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PeSCeCeeseesesesesesesesesesesesesesesesesegesesegegesesesesas 12. CAPITULO Vi CONSIDERACIONES FINALES oS cone \Ricerds (eer \ extubios SSO ieee BAices, LINO Somande , 18@O Este capitulo tiene como objetivo el intento de una sintesis conceptual. ‘Como se puede comprobar muchos temas importantes han sido omiti- dos o abordados con ligereza. Tampoco las citas bibliograficas han sido completas, aunque he tratado de conocer el pensamiento de la mayor can tidad posible de autores sobre el tema. Téngase presente que no se ha pre= tendido hacer un tratado ni una obra definitiva. Bs una investigacion basa- da en pocos casos, seguida de estudios y ensayos. 1. La histeria: una entidad amorfa o singular? o guna entidad singular porla diversidad de sus presentaciones? Me queda la impresin de que Freud nunca dudé de que la histeria fuese tuna entidad definida. Sabemos que recién regresado a Viena de su viaje de studios, su intento de sefialar la existencia de la histeria masculina fue duramente resistido y que Meynert, uno de sus principales oponentes, muchos afios después le terminé confesando que él mismo era un tipico caso de histeria. {Podremos también nosotros terminar confesando a Freud, al anélisis, que es nuestra histeria la que nos crea resistencia a aceptarla, o la que nos impide llegar a definirla con claridad? Partiendo del hecho de que una dis- criminacién sobre el objeto sélo es posible luego de haber podido efectuar conquistas sobre nuestro propio inconsciente: {La vaguedad del objeto no nos estaria sefialando nuestra falta de agudeza perceptual? ‘Cuando se esta tratando de investigar las propiedades del objeto, es ine ludible tener presentes las dificultades del obscrvador para Ja percepcion del mismo. En el transcurso de esta labor fuimos advirtiendo algunas: las 263 SRVPULTUUUIAIAATAUARAAAAAIALULLALVLELUELLES - ad Ricardo Oscar Moscone © epresiones, los conflictos, el género sexual y la eventual inclusién del observador dentro de la cultura machista o que éste haya asumido alguna @ concepcién como condicién indispensable para’integrar un grupo. Cada a 270 de estos puntos ya han sido abordados; solamente volveré a recordar la resistencia a la aceptacién de la histeria masculina por parte de los varones, reiterando la sugerencia de que se tenga en cuenta la posibilidad de que @ para cl analista vardn que tenga como objeto sexual a la mujer, se le haga tan dificil la percepcién de la histeria masculina como la de los rasgos para- roicos en las mujeres. Se derivaria esto de la participacién del varén de la ® —— Hieteria:estudios y ensayos 265 la posibilidad de perder esta conquista acecha permanentemente, y ademas sabemos que clla, muy fécilmente, puede superar nuestras declamaciones conscientes. También en este aspecto se tendré que recordar que lo significa- tivo son las magnitudes y la capacidad de reversién. Esta es una de las maneras por la que nuestro inconsciente se nos presenta, implica por lo tanto otra posibilidad que se nos brinda para que, por medio de ella, poda- mos hacer factible su recuperacién, Reiteraré un comentario hecho al comenzar el retrato de Gilda: no tiene demasiada importancia si el hallazgo precedié o siguid a un descubrimiento similar en el analista, lo determinante es no confundir lo que pertenece a cada uno. Las coincidencias, para ser tales, deben ser hechas a posteriori. De cualquier manera existen varios procedimientos para advertir si un observa~ dor 0 un autor abusé de la modalidad proyectiva, pero no me detendré en ellas, ya que los lectores, interesados en temas de psicologfa, deben cono- cerlos. ‘Al recordar que nuestra investigacién se puede tomar como una indirccta invitacién para volver al objeto: que él sea lo primordial y no la teorfa; com- probamos que implica una superacién a una de las tipicas inhibiciones his- téricas. Aquella que impide el acceso directo al objeto original y que silo admite hacerlo sobre sus sustitutos. En nuestra tarea nos hemos encontrado con tna entidad definida, aun- que una de sus caracteristicas sea la de tener tan distintas formas de presen- tarse. Destacamos que son nuestras propias resistencias las que hacen que, aunque las reconozcamos, nos sca tan dificil superar cierta vaguedad en su limitaci6n. Esto tltimo es muy notorio en la relacién entre varones e histeria masculina. 2. Algunos rasgos que caracterizan aa histeria De la experiencia realizada intentaré extraer los rasgos y caracteristicas mas importantes con los que Ja histeria nos expresa su singularidad. En el siguiente cuadro colocaré de manera paralela lo hallado en cada sexo: 26 HISTERIA FEMENINA 1) Tendencia ala ubieacién familiar en posicin de hija 2) Transformacién del objeto sexual en figura parental 23) Dependencia con el varén. 4)Configuracién de relaciones incestuosas. 5) Alteracion en os procesos identificatorios. 6) Problemas sexuales. 7) Masoquisme félico. Infelicidad, 8) Drama ttc. 9) Seducci6n seguida de frustracién sexual al objeto 30) Tendencia a fantasear. 11) Celos. Rasgos paranoides. 12) Escoptofilia. Exhibicioni 13) Producciones conversivas. 14) Importancia del cuerpo. 15) Antifeminismo. 16) Familia y circunstancias infantiles hister6genas. 17) Pertenencia y participacion ‘en organizaciones sociales con modalidades histenicas. Ricardo Oscar Moscone HISTERIA MASCULINA. 1) Tendencia a la ubicacién familiar en posicion de hijo. 2) Transformacién del objeto sexual en figura parental 3) Dependencia con la mujer. 4 Configuracién de relaciones incestuosas. 5) Alteraci6n en los procesos identificatorios. 6 Problemas sexuales. 7) Tendencia al fracaso. Infelicidad. 8) Drama ético. 9) Apariencia y promesa de capacidad cen los desempetios sociales seguida de frustracién. 10) Tendencia a fantasear. 11) Celos. Rasgos depresivos. 12) Escoptofilia. Exhibicionismo. 13) Producciones conversivas. 14) Importancia del cuerpo. 15) Machismo. 16) Familia y crcunstancias infantiles histerégenas. 17) Pertenencia y participacion ‘en organizaciones sociales con modalidades hietéricas Derivados de una tinica estructura, todos los aspectos estan interrelaciones, ‘0 también puede entendérselos como diversas manifestaciones de una misma cosa. Por ejemplo: la tendencia a la ubicacién social en posicion de joa, la transformaci6n del objeto sexual en figura parental, la dependen- Ga, la tendencia a la configuracién de relaciones incestuosas, los celos, los problemas sexuales y la alter: facién en los procesos identificatorios; todos ellos devendrian de la singular conformacién del psiquismo de la que podriamos decir que, en Iineas gencrales, no pudo superar las cualidades que tiene la estructura de un nifio durante el periodo de su complejo de ister: estudios y ensayos 267 Edipo. En lo esencial esto implica que el psiquismo no ha logrado la sufi- ciente adquisicién de instancias, encontrando su compensacién al hacer que otro individuo funcione como tal para él. La histeria tiene muchas caracte~ risticas que la hacen asemejarse a la infancia, pero ella no es la mera perma nencia en la nifiez. Dista de la infancia casi tanto como de aquellas situacio~ res en 18s que una regresi6n es imprescindible para poder adquirir un desa- rrollo. En éstas se mantiene con el modelo o maestro una relacién semcjante a Ja que ocurren con las figuras parentales durante el complejo de Edipo. Los analistas conocemos bastante de ello, ya que es lo que ocurre durante el proceso analitico. Revisaré a continuacién, y de manera sintética, cada uno de los puntos sefalados en el cuadro. La tendencia a la ubicacién social como hijo/a, esta fundamentalmente referida a su insercién en la familia que &l compone. Esta actitud inconscien- te no sélo le provoca sufrimientos a 41, sino también a todo el resto de la fa- milia, ya que al impedir el correcto desempefio de su funcién social, altera toda la organizacién. La transformacién del objeto sexual en figura parental es lo que le ocasio- na una adicional intensa inhibicién de su sexualidad, y al implicar una suje- ‘Gdn a ideales no originarios, le dificultaré aun més la consolidacién de su personalidad La dependencia de la histeria no sélo se establece con el cényuge, sino que tiende a darse con otras figuras, ya que obedece a lo incompleto de su estructura y ademés, es frecuente que el cényuge carezca de una personali- dad adecuada para que otra persona establezca una dependencia con ella. ‘También hace excepcién a la tendencia a depender aquellas situaciones compensatorias en las que el histérico funciona para otros més débiles que 41, como un entegector. ‘La configuracién de relaciones incestuosas tiene una directa relacién con la transformacién del objeto sexual en imago parental y con la necesidad de establecer vinculos con quienes se adecuen como para funcionar como su figura parental edfpica. Califiqué de alteracién en los procesos identificatorios porque mi im= presidn es que el trastorno no es tinico. Entre sus manifestaciones tenemos: falta de consolidacién definitiva de la identidad, las identificaciones his~ téricas, pscudoidentificaciones, pseudoincorporaciones; dificultad en la in- corporacién de modelos que representan a las figuras parentales, etectera. DaraADBUIBBIBIBBBIIxIIaAasrapsyarayaeyayzayryzyeyyata er ao Ricardo Ozcar Moscone ® Las identificaciones histéricas, ya tempranamente tipificadas por Freud 2) tondrian las siguientes caracteristicas: son limitadas en el tiempo, depen- jen del contacto con Ja persona reflejada; coexisten con otras identifica: ines sin interferencia alguna, al no ser incorporadas no tienen trascendencia :)guna en el devenir futuro de la personalidad, son fécilmente influidas por Pliversos factores que pueden llegar hasta hacerla desaparecer, aunque pre- en un despliegue intensamente dramético carecen de compromiso algu- "no con el resto de la personalidad y su mecanismo es el de poder o querer ®,onerse en la misma situacién del objeto. ® La percepcién de la influencia, o del “arrastre” que el objeto posee sobre 7! sujeto histérico, es lo que explicaria tanto el temor al contagio de las, enfermedades que padece el objeto, como la fantasia de ser arrastrado a la 9 .uerte por un objeto muerto. Un paciente histérico temia ser arrastrado a a suerte por su padre fallecido. Era bastante semejante al simbélico final de gjion Juan Tenorio de EI burlador de Sevilla y convidado de piedra de Tirso de groina. La dificultad en la incorporacién tiene una directa relacién con Ia intensa ®rivalidad, envidia y odio a las figuras parentales. Pero también hay que tener en cuenta la cualidad de la estructura histérica, la que, dadas sus caracteristicas, de no mediar importantes modificaciones, no soportaria la ‘incorporacién de estructuras superyoicas. Bajo el abarcativo titulo de problemas sexuales incluf la amplia gama de @ilificultades sexuales que padecen los histéricos. Frigidez, asco a la sexuali- g 24, impotencia sexual, eyaculaci6n precoz o retardada, propensién a la 'sexualidad de tipo onanista, etc. son las mas frecuentes. He hallado que en este menoscabo tiene importancia fundamental lo que podriamos denomi- Bnar como primeras experiencias erdgenas trauméticas, las que darian base a yuna suma de sucesos que culminan con el rechazo y la ajenidad de la sexua- tided para el yo. De un modo similar 4 lo que ocuste con la incorporacién ® cc la instancia superyoica, la incompletud psiquica agrega un elemento que @traba atin mas las relaciones entre el yo y la sexualidad. La parentalizacién gl objeto sexual, origina una inhibicién importante de la sexualidad, que y habia intentado destacar con la ealificacion de asexualidad, y ademés favo- rece el desplazamiento de la misma a un objeto vicario. ® ‘También me ha parecido que la sexualidad en la histeria alcanza su p punto mas alto cuandp es desarrollada segiin el modo onanista, es decir y bajo la prevalencia de la fantasta y del autoerotismo sobre la relacién con el Listeria: estudics y ensayos 269 objeto sexual. De tener que explicar esto lo atribuirfa a la incompletud del aparato y a la conservacién del desco en la fantasia. La cultura félica trae diferencias en las caracteristicas de la sexualidad en cada sexo. Al tener como tinico ideal sexual el masculino, hace que, en el caso de las mujeres y al sumarse al rechazo que tienen de la sexualidad, se proyectd en el vardn. Siendo éste el mecanismo defensivo que encontré en la histeria femenina, El varén se defiende de la sexualidad con la idealizacién y la negacién, ésta reaparece, al modo del retorno de lo reprimido, sobre otra mujer. La cultura sexual félica es la que contribuye a la presentacisn del tipo de sexualidad que sigue un modelo de la mitologfa clasica: ninfas huyendo de sdtiros y faunos. Coloqué en una misma linea al masoquismo félico de la histérica y a la tendencia al fracaso del histérico porque considero que tienen una misma raiz.y porque se deben en gran parte a la cultura félica. Golpeando a ambos sexos por igual y con una génesis comiin estarfa la tendencia a la infeli- cidad. EI masoquismo félico de la histeria femenina es la denominacién a través, de la cual deseo expresar aquella posicién en la que queda la mujer en la cultura que impone como tinico ideal al masculino y cuyas cualidades fue- ron detectadas con nitidez por Freud (3). Ello denominé como “masoquis- ‘mo femenino”, coincido con la existencia de este masoquismo, pero disiento cen que sea “auténticamente femenino”. Pienso que més bien afecta a las mu- jeres histéricas en sociedades de cultura félica. Como sabemos, estas socie- dades imponiendo como tinico ideal sexual al masculino, hacen que las ‘mujeres encuentren su ideal en el varén, con lo que ellas pierden tanto valo- res como posibilidades de desarrollo, indirectamente se las obliga a una renuncia e importante pérdida. Se agrega a esto el sometimiento y la depen- dencia de la propia valoraci6n, del varén al cual elas quedan sujetas en una especie de servidumbre: relegadas a las tarcas domésticas ayudan a 10s varones en Ja realizacién de los ideales. Todo esto ubica a las mujeres en una posicién masoquista. El varén histérico al que la sociedad dio e! “privilegio” de asumir el ideal, al tener fallidos fundamentos carga con el peso del fraca- 50. Volveré a mencionar las caracteristicas que alcancé a distinguir en cl fra- casar del histérico: es el resultado de un deseo paradojal: el yo deses y per- sigui6 intensa y tenazmente algo que al conseguirlo le resulté ajeno; lo com- prometen al punto de impedirle la felicidad; se manificsta en los umbrales del triunfo y s6l0 le es posible el acceso a objetos sustitutos. 2 Ricardo Osear Moscone El uso cotidiano de la palabra felicidad ha hecho que perdamos tanto su importancia conceptual como su carécttr de sintoma. Todo padecimiento ‘mental implica inflicidad, y si ésta tiene alguna particularidad en el histér- co diria que es la que nos lleva a preguntarnos: ;Por qué no es feliz si ha ne gado a obtener todo aquello que él consideraba como necesario para serlo? Son muchos los motivos que conducen a la infelicidad, de tener que sefialar “el més bésico diria que radica en su intenso deseo por el objeto y su imposi- bilidad de éxito con él. El drama ético esta vinculado con la tendencia a conductas o a la realiza- é6n de hechos que inconscientemente, él mismo condena moralmente. La fama de sucesos que puede llegar a caer bajo la condena ética es amplia: Frcumplimiento en las obligaciones maternales, paternales o conyugales, hhechos sexuales, agresiones, hurtos, conductas agresivas, daftinas 0 irres- ponsables, mentias, estafas, chismes, envidia, rivalidad edipica, reacctonts eejosas, etc. Ya mencioné que era un drama y no una tragedia, esta diferen- tia es conceptual, es similar a la que la que separa a la histeria de la melan- cola. La promesa seguida de frustracin es otra de las caracteristcas de la his- térien, Bato es conocido desde antiguo y se halla difundido hasta los limites de la sabiduria popular. Lo mds corriente es que se diga que la seducclén seguida de frustracién sexual es lo més tipico de una histérica; pero. &s tricho menos frecuente ofr que la apariencia y la promesa de éxito seguido Ue fracaso y de frustraciones tanto sexuales como sociales (“el chanta’) e810 ris tipico del histérico. Quiza debamos atribuir esto riltimo al escotoma que tiene la sociedad fética para la histeria masculina. Puede aparecer come ‘Predominando la frustracin sexual en la mujer porque al delegar ella tanto fa sexualidad como los ideales en el vardn, queda a cargo de una mayor quota de represién de la sexualidad y sin la responsabilidad de asumir ¢l Gestino de la concreci6n de! ideal. Asf el histérico puede presentarse casi sin onflictos sexiales porque no tiene quién lo ponga a prueba, pero sobre & recae todo el peso de la responsabilidad por la falta de éxito en la concre- ‘Gén de los ideales. También la mujer es tocada por el fracaso en su funn como madre y como compaitera sexual, pero esto es generalinente encubier- to por la idealizacién que de ellas hacen los varones. Ta tendencia a fantascar estaria derivada de la prescrvacién del deseo, de la imposibilidad de aéceso directo al objeto, con un cierto refugio autista compensatorio, con la pasividad y con la importancia de Io visual. Entere Histera:estudios y ensayos dliendo que el hombre con el arte hace a Ja vez un alejariento y wn 2cer snionto al objeto, encontramos en este aspecto una similitud entre la histeria yl artista, Difieren en que el artista al plasmar sus fantasias y a) ofrecerlas 2 Woe demfs, en ciertas manera comparte su mundo y tiene una gran capac: dad féctica. ‘Los celos tienen una participacién significativa en ambas histerias, En !@ histérica tenen un doble origen: en parte responden a la proyeccién de la propia sexualidad sobre el varén y en parte provienen de la configuracién cedipica de su psiquis. Esto ultimo es lo predominante en 1a determinacion de los celos del histérico. {Al proyectar la histérica su propia sexualidad rechazada sobre el cuerpo dol varén hace que éste, encamando aspectos propios y rechazadlos, se con \ierta en una especie de perseguidor, determindndose asf en gran parte sus rasgos paranoides. En razin también de la proyeccién de aspectos superyo% os y de la dependencia con el varén, la histérica generalmente reclama ¥ secs al varén de sus insuficiencias y de su falta de autoestima; esto contri- uye a que ella se mantenga dentro del tono paranoide. Ya nos ocupame® de las diferencias entre las proyecciones de la histeria, las de Ja fobia y 1a de la paranoia. Tos fracasos, las persistentes culpas, el drama ético, la frustracion sexual ala que él mismo se somete, la fuga de valores al encontrar en off0 Su ideal, su particular abulia, hacen que el histérico tienda a presentar muchos T2565 epresivos. Siendo éstos distintos a los de los obsesos y a Jos de los melan ‘Célicos. Coincido en que el hombre necesita para sostenerse estar inserto en ta sociedad. Las dificultades y esfuerzos para lograr esto se hacen mayores ‘en funcién de lo que denominamos como padecimieritos psfquicos. Pero no separaria a los histéricos adjudicéndoles alguna particular lucha conta la depresién 0 contra la produccién de una catéstrofe psiquica, tal como lo propone Rolla (4). Entiendo que una histeria ¢> una histeria y no wna melane colfa 0 una psicosis compensada. ‘Los dos puntos anteriores s6lo sefialan una tendencia precominante y de ninguna manera quiere decir que la histérica no presente también momen: fos depresivos o que el histérico no tenga tipicas conductas paranoides, especialmente determinadas por celos. Tanto la escoptofiia como el exhibicionismo son dos aspectos vinculados (6 ala histeria, estudiados ampliamente por la mayoria de los autores que 5° dledicaron al tema, Participar y obtener placer a través de Ia identificacién AAAARAARAARARARAAARARABIAIBIAA A’ e o 6 o 2m Ricardo Oscar Moscone Optica, es decir con la visi6n del objeto 0 de las imagenes creadas por la pro- pia fantasfa, es un rasgo muy particular de la histeria. Puede ser considera- a como una limitacién 0 inversamente como la salida ante la imposibilidad de acceso directo al objeto. Encuentro que la escoptofilia tiene una directa vinculacién, siendo en esto semejante a lo que ocurre en el softar, en ambas situaciones hay una pardlisis 0 pasividad. Sintetizando podriamos deci que fen ambas circunstancias el paralizado sujeto vive en un mundo visual, de imagenes. En el exhibicionismo el histérico revierte la situaci6n y pasa a cocupar el lugar del envidiado, logrando que otro sea quien queda sumido ena pasividad, la castraci6n y la envidia. Es tal la importancia de lo visual en la histeria que, llegando a un extre- ‘mo se ha dicho que el vardn histérico requiere de la ceguera para poder Ile- {gar a conocer a la mujer sexualmente potente. Quienes sostienen esto, suc len apoyar su idea comentando aquella anécdota que dice que Tiresias nece- sit6 de la ceguera para poder Iegar a saber de la mujer sexualmente capaz. Impedido de la visi6n a rafz. de haber observado el coito entre serpientes, se vio librado de la poderosisima atraccién que sobre é! tenfan la seduccién y «el exhibicionismo para lo que estén sumamente dotadas las mujeres histéri- cas. De este modo se le fueron acercando mujeres que, amando y necesitan- do el cuerpo del varén, lo podian disfrutar plenamente ya que no padecian las inhibiciones sexuales de la histeria. As le fue dado a conocer mujeres potentes dotadas de capacidad orgismica. La ceguera hizo también que asase a ser lo mas importante el contacto sensual que le brindascn las ‘mujeres y que el engafio por medio de la teatralidad fuese inefectivo. Tire- sias se libré de la condena que le imponia su vista, la ceguera impidié la posibilidad de que se estableciese su unién con una histérica por medio de la escoptofilia y del exhibicionismo, principales lazos de unién interhistéri- cos, hizo factible aquella novedad que, siéndolo solo para él, la crey6 uni- versal y en esta conviccién consideré transmitirla a todos: la mujer es capaz de tener mas orgasmos que el varén. Las producciones conversivas son a mas de manifestaciones de conflictos psiquicos, tal la ensefianza inicial de Freud, una directa expresién de peno- sas experiencias erdgenas sufridas por un yo-cuerpo, antes del advenimien- to de ese nuevo otro yo, que tiene a mas de un diferente tipo de memoria, capacidad de olvidar. Estas indelebles primeras experiencias resurgirén junto con cada retomo de la sexualidad reprimida, y asf el cuerpo en vez de ser asiento del placer, lo seré del dolor. También el cuerpo, sede de! yo, manifestaré con enfermedad su invalidez, cada vez que se encuentre insufi- ciente, cada vez que se vea superado. Vinculado al punto anterior, tenemos la significativa importancia del ‘cuerpo cn la histeria. El concepto resulté de la sumatoria de una serie de elementos que considerados aisladamente, carecian de peso. Ellos eran: el gran valor otorgado a la belleza fisica y al arreglo det vestir, la extraordina- ria capacidad de seduccién y de comunicacién del cuerpo, la prioritaria pre- ocupacién por los signos fisicos de envejecimiento (cuya aparicién provoca heridas narcisistas de consideracién), la existencia de conversiones somat cas (otro lenguaje corporal que reclama atencién para el cuerpo), el temor a las agresiones y a las enfermedades fisicas, la tendencia al cuidado de los cenfermos, cl hecho de tolerar sin dificultad los contactos producidos con motivo del cuidado de un enfermo, las identificaciones histéricas (que se sustentan predominantemente sobre enfermedades fisicas), etcétera Consecuencia de la cultura falica tenemos el antiferinismo de la histérica y el machismo del histérico. Defin‘ al antifeminismo como el producto de la adopcién de un ideal sexual masculino por parte de una mujer que asi adquiere un mecanismo autodestructivo que conspira no s6lo contra el desarrollo de su femincidad sino también con el de toda su personalidad, Entre las consecuencias det antifeminismo tenemos: falta de desarrollo de la sexualidad y de la personalidad, masoquismo félico, tendencia a la servi- dumbre, adopcién de caracteristicas falicas, desvalorizacién o mecanismos ‘compensatorios de esto, etcétera. Orgullo fatuo, una Gerta arrogancia, la pretensién de una supremacia sobre la mujer considerando que tiene que imponérseles, al mismo tiempo que las idcaliza y se somete a cllas, la técita suposicién de que ella est a su servicio, el imperativo de tener que asumir ciertas actitudes pscudovalien- tes (contrafébicas), la dificultad de reconocer ante los demas las debilidades, limitaciones y temores, ete., porque esto es vivide como una humillacién y vergiienza, ol hecho de “reinar” en un matriarcado, etc. Rsto es lo que perfi- lal machismo, el desafortunado privilegio que se recibe por el hecho de ser varén de parte de una sociedad que al tener deteriorada su sexualidad pposce un solo ideal sexual, asf se le hace asumir al varén una sexualidad culpabilizante e ideales que en su mayor parte terminarén haciéndole cargar con todo el peso del fracaso. ‘Tanto el antifeninismo como ¢l machismo no son privativos de la histe- ria, ya que siendo derivados de la cultura falica, ella marcard con su influen- 274 Ricardo Oscar Moscone cia a todo tipo de estructura que se geste en su seno, Con las particularida~ {des propias que otorga la estructura histérica, se sumarén al conjunto de tlementos que caracterizan a esta entidad. El monismo félico: una sola clase de seres que se diferencian en poser o en carecer de un determinado ‘ele ‘mento, encaja perfectamente con esa dinémica tan propia de la histeria en ta que otro tiene 0 es, de lo que se carece. Sabido es que una familia presenta importantes modificaciones a 10 largo. del tiempo, variando ostensiblemente en funcin de cada hijo. Esto nos hace comprensible que una misma familia, y a veces casi simulténeamente, pueda gestar las més diversas personalidades: una histeria y una perver- fin, y/o una melancolia, y/o una psicosis, y/o un artista, y/o un médico, y/oun solterén, etcétera. Recordando que obtuve el perfil de la familia de la histérica partiendo de laconstruccién desde el andlisis, dria que presenta: a) Es un matriarcado en cl que “rina” un var6n. b) La madre no asume su funcién, haciendo una parcial delegacién, en especial del cotidiano cuidado de Jos hijos y de su Epxualidad. Pudiendo configurar la imagen de madre ausente total o parcial- mente con delegacién de sus funciones en otra mujer. ¢) El padre esté pre- tente pero tiene escasag vigendia, causando las insuficiencias de su funciona- tiento social, sufrimiento y alteracin en la familia. d) Integrando esta fami tia se suman los sustitutos cuya principal funcién es la de cubrir las funcio- nes que han sido dejadas vacantes por las figuras originales y las que han efectuado una virtual delegacién de las mismas. De esta forma, por medios ‘carlos, son satisfechas las frustraciones de los objetos originales. La pre- sencia de sustitutos (amigos, amantes, médicos, abuelos, mucamas, tos, et:) que tienen jerarquia de figura parental trae confusin en los Wijos, la que entiendo que se refleja con la pregunta: ,Quiénes son mis verdaderos padres? e) Tras la apariencia de “normalidad” que suclen presentar estas familias, hay un sérdido trastocamiento en su organizacién: los hijos no se sotienen sobre sus padres. Las mujeres no se sostienen sobre su propio cucr- po sino pretenden hacerlo sobre el del varSn. Fl padre, en ver de ser sostén, se apoya en la familia tal como si fuese un hijo més; corrido de su lugar, 10. resigna y favorece que este sitio sea ocupado por otro hombie al que, gene- ralmente, él mismo colocé en el lugar de su padre y con el que establece una rivalidad y celos edipicos. La madre, ante la impotencia del marido y ade- ‘més por su propia configuracién, tiende a sostenerse, a enamorarse de otro ‘hombre. También la mujer al no Ilenar su lugar, busca y favorece que éste itera: studios yensayos 27s sea cubicrto por otra mujer. El histrico se sosticne desde su mujer y ania Setar en el lugar de otro hombre. Al hacer de su mujer, su madre, no puede peer de ella el sostén de su sexualidad, A la vez que anhcla estar en el lugar aeeese otro hombre, quien representa a su padre, no puede sostenerse sobre 4, impidiéndosclo 6u envidia. La histérica tampoco puede sostenerss sobre tlcuerpe de su marido, ya que de ser éste una figura potent, s¢ le. converti- cam tn ival hacia el que sentiré un odio parricida, Una organizaci6n socia} soe tal trastocamiento en su organizacién, sujeta ademds al accionar de

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