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FILOSOFÍA?
1. La filosofía como búsqueda de
conocimiento
2. La filosofía como
preocupación ética
Los filósofos de todos los
tiempos han atendido la
dimensión ética del hombre
proponiendo ideales y modelos
de vida; incluso, la obra global
de determinados pensadores no
se acaba de entender bien si no
se reconoce la preocupación
ética y política de fondo. Y en
momentos de crisis y transformación social, la actividad
filosófica ha acentuado o se ha reducido a propuestas éticas.
Siempre, más allá de la búsqueda de conocimiento o del afán de
saber, se ha filosofado sobre como vivir bien y como convivir
en este universo que nos acoge. Desde Kant, en el siglo XVIII,
la aspiración a una ética racional, con unos mínimos
universalmente aceptados, sigue siendo uno de los objetivos de
la actividad filosófica. Pero en un mundo con diferentes
civilizaciones y con pluralidad de racionalidades dentro de cada
civilización, ¿qué es lo que puede fundamentar una "ética
mínima"?
Las repercusiones globales de determinadas tecnologías o de
determinados comportamientos nada ecológicos han llevado a
sugerir y a argumentar la conveniencia de fundamentar en el
pacto o en el consenso una ética mínima, unos valores o
disposiciones universales. Diferentes filósofos actuales se han
centrado en la necesidad del diálogo y del consenso como
procedimiento por en obtener pautas éticas.
3. La filosofía como actividad crítica
Desde su paso fundacional, el paso del mito al logos, la filosofía se
ha ido constituyendo como actividad crítica. Los grandes maestros
de la sospecha y de la denuncia -Marx, Nietzsche y Freud- han
reforzado esta dimensión y, en el siglo XX, la crítica ha
caracterizado a diferentes filosofías porque, como afirma Popper,
«no hay mejor sinónimo para racional que el de crítico». Una
racionalidad que ha operado en diferentes ámbitos: ha criticado las
pretensiones de la ciencia mostrando los límites y debilidades de las
conjeturas científicas; ha criticado el aparato tecnológico
mostrando los desequilibrios y desarraigo que genera en relación a la
naturaleza y los otros hombres; ha criticado el poder y sus
excesivos afanes controladores; ha criticado los propios errores y
carencias.
La autocrítica de la razón ha estimulado dos respuestas en
direcciones contrarias. Por un lado, entendida como crítica de la
modernidad y sus valores, ha abierto camino al que se ha llamado
pensamiento posmoderno, una aceptación de la debilidad del
pensamiento a la hora de fundamentar valores. Pero, por otro lado, la
autocrítica de la razón ha estimulado respuestas que, más allá de
la crítica, no se hallan carentes de una perspectiva utópica, a
saber, de objetivos arraigados y emparentados con el afán
emancipador de Kant: salvar la libertad personal, la igualdad entre
las personas, la solidaridad, en una palabra, que la persona sea un
fin en ella misma y no un medio.