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Cada uno de los 15 tipos de plantas comestibles que constituyen el 90 % del alimento y la energía
que se consume en el mundo han sido modificados extensamente y han pasado por hibridaciones,
cruces y modificaciones a lo largo de los milenios por parte de innumerables generaciones de
agricultores decididos a obtener sus cosechas de la manera más efectiva y eficiente posible.
Hoy, la biotecnología constituye una promesa para consumidores que buscan calidad, seguridad y
sabor en sus alimentos preferidos; para los agricultores que buscan nuevos métodos para
incrementar la productividad y la renta de sus explotaciones; y para quienes, desde el gobierno o
instituciones privadas, tratan de terminar con el hambre en el mundo, asegurar la calidad del
medio ambiente, preservar la biodiversidad y promover la sanidad y la seguridad de los alimentos.
INGENIERÍA GENÉTICA
en los protocolos de selección, se suele aplicar una presión selectiva que favorece el
crecimiento del tipo de mutantes buscados, en detrimento del resto de
microorganismos
en los protocolos de rastreo (screening, en inglés) crecen todos los microorganismos,
pero se pueden identificar las variantes deseadas sobre la base de que presentan
ciertas características que las diferencian de las demás
la mezcla de genomas mediante fenómenos de sexualidad, o parasexualidad (las
bacterias no tienen sexo, pero algunas tienen fenómenos parasexuales como la
conjugación, que se pueden aprovechar para transferir material genético de unas cepas a
otras).
los programas de mejora suelen ser muy largos y tediosos, y a menudo no dan los
resultados deseados
el efecto principal de la mutagénesis es originar mutaciones aleatorias en el organismo,
la mayor parte de las cuales son negativas para su supervivencia, o empeoran algunas de
sus características originales. Raramente se dan mutaciones que conducen a la aparición
de propiedades nuevas positivas, y en todo caso, el proceso de su búsqueda es a menudo
muy complicado. Además, incluso cuando se selecciona un tipo estimado adecuado, a
menudo presenta otras mutaciones que son negativas (p. ej., haciendo que crezca más
lentamente, o que sea más sensible a factores ambientales)
lo anterior obliga a trasladar la mutación "positiva" a un fondo genético distinto
(normalmente una cepa silvestre o que ya había sido seleccionada como buena en un
programa anterior). Esto complica y alarga la mejora genética, e incluso en algunos
organismos no se logra la adecuada introgresión de ese rasgo en la cepa deseada.
frecuentemente los organismos seleccionados para la producción acumulan mutaciones
desconocidas que no se caracterizan
muchos microorganismos industriales carecen de ciclos sexuales, lo que dificulta e
incluso impide transferir rasgos útiles de modo sencillo, dejando como única alternativa
la mutagénesis y selección
en las especies dotadas de sexualidad, la mejora por recombinación genética está
limitada al cruce entre razas de la misma especie, o de especies compatibles
Aunque la Genética es la base de toda la Biología, su desarrollo como ciencia es de los más
tardíos. Veamos esquemáticamente algunos eventos esenciales para entender el
surgimiento de la tecnología del ADN recombinante:
Tras la "Edad de Oro", empiezan a surgir algunas sorpresas que desafiaban ideas
fuertemente establecidas:
Los genes eucarióticos son "discontinuos": están compuestos por una alternancia de
segmentos que entrarán a formar parte del ARNm maduro (exones) y segmentos que se
eliminan (intrones). Este proceso de maduración del ARN se denomina corte-y-empalme
(splicing).
Algunos virus (retrovirus) poseen material genético de ARN, que es convertido a ADN
por una enzima llamada reversotranscriptasa.
Se confirman los tempranos (y semiolvidados) estudios de Barbara McClinctock: hay
segmentos del material genético capaces de moverse de un lado a otro de los genomas
(elementos genéticos transponibles). El material genético es más dinámico y cambiante
de lo que se había sospechado.
Pero aparte de estos avances básicos, a finales de los años 60, seguía pendiente de
plasmación una de las expectativas abiertas por el descubrimiento de la estructura del
ADN: ¿cómo llegar a "tocar" el ADN?, ¿cómo estudiar cada gen por separado, aislándolo
físicamente de los demás?, ¿cómo determinar su secuencia de bases?
Sin embargo, para estudiar genes había que ser capaces de aislarlos uno a uno a partir del
cromosoma, que es demasiado grande para su manipulación inmediata. Pero no se habían
descubierto nucleasas específicas capaces de cortar en puntos determinados del ADN para
generar fragmentos discretos y homogéneos. Ante este estado de cosas, algunos líderes de
la Edad de Oro, consideraron que los problemas básicos de la biología molecular estaban
resueltos, y decidieron migrar a otras áreas de conocimiento (biología del desarrollo,
neurobiología, etc).
Como tantas veces ocurre en la ciencia, fue una humilde línea de investigación básica la que
abrió definitivamente el camino a la manipulación del ADN:
5'-G´GAACC-3'
3'-GGTTG´G-5'
Muchas de estas restrictasas cortan en cada cadena en lugares separados del centro
geométrico de la diana (como en el ejemplo anterior), de modo que generan extremos
protuberantes.
Los extremos protuberantes de distintos fragmentos de ADN generados con la misma
restrictasa (incluso de fragmentos de especies distintas), tienen tendencia, al
mezclarlos, a emparejarse entre sí por puentes de hidrógeno (siguiendo las reglas de
emparejamiento A-T y G-C).
Si ahora añadimos la enzima ADN-ligasa a la mezcla de fragmentos de ADN de orígenes
diferentes, se repararán los enlaces fosfodiésteres. Esto es lo que realizaron por
primera vez Mertz y Davis en 1972, y enseguida se dan cuenta de que ello podía
constituir la base para la producción de moléculas recombinantes in vitro, con material
genético de diferentes especies.
Pero este ADN recombinante, generado en el tubo de ensayo, es inerte, no es más que
una macromolécula híbrida que por sí sola no hace nada.
Si queremos que el ADN recombinante haga algo, hay que introducirlo en células vivas
que sean capaces de expresar su información genética.
Vamos a ilustrar el concepto de la ingeniería genética con el caso bastante fácil de lograr
bacterias que hospeden nuevas combinaciones de ADN:
Partimos de ADN que queremos aislar y estudiar: vamos a llamarlo ADN pasajero
Por otro lado, necesitamos un vehículo genético para transportar y replicar ese ADN: lo
llamamos vector. Los vectores son igualmente moléculas de ADN con capacidad de
replicarse por sí mismos o de insertarse una vez que se introducen en el organismo
adecuado. He aquí una lista de lo que debe poseer idealmente un vector genético:
Así, pues, el "retrato robot" de un experimento de I.G. podría ser como sigue:
1. Se corta por separado el ADN del organismo a estudiar y el ADN del vector con la
misma restrictasa, de modo que se generan extremos compatibles entre sí
(mutuamente cohesivos).
2. Se juntan ambos ADNs y se les añade ADN-ligasa: de esta forma, las uniones entre
ADN pasajero y ADN del vector se sellan covalentemente, generándose moléculas
híbridas (quiméricas o recombinantes).
3. Ahora hay que introducir las moléculas generadas en el organismos huésped. En el
caso de bacterias se recurre a una técnica sencilla denominada transformación, que
permite la entrada del ADN a través de las envueltas del microorganismo.
4. Finalmente, hay que localizar las bacterias que han captado y han establecido
establemente las moléculas híbridas. A menudo este es el paso más laborioso, pero
el hecho de que el vector posea uno o varios genes de resistencia favorece al menos
la eliminación de las bacterias que no han recibido ADN del vector: basta añadir al
medio de cultivo el antibiótico para el que el vector confiere resistencia. Para
localizar los transformantes recombinantes, muchos vectores incorporar un gen
marcador que produce alguna sustancia coloreada. Si insertamos el gen a aislar
dentro de ese marcador, lo rompemos, por lo que las colonias bacterianas no
producirán la sustancia coloreada, sino que permanecen incoloras o blancas.
5. El resultado del experimento es la obtención de al menos una colonia (clon) de
bacterias que portan la combinación buscada de vector con el inserto de ADN
pasajero. Se dice entonces que hemos clonado (=aislado) dicho ADN.
El primer experimento de este tipo lo realizaron en 1973 Stanley Cohen y Herbert Boyer
en la Universidad de California. Se vio que era factible hacer toda clase de experimentos
en los que se recombina ADN de organismos totalmente diferentes (bacterias, plantas,
animales).
Una vez que se ha clonado un gen o trozo de ADN, hay que caracterizarlo lo más
detalladamente posible:
Lo primero que se suele hacer es realizar un "mapa físico". Para ello, muestras
independientes del ADN clonado son sometidas a distintas enzimas o combinaciones de
enzimas de restricción, y los fragmentos resultantes se separan por tamaños usando la
electroforesis en gel de agarosa con la sustancia fluorescente bromuro de etidio,
revelándose en forma de bandas visibles bajo luz UV. A partir de los tamaños de las
bandas generadas por las distintas enzimas y combinaciones de enzimas, es posible
ensamblar el rompecabezas del fragmento, determinando un mapa donde se van
colocando las localizaciones relativas de las distintas dianas de las restrictasas.
A partir de la subclonación de fragmentos del trozo original, es posible, en algunos
casos, ir adjudicando funciones a cada subfragmento, lo cual va generando en paralelo un
"mapa genético".
El último nivel (el más detallado) de caracterización física es la misma secuenciación del
ADN.
En los primeros tiempos se usaba sobre todo el "método químico" de Maxam y Gilbert
Pero el más usado actualmente es el método de terminación de cadena mediante
didesoxinucleótidos (método enzimático de Sanger).
Una modificación del método de Sanger permite la secuenciación automática mediante
lectura fluorimética computerizada.
No cabe ninguna duda de que la técnica más revolucionaria de los últimos 15 años ha sido la
reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que ha dado nuevas alas a la propia Ingeniería
genética y a toda la biología molecular. Fue inventada por Kary Mullis a mediados de los
años 80.
La cantidad de partida puede ser minúscula (<1 microgramo de ADN genómico). De hecho
se puede amplificar a partir de una sola molécula de molde.
El empleo de ADN-polimerasas termorresistentes, como la Taq (procedente de la
bacteria Thermus aquaticus descubierta junto a los géiseres de Yellowstone), evita
tener que añadir polimerasa nueva en cada ciclo de amplificación.
detección de mutaciones
Biotecnología en la salud
Antibióticos
A finales del siglo pasado, Pasteur y Koch establecieron firmemente la teoría microbiana de la
enfermedad, y con ella el diagnóstico y el tratamiento científico (algo que hoy nos puede
parecer obvio, pero que en su momento fue revolucionario; antes de ella, las causas atribuidas
eran de lo más peregrino, incluyendo influencias sobrenaturales, defectos del carácter de los
enfermos, castigo divino por pecados propios o de los antepasados, etc.).
El principal medio para tratar las enfermedades infecciosas durante el último medio siglo han
sido los antibióticos. Contamos con unos cien de utilidad terapéutica. Antes de los antibióticos
se recurría principalmente a hierbas. Pero nuestro arsenal ha aumentado. Hace unos pocos
años, técnicas que hoy son rutinarias (p.ej. vacunación) resultaban de ciencia ficción. Muchas
de las que hoy parecen lejanas pueden estar a la vuelta de la esquina. Y con ellas, puede venir
de la mano el diagnóstico, la curación y la prevención de enfermedades, especialmente
aquellas producidas por infecciones, o las derivadas de trastornos metabólicos o, incluso, el
propio cáncer.
La biotecnología del antibiótico es un importante capítulo dentro de nuestro tema. Las cuatro
principales clases de antibióticos con que contamos (penicilinas, tetraciclinas, cefalosporinas y
eritromicinas) representan un volumen comercial anual de varios miles de millones de dólares.
Tras la identificación de la penicilina, se abrió la caza del microbio por dos razones. La primera,
búsqueda de más agentes antibióticos para tratar mejor las enfermedades. La segunda, a
causa de las resistencias que comenzaban a detectarse. De hecho, la resistencia a los
antibióticos es una preocupación principal hoy. Muy pronto de vio que enfermedades comunes,
que respondían bien al tratamiento antibiótico, dejaban de hacerlo a los pocos años. De hecho,
el propio uso de un antibiótico estimula la existencia de cepas resistentes. En 1945, Giuseppe
Brotzu identificó en un albañal un hongo del género Cephalosporium: producía na amplia gama
de sustancias que mataban a las bacterias. De entre ellas, en 1953, se obtuvo la cefalosporina.
Su utilidad, podía matar a las bacterias que comenzaban a mostrar resistencia a la penicilina.
Se podía lograr lo mismo con penicilinas semisintéticas (modificadas químicamente). Ambas,
penicilina y cefalosporina, son ð-lactamas, sustancias que interfieren con la construcción de las
paredes bacterianas. El alarmante aumento de resistencias hace que no cese la búsqueda de
nuevos antibióticos.
La mayoría de los antibióticos no son proteínas, por lo que no constituyen productos genéticos
directos. En realidad, se forman a partir de un precursor y una ruta metabólica que lo procesa.
Así, se puede recurrir a la ingeniería genética para producir antibióticos modificados, alterando
las enzimas que los fabrican, aunque supone una tarea más ardua que hacerlo con una
proteína concreta.
Con tales metodologías, también es de esperar una sustancial mejora en la seguridad de las
vacunas existentes que emplean virus completos atenuados, lo que siempre comporta un
riesgo.
Pero hay una enfermedad vírica muy especial, el sida. Del VIH se sabe ya su estructura
genética, y se investigan diversas proteínas como diana para vacunas.
Los virus no son los patógenos que más muertes causan, sino los protozoos. Además, éstos,
inducen una pésima calidad de vida en los enfermos, que habitualmente viven en países
tropicales, del Tercer Mundo. Así, el mayor beneficio que la biotecnología aportaría a la
humanidad sería mitigar esa plaga. Entre tales males destaca la malaria, con 300 millones de
casos actualmente. Aunque había retrocedido gracias al empleo de sustancias terapéuticas
contra Plasmodium e insecticidas contra los vectores, asistimos hoy a un resurgir de la
enfermedad por las resistencias que van apareciendo. El problema que presenta la vacuna es
la enorme capacidad que tiene Plasmodium de mutar sus antígenos, lo que inutiliza tanto las
defensas naturales como las artificiales. La línea que suscita más entusiasmo (y controversia)
es la vacuna de M. Patarroyo, que parece ser eficaz en un 40% de los casos (el 40% de 300
millones es mucho). Además de la malaria, también están los tripanosomas, con la enfermedad
del sueño (T. gambianun y T. senegalense) y el mal de Chagas (T. cruzi), ambas mortales a
menos que sean tratadas. Otros tripanosomas causan graves pérdidas ganaderas. Pese a su
capacidad de mutar, se cuenta con sustancias biotecnológicas eficaces, aunque todavía en
cantidad insuficiente. La lehismaniosis, causada por Lehismania donovani, afecta a 100
millones de personas en las regiones más cálidas del planeta, llegando incluso a Europa
meridional. La enfermedad puede revestir muchas formas, usualmente leves, aunque el kala-
azar es mortal. No existe vacuna eficaz; el tratamiento, con compuestos a base de antimonio,
tiene efectos secundarios indeseables, pero el uso de liposomas dirigidos con anticuerpos
monoclonales da un gran resultado: por un lado hace más eficaz al fármaco, y por otro permite
reducir las dosis y, por consiguiente, los efectos secundarios.
Uno de los que más ha avanzado gracias a la tecnología, aparte de los anteriormente
expuestos, es la bioluminiscencia. Se basa en la mezcla de la sangre con la sustancia a
analizar, un enzima que intervenga sobre ella con gasto de NADH, el propio NADH y luciferasa
(dependiente de NADH). Tras mezclar los tres primeros componentes, la cantidad de NADH
habrá variado desde una concentración inicial conocida. La concentración final se puede
valorar en función de la luz emitida al añadir luciferasa.
Se ha puesto a punto este método para triglicéridos, alcohol, diversas hormonas y ácidos
biliares (indicador de daño hepático).
Hormonas y proteínas
La ingeniería centra su atención en tres tipos de sustancias: las que ya contamos con una
fuente de producción, pero que se busca abaratar o mejorar la producción; las de reconocido
valor médico pero cuya producción es aún insuficiente para la demanda; las que quizá puedan
ser útiles pero se ha de contar con cantidades mayores previamente, para poder ensayarlas.
Entre las hormonas polipeptídicas encontramos ejemplos paradigmáticos de los tres casos
(insulina, hormona del crecimiento y factor de crecimiento nervioso, respectivamente). Y las
deficiencias a la hora de sintetizar hormonas polipeptídicas están entre las enfermedades
hereditarias más comunes que afectan a la población.
Las endorfinas, como agentes analgésicos, podrían ser más seguras y útiles que las drogas de
origen vegetal que se emplean contra el dolor.
Entre las hormonas esteroides, se emplean microorganismos como parte del proceso de
obtención, logrando que el producto final (cortisona, estradiol, testosterona, etc.) sea más
barato y seguro.
De la misma manera la albúmina (de la cual se emplearon más de 200.000 Kg en 1990, para
operaciones quirúrgicas y en el tratamiento de golpes y quemaduras) y varios factores de
coagulación sanguínea son objetivos biotecnológicos declarados.
Enfermedades hereditarias
Cada persona porta, como promedio, casi una docena de genes defectuosos, habitualmente
silenciosos. Pero pueden manifestarse como enfermedad genética (siempre si son dominantes
como la Corea de Huntington , en homocigosis si son recesivos como la fibrosis quística y en
los machos si están ligadas al sexo como la distrofia muscular de Duchenne ). Se conocen dos
centenares de problemas hereditarios más o menos comunes. A veces la biotecnología puede
aportar los enzimas que faltan, bien directamente el producto, bien el gen para que sea el
cuerpo quien fabrique lo necesario (terapia de sustitución génica). En este último caso, el
obstáculo mayor es, no la inserción del gen, sino que se someta a un mecanismo de control de
su expresión que sea adecuado. El primer intento con cierto éxito se llevó a cabo en 1990.
Cáncer
Se agrupan porque afectan a los adultos y ancianos de sociedades industriales. Ambas tienen
una serie de causas muy diversificadas, aunque sus manifestaciones son comunes. En el caso
del cáncer, el problema estriba en el descontrol de la proliferación en algún grupo celular. En el
caso de enfermedades cardiovasculares, un fracaso en los parámetros hemodinámicos, que
conduce a falta de nutrientes en algún tejido. Es una tarea descorazonadora seguir todas las
advertencias respecto al estilo de vida para no sufrir cáncer o enfermedades cardiovasculares.
La evitación de un tipo de riesgo parece conllevar necesariamente otro.
Para la curación del cáncer hay abiertas diferentes líneas biotecnológicas, que, si bien se
incrementa a velocidad de vértigo la cantidad de dichas líneas, la celeridad con la que se
incorporan a la terapéutica normal no es tanta. Uno de los primeros objetivos fueron los
interferones. De ellos se ha hablado como la panacea, pero la realidad es que nadie ha
demostrado que puedan curar forma alguna de cáncer. Sí que alivian algunos (linfomas,
melanoma y de mama). Uno de los mayores problemas a la hora de su síntesis es que muchos
de ellos cuentan con azúcares en su estructura; para que las bacterias los incluyan en el
interferón necesitarían un amplio equipo enzimático al efecto. Por fortuna, los interferones que
carecen de glúcidos pueden ser sintetizados sin mayor obstáculo.
Enfermedades cardiovasculares
Se produce una enfermedad de este tipo cuando aparece coagulación anormal en venas o
arterias, al desequilibrarse el sistema natural que regula tal proceso. Un enzima producido por
las bacterias del género Stretococcus, la estreptocinasa, se emplea para disolver coágulos en
extremidades y pulmón. Pero plantea dos problemas: como toda sustancia bacteriana despierta
respuesta inmune, lo cual rebaja su actividad; y es inespecífico, por lo que conlleva el riesgo de
provocar hemorragias. Por ello, como fármaco de elección, se prefiere la urocinasa, un enzima
humano con similar actividad. El inconveniente es que se obtiene de la orina o de cultivos de
células renales, ambos procesos muy caros (su producción mueve 150×106 $ anuales en
Japón, su principal productor), lo que ha motivado muchas investigaciones con su clonación
como objetivo; se logró, finalmente, en 1990, pero envuelta en un halo de secreto comercial.
Más específicos son los plasminógenos activadores hísticos, sustancias que se unen al
coágulo y estimulan con ello la acción de otros constituyentes sanguíneos para disolverlo, sin
reducir la facultad de coagulación general, es decir, sin el riesgo que plantean los enzimas
anteriores.
Trasplante de órganos
Pero los fármacos que, como la ciclosporina, inducen tolerancia inmunológica artificial, tienen el
inconveniente de debilitar la resistencia contra diversas infecciones, especialmente víricas. El
interferón, administrado simultáneamente, pude contribuir a reducir el riesgo.
Además, la selección previa del órgano a trasplantar mediante sondas de ADN o anticuerpos
monoclonales que elijan aquel con un MHC lo más compatible posible con el del receptor,
permitiría reducir la cantidad de fármaco administrado, y con ello sus indeseables efectos
secundarios.
RIESGOS DE LA BIOTECNOLOGÍA
Introducción
Cualquier gran tecnología tiene profundos efectos, con consecuencias sociales, económicas y
políticas no del todo deseables. Como en biotecnología es posible elegir qué hacer de entre un
abanico de opciones, hay que admitir que la ética está presente en ella, y que todo elemento
biotecnológico es también una decisión social, económica o política.
Agricultura
Los riesgos ecológicos más serios que presenta el uso comercial de cultivos transgénicos son:
expansión de cultivos transgénicos, la cual amenaza la diversidad genética al simplificar los
sistemas de cultivos y promover la erosión genética; potencial transferencia de genes de
Cultivos Resistentes a Herbicidas (CRHs) a variedades silvestres o parientes semidomésticos,
lo cual puede originar supermalezas; CRHs transformados en malezas; transferencia
horizontal, mediada por vector o recombinación, que cree nuevas razas patógenas;
recombinación de vectores que generen variedades más nocivas del mismo, sobre todo en
plantas transgénicas diseñadas para resistencia viral en base a genes vírales, plagas de
insectos de rápido desarrollo con resistencia a los cultivos que contienen la toxina de Bt; uso
masivo de la toxina de Bt en cultivos puede desencadenar interacciones potencialmente
negativas que afecten procesos ecológicos y a organismos benéficos.Evaluar los impactos
potenciales de la biotecnología agrícola en función de sus metas (agricultura socialmente más
justa, económicamente viable y ecológicamente apropiada) es oportuno: se han aprobado más
de 1.500 pruebas de campo de cultivos transgénicos, pese a que en la mayoría de los países
no existe regulación sobre bioseguridad para tratar con los problemas medioambientales
derivados de liberaciones accidentales al medio. Quizá la presión para ganar mercados y
aumentar las ganancias estén empujando a las compañías a poner rápido en circulación
cultivos transgénicos, sin considerar apropiadamente los impactos a largo plazo en personas o
ecosistemas.
Aunque un cierto grado de uniformidad de los cultivos puede tener ciertas ventajas
económicas, cuenta con dos inconvenientes ecológicos. Primero, la historia muestra que una
gran área cultivada con un solo cultivo es muy vulnerable a un nuevo patógeno o plaga. Y,
segundo, el uso extendido de un solo cultivo lleva a la pérdida de la diversidad genética.
La difusión de variedades modernas, que fue una de las banderas de la Revolución Verde, ha
sido importante causa de erosión genética, al animar a los agricultores mediante campañas
gubernamentales masivas a adoptar dichas variedades, abandonando muchas de las locales.
La uniformidad causada por el aumento del área de cultivo de un número más pequeño de
variedades es una fuente de riesgo si surge una plaga o una enfermedad, y si las condiciones
climáticas de un año para el crecimiento de dicha variedad no son las adecuadas. Dada su
naturaleza monogénica y la rápida expansión del área bajo su cultivo, los cultivos transgénicos
solo exacerbarán estos efectos.
Los defensores de los CRHs indican que éstos permiten al agricultor simplificar la gestión de
malezas al usar un único herbicida de amplio espectro que se descomponga relativamente
rápido en el suelo. Candidatos con tales características incluyen glifosato, bromoxinil,
sulfonilurea, imidazolinonas, etc. Sin embargo, en realidad el uso de cultivos resistentes a los
herbicidas probablemente aumentara el uso de herbicidas así como los costos de producción.
También es probable que cause serios problemas medioambientales. Las razones son las
siguientes.
Resistencia a herbicidas
Esta bien documentado que cuando se usa un único herbicida reiteradamente sobre un cultivo,
las oportunidades de que se desarrolle resistencia en las malezas se incrementa. Sulfonilureas
e imidazolinonas son particularmente propensas a ello. Además, dada la presión de la industria
para aumentar las ventas, la superficie tratada con herbicidas de amplio espectro se extenderá,
exacerbando la resistencia. Aunque el glifosato es considerado menos propenso para
desarrollar resistencias, el incremento proyectado de su uso generará resistencias, sólo que
más lentamente, algo ya documentado.
Según los fabricantes, los cultivos transgénicos dotados con genes de Bt reemplazarán a los
insecticidas sintéticos en el control de plagas. Pero puesto que la mayoría de los cultivos sufren
toda una diversidad de plagas, los insecticidas todavía tendrán que ser aplicados para controlar
plagas diferentes a los Lepidoptera, que sí son susceptibles a la endotoxina expresada por el
cultivo.
Por otro lado, se sabe que varias especies de Lepidoptera han desarrollado resistencia a la
toxina de Bt en ensayos de laboratorio y de campo, sugiriendo que las mayores resistencias se
desarrollan en cultivos transgénicos donde la expresión continua de la toxina crea una fuerte
presión de selección. Dado que se ha aislado toda una gama de genes de la toxina Bt, se
argumenta que si se desarrollan resistencias pueden usarse formas alternativas de dicha
toxina. Sin embargo, dado que es probable que los insectos desarrollen resistencia múltiple o
cruzada, tal estrategia también podría estar condenada al fracaso.
Aunque los fabricantes afirman que bromoxinil y glifosato, cuando son apropiadamente
aplicados, se degradan rápidamente en el suelo, no se acumulan en aguas subterráneas, no
tienen efectos en organismos y no dejan residuos en los alimentos, hay, sin embargo, evidencia
de que el bromoxinil causa malformaciones neonatales en animales de laboratorio, es tóxico
para peces y puede causar cáncer en humanos. Por todo ello, y debido a que el bromoxinil se
absorbe por vía dermatológica, no se puede descartar que presente riesgos a los agricultores.
Análogamente, se ha publicado que el glifosato puede ser tóxico para algunas especies de
invertebrados edáficos, incluyendo predadores benéficos como carábidos y arañas, y especies
detritívoras como lombrices; también para organismos acuáticos, incluso peces. En la medida
en que se va verificando que se acumulan residuos de este herbicida en frutas y tubérculos, al
sufrir poca degradación metabólica en las plantas, emergen también preguntas sobre la
seguridad de los alimentos con trazas de estos herbicidas.
Conservando la población de plagas a niveles sumamente bajos, los cultivos con toxina Bt
pueden inducir hambre en las poblaciones de enemigos naturales, terminando por erradicarlos
del agroecosistema. Los insectos parásitos serían los más afectados porque son más
dependientes. Algunos estudios sugieren que los áfidos son capaces de secuestrar la toxina
del cultivo Bt y transferirla a sus predadores (coccinélidos), generando un problema de
biomagnificación en el que queda afectada la reproducción y longevidad de los coccinélidos. La
posibilidad de que las toxinas de Bt se muevan a través de las cadenas alimenticias es un
severo riesgo para el control biológico natural en agroecosistemas.
También se han intentado diseñar plantas resistentes a infecciones incorporando genes para
productos vírales dentro del genoma vegetal. Aunque el uso de genes que confieran resistencia
a virus tiene beneficios potenciales, hay algunos riesgos. La recombinación entre el ARN vírico
y el transgénico podría producir un nuevo patógeno que conlleve una enfermedad más severa.
Hay indicios de que tal recombinación ocurre en plantas transgénicas y que bajo ciertas
condiciones se puede producir una nueva raza viral con un rango alterado o ampliado de
huéspedes.
Aunque existe algo de preocupación acerca de que los cultivos transgénicos se puedan
convertir a su vez en malezas, el mayor riesgo ecológico es que liberaciones a gran escala de
cultivos transgénicos pueden redundar en flujo de transgenes hacia otras plantas silvestres, las
cuales, entonces pueden transformarse en malezas. Existen evidencias de que esto ya está
sucediendo (Sorghum bicolor, una maleza emparentada con el sorgo). Esto es especialmente
preocupante en los EE.UU., ya que muchas plantas comerciales se cultivan próximas a sus
parientes silvestres o a otras sexualmente compatibles, pese a que no estén emparentadas (p.
ej., Sorghum halepense X maíz).
La remoción total de malezas mediante herbicidas de amplio espectro puede tener un impacto
ecológico indeseable; se ha documentado que cierto nivel aceptable de diversidad de malezas
alrededor o dentro de un campo de cultivo, puede jugar un papel ecológico importante, tal como
la estimulación del control biológico de plagas, o la mejora de la cobertura protectora contra la
erosión del suelo, etc; incluso algunas funciones hoy no conocidas y relacionadas con los ciclos
de nutrientes. Lo mas probable es que los CRHs refuercen el monocultivo al inhibir rotaciones y
policultivos (la diversificación es imposible si se usan cultivos susceptibles a herbicidas
combinados con CRHs). Tales agroecosistemas, empobrecidos en diversidad vegetal,
suministran condiciones óptimas para la libre difusión de malezas, plagas y enfermedades al
liberar muchos nichos ecológicos. Es más, los CRHs podrían favorecer a largo plazo malezas
competitivas que se adapten a un amplio espectro de tratamientos.
Una efecto medioambiental principal, resultado del uso masivo de la toxina de Bt en cultivos
extensivos (p. ej., algodón) es que agricultores vecinos con cultivos diferentes pero que
compartan las mismas plagas puede terminar con poblaciones de insectos resistentes
colonizando sus campos. ¿Quién sería responsable por tales pérdidas?
Dada la velocidad con qué los productos van del laboratorio al campo, ¿están los cultivos
transgénicos respondiendo a las expectativas de la industria biotecnológica? Según ciertas
evidencias, hay ya signos de que se están cumpliendo algunos riesgos y los resultados no
responden a las promesas. Probablemente estemos subestimando la capacidad de los insectos
para sobreponerse en formas inesperadas a ataques, y el rendimiento de los CRHs bajo
condiciones agroclimaticas variantes no es el adecuado. Es incorrecto asumir que una
tecnología homogeneizante tendrá un buen comportamiento en un rango de condiciones
heterogéneas.
Pero los efectos ecológicos no están limitados a la resistencia de las plagas y la creación de
nuevas malezas o tipos de virus: los cultivos transgénicos pueden producir toxinas ambientales
móviles a través de la cadena trófica, y que pueden terminar en suelo y agua afectando a
invertebrados y probablemente impactando sobre ciclos de nutrientes.
Se clama por una regulación apropiada para evaluar y liberar cultivos transgénicos, cuyo
objetivo sería protegernos de los riesgos ambientales. Se demanda mayor evaluación y
entendimiento de los temas ecológicos asociados con la ingeniería genética. Esto es crucial en
la medida en que los resultados sobre el comportamiento ambiental de cultivos transgénicos
liberados sugieren que en el desarrollo de los "cultivos resistentes", no sólo deben evaluarse
efectos directos sobre insectos o malezas, sino también efectos indirectos en plantas (p.ej.,
crecimiento, contenido de nutrientes, cambios metabólicos), suelo y en otros organismos
presentes en el agroecosistema.
También se sostiene que, con un continuo apoyo a la investigación, todos los problemas
biológicos a los que la biotecnología apunta, pueden resolverse usando aproximaciones
agroecológicas. Los espectaculares efectos de rotaciones y policultivos en la salud y
productividad de los cultivos, así como del uso de agentes de control biológico en la regulación
de plagas, han sido reiteradamente confirmados por la investigación. El problema es que la
investigación en instituciones públicas refleja cada vez mas los intereses de los donantes
privados a expensas de la investigación en beneficio publico, tal como control biológico,
sistemas de producción orgánica y técnicas agroecológicas en general. La sociedad civil debe
exigir que se clarifique a quién deben servir universidad y otras instituciones publicas y
demandar mayor investigación en alternativas a la biotecnología. Hay también una necesidad
urgente de desafiar el sistema de patentes y de derecho de propiedad intelectual inherente al
GATT, el cual no solo proporciona a las industrias el derecho de apropiarse y patentar los
recursos genéticos, sino que también acelera el ritmo al que las fuerzas del mercado
promueven practicas de monocultivo con variedades transgénicas genéticamente uniformes.
Ingeniería genética
Hay que hace ver que los riesgos que se van a analizar derivan de un uso científico o industrial
de los organismos modificados genéticamente. Evidentemente, cualquiera con cierto nivel de
conocimientos (no excesivo), puede obtener cepas patógenas y extenderlas entre la población.
Ese es un riesgo diferente.
La capacidad que nos otorga esa herramienta ha llevado a plantear la posibilidad de vérnoslas
con “microbios asesinos”. El argumento central consiste en el amplio uso de E. coli que se hace
en investigación, una bacteria que muestra resistencia a varios antibióticos y que es habitual
comensal del tubo digestivo humano. Así, si una E. coli modificada genéticamente escapase,
podría pasar sus transgenes a parte de la población que habita en nosotros. Por ello se han
restringido el tipo de genes que se pueden insertar en tales organismos: p. ej., está prohibido
inserir el gen de la toxina del cólera en cualquier bacteria que pueda habitar en el intestino
humano.
Aplicación militar
La guerra ha ejercido de siempre una gran influencia en la mayoría de los campos de la ciencia
y la técnica, y la biotecnología no es una excepción. Sería ingenuo pensar que las presiones de
la industria militar al respecto no existen. Sería ingenuo pensar que grupos terroristas o
gobiernos dictatoriales no se han planteado el tema o que no está a su alcance. Aunque las
armas biológicas están prohibidas por los tratados internacionales, la investigación sobre ellas
no, dada la gran imbricación que presenta con la investigación industrial o médica.
Las armas biológicas se han empleado en el pasado, de un modo u otro. P. ej., los ingleses
propagaron viruela y gripe entre los nativos americanos facilitándoles mantas de enfermos
como un “favor”; durante la ocupación de China por parte de Japón en los años previos a la
Segunda Guerra Mundial; etc. Pero siempre ha sido un modo burdo y poco controlable de
guerrear frente a la precisión y evidente poder destructivo de los explosivos. El inconveniente
de no poder ejercer un control total sobre la evolución del arma biológica, una vez aplicada
sigue impidiendo que los gobiernos la empleen. Pero esta característica es la que hace a la
biotecnología atractiva para grupos descontrolados o terroristas.
Sin embargo, no hay que descontar la posibilidad de crear armas contra grupos específicos de
población, aprovechando rasgos distintivos inherentes a razas (genéticos) o a países
(economías débiles que no cuenten con antibióticos de última generación, y ante cuyas
medicinas sean resistentes los microorganismos).
También sería posible dirigir el arma biológica contra sectores económicos específicos, como
agricultura o ganadería. Cuba ya acusado de ello a los EE.UU.
CONSIDERACIÓN ÉTICA
Introducción
Cualquier gran tecnología tiene profundos efectos, con consecuencias sociales, económicas y
políticas no del todo deseables. Como en biotecnología es posible elegir qué hacer de entre un
abanico de opciones, hay que admitir que la ética está presente en ella, y que todo elemento
biotecnológico es también una decisión social, económica o política. Esto es especialmente
cierto desde que los investigadores han ampliado su rol con el de empresario, gracias a las
ganancias que genera la biotecnología, y toma decisiones con criterios no solamente
científicos.
Durante años los académicos han supuesto que la agricultura no representa un problema
especial para la ética ambiental, pese a que la vida y la civilización humanas dependen de la
antropización de la naturaleza para obtener la producción agrícola precisa. En general, la
mayor parte de los proponentes de una agricultura sostenible, condicionados por cierto
determinismo tecnológico, no entienden las raíces estructurales de la degradación
medioambiental ligada a la agricultura capitalista. Por tanto, al aceptar la actual estructura
socioeconómica y política de la agricultura como algo establecido, muchos se ven limitados
para implementar una agricultura alternativa que realmente desafíe tal estructura y responda
más adecuadamente a las necesidades nutritivas y sanitarias de las poblaciones.De aquí que
el problema clave a encarar por los agroecólogos es el fundamento en que se basa la moderna
agricultura industrial, representada por la biotecnología, de premisas filosóficas falsas, las
cuales han de ser reveladas y criticadas para avanzar hacia una agricultura verdaderamente
sostenible. El caso de la biotecnología es paradigmántico. En él, la alianza entre ciencia
reduccionista e industria multinacional, que perciben ambas los problemas agrícolas como
simples deficiencias genéticas de los organismos, superables mediante técnicas al efecto,
encaminaran otra vez a la agricultura por una senda equivocada.
Analizar los mitos de la biotecnología revela lo que algunos intereses pretenden de la ingeniería
genética: otra “solución mágica” destinada a evadir a la agricultura de los problemas
ambientales, sin cuestionar las falsas suposiciones que crearon esos problemas en primer
lugar.
Así, los principales rasgos genéticos promovidos se orientan hacia el desarrollo de cultivos
tolerantes a herbicidas, y resistentes a plagas y enfermedades. Empresas multinacionales son
los principales proponentes de esta biotecnología, y ven a los cultivos transgénicos como un
modo de reducir la dependencia de aditamentos como pesticidas y fertilizantes.
Sin embargo, es irónico que esta nueva revolución verde, que busca eliminar la dependencia
de abonos y fertilizantes, esté siendo auspiciada por los mismos intereses que promovieron en
su día la agricultura basada en ellos. Ahora, equipando cada cultivo con nuevos "genes
insecticidas," se promete al mundo pesticidas más seguros, reduciendo la agricultura
químicamente intensiva y a la vez haciéndola más sostenible.
Esto demuestra que la biotecnología no está exenta de valores, por lo que es pertinente una
evaluación ética de la investigación en ingeniería genética y de sus productos, criticando
cualquier visión utilitaria de la naturaleza (favorecedora de libre intercambio de ganancia
económica por daño ecológico, e indiferente a las consecuencias para con los seres vivos). En
el núcleo de la crítica está el efecto biotecnológico sobre las condiciones sociales y económicas
y los valores éticos y morales.
Todo, a partir de unas preguntas, como: ¿debemos alterar estructuras genéticas en nombre de
la utilidad y las ganancias? ¿es la constitución genética de todos los seres vivos la herencia
común de todos, o puede ser adquirida por empresas y así convertirse en propiedad privada?
¿quién otorga derechos a monopolizar grupos enteros de organismos? ¿son los biotecnólogos
dueños de la naturaleza o es ésta una ilusión construida sobre arrogancia científica y economía
convencional? ¿es posible minimizar los riesgos ambientales manteniendo los beneficios?
El producto biotecnológico debilitará las exportaciones de los países del Tercer Mundo,
especialmente de los productores de pequeña escala. P. ej., unos 70.000 productores de
vainilla en Madagascar se arruinaron cuando una firma de Texas produjo vainilla en sus
laboratorios. P. ej., la expansión de las palmas aceiteras clonadas por Unilever aumentarán
mucho la producción de aceite de palma con dramáticas consecuencias para los agricultores
que producen otros aceites vegetales (cacahuete en Senegal y coco en Filipinas).
Mito 3: la biotecnología no atentará contra la soberanía ecológica del Tercer Mundo. Desde que
los países ricos comprendieron los servicios ecológicos que proporciona la biodiversidad, de los
cuales los países pobres son los mayores depositarios, el Tercer Mundo ha sido testigo de una
“fiebre genética”, con multinacionales explorando bosques, campos de cultivos y costas en
busca del “oro” genético. Protegidas por el GATT, esto se puede considerar “biopiratería”, con
un coste para las naciones en desarrollo estimado en unos 4'5×109 $ anuales al no recibir
beneficio de las compañías productoras de alimentos, productos farmacéuticos, etc., las cuales
usan germoplasma y plantas medicinales de campesinos e indígenas.
Los pueblos indígenas y su diversidad son vistos como materia prima por las multinacionales,
las cuales obtienen cuantiosos beneficios a partir de semillas desarrolladas en laboratorios de
países ricos a partir de germoplasma que los agricultores del Tercer Mundo mejoraron
cuidadosamente a lo largo de generaciones, sin recompensa por tan milenario conocimiento.
También está el riesgo que supone liberar plantas y microorganismos transgénicos al entorno.
Entre los principales está la transferencia de “trangenes” a variedades silvestres y otras plantas
compatibles, con los efectos ecológicos que esto conlleva de extensión de las resistencias, etc.
Mito 6: la biotecnología mejorará el uso de la biología molecular para beneficio de todos los
sectores de la sociedad. La actual biotecnología no surgió como resultado de demandas
sociales sino de cambios en leyes de patentes y en los intereses con ánimo de lucro de las
compañías químicas. El producto surgió a partir de capitales aventureros que apostaron por los
avances de la biología molecular. El peligro está en que el sector privado influya sobre la
dirección de la investigación del sector público en una forma sin precedentes.
Muchas promesas del actual enfoque biotecnológico están lejos de conseguirse y muchas de
sus ventajas o beneficios no han podido ser hasta ahora realizados. Aunque es claro que la
biotecnología ayudará a mejorar la agricultura, dada su actual orientación, promete, mas bien,
daños al medio ambiente, mayor industrialización agrícola y mayor interferencia de intereses
privados en la investigación pública. Hasta ahora la dominación económica y política de las
multinacionales en el desarrollo agrícola ha tenido éxito a expensas de los intereses de los
consumidores, campesinos, pequeñas fincas familiares, vida silvestre y medio ambiente.
Le urge a la sociedad civil tener mayor participación en decisiones tecnológicas para que el
dominio que ejercen los intereses corporativos sobre la investigación científica sea equilibrado
por un control público más estricto que vele para que los conocimientos aplicados no sean
propiedad del sector privado. Proteger que tal conocimiento continúe bajo dominio público va
en beneficio de las sociedades rurales, más pobres. Se han de desarrollar regímenes de
regulación controlados públicamente y emplearlos para evaluar riesgos sociales y ambientales
de productos biotecnológicos.
Datos genéticos
Un sector creciente de los científicos de primera fila dejan las universidades para fundar
empresas. Y lo hacen llevándose con ellos todos los conocimientos y destrezas que han
aprendido durante años de trabajo gracias a la financiación pública. Pero la controversia no es
menor si ocupan cargos empresariales a la vez que ejercen su función investigadora y/o
docente pública.
Los que defienden que eso pueda seguir ocurriendo usan argumentos que son convincentes:
sin el flujo de investigadores bien formados y con experiencia no sería posible plasmar todas
las posibilidades que ofrece la biotecnología (las universidades o instituciones públicas no
parecen orientadas hoy por hoy hacia ese aprovechamiento).
Pero quienes rechazan ese trasvase del sector público al privado también argumentan con
veracidad: solamente se investigará aquello que sea rentable económicamente, y no lo que sea
rentable socialmente (pueden darse casos curiosos: se invierten más dinero y tiempo en
investigar fármacos contra el resfriado que contra el cólera o la lepra; diversas empresas han
rechazado hasta hace poco la mejora genética del trigo por ser poco rentable financieramente).
Y no es el menor de los argumentos el debate académico que se suscita ante la distorsión de
dos valores fundamentales: la libre circulación de información y la libertad de investigación. Y
otro no menor es el de posibles enfrentamientos personales por cuestiones empresariales, y su
repercusión en el ámbito del trabajo público (en el departamento de bioquímica y biofísica de la
Universidad de California en San Francisco se dio el caso de tres miembros del mismo
dirigiendo tres empresas que competían ferozmente entre sí).
La carrera por el Eldorado biotecnológico ha hecho ricos a muchos. Y aún hay campo para
muchos más. Es el sector económico con más proyección en cuanto a creación de puestos de
trabajo se refiere. Muchas firmas quiebran, pero otras surgen continuamente. Sin embargo, lo
más probable es que la mayoría vayan siendo absorbidas por grandes compañías
multinacionales con intereses en campos biotecnológicos, dada la ingente necesidad de
equipamiento y financiación que requiere una industria como esta.
Biotecnología y Economía
El modelo de inversiones difiere significativamente en cada uno de esos países. En los EE.UU.
se ha establecido un gran número de pequeñas empresas, especialmente en California y
Massachusetts y muchas de ellas reciben ampia financiación de multinacionales muy diversas;
a la par, se canalizan ingentes inversiones hacia la universidad e instituciones públicas, a
menudo con contrapartidas (licencias de explotación de descubrimientos). En Japón, el
gobierno es el principal promotor de la biotecnología a través del sistema de investigación
público; la supremacía japonesa llega a cobrar tintes de virtual monopolio del comercio mundial
de determinadas enzimas, aminoácidos y aditivos alimentarios, a la vez que es el país que
tienen más experiencia en el trabajo con enzimas fijados. En Gran Bretaña, el gobierno no ha
tomado interés por el tema hasta muy recientemente. La situación y cifras de inversión son muy
similares para otros grandes países de la UE. La forma principal de inversión en biotecnología
en Europa es mediante incentivos a empresas privadas y a inversión directa por parte de
gobiernos, con el agravante de que el proceso de unificación monetaria ha llevado a recortar
gastos en I+D en casi todos los países.
Respecto al Tercer Mundo, la parte del globo en la que las personas mueren más jóvenes, con
más dolor y de muchas más enfermedades, la parte del globo para la cual la biotecnología
debiera ser una promesa de remisión, es el gran marginado. En promedio, cada caso de cáncer
declarado en países industrializados recibe 209$ anuales; cada caso de malaria sólo recibe
0'02$. La creación de nuevos medicamentos puede llevar años y costar muchos millones de
euros. Entre los muchos criterios que se tienen en cuenta en el proceso de creación de un
fármaco, el principal probablemente, una vez salvadas las cuestiones técnicas, está la
rentabilidad del producto. Y un fármaco de aplicación específica para problemas del Tercer
Mundo no es rentable. En 1984, la Organización para el Desarrollo Industrial de la Naciones
Unidas creó dos centros de investigación biotecnológica (Triestre y Delhi) centrados
específicamente en problemas que atañan a países pobres.