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Puede sonar divertido, pero aún así no es un chiste. Aquí queremos hacer una propuesta
tanto política como teórica en torno a ciertas cuestiones que la democracia debería
sustanciar. Esta es una propuesta particularista que no busca establecer valores
democraticos universales sino buscar el lugar y espacio de la diferencia en un regimen
político de los iguales. Este programa propuesta particularista busca articular demandas
particulares de manera transversal con otras reivindicaciones y luchas políticas,
manteniendo en este proceso la singularidad de cada demanda. Esto significa pensar
demandas colectivas en las que las demandas particulares no pierden su singularidad en
la articulación con las demás demandas.
Este fin, aunque loable, también es una cuestión que trasciende las luchas democráticas
que proponemos. Creemos que no es necesario esperar a la abolición de la propiedad
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privada para luchar por la vía democrática por reivindicaciones particulares como el
sexo, droga y el derecho a ser diferente.
En este sentido podemos entender el carácter antagónico de los populismos –no como
resultado de un incremento en la “injusticia social”- sino por la posibilidad de
reivindicar las injusticias ya existentes.
Este formalismo tiende a generar prejuicios . Un ejemplo muy claro de este prejucio es
no considerar democracias los populismos latinoamericanos porque no se amoldan a la
forma liberal. El aspecto más notorio de este prejuicio es la valoración que tienen los
movimientos sociales –desplazando a los partidos políticos- como actor privilegiado de
los procesos democráticos. No deja de ser sorprendente que formas más directas de
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articulación de demandas políticas como la que proponen los movimientos sociales son
consideradas menos democráticas que la impuesta por la burocracia partidaria. En este
sentido, en la democracia, el gobierno del pueblo, tiene mayor importancia la burocracia
y las instituciones que el mismo pueblo. Las instituciones de la democracia liberal
pueden ser más restrictivas en el ingreso de las clases populares a ciertos derechos que
los populismos, aún así éstos son considerados menos democráticos por no plegarse a
los formalismos prefijados en la definición de poliarquía. La perspectiva de la
democracia como forma posee una mirada reduccionista de los contenidos. La
democracia ya no se trataría de derechos concretos de ciudadanía, sino de formas y
procedimientos. Más aun, la podemos pensar estas formas democráticas como formas
de comportarse, incluso modales (a los que uno debe amoldarse para no ser acusado de
no democrático, hasta autoritario), en definitiva, un discurso. Este discurso democrático
de las formas –sin contenido- termina domesticando a las mayorias dejando cada vez
menos espacio para las diferencias.
Mientras que la democracia cumplas con las formas republicanas, con sus
procedimientos institucionales, cualquier cosa que se haga, como declararle la guerra a
Irak, o suprimir el habeas corpus con el acta patriótica, será considerado legítimamente
democrático. Casí podríamos decir que hemos perdido la garantía que Kant proponía en
"La paz perpetua" de que las instituciones republicanas asegurarían paz a la comunidad
de naciones.
Las posiciones respecto de esto son divergentes. Para el marxismo existen demandas
democráticas sobrdeterminadas. La dimensión del acceso a los medios de producción
sobredetermina todas las formas de opresión y dominación de la sociedad. Esto se
considera así al punto que la abolición de la propiedad privada hará desaparecer el
Estado, esto es no habrá más política (conflicto) y se habrá alcanzado la emancipación
del hombre. Esto es afirmar que todas inequidades, como las diferencias de género,
raza, religión, todo tipo de discriminación, son provocadas por las relaciones de
producción capitalista.
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a lo singular, las elecciones de “estilos de vida”, si se quiere, aquello que Ranciere
llama, “el desacuerdo”).
Aquí es donde nuestra propuesta particularista comienza a tomar forma o mejor dicho a
tener sustancia. No existe nada universal en las demandas políticas en el campo
de lo sexual. No debemos buscar valores sexuales universales para reivindicar
políticamente sino particularidades reales y concretas para articular en torno a
una demanda como pueden ser los derechos humanos. Estas demandas no están
sobredeterminadas, es decir no posen un ámbito natural o una conveniencia
específica que exija agruparlas con otras demandas. Esto significa que demandas
de “naturaleza” sexual se pueden articular con demandas de otros tipos, como las
en este caso propuestas, como las drogas y el derecho a la diferencia (Rock and
roll, el desacuerdo).
El enfoque teórico que proponemos para el abordaje en este campo resulta de
una lectura crítica de la teoría sexual del psicoanálisis. Los aspectos centrales del
descubrimiento freudiano que este enfoque busca rescatar es la sexualidad como
componente esencial en la constitución del aparato psíquico y por ende de los
procesos de constitución de las identidades. Para Freud –a pesar de las
perversiones- no habría una sexualidad “normal”. Sin embargo hay dos grandes
críticas que hacemos al psicoanálisis. La primera tiene que ver con la moral de la
Viena del 1939 –que a pesar de valor de Freud- sigue presente en su obra. La
segunda está relacionada con la práctica burguesa del psicoanálisis. El
psicoanálisis no pudo constituirse como una práctica terapéutica para un sujeto
popular sino más bien como un privilegio de las clases altas.
Las luchas políticas en torno a lo sexual dentro de la sexualidad pueden ser discretas y
descontinuas. Las demandas en este campo se pueden generar desde las luchas
feministas por los derechos de las mujeres, el derecho al aborto, los movimientos por
los derechos de los homosexuales, transexuales y lesbianas, los trabajadores sexuales,
hasta el acceso al goce en el cuerpo -que es algo que incluso excede la diferenciación
sexual.
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Lo mismo podríamos decir respecto del aborto, que hoy en nuestro país es ilegal. Esta
problemática afecta -no a las niñas burguesas que precozmente quedan embarazadas,
sino- a las clases más pobres que en condiciones sanitarias precarias y escaso acceso a
los servicios de salud, ante complicaciones en el embarazo no tienen otra opción que
continuarlo poniendo en riesgo su vida. Se estima que en Argentina se realizan cerca de
600.000 abortos ilegales por años, en los que mueren cerca de 2.400 mujeres por
procedimientos mal realizados.
En el caso del aborto queda claro como esta demanda reivindica otras cuestiones
relacionadas con el acceso al sistema de salud y políticas sanitarias, que hasta
podríamos considerar de justicia social.
Droga (“Nada que hacer y ningún lugar a donde ir. Yo quiero estar sedado” The
Ramones)
De la mano del argumento del goce en el cuerpo está la cuestión de las drogas. Casi
podríamos atribuirle a Foucault una "Historia de las drogas" para que acompañe su
historia de la locura. Podríamos pensar la dimensión política de esta cuestión de muchas
más maneras que desde la perspectiva de la salud pública, seguridad nacional, agenda
internacional, e incluso de los derechos de ciudadanía (o humanos) de segunda
generación. Hoy cualquier enfoque sobre esta cuestión es claramente represivo.
Proponemos pensar las drogas como campo de demandas políticas por el derecho al
consumo y la producción colectiva y cooperativa de las sustancias.
Esta también es una cuestión de actualidad en la Argentina. Desde 2008 cuando en la
Asamblea extraordinaria de la comisión de lucha y prevención del consumo de drogas
de Naciones Unidas, el entonces ministro de justicia, Aníbal Fernández, anunciaba que
la Argentina abandonaba la lucha contra la drogas que proponía los Estados Unidos,
política adoptada por nuestro país durante las relaciones carnales entabladas durante el
gobierno de Carlos Menem. En este marco la corte suprema de justicia realizó un fallo
por el que despenaliza la tenencia de sustancias para uso personal.
Por su lado los consumidores, en especial la comunidad cannabica –no sin dificultades-
intenta constituirse como sujeto político. Desde hace tres años que se realiza en nuestro
país como en un centenar de ciudades alrededor del mundo la “Marcha global por la
despenalización de la marihuana”. Este mayo pasado –hace menos de un mes- se realizó
en Buenos Aires esta manifestación marchando de plaza de mayo al congreso con un
verdadero contenido político y con una demanda concreta por una nueva ley de drogas
más humana.
En este caso esta demanda se puede articular con otras demandas en relación a otros
tipos de discriminación. Un hecho notable en relación a lo aquí dicho, que en la marcha
global por la despenalización de la marihuana, llevando la bandera principal con la
“cúpula” de los activistas cannabicos se encontraban activistas de las comunidades
transexuales. Este fenómeno aquí observado ilustra este tipo de articulación a la que
hacemos referencia.
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Este movimiento que lentamente –en parte por su descrédito de la política- se articula
está generando lazos de solidaridad y de identificación que estan constituyendo un
sujeto de una política, en este caso particular, la despenalización del consumo de drogas.
Como producto de una etnografía -si se quiere- del cultivo de cannabis en la ciudad de
Buenos Aires estoy en condiciones de afirmar que un radio de 10 cuadras del lugar
donde vivo (un lugar urbano) existen por lo menos cinco cultivadores con cerca de
stetenta plantas. Basta hojear las páginas de la revista THC en las que los lectores
envían sus fotos con sus cultivos para darle una dimensión visual, fotográfica, del
fenómeno.
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cultivador. En este esquema los cultivadores más grandes (cantidad) subvensionan a los
cultivadores más chicos. Una persona que cultive dos plantas (en condiciones urbanas
muy por debajo de lo necesario para el autoabastecimiento) podrá contar, por medio de
la cooperativa con la marihuana necesaria para fumar todo el año.
La misma naturaleza de la sustancia, una alquimia entre dos plantas -Banisteriosis caapi
con Psychotria viridis- se suele cocinar toda esta infusión en un ritual (feichido). Este
caso, a diferencia del de la marihuana, que es difuso y atomizado, es centralizado y con
gerarquías. En el caso del ayahuasca el consumo está ritualizado como una actividad
colectiva. El regímen de consumo que presenta el ayahuasca es claramente más rígido.
Aquí además de mostrar como la despenalización del consumo de drogas, como una
demanda política, puede articular otras demandas sin disolver en una síntesis las
demandas en juego y permitiendo que estas mantengan su particularidad. También
propusimos un modelo de regímen de producción y distribución fuera de la lógica del
mercado en un marco de despenalización de las drogas para consumo personal.
Rock and Roll ("No se lo que quiero pero se como conseguirlo" Sex Pistols)
El Rock and Roll es la forma que usamos para señalar lo que aprece como singular, no
contemplado en la estructura y por demás no funcional. El Rock y Roll es una métafora
del contenido mismo de la democracia.
Esta articulación, que por medio del rock’n’roll se pueda pedir por democracia.. Los
vínculos entre democracia y el rock en la Argentina en los años 80 se canalizaron
exclusivamente por la música.
La música –así también como sexo y drogas- es solo una articulación posible del
rock’n’roll. Está más que claro como el r’n’r ha logrado articular todos estos elementos,
pero aún no ha logrado hacer de esta articulación una demanda política clara.
Es por esto que es necesario construir una política que avancen en esta dirección que no
pongan el foco en la música.
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La pregunta se mantiene ¿cuál es ese elemento específico más allá que sus múltiples
articulaciones, música, sexo, drogas, forma de vestirse, de llevar el pelo, etc.? Un
elemento clave del rock’n’roll es la rebelión. Es un tipo específico de insurrección.
Este acontecimiento fue algo que las izquierdas no pudieron capitalizar. Que este
movimiento punk no haya logrado una ofensiva política se debe más a las izquierdas
que a este movimiento. El fenómeno punk no logró inspirar la imaginación de las
izquierdas y esta estrategia articulatoria, esta forma de construir una serie de elementos
a partir de los que constituir una nueva identidad que al menos cuestionara radicalmente
el orden establecido.
Conclusiones
En este texto presentamos una propuesta teórico y política para darle contenido a la
democracia –más allá de la forma- mediante articulaciones equivalenciales en torno a
tres ejes que pueden formar un frente o al menos campos para la profundización de la
lucha democrática. Esta posición crítica la democracia como una forma –de gobierno-
con instituciones políticas particulares de ciertas sociedades burguesas. La concepción
de la democracia como forma tiende a generar ciertos prejuicios respecto a otras formas
institucionales, que aunque pueden brindar acceso a las clases populares a derechos
antes vedados. No adoptar ciertas formas o discursos de las democracias europeas o
norteamericanas no implica ser menos democrático. El enfoque de la democracia como
contenido pone énfasis en las demandas y sus articulaciones particulares. Esto es pensar
la democracia –más que como sociedades de consenso- como sociedades de creciente
antagonismo. Esto es la democracia como un régimen político que permite la
reivindicación de una serie siempre creciente de demandas. Esto es posibilitar
reivindicar innumerables situaciones de injusticia, por ende generando un grado
creciente de conflictividad.
La lógica de la articulación equivalencial es una situación en la que dos o más
demandas distintas se funden –sin perder su particularidad- en otra demanda.
Aquí propusimos tres ejes para articular demandas en un programa para darle contenido
a una democracia radical. Estos ejes son sexo droga y rock’n’roll.
El caso del sexo plantea una serie muy amplia de luchas democráticas. Un tema muy
actual es ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta demanda debe
articularse con otras demandas que no necesariamente estén relacionadas con los
derechos de los homosexuales. Esto significa que bajo la demanda de matrimonio entre
personas del mismo sexo también se puede demandar vivir en una sociedad más
tolerante, o hasta incluso más “democrática”.
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En el eje de las drogas propusimos un cambio de enfoque con centro en el consumo y
no el tráfico. Esto implica una alternativa para los enfoques represivos.
Realizamos una propuesta de producción y distribución de marihuana que no implique
una lógica de mercado. El esquema de cooperativa difusa busca que la misma
comunidad de consumo se autoabastezca de forma sustentable al margen del mercado.
Rock'n'Roll es una alegoría. Rock'n'Roll es la manifestación de la libertad en la
democracia, el principio mismo de la ciudadanía Creemos que el r’n’r (más allá de la
música) ha logrado –al menos- articular de forma exitosa las dos cuestiones anteriores.
Este trabajo propone trabajar en estos campos para darle sustancia a la democracia.
[1] Una observación de las distintas formas de las democracias tras la tercera ola se
puede encontrar en Collier, D. Levisky, D “Democracia con Adjetivos” Revista Política
#4, 1998. y O’Donnell G. “Otra istitucionalización”.Revista Política #2, 1996.
También sugiere y propone otras formas para las democracias latinoamericanas.