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Nuevo Mundo Mundos

Nuevos
Debates, 2010

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Darío G. Barriera
Justicias, jueces y culturas jurídicas en
el siglo XIX rioplatense
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Referencia electrónica
Darío G. Barriera, « Justicias, jueces y culturas jurídicas en el siglo XIX rioplatense »,  Nuevo Mundo Mundos Nuevos
[En línea], Debates, 2010, Puesto en línea el 23 marzo 2010. URL : http://nuevomundo.revues.org/59252
DOI : en cours d'attribution

Éditeur : EHESS
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Justicias, jueces y culturas jurídicas en el siglo XIX rioplatense 2

Darío G. Barriera

Justicias, jueces y culturas jurídicas en el


siglo XIX rioplatense
1 Hace tiempo que la historiografía social rioplatense1 produce materiales que perfectamente
pueden inventariarse a beneficio de una “historia social de la justicia”.2 El encuentro de nuestra
historia social con intereses muy específicos de la historia del derecho –la práctica procesal o
la cultura jurídica, entre otros– se debe a diversos procesos historiográficos experimentados
durante los últimos años.
2 Las primeras expresiones rioplatenses de lo que Lawrence Stone y Arlette Farge, entre otros,
denominaron “redescubrimiento del archivo judicial”,3 no fueron consecuencia de un interés
por historizar la justicia, sino de preocupaciones que ponían en el centro del foco la búsqueda
de caracteres hasta entonces esquivos de sectores sociales subalternos, desde la vida cotidiana
hasta la criminalización de sus conductas por parte de las clases hegemónicas.4
3 En segundo lugar, aun si la historia de las instituciones puede considerarse una rama o una
“hija emancipada” de la historia del derecho,5algunos representantes de esta disciplina en la
Argentina se acercaron a posiciones normalmente sostenidas por la historia social, planteando
que las experiencias institucionales debían estudiarse comenzando por el orden normativo
pero no según “cómo debieron ser” sino “tal cual fueron”,6importando de la historia a secas
cierta preocupación por el contexto económico y social de la época.7
4 El contacto de los historiadores preocupados por la sociedad o la economía colonial y
poscolonial con los expedientes judiciales llamó su atención hacia la ubicación que los propios
actores hacían de la función justicia en la Monarquía o en los nacientes estados provinciales
como cuerpos políticos así como les impuso la necesidad de un mejor conocimiento de las
instituciones y las funciones específicas del campo que producía la documentación con la
que se manejaban.8 Desde hace una década, ambos movimientos convergieron explícita y
concretamente. Si en la preocupación por el universo de las acciones los historiadores del
derecho hacían pie delicadamente, los que proveníamos de la historia social (y sobre todo
los más novatos) teníamos la misma sensación a la hora de vérnosla con la tratadística, las
reglamentaciones, su “verdadero” valor y su lenguaje. La materialización de esta convergencia
puede registrarse en la Argentina, por ejemplo, en el creciente número de mesas temáticas
sobre el derecho y la justicia que forman parte de los grandes encuentros periódicos –
paradigmáticamente las Jornadas Interescuelas-Departamentos de Historia y las Jornadas de
Historia del Derecho organizadas por el INHID, desde 1999 cada vez más abiertas al diálogo
con historiadores que no hicieron su formación en aulas de las facultades de abogacía.9 Ese
mismo año se celebraron en Mar del Plata las jornadas de reflexión sobre la fuente judicial
por la convocatoria de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. 10
5 En tercer término, los estudios que se enfocaron en los procedimientos de la administración
de justicia y en los usos que de éstos hicieron los diferentes actores sociales han permitido
corroborar su decisiva importancia para develar las estrategias de los agentes (en especial de
los grupos subalternos) y las configuraciones de sus culturas políticas.11
6 En cuarto lugar, los enfoques realizados desde este mirador han coincidido en que la historia
de la justicia exige una periodización propia.12 Se han propuesto rectificaciones o alternativas
para corregir ciertos simplismos contenidos, por ejemplo, en las periodizaciones que gobiernan
la enseñanza de la historia escolar.13
7 Desde luego, existen todavía zonas grises (cuando no definitivamente oscuras) y áreas
vacantes. El estudio sistemático (prosopográfico) de jueces y funcionarios menores de justicia,

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por ejemplo, apenas está en marcha para algunas zonas y periodos,14 y su desarrollo es
indispensable para componer un cuadro sobre la administración de la justicia.15 De cualquier
modo, si la historiografía rioplatense no ha hecho todavía estos estudios o no siempre
cuenta con las fuentes adecuadas para realizar aproximaciones cuantitativas,ha conseguido
retratar con bastante claridad la diseminación de jurisdicciones y atribuciones judiciales en
el ordenamiento colonial y trazado muy buenas imágenes sobre lo que implicó el desarrollo
de una “justicia de jueces” en la dinámica del poder político de antiguo régimen.16 También
se señaló tempranamente que estos justicias eran sobre todo mediadores y que su estudio
era imprescindible para comprender la dinámica del poder político local en diferentes
contextos.17De este modo, el conocimiento de las prácticas de administración de justicia se
reveló útil para acceder tanto a los procesos de construcción de la autoridad por parte de los
agentes que cumplían alguna función judicial de antiguo régimen –desde los oidores hasta los
alcaldes de hermandad–así como las posibilidades que la arena judicial abría para los súbditos
menos acomodados de la Monarquía.18Estas consideraciones son absolutamente válidas para
el análisis de la situación posrevolucionaria: solo es preciso reemplazar el nombre de la
Institución Política y el de sus oficiales, agentes o funcionarios, según el caso.19
8 Cierta tradición historiográfica argentina, cuya referencia principal la constituye la obra
de Ricardo Levene,20 enfatizó sobre las discontinuidades existentes entre el ordenamiento
jurídico-legal colonial y el posrevolucionario. En lo que concierne a la historia del derecho,
postuló el pasaje de un “derecho indiano” a otro “patrio” y prestó menos atención a las
continuidades doctrinarias, normativas y procedimentales ocluidas detrás de nuevos nombres.
Así como es muy claro que dicha preocupación por la discontinuidad no está apoyada en
una filosofía de la historia atenta al conflicto, el hecho de atender a las continuidades en el
mismo contexto no significa ignorar las transformaciones, sino que sugiere afinar la mirada
para analizar localmente el problema de la construcción de sistemas políticos representativos
y sus pasos hacia la formación de un “poder judicial” letrado e independiente –punto sobre el
cual este dossier constituye una contribución.
9 En los niveles locales de gobierno de la Monarquía hispánica en disolución, estas
transformaciones fueron verdaderamente muy lentas: justicia y gobierno (pero también y
quizás sobre todo, política y religión)21permanecieron entrelazados y algunas soluciones –
como las adoptadas durante la corta pero convulsa era rivadaviana– que, decretando la división
de las funciones de gobierno y justicia trataban de modernizar por ejemplo la administración
de la campaña, acabaron por dar legitimidad a una suerte de gobierno de los jueces donde
éstos, en el área rural, encarnaban la tradicional indivisión de atribuciones y hasta se erigieron
en portadores de las antiguas capacidades representativas de los recientemente extinguidos
cabildos.22
10 Los estudios que se ocupan de la transición del orden colonial al posrevolucionario indican
generalmente que las disputas de competencias y jurisdicciones se acentuaron mientras que los
equilibrios entre los distintos tipos de autoridad sufrieron alteraciones. Esto hace que la imagen
general sea más difícil de captar a partir de una grilla de “historia desde arriba” y, en cambio,
los estudios localizados sobre las prácticas judiciales y sobre las culturas jurídicas hayan
comenzado a mostrarnos los rostros más cotidianos y más realistas de estas experiencias.23
11 Como se dijo, hasta hace poco tiempo, los modelos historiográficos socioeconómicos o
político-institucionales encapsulaban el ámbito de la justicia dentro de la órbita de lo
institucional. La historia político-institucional fue víctima –durante muchos años y por
razones académicas, heurísticas, ideológicas y políticas– de la identificación del campo de
estudio con la genealogía de uno de sus objetos (en este caso, el Estado) y por ello fue
asumida como una sucesión de capítulos inevitables de la historia del Estado.24 Las grandes
síntesis sobre la historia colonial hispanoamericana que corresponden a este trazo, han

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transmitido un panorama en el cual los reinos de Indias eran retratados como el recipiente (en
algunos casos pasivo, en otros medianamente conflictivo)25 de una trasposición,26transplante27o
implantación28deinstituciones políticas –administrativas, de gobierno y de justicia– pero en el
marco del relato de la historia de la instalación del Estado en América.29
12 La trasposición de la línea divisoria entre la historia “colonial” y la del periodo
“independiente” antes que mejorar las cosas, las empeoraba: la diversidad de respuestas
al desafío que implicaba resolver regionalmente la disolución del orden colonial fue
traducida por ese mismo tipo de enfoque historiográfico en una imagen donde los fervores
revolucionarios eran seguidos de un periodo de “anarquía”, guerras civiles y desintegración,
liderado por “caudillos”,30 todo lo cual contrastaba con el retrato de un “orden colonial” donde
los historiadores habían encontrado un estado moderno y un corpus de derecho homogéneo
que, en todo caso, presentaba algunas especificidades o problemas de adaptación.
13 Este panorama ha cambiado sustantivamente en los últimos años y perspectivas dediferente
inspiración han puesto de relieve que, vistas desde el cristal de la Justicia, las sociedades
surgidas del periodo revolucionario durante el cual se disolvieron la mayor parte de los
vínculos entre los territorios americanos y las metrópolis de las Monarquías ibéricas no
parecen ni tan homogéneas, ni tan revolucionarias, ni tan anárquicas como se las había
descripto.
14 El trabajo de Eugenia Molina que integra este dossier comienza poniendo en escena
algunos aspectos de ese diagnóstico y propone buscar respuestas en un estudio que, si bien
limita voluntariamente al orden prescriptivo, tiene un doble interés: además de observar la
construcción de institutos de baja justicia, se ocupa de Cuyo, uno de los espacios políticos que –
gracias a una relativa estabilidad política durante un periodo que para el resto de las Provincias
Unidas era particularmente convulso– sirvió de caso ejemplar para quienes quisieron encontrar
rápidamente fraguadas e institucionalmente expresadas las ideas de un republicanismo de corte
liberal.31
15 La desmitificación de aquella imagen que hacía de contrapeso para la de la “anarquía” de los
territorios al norte y este del oasis cuyano, no acaba de comenzar. El trabajo de Molina se
suma a las aportaciones realizadas por Bragoni (desde la historia política), Seghesso y Sanjurjo
(desde la historia del derecho) y se enfoca específicamente en el registro de las disposiciones
que regían el quehacer de agentes locales de la “baja justicia” –decuriones y comisarios.
16 Aunque en este caso el foco del análisis permanece en el orden de las reglamentaciones,32
éstas no son analizadas en el vacío: Molina corrige la imagen que podría derivarse de las
disposiciones (por ejemplo las que afirmaban crear una división de poderes o diferenciar
esferas en el ámbito procesal) y, constatando la permanente intervención del gobierno
provincial (a partir de la concesión de facultades al gobernador de manera extraordinaria o de
la creación de comisiones ad hoc por parte de éste para juzgar delitos de diferente tipo) deja
ver cómo en Cuyo –lo mismo que en Tucumán, según lo muestra el trabajo de Gabriela Tío
Vallejo en este mismo dossier–, Córdoba33 o Santa Fe34 los gobernadores retuvieron amplias
capacidades de administración de justicia sin que esto provocara resistencias.
17 El trabajo de Inés Sanjurjo presenta dos coincidencias con el de Molina: aborda la
conformación institucional de la justicia de Paz en Mendoza (creada en 1872, después de la
organización del régimen municipal) y lo hace también a partir del estudio del registro de las
justicias menores. Evalúa las funciones y competencias de los jueces de paz comparándolas
con las de los subdelegados –figura que la autora ya ha estudiado–35 y evita la trampa
que supone trazar un puente de continuidad entre estos jueces de paz y los jueces rurales
“coloniales” entendidos sencillamente como sus antecedentes.36 Las nuevas leyes retiraban
facultades judiciales a los subdelegados evitando otorgarlas nuevamente a comisarios y
decuriones, relegados en este último cuarto del siglo XIX a tareas de “policía”. El trabajo
de Sanjurjo nos permite completar el recorrido por la administración de la baja justicia en

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Mendoza que habíamos comenzado con el trabajo de E. Molina, incorporando el examen de


53 expedientes y protocolos conservados sobre la actuación del juez de paz del departamento
de San Rafael (provincia de Mendoza) entre 1898 y 1909. Esta documentación le permite
verificar (entre otras cosas) lo inoportuno de convertir la información proporcionada por las
prescripciones normativas en hechos consumados: si aquellas promovían y pretendían que la
conciliación fuera uno de los trabajos preferentes que debía realizar el juez de paz, los registros
escritos examinados por Sanjurjo lo testimonian apenas en cuatro ocasiones. Es ciertamente
posible que los jueces desarrollaran una actividad de conciliación que pudo haber escapado a
los registros: sin embargo, hay motivos para pensar que si su intervención en este rubro era
requerida por la ley, tenían buenas razones para dar cuenta de este tipo de acciones aunque
fuera de manera sumaria.
18 Los habitantes de San Rafael ocurrían ante la justicia de paz por las razones más diversas y
el juez de paz se comportaba muchas veces como un celoso guardián de la legislación.37 En
el caso rafaelino, además, la ausencia de escribano promovió que cumplieran con funciones
notariales, convirtiéndose de este modo en polivalentes portadores de la cultura y la práctica
jurídica local.
19 El acceso a fuentes que faciliten el conocimiento de la justicia doméstica –según la denomina
con ecos aristotélicos Gabriela Tío Vallejo en el trabajo incluido en este dossier– es a todas
luces dificultoso, y por este motivo las posibilidades de realizar confrontaciones no es tan
sencilla cuando se estudian bajas magistraturas, que administraban justicia oral38 –son las
dificultades que encuentra Molina por ejemplo para ilustrar el quehacer de los decuriones o
las que tenemos en nuestro propio trabajo con los alcaldes de la hermandad en Santa Fe antes
de 1832.39
20 De la mano de este mismo registro del accionar de las justicias menores, pero volviendo al
marco temporal de la disolución del vínculo colonial y de la traumática recomposición de una
vida en república sin cabildos, Gabriela Tío Vallejo pone sobre la mesa preguntas clave en las
agendas de la historia política del periodo: ¿cómo ponderar la modernización revolucionaria?
¿a qué razones pudo deberse las dificultades que encontró para que la población y las
instituciones las asumieran y practicaran? Por distintos caminos, los trabajos de Tío Vallejo
y de Alejandro Agüero coinciden al demostrar que en lo profundo –aunque también muchas
veces en la superficie– las culturas jurídicas y las praxis institucionales de los actores que
analizan no cambiaban a un ritmo precisamente “revolucionario”.
21 En marzo de 1824 la Sala de Representantes declaraba extinto al Cabildo tucumano –lo
mismo sucedía en Córdoba ese año– y repartía sus funciones un naciente poder judicial
y un departamento de policía. Los jueces civiles y criminales reemplazaron a los alcaldes
ordinarios, se mantuvo el cargo de Procurador y el problema más grave –como en
todos los territorios rioplatenses– se planteó a la hora de ordenar la justicia de campaña,
dado que los alcaldes de la hermandad de la campaña retuvieron amplias y ambiguas
atribuciones, permaneciendo como “…funcionarios judiciales, vehículos de gobernabilidad,
agentes electorales, intermediarios sociales y territoriales.”Tío Vallejo compara los ítems
de la organización institucional de la justicia tucumana después de la extinción del cabildo
y, en comparación con las de Mendoza, Buenos Aires o Córdoba, encuentra que el caso
tucumano –no muy diferente del santafesino, cuyo cabildo fue suprimido a finales de 1832–
fue rudimentario pero que condujo al mismo tipo de resultado que en las otras provincias:
en efecto, la subordinación de los agentes de justicia la gobernador es, bajo el gobierno de
Heredia, muy similar a lo que puede registrarse en Buenos Aires bajo el rosismo o en la Santa
Fe de López.
22 Las dificultades para imponer una justicia letrada40 no debe buscarse, sugiere la autora, en “el
raquitismo institucional” sino en la cultura jurídica de la población y la de sus autoridades: el
camino que elige es adecuado ya que abandona el universo de las reglamentaciones y busca los

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materiales para trazar unas pinceladas sobre esta justicia rústica en la letra de los expedientes
judiciales, que contiene las voces de los jueces y de los usuarios de la justicia.
23 Tío Vallejo afirma que “…la historiografía que se ocupaba de las primeras décadas
posindependientes ha estado entrampada en el mito del estado moderno”, afirmando –de
la mano de Garriga– que a esta situación debe agregarse “la distorsionadora identificación
entre estado y estado moderno”. Compartimos de hecho estas interesantes observaciones,
aunque se puede ampliar su alcance en ambos tramos: primero, es seguro que la trampa del
mito del estado moderno no se cobró como única víctima a la historiografía del periodo
posindependiente –la del periodo colonial tampoco supo ni quiso eludirla. Segundo, la
“distorsionadora identificación” entre “estado” y “estado moderno” no es la única ni la más
grave: peor estamos cuando se identifica –conceptual, ya que a veces no categorialmente–
“estado” sin más, con cualquier forma de poder político a lo largo de la historia.41
24 También es importante la invitación que la autora recoge de Luca Mannori, proponiendo un
estudio de la mediación como vía de acceso a un mejor conocimiento de las relaciones de
poder político en las realidades caracterizadas por el policentrismo.
25 El trabajo de Agüero, por último, utiliza registros de la justicia criminal de Córdoba para
proseguir con un trabajo que el autor referencia como ya iniciado desde la historia del derecho:
la continuidad de la cultura jurídica durante la transición entre el orden colonial y el nuevo
orden republicano de la primera mitad del siglo XIX.42 El autor escoge ilustrar el tema a través
de tres tipos de continuidades (en la lectura objetiva de normas de garantía, en el uso de
nuevas autoridades para evocar normas tradicionales y en su contraparte, la asimilación de
las innovaciones a través de mecanismos tradicionales como el desuetudo). Otra vez aparece
aquí el recurso a la confrontación entre unos textos normativos con las prácticas –es decir, la
consideración de las reglamentaciones y luego el análisis de expedientes criminales.
26 Sin embargo –y felizmente– esto no conduce al autor a la (a veces estéril) polémica de las
“normas versus las prácticas” sino que le permite corroborar que, en líneas generales, el orden
de las artes de hacer y el de las justificaciones no ocurría ni en un vacío legal ni dando las
espaldas a la normativa vigente: al contrario, el universo normativo y doctrinario permitía
una serie de interpretaciones y usos que no ponían a estas esferas en contradicción, sino
que nos exigen conocer mejor la cultura política de la época para comprenderla. Cito en
extenso y bajo forma de pregunta una larga frase de este trabajo: “[¿]Qué posibilidad tenía
de hacerse efectiva una garantía de legalidad con esta noción de “ley” en la que resultaban
asimilados y equivalentes los “mandamientos”, las “órdenes”, los “decretos”, los “acuerdos”
y bajo un modelo de autoridad pública representado por un concepto de “magistrado” en el
que resultaban igualmente incluidos y equiparados como productores de legalidad penal el
“Director del Estado”, la “Cámara de Apelación”, el “Gobernador Intendente”, los “Teniente
de Gobernador”, etc.[?]” La persistencia (en los legos pero también en los letrados, es decir,
en toda la cultura jurídica de la época) del paradigma jurisdiccional –del cual se deriva
que una antropología jurisdiccionalista como la que en su hora propuso António Manuel
Hespanha43 sea una de las vías de acceso más adecuadas para comprender estas sociedades–
es la respuesta que el autor ofrece en este breve pero contundente trabajo que no intenta
ignorar los cambios que efectivamente estaban ocurriendo, sino compensar, en todo caso,
ciertas imágenes excesivamente apegadas a ellos.44
27 Los trabajos que reúne este dossier, expuestos y discutidos gracias a una feliz iniciativa del
Grupo “Problemas y Debates del Siglo XIX” en Mar del Plata (Argentina) durante abril de
2009,45 responden a este quehacer. Su inclusión en dichas Jornadas constituye un síntoma:
como sucedió en otros congresos celebrados regularmente hace unos pocos años, en éste, el
grupo anfitrión conformó por primera vez una mesa que giraba alrededor del campo de la
justicia. Un tópico que, a la par de sus laderos en el evento –el de la economía o el de la

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política– quizás tenga todavía el aire tímido de quien recién ha llegado, pero también la íntima
convicción de haberlo hecho para quedarse.

Notas
1  El adjetivo “Rioplatense” se utiliza aquí de manera genérica para designar un conjunto que admita
trabajos historiográficos que conciernen a las coloniales gobernaciones del Paraguay, Buenos Aires y del
Tucumán, a Cuyo bajo sus diferentes denominaciones y situaciones administrativas, las gobernaciones-
intendencias creadas durante las reformas de los años 1780 y a la de los estados provinciales fruto de la
disolución del vínculo con la Metrópoli a partir de 1810. La denominación pretende facilitar la reunión
bajo una fórmula simple de estudios sobre el pasado de los territorios que integraron las “Provincias
Unidas del Río de la Plata”.
2  Balances historiográficos recientes en: Palacio, J. M. y Candioti, M. “Justicia, política y derechos
en América Latina. Apuntes para un diálogo interdisciplinario”, en Palacio y Candioti, (compiladores),
Justicia, política y derechos en América Latina, Prometeo, Buenos Aires, 2007, pp. 11-24; Candioti,
Magdalena “Historia y Cuestión Criminal. Notas sobre el despliegue de una curiosidad”, en Sozzo,
Máximo (coordinador), Historias de la Cuestión Criminal en la Argentina, Ediciones del Puerto, Buenos
Aires, 2009, pp. 7-30; Yangilevich, Melina, Crimen y castigo en la frontera (Buenos Aires, 1852-1880),
Tesis Doctoral, UNICEN, Tandil, 2007, inédita.
3  Stone, Lawrence “El Derecho”, en El Pasado y el presente, FCE, México, 1986 y Arlette Farge, Le
goût de l'archive, Éditions du Seuil, Paris, 1989. Para el mismo contexto, en un trabajo de recentísima
publicación, Naoko Seriu plantea que la consulta de los historiadores a los archivos judiciales es ya
un hábito adquirido. Naoko Seriu, « Les archives judiciaires et le terrain de la recherche historique »,
L'Atelier du Centre de recherches historiques, 05 | 2009, [En ligne], mis en ligne le 27 octobre 2009.
URL : http://acrh.revues.org/index1486.html. Consulté le 31 décembre 2009. Esto difícilmente pudiera
sostenerse diez años antes incluso en Francia, donde a finales de los 1990s se verificaba –aunque, es
cierto, con un bagaje muy sólido como punto de partida– el mismo interés que por estas latitudes.
4  Entre los primeros trabajos de historia social que interrogaron los archivos judiciales buscando las
voces de los sectores subalternos deben señalarse los de Carlos Mayo desde “Entre el trabajo y el
ocio: vagabundos de la llanura pampeana (1750-1810)”, en HISLA, XIII-XIV, 1989, pp.67-76 hasta
el más reciente Porque la quiero tanto. Historia de amor en la sociedad rioplatense (1750-1860),
Biblos, Buenos Aires, 2004. También los de Silvia Mallo, La sociedad rioplatense ante la Justicia. La
transición del siglo XVIII al XIX, Archivo de la Provincia de Buenos Aires, La Plata, 2004. Ambos,
con Osvaldo Barreneche, “Plebe urbana y justicia colonial. Las fuentes judiciales. Nota para su manejo
metodológico”, en Estudios e investigaciones, 1, UNLP, 1989, pp. 47-80. Y los tres, junto a Raúl Fradkin,
reflexionaron sobre el particular en VVAA La fuente judicial en la construcción de la memoria, DHJ–
Suprema Corte de Justicia y Universidad de Mar del Plata, 1999, pp. 583 a 602. [Reflexiones finales]).
Juan Carlos Garavaglia publicaba entonces un breve pero sustancioso artículo que perseguía y conseguía
este objetivo: “'Pobres y ricos': cuatro historias edificantes sobre el conflicto social en la campaña
bonaerense (1820-1840)”, en Entrepasados, 15, 1998, pp. 19-40 y en Rosario, el interés por las “clases
subalternas” estudiadas a través de los archivos de la justicia criminal se expresaba en el artículo de
Vilma Bidut, Elsa Caula y Nora Liñán, "Las clases peligrosas y el buen vivir. Delincuentes en el Pago
de Rosario de los Arroyos, 1820-1850", en Avances del Cesor, Año I, núm. 1, Rosario, 1998, pp. 23-43.
5  García de Valdeavellano, Luis, Curso de Historia de las Instituciones españolas, Alianza, Madrid,
1984 [1968], p. 97.
6  Tau Anzoátegui, Víctor y Martiré, Eduardo, Manual de Historia de las Instituciones Argentinas, 7ma.
Edición, Librería Editorial Histórica Emilio J. Perrot, Buenos Aires, 2005, p. 27.
7  Es cierto que, en España, por ejemplo, esto era reclamado desde la historia del derecho más dura
a finales de los años 1960s. “…la Historia de las Instituciones no sólo atiende al aspecto formal y
estrictamente jurídico de la constitución política, sino a la realidad social y económica en que aquella
se encuadra.” García de Valdeavellano, Luis Curso de Historia de las Instituciones españolas, Alianza,
Madrid, 1984 [1968], p. 98.
8  Véase la compilación de Marco Bellingeri, Dinámicas de Antiguo Régimen y orden constitucional:
representación, justicia y administración en Iberoamérica, siglos XVIII-XIX, Otto, Turín, 2000 así
como los de Jorge Gelman “Justice, état et société. Le rétablissement de l’ordre à Buenos Aires après
l’independance (1810)”, en Études Rurales, núm. 149-150, janvier-juin 1999, pp. 111 a 124 y Juan Carlos
Garavaglia, “Alcaldes de la Hermandad et Juges de Paix à Bs. As. (XVIIIe-XIXe siècle)”, en el mismo

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número de Études Rurales. En el mismo sentido, varios de los trabajos de Garavaglia reunidos en su libro
Poder, conflicto y relaciones sociales. El Río de la Plata, XVIII.XIX, Homo Sapiens, Rosario, 1999.
9  En la Argentina la historia del derecho nació y fue cultivada por décadas –y muchos sostienen todavía
que esto es lo correcto y lo deseable– casi exclusivamente por abogados. Véase Dalla Corte, Gabriela
“La historia del derecho en la Argentina o la historia jurídica como proceso”, Prohistoria, III, 3, Rosario,
1999.
10   El siguiente año (2000) con Gabriela Dalla Corte lanzamos una convocatoria alrededor de este
eje temático que registró un alto número de propuestas de publicación. Las que fueron aceptadas se
incluyeron en un número monográfico de la revista Prohistoria incluyendo textos de historiadores
argentinos y europeos que animaban por entonces investigaciones sobre historia y antropología jurídicas
–Prohistoria, V, 5, Rosario, 2001.
11  Desde 1998, Raúl Fradkin dirige investigaciones colectivas sobre este tema desde la Universidad
Nacional de Luján. Los títulos de sus proyectos (“La experiencia de la justicia: poder y sociedad en
la campaña bonaerense, 1730-1830” o “Justicia y conflictividad social rural: la campaña bonaerense
entre 1780 y 1830”) expresan tanto la adopción del ámbito de la justicia como puerta de entrada a otros
problemas mayores (el poder, la conflictividad social) en un espacio (la campaña bonaerense) así como
la adopción de una periodización que –como veremos más adelante– cuestiona la clásica de la historia
política. Los resultados pueden encontrarse en las compilaciones de Raúl Fradkin El poder y la vara.
Estudios sobre la justicia y la construcción del Estado en el Buenos Aires rural, Prometeo Libros, Buenos
Aires, 2007 y La ley es tela de araña. Ley, justicia y sociedad rural en Buenos Aires, Prometeo Libros,
Buenos Aires, 2009, en su libro La historia de una montonera. Bandolerismo y caudillismo en Buenos
Aires, 1826, SXXI, Buenos Aires, 2006, 220 pp., así como en la nuestra, Justicias y Fronteras. Estudios
sobre historia de la Justicia en el Río de la Plata, Editum, Murcia, 2009.
12  Como ya lo ha planteado Palacio, Juan Manuel “Hurgando en las bambalinas de La paz del trigo.
Algunos problemas teórico-metodológicos que plantea la historia judicial”, en Quinto Sol, Núm. 9-10,
Santa Rosa, 2005.
13  Agüero, Alejandro, “Formas de continuidad…”, en este dossier.
14  Me refiero aquí a la que acabamos de comenzar en colaboración con Melina Yangilevich con el
propósito de comparar jueces de paz de Santa Fe y Buenos Aires: “Los jueces de paz y la justicia de paz
en Santa Fe y Buenos Aires durante la primera mitad del siglo XIX: modos de hacer y culturas jurídicas
de una justicia lega.”, PICT 2008-1186 de la ANPCYT.
15   Poco de esto está terminado para los territorios rioplatenses. Las mejores páginas al respecto
surgen de análisis cualitativos y son las que Juan Carlos Garavaglia ha consagrado a los jueces rurales
bonaerenses. A las citadas ut supra agréguese las páginas dedicadas a los jueces rurales de Areco en
San Antonio de Areco, 1680 -1880. Un pueblo de la campaña, del Antiguo Régimen a la modernidad
argentina, Prohistoria Ediciones, Rosario, 2009. Ver, además, Barreneche, Osvaldo, "Jueces, Policía y
la Administración de Justicia Criminal en Buenos Aires, 1810-1850", en GAYOL, Sandra y KESSLER,
Gabriel Violencias, delitos y justicias en la Argentina, Manantial, UNGS, Buenos Aires, 2002, pp.
207-224. No existen estudios sistemáticos y prosopográficamente extensos como los de Burkholder y
Chandler (Biographical Dictionary of Audiencia Ministres in the Americas, 1687-1821, Connecticut
1977) o los de Javier Barrientos Grandón y José de la Puente Brunke para Chile y el Perú respectivamente.
José de la Puente Brunke, "Sociedad y Administración de Justicia: los ministros de la Audiencia de Lima
(Siglo XVII)", en Ius et Veritas, Año IX, Núm. 18, 1999., "Justicia e intereses particulares: el caso de
un oidor del siglo XVII", en Boletín del Instituto Riva Agüero, Nº 24, Lima, 1997, pp. 443-452.
16  Desde la historia del derecho, Zorraquín Becú, Ricardo La justicia capitular durante la dominación
española, IHDA, UBA, Conferencias y Comunicaciones, XVII, Buenos Aires, 1947, 58 pp.; una mirada
de conjunto en Tau Anzoátegui, Víctor "La Monarquía: poder central y poderes locales" y "Órdenes
normativos y prácticas socio-jurídicas: la justicia," ambos en Nueva historia de la Nación Argentina,
Tomo II, Periodo Español: 1600-1810, (Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia y Editorial
Planeta, 1999). Desde la perspectiva socioeconómica véase Zacarías Moutoukias, "Gobierno y sociedad
en el Tucumán y el Río de la Plata, 1550-1800," en La sociedad colonial, ed. Enrique Tandeter, volumen
2 de Nueva historia argentina (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 2000). Sus implicaciones para
la historia social del poder político en Barriera, Darío “La ciudad y las varas: justicia, justicias y
jurisdicciones” en Revista de Historia del Derecho, Núm. 31, Buenos Aires, 2003.
17  Garavaglia, Juan Carlos “Alcaldes de la Hermandad et Juges de Paix à Buenos Aires (XVIIIe-XIXe
siècle)”, en Études Rurales, núm. 149-150, janvier-juin 1999, pp. 99 a 110.
18   Véase al respecto Oscar Trujillo “Fieles y leales vasallos. Agentes subalternos y poder en los
Juicios de Residencia. Buenos Aires, mediados del siglo XVII” y Darío Barriera, “Conjura de Mancebos:

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Justicia, equipamiento político del territorio e identidades. Santa Fe, 1580”, ambos en Justicias y
Fronteras. Estudios sobre historia de la Justicia en el Río de la Plata, Editum, Murcia, 2009.
19  Continuidades y cambios están impecablemente analizados en Barreneche, Osvaldo Dentro de la
Ley, Todo. La justicia criminal de Buenos Aires en la etapa formativa del sistema penal moderno de la
Argentina, Ediciones Al Margen, La Plata, 2001.
20  Levene, Ricardo Historia del Derecho Argentino, Tomo I, Kraft, Bs. As., 1945.
21  Al respecto véanse las páginas que Alejandro Agüero dedica a los criterios de “conveniencia” en
la administración de la justicia penal en su libro Castigar y perdonar cuando conviene a la República.
La justicia penal de Córdoba del Tucumán, siglos XVII y XVIII, CEPC, Madrid, 2008, passim.,
especialmente p. 454.
22  Ternavasio, Marcela “Entre el cabildo colonial y el municipio moderno. Los juzgados de campaña
en el Estado de Buenos Aires, 1821-1854”, en Marco Bellingeri, Dinámicas…, cit., pp. 295-336.
23   Véase nuestro “Saberes jurídicos, quehaceres judiciales y representaciones mentales: puntos de
referencia para interpretar sus relaciones”, en Avances del Cesor, Núm. 6, Rosario, 2009, pp. 103-107.
24  Un ejemplo de estas posturas es el de Horst Pietchsmann, El estado y su evolución al principio de
la colonización española en América, trad. Angélica Scherp (México: Fondo de Cultura Económica,
1989). Hemos presentado el problema, in extenso, en "La historia del poder político sobre el periodo
temprano colonial rioplatense. Razones de una ausencia, propuestas para una agenda," Penélope: Revista
de História y Ciências Sociais 29 (2006):133-59.
25  Simpson, Lesley B., The Encomienda in New Spain. The Beginning of Spanish Mexico, California
1966.
26  Elliot, John “España y América en los siglos XVI y XVII”, en Bethell, Leslie (editor) Historia de
América Latina, Tomo II, Cambridge University Press-Crítica, Barcelona, 1990, p. 12.
27  Mario Góngora hablaba del “transplante” de la forma de gobierno. Góngora, Mario Estudios sobre
la historia colonial de Hispanoamérica, Editorial Universitaria, Santiago, 1998 (1975 en inglés), p. 94
y ss. Historiadores del derecho indiano como Alfonso García Gallo utilizaban también esta clave del
transplante, y con base en ella sostenían la continuidad entre el derecho “español” y los derechos “patrios”
latinoamericanos; véase al respecto Dalla Corte, Gabriela “La historia del derecho en la Argentina o la
historia jurídica como proceso”, Prohistoria, III, 3, Rosario, 1999, p. 149. Ricardo Levene hablaba del
transplante que los Reyes Católicos habían hecho a Indias del “derecho y las instituciones hispánicas”.
Levene, Ricardo Historia del Derecho Argentino, Tomo I, Guillermo Kraft, Buenos Aires, 1945, p. 33
y p. 109.
28  Céspedes del Castillo, Guillermo, “La organización institucional, La organización del espacio físico y
social” en Alfredo Castillero, Historia General de América Latina, Vol. III, 1, UNESCO-Trotta, Madrid,
2000, p. 30.
29  Pietchsmann, Horst, El estado y su evolución al principio de la colonización española en América,
FCE, México 1989 [1980], trad. Angélica Scherp, 247 pp.; “Les Indes de Castille”, en Le premier âge
de l’état en Espagne (1450-1700), CNRS Éditions, Paris 1989, pp. 148 a 188.
30  El diagnóstico de la anarquía fue tomado, como se sabe, de los temores de los propios protagonistas
de las revoluciones de independencia –incluso los considerados más progresistas, como Simón Bolívar.
Véase Lynch, John América Latina, entre colonia y nación, Crítica, Barcelona, 2001, Caps. VII y VIII,
y reificado por la primera historiografía profesional de finales del siglo XIX. Las clásicas imágenes del
caudillismo y la anarquía, profundamente revisadas desde los años 1990, atravesó las construcciones
historiográficas más diversas, desde las liberales hasta algunas nacionalistas, en la pluma del ya
mencionado Ricardo Levene, hasta la de Tulio Halperin Donghi (pasando por Julio Irazusta, Adolfo
Saldías y José Luis Busaniche) y la de algunos divulgadores de posiciones políticas inconciliables como
Félix Luna, José María Rosa o Jorge Abelardo Ramos.
31  Cfr. los trabajos de Geneviève Verdo con los que esta autora evidentemente dialoga: L’indépendence
argentine entre cités et nation (1808-1821), Publications de la Sorbonne, Paris, 2006 y su artículo “El
escándalo de la risa…”, incluido en Guerra, F. X. y Lempérière, Annick Los espacios públicos en
Iberoamérica. Ambigüedades y problemas. Siglos XVIII-XIX, Centro Francés de Estudios mexicanos y
Centroamericanos, FCE, México 1998, 366 pp. También Ternavasio, Marcela Gobernar la revolución.
Poderes en disputa en el Río de la Plata, 1810-1816, Buenos Aires, Siglo XXI, 2007.
32   La autora ha tratado distintos aspectos de la vida de estos agentes en otros artículos "La
reconfiguración de la elite local durante el proceso revolucionario en Mendoza (Argentina), 1810-1820.
Un análisis a partir de los funcionarios subalternos de justicia", en Secuencia, 73, México, enero-abril

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de 2009; “Notas sobre las relaciones sociales y la organización administrativa del espacio en la campaña
mendocina en los inicios del proceso revolucionario (1810-1814)”, en Mundo agr. [online]. 2008, vol.
8, n. 16, pp. 00-00. ISSN 1515-5994 y “Criminalidad y revolución. Algunas consideraciones sobre las
prácticas delictivas en Mendoza entre 1810 y 1820”, en Avances del Cesor, 6, Rosario, 2009.
33  Romano, Silvia, Economía, sociedad y poder en Córdoba. Primera mitad del siglo XIX, Córdoba,
Ferreira Editor, 2002; de la misma autora, "Instituciones coloniales en contextos republicanos: los
jueces de la campaña cordobesa en las primeras décadas postrevolucionarias", en HERRERO, Fabián
(compilador) Revolución. Política e ideas en el Río de la Plata durante la década de 1810, EC, Buenos
Aires, 2004, pp. 167-200.
34  “El equipamiento político del territorio. Del pago de los Arroyos a la ciudad de Rosario (1725-1852)”,
Darío Barriera (dir.), El poder político municipal y el gobierno de la ciudad (hasta 1930), Consejo
Municipal de Rosario, Rosario, 2009, T. I.
35  Sanjurjo de Driollet, Inés Elena, La organización político-administrativade la campaña mendocina
en el tránsito del Antiguo Régimen al orden liberal, Instituto de Historia del derecho, Buenos Aires, 2004.
36  Sanjurjo de Driollet, Inés Elena, Muy Ilustre Cabildo, Justicia y Regimiento. El cabildo de Mendoza
en el siglo XVIII. Estudio Institucional, UNCUyo, Mendoza, 1995.
37  Muy poco se parece a otros jueces de paz de otras fronteras agrarias del siglo XIX, por ejemplo,
caracterizados como verdaderos obstáculos al progreso. Véase, por ejemplo, De Marco, Miguel Ángel
(h) "El estado santafesino y la justicia de paz rural de los gobiernos conservadores, 1883-1902", Revista
de Historia del Derecho, Núm. 25, 1997, pp. 183-228.
38  Hecho señalado ya por Simona Cerutti en Giustizia Sommaria. Pratiche e ideali di giustizia in una
società di Ancien Régime (Torino, XVIII secolo), Feltrinelli, Milano, 2003.
39  De donde se sigue el recurso a otros registros donde aparecen relatados usos y abusos de estos jueces
(pleitos ordinarios, algunos expedientes civiles o correspondencia entre jueces tenientes de gobernador,
alcaldes mayores o gobernadores). Barriera, Darío “La justicia en Santa Fe durante el período colonial.
Desde la fundación de Santa Fe a la supresión del cabildo santafesino (1573-1832)”, en Hintze, Santiago
y Boni, María Pía, Historia del Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe, Suprema Corte de Justicia
de la Provincia de Santa Fe, Santa Fe, 2009 –en prensa.
40  Estudiado por Fradkin para la campaña bonaerense y por Agüero para Córdoba, en este dossier. Véase
de Raúl Fradkin “¿Misión imposible? La fugaz experiencia de los jueces letrados de Primera Instancia
en la campaña de Buenos Aires (1822-1824)”, en Justicias y fronteras…, cit., pp. 143-162.
41  Sobre el particular son especialmente claras las palabras de Bartolomé Clavero en su clásico artículo
“Institución política y derecho: acerca del concepto historiográfico de Estado Moderno”, Revista de
Estudios Políticos, Núm. 19, enero-febrero 1981, pp. 43-57. Hemos reflexionado sobre el particular en
“Por el camino de la Historia Política: hacia una historia política configuracional”, en Secuencia, núm.
53, México, mayo-agosto de 2002, pp. 163 a 196.
42  En materia penal, muy tempranamente señalado por Levaggi, Abelardo Historia del Derecho Penal
Argentino, Perrot, Buenos Aires,1978.
43  Hespanha, António Manuel Vísperas de Leviatán, Instituciones y poder político. Portugal -siglo
XVII, Taurus, Madrid, 1989; La gracia del derecho. Economía de la cultura en la Edad Moderna, Centro
de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.
44  Sobre las resistencias despertadas por este enfoque, véase Schaub, J-F “Historia colonial de Europa.
De Civilización a barbarie”, en Istor, 16, 2004, pp. 45-71.
45   Los trabajos de las otras secciones de este encuentro fueron publicados en Ayrolo, Valentina –
compiladora– Economía, Sociedad y Política en el Río de la Plata del siglo XIX. Problemas y debates,
Prohistoria Ediciones, Rosario, 2010.

Para citar este artículo


Referencia electrónica
Darío G. Barriera, « Justicias, jueces y culturas jurídicas en el siglo XIX rioplatense »,  Nuevo
Mundo Mundos Nuevos [En línea], Debates, 2010, Puesto en línea el 23 marzo 2010. URL : http://
nuevomundo.revues.org/59252

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Darío G. Barriera
ISHIR-CESOR, CONICET – UNR, República Argentina.

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Resumen / Abstract

 
Este trabajo intenta ubicar las contribuciones incluidas en el dossier en el marco de los estudios
que abordan específicamente la historia de la justicia rioplatense así como en la contribución
que éstos comportan para comprender los cambios institucionales y sociales de la primera
mitad del siglo XIX en el área.
Palabras claves :  justicia, historia social, siglo XIX, Río de la Plata, cultura jurídica

 
This paper considers the contributions included in the dossier “Justicias, Jueces y Culturas
Jurídicas…” in the frame of the studies on history of the justice of the River Plate region as
well as in the contribution that these propose to understand the institutional and social changes
of the first half of the 19th century in the area.
Keywords :  justice, social history, Rio de la Plata, legal culture, 19th Century
Licence portant sur le document : © Tous droits réservés

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