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Un programa para la democracia contemporánea: Sexo, Droga y Rock'n'Roll1.

Puede sonar divertido, pero aún así no es un chiste. Aquí queremos hacer una propuesta
tanto política como teórica en torno a ciertas cuestiones que la democracia debería
sustanciar. Esta es una propuesta particularista que no busca establecer valores
democraticos universales sino buscar el lugar y espacio de la diferencia en un regimen
político de los iguales. Este programa propuesta particularista busca articular demandas
particulares de manera transversal con otras reivindicaciones y luchas políticas,
manteniendo en este proceso la singularidad de cada demanda. Esto significa pensar
demandas colectivas en las que las demandas particulares no pierden su singularidad en
la articulación con las demás demandas.

En cierta manera nuestra propuesta atenta contra cierto principio de igualdad de la


democracia. Para decirlo con más corrección: -"El principio igualitario de la democracia
atenta contra la diferencia." La democracia busca resolver la cuestión de la diferencia
igualándola formalmente en principios universales. Esto es abrir un espacio de
constitución de demandas políticas en torno a universales. Las reivindicaciones
particulares –por sobre la universalización de las demandas- buscan multiplicar los
campos de las demandas políticas por sobre su reducción. Esto es pensar la democracia
como espacio para la multiplicación de demandas, por ende, de la conflictividad política
y social. Esta concepción de la democracia, lejos de pensarla como un orden pacífico,
igualador en términos formales, universalizante, propone un espacio para la
multiplicidad de particularidades articuladas, que permita una continua apertura de
campos de demandas, que permita reivindicar injusticias en muchos más campos que el
de mera producción.

Esto significa no centrar exclusivamente las discusiones y luchas democráticas en torno


al campo de lo económico. No estamos diciendo que estas reivindicaciones no tengan
pertinencia, sino que éstas no deben monopolizar el espacio de lo político en un
programa democrático.

En muchos casos podemos incluso pensar la discriminación en el campo de lo


económico como consecuencia de una discriminación en otro campo. Concretamente
que las mujeres ganen menos dinero por el mismo trabajo aunque es una discriminación
económica está fundada en otra discriminación anterior, una discriminación de género.
Respecto esta misma cuestión autores como Slavoj Zizek (2000; 2003; 2005) plantean
lo contrario, que esa discriminación de género es el resultado de una forma particular
del capitalismo. Esto es, todas las formas de discriminación e inequidad de las
sociedades contemporáneas son consecuencias del capitalismo.

La divergencia estratégica de esta propuesta respecto del “pensamiento” de Zizek es que


este enfoque también plantea que para abolir estas injusticias en otros campos que no
sean económicos se debe -necesariamente- abolir la forma de producción capitalista.

Este fin, aunque loable, también es una cuestión que trasciende las luchas democráticas
que proponemos. Creemos que no es necesario esperar a la abolición de la propiedad

1 Ricardo Esteves (UBA) ric.esteves@gmail.com

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privada para luchar por la vía democrática por reivindicaciones particulares como el
sexo, droga y el derecho a ser diferente.

Cuando hablamos de reivindicar demandas por vías democráticas estamos pensando


menos en los programas de las izquierdas europeas que los populismos
latinoamericanos. Nuestra apreciación es que los procesos populistas latinoamericanos
han creado un marco para la articulación equivalencial de demandas. Los populismos
han permitido articular políticamente demandas populares que piden algún tipo de
reivindicación. Concretamente en el caso de la democracia argentina y en referencia a
las cuestiones que aquí traemos, se han comenzado los procesos de hacer ley el
matrimonio entre personas del mismo sexo y la despenalización de las drogas para
consumo personal.

Por todo lo dicho anteriormente consideramos en contra de la idea de democracia como


consenso (Habermas 1989), sino como espacio de proliferación de demandas y por ende
de antagonismos sociales (Laclau, Mouffe 2000).

En este sentido podemos entender el carácter antagónico de los populismos –no como
resultado de un incremento en la “injusticia social”- sino por la posibilidad de
reivindicar las injusticias ya existentes.

Los populismos son formas de la democracia proclives a esta forma de articulación de


demandas posibilitando una serie de reivindicaciones sociales generando un creciente
antagonismo.

La democracia es la forma (política) de gobierno que adopta el capitalismo y el


liberalismo. La democracia desde su definición enfatiza la cuestión de la forma. Esto es,
más que algo, un contenido, la democracia, es una forma. La democracia entonces no
sería nada en particular, sino la forma en que se hace algo, cualquier cosa. Uno de los
sentidos más formales de la democracia, la poliarquía (Dhal), propone una lista mínima
-siempre expandible- de procedimientos, una serie de instituciones particulares
provenientes de una tradición anglo-europea. Esta forma particular de la democracia se
ha generalizado como la forma “democrática” por antonomasia[1]. Este enfoque no
contempla, más allá de este formalismo, el aspecto sustancial, de la democracia. Esto
significa considerar democráticos regímenes políticos donde las instituciones
republicanas liberales son la forma en que las oligarquías locales legitiman su
dominación. La democracia formal, en tanto instituciones, sin considerar los contenidos,
puede funcionar como un régimen que legitime los privilegios de una clase o grupo
sobre otro.

Pensar la democracia -exclusivamente- como las instituciones políticas de una forma


particular de capitalismo liberal posee el sesgo de excluir de la categoría democracia a
las formas políticas que sin adoptan este tipo de instituciones, han extendido los
derechos de ciudadanía a clases populares excluidas.

Este formalismo tiende a generar prejuicios . Un ejemplo muy claro de este prejucio es
no considerar democracias los populismos latinoamericanos porque no se amoldan a la
forma liberal. El aspecto más notorio de este prejuicio es la valoración que tienen los
movimientos sociales –desplazando a los partidos políticos- como actor privilegiado de
los procesos democráticos. No deja de ser sorprendente que formas más directas de

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articulación de demandas políticas como la que proponen los movimientos sociales son
consideradas menos democráticas que la impuesta por la burocracia partidaria. En este
sentido, en la democracia, el gobierno del pueblo, tiene mayor importancia la burocracia
y las instituciones que el mismo pueblo. Las instituciones de la democracia liberal
pueden ser más restrictivas en el ingreso de las clases populares a ciertos derechos que
los populismos, aún así éstos son considerados menos democráticos por no plegarse a
los formalismos prefijados en la definición de poliarquía. La perspectiva de la
democracia como forma posee una mirada reduccionista de los contenidos. La
democracia ya no se trataría de derechos concretos de ciudadanía, sino de formas y
procedimientos. Más aun, la podemos pensar estas formas democráticas como formas
de comportarse, incluso modales (a los que uno debe amoldarse para no ser acusado de
no democrático, hasta autoritario), en definitiva, un discurso. Este discurso democrático
de las formas –sin contenido- termina domesticando a las mayorias dejando cada vez
menos espacio para las diferencias.

Mientras que la democracia cumplas con las formas republicanas, con sus
procedimientos institucionales, cualquier cosa que se haga, como declararle la guerra a
Irak, o suprimir el habeas corpus con el acta patriótica, será considerado legítimamente
democrático. Casí podríamos decir que hemos perdido la garantía que Kant proponía en
"La paz perpetua" de que las instituciones republicanas asegurarían paz a la comunidad
de naciones.

En contraposición de la democracia como forma podemos pensar la democracia como


contenido. La pregunta es ¿Existe algún contenido democrático específico y
sobredeterminado? Nuestra respuesta es categórica: - No.

Las posiciones respecto de esto son divergentes. Para el marxismo existen demandas
democráticas sobrdeterminadas. La dimensión del acceso a los medios de producción
sobredetermina todas las formas de opresión y dominación de la sociedad. Esto se
considera así al punto que la abolición de la propiedad privada hará desaparecer el
Estado, esto es no habrá más política (conflicto) y se habrá alcanzado la emancipación
del hombre. Esto es afirmar que todas inequidades, como las diferencias de género,
raza, religión, todo tipo de discriminación, son provocadas por las relaciones de
producción capitalista.

No consideramos que los derechos humanos sean un valor democrático


sobredeterminado, ni universal. La perspectiva de los derechos humanos plantea un
plano más amplio que inscribe una serie de derechos que le pertenecen a todas las
personas en su condición de humanos. Estos derechos “universales” son una
particularidad de las sociedades occidentales que se busca imponer sobre otras culturas.

Al menos esta es una articulación política posible en torno al significante (vacío)


“derechos humanos”. En el caso de la Argentina, la política de derechos humanos –lejos
de posibilitar una cruzada ecuménica por hegemoniazar los valores occidentales en el
mundo- de los Kirchner, permitió articular una serie de demandas populares y
democráticas como las que proponemos aquí.

Concretamente la articulación que proponemos es la de considerar derechos humanos


(de segunda generación, si se quiere) las demandas que se puedan dar en torno a estas
tres cuestiones aquí propuestas, sexo, droga y rock and roll (o el derecho a la diferencia,

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a lo singular, las elecciones de “estilos de vida”, si se quiere, aquello que Ranciere
llama, “el desacuerdo”).

Sexo (“-Sex? Yes Please” Austin Powers).

Aquí es donde nuestra propuesta particularista comienza a tomar forma o mejor dicho a
tener sustancia. No existe nada universal en las demandas políticas en el campo
de lo sexual. No debemos buscar valores sexuales universales para reivindicar
políticamente sino particularidades reales y concretas para articular en torno a
una demanda como pueden ser los derechos humanos. Estas demandas no están
sobredeterminadas, es decir no posen un ámbito natural o una conveniencia
específica que exija agruparlas con otras demandas. Esto significa que demandas
de “naturaleza” sexual se pueden articular con demandas de otros tipos, como las
en este caso propuestas, como las drogas y el derecho a la diferencia (Rock and
roll, el desacuerdo).
El enfoque teórico que proponemos para el abordaje en este campo resulta de
una lectura crítica de la teoría sexual del psicoanálisis. Los aspectos centrales del
descubrimiento freudiano que este enfoque busca rescatar es la sexualidad como
componente esencial en la constitución del aparato psíquico y por ende de los
procesos de constitución de las identidades. Para Freud –a pesar de las
perversiones- no habría una sexualidad “normal”. Sin embargo hay dos grandes
críticas que hacemos al psicoanálisis. La primera tiene que ver con la moral de la
Viena del 1939 –que a pesar de valor de Freud- sigue presente en su obra. La
segunda está relacionada con la práctica burguesa del psicoanálisis. El
psicoanálisis no pudo constituirse como una práctica terapéutica para un sujeto
popular sino más bien como un privilegio de las clases altas.

Foucault por su lado desarrolla su “Historia de la sexualidad” de espaldas a la teoría del


inconsciente de Freud. Mientras que Freud se debe descubrir lo que nuestros deseos
esconden, para Foucault se trata de ver en lo que se muestra como opera un poder difuso
a través del orden. Desde una perspectiva foucaultiana/deleuziana, el acceso al goce en
el cuerpo es un bien reivindicable. Esto implica adoptar una moral ni religiosa, ni
médica, ni funcional sobre la sexualidad. Esto es pensar la sexualidad desde la
perspectiva del goce más que del deseo.

Las luchas políticas en torno a lo sexual dentro de la sexualidad pueden ser discretas y
descontinuas. Las demandas en este campo se pueden generar desde las luchas
feministas por los derechos de las mujeres, el derecho al aborto, los movimientos por
los derechos de los homosexuales, transexuales y lesbianas, los trabajadores sexuales,
hasta el acceso al goce en el cuerpo -que es algo que incluso excede la diferenciación
sexual.

Este es un tema de actualidad ya que en este mismo momento se discute en el


parlamente el proyecto de ley sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La articulación equivalencial de la que hablamos aquí apunta a que demandas como la


del matrimonio entre personas del mismo sexo debería ser apoyada más allá de la
condición sexual. Esto es apoyar esta lucha incluso si no se es homosexual. Esta
articulación equivalencial permite en esas misma demanda anexar otras demandas
como la de vivir en una sociedad más tolerante.

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Lo mismo podríamos decir respecto del aborto, que hoy en nuestro país es ilegal. Esta
problemática afecta -no a las niñas burguesas que precozmente quedan embarazadas,
sino- a las clases más pobres que en condiciones sanitarias precarias y escaso acceso a
los servicios de salud, ante complicaciones en el embarazo no tienen otra opción que
continuarlo poniendo en riesgo su vida. Se estima que en Argentina se realizan cerca de
600.000 abortos ilegales por años, en los que mueren cerca de 2.400 mujeres por
procedimientos mal realizados.

En el caso del aborto queda claro como esta demanda reivindica otras cuestiones
relacionadas con el acceso al sistema de salud y políticas sanitarias, que hasta
podríamos considerar de justicia social.

Aquí se vuelve a manifestar la resistencia al principio igualitario de la democracia. En el


campo de la sexualidad la demanda no es por igualdad, ya que por el contrario estas
reivindicaciones buscan preservar la diferencia. Una forma sintética de presentar esta
posición es diferencia con equidad.

Droga (“Nada que hacer y ningún lugar a donde ir. Yo quiero estar sedado” The
Ramones)

De la mano del argumento del goce en el cuerpo está la cuestión de las drogas. Casi
podríamos atribuirle a Foucault una "Historia de las drogas" para que acompañe su
historia de la locura. Podríamos pensar la dimensión política de esta cuestión de muchas
más maneras que desde la perspectiva de la salud pública, seguridad nacional, agenda
internacional, e incluso de los derechos de ciudadanía (o humanos) de segunda
generación. Hoy cualquier enfoque sobre esta cuestión es claramente represivo.
Proponemos pensar las drogas como campo de demandas políticas por el derecho al
consumo y la producción colectiva y cooperativa de las sustancias.
Esta también es una cuestión de actualidad en la Argentina. Desde 2008 cuando en la
Asamblea extraordinaria de la comisión de lucha y prevención del consumo de drogas
de Naciones Unidas, el entonces ministro de justicia, Aníbal Fernández, anunciaba que
la Argentina abandonaba la lucha contra la drogas que proponía los Estados Unidos,
política adoptada por nuestro país durante las relaciones carnales entabladas durante el
gobierno de Carlos Menem. En este marco la corte suprema de justicia realizó un fallo
por el que despenaliza la tenencia de sustancias para uso personal.

Por su lado los consumidores, en especial la comunidad cannabica –no sin dificultades-
intenta constituirse como sujeto político. Desde hace tres años que se realiza en nuestro
país como en un centenar de ciudades alrededor del mundo la “Marcha global por la
despenalización de la marihuana”. Este mayo pasado –hace menos de un mes- se realizó
en Buenos Aires esta manifestación marchando de plaza de mayo al congreso con un
verdadero contenido político y con una demanda concreta por una nueva ley de drogas
más humana.

En este caso esta demanda se puede articular con otras demandas en relación a otros
tipos de discriminación. Un hecho notable en relación a lo aquí dicho, que en la marcha
global por la despenalización de la marihuana, llevando la bandera principal con la
“cúpula” de los activistas cannabicos se encontraban activistas de las comunidades
transexuales. Este fenómeno aquí observado ilustra este tipo de articulación a la que
hacemos referencia.

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Este movimiento que lentamente –en parte por su descrédito de la política- se articula
está generando lazos de solidaridad y de identificación que estan constituyendo un
sujeto de una política, en este caso particular, la despenalización del consumo de drogas.

En esta perspectiva el eje no es el narcotráfico sino los consumidores de drogas. Uno


podría decir que estas dos cuestiones, el consumo y el narcotráfico son dos aspectos
indisociables y por ende todo regímen de consumo de drogas debe ser represivo. Que
hablemos en drogas en plural no es casual. Los difrentes sustancias tienen distintos
procesos y hábitos de consumo. Dos ejemplos de sustancias que hoy en algunos circulos
se obtienen de fuentes independientes del narcotráfico son el cannabis y el ayahuasca.
Estos ejemplos de como comunidades específicas que estan logrando hacer circular
estas sustancias por fuera de una lógica de mercado pueden ayudarnos a pensar un
regimen de circulación y consumo de drogas, que además, como política, logre articular
otras demandas.

En el caso del cannabis (la marihuana) en la argentina se está consolidando una


comunidad cada vez más movilizada dentro de un marco jurídico prometedor. Es difícil
obtener datos fiables sobre la producción local e "independiente" de esta sustancia.
Existen algunos indicadores que nos permiten estimar el crecimiento del llamado
autocultivo como por ejemplo el crecimiento de los "grow shops" o tiendas de
autocultivo. La revista THC -que podría, en algún sentido metafórico, como "el
periódico del partido"- permite ver en sus anuncios una proliferación de tiendas y
productos para el consumo.

Como producto de una etnografía -si se quiere- del cultivo de cannabis en la ciudad de
Buenos Aires estoy en condiciones de afirmar que un radio de 10 cuadras del lugar
donde vivo (un lugar urbano) existen por lo menos cinco cultivadores con cerca de
stetenta plantas. Basta hojear las páginas de la revista THC en las que los lectores
envían sus fotos con sus cultivos para darle una dimensión visual, fotográfica, del
fenómeno.

Esto nos dice, independientemente de la producción, el cultivo, de la planta, que se


constituyó una identidad en torno al consumo de la marihuana. La llamada cultura
cannabica es el conjunto de los elementos que constituyen esta identidad. La cultura
cannabica es claro ejemplo de las articulaciones en múltiples campos que se han
generado en torno a la marihuana. Son muy diversos los valores atribuidos a la
marihuana, uno muy común es la paz. Que la marihuana signifique paz es una
articulación equivalencial en la que la particularidad no se pierde en la articulación. Un
pacifista que pide por la legalización de la marihuana (o viceversa) no entra en conflicto
con su identidad.

La propuesta para un regimen de distribución alternativo a la lógica del mercado que


aquí queremos presentar está localizada -es decir es particular(ista)- y no requiere un
acceso extensivo a la tierra y se puede desarrollar también en la propiedad horizontal, es
decir, está pensada para areas urbanas. Esta propuesta implica constituir cooperativas
difusas. El esquema básico de esta cooperativa es que la organización brinda a sus
miemebros insumos críticos, como semillas, asesoramiento y todo tipo de apoyo para
iniciar el cultivo y toda la marihuana que el miembro necesite para fumar. Los
miembros deberán cultivar una cantidad par de plantas y estas se dividirán por la mitad.
La mitad de lo producido se destina a la cooperativa y la otra mitad es para el

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cultivador. En este esquema los cultivadores más grandes (cantidad) subvensionan a los
cultivadores más chicos. Una persona que cultive dos plantas (en condiciones urbanas
muy por debajo de lo necesario para el autoabastecimiento) podrá contar, por medio de
la cooperativa con la marihuana necesaria para fumar todo el año.

El caso del ayahuasca el regímen de circulación se asemeja al modelo religioso. Vale


remarcar que el esquema propone comunidades o circulos herméticos abiertos al interior
de la comunidad. En los rituales del culto Santo Daime el acceso a la ayahuasca está
abierto a todos, hombres, mujeres y hasta niños. En términos analíticos podemos pensar
comunidades excluyentes hacia afuera e inclusivas a su interior. Esto en términos de
régimen de consumo de sustancias.

La misma naturaleza de la sustancia, una alquimia entre dos plantas -Banisteriosis caapi
con Psychotria viridis- se suele cocinar toda esta infusión en un ritual (feichido). Este
caso, a diferencia del de la marihuana, que es difuso y atomizado, es centralizado y con
gerarquías. En el caso del ayahuasca el consumo está ritualizado como una actividad
colectiva. El regímen de consumo que presenta el ayahuasca es claramente más rígido.

Aquí además de mostrar como la despenalización del consumo de drogas, como una
demanda política, puede articular otras demandas sin disolver en una síntesis las
demandas en juego y permitiendo que estas mantengan su particularidad. También
propusimos un modelo de regímen de producción y distribución fuera de la lógica del
mercado en un marco de despenalización de las drogas para consumo personal.

Rock and Roll ("No se lo que quiero pero se como conseguirlo" Sex Pistols)

Rock'n'Roll es una alegoría. Rock'n'Roll es la manifestación de la libertad en la


democracia, el principio mismo de la ciudadanía. Si la democracia es el gobierno en el
que cada cual puede pensar, decir y hacer lo que quiera, ¿porque sospechosamente todos
piensan, dicen y hacen lo mismo?

El Rock and Roll es la forma que usamos para señalar lo que aprece como singular, no
contemplado en la estructura y por demás no funcional. El Rock y Roll es una métafora
del contenido mismo de la democracia.

Esta articulación, que por medio del rock’n’roll se pueda pedir por democracia.. Los
vínculos entre democracia y el rock en la Argentina en los años 80 se canalizaron
exclusivamente por la música.

La música –así también como sexo y drogas- es solo una articulación posible del
rock’n’roll. Está más que claro como el r’n’r ha logrado articular todos estos elementos,
pero aún no ha logrado hacer de esta articulación una demanda política clara.

Es por esto que es necesario construir una política que avancen en esta dirección que no
pongan el foco en la música.

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La pregunta se mantiene ¿cuál es ese elemento específico más allá que sus múltiples
articulaciones, música, sexo, drogas, forma de vestirse, de llevar el pelo, etc.? Un
elemento clave del rock’n’roll es la rebelión. Es un tipo específico de insurrección.

Un acontecimiento singular en la historia del r’n’r fue el movimiento punk, en especial,


la aparición de los Sex Pistols. Esta banda tenía una propuesta política clara:
insurrección y anarquismo. Pocas bandas han tenido un programa político tan claro y
manifiesto. Y por un momento en 1977 el descontento político y social –en Inglaterra-
posibilitó una articulación singular en la que una banda de música formada por
adolescentes que no podían tocar sus instrumentos movilizó anárquicamente una
insurrección que fue tan efímera como contundente.

Este acontecimiento fue algo que las izquierdas no pudieron capitalizar. Que este
movimiento punk no haya logrado una ofensiva política se debe más a las izquierdas
que a este movimiento. El fenómeno punk no logró inspirar la imaginación de las
izquierdas y esta estrategia articulatoria, esta forma de construir una serie de elementos
a partir de los que constituir una nueva identidad que al menos cuestionara radicalmente
el orden establecido.

En definitiva el r’n’r permite además de articular todas las demandas anteriores,


vehiculizar de diversas formas insurrecciones anárquicas y difusas que desafíen el
espacio totalizador del Estado.

Conclusiones

En este texto presentamos una propuesta teórico y política para darle contenido a la
democracia –más allá de la forma- mediante articulaciones equivalenciales en torno a
tres ejes que pueden formar un frente o al menos campos para la profundización de la
lucha democrática. Esta posición crítica la democracia como una forma –de gobierno-
con instituciones políticas particulares de ciertas sociedades burguesas. La concepción
de la democracia como forma tiende a generar ciertos prejuicios respecto a otras formas
institucionales, que aunque pueden brindar acceso a las clases populares a derechos
antes vedados. No adoptar ciertas formas o discursos de las democracias europeas o
norteamericanas no implica ser menos democrático. El enfoque de la democracia como
contenido pone énfasis en las demandas y sus articulaciones particulares. Esto es pensar
la democracia –más que como sociedades de consenso- como sociedades de creciente
antagonismo. Esto es la democracia como un régimen político que permite la
reivindicación de una serie siempre creciente de demandas. Esto es posibilitar
reivindicar innumerables situaciones de injusticia, por ende generando un grado
creciente de conflictividad.
La lógica de la articulación equivalencial es una situación en la que dos o más
demandas distintas se funden –sin perder su particularidad- en otra demanda.
Aquí propusimos tres ejes para articular demandas en un programa para darle contenido
a una democracia radical. Estos ejes son sexo droga y rock’n’roll.
El caso del sexo plantea una serie muy amplia de luchas democráticas. Un tema muy
actual es ley de matrimonio entre personas del mismo sexo. Esta demanda debe
articularse con otras demandas que no necesariamente estén relacionadas con los
derechos de los homosexuales. Esto significa que bajo la demanda de matrimonio entre
personas del mismo sexo también se puede demandar vivir en una sociedad más
tolerante, o hasta incluso más “democrática”.

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En el eje de las drogas propusimos un cambio de enfoque con centro en el consumo y
no el tráfico. Esto implica una alternativa para los enfoques represivos.
Realizamos una propuesta de producción y distribución de marihuana que no implique
una lógica de mercado. El esquema de cooperativa difusa busca que la misma
comunidad de consumo se autoabastezca de forma sustentable al margen del mercado.
Rock'n'Roll es una alegoría. Rock'n'Roll es la manifestación de la libertad en la
democracia, el principio mismo de la ciudadanía Creemos que el r’n’r (más allá de la
música) ha logrado –al menos- articular de forma exitosa las dos cuestiones anteriores.
Este trabajo propone trabajar en estos campos para darle sustancia a la democracia.

[1] Una observación de las distintas formas de las democracias tras la tercera ola se
puede encontrar en Collier, D. Levisky, D “Democracia con Adjetivos” Revista Política
#4, 1998. y O’Donnell G. “Otra istitucionalización”.Revista Política #2, 1996.
También sugiere y propone otras formas para las democracias latinoamericanas.

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