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Crimen sin castigo: Procuración de justicia penal y Ministerio Público en México
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Crimen sin castigo: Procuración de justicia penal y Ministerio Público en México

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A partir de un profundo análisis institucional, el autor estudia las divergencias entre los principios del subsistema de seguridad ciudadana y justicia penal en México y su organización y funcionamiento real, discrepancias que afectan de manera fundamental la eficiencia en la procuración de justicia.
LanguageEspañol
Release dateNov 18, 2014
ISBN9786071624932
Crimen sin castigo: Procuración de justicia penal y Ministerio Público en México

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    Crimen sin castigo - Guillermo Zepeda Lecuona

    Yucatán.

    PRIMERA PARTE

    EL FENÓMENO DELICTIVO Y LA RESPUESTA INSTITUCIONAL

    I. PUNTO DE PARTIDA: INSEGURIDAD CIUDADANA Y LAS CAUSAS DEL CRIMEN EN MÉXICO

    Uno de los mayores frenos de los delitos no es la crueldad de las penas, sino la infalibilidad y, por consiguiente, la vigilancia de los magistrados y la severidad de un juez inexorable, la cual, para que sea una provechosa virtud, debe ir acompañada de una legislación suave.

    CÉSAR BECCARIA, De los delitos y las penas¹

    —¡Cuántas humillaciones se habrá visto obligada a sufrir esa gente!

    —Sí —dijo el ujier—, son acusados, todos esos hombres están demandados.

    FRANZ KAFKA, El proceso²

    1. EL FENÓMENO DELICTIVO EN MÉXICO

    EN MÉXICO la inseguridad ciudadana ocupa el primer lugar en la lista de las preocupaciones de la sociedad, aun sobre temas como la desaceleración económica o el desempleo. Por ejemplo, en el Distrito Federal una encuesta trimestral de victimización, que realiza desde 1995 un periódico capitalino, señalaba en su aplicación de febrero de 2000 que 55 por ciento de los entrevistados consideraba que la inseguridad pública era el principal problema de la ciudad; para febrero de 2001, 74% de los encuestados señaló la inseguridad como su principal preocupación.³

    Aunque en ocasiones se refiere que la percepción subjetiva de inseguridad (derivada de la atención que los medios dan a las noticias delictivas) tiende a sobrestimar el riesgo real de ser víctima de un delito, las cifras señalan que los indicadores objetivos de la criminalidad se dispararon a partir de 1994, y a pesar de que el número de denuncias registró un descenso durante 1998, 1999 y 2000, aún se está 44% arriba de los reportes per cápita de principios de la década de los noventa.

    Las encuestas de victimización revelan que los mexicanos sentimos que nuestra integridad física y patrimonial está en situación de alta vulnerabilidad frente a la delincuencia y hemos cambiado muchos de nuestros patrones de conducta (como dejar de salir durante las noches o apartarse de los espacios que los delincuentes han ganado a la ciudadanía) con el propósito de reducir los factores de riesgo y las ocasiones para ser víctimas de un ilícito.

    La inseguridad ciudadana

    En el año 2000 se reportaron a las autoridades 1’398 249 denuncias en el ámbito local, llamado con frecuencia fuero común, que son las conductas delictivas contempladas por la legislación de las entidades federativas, cuya investigación corresponde a las autoridades de ese ámbito de competencia. Por otra parte, ese mismo año se registraron 72 304 delitos de competencia federal (4.9% del total de los delitos registrados en el país).

    En la gráfica I.1 se puede percibir el ya referido incremento en el número de reportes a partir de 1994, con un pequeño descenso a partir de 1998. Con el propósito de disponer de un indicador que permita comparar estos niveles delictivos con los experimentados en otros países así como entre las entidades federativas, se ha obtenido el número de reportes por cada 100 000 habitantes. En México se registraron 1 434 reportes por cada 100 000 habitantes durante 2000 (gráfica I.2).

    En la realización de esta investigación se buscó información e indicadores comparados para enriquecer el análisis.⁶ Con base en ésta se presentan cuadros con información comparada. En el cuadro I.1 se presenta el número de denuncias por cada 100 000 habitantes en diversos países.

    GRÁFICA I.1. Denuncias recibidas por las procuradurías de justicia del ámbito local (miles)

    FUENTE: Elaboración propia con datos del INEGI (1991-2001).

    GRÁFICA I.2. Denuncias por cada 100 000 habitantes

    FUENTE: Elaboración propia con datos del INEGI (1991-2001).

    De acuerdo con este cuadro, México aparece, entre los países a cuya información hemos podido tener acceso, muy por debajo del promedio de denuncias por cada 100 000 habitantes. Incluso si tomamos en consideración este indicador de las entidades federativas, únicamente la que presenta la mayor proporción de reportes a las autoridades, Baja California (4 416), está apenas por encima de ese promedio internacional (gráfica I.3).

    ¿Cómo podrían interpretarse estas cifras? ¿Quiere decir que en nuestro país la inseguridad es fundamentalmente subjetiva, esto es, una percepción altamente difundida sin bases objetivas? ¿La mayor parte de los países de esta muestra internacional son más inseguros que México? Una forma de elucidar estos cuestionamientos es analizar estas cifras con mayor detenimiento y recordar que se trata del número de denuncias, que no corresponden necesariamente al número total de delitos que realmente se cometen en un país. Siempre habrá una cantidad de delitos que no lleguen al conocimiento de las autoridades, por lo que las estadísticas oficiales son apenas una parte del fenómeno delictivo real.

    A esta proporción de delitos no denunciados se le suele denominar cifra negra. La forma de estimarla es a través de encuestas de victimización en las que a una muestra representativa de la población se le inquiere sobre si ha sido víctima de algún delito; en caso afirmativo, se pregunta si se reportó o no el ilícito a las autoridades respectivas, así como las razones por las que denunció o por las que dejó de reportar el crimen.

    En la tercera columna del cuadro 1.2 se presenta la proporción de los delitos que son reportados a las autoridades. Como puede apreciarse, la cifra negra de México (75% de los delitos no son reportados ante el ministerio público) es elevada en comparación con la registrada en otros países, pues sólo 25% de los ilícitos que realmente se cometen son registrados en las estadísticas oficiales. Esto significa que el fenómeno delictivo es mucho mayor de lo que puede inferirse de la estadística de ilícitos denunciados.

    No puede hacerse un análisis directo y absoluto entre los indicadores presentados, pues deben tenerse muchas reservas al hacer cualquier comparación entre países y sistemas jurídicos. Por ejemplo, en las cifras de la investigación de la ONU, analizadas por el HEUNI, algunos países europeos y de Norteamérica reportan como ilícitos todas las infracciones a la ley, no sólo las de materia penal, que pueden comprender faltas administrativas e infracciones de tránsito.⁷ Los indicadores de México se refieren exclusivamente a la materia penal, esto es, hechos y actos que pudiesen implicar una violación a los códigos penales.

    CUADRO I.1. Comparación internacional de denuncias por cada 100 000 habitantes*

    * Información proveniente, con excepción de los países latinoamericanos, de la citada publicación del HEUNI, cuya información corresponde al año de 1994. La base de datos de este instituto presenta para este indicador la información de 39 países, de entre los cuales sólo se han incluido en la tabla algunos representativos de la amplia dispersión que media entre el país con más delitos registrados (Suecia) y el que cuenta con menos reportes (Azerbaiyán).

    a Lo que los investigadores del HEUNI realizan con estos índices es dividir a los países en cuatro estratos o cuartiles (quartiles) en orden ascendente para ilustrar el grupo o estrato en el que se ubica un país (alto, bajo o bien sobre la media). El nombre técnico de quartile es un anglicismo no aceptado en español, por lo que nos referiremos a estrato o grupo.

    b Los índices más recientes en los Estados Unidos marcan un descenso en las denuncias recibidas. En la encuesta realizada en ese país en 1999 se aprecia que los delitos reportados a las autoridades ascienden a 3 758 reportes por cada 100 000 habitantes, de acuerdo con cifras de la Encuesta nacional de victimización criminal 1999 del Departamento de Justicia de los Estados Unidos (http://www.ojp.usdoj.gov/bjs/pub/pdf/cvus99.pdf⁸), ponderado por la población reportada por el Banco Mundial en su informe de 2000.

    c Argentina enfrenta una escalada delictiva en los últimos años, ya que en 1980 se reportaban 800 ilícitos por cada 100 000 habitantes; en tanto que en 1990 se presentaban 1 742 denuncias. Este último número de reportes se mantuvo hasta 1997. Es a partir de 1998 cuando se registra casi el doble de denuncias por cada 100 000 habitantes. Dammert, Violencia criminal y seguridad pública en América Latina: la situación en Argentina, Naciones Unidas, CEPAL, ECLAC, División de Desarrollo Social, Serie políticas sociales, núm. 43, Santiago de Chile, noviembre de 2000; información correspondiente al año 1999.

    ** FUENTE: Lucía Dammert, op. cit., p. 12.

    CUARO I.1. Comparación internacional de denuncias (concluye).

    * FUENTE: Con base en datos del CIDAC y el INEGI.

    ** FUENTE: Violencia criminal: estudio en las ciudades de América Latina, el caso de Perú, Informe Final, Instituto Apoyo, Banco Mundial, Washington D.C., 1999, p. 9.

    GRÁFICA 1.3. Denuncias por cada 100 000 habitantes (2000)

    FUENTE: Elaboración propia con información de los anuarios estadísticos estatales del INEGI.

    México está (sin dejar de considerar la advertencia del párrafo anterior) dentro de la media internacional de ilícitos. Se pueden señalar dos principales razones que pueden fundar la percepción ciudadana de inseguridad, no obstante que los indicadores de incidencia delictiva global están apenas sobre la media internacional: el intempestivo crecimiento en el número de delitos cometidos y los altos indicadores de violencia que se registran en el país.

    CUADRO 1.2. Comparativo internacional de cifra negra y opinión ciudadana

    Los indicadores de victimización ciudadana se incrementaron a una tasa sin precedentes durante la década anterior y se mantienen en niveles inusuales en nuestra sociedad, amenazándonos con la posible perpetuación de una inercia delictiva. La variable de violencia se describe en páginas posteriores.

    La proporción de delitos reportados suele tener mucho que ver con la confianza de los ciudadanos en sus autoridades. La percepción sobre el desempeño o la confianza de los ciudadanos en las instituciones de seguridad ciudadana y justicia penal puede obtenerse también mediante encuestas. Por ejemplo, en la quinta columna del cuadro I.2 se presenta un índice de percepción ciudadana desarrollado por el HEUNI a partir de encuestas aplicadas a ciudadanos en general y a usuarios de los servicios policiacos en particular. El indicador se denomina Evaluación Ciudadana del Desempeño Policiaco (CEPPI, por sus siglas en inglés),⁹ y está disponible para 36 países, que se dividen en cuatro grupos de acuerdo con el desempeño percibido: alto, medio alto, medio bajo o bajo. Como puede apreciarse, hay mucha relación entre esta percepción de desempeño policiaco y la disposición a denunciar los ilícitos. Todos los países con más de 50% de disposición a reportar los delitos, con excepción de Bélgica y Austria, están en el grupo de percepción de desempeño policiaco alto, es decir, con mejor evaluación ciudadana para sus instituciones policiales.

    En nuestro país no se conoce una encuesta nacional de victimización que haya llegado al grado de desagregación (véase nota 13), que nos permitiese obtener el valor CEPPI de México, comparándolo con el resto de países de la muestra, pero se tienen algunos elementos para mostrar la percepción ciudadana en México sobre las instituciones de seguridad ciudadana y justicia penal. De acuerdo con la Encuesta Mundial de Valores de 1998, sólo 32% de los encuestados en México¹⁰ mostró tener confianza en la policía (el promedio mundial fue de 53%). En la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2001 de la Secretaría de Gobernación y la Fundación Este País, 6.98% de los encuestados manifestó tener mucha confianza en la policía; en tanto que 15.62% señaló que tenía algo de confianza en dicha institución.¹¹

    En la Encuesta Nacional sobre Inseguridad Pública en las Entidades Federativas, del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad (ICESI), las principales causas por las que no se denunciaron los ilícitos a las autoridades son: pérdida de tiempo y/o trámites largos y difíciles (50%); desconfianza en la autoridad (19%); delito de poca importancia (9%), y no tenía pruebas (9%). Los resultados de una encuesta realizada por el gobierno federal¹² revelan que las principales causas por las que los encuestados señalan no haber denunciado el delito son: 47% lo consideró simplemente una pérdida de tiempo (en otras encuestas una proporción similar parafrasea su parecer como: porque no sirve de nada);¹³ 13% señaló la dificultad y tardanza de los trámites ante el ministerio público; 11% por desconfianza, y 9% por miedo al agresor.

    En cambio, en países como los Estados Unidos (Encuesta de Vic-timización de 1999) las principales causas para no denunciar son: porque el objeto fue recuperado o el delincuente fracasó en su intento (24%); porque el reporte se hizo ante una autoridad diversa (12%); por falta de pruebas (10.5%); en tanto que apenas 2.8% no denunció por considerar que la policía era ineficiente; 7.7% por considerar molesto el trámite, y 1.2% por temor a represalias. Como puede apreciarse, la estructura o composición de la cifra negra es un indicador adicional de la credibilidad y percepción de capacidad de las instituciones de seguridad y justicia de una sociedad.

    Para efectos de poder comparar los estados entre sí, ¿existe información de cifra negra en las entidades federativas? Antes de 2002, sólo existía información sobre algunas entidades, entre ellas el Distrito Federal, donde la proporción de delitos no denunciados oscila entre 75% (promedio de recientes encuestas trimestrales del Reforma) y 82% (Funsalud-Banco Mundial, 1999). Algunos periódicos regionales tienen estimaciones de cifra negra, pero referidas fundamentalmente a ciudades (como Guadalajara, Monterrey y Torreón, entre otras).

    Sin embargo, a mediados de 2002 se dio a conocer la ya citada Encuesta nacional sobre inseguridad pública en las entidades federativas del Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, que obtuvo y difundió el fenómeno delictivo real estimado para 2001 en cada entidad. La cifra negra contenida en el estudio del ICESI se obtuvo comparando los registros de su encuesta con los delitos denunciados durante el año 2001. La gráfica I.4 presenta la cifra negra, o proporción de los ilícitos no denunciados en cada entidad.

    En la gráfica I.5 se ilustra tanto la incidencia delictiva total registrada por la encuesta para 2001, como los delitos denunciados en cada entidad durante 2000. Lo más adecuado sería comparar el fenómeno delictivo total captado por la encuesta en 2001 con el fenómeno delictivo registrado en las denuncias durante el propio 2001; sin embargo, la base de datos de este estudio aún no cuenta con información definitiva de todos los estados sobre denuncias en 2001, por lo que debe tomarse con reservas, y sólo como una aproximación, la comparación del fenómeno delictivo captado por la encuesta de 2001 con los reportes de 2000; a pesar de que la variación en los indicadores delictivos entre año y año no es drástica (±5%), sólo en el D. F. se reportó un descenso de 12% en el robo).

    GRÁFICA 1.4. Proporción de delitos no denunciados, 2001 (ICESI)

    FUENTE: Primera encuesta nacional sobre inseguridad pública en las entidades federativas: resultados finales, Instituto Ciudadano de Estudios sobre la Inseguridad, op. cit., p. 15.

    GRÁFICA I.5. Delitos en 2001 captados por la encuesta del ICESI y denunciados durante 2000 (por cada 100 000 habitantes)*

    * Debido a la gran distancia entre los delitos registrados por la encuesta para el Distrito Federal y los demás estados (más de 12 000 delitos por cada 100 000 habitantes de diferencia, lo que compactaría mucho la gráfica) se omite a la capital para que se puedan apreciar un poco mejor los indicadores de las demás entidades.

    FUENTE: Delitos totales por cada 100 000 habitantes en 2001, con información del ICESI, y delitos denunciados por cada 100 000 habitantes en 2000, con información de la base de datos del CIDAC.

    No obstante que la gráfica compara información de 2000 con estimaciones de la encuesta para 2001, por lo que los resultados no pueden ser idénticos a los del estudio del ICESI, llaman la atención estados en los que existe gran disparidad entre la cantidad real de delitos ocurridos y la cifra negra estimada por el estudio del ICESI (véase gráfica I.5). Para algunos de estos estados ya se cuenta con información de 2001, que confirma algunas inconsistencias. Por ejemplo, a pesar de que en Zacatecas el ICESI señala que los delitos denunciados apenas representan 48% del total de delitos realmente cometidos, que se estiman en 1 453 por cada 100 000 habitantes, las denuncias registradas durante 2001 por la procuraduría estatal ascienden a 12 486,¹⁴ esto es 922 por cada 100 000 habitantes, que representaría 63.45% del fenómeno delictivo total y no 48% estimado por el ICESI. El margen de variación presenta similar magnitud para los estados de San Luis Potosí, Oaxaca y Quintana Roo.

    Particularmente extremos son los casos de Yucatán y Baja California Sur, pues, a pesar de que el estudio del ICESI señala que las denuncias registradas en esos dos estados en 2001 representan respectivamente 37 y 57% del fenómeno delictivo real, si se compara la cantidad total de delitos estimada por dicho estudio, se puede apreciar que la cantidad de delitos efectivamente denunciados a las autoridades es superior a la dimensión total del fenómeno delictivo real estimado por el ICESI, que incluiría tanto a los delitos denunciados como a los no reportados (en el caso de Baja California Sur más de 75%). Para Baja California Sur ya se cuenta con información para 2001, que señala que los delitos denunciados ante la procuraduría local ascendieron a 13 021, es decir, 3 071 reportes por cada 100 000 habitantes; cantidad muy superior a los 1 793 ilícitos captados como fenómeno delictivo real por la encuesta del ICESI, por lo que no se explica que se estime que existe una cifra negra (cuantificada en 43%).

    Desde luego la variación entre la proporción de delitos denunciados respecto del fenómeno delictivo real estimada por una encuesta puede variar de los registrados en la realidad; sin embargo, en los casos señalados, las variaciones son muy grandes, particularmente si la encuesta señala tener un margen de error de ± 1% y un nivel de confianza de 95%.¹⁵ Estas inconsistencias se pueden derivar de la fuente de denuncias registradas utilizada. En la presentación de la encuesta se señala como fuente: Información reportada al Sistema Nacional de Seguridad Pública por las Procuradurías Generales de Justicia de las Entidades Federativas y la Procuraduría General de la República;¹⁶ o bien las muestras de los estados en los que se perciben tales inconsistencias no fueron suficientemente representativas, restando potencia a la posibilidad de realizar estimaciones estadísticamente significativas para dichas entidades federativas.

    No obstante las reservas derivadas de estas imprecisiones, la encuesta del ICESI ha representado el primer esfuerzo serio de cubrir un gran vacío de la sociología criminal, que permite aproximar elementos que fundamenten el diagnóstico y la propuesta en materia de seguridad ciudadana. Se ha anunciado la realización de una segunda encuesta que sin duda será una gran aportación y permitirá dar seguimiento a los indicadores desarrollados por la primera encuesta.

    Por lo que se refiere a información por ciudades, una encuesta recientemente difundida, realizada por la Fundación Rosenblueth, brinda información para 14 ciudades.

    Los delitos reportados en las entidades federativas del país presentan una distribución heterogénea. Ya se refirió al inicio de este apartado que, de los 1’470 553 delitos registrados durante 2000 en el país, 73 304 correspondieron a ilícitos del ámbito federal, esto es, 4.9%¹⁷ del fenómeno delictivo total. Sin embargo, a lo largo del país el registro o denuncia de delitos del ámbito federal presenta una gran varianza como proporción del total de delitos registrados; así, por ejemplo, Sonora mostró un notable aumento en su tendencia histórica (generalmente la proporción de delitos federales entre 1995 y 1999 había oscilado entre 7 y 10%) y se ubicó como la entidad con mayor proporción del total de ilícitos reportados de competencia federal, con 18.9%, relacionados, en su rubro más significativo (54.5%), con delitos contra la salud. Colima y Sinaloa también rebasaron 10% de delitos federales en el total de los ilícitos reportados en esas entidades. La entidad con menor proporción de su fenómeno delictivo reportado, correspondiente al ámbito federal, fue Yucatán (0.75 por ciento).

    CUADRO I.3. Cifra negra de algunas ciudades mexicanas

    FUENTE: Fundación Rosenblueth, citado en El almanaque mexicano, editado por Sergio Aguayo.

    La distinción entre delitos locales o federales se refiere fundamentalmente a la legislación aplicable, y por lo tanto a la autoridad competente para la investigación de los hechos y la persecución de los probables responsables. Si las conductas investigadas están señaladas como delitos en la legislación local, la investigación deberá ser realizada por la procuraduría de justicia penal del estado; si en cambio la investigación se ocupa de conductas tipificadas como delictivas por la legislación federal, entonces corresponderá a la Procuraduría General de la República la realización de las indagaciones.¹⁸

    GRÁFICA I.6. Distribución de delitos reportados por ámbito de competencia (2000)

    FUENTE: Elaborada con información de las procuradurías de justicia y delegaciones de la PGR, reportada en los anuarios estadísticos del INEGI.

    No obstante esta diferenciación de competencias, los delitos de ambas jurisdicciones guardan estrecha relación entre sí. Por ejemplo, la presencia del crimen organizado dedicado al tráfico de estupefacientes en una región está estrechamente asociado con los niveles de violencia experimentados en esa misma demarcación, pues las luchas entre bandas rivales por los mercados y las pugnas internas de los grupos criminales provocan ejecuciones y agresiones que inciden en el número de homicidios y lesiones registrados (delitos de competencia local), por lo que un estudio de criminología debe considerar estos nexos.

    El delito federal de mayor incidencia es el delito contra la salud, que se relaciona con la posesión y el tráfico de enervantes u otro tipo de drogas. Por este ilícito se recibieron 21 219 denuncias, 29.3% del total de los reportes recibidos ese año por la Procuraduría General de la República. Este delito tiene diversas modalidades (producción, suministro, tráfico, posesión), siendo el más significativo entre las denuncias recibidas el de la modalidad de posesión (82% del total de casos contra la salud), esto es, casos de personas que son sorprendidas teniendo en su poder estupefacientes y otras drogas.

    El segundo rubro de delitos federales de mayor incidencia durante 2000, según los registros oficiales, fue el de armas prohibidas (16 641 averiguaciones: 23%), que tiene como modalidades la posesión, portación y tráfico de armas cuyo uso está reservado exclusivamente para el ejército. Otro rubro que se destaca es el de ilícitos en los que se ve afectado el patrimonio de la Federación, como fraudes en su contra, o daños en los bienes de dependencias federales (11 582 denuncias: 15.8%), como, por ejemplo, el derribo, en accidentes de tránsito, de postes que sostienen líneas de cableado eléctrico de la Comisión Federal de Electricidad, robos a instalaciones o dependencias federales, u otro tipo de accidentes o incidentes en los que se vean involucrados recursos de la Federación.

    El resto de delitos de competencia federal está distribuido en diversas clases de ilícitos de incidencia de menor significación, como ataques a las vías generales de comunicación (3.6%), delitos cometidos en carreteras federales (3.2%), ilícitos en los que se vea involucrado un servidor público federal en ejercicio de sus atribuciones (1%), delitos contra la propiedad intelectual e industrial (0.8%), ilícitos en materia ecológica (0.6%), delitos contra instituciones bancarias (0.5%), delitos fiscales (0.3%). Los diversos ilícitos que componen el fenómeno delictivo de competencia federal tienen una gran variación en las distintas regiones del país, pues mientras un delito federal tiene una incidencia delictiva significativa en un estado (por ejemplo en Chiapas, violaciones a la Ley General de Población: 12.5%, y ecológicos: 3%), en otros es prácticamente inexistente. Además, por esta dispersión y variación en la incidencia de delitos federales en las entidades, las delegaciones de la Procuraduría General de la República suelen reportar como otros entre 30 y 55% de los delitos cometidos. Por ello no disponemos de mayor desagregación en la gráfica I.7, ya que ningún rubro representa más de 5% del total y haría muy compleja la apreciación de la gráfica.

    GRÁFICA I.7. Distribución de los delitos federales registrados durante 2000, por tipo de delitos

    FUENTE: Elaborada con información de las delegaciones de la PGR, reportada en los anuarios estadísticos del INEGI.

    El presente estudio se centra fundamentalmente en la seguridad ciudadana y la justicia penal en el ámbito local (sin que ello signifique, como ya se ha referido, que no se considere la interrelación entre ambos fenómenos). A continuación se presenta una breve descripción de los ilícitos reportados en el ámbito local, así como algunas comparaciones con delitos reportados en otros países.

    Durante 2000, dentro del ámbito de competencia de las autoridades locales de procuración de justicia penal, se recibieron 1’398 249 reportes sobre ilícitos, es decir, 1 434 por cada 100 000 habitantes. El delito más significativo por el número de reportes fue el robo, que representó 37.2% del total de reportes (520 119 denuncias). El 62% de estas denuncias (322 447) correspondieron a hechos que presuntamente (si el contenido de las declaraciones llegaba a confirmarse y probarse) constituirían robos calificados, es decir, robos graves (con violencia, con allanamiento de morada, a mano armada, correspondientes a hechos del crimen organizado como robo de vehículos, entre otros).¹⁹

    El 18.5% de los reportes (258 958) se refirieron al ilícito de lesiones, dos terceras partes de las cuales correspondieron a lesiones intencionales (177 849: 68.7%), también denominadas dolosas (porque se habrían hecho con dolo) y el resto habrían sido realizadas de manera no intencional o por imprudencia (81 109: 31.3%). También se muestra de manera desagregada el delito de homicidio. Es importante describir este ilícito que representa apenas 2.3% de los reportes, debido, en primer lugar, a su alto impacto social. Por otra parte, es el delito que menor cifra negra tiene, es decir, la gran mayoría de estos ilícitos son registrados en virtud de que las autoridades de salud y del servicio médico forense deben dar aviso a la autoridad del levantamiento de un cadáver y debe iniciarse la averiguación correspondiente. Por ello, esta variable nos permite aproximar, de manera confiable, los indicadores de violencia.

    GRÁFICA I.8. Distribución de los delitos locales registrados durante 2000, por tipo de delitos

    FUENTE: Elaborada con información de las procuradurías de justicia locales reportada en los anuarios estadísticos del INEGI.

    Como en materia federal, el resto de los delitos de competencia local también tienen una gran variación en su incidencia en las diversas entidades federativas y, por las mismas razones, no pueden desagregarse más los rubros de la gráfica I.8. El resto de los hechos aparentemente delictuosos reportados a las autoridades locales corresponden a fraude (48 733 denuncias: 3.5%).²⁰ Para el resto de los ilícitos tenemos cifras aproximadas, pues no existe información desagregada para todos los delitos en todos los estados, ya que, en algunas de las entidades, el resto de delitos, por su número escaso, respecto del total de denuncias (a pesar de la relevancia social de algunos de ellos) suele ser presentado dentro del residuo otros delitos. Aquí se presenta el porcentaje promedio para los estados que presentan ese ilícito de manera desagregada. Estafa y abuso de confianza (4%), amenazas (3%), despojo (2%) y allanamiento de morada (1.3%), atentados al pudor y estupro (1.4%), violación (0.6%) y secuestro (0.4%),²¹ entre otros. A continuación presentaremos información desagregada y comparada de robo, lesiones y homicidio.

    GRÁFICA I.9. Robo por cada 100 000 habitantes en 2000

    FUENTE: Elaborada con información de las procuradurías de justicia locales reportada en los anuarios estadísticos del INEGI y en informes de gobierno (Tlaxcala no presenta elementos para desagregar esta variable).

    CUADRO I.4. Comparativo sobre el delito de robo

    FUENTES: Argentina: Lucía Dammert, op. cit.; Costa Rica y Honduras; Elías Carranza, Situación del delito y de la seguridad de los habitantes de América Latina, en Delito y seguridad de los habitantes, Siglo XXI, ILANUD y Comisión Europea, México,1997; México: Base de datos del CIDAC; y Chile: López Regonesi, Eduardo, op. cit.

    El delito de robo es el de mayor incidencia en México. Se presenta la distribución entre robos simples y calificados con las reservas ya anotadas (véase nota 20). La entidad que presenta la mayor victimización por este ilícito es Baja California, que registró 52 590 denuncias de robo, equivalente a 2 114 por cada 100 000 habitantes, que triplica la media nacional. De hecho, Baja California ha sido excluida de la gráfica I.9 en virtud de que su diferencia con el resto de las entidades obstaculizaría apreciar en la gráfica los datos y la distribución de las barras. Baja California reportó 1 817 robos calificados y 297 robos simples por cada 100 000 habitantes.²²

    El Distrito Federal es la entidad en la que este ilícito tiene mayor participación en el fenómeno delictivo denunciado (61%). De acuerdo con las cifras reportadas por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, en la capital se denunciaron 1 252 robos por cada 100 000 habitantes, lo que representa un descenso considerable respecto del año anterior, cuando se registraron en esa misma entidad 1 736 hurtos por cada 100 000 habitantes. Uno de cada cinco robos reportados en el país (20.7%) durante 2000, se reporta en el Distrito Federal (el año anterior la proporción era de 28%), donde reside alrededor de 8.8% de la población nacional. La incidencia del robo en la capital duplica el promedio del país (534 robos por cada 100 000 habitantes).

    En la gráfica I.9 se ilustra la incidencia de este delito en las diversas entidades federativas, tanto en la modalidad de robo simple como en la de robo calificado. No se pudo obtener información desagregada de Tlaxcala. Así mismo, se agrega un cuadro comparativo de los robos reportados en otros países.

    En las comparaciones entre estados y entre países debe insistirse en que deben realizarse con reserva, en virtud de que se refiere únicamente a los reportes recibidos, sin que se disponga de información desagregada sobre cifra negra, es decir, la proporción de delitos no denunciados, que corresponden al delito de robo.²³

    GRÁFICA I.10. Lesiones por cada 100 000 habitantes en 2000

    FUENTE: Elaborada con información de las procuradurías de justicia locales, reportada en los anuarios estadísticos de los estados publicados por el INEGI.

    Por lo que se refiere al delito de lesiones, también se registra una gran variación, aunque no tan pronunciada como en el caso del robo, pues la observación más alta, Baja California, con 537 lesiones por cada 100 000 habitantes, duplica la media (266); mientras que la mayor incidencia de robos, como se señaló, triplicaba la media. También en este ilícito se presenta la distinción entre lesiones intencionales o dolosas y las lesiones imprudenciales o no intencionales.

    En la gráfica I.11 se presenta la distribución de homicidios intencionales y no intencionales (o también llamados respectivamente dolosos y culposos) en las diversas entidades federativas. La gráfica muestra el número total de homicidios por cada 100 000 habitantes y el número de éstos que se realizaron intencionalmente. De esta gráfica se desprenden algunos señalamientos interesantes. En primer lugar, llama la atención que las entidades que aparecen entre las de mayor incidencia en el delito de lesiones, como Nuevo León y Yucatán, sean también las de menor número de homicidios.²⁴ En sentido inverso, está el caso de Guerrero y Chiapas que aparecen entre las entidades con menor incidencia de lesiones (aunque en su mayoría, intencionales); en tanto que aparecen entre las entidades con mayores indicadores de homicidios (y de homicidios intencionales propios de los países más violentos del mundo). Estos indicadores resultan extraños y contraintuitivos, pues las lesiones y homicidios suelen considerarse como variables consistentes en la medición de la violencia de una sociedad, es decir, sociedades con muchos homicidios también presentan alta incidencia de lesiones. Sin embargo, en este caso las entidades mencionadas aparecen en los extremos opuestos de la distribución de la incidencia de los delitos considerados violentos.

    GRÁFICA I.11. Homicidios por cada 100 000 habitantes, 2000

    FUENTE: Elaborada con información de las procuradurías de justicia locales, reportada en los anuarios estadísticos del INEGI y en informes de gobierno.

    La única hipótesis que podemos aventurar por el momento es que en las entidades que presentan un entorno violento, medido o reflejado en indicadores elevados de homicidios (particularmente homicidios intencionales), se dan bajas proporciones de denuncia de los demás ilícitos. Así, por ejemplo, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, que encabezan la incidencia en homicidios intencionales, están en los niveles más bajos o por debajo de la media nacional en el reporte de lesiones y robos. La literatura sobre el tema parece apoyar la afirmación de que a mayor violencia menor reporte (por temor a los agresores, desconfianza en la autoridad o percepción de inefectividad de las instituciones); sin embargo, no tenemos evidencia empírica para probar esta

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