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El documento presenta el discurso que se leía a las parejas durante la celebración del matrimonio civil en México en 1859. En él se destaca que el matrimonio es la única forma moral de fundar una familia y continuar la especie humana. Se define el rol del hombre como protector y proveedor, y el rol de la mujer como obediente y dadora de consuelo. Ambos deben respetarse y ser fieles, así como prepararse para ser buenos padres y dar el ejemplo a sus hijos. La sociedad alaba a los buenos padres y desprecia
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para actas de matrimonio la epistola de melchor ocampo
El documento presenta el discurso que se leía a las parejas durante la celebración del matrimonio civil en México en 1859. En él se destaca que el matrimonio es la única forma moral de fundar una familia y continuar la especie humana. Se define el rol del hombre como protector y proveedor, y el rol de la mujer como obediente y dadora de consuelo. Ambos deben respetarse y ser fieles, así como prepararse para ser buenos padres y dar el ejemplo a sus hijos. La sociedad alaba a los buenos padres y desprecia
El documento presenta el discurso que se leía a las parejas durante la celebración del matrimonio civil en México en 1859. En él se destaca que el matrimonio es la única forma moral de fundar una familia y continuar la especie humana. Se define el rol del hombre como protector y proveedor, y el rol de la mujer como obediente y dadora de consuelo. Ambos deben respetarse y ser fieles, así como prepararse para ser buenos padres y dar el ejemplo a sus hijos. La sociedad alaba a los buenos padres y desprecia
Artculo 15 de la Ley de Matrimonio Civil ( 23 de julio de 1859)
El da designado para celebrar el matrimonio, ocurrirn los interesados al encargado del registro civil, y ste, asociado del alcalde del lugar y dos testigos ms por parte de los contrayentes, preguntar a cada uno de ellos, expresndolo por su nombre, si es su voluntad unirse en matrimonio con el otro. Contestando ambos por la afirmativa, les leer los artculos 1o., 2o., 3o. y 4o. de esta ley, y hacindoles presente que formalizada ya la franca expresin del consentimiento y hecha la mutua tradicin de las personas, queda perfecto y concluido el matrimonio, les manifestar: Que ste es el nico medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y suplir las imperfecciones del individuo, que no puede bastarse as mismo para llegar a la perfeccin del gnero humano. Este no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal. Los casados deben ser y sern sagrados el uno para el otro, an ms de los que es cada uno para s. El hombre cuyas dotes sexuales, son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dar a la mujer proteccin, alimento y direccin; tratndola siempre como la parte ms delicada, sensible y fina de s mismo y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al dbil, esencialmente cuando este dbil se entrega a l y cuando por la sociedad, se le ha confiado. La mujer cuyas principales dotes son, la abnegacin, la belleza, la compasin, la perspicacia y ternura, debe de dar y darn al marido obediencia, agrado asistencia, consuelo y consejo, tratndolo siempre con la veneracin que se debe de dar a la persona que nos apoya y defiende y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca irritable y dura de s mismo. El uno y el otro se deben y tendrn respeto, diferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarn que lo que el uno no esperaba del otro al unirse con l no vayan a desmentirse con la unin. Ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirn injurias porque las injurias entre casados deshonran al que las vierte y prueba su falta de tino o de cordura en la eleccin, ni mucho menos maltratarn de obra porque es villano y cobarde abusar de la fuerza. Ambos deben prepararse con el estudio y amistosa mutua correccin de sus defectos a la suprema magistratura de padres de familia, para que cuando lleguen a serlo, sus hijos encuentren el buen ejemplo y una conducta digna de servirles de modelo. La doctrina que inspiren a estos tiernos y amados lazos de sus afectos har suerte prspera o adversa; y la felicidad o desventura de los hijos ser la recompensa o el castigo, la ventura o desdicha de los padres. La sociedad bendice, considera y alaba a los buenos padres, por el gran bien que le hacen dndole buenos y cumplidos ciudadanos y la misma censura y desprecia debidamente los que por el abandono, por mal entendido cario, o por su mal ejemplo, corrompen el depsito sagrado que la naturaleza les confi concedindoles tales hijos. Y por ltimo cuando la sociedad ve que tales personas no merecan ser elevados a la dignidad de padres sino que slo deban haber vivido sujetas a tutela, como incapaces de conducirse dignamente, se duele de haber consagrado con su autoridad, la unin de un hombre y una mujer que no han sabido ser libres y dirigirse por s mismos hacia el bien.