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Hay que darse prisa…

Es tiempo de ver hacia el futuro y privilegiar los procesos conciliatorios sobre


los litigios legales, sorteando los obstáculos normativos con soluciones
creativas en pro de lograr resultados.

Por Humberto Armenta

El gobierno del Presidente Felipe Calderón tiene un ambicioso Programa


Carretero. Plantea la construcción de 100 proyectos completos que deberán
estar concluidos y en servicio al término de la presente administración.

Hasta el momento se han registrado ciertos adelantos en el programa


contemplado para el 2008, e incluso se ha avanzado en algunas obras
programadas para el 2009 y el 2010 por el lanzamiento de la licitación del
segundo paquete de aprovechamiento de activos. Sin embargo, a pesar del
considerable esfuerzo que realiza la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes por concretar estos proyectos, de las 33 obras carreteras
programadas para este año, sólo han sido licitadas 11.

En general, cumplir con el Programa Carretero 2007-2012 representaría una


inversión de 287 mil millones de pesos. De los cuales, 171 mil millones de pesos
saldrán del presupuesto federal; 49 mil millones de concesiones, y se utilizarán
66 mil millones provenientes de aprovechamientos de activos.
Todo lo anterior es un detonante para la economía nacional y una oportunidad
para la industria de la construcción de invertir en el ramo carretero y para hacer
de México un país con mejor infraestructura y, por lo tanto, con más y mejores
comunicaciones entre las regiones.

Pero para que eso suceda, es necesario plantear algunos escenarios que
dificultan la inversión privada, así como sus posibles soluciones. Uno de ellos
tiene que ver con el hecho de que se privilegian los litigios legales por sobre los
procesos conciliatorios.

Es necesario motivar a los sectores públicos y privados a que desistan de estas


controversias que sólo generan gastos administrativos, y de operación cuando
la obra ya ha iniciado. Ya que durante este largo proceso la sociedad es la que
se ve más afectada al no poder beneficiarse de estas obras.

Así mismo, el proceso de licitación de las obras es un instrumento complejo.


Cumplir con cada uno de los múltiples requisitos que ahí se exponen es posible,
pero en ocasiones ahuyenta al inversionista y con ello, a la inversión requerida
para ejecutar las obras necesarias.

Por esta razón, en la industria de la construcción creemos que es tiempo


proponer soluciones que nos permitan hacer más fácil la participación del sector
privado y más práctico el ejercicio de la inversión pública. Eso arrojará mejores
resultados para México: habrá una economía fuerte y creación de empleos para
muchos mexicanos.

No se trata de regresar a los tiempos pasados. Por el contrario, es necesario


seguir e intensificar las políticas de transparencia, rendición de cuentas y
combate a la corrupción. Pero también se trata de hacer un país más moderno,
para incentivar la inversión y la competitividad de las empresas.

El gobierno y el Poder Legislativo tienen que ser conscientes de esta situación y


hacer un esfuerzo para hacer convivir armónicamente dos aspectos:
transparencia y leyes flexibles que permitan mayores inversiones.
La industria de la construcción, comprometida con el desarrollo económico y
social de México, está dispuesta a participar del debate con ideas y propuestas
en beneficio de todos los mexicanos.

Es tiempo de ver hacia el futuro y sortear los obstáculos normativos con


soluciones creativas para agilizar de procesos, a la vez que se minimicen los
trámites burocráticos y se facilite el acceso al presupuesto a las diferentes
dependencias gubernamentales que están encargadas de concretar estos
proyectos.

La infraestructura es uno de los motores del desarrollo del país y México no


puede seguir perdiendo el tiempo con retrasos en la concreción de obras de
infraestructura que detonarían el crecimiento económico y una mejora en la
calidad de vida de todos los mexicanos.

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