Durante los últimos meses, veníamos reclamando la necesidad de lograr
agilizar e impulsar la inversión pública ante la falta de capital privado que existe debido a la crisis financiera internacional. Los recursos del gobierno se habían convertido en el principal, y casi único, impulsor del sector de la construcción en el ramo de la infraestructura, de ahí, la importancia que adquiría el hecho de que fluyeran. Sin embargo, al cierre del primer cuatrimestre, los recursos públicos no están llegando a los constructores.
De acuerdo al PEF, la inversión física presupuestaria en el 2009 asciende a
534 mil millones de pesos. De este total, casi el 50% corresponde a proyectos de inversión que realizará PEMEX (227 mil millones de pesos) y el 11% (61,000 millones de pesos) a obras de infraestructura a desarrollar por la SCT. Estas dos dependencias concentran casi 300 mil millones de pesos de presupuesto.
En promedio, el avance presupuestario total al primer cuatrimestre del año
es de 138,840 millones de pesos, es decir un 26%. Si el ejercicio del gasto fuera proporcional y lo dividiéramos por cuatrimestre, el promedio debería corresponder a un avance del 33%, por lo que esta cifra se ubica 7 puntos por debajo de lo esperado, es decir, casi 40,000 millones menos de lo previsto. De manera particular, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, reporta una erogación para la inversión física presupuestaria de 10,647 millones de pesos, lo cual equivale a un 17.1 % del total del presupuesto para este año y al 51.4% del presupuesto correspondiente al primer cuatrimestre, que sería de 20,333 millones de pesos.
A pesar de que en las últimas semanas se han conseguido importantes
avances en la normatividad para agilizar la asignación de recursos públicos, tales como las reformas a la Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las Mismas, todavía no están fluyendo los recursos hacia los constructores. El presupuesto no se ha suministrado al ritmo que debiera y eso está retrasando también la ejecución de las obras.
La recaudación fiscal del gobierno está cayendo por la desaceleración en la
actividad económica de México, tal y como ha sucedido en otros muchos países, como Brasil y España, que ya están contemplado un recorte de recursos en sus presupuestos. Sin embargo, en su caso, ambos se han apresurado a anunciar que no permitirán que esto afecte a las inversiones de sus programas de infraestructura, ya que este recorte podría generar un mayor daño para sus economías a medio plazo, por tratarse de un sector clave para el desarrollo de los países y para mantener su competitividad a nivel internacional.
En esta misma línea, es necesario que el Gobierno de México siga
apostando por la infraestructura como válvula de escape para salir de la crisis. Aunque los ingresos fiscales se reduzcan, tenemos que buscar la forma de mantener los recursos que se tenían destinados al sector de la infraestructura y al ritmo planteado inicialmente, porque es el único camino para salir fortalecidos de esta crisis. Retrasar las inversiones o reducirlas, sólo servirá para alejar aún más la salida del túnel. El desarrollo de infraestructura marcará nuestro desarrollo a mediano plazo y, por eso, se debe realizar el máximo esfuerzo para mantener la inversión pública en los niveles y a los ritmos previstos.