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PONENCIA INTERNACIONAL. TEMA 6 PROCESO DE CONOCIMIENTO Y PROCESO DE EJECUCION. (Evolucién Histérica del Juicio Ejecutivo Mercantil en México) Por Jesis Zamora-Pierce (México, DF., México) I. PROCESO DE CONOCIMIENTO Y PROCESO DE EJECUCION. Desde un cierto punto de vista, los procesos pueden clasificarse se- gén tengan por finalidad declarar o actuar las relaciones juridicas; hay casos en que basta que una relacién sea declarada para que se logren los fines del derecho, y otros en los cuales es necesario, en cambio, que se actte, esto es, que se ajuste a la situacién juridica la situacién material. En el primer caso, el proceso tiende a declarar lo que debe ser, en el segundo, a obtener que sea lo que debe ser. La distincién se funda en la diferen- cia entre litis de pretensién discutida y litis de pretensién insatisfecha '. Distinguimos, asi, entre procesos de conocimiento y procesos de ejecucién. El proceso de cognicién, en el cual la pretensién se satisface me- diante una declaracién de voluntad del érgano jurisdiccional exige, por definicién, el conocimiento del juez del fondo del asunto sobre el que tal declaracién ha de recaer. El instrumento especifico de tal conocimiento son los datos de caracter légico que el juez ha de manejar para que, a base de su valoracién o enjuiciamiento, llegue a un resultado favorable o desfavorable a la actuacién de la pretensién formulada por el actor. Las actividades de instruccién en el proceso de cognicién estriban, en consecuencia, en proporcionar al juez tales datos*. Las partes, pues, deberan presentar las pruebas de los hechos y las alegaciones que esti- men convenientes. El proceso de ejecucién tiene por finalidad obtener, no una decla- racién de voluntad, sino una operacién material que provoque un cam- bio real en las situaciones a que el proceso se refiere. Para llevar a cabo tal mutacién de hecho, el juez necesita bienes propiedad del demanda- do sobre los que actuaré del modo que exija una decisién auténticamen- te ejecutiva. Las actividades de instruccién en el proceso de ejecucién deben tender, pues, a proporcionar al juez tales bienes, mediante el em- bargo de los mismos y, posteriormente, a la enajenacién de los bienes embargados, para satisfacer el crédito del actor con el producto de la venta. Analizando lo dicho hasta aqui, y sin referencia a ningtin sistema de derecho, vigente o histérico, podemos concluir que el proceso de co- 1 Ver CARNELUTTI, Francesco, “Instituciones del Proceso Civil”, Volumen I, pag 61 ¥, eae Ediciones Juridicas Europa-América, Buenos Aires, Segunda 2 GUASP, Jaime, “Derecho Procesal Civil”, Tomo Primero, pags. 312 y sgtes., Instituto de Estudios Polfticos, Madrid, ‘Tercera Edicién,’ 1968. 187 nocimiento debe ser légica y temporalmente anterior al proceso: ejecu- tivo, puesto que es necesario primero declarar el derecho y sélo des- pués ejecutarlo. La sentencia dictada en el proceso de conocimiento se- r4, asi, el titulo que permitiré iniciar el proceso ejecutivo. H. EVOLUCION HISTORICA DEL PROCESO EJECUTIVO. El Derecho Romano no admitié mas titulo ejecutivo que la senten- cia judicial (actio iudicati). En la Edad Media, el principio romano “im ture confessus pro iudicato habetur” sirvié de base para conseguir, por medio de un proceso simulado, un titulo ejecutivo?, Por un juicio fingido, el acreedor, antes de entregar el dinero, exigia al deudor una determinada conducta judicial; el acreedor demandaba, el deudor con- taba levemente para dar lugar a la litis contestatio y, confesando en juicio la deuda, se obtenfa una sentencia firme que el acreedor podia ejecutar en cualquier momento. Una posterior simplificacién permitié suprimir la demanda. Las partes comparecfan ante el juez y, sin formu- lar demanda, confesaba una la deuda a requerimiento de la otra. El juez pronunciaba un simple praeceptum de solvendo executivum tudicis in. confessum, con la eficacia de la actio iudicati, con el que mandaba cumplir al deudor lo confesado en el plazo que se le hubiese sefialado, y permitia al actor pasar a la ejecucién tan pronto transcurriera ese pla- zo sin pagar el dendor. El Fuero Viejo de Castilla estatuye por primera vez el procedimiento ejecutivo para cobrar las deudas manifiestas ante el. juez 4. Pronto se admitié que la confesién de deuda pudiese hacerse ante notario. Los documentos en cue constaban esas deudas fueron Iamados “instrumenta confesionata”. En ellos, el notario hacia constar la cléu- sula “quarentigia”, por medio de la cual el deudor conferfa “amplio po- der a los sefiores jueces de Su Majestad, que de este negocio deben cono- cer conforme a derecho, para que le apremien a su cumplimiento, como por sentencia de juez competente, pasada en autoridad de cosa juzgada y consentida, que por tal lo recibe” 5. Mas tarde se acepta aue tengan cardcter ejecutivo documentos pri- vados, sin intervencién notarial, a condicién de que contengan deuda cierta y de plazo vencido. En Espafia, la primera mencién de los titulos extrajudiciales de ejecucién se encuentra en una ley dictada por Enrique III, el 20 de ma- yo de 1396, a peticién de los cénsules genoveses y comerciantes estable- cidos en Sevilla *, En ella dice el rey: “Ordenamos y mandamos que ca- da y quando los mercaderes, ti otra cualauier persona, 6 personas de qualesquier Ciudades, v Villas, v Lugares de nuestros Reynos. que mos- traren ante los Alcaldes. v Justicias de las dichas Ciudades, y Villas, v Lugares, cartas, y contratos vtiblicos, v recaudos ciertos de obligaciones, que ellos tengan contra qualesquier personas. asi Christianas, como Ju- 3 ESTEPA MORIANA. Vidal, “Las Diligencias Preparatorias del Juiclo Ejecutt: vo", Editorial Montecorvo, S.A. Madrid, 1975, pags. 23 y_setes. 4 REYES MONTERREAL. José Maria, “El llamado juicio ejecutivo en la LEC. Espafiola”, Libreria Bosch, Barcelona, 1960, pag. 17. 5 PODETTY. J. Ramiro, “Tratado de las Ejecuciones”, Bélar Soe. Anén. Editores, Buenos Aires. 1952, pég. 6 ESTEPA MORIANA, ob. at, pig. 24; PODETTI, ob, cit., pigs. 21 a 25. 188 dios, 0 Moros de qualesquier deudas que le fueran debidas, que las di- chas Justicias las cumplan, y lleven a debida execucién, seyendo pasados los plazos de las pagas”. Los tribunales mercantiles de los Consulados equipararon procesal- mente a los titulos. ejecutivos con la sentencia judicial y les dieron ac- ceso a un proceso puramente ejecutivo. La defensa del demandado, si la habia, se reservaba para un proceso de conocimiento posterior al pro- ceso ejecutivo. Ill: EVOLUCION HISTORICA DE PROCESO EJECUTIVO EN MEXICO. El estudio de la evolucién histérica del proceso ejecutivo mercantil en México nos proporciona la informacién siguiente. Durante la Colonia, el Consulado de México, Universidad de Mer- caderes de la Nueva Espafia, aplicé en sus procedimientos las Ordenan- zas de Bilbao. Estas, en su Capitulo Trece, Num. XXI, disponen: “El Librador, o Endosantes a quien se recurriere por el tenedor con Letras, y protextos, deberan pagar su importe con los cambios, recambios, o in- tereses, comisién, y gastos, breve, y sumariamente y en efecto se les haya da apremiar por la via mas executiva, sin admitirles excepcién que quieran oponer, de no tener provisién, de que se hallan con reconven- cién, compensacidn, ni otra alguna; ni pretexto que quieran dar, por le- gitimo que sea, pues todo se les ha de reservar, si lo alegaren para otro juicio, por lo que conviene a la buena fe del Comercio, la eficacia, y pun- tualidad con que deben hacerse las pagas de las Letras de cambio”. La independencia de México no tuvo como consecuencia inmediata que dejara de estar en vigor la legislacién espafiola, ni ello era posible ni deseable, pues no puede improvisarse una tradicién juridica. Las Or- denanzas de Bilbao del 2 de diciembre de 1737 continuaron aplicando- se, con breves interrupciones, hasta que se publicé el Cédigo de Co- mercio de 1884. El 16 de mayo de 1854 se promulgé el primer Cédigo de Comercio Mexicano, conocido con el nombre de don Teodosio Lares, ministro de Justicia de Antonio Lépez de Santa-Anna. Muy influido por el Cédigo Espafiol de 1829, el de 1854 tuvo una vida accidentada: por decreto de 22 de noviembre de 1855 dejé de aplicarse y volvieron a estar en vigor las Ordenanzas de Bilbao; en 1863, en tiempos del imperio de Maxi- miliano, se restablecié su vigencia que continué hasta el 20 de julio de 1884. En materia de proceso ejecutivo por titulos cambiarios, este Cé- digo, a diferencia de las Ordenanzas de Bilbao, permitia al demandado oponer algunas excepciones, es decir, permitia una etapa limitada de conocimiento dentro del proceso ejecutivo; pero, precisamente por lo li- mitado del conocimiento, hacia mencién expresa de la posibilidad de un posterior juicio ordinario. Decia el Cédigo: “Articulo 333. — La forma esterior de la letra de cambio no ex- cluye las escepciones de simulacién 6 fraude, por no haber interveni- do el contrato de cambio, 6 por haberse supuesto, 6 falsificado alguna de las formalidades legales. Es también admisible la escepcién por falta de las mismas formalidades, y las letras en que haya enmendaturas se Feputan nulas”. 189 “Articulo 486. — Contra la ejecucién de las letras de cambio no se admitiran mds escepciones que las de falsedad y dem4s espresadas en el art. 383 y las de usura, pago, compensacién de crédito liquido y eje- eutivo, prescripcién 6 caducidad de la letra y espera 6 quita concedida por el demandante que se pruebe por escritura piblica 6 por documento privado reconocido judicialmente. Cualquiera otra escepcion se reservard ed juicio ordinario”. Por decreto de 20 de abril de 1884 se dicté el segundo Cédigo de Comercio mexicano, que principié a regir el 20 de julio de 1884 y que fue el primero aplicable en toda la Repiblica, gracias a la reforma (1888) de la fraccién X del articulo 72 de la Constitucién de 1857, que otorgé al Congreso de la Unién la facultad de legislar en materia co- mercial. En materia de titulos de crédito, este Cédigo reduce el numero de excepciones que puede oponer el demandado; es decir, reduce el ambito de las facultades cognocitivas del juez y hace tanto mds ejecutivo el procedimiento aplicable. Al respecto, el Cédigo dice: “Articulo 861. — La oposicién al pago de una letra solo podra fundarse: en su falsedad, en su extravio, en la quiebra del tenedor, y en la circunstancias de estar sometido a interdiccién”. Por decreto de 4 de junio de 1887, el Congreso de la Unién auto- rizé al Presidente Porfirio Diaz para reformar total o parcialmente el Cédigo de 1884. Una comisién compuesta por los licenciados Joaquin Casastis, José de Jestis Cuevas y José Maria Gamboa elaboré el texto bara el 15 de septiembre de 1889, en vigor desde el 1° de enero le 1890. En materia de titulos de crédito, este Cédigo disponia: “Articulo 535. — Contra la ejecucién de las letras de cambio no se admitiran mas excepciones que las de falsedad, nulidad, pago, com- pensacién de crédito liquido y ejecutivo, prescripcién 6 caducidad de la letra, espera 6 quita concedida por el demandante, que se pruebe por escritura ptiblica 6 documento privado reconocido judicialmente. Cual- quiera otra excepcién se reservard para el juicio ordinario, el cual pro- cederé cuando se haya declarado sin lugar en la sentencia el juicio ejecutivo”. Es evidente que el Cédigo de 1889 permite un mayor grado de co- nocimiento dentro del procedimiento ejecutivo que el Cédigo de 1884, en la medida que admite mds excepciones. No obstante, el articulo 586 del Cédigo de 1889 reconoce, implicitamente, que, en el procedimiento ejecutivo, el conocimiento es limitado, en cuanto acepta que hay excep- ciones que no pueden oponerse en el ejecutivo, y que deberdn reservarse para el juicio ordinario. Esta es la ultima vez que la legislacién mexica- na menciona en forma expresa la posibilidad de un juicio de conocimien- to posterior al procedimiento ejecutivo. Durante la ya casi centenaria existencia del Cédigo de 1889 se han elaborado no menos de media docena de proyectos para modificarlo. Ese deseo de actualizar nuestra legislacién mercantil, si bien no ha lo- grado la promulgacién de un nuevo Cédigo, ha modernizado las més 190 importantes materias comerciales mediante leyes especiales que han ve- nido a derogar una gran parte del articulado del viejo Cédigo. Asi, la parte correspondiente a titulos de crédito y a contratos bancarios fue abrogada al dictarse la Ley General de Titulos y Operaciones de Cré- dito, publicada en el Diario Oficial de 27 de agosto de 1932, en vigor el 15 de septiembre de 1932. Respecto al tema que nos ocupa, la Ley General de Titulos dispone: “Articulo 8° — Contra las acciones derivadas de un titulo de cré- dito sdélo pueden oponerse las siguientes excepciones y defensas: {. Las de incompetencia y de falta de personalidad en el actor; II. Las que se funden en el hecho de no haber sido el demandado quien firmé el documento; III. Las de falta de representacién, de poder bastante o de facul- tades legales en quien suscribié el titulo a nombre del demandado, salvo lo dispuesto en el articulo 11; IV. La de haber sido incapaz el demandado al suscribir el titulo; V. Las fundadas en la omisién de los requisitos y menciones que el titulo o el acto en él consignado deben llenar o contener, y la ley no presuma expresamente o que no se haya satisfecho dentro del término que sefiala el articulo 15; VI. La de alteracién del texto del documento o de los demas actos que en él consten, sin perjuicio de lo dispuesto en el articulo 13; VII. Las que se funden en que el titulo no es negociable; VIII. Las que se basen en la quita o pago parcial que consten en el texto mismo del documento, o en el propésito del importe de la letra en el caso del articulo 132; IX. Las que se funden en la cancelacién del titulo, o en la suspen- sién de su pago ordenada judicialmente, en el caso de la fraccién II del articulo 45; X. Las de prescripeién y caducidad y las que se basen en la fal- ta de las demas condiciones necesarias para el ejercicio de la accién; XI. Las personales que tenga el demandado contra el actor”. Tan prolija enumeracién convierte el procedimiento ejecutivo en un juicio de conocimiento pleno. En efecto, el articulo 8 de la Ley Gene- ral de Titulos comprede tanto excepciones procesales como excepciones destinadas a atacar el titulo base de la accién como, por iltimo, las personales que tenga el demandado contra el actor, lo cual permite traer al conocimiento del juez cuestiones relacionadas con el negocio causal que dio origen al titulo e, incluso, cuestiones relacionadas con otros negocios pasados entre las partes. No es de sorprender que, al introducirse una tal amplitud de co- nocimiento en el procedimiento ejecutivo, la legislacién mexicana no mencione ya la posibilidad de un proceso de conocimiento posterior al ejecutivo. En la practica, tales juicios. posteriores se inician tinicamen- 191 te cuando la sentencia dictada en el ejecutivo declara que no procedié la via ejecutiva, sin entrar a estudiar las excepciones de fondo opuestas las partes. Fuera de esos casos, se admite pacificamente en el foro que la sentencia dictada en el ejecutivo tiene todos los efectos de la cosa juzgada. Analizando tedricamente la cuestién de saber si, en México, es pro- cedente un juicio de conocimiento posterior al ejecutivo 7 digamos lo si- guiente: La sentencia dictada en el juicio ejecutivo tiene fuerza de cosa juzgada sobre ‘toda cuestién que, en los términos del articulo 8 de la Ley General de Titulos, fue 0 pudo ser materia del juicio. Si sobre al- guna de dichas cuestiones se iniciara posteriormente otro juicio, es pro- cedente la excepcién de cosa juzgada. Ahora bien, aun dentro del ampli- simo marco del articulo 8, el conocimiento esta limitado. dentro del pro- ceso ejecutivo. Asi, y por sefialar tan sdlo un ejemplo:- si el actor com- parece a juicio como endosatario en propiedad del beneficiario original del titulo de crédito, el demandado no podra oponer en su contra las. ex- cépciones personales que pudiera tener en contra del titular original, derivadas de la relacién causal que dio origen a la suscripcién del titu- Jo de crédito. Debera iniciarse un juicio posterior para conocer de esa materia litigiosa que, por disposicién expresa de la ley, no puede ser objeto de conocimiento dentro del procedimiento ejecutivo. La sentencia dictada en el ejecutivo no puede constituir, ni constituye, cosa juzgada sobre -cuestiones que no juzgé ni pudo juzgar. Afirmar lo contrario equivaldria a sostener que la ley impide el acceso de algunos conflictos, no solamente a un cierto y determinado procedimiento sino, en general y por completo, a los tribunales de la repiblica. IV. ANALISIS CRITICO. EI anélisis de la evolucién. histérica del juicio ejecutivo mercantil nos permite distinguir diversas etapas. Una primera etapa, en el Derecho Romano, en la cual el juicio de conocimiento es siempre anterior al ejecutivo, puesto que Ja sentencia que se dicta en el primero es la inica via de acceso al segundo. Una segunda, durante la Edad Media, en la cual la costumbre co- mercial crea otros titulos‘ejeeutivos, a mas de la sentencia, y les da ac- ceso a un procedimiento ejecutivo puro, dejando abierta la posibilidad de un posterior juicio de conocimiento. Esta etapa debe contemplarse como un progreso sobre aquella que la antecede. En ella, el Derecho ha logrado la creacién de instrumentos que presentan un tal grado de cer- teza en cuanto a los negocios en ellos contenidos que los tribunales pue- den darles satisfaccién por via ejecutiva, si bien. condicionada a lo que sobre el caso pueda decidirse en un posterior juicio de conocimiento. La legislacién mexicana presenta, en la actualidad, una tercera 7 Pocos ‘autores en México se han ocupado de esta cuestién. Citemos a; ALCALA ZAMORA Y CASTILLO, Niceto, dictamen “Limites y Caracteres del Juicio Eje- cutivo Mercantil”, aparecido en Clinica Procesal, Editorial Porria, S.A, México, 1963, pag. 263 y. sgtes.; PERENZIN, Dominic, “Las Excepciones en’el Juicio Eje- cutivo Mercantil Mexicano”, en Boletin del Instituto de Derecho Comparado en , N? 48, septiembre-diciembre de 1963, 3, Bags. 563 y sgtes; OVALE FAVE- “LA, José, “El Juicio Ejecutivo Mercantil”, ta Procesal del Instituto Mexi- cana de Derecho Procesal, Mexico, 1971, Nos 1 1 al 6, pags. 203 y sgtes. 192 etapa. A fuerza de aumentar el ntimero de excepciones admisibles en el ejecutivo, se ha hecho de éste un juicio de conocimiento, aun cuando con- serva su finalidad ejecutiva. Si bien el examen tedrico determina que el nimero de excepciones es limitado y que algunas quedan fuera del ejecutivo y necesitadas de otro juicio en el cual ser debatidas, en la practica el juicio posterior no se da, lo cual nos dice, a las claras, la plenitud de conocimiento que ha llegado a alcanzar el ejecutivo. Tal conocimiento, claro esta, requiere tiempo. En el dia de hoy, en México, no sorprende saber que un ejecutivo exige de uno, dos o tres afios para su tramite a través de las diferentes instancias. Esta situa- cién es perjudicial al comercio y marca un retroceso juridico en la comparacién con los procesos de hace dos siglos. Resulta, pues, recomendable una reforma legislativa que haga re- nacer un procedimiento ejecutivo puro, o bien que contenga el minimo posible de conocimiento, dejando abierta la posibilidad de un posterior juicio plenario. 193

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