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La llamada a la puerta son autoritaria.

Ocho golpes seguros, rpidos, de quien


espera ser atendido con diligencia. El tipo de requerimiento que jams podra
confundirse con la llamada de un invitado, de un operario o de un repartidor. Ms
tarde, pensara que al fin y al cabo es
as como uno espera que llame la
polica.
Durante un par de segundos observ
pensativo el cursor parpadeante al final
de la ltima frase. La maana se le
estaba dando bien, mejor que en las
ltimas tres semanas, porque, aunque
odiaba admitirlo, escriba ms a gusto cuando estaba solo en casa, cuando
trabajaba sin horarios, liberado de las rutinarias interrupciones para la comida o la
cena, y simplemente se dejaba llevar. En aquella fase de la escritura siempre era
igual, Sol de Tebas estara terminada en un par de semanas, quiz antes si todo
iba bien. Y hasta entonces aquella historia sera lo nico en su vida, su obsesin, lo
que le ocupara da y noche, lo nico en lo que pensara. Lo haba experimentado
con cada novela, una sensacin a la vez vital y demoledora, como una inmolacin
que adoraba y tema experimentar a partes iguales. Un acto privado que, por
experiencia, saba que en esos das no le converta en la mejor compaa. Levant
la vista para dirigir una rpida mirada hacia el pasillo que separaba el saln donde
escriba de la puerta de entrada, y de nuevo al cursor que pareca palpitar cargado
ya de las palabras que tena que escribir.

Todo esto te dar, Dolores Redondo (2016)

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