de los frabes y las de Geometria de los griegos, y el Occidente cristiano medieval se ponen en contacto con la verdadera ciencia, y queda prepa- yado el terreno en que habia de florecer la cultura del siglo XIII, en el cual colocariamos el Renacimiento, en vez de en el XV, si no hubiera existido el XIV que fué el siglo del terror. El XV es de preparacién y en sus postrimerfas, al conocerse las obras originales de los mateméticos alejandrinos sustraidas al pillaje tureo por los griegos cultos que huyeron de Istambul, el ntimero negati- vo toma carta de ciudadania cientifica y en el siglo siguiente el mal la- mado imaginario, cuando los algebristas italianos consiguen resolver la educacién efibica. A partir de entonces la Matemitica, enriquecida con estos dos nameros, hace rapidos progresos que culminan en el XVII con la creacién de la Geometria Analitica y el CAleulo Infi- nitesimal. El XVIII es el siglo de Euler y de Lagrange, que manejan con tanta freeuencia como éxito los nuevos entes, sin preocuparse gran cosa de estudiar su naturaleza, y el siglo de la Revolucién Fran- cesa durante la cual el viejo tronco euclideo retofia en tres ramas fe- cundas: la Geometria de la Posicién de Carnot, la Deseriptiva de Monge y la Proyectiva de Poncelet; pero también es el siglo de Kant, cuya es esta definicién: ‘‘Ntimero es la unidad de la sintesis operada en la diversidad de una intuicién homogénea’’, de la que sélo se saca an Dee en limpio que Kant tiene el raro privilegio de decir las cosas que todo el mundo sabe de manera que nadie las entienda. Y Ilegamos asi al siglo XIX en que Weierstrass, comprendiendo que era necesario podar la frondosa manigua que rodeaba: la Mate- mitica para que ésta aleanzase su pleno desarrollo, atacé el problema en su raiz: el ntimero irracional, lo que le Mevé al vonvencimiento de que habia que construir todo el Anilisis sobre el niimero entero y de que toda la Matematica tenia que hablar el claro lenguaje de los niimeros naturales y no el oscuro idioma de Kant y de Hegel, cons- truyendo el niimero irracional genéticamente. A principios del XIX los ingleses dan una definicién analitica del imaginario, que los alemanes interpretan geométricamente y quedan puestos ya los cimientos de la Matematica actual. Vemos, pues, como anunciamos al principio, que toda esta ciencia gira en torno al concepto de ntimero natural, cuyas sucesivas amplia- ciones hay que hacer de manera que se conserve el principio de las leyes formales para que la Matematica no sea contradictoria. En resumen, podemos decir con Poincaré que el tinico objeto del pensamiento matematico es el ntimero entero y positive, cuya evolu- cién hemos esquematizado en las Iineas que anteceden. Para un pensador antiguo, entre el 8 y el 10, por ejemplo, \sélo habia un niimero: el 9, mientras que nosotros sabemos que hay infi- nitos; pero estos infinitos ntimeros estén construidos con nimeros naturales exclusivamente y forman el continuo, que es una ereacién cecidental moderna, impuesta por el mundo exterior, una especie de desquite que toman nuestras facultades inductivas sobre nuestros sen- tidos que se obstinan en no distinguir lo que cae dentro del umbral de la sensacién, El niimero irracional destruye el orden genético de- eretado por los dioses y mucho més el jmaginario que supera todas las posibilidades del pensamiento antiguo, y por eso son impopulares, como son impopulares todas las grandes obras occidentales, desde la Divina Comedia hasta el Parsifal, y, en cambio, son populares todas las obras antiguas. 4 Seamos, pues, agradecidos a los antiguos que crearon el niimero entero y positivo y pensemos que el iris de entes de razén a que ha dado nacimiento obededece a razones de tipo biolégico, y, por tanto, si Ja Matemftica quiere ser fecunda y no quedar reducida a una mera satisfaceién espiritual de intelectuales ociosos, tiene que plegarse 4 la consideracién superior del valor humano. Franciseo VERA

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