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sociales de la violencia en
el marco del conflicto
colombiano
Vólmar Pérez Ortiz
Defensor del Pueblo
Autores
Gloria Elena Rodríguez García
Asesora
Unidad de Atención Integral a Víctimas
Wilson Herney Chavarro Jiménez
Psicólogo
Unidad de Atención a Víctimas
Regional Meta
Diseño
Iván Mauricio Delgado Riveros
Diagramación e Impresión
Imprenta Nacional de Colombia
ISBN: XXXXXXXX
4. Reflexiones finales............................................................................................. 35
Bibliografía................................................................................................................... 37
Bibliografía................................................................................................................... 71
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
PRESENTACIÓN
5
I. MEMORIA Y REPRESENTACIONES
SOCIALES DE LA VIOLENCIA
7
EN EL MARCO DEL CONFLICTO
COLOMBIANO
Introducción
ción de los efectos psicológicos y físicos y las pretensiones que las víctimas tienen frente
al proceso. La información allí recogida es valiosa en cuanto a las características sociales,
y culturales de las víctimas, la dinámica de los hechos y las consecuencias en los afecta-
dos. Así mismo, la entrevista se constituye como un elemento pasivo (Jelin 2001:62) de
memoria y, por tanto, susceptible de ser interpretada.
lación del sujeto con el medio circundante, dando elementos para que este logre establecer
una diferenciación y una autoidentificación en las dinámicas de los procesos sociales. En ese
sentido, y apartándose de las definiciones meramente neurológicas, es importante determi-
nar la relación entre memoria individual y la memoria colectiva o social como resultado de
procesos subjetivos y de unión de subjetividades, analizar las dinámicas que surgen entre
estas desde el marco cultural y la posibilidad de construir distintas interpretaciones, ya sea
para su olvido o para su remembranza.
La memoria del sujeto tiene como sentido su identificación y la de su entorno, gracias a su
10 capacidad psíquica de olvidar y recordar, y que la memoria colectiva también tiene dinámicas
que les permite a los actores activar o “desactivar” eventualidades. En el texto “Los trabajos
de la memoria”, Elizabeth Jelin establece: “lo colectivo de las memorias es el entretejido de
tradiciones y memorias individuales, en diálogo con otros, en estado de flujo constante, con
alguna organización social –algunas voces son más potentes que otras porque cuentan con
mayor acceso a recursos y escenarios– y con alguna estructura, dada por códigos culturales
compartidos” (2001:61) Esta aseveración permite analizar la apuesta teórica de la autora de
estos dos conceptos, la cual es focalizada hacia una actividad cíclica de la memoria individual
y la memoria social o colectiva, donde las dos están presentes en las representaciones sociales
y culturales de las sociedades, de tal forma, que la dicotomía propuesta en tiempos anteriores
sobre la exclusión de un término u otro para explicar los fenómenos de la memoria queda
relegada por una propuesta basada en la interrelación de estos dos conceptos en las prácticas
sociales. Por lo tanto, es importante reflexionar sobre lo que se olvida y lo que se recuerda y
aun más determinante, cómo se decide qué se olvida y la necesidad de hacerlo y cómo lo que
se recuerda puede contribuir al fortalecimiento a las políticas de silenciamiento.
“Estas nuevas estructuras de grupos ilegales que se están formando, desde que los grupos de los parami-
litares se desmovilizaron… son nuevos actores y fuente de amenaza y los que están generando el despla-
zamiento de la población y la incorporación de niños y niñas, jóvenes y aun antiguos desmovilizados”4.
Este panorama se traduce en la consecución de una política del silencio por medio
del terror, donde la memoria de estos eventos son integrados desde el pasado en
presente. Sin embargo, hay una renuencia por parte del gobierno y de algunos secto-
res de la población de aceptar la situación actual del conflicto, donde se toma como
argumento el recordar que se realizó una desmovilización y se efectuo la entrega de
armamento. Como es de notar, este proceso es señalado en el presente de diferentes
formas, como un evento positivo y/o negativo del cual se puede inferir que la me-
moria colectiva no es homogénea, que de acuerdo con la lectura realizada al marco
social y cultural se olvida y recuerda de una forma u otra: “Incluso en este caso, aun
cuando existiera un corpus de recuerdos constitutivos de la memoria colectiva de
una sociedad dada, las secuencias de evocación de estos recuerdos estarían obliga-
11
toriamente diferenciadas individualmente, simplemente porque los individuos no
piensan todos las mismas cosas en el mismo momento (Candau, 2001:65).”
Desde la jurisprudencia vemos una clara política del recuerdo que insta necesariamen-
te a olvidar, ya que por un lado legitima la veracidad y valor histórico al testimonio
procesal del postulado, y por el otro, si la víctima no puede probar su condición por
la imposibilidad de ser escuchada y la dificultad de obtener las pruebas exigidas, sus
recuerdos sobre los hechos son silenciados y por ende olvidados, por lo menos en
términos del contexto nacional y global. Así pues, recordar también implica olvidar,
en aras del interés por formular iniciativas de memoria es indispensable considerar e
indagar sobre qué recuerdos se quiere trabajar, de tal forma que se plantee la pregunta
qué se recuerda y qué se olvida, y tener como base una reflexión sobre los significados
sociales de la memoria, y así cuestionar en qué medida la memoria es dependiente
de la política y la cultura de acuerdo a cada situación particular. En oposición a la
aceptación de este escenario, además de consideraciones propias de las metodologías
aplicadas y la situación de conflicto, se han desarrollado propuestas regionales y lo-
cales que buscan identificar la verdad de los acontecimientos desde las víctimas, y al
mismo tiempo, recordar a las miles de personas a quienes se les violaron sus derechos.
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE COLOMBIA
2. CARACTERIZACIÓN DE LAS
VÍCTIMAS: REPRESENTACIONES
SOCIALES Y SUS APLICACIONES 13
llamar la atención sobre la posibilidad de hacer análisis que permitan efectuar la caracteri-
zación de las víctimas, a través de una mirada hacia los contenidos de la entrevista, articula-
do con los relatos, y los contextos regionales con el objetivo de obtener una visión general
del paisaje social e identificar las conceptualizaciones colectivas del conflicto.
En el marco establecido se encontró que la edad promedio de personas a las que se les
aplicó la herramienta es de 49 años, el 88% son mujeres y el 12% restante son hombres
(ver gráfica 1). Como vemos, la población prevista para este análisis está compuesta
mayoritariamente por mujeres respecto a los hombres, las cuales denuncian casos de
desaparición forzada de hijos, asesinatos de esposos, etc., como eventos de gran impor-
tancia en la afectación emocional del sujeto y de la familia, y que tiene unas implicacio-
nes sobre los roles que estos sujetos tienen en el contexto familiar y social.
Género Gráfica 1
12%
Mujer
Hombre
88%
Las actividades laborales y/u oficios a los que se dedican los denunciantes tienen la
misma característica, es población campesina que se focaliza hacia el desempeño de
labores en el campo tales como la agricultura, la ganadería y otros oficios relacionados
que en la mayoría de los casos buscan proveer un autosostenimiento del grupo familiar.
En el caso del desplazamiento forzado, la estabilidad familiar se ve comprometida, te-
niendo en cuenta que son grupos que dependen del campo para mantener una actividad
económica basada en el autosostenimiento, generalmente se ven obligados por el temor
y las necesidades a dirigirse hacia las periferias de las grandes urbes, afectando las con-
diciones presentes y futuras de varias generaciones de colombianos. El desplazamiento
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
forzado genera una “pérdida de bienestar” (Ibáñez, 2006), que se manifiesta desde el
momento inmediato de la migración hasta la continuidad de la misma situación. Se
pudo identificar que las víctimas relacionan los acontecimientos con la toma de nuevas
decisiones frente al miedo de ser objetivo de una represalia por parte de los agresores.
Por tanto, los roles de los integrantes de la familia y de los sujetos frente a la comunidad
se vieron alterados. En el caso de homicidio, la mujer o el hijo mayor del grupo familiar
son quienes generalmente inician su vida laboral y remunerada como consecuencia de
la ausencia del padre, de esta forma los roles que venían desempeñando madre e hijo se
alteran para tomar control sobre el espacio dejado por el esposo.
15
Es así, que la representación social de la ausencia de un miembro de la familia por
razón de la violencia sistemática se configura como la responsabilidad de alguno de
los miembros por tomar el rol de padre. De tal forma que las actividades asignadas a
los sujetos que integran el núcleo familiar o en dado caso, en la familia extensa, sufren
una transformación, en una dinámica donde se reasignan y se crean tareas y roles que
se ajusten al nuevo contexto económico, social y cultural.
Como un esfuerzo por hacer evidente el escenario real de las víctimas y sus familiares, las
crisis por las que atraviesan de forma individual y en conjunto, es importante ver cómo en
la mayoría de los casos tras los hechos de violencia, las personas se ven obligadas a cambiar
de actividad, siendo las mujeres quienes se ven más afectadas, además porque proporcional-
mente son quienes más recurren a la Defensoría del Pueblo para denunciar.
Las mujeres generalmente cambian su actividad doméstica por un oficio que genere ingre-
sos, ya que en vista de la ausencia de la persona que proveía en el hogar, deben suplir las
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE COLOMBIA
necesidades del grupo familiar. El cambio de los roles y de la división del trabajo también es
perceptible en una situación de desplazamiento, donde el costo de vida es significativamente
mayor por el hecho mismo de movilizarse de una dinámica socioeconómica y cultural a las
dinámicas propias de las urbes que no están en capacidad para absorber a los campesinos
dentro de la oferta de mano de obra (Ibáñez: 2006).
No
95%
Sí
89% No
Al igual que los cambios en el desarrollo de roles sociales, las afectaciones socioeconó-
micas, es pertinente evaluar cómo es el impacto del conflicto en las redes sociales. El
objetivo de observar esta variable es el de transformar las metodologías comúnmente
utilizadas en el acercamiento a la comunidad y a las víctimas, ya que al considerarse
como el desarrollo de una práctica sociocultural nos brinda elementos que permiten
particularizar estos procesos para llevarlos a un mejor desarrollo, de tal forma que se
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
ajusten a las necesidades propias de cada comunidad y así lograr un mejor proceso
de reconstrucción del tejido social y restablecimiento de la confianza en la institucio-
nalidad del Estado. Como es visto, el efecto negativo de los hechos ante la realidad
cotidiana se visibiliza en los relatos del entrevistado, mediante el cual manifiesta que
debido a los acontecimientos sus relaciones ser vieron afectadas en tres niveles: el
primero es el de la familia, el segundo está relacionado con los amigos y el tercero
con la comunidad (Gráfica 6). No obstante, es necesario observar cómo ocurre la
ruptura entre estas redes sociales, ya que la cuantificación porcentual que se presenta
actúa como un soporte, pero que no es en sí una lectura que dibuje los eventos más
17
importantes. Dentro de las descripciones dadas en las entrevistas, las víctimas dieron
cuenta que dependiendo de la situación en que se ven tras los sucesos, son los sujetos
y las familias las que se alejan de la comunidad y de los amigos o a la inversa.
Gráfica 6
Afectación negativa
de las redes sociales
En este sentido, vale la pena preguntarse por la casuística que condicionó la deci-
sión de dividir en dos tipos la ruptura de los lazos de confianza, que se da a partir
de los hechos y si esto pasa en todos los casos. Frente al primer cuestionamiento
se puede decir que al conocer los distintos casos, se pudo identificar fuertemente
estas tendencias, ya que los sujetos indicaban en sus respuestas que en algunas
ocasiones eran las víctimas quienes se alejaban consciente o inconscientemente
de los tres grupos sociales establecidos, y que en otras era su familia, amigos y
comunidad quienes tomaban distancia; respecto a la segunda pregunta, se pude
decir que siempre que un hecho de estos ocurre causa traumatismos; sin embar-
go, no siempre este traumatismo tiene un impacto del todo negativo, es decir, así
como encontramos que efectivamente se produjeron distanciamientos entre las
redes sociales que rodeaban a las víctimas, también se encontró que el impacto
tuvo el efecto contrario en alguno de los grupos. Ciertos casos mostraron que
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE COLOMBIA
las relaciones afectadas eran las que las víctimas mantenían con los amigos y la
comunidad, y por el contrario, las relaciones con la familia se fortalecieron, por lo
menos lo que respecta al núcleo familiar. En seguida se hace referencia al Cuadro
No. 1, donde se encuentran mencionados los elementos que fueron identificados
en el análisis realizado.
Cuadro No. 1
Es evidente cómo el conflicto marca y deteriora las relaciones sociales de las comu-
nidades, dejando como resultado un estado de vulnerabilidad basado en la ausencia
de la toma de decisiones de fondo que permitan confrontar los problemas sociales
que se traducen en las atrocidades de la guerra. Pensar en la reestructuración social,
económica y política como soluciones definitivas al conflicto, haría que el intricado
camino hacia la reconciliación nacional no sea un efímero, y sea posible convertir-
lo en las bases que cimenten procesos reales de paz. Por ahora el escenario no es
muy prometedor, pero tampoco es una imposibilidad para formular espacios que
generen procesos de reparación y reconstrucción del tejido social, como lo son las
19
iniciativas de memoria.
Gráfica 7
Reparación simbólica y
participación en procesos
de memoria y divulgación
20 de los acontecimientos
34%
Sí
No
66%
traumas físicos y psicológicos como consecuencia del delito”6, de igual forma, es apenas
perceptible que las garantías de no repetición de los hechos no son algo que se
pueda cumplir en la actualidad, una muestra de ello es que en las visitas a terreno,
los pobladores hicieron referencia a que aún sienten miedo porque la violación a
sus derechos permanece latente, tras la configuración de grupos armados que uti-
lizan las mismas estrategias de silenciamiento. La pregunta que surge es por qué y
cómo emprender procesos sociales de recuperación de la memoria en un contexto
de conflicto, ante esto podemos citar un aparte que nos indica en el contexto que
en Colombia se realizan estos procesos: hacer memoria como una forma de resistencia.
21
Las narraciones figuran como una ruta hacia el conocimiento del pasado en el presen-
te, en ellas encontramos senderos transitados por aquellos que han huido de la guerra,
caminos que recorren la geografía de lo traumático, rutas que se caminaron para co-
municar lo innombrable. En cualquier caso, las narraciones y las múltiples formas de
interpretar la existencia de sus rutas, muestran la importancia de su contenido como
un sustrato para entender las representaciones sociales del conflicto, las dinámicas
24 colectivas latentes y su relación transversal con la génesis y el desarrollo del conflicto.
Resulta conveniente indicar que la diferencia entre los lenguajes mencionados es inde-
fectible, y que una u otra forma de referir el conflicto resulta en sí problemático, porque
suscita inquietudes que dan paso a indagar sobre sus usos o aplicabilidad y los contextos
en que estos son utilizados, presentados o impuestos. En este sentido, es preciso señalar
alrededor del conjunto de procesos en que se ha buscado dar cierta solución al con-
flicto7, si no es total, cómo se ha forjado todo un sistema clasificatorio provisto de un
vocabulario específico, los cuales se han puesto en conocimiento alrededor del mundo,
constituyendo así todo un proceso de globalización8, que trasgrede las particularidades
culturales y sociales, y que tiene efectos en distintos niveles desde su implementación,
su producción y reproducción. A la luz de estos planteamientos lo que se pretende es
analizar los alcances de los usos de estos lenguajes en términos de las representaciones
sociales y su relación con la reconstrucción de la memoria, en el contexto actual del con-
flicto colombiano e indagar sobre cómo el lenguaje utilizado por las instituciones puede
La mayoría de esto relatos tienen una estructura similar, están divididos en tres partes,
la primera habla sobre la actividad a la que se dedicaba la víctima y su familia antes de
que ocurrieran los hechos; la segunda parte narra las condiciones particulares del lu-
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gar, cronos y forma en que sucedieron los acontecimientos, y la tercera concluye con
una descripción de la situación emocional y económica del narrador. El valor de estos
relatos es altísimo en dos sentidos; por un lado está relacionado con la intención de la
estrategia psicojurídica de hablar sobre lo sucedido en un escenario donde se cuenta con
el acompañamiento de un psicólogo que tiene entre otras cosas, la disposición para
apoyar a un sujeto en un momento de crisis tras la denuncia de violaciones a los dere-
chos humanos; y por el otro, la narración se inscribe como un elemento constitutivo
de un primer paso de acercamiento con la comunidad para iniciar reconstrucciones
de la memoria a nivel local.
NORTE DE SANTANDER
Mujer de 43 años
PUTUMAYO
El desarrollo económico de la región ha sido por la explotación del petróleo y por la
siembra y comercialización ilegal de la coca. Esta zona ha sido dominada por la guerrilla
de las Farc durante muchos años, aunque en los años 2004 y 2005 se inició una arre-
metida paramilitar ejecutando distintas masacres y asesinatos selectivos. Entre estas la
historia reconoce la Masacre de Guadualito, municipio del Valle del Guamuez, entre el
15 y el 20 de agosto de 2004 , nueve personas asesinadas; Masacre en la Iglesia Pentecos-
tal de Puerto Asís, 4 de septiembre de 2004; Masacre de la Balastrera, municipio de San
29
Miguel-La Dorada, 7 al 24 de noviembre de 2004; muerte selectiva de un líder, amenaza
y desplazamiento forzoso a 40 comerciantes y familiares que participaron en la moviliza-
ción contra los paramilitares el 28 de enero de 2005, en La Dorada-San Miguel; asesinato
contra la Fiscal de la Hormiga, Susana Castro Luna y el Capitán Fabio Aya Navarro,
Comandante del V Distrito de Policía, 28 de abril de 2005; Masacre de la Balastrera, 29
de julio de 2005, fue denunciada incursión al resguardo indígena de San Marcelino; el
18 de octubre de 2005, maltrato al gobernador indígena y desaparición de seis personas,
dos menores de edad, generó el desplazamiento de 14 familias hacia Ecuador.9
CAQUETÁ
Este departamento ha tenido presencia de los grupos guerrilleros de las FARC desde
los años setenta. En los ochenta, los narcotraficantes y estos grupos guerrilleros hi-
cieron un acuerdo para mantener el control sobre la producción y comercialización de
cultivos ilícitos; no obstante, estos acuerdos se rompieron posteriormente y se inició
la creación de los grupos Autodefensas que buscaban quitarle a la guerrilla el terreno
ganado y defender los intereses de los narcotraficantes. Durante las disputas constan-
30 tes entre estos grupos armados han dejado como resultado silenciamientos, miedos y
muertes de miles de personas.
Mujer de 47 años
META
MAGDALENA
Esta región tiene una posición geopolítica de gran importancia, los grupos guerrilleros
de las FARC y ELN han tenido permanente presencia en esta zona, debido a las con-
diciones geográficas favorables para controlar corredores de desplazamiento y tráfico
de droga. A partir del año 2000 los grupos de autodefensa iniciaron su incursión a lo
largo del departamento en cabeza del Bloque Calima, Frente Cacique Calarcá, Frente
Pacífico y Farallones, tomando el control de las rutas del narcotráfico y arremetiendo
contra la población en las recordadas masacres como la del Naya, Candelaria, Alaska, 33
entre otras. Los efectos de la guerra dejaron como resultado cientos de desapariciones
forzadas, desplazamiento, asesinatos entre otras violaciones a los derechos humanos.
URABÁ ANTIOQUEÑO
La región del Urabá se caracteriza por reunir en diferentes puntos intereses econó-
micos y políticos los cuales han generado una situación de conflicto permanente. La
explotación agroindustrial de los cultivos extensivos de banano, y ahora de Palma
Africana, la presencia de la guerrilla desde los años sesenta, los grupos de autodefensa
durante la década de los ochenta y la constante pugna entre los carteles del narco-
tráfico, se constituyen como agravantes de la situación de seguridad y estabilidad de
34 la región, actuando como defensores de intereses entorno al control territorial y a la
masiva producción de banano causando grandes perjuicios a la población civil. La
lucha por el monopolio de la tierra y la producción bananera ha estado ampliamente
relacionada con las alianzas y patrocinios entre multinacionales, ganaderos y grupos
de autodefensa que por medio de la aplicación de métodos de violencia han dado
como resultado la destrucción del tejido social en esta región. Eventos violatorios a
los derechos humanos como masacres, homicidio, desplazamiento forzado, desapari-
ción forzada han sido mecanismos ampliamente utilizados para desarraigar y silenciar
a la población que ha habitado las tierras productivas.
4. REFLEXIONES FINALES
35
Reflexiones finales
tiene de la realidad social. Así, es posible pensar con
claridad qué se quiere hacer, a qué nos enfrentamos
individual y socialmente, con la finalidad de tomar
decisiones sobre cómo actuar frente a las iniciativas
de memoria que se formulan para la construcción
del futuro por medio de la evocación del pasado.
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Revista Antípoda No. 4. Ed. Uniandes. Bogotá. 2007.
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
Narrativas visibles
tejido social (AVRE, 2008). Adicionalmente una caracte-
rística fundamental del hecho violento en un conflicto
interno como el que sufre Colombia, es que busca no
dejar registro del daño causado y de los delitos come-
tidos, reduciendo así la posibilidad de que los perpetra-
dores sean castigados y generando en las comunidades
un vacío histórico y unas dinámicas sociales donde la
verdad brilla por su ausencia.
Hablar de la verdad que cuentan los agresores en los tribunales, puede contemplar lo
que es la guerra desde un punto de vista estratégico, pero esa verdad es inhumana e in-
digna para quienes se han visto afectados por los delitos, es una verdad con propósito
40
probatorio dentro de un proceso judicial y no una verdad que repare emocionalmente
a los sobrevivientes y a los familiares de las víctimas del conflicto armado.
Adicionalmente, en muchas ocasiones el victimario que en una versión libre está ha-
blando sobre los delitos que ha cometido, se refiere a estos con tal naturalidad que
termina por transgredir la integridad moral de los familiares sobrevivientes al penetrar
en sus recuerdos y alterar la memoria sumando prejuicios y acusaciones injustificadas
al ser querido ausente. Muchos familiares de víctimas dicen que no creen en lo que se
dice en las versiones libres, y afirman que la verdad de la que se han enterado a través
de estas audiencias es peor que la verdad anterior, y más aún, muchos de estos familia-
res manifiestan que escuchar a los desmovilizados mentir tanto y tan descaradamente
lo único que asegura es la continuación de la injusticia y la impunidad.
Lo anterior aplica para los casos en los que se puede establecer un responsable y hay
algún postulado desmovilizado que esté reconociendo que el hecho es de su autoría
o de la del grupo armado al que pertenecía; sin embargo, en la mayoría de ocasiones
lo que sucede es que los sobrevivientes y familiares de las víctimas son sometidos a
agotadoras jornadas de Versiones Libres y después de tener que escuchar cómo el vic-
timario relata, en una actitud para nada altruista, docenas de homicidios, deben volver
a su casa sin haber podido aclarar los hechos de los cuales fueron víctimas.
Si bien, la voz de los victimarios puede ser un elemento fundamental de los procesos de
investigación, estos intentos de reconstruir la verdad no son suficientes. En Colombia la
Fiscalía General de la Nación actualmente es la entidad oficial encargada de avanzar en
el proceso de reconstrucción de la verdad desde la voz de los victimarios y a través de
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
este proceso se busca fortalecer los procesos de Justicia Penal en el marco de la Ley de
Justicia y Paz. Sin embargo, es preciso reconocer que la voz de las víctimas no puede ser
ignorada, y si bien los recuerdos de estas víctimas, cargados de emociones y subjetivida-
des, no se pueden utilizar en los estrados judiciales, sí permite remendar y fortalecer la
dignidad y los lazos de coexistencia en una comunidad violentada por la guerra. (Reate-
gui, 2008) No se trata tampoco de que uno de los dos procesos sea más importante que
el otro, se trata de que los dos sean absolutamente necesarios.
Valga aclarar que la Ley de Justicia y Paz colombiana abre la posibilidad para que me-
canismos no oficiales de la verdad se den de manera complementaria a las estrategias
que para el caso nuestro, la Fiscalía General de la Nación viene desarrollando
“Los procesos judiciales que se adelanten a partir de la vigencia de la presente ley no impedirán que
en el futuro puedan aplicarse otros mecanismos no judiciales de reconstrucción de la verdad”. Artículo
7º Ley 975 de 2005.
Narrativas visibles
que ellas mismas lideren estos procesos o mecanismos no judiciales, antes de eso se debe
trabajar con las mismas comunidades que han sido violentadas para que pierdan el miedo a
contar lo que sucedió y para que se vuelvan a articular como una red de apoyo y de trabajo
colectivo. Es decir, desde un marco de trabajo de acompañamiento psicológico, antropoló-
gico, histórico y sociológico, se deben desarrollar estrategias de intervención que permitan
disminuir el efecto que la violencia ha traído a la comunidad, para posteriormente, a partir de
las narrativas individuales ayudar a construir ese gran mosaico que es la memoria histórica.
Podemos entender el “hacer memoria”, como una acción humana dirigida a contribuir en
un proceso de construcción colectiva de la verdad sobre un hecho que ha tenido un im-
pacto positivo o negativo sobre una sociedad o comunidad. Consiste en el ejercicio de re-
cordar colectivamente algo que sucedió, conversar sobre esos hechos, dar un significado al
recuerdo e inmortalizar para la humanidad las conclusiones sobre ese ejercicio de recordar.
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE COLOMBIA
A través de un proceso de memoria se puede determinar quién hizo qué a quién, cuándo,
cómo y dónde, pero también se puede abrir espacio para dar a conocer las subjetividades,
reflexiones y sufrimientos personales que se han tenido como consecuencia de los
hechos que se están recordando (Reategui: 2008).
Llegar a aclarar lo sucedido sobre un hecho violento tiene grandes implicaciones tan-
to a nivel individual, como a nivel colectivo en una sociedad. Por ejemplo, conocer
exactamente lo que sucedió nos puede servir para iniciar un proceso judicial contra el
responsable de los hechos, buscando hacer justicia y evitando que se repita lo mismo
con otra persona. También hablar sobre la verdad, especialmente desde el punto de
vista de las víctimas, puede tener un efecto terapéutico y de reconocimiento social
que le puede alivianar las consecuencias del trauma causado por el hecho violento, y
de igual forma le permite a la víctima, por ejemplo, reivindicar su buen nombre y el
de su familia, y obtener un reconocimiento social como sobreviviente del conflicto.
A nivel colectivo también las consecuencias de conocer la verdad son variadas, ya que
puede permitir la generación de procesos de cambio cultural, la construcción de iniciati-
vas de reparación simbólica al interior de las comunidades e iniciativas de paz, y a exigir
a nivel político la restitución de la dignidad y de los derechos que hayan sido vulnerados.
Los diferentes modelos teóricos que abordan el tema de la Memoria Histórica hoy
en día se refieren a dos mecanismos a través de los cuales en una sociedad se reali-
zan ejercicios de reconstrucción de la verdad: Búsquedas Oficiales de Memoria y las
iniciativas No Oficiales.
Por otro lado las iniciativas no oficiales de Memoria Histórica “...por su amplitud espacial,
tienden a ser memorias locales antes que memorias de alcance nacional o regional; por su amplitud
cronológica (y por derivación, temática) tienden a ser memorias de un caso circunscrito a un tiempo
fragmentario; por los agentes que la llevan a cabo, tienden a ser memorias de las víctimas dirigidas
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
hacia las víctimas y eventualmente, en perspectiva reconciliadora, hacia los vecinos no víctimas o hacia
los perpetradores.” (Reátegui, 2008) Estas iniciativas las adelantan principalmente entida-
des no gubernamentales y asociaciones de víctimas en el plano de lo local.
Desde comienzos del año 2009 se han venido desarrollando diferentes actividades
con comunidades de los municipios de San Martín, Cumaral, Granada, Villavicencio,
Puerto Gaitán y Puerto López, que han permitido recoger un material lleno de vi-
vencias sobre la forma en que desde las familias y comunidades se han afrontado los
hechos violentos en el marco del conflicto sociopolítico del país.
Narrativas visibles
las familias que a diario son víctimas del fuego cruzado, al igual que busca generar una
cultura de paz basada en la divulgación y construcción colectiva de la verdad histórica
desde la voz de las víctimas.
de Introspección Regional
en su complejidad, y el que las víctimas se reconozcan
como parte de un contexto y de una historia, facilitará
la generación de nuevos proyectos de vida individuales
y comunitarios, y gestará por sí mismo iniciativas de co-
lectivas encaminadas a exigir el restablecimiento de la
dignidad de estos grupos, antes ignorados y aislados por
la violencia sociopolítica.
Fragmentos
“Es muy injusto que personas como estas anden por el mun-
do sin que nadie los juzgue de nada...
Los días pasan y pasan y las hojas del calendario van cayen-
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
do, pero los recuerdos quedan y son difíciles de olvidar, pues los seres
queridos siempre están en la memoria.”
de Introspección Regional
A los diecisiete años las malas amistades (los paras) em-
pezaron a enredarlo. Se lo llevaron una y otra vez y yo con la
ayuda de Dios lo traía de nuevo a casa. Cuando eso ellos eran
los dueños y señores de este pueblo y hacían lo que bien les pare-
cía. Como a los muchachos les ofrecían esta vida y la otra y los
engañaban tan sagazmente, una noche él se comprometió con ellos
y se fue.
Pensamos que hay que tenerles más miedo a las personas que
de Introspección Regional
mos por televisión marchas por la paz, porque nosotros conocemos
ese dolor que se siente estar con un ser querido así. Esto es para
fuertes. Pareciera que esta gente que hace esto no tuviera mamá,
hijos, familia, tampoco corazón.
Algo que me impresionaba era pensar en un niño frente a
una guerra o frente a la muerte causada por un disparo o por un
arma blanca o qué sabemos, frente al miedo, un niño en tan tempra-
na edad enfrentado a algo tan determinante. Cuando como padre
pensamos esto nos duele mucho.
La acción de recordar el pasado siempre involucra una acción de recrear. Nunca se re-
cuerda el pasado tal cual como sucedió, sino que se vislumbra bajo el marco de las subje-
tividades que realizan el ejercicio de memoria. Así, la acción misma de recordar depende
de la forma y el momento en el que se evocan los hechos, y el significado o sentido que
se le da al recuerdo es susceptible de variar a lo largo del tiempo. (Burke: 1993).
50
La experiencia de hacer memoria mediante acciones simbólicas precisas como las que
se vienen adelantando desde el proyecto de Narrativas Visibles, ha permitido recono-
cer las subjetividades que hay detrás de las historias de vida, las vivencias y aprecia-
ciones personales sobre lo ocurrido. Así mismo, a través de los eventos públicos de
Vigilia para las Víctimas se ha construido un espacio anteriormente inexistente en el
cual interactúan las subjetividades de las víctimas, las subjetividades de la comunidad
violentada y la de aquellos a quienes no los ha tocado la violencia.
Reátegui (2008) reconoce que las acciones de memoria de carácter no oficial, dentro
de la cual podemos incluir a Narrativas Visibles “...tienen una valencia específica en
cuanto que están hechas de recuerdo subjetivo directo, y también de intersubjetividad,
y están impregnadas de carga afectiva, que a la larga es un componente central del
pasado y, sobre todo, de los lazos entre pasado, presente y futuro.”
Fragmentos:
de Introspección Regional
Quisiera que todo esto fuera una pesadilla y ya despertar.
Anónimo, San Martín, 2009.
él era el que veía por la mamá en ese momento y por unos hermanos.
Ya se imaginarán que consecuencias trajo esa tragedia.
de Introspección Regional
en mi estómago, fue un dolor indescriptible, como si me clavaran mil
agujas en el cuerpo. Un dolor tan desesperante que me sentía morir
a cada frenazo que hacía el vehículo en el viaje, viaje que me parecía
que duraba una eternidad.
54
Yo me sentía tan impotente al ver el dolor de esa madre y de
las hermanas, al ver que ellos no aparecían me daba tristeza, al ver
cómo su hija deseaba que su padre regresara.
... pero nadie sabe el dolor que yo estoy sintiendo porque nin-
guna madre le desea un mal a un hijo, siempre quiere lo mejor no
importa lo que piensen los demás o digan. Sólo Dios sabe la verdad
y ojalá que Dios les dé su recompensa y no tengan que sentir el dolor
que estoy sintiendo yo de ver que no pude ni siquiera ver a mi hijo
por última vez porque me lo entregaron en un ataúd sellado.
Para mí como para todas las madres, mis hijos son lo más sa-
grado y mi esposo se ha sumergido en una tristeza muy grande, y eso
es otro tormento que le suma uno a tanto dolor que lleva por dentro.
Ahora somos una familia incompleta y triste porque faltan
mis dos hijos. No sé como vaya a superar este dolor tan grande.
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
Sólo me queda vivir con mis dos hijitos y mi esposo, por que
ellos me necesitan como yo los necesito a ellos, y que Dios haga
su santa voluntad.
de Introspección Regional
Anónimo, San Martín, 2009.
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
2. NARRATIVAS VISIBLES, UN
EJERCICIO CONTRA EL OLVIDO
57
Fragmentos
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“Todavía no pierdo mis esperanzas de volverlos a ver, porque yo
siento que están vivos. En mis oraciones le pido a Dios, que donde se en-
cuentren me los cuide, por que es tanta la tristeza, que no paro de llorar.”
No me ha sido posible olvidar esa pesadilla que pasó.
Los días pasan y pasan y las hojas del calendario van cayen-
do, pero los recuerdos quedan y son difíciles de olvidar, pues los seres
queridos siempre están en la memoria.
Dios mío, cuánto daño nos hacen sin razón alguna. Hoy que
nos toca revivir todo lo que hemos pasado se nos llenan de lágrimas
los ojos y la cabeza de recuerdos inolvidables que nunca volverán.
Yo lo único que les pido a las personas que algún día lean
estas palabras, es que nunca se olviden de nosotros.
60
Anónimo, San Martín, Meta, 2009.
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
3. NARRATIVAS VISIBLES Y EL
EJERCICIO DE MATERIALIZAR
LO INTANGIBLE
61
hechos en los cuales resultó muerto uno de sus amigos de infancia. El hecho sucedió
en el municipio de Granada, alrededor del año 2005, se tuvo conocimiento sobre lo
sucedido a través de lo contado por la familia de un joven menor de edad que había sido
reclutado por la guerrilla. En esta narrativa, el niño único testigo de lo sucedido, cuenta
de una sola frase y sin tomar aliento, todo lo que pasó; el segundo texto es una crónica
de la Vigilia para las víctimas desarrollada en el municipio de Puerto Gaitán, un hecho
simbólico que no pertenece a la memoria de nadie, sino que por el contrario, pertenece
a la memoria de todos.
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CUENTO
CRÓNICA
En este día se van a terminar los preparativos de la Vigilia, y para tal fin se han or-
ganizado varios comités: comité de entrega de invitaciones y confirmación del padre
Rodolfo de la Pastoral Social quien realizará la oración al día siguiente; comité de
66 elaboración de frases, pancartas y tableros de fotos; y el comité de preparación del
alimento. Antes de que cada comité inicie las labores propias a su nombre, todos se
han reunido para definir los relatos que se van a leer al día siguiente. La conclusión es
consensual: ninguna de las familias que han construido las Narrativas van a leer, estas
van a ser entregadas a funcionarios y autoridades locales y regionales para que ellos
las interpreten en público en el evento de Vigilia para las Víctimas. Todos manifiestan
ansiedad y temor por la cercanía de la vigilia.
Cada comitiva ha comenzado sus tareas, todos opinan, discuten y actúan. Tres meses
antes algunos de ellos no se conocían, ahora todos trabajan hacia un mismo objetivo, el
evento de Vigilia donde se leerán públicamente sus relatos. No hay alguno de ellos que
pueda decir que ha sentido más dolor que los demás, todos han sufrido las consecuen-
cias de la violencia, todos se ponen en el lugar de los otros. No hay peleas ni discusiones
en su actuar, pareciera haberse tejido entre ellos un aire de hermandad y solidaridad.
La comitiva del alimento ha decidido preparar un sancocho con cuatro gallinas, mien-
tras que los encargados de las invitaciones han comenzado a visitar diferentes entida-
des del municipio para convocar a la Vigilia. El tercer comité ha decidido preparar las
pancartas, primero propusieron las frases y luego comenzaron a dibujarlas y después
a pintarlas con vinilos. También unas mujeres comenzaron a organizar las fotos y
prendas personales de los familiares asesinados y desaparecidos, las cuales serían ex-
puestas al día siguiente en un altar simbólico. Aun hay muchas dudas, de dónde se va
a iniciar la marcha dónde se va a poner la tarima, cuál va a ser el orden de la lectura
de los relatos, entre otros. Cada una de estas dudas se va resolviendo como equipo.
Al cabo de unas horas de trabajo los miembros del comité de alimentación avisan al res-
to del grupo que el sancocho ya está listo, todos acuden a la olla comunitaria a recibir su
porción. La temperatura en el municipio es de 37 grados centígrados aproximadamente
y alrededor de la olla se sube unos grados más. Cada uno recibe su plato entre un poco
de sudor, hambre y cansancio. En este momento las sonrisas sobran. Todos comen,
conversan y hacen bromas: quién es el que más come, quién sacó la presa más grande, a
quién no le salió mazorca… “venga Fabio y compartimos la mía que es la más grande”.
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
Después del almuerzo la jornada de trabajo ha terminado para la mayoría. Cada co-
mitiva ha cumplido su misión: ya se entregaron las invitaciones, el padre Rodolfo ha
aceptado acompañar al grupo en la noche de Vigilia y las autoridades municipales ya
están todas enteradas del evento. Ya se hicieron cuatro carteles grandes y también se
colocaron las fotografías de los familiares sobre cartones para marchar con las imá-
genes al día siguiente. Algunos dicen que van a hacer más carteleras en la casa con
la ayuda de los hijos. Ya todos han almorzado sancocho, han repetido los que han
querido y algunos han empacado un poco para llevar a la casa.
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Ha llegado el día de la Vigilia. Son las siete de la mañana del día 9 de octubre de
2009. Un carro de la alcaldía de Puerto Gaitán ha sido acondicionado para realizar el
perifoneo. Dos amplificadores de voz han sido colocados en el techo del vehículo y
desde dentro dos personas han comenzado a invitar a la población a participar en la
marcha y en la Vigilia. Se andan todos los barrios. El sol inclemente comienza a calen-
tar intensamente desde las primeras horas de la mañana. Cuando el vehículo pasa por
la casa de alguno de los participantes, estos se asoman y levantan la mano saludando.
Mientras tanto en el polideportivo del barrio Popular se está armando la tarima y los
equipos de amplificación del sonido. Dos funcionarias de la Defensoría del Pueblo
disponen las sillas, organizan el altar y la ofrenda floral. También alistan las tres pa-
lomas blancas que van a ser liberadas en la Vigilia como símbolo de paz y esperanza.
La actividad no tiene precedentes, nunca en Puerto Gaitán se había hablado abierta-
mente sobre estos acontecimientos y mucho menos del dolor de los familiares de las
víctimas, parece como si allí nunca hubiera pasado nada. Se acerca la hora y las per-
sonas comienzan a llegar al punto de encuentro: el Juzgado Municipal. Las familias
llevan en sus manos fotos ampliadas de sus seres queridos. Todos portan una camiseta
que dice “Nunca Olvidaré - Tengo Raíces pero también Alas.”
Se comienza a agrupar la gente, las personas que han escrito los relatos llevan a sus
familias; ellos son los protagonistas de la noche, este es su día. También han llegado
los bomberos, la defensa civil, el personero municipal con su secretaria, la secretaria
del alcalde del pueblo, funcionarios de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, ob-
servadores de la Misión de Apoyo al Proceso de Paz de la Organización de Estados.
DEFENSORÍA DEL PUEBLO DE COLOMBIA
Comienza la marcha. Son las 06:20 p.m., cerca de doscientas personas caminan por las
calles de Puerto Gaitán. La tarde ya es oscura y sobre la marcha resplandecen las velas
encendidas que los caminantes llevan en sus manos, así como también replican los pitos
que llevan en sus bocas, simulando una nube de luciérnagas y grillos acompañan la mar-
68 cha. La gente sale de las casas a ver qué está pasando. Por el camino algunas personas
se vinculan a la marcha, otras sólo observan expectantes las fotos de las víctimas y los
carteles que dicen: Puerto Gaitán dice que no se repita, José Vicente Rojas Desaparecido
- queremos saber la verdad, Dios clamamos a ti por nuestros seres queridos.
Se atraviesa todo el pueblo para llegar hasta el barrio Popular, allí ya los están espe-
rando. Los familiares de las víctimas se sientan en el centro del lugar, las entidades y
autoridades que asistieron lo hacen alrededor. Analía Córdoba2, quien tiene a su hijo
desaparecido, da el discurso de apertura:
Todas las personas que participaron escribiendo las narrativas se pusieron de pie y
caminaron hasta la parte de adelante del lugar, se abrazaron y liberaron las palomas
blancas. Los aplausos no se hicieron esperar. 69
El Padre Rodolfo llegó con una guitarra a entonar una canción de Reconciliación, Paz
y Esperanza. Después dirigió unas súplicas a los grupos armados de la región para que
detengan la barbarie de una vez por todas, para que no sigan asesinando y desapare-
ciendo a personas inocentes. Luego dio la bendición a todos los participantes y una
voz de apoyo a todos los familiares de las víctimas.
Acá comenzó la lectura pública de los relatos, quince en total. Había una disposición
total de escucha, cada uno de los lectores voluntarios intentaba leer de la manera más
respetuosa y sentida el testimonio que le había sido entregado. Uno de los participan-
tes pidió que le leyeran el testimonio por segunda vez.
Para cada quien el evento transcurría diferente, los familiares de las víctimas por
primera vez sentían que su voz estaba siendo escuchada y por primera vez se es-
taba prestando atención a lo que ellos querían decir desde que fueron arrebatadas
la vida y la dignidad de sus familiares, haciendo un homenaje. Ellos estaban apor-
tando a la memoria histórica, no en el sentido de aportar pruebas a un proceso
judicial, sino dando cuenta del daño que les habían causado y de su dolor, con el
propósito tácito de sensibilizar a quienes no han sido víctimas de la violencia y de
evitar que los hechos se repitan.
más eran los lectores voluntarios, quienes tenían el reto de interpretar ante el público
presente, el testimonio escrito por otro.
La lectura terminó y así comenzaba la clausura del evento: la marcha final. Luego de
compartir un agua de panela, cada uno tomó una vela y la encendió, los niños pre-
sentes tomaron el arreglo floral y lo montaron sobre sus hombros como si se tratara
de un ataúd. Así comenzó la marcha hacia el puente del río Manacacías, desgraciada-
mente famoso porque desde allí arrojaban los cadáveres para borrar la evidencia de
asesinatos y torturas. Los ríos Manacacías, Yucao y el río Meta son testigos de cientos
de muertes cuyos cuerpos fueron sepultados bajo sus caudalosas aguas.
Cerca de las 11:00 p.m. se inició esta marcha final con aproximadamente cien personas.
La solemne caminata atravesó los lugares de diversión nocturna de Puerto Gaitán y las
personas que allí estaban asomaban la cabeza desde las tabernas para observar a las víc-
timas caminar nuevamente por las calles del pueblo ahora con destino al río Manacacías.
¿Qué pensarían?, no sabemos, pero lo que sí hicieron fue interrumpir un momento su
actividad para prestar atención a esas personas que estaban allí caminando.
Una vez sobre el puente todas las voces en voz alta y al unísono pregonaron:
Cada uno tomó una flor y la arrojó a las aguas de río, las velas las colocaron sobre
las barandas del puente y se abrazaron los unos a los otros. Unos se fueron, otros
se quedaron contemplando las aguas, y a pesar del miedo y el temor que tuvieron al
comienzo, en este momento, al final de la Vigilia para las Víctimas del Municipio de
Puerto Gaitán, se sentía en el ambiente el olor del deber cumplido, la dicha de haberle
ganado al miedo a contar, y la alegría de encontrar tantos oídos atentos.
Memoria y representaciones sociales de la violencia en Colombia
BIBLIOGRAFÍA
Avre. “Impacto Colectivo de la Violencia Socio política”. Revista Lecturas de la Corpora-
ción Avre. Bogotá: 2008.
Bibliografía