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Biotecnología: una introducción

La mejora genética de los productos agrícolas, lo que ahora llamamos la "biotecnología", no es


nada nuevo. De hecho, es posible que sea una de las actividades más antiguas del hombre.
Durante miles de años, las comunidades humanas se volvieron sedentarias y comenzaron a
cultivar plantas y labrar la tierra, y en todo ese tiempo los humanos modificaron las características
genéticas de los cultivos y de los animales que criaban. Las plantas fueron modificadas para
mejorar su rendimiento, aumentar el sabor y alargar la campaña de cultivo.

Cada uno de los 15 tipos de plantas comestibles que constituyen el 90 % del alimento y la energía
que se consume en el mundo han sido modificados extensamente y han pasado por hibridaciones,
cruces y modificaciones a lo largo de los milenios por parte de innumerables generaciones de
agricultores decididos a obtener sus cosechas de la manera más efectiva y eficiente posible.

Hoy, la biotecnología constituye una promesa para consumidores que buscan calidad, seguridad y
sabor en sus alimentos preferidos; para los agricultores que buscan nuevos métodos para
incrementar la productividad y la renta de sus explotaciones; y para quienes, desde el gobierno o
instituciones privadas, tratan de terminar con el hambre en el mundo, asegurar la calidad del
medio ambiente, preservar la biodiversidad y promover la sanidad y la seguridad de los alimentos.

LA BIOTECNOLOGÍA PRESENTA MUCHOS CAMPOS DE APLICACIÓN

Dejando aparte el hecho ya reseñado de que las técnicas biotecnológicas (principalmente


las genéticas) encuentran su primera utilidad en el avance de las propias Ciencias de la
Vida, desde el punto de vista de su aplicación comercial e industrial, podemos decir que el
campo de utilidad es inmenso:
APLICACIONES TERAPÉUTICAS
productos farmacéuticos:
antibióticos
vacunas
hormonas
terapias génicas
DIAGNÓSTICOS
diagnósticos para salud humana
diagnósticos para agricultura y ganadería
ensayos para calidad de alimentos
ensayos para calidad ambiental
ALIMENTACIÓN
mejora de procesos tradicionales de obtención de alimentos y bebidas
nuevos alimentos y bebidas
nutracéuticos: alimentos con perfiles determinados de nutrientes, y para la mejora de
la salud
aditivos alimentarios
MEDIO AMBIENTE
tratamiento de residuos urbanos, agrícolas e industriales
biorremedio y biorreparación
producción de energía a partir de biomasa

No podemos olvidar que muchas de las biotecnologías de las que nos


beneficiamos son muy antiguas, y que en ellas se está logrando una fase de
madurez auspiciada por los nuevos adelantos técnicos (p. ej., la tecnología de
las fermentaciones). De hecho, muchas de las innovaciones que se están
produciendo no son tanto de nuevos productos cuanto de mejoras en los
procesos. De cualquier manera, ya estamos viendo la entrada de nuevos
productos, en forma de nuevos fármacos y de plantas transgénicas con
características novedosas.

Dejando aparte las tecnologías de fabricación de vacunas, la mayor parte de


las otras áreas biotecnológicas requieren producir grandes cantidades de
sustancias, del orden de kilogramos a toneladas, por lo que uno de los
principales aspectos es el del "escalado" a esas grandes cantidades. Esto
supone un gran reto a los ingenieros, ya que deben diseñar fermentadores de
gran tamaño, donde hay que controlar diversos parámetros, como pH,
temperatura, oxígeno y otros gases, etc. La tecnología de fermentación cobró
ímpetu a partir de los años 40 del siglo XX, cuando se comenzaron a fabricar
antibióticos y otras moléculas (ácidos orgánicos, hormonas, enzimas,
polisacáridos, etc) por medio de microorganismos.

Por lo tanto, aunque la atención pública se ha centrado en la moderna


biotecnología que usa técnicas de ADN recombinante, no podemos olvidar que
ya antes existía otra biotecnología, que hoy sigue pujante, y que se puede
beneficiar de los nuevos enfoques.

Las biotecnologías, al usar catalizadores biológicos que funcionan a bajas


temperaturas y materias primas renovables, pueden contribuir a una
economía más "verde" (ecológicamente sustentable). Se espera que puedan
sustituir a procesos químicos contaminantes.
En los paises con condiciones climáticas apropiadas (p.ej., en los trópicos),
la producción y uso de biomasa puede presentar muchas ventajas. La
obtención de energía de biomasa (p ej. residuos celulósicos) es una gran
promesa para evitar la dependencia de combustibles fósiles en ciertas
partes del mundo.
Los altos costes (económicos y ecológicos) de las energías tradicionales
pueden suponer un incentivo para buscar en la biotecnología procesos de
producción más rentables. Si además, se incluyen en los procesos
industriales los costes ecológicos (hasta ahora tenidos como
"externalidades" por la teoría económica tradicional), las alternativas de
base biológica pueden ser más favorables que muchas contaminantes que se
están empleando.
Los incentivos son aún mayores en el caso de la producción de sustancias de
alto valor añadido, como diagnósticos y productos terapéuticos, para las
que las biotecnologías permiten abrir nuevos mercados muy atractivos, con
productos destinados a mejorar la salud y calidad de vida de la población.

INGENIERÍA GENÉTICA

Tradicionalmente, la manera de mejorar genéticamente los organismos industriales


reposaba en

La inducción de mutaciones (con mutágenos), seguida de selección o rastreo de los


mejores mutantes. La búsqueda de mejoras en la producción de proteínas (incluyendo
enzimas) es más fácil que la de la producción de otras moléculas (polisacáridos,
antibióticos, aminoácidos, etc), porque cada proteína depende normalmente de un solo
gen, mientras que los metabolitos se sintetizan por rutas complejas donde intervienen
varias enzimas, cada una sintetizada por un gen diferente, y con regulaciones a menudo
complicadas.

en los protocolos de selección, se suele aplicar una presión selectiva que favorece el
crecimiento del tipo de mutantes buscados, en detrimento del resto de
microorganismos
en los protocolos de rastreo (screening, en inglés) crecen todos los microorganismos,
pero se pueden identificar las variantes deseadas sobre la base de que presentan
ciertas características que las diferencian de las demás
la mezcla de genomas mediante fenómenos de sexualidad, o parasexualidad (las
bacterias no tienen sexo, pero algunas tienen fenómenos parasexuales como la
conjugación, que se pueden aprovechar para transferir material genético de unas cepas a
otras).

Algunos inconvenientes de estas técnicas tradicionales de mejora:

los programas de mejora suelen ser muy largos y tediosos, y a menudo no dan los
resultados deseados
el efecto principal de la mutagénesis es originar mutaciones aleatorias en el organismo,
la mayor parte de las cuales son negativas para su supervivencia, o empeoran algunas de
sus características originales. Raramente se dan mutaciones que conducen a la aparición
de propiedades nuevas positivas, y en todo caso, el proceso de su búsqueda es a menudo
muy complicado. Además, incluso cuando se selecciona un tipo estimado adecuado, a
menudo presenta otras mutaciones que son negativas (p. ej., haciendo que crezca más
lentamente, o que sea más sensible a factores ambientales)
lo anterior obliga a trasladar la mutación "positiva" a un fondo genético distinto
(normalmente una cepa silvestre o que ya había sido seleccionada como buena en un
programa anterior). Esto complica y alarga la mejora genética, e incluso en algunos
organismos no se logra la adecuada introgresión de ese rasgo en la cepa deseada.
frecuentemente los organismos seleccionados para la producción acumulan mutaciones
desconocidas que no se caracterizan
muchos microorganismos industriales carecen de ciclos sexuales, lo que dificulta e
incluso impide transferir rasgos útiles de modo sencillo, dejando como única alternativa
la mutagénesis y selección
en las especies dotadas de sexualidad, la mejora por recombinación genética está
limitada al cruce entre razas de la misma especie, o de especies compatibles

Pero la llegada de la Ingeniería genética ha supuesto la superación de muchos problemas


que tenía la mejora clásica, sobre todo en aquellos microorganismos que carecen de
sexualidad. Además, permite mejoras menos aleatorias y más precisas, transfiriendo genes
de cualquier origen al organismo donde queremos expresarlos.

2.2.1 Antecedentes y surgimiento de la Ingeniería Genética

Aunque la Genética es la base de toda la Biología, su desarrollo como ciencia es de los más
tardíos. Veamos esquemáticamente algunos eventos esenciales para entender el
surgimiento de la tecnología del ADN recombinante:

A partir de 1865, Mendel establece las bases de la genética. En sus famosos


experimentos con el guisante, descubrió el modo de transmisión de ciertos caracteres
desde una generación a las siguientes, y su "mezcla" en el aporte materno y paterno.
Los hallazgos de Mendel permanecieron en el olvido hasta 1900, cuando sus leyes son
redescubiertas por Correns, De Vries y Tschermarck.
En 1909 se acuña el término "gen" (o gene) para referirse a la entidad hipotética
responsable de los rasgos observables.
En 1913 se obtiene el primer mapa genético, con 6 genes.

En 1920 Morgan y Muller establecen su Teoría cromosómica de la herencia: los genes,


localizados en los cromosomas, son las auténticas unidades de la herencia, tanto
unidades de variación como unidades de transmisión. Es decir, la herencia presenta un
doble aspecto: el de la transmisión de los caracteres (estudiado por las leyes de Mendel)
y el de la expresión, es decir, el genotipo (conjunto de genes) determina el fenotipo
(rasgos observables).
Pero la naturaleza del material genético fue objeto de polémicas durante mucho tiempo,
hasta que entre los años 40 y primeros 50 una serie de autores (Avery y colaboradores,
Hershey y Chase, etc.) establecen firmemente que el material de la herencia reside en el
ácido desoxirribonucleico (ADN; DNA).
Por esos mismos años, Beadle y Tatum proponen la teoría conocida como "un gen-una
enzima", que correlaciona cada unidad genética con el producto de su expresión, es decir
cada gen se expresa como una determinada proteína. Desde entonces, se produce la
definitiva unión de la genética con la bioquímica.
En 1945, Schrödinger escribe su influyente libro ¿Qué es la vida?, una visionaria fusión
de la Teoría de la Información con la Biología, que iba a contribuir poderosamente a la
naciente biología molecular, inspirando a profesionales procedentes del campo de las
ciencias químico-físicas.
En los 40 y 50 se produce, en efecto, un "desembarco" de físicos y cristalógrafos en el
abordaje de cuestiones biológicas. Es la época del florecimiento de técnicas como la
difracción de rayos X, la ultracentrifugación y la cromatografía.
En 1951 un joven biólogo estadounidense, James Watson, llega al laboratorio Cavendish
de la Universidad de Cambridge, para pasar una estadía postdoctoral. Allí se une al inglés
Francis Crick, y 18 meses más tarde (primavera de 1953) publican en Nature su modelo
tridimensional de la doble hélice del ADN.

El modelo explicaba simultáneamente la herencia y la expresión del material genético.


Éste consiste en un lenguaje basado en cuatro "letras", las cuatro bases nitrogenadas
adenina (A), guanina (G), citosina (C) y timina (T).
Se abría en principio una nueva manera de estudiar la base genética de los seres vivos:
de dentro (genotipo) a fuera (fenotipo), al revés de lo que se venía haciendo desde
Mendel (la observación de la transmisión del genotipo permitía inferencias sobre el
genotipo).
A continuación se abre un decenio llamado a menudo la "Edad de Oro de la Biología
Molecular", que pone las bases de la comprensión de los procesos básicos de la herencia
y de la expresión genética:

replicación del ADN: papeles de la ADN-polimerasa, los cebadores (primers), el molde.


Transcripción: una de las cadenas de ADN es copiada por la ARN-polimerasa hasta un
ARN mensajero
El ARN mensajero es leído (traducido) por los ribosomas para dar una proteína. De
este modo, el mensaje lineal del ADN se convierte en el mensaje tridimensional de la
configuración de la proteína
El "Dogma Central" de la Biología Molecular: la información fluye unidireccionalmente
en sentido ADN -> ARN -> proteína.
El desciframiento del código genético: el lenguaje del ADN consta de "palabras" de
tres letras (nucleótidos), llamadas codones. Cada codón tiene un equivalente en el
lenguaje de la proteína, significando uno de los 20 aminoácidos. El código genético está
"degenerado", es decir, tiene cierto grado de redundancia: algunos de los aminoácidos
pueden venir determinados por más de un codón. Existen 64 codones, de los cuales
tres carecen de sentido: no tienen equivalente aminoácido, y en vez, sirven como
señales de parada de la traducción del mensajero.
Jacob y Monod estudian en profundidad un sistema de expresión y regulación genética
en la bacteria Escherichia coli: desarrollan su concepto del operón, como unidad de
expresión y regulación a nivel de transcripción.

Tras la "Edad de Oro", empiezan a surgir algunas sorpresas que desafiaban ideas
fuertemente establecidas:

Los genes eucarióticos son "discontinuos": están compuestos por una alternancia de
segmentos que entrarán a formar parte del ARNm maduro (exones) y segmentos que se
eliminan (intrones). Este proceso de maduración del ARN se denomina corte-y-empalme
(splicing).
Algunos virus (retrovirus) poseen material genético de ARN, que es convertido a ADN
por una enzima llamada reversotranscriptasa.
Se confirman los tempranos (y semiolvidados) estudios de Barbara McClinctock: hay
segmentos del material genético capaces de moverse de un lado a otro de los genomas
(elementos genéticos transponibles). El material genético es más dinámico y cambiante
de lo que se había sospechado.

Pero aparte de estos avances básicos, a finales de los años 60, seguía pendiente de
plasmación una de las expectativas abiertas por el descubrimiento de la estructura del
ADN: ¿cómo llegar a "tocar" el ADN?, ¿cómo estudiar cada gen por separado, aislándolo
físicamente de los demás?, ¿cómo determinar su secuencia de bases?

Durante mucho tiempo, lo único que se podía secuenciar era ARN:

Desde 1964 se secuencian algunos ARN transferentes, que constan de 75 a 85 bases.

Los métodos se fueron perfeccionando, de modo que en 1975 se pudo conocer la


secuencia de un minúsculo genoma: el ARN del virus bacteriano Fi-X-174 (unos 4000
nucleótidos).

Sin embargo, para estudiar genes había que ser capaces de aislarlos uno a uno a partir del
cromosoma, que es demasiado grande para su manipulación inmediata. Pero no se habían
descubierto nucleasas específicas capaces de cortar en puntos determinados del ADN para
generar fragmentos discretos y homogéneos. Ante este estado de cosas, algunos líderes de
la Edad de Oro, consideraron que los problemas básicos de la biología molecular estaban
resueltos, y decidieron migrar a otras áreas de conocimiento (biología del desarrollo,
neurobiología, etc).

Como tantas veces ocurre en la ciencia, fue una humilde línea de investigación básica la que
abrió definitivamente el camino a la manipulación del ADN:

En 1953 se descubrió el fenómeno llamado de restricción: ciertos fagos (virus


bacterianos) que parasitan a E. coli podían desarrollarse en ciertas cepas de esta
bacteria, pero no podían hacerlo en otras (se dice que están "restringidos" en
determinadas cepas).
A finales de los 60, Werner Arber, en Basilea, descubre las enzimas de restricción
responsables de ese fenómeno: la cepa de bacteria restrictiva produce unas
endonucleasas ("enzimas de restricción, o restrictasas") que escinden el ADN del fago
crecido en otra cepa diferente.
Esas primeras enzimas de restricción eran inespecíficas en cuanto al sitio del ADN
donde cortaban, pero en 1970 Hamilton Smith, en Baltimore, descubre un nuevo tipo de
enzima de restricción totalmente específica: capaz de reconocer una determinada
secuencia de ADN, de unos pocos pares de bases, y de cortar en ambas cadenas en
lugares concretos.

Algunas restrictasas reconocen como secuencia diana un trecho de 4 pares de bases


(pb).
Otras restrictasas reconocen secuencias de 6 pares de bases.
Se han descubierto restrictasas que cortan tras reconocer secuencias más largas.
Las dianas de la mayoría de las restrictasas de este tipo son secuencias palindrómicas,
es decir, "capicúas" (nota: la ´ señala el punto de corte). Ej:

5'-G´GAACC-3'

3'-GGTTG´G-5'
Muchas de estas restrictasas cortan en cada cadena en lugares separados del centro
geométrico de la diana (como en el ejemplo anterior), de modo que generan extremos
protuberantes.
Los extremos protuberantes de distintos fragmentos de ADN generados con la misma
restrictasa (incluso de fragmentos de especies distintas), tienen tendencia, al
mezclarlos, a emparejarse entre sí por puentes de hidrógeno (siguiendo las reglas de
emparejamiento A-T y G-C).
Si ahora añadimos la enzima ADN-ligasa a la mezcla de fragmentos de ADN de orígenes
diferentes, se repararán los enlaces fosfodiésteres. Esto es lo que realizaron por
primera vez Mertz y Davis en 1972, y enseguida se dan cuenta de que ello podía
constituir la base para la producción de moléculas recombinantes in vitro, con material
genético de diferentes especies.
Pero este ADN recombinante, generado en el tubo de ensayo, es inerte, no es más que
una macromolécula híbrida que por sí sola no hace nada.
Si queremos que el ADN recombinante haga algo, hay que introducirlo en células vivas
que sean capaces de expresar su información genética.

Esto nos lleva ya a la idea de lo que es la Ingeniería Genética: la formación in vitro de


nuevas combinaciones de material genético, por medio de la inserción de un ADN de interés
en un vehículo genético (vector), de modo que tras su introducción en un organismo
hospedero el ADN híbrido (recombinante) se pueda multiplicar, propagar, y eventualmente
expresarse.

2.2.2 La receta básica de un experimento de Ingeniería Genética

Vamos a ilustrar el concepto de la ingeniería genética con el caso bastante fácil de lograr
bacterias que hospeden nuevas combinaciones de ADN:

Partimos de ADN que queremos aislar y estudiar: vamos a llamarlo ADN pasajero

Por otro lado, necesitamos un vehículo genético para transportar y replicar ese ADN: lo
llamamos vector. Los vectores son igualmente moléculas de ADN con capacidad de
replicarse por sí mismos o de insertarse una vez que se introducen en el organismo
adecuado. He aquí una lista de lo que debe poseer idealmente un vector genético:

capacidad de replicación autónoma (es decir, se trata de un replicón), o de integración


en el genoma del hospedero.
Marcadores seleccionables: se trata de genes que confieren algún rasgo que se puede
rastrear o seleccionar fácilmente en laboratorio. Unos de los más usados son los genes
que confieren resistencia a algún antibiótico.
Dianas únicas para al menos una enzima de restricción. En los modernos vectores se ha
introducido un trecho de ADN, denominado polilinker, provisto de varias dianas únicas
para diferentes enzimas de restricción, de modo que en cada experimento se pueda
elegir la que más convenga.
Finalmente, contamos con el organismo anfitrión o huésped. En los primeros tiempos de
la I.G. se manipulaban casi exclusivamente bacterias, pero hoy es posible modificar
animales y plantas.

Así, pues, el "retrato robot" de un experimento de I.G. podría ser como sigue:
1. Se corta por separado el ADN del organismo a estudiar y el ADN del vector con la
misma restrictasa, de modo que se generan extremos compatibles entre sí
(mutuamente cohesivos).
2. Se juntan ambos ADNs y se les añade ADN-ligasa: de esta forma, las uniones entre
ADN pasajero y ADN del vector se sellan covalentemente, generándose moléculas
híbridas (quiméricas o recombinantes).
3. Ahora hay que introducir las moléculas generadas en el organismos huésped. En el
caso de bacterias se recurre a una técnica sencilla denominada transformación, que
permite la entrada del ADN a través de las envueltas del microorganismo.
4. Finalmente, hay que localizar las bacterias que han captado y han establecido
establemente las moléculas híbridas. A menudo este es el paso más laborioso, pero
el hecho de que el vector posea uno o varios genes de resistencia favorece al menos
la eliminación de las bacterias que no han recibido ADN del vector: basta añadir al
medio de cultivo el antibiótico para el que el vector confiere resistencia. Para
localizar los transformantes recombinantes, muchos vectores incorporar un gen
marcador que produce alguna sustancia coloreada. Si insertamos el gen a aislar
dentro de ese marcador, lo rompemos, por lo que las colonias bacterianas no
producirán la sustancia coloreada, sino que permanecen incoloras o blancas.
5. El resultado del experimento es la obtención de al menos una colonia (clon) de
bacterias que portan la combinación buscada de vector con el inserto de ADN
pasajero. Se dice entonces que hemos clonado (=aislado) dicho ADN.

El primer experimento de este tipo lo realizaron en 1973 Stanley Cohen y Herbert Boyer
en la Universidad de California. Se vio que era factible hacer toda clase de experimentos
en los que se recombina ADN de organismos totalmente diferentes (bacterias, plantas,
animales).

2.2.3 Caracterización del ADN clonado

Una vez que se ha clonado un gen o trozo de ADN, hay que caracterizarlo lo más
detalladamente posible:

Lo primero que se suele hacer es realizar un "mapa físico". Para ello, muestras
independientes del ADN clonado son sometidas a distintas enzimas o combinaciones de
enzimas de restricción, y los fragmentos resultantes se separan por tamaños usando la
electroforesis en gel de agarosa con la sustancia fluorescente bromuro de etidio,
revelándose en forma de bandas visibles bajo luz UV. A partir de los tamaños de las
bandas generadas por las distintas enzimas y combinaciones de enzimas, es posible
ensamblar el rompecabezas del fragmento, determinando un mapa donde se van
colocando las localizaciones relativas de las distintas dianas de las restrictasas.
A partir de la subclonación de fragmentos del trozo original, es posible, en algunos
casos, ir adjudicando funciones a cada subfragmento, lo cual va generando en paralelo un
"mapa genético".
El último nivel (el más detallado) de caracterización física es la misma secuenciación del
ADN.

En los primeros tiempos se usaba sobre todo el "método químico" de Maxam y Gilbert
Pero el más usado actualmente es el método de terminación de cadena mediante
didesoxinucleótidos (método enzimático de Sanger).
Una modificación del método de Sanger permite la secuenciación automática mediante
lectura fluorimética computerizada.

2.2.4 Otros métodos básicos

2.2.4.1 Síntesis química de ADN

Actualmente existen máquinas programables para sintetizar rápidamente secuencias


determinadas de más de 100 nucleótidos. Se usan a menudo para generar sondas
moleculares en la búsqueda y caracterización de determinados segmentos de ADN, y sobre
todo para producir los cebadores usados en la reacción en cadena de la polimerasa.

2.2.4.2 Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)

No cabe ninguna duda de que la técnica más revolucionaria de los últimos 15 años ha sido la
reacción en cadena de la polimerasa (PCR), que ha dado nuevas alas a la propia Ingeniería
genética y a toda la biología molecular. Fue inventada por Kary Mullis a mediados de los
años 80.

Como ya sabemos, muchas de las técnicas clásicas de la Ingeniería genética estaban


encaminadas a resolver el complejo problema de cómo clonar o localizar un gen o un
segmento de ADN concreto "perdido" en la inmensidad del genoma. Sin embargo, esas
técnicas son a menudo largas y tediosas, y no es raro que no den resultados. La PCR ha
venido a cambiar el panorama, ya que permite en principio producir in vitro grandes
cantidades de una secuencia de ADN concreta sin recurrir a la clonación en un organismo
huésped. Esencialmente la técnica permite la amplificación selectiva de cualquier trecho de
ADN, supuesto que se conocen las secuencias que lo flanquean. Como alguien ha dicho, "es
una técnica que consigue encontrar la aguja en el pajar, al tiempo que produce un pajar de
agujas por amplificación selectiva".

El principio que sustenta la PCR


El ADN de cadena doble que se quiere amplificar se calienta casi hasta ebullición, de
modo que se separan las dos cadenas, las cuales van a servir de moldes más adelante.
Se añaden dos cebadores (normalmente fabricados por síntesis química; ver apartado
2.2.4.1). Cada cebador es un corto oligonucleótido, correspondiente a una de las
secuencias que flanquean el trozo a amplificar. Al bajar la temperatura, cada cebador se
empareja por puentes de hidrógeno con la secuencia complementaria de una de las
cadenas del molde, y obligará a la ADN-polimerasa a comenzar la copia de esa cadena
molde complementaria (por supuesto, en sentido 5'->3')
Al añadir la ADN-polimerasa y los 4 tipos de desoxinucleósido-trifosfato (dNTPs), se
produce la síntesis de las respectivas cadenas complementarias de cada molde, a partir
de los respectivos cebadores. Al final de esta fase, tenemos el doble de cadenas de
ADN de doble cadena respecto a las de partida.
Luego la mezcla se vuelve a calentar hasta casi ebullición, con lo que se vuelven a separar
la cadenas, que en su forma de cadenas sencillas sirven para iniciar otro ciclo idéntico al
anterior, al final del cual tendremos el cuádruple de ADN.
Si repetimos el protocolo n ciclos, el resultado será 2n copias a partir de las originales.
La técnica básica de la PCR
El ADN a usar no precisa ser purificado.

La cantidad de partida puede ser minúscula (<1 microgramo de ADN genómico). De hecho
se puede amplificar a partir de una sola molécula de molde.
El empleo de ADN-polimerasas termorresistentes, como la Taq (procedente de la
bacteria Thermus aquaticus descubierta junto a los géiseres de Yellowstone), evita
tener que añadir polimerasa nueva en cada ciclo de amplificación.

En resumidas cuentas, el experimento suele realizarse según este orden:

1. En un tubito se mezcla el ADN molde, los dos cebadores (oligonucleótidos), los


cuatro dNTPs y la ADN-polimerasa termorresistente.
2. Se calienta a 94ºC durante 5 min, con lo que se separan las cadenas del ADN molde
a amplificar, generándose las correspondientes cadenas sencillas.
3. Se baja la temperatura en torno a los 60ºC, de modo que cada cebador se empareja
con el extremo correspondiente de una de las cadenas del molde. Se dice que ahora
tenemos los moldes cebados.
4. Se sube la temperatura hasta 72ºC (la óptima de funcionamiento de la Taq), y se
deja durante 5 min, tiempo durante el que se está produciendo la síntesis in vitro
de las cadenas complementarias de cada hebra molde.
5. Se sube la temperatura a 94ºC durante 20 segundos, suficientes para separar la
cadena recién sintetizada respecto del molde original.
6. Las cadenas sencillas generadas entran ahora en un nuevo ciclo (pasos 1 al 5), y así
sucesivamente, de modo que tras 30-60 ciclos obtenemos una amplificación del
ADN original de millones o miles de millones de veces.

Todo este proceso se realiza en unos aparatos automáticos llamados termocicladores, en


los que se pueden fijar los parámetros de tiempos y temperaturas de cada paso del ciclo. El
método de PCR fue patentado en 1987, y en principio fue comercializado por la empresa
Cetus, si bien desde 1991 los derechos fueron adquiridos por Hoffman-La Roche y Perkin
Elmer. Las ganancias de este método tan universalmente empleado son astronómicas.

Las aplicaciones de la PCR y de sus numerosas variantes son prácticamente ilimitadas:

simplifica sobremanera muchos experimentos de I.G.

permite muchos estudios de expresión genética

secuenciación directa de secuencias amplificadas

detección de mutaciones

seguimiento de la efectividad de tratamiento de enfermedades

diagnósticos de enfermedades genéticas e infecciosas

en ciencia forense: identificación de restos biológicos, determinación de paternidad,


pruebas periciales en criminalística
en arqueología y paleontología

Una breve cronología de la Biotecnología


6.000 a. C.: Se emplea la levadura para la fabricación de vino y cerveza.
4.000 a. C.: Se emplea la levadura en la elaboración del pan.
1.000 a. C.: Los babilonios celebraban con ritos religiosos la polinización de las
palmeras.
323 a. C.: Aristóteles especula sobre la naturaleza de la reproducción y la
herencia.
1676: Se confirma la reproducción sexual de las plantas.
1838: Se descubre que todos los organismos vivos están compuestos por células.
1859: Darwin hace pública su teoría sobre la evolución de las especies.
1866. Mendel descubre en los guisantes las unidades fundamentales de la
herencia.
1871: Se aísla el ADN en el núcleo de una célula.
1876: Se identifica los microorganismos intervinientes en la elaboración del pan.
1883: Francis Galton acuña el término eugenesia.
1887: Se descubre que las células reproductivas constituyen un linaje continuo,
diferente de las otras células del cuerpo.
1897: E. Buchner descubre enzimas de las levaduras capaces de convertir el
azúcar en etanol.
1909: Las unidades fundamentales de la herencia biológica reciben el nombre
de genes.
1910: Un biólogo americano, Thomas Morgan presenta sus experimentos con la
mosca de la fruta, que revelan que algunos fragmentos genéticos son
determinados por el sexo.
Se establece el sistema de purificación de aguas residuales empleando
microorganismos.
1914: Se obtienen acetona, butanol y glicerina empleando microorganismos.
1925: Se descubre que la actividad del gen está relacionada con su posición en el
cromosoma.
1927: Se descubre que los rayos X causan mutaciones genéticas.
1928: A. Fleming descubre la penicilina.
1933: La Alemania nazi esteriliza a 56.244 "defectuosos hereditarios".
1933 a 1945: El holocausto nazi extermina a seis millones de judíos por medio
de su política eugenésica.
1943: El ADN es identificado como la molécula genética.
1944: se produce la penicilina industrialmente.
1940 a 1950: Se descubre que cada gen codifica una única proteína.
1953: El bioquímico americano James Watson y el biofísico Francis Crick
anuncian la estructura en doble hélice del ADN o
código genético.
1956: Se identifican 23 pares de cromosomas en las células del cuerpo humano.
1950 a 1960: se introducen nuevos antibióticos producidos por organismos.
1961: Desciframiento de las primeras letras del código genético.
1962: Canadá extrae uranio con ayuda de microorganismos.
1966: Se descifra el código genético completo del ADN.
1972: Se crea la primera molécula de ADN recombinante en el laboratorio:
genes de una especie son introducidos de otras especies y funcionan
correctamente.
1973: Brasil inicia un programa para sustituir el petróleo por alcohol producido
por levaduras.
1975: La Conferencia de Asilomar evalúa los riesgos biológicos de las tecnologías
de ADN recombinante, y agrupa una moratoria de los experimentos con estas
tecnologías. Se fundó Genentech Incorporated, primera empresa de ingeniería
genética.
1977: Se fabricó con éxito una hormona humana en una bacteria.
1978: Se clonó el gen de la insulina humana.
1980: El Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América dictamina que se
pueden patentar los microbios obtenidos mediante ingeniería genética.
1981: Primer diagnóstico prenatal de una enfermedad humana por medio del
análisis del ADN.
1982: Se crea el primer ratón transgénico, llamado "superratón", insertando el
gen de la hormona del crecimiento de la rata en óvulos de ratona fecundados. Se
produce insulina utilizando técnicas de ADN recombinante.
1983: Se inventa la técnica PCR (reacción en cadena de la polimerasa), que
permite copiar genes específicos con gran rapidez. Es una técnica muy poderosa
para producir millones de copias de una región específica de ADN, que permite
analizarla tan rápido como se puede purificar una sustancia química. PCR ha
sido el instrumento esencial en el desarrollo de técnicas de diagnóstico,
medicina forense y la detección de genes asociados con errores innatos del
metabolismo.
1984: Creación de las primeras plantas transgénicas.
1985: Se inicia el empleo de interferones en el tratamiento de enfermedades
víricas. Se utiliza por primera vez la "huella genética" en una investigación
judicial en Gran Bretaña.
1986: Se autorizan las pruebas clínicas de la vacuna contra la hepatitis B
obtenida mediante ingeniería genética.
1987: Propuesta comercial para establecer la secuencia completa del genoma
humano, Proyecto Genoma Humano. Comercialización del primer anticuerpo
monoclonal de uso terapéutico.
1988: La Universidad de Harvard patenta por primera vez un organismo
producido mediante ingeniería genética, un ratón. Se crea la organización
HUGO para llevar a cabo el Proyecto Genoma Humano: identificar todos los
genes del cuerpo humano.
1989: Comercialización de las primeras máquinas automáticas de secuenciación
del ADN.
1990: Primer tratamiento con éxito mediante terapia génica en niños con
trastornos inmunológicos (niños burbuja). Se ponen en marcha numerosos
protocolos experimentales de terapia génica para intentar curar enfermedades
cancerosas y metabólicas.
1994: Se comercializa en California el primer vegetal modificado genéticamente,
un tomate, y se autoriza en Holanda la reproducción del primer toro
transgénico.
1995: Se completan las primeras secuencias de genomas de bacterias.
1996: Por primera vez se completa la secuencia del genoma de un organismo
eucariótico, la levadura de cerveza.
1997: Investigadores, liderados por Ian Wilmut clonan al primer mamífero, la
oveja Dolly.
1998: Análisis de DNA de restos de semen cogido de ropas de Mónica Lewinsky
incriminan al presidente Bill Clinton.
2001: Se publica el mapa provisional del genoma humano.
2002: Se detecta una enzima que tiene relación directa con las auxinas para el
crecimiento de la planta.
El desarrollo de la biotecnología sufrió un gran cambio con la aplicación de las
modernas técnicas desarrolladas por biología molecular, como mutagénesis
artificial -acelerando genomas por irradiación o por medios químicos-; la
clonación molecular de organismos, plantas y animales; la fusión celular –con
las que se fabrican células capaces de producir anticuerpos que se reconocen las
moléculas concretas-; los cultivos celulares in vitro (en tubos de ensayo); la
bioingeniería y los nuevos métodos de procesamiento biológicos:
fermentaciones industriales, técnicas de ADN recombinante o ingeniería
genética, que permiten "recortar y pegar" genes de los mismos organismos vivos
en otros.

Biotecnología en la salud

ENFERMEDAD: DIAGNÓSTICO, TRATAMIENTO Y PREVENCIÓN

Antibióticos

A finales del siglo pasado, Pasteur y Koch establecieron firmemente la teoría microbiana de la
enfermedad, y con ella el diagnóstico y el tratamiento científico (algo que hoy nos puede
parecer obvio, pero que en su momento fue revolucionario; antes de ella, las causas atribuidas
eran de lo más peregrino, incluyendo influencias sobrenaturales, defectos del carácter de los
enfermos, castigo divino por pecados propios o de los antepasados, etc.).

El principal medio para tratar las enfermedades infecciosas durante el último medio siglo han
sido los antibióticos. Contamos con unos cien de utilidad terapéutica. Antes de los antibióticos
se recurría principalmente a hierbas. Pero nuestro arsenal ha aumentado. Hace unos pocos
años, técnicas que hoy son rutinarias (p.ej. vacunación) resultaban de ciencia ficción. Muchas
de las que hoy parecen lejanas pueden estar a la vuelta de la esquina. Y con ellas, puede venir
de la mano el diagnóstico, la curación y la prevención de enfermedades, especialmente
aquellas producidas por infecciones, o las derivadas de trastornos metabólicos o, incluso, el
propio cáncer.

La biotecnología del antibiótico es un importante capítulo dentro de nuestro tema. Las cuatro
principales clases de antibióticos con que contamos (penicilinas, tetraciclinas, cefalosporinas y
eritromicinas) representan un volumen comercial anual de varios miles de millones de dólares.
Tras la identificación de la penicilina, se abrió la caza del microbio por dos razones. La primera,
búsqueda de más agentes antibióticos para tratar mejor las enfermedades. La segunda, a
causa de las resistencias que comenzaban a detectarse. De hecho, la resistencia a los
antibióticos es una preocupación principal hoy. Muy pronto de vio que enfermedades comunes,
que respondían bien al tratamiento antibiótico, dejaban de hacerlo a los pocos años. De hecho,
el propio uso de un antibiótico estimula la existencia de cepas resistentes. En 1945, Giuseppe
Brotzu identificó en un albañal un hongo del género Cephalosporium: producía na amplia gama
de sustancias que mataban a las bacterias. De entre ellas, en 1953, se obtuvo la cefalosporina.
Su utilidad, podía matar a las bacterias que comenzaban a mostrar resistencia a la penicilina.
Se podía lograr lo mismo con penicilinas semisintéticas (modificadas químicamente). Ambas,
penicilina y cefalosporina, son ð-lactamas, sustancias que interfieren con la construcción de las
paredes bacterianas. El alarmante aumento de resistencias hace que no cese la búsqueda de
nuevos antibióticos.

Un antibiótico diferente es la estreptomicina. Se trata de un aminoglucósido, que actúan


impidiendo a ciertas bacterias la síntesis de proteínas mediante la destrucción de sus
ribosomas. Fue descubierto en 1944 por Selman Waksman a partir del Streptomyces griseus.
Revolucionó el tratamiento de la tuberculosis.

La mayoría de los antibióticos no son proteínas, por lo que no constituyen productos genéticos
directos. En realidad, se forman a partir de un precursor y una ruta metabólica que lo procesa.
Así, se puede recurrir a la ingeniería genética para producir antibióticos modificados, alterando
las enzimas que los fabrican, aunque supone una tarea más ardua que hacerlo con una
proteína concreta.

Un ejemplo clásico de esta modificación biotecnológica ha sido la realizada sobre el grupo de la


penicilina. Inicialmente, las primeras cepas de Penicillium eran muy poco productivas (una
milésima parte de la que sintetizan las cepas industriales actuales). Se mejoró su rendimiento
selección tras inducir mutaciones. Este es un proceso totalmente azaroso. La ingeniería
genética es mucho más eficaz, en el sentido de que produce directamente aquello que
queremos. En un término medio se sitúa la técnica de fusión celular, que incluye azar y
selección dirigida. Precisamente mediante esta técnica se han logrado algunas de las actuales
cepas industriales. Consiste la fusión celular en unir los genomas de dos células microbianas
que habitualmente se dividan por simple bipartición. Esto significa que los individuos
resultantes, aunque tengan los mismos genes que los genomas parentales, pueden presentar
combinaciones de ellos totalmente nuevas o que raramente existen en la naturaleza. Así,
seleccionando cepas prometedoras, eliminando sus envueltas y uniéndolas en una sola,
podemos activar genes que habitualmente permanecen silenciosos. Año tras año descubrimos,
sólo en los actinomicetales (el grupo bacteriano del cual obtenemos la mayor parte de los

Biotecnología y su incidencia en diversas enfermedades

Muchas enfermedades víricas no cuentan aún con vacuna eficaz, y la biotecnología es la


principal esperanza contra ellas. Entre las más notables están, hepatitis (en sus diferentes
variantes), gripe, herpes simple, parotiditis, sarampión, resfriado común y varicela. Las técnicas
habituales, de inocular el virus en animales de laboratorio, purificarlos y dañarlos antes de
inyectarlos a humanos no funcionan bien con éstas y con muchas otras. La alternativa es
clonar alguna proteína vírica adecuada; con éste método se han obtenido buenas vacunas
contra las hepatitis A y B.

Con tales metodologías, también es de esperar una sustancial mejora en la seguridad de las
vacunas existentes que emplean virus completos atenuados, lo que siempre comporta un
riesgo.

Pero hay una enfermedad vírica muy especial, el sida. Del VIH se sabe ya su estructura
genética, y se investigan diversas proteínas como diana para vacunas.

Los virus no son los patógenos que más muertes causan, sino los protozoos. Además, éstos,
inducen una pésima calidad de vida en los enfermos, que habitualmente viven en países
tropicales, del Tercer Mundo. Así, el mayor beneficio que la biotecnología aportaría a la
humanidad sería mitigar esa plaga. Entre tales males destaca la malaria, con 300 millones de
casos actualmente. Aunque había retrocedido gracias al empleo de sustancias terapéuticas
contra Plasmodium e insecticidas contra los vectores, asistimos hoy a un resurgir de la
enfermedad por las resistencias que van apareciendo. El problema que presenta la vacuna es
la enorme capacidad que tiene Plasmodium de mutar sus antígenos, lo que inutiliza tanto las
defensas naturales como las artificiales. La línea que suscita más entusiasmo (y controversia)
es la vacuna de M. Patarroyo, que parece ser eficaz en un 40% de los casos (el 40% de 300
millones es mucho). Además de la malaria, también están los tripanosomas, con la enfermedad
del sueño (T. gambianun y T. senegalense) y el mal de Chagas (T. cruzi), ambas mortales a
menos que sean tratadas. Otros tripanosomas causan graves pérdidas ganaderas. Pese a su
capacidad de mutar, se cuenta con sustancias biotecnológicas eficaces, aunque todavía en
cantidad insuficiente. La lehismaniosis, causada por Lehismania donovani, afecta a 100
millones de personas en las regiones más cálidas del planeta, llegando incluso a Europa
meridional. La enfermedad puede revestir muchas formas, usualmente leves, aunque el kala-
azar es mortal. No existe vacuna eficaz; el tratamiento, con compuestos a base de antimonio,
tiene efectos secundarios indeseables, pero el uso de liposomas dirigidos con anticuerpos
monoclonales da un gran resultado: por un lado hace más eficaz al fármaco, y por otro permite
reducir las dosis y, por consiguiente, los efectos secundarios.

El tratamiento de enfermedades bacterianas también puede quedar sometido a avances


biotecnológicos, como en el caso de la lepra, una enfermedad en auge actualmente, y que ya
comienza a dar síntomas de resistencia a la dapsona, el fármaco que constituye la base del
cualquier tratamiento eficaz.

ADN pegajoso y diagnóstico médico

Es evidente la importancia de un diagnóstico rápido para un correcto tratamiento de la


enfermedad. Los anticuerpos monoclonales son el instrumento actualmente más desarrollado.
Pero hay un método que puede ser más eficaz. Se trataría de sondas de ADN que puedan
adherirse por complementariedad a determinadas regiones de otro ADN. De este modo,
además de diagnosticar, se podrían identificar estructuras genéticas de cualquier tipo, detectar
defectos genéticos, elegir órganos adecuados para donación, mejorar semillas o ganado, etc.
Se trataría de un método miles de veces más sensible que los actuales, pero también más
rápido y barato.

La técnica fundamental para la rápida elaboración de tantas sondas de ADN como se


necesiten, a un precio asequible, es la PCR. Consiste en la amplificación selectiva de un
fragmento de ADN a partir de un molde bicatenario, unos fragmentos cebadores, nucleótidos y
una ADN-polimerasa especial, resistente a altas temperaturas. Consiste la técnica en calentar
la disolución que contiene el molde bicatenario, de modo que se desnaturalice; posteriormente
se rebaja la temperatura para que los cebadores se unan a los extremos de las cadenas
simples; posteriormente se sube la temperatura para que la polimerasa se active y cada
cadena simple constituya una cadena doble; finalizado lo cual se vuelve a subir la temperatura
para que las cadenas dobles recién constituidas se desnaturalicen y se conviertan en cadenas
simples para reiniciar el ciclo. Gracias a la PCR se ha logrado clonar un fragmento de ADN de
un insecto atrapado en ámbar con una antigüedad de ¡150 m.a.!

Otros métodos de diagnóstico

Uno de los que más ha avanzado gracias a la tecnología, aparte de los anteriormente
expuestos, es la bioluminiscencia. Se basa en la mezcla de la sangre con la sustancia a
analizar, un enzima que intervenga sobre ella con gasto de NADH, el propio NADH y luciferasa
(dependiente de NADH). Tras mezclar los tres primeros componentes, la cantidad de NADH
habrá variado desde una concentración inicial conocida. La concentración final se puede
valorar en función de la luz emitida al añadir luciferasa.

Se ha puesto a punto este método para triglicéridos, alcohol, diversas hormonas y ácidos
biliares (indicador de daño hepático).
Hormonas y proteínas

La ingeniería centra su atención en tres tipos de sustancias: las que ya contamos con una
fuente de producción, pero que se busca abaratar o mejorar la producción; las de reconocido
valor médico pero cuya producción es aún insuficiente para la demanda; las que quizá puedan
ser útiles pero se ha de contar con cantidades mayores previamente, para poder ensayarlas.
Entre las hormonas polipeptídicas encontramos ejemplos paradigmáticos de los tres casos
(insulina, hormona del crecimiento y factor de crecimiento nervioso, respectivamente). Y las
deficiencias a la hora de sintetizar hormonas polipeptídicas están entre las enfermedades
hereditarias más comunes que afectan a la población.

Las endorfinas, como agentes analgésicos, podrían ser más seguras y útiles que las drogas de
origen vegetal que se emplean contra el dolor.

Entre las hormonas esteroides, se emplean microorganismos como parte del proceso de
obtención, logrando que el producto final (cortisona, estradiol, testosterona, etc.) sea más
barato y seguro.

De la misma manera la albúmina (de la cual se emplearon más de 200.000 Kg en 1990, para
operaciones quirúrgicas y en el tratamiento de golpes y quemaduras) y varios factores de
coagulación sanguínea son objetivos biotecnológicos declarados.

Enfermedades hereditarias

Cada persona porta, como promedio, casi una docena de genes defectuosos, habitualmente
silenciosos. Pero pueden manifestarse como enfermedad genética (siempre si son dominantes
como la Corea de Huntington , en homocigosis si son recesivos como la fibrosis quística y en
los machos si están ligadas al sexo como la distrofia muscular de Duchenne ). Se conocen dos
centenares de problemas hereditarios más o menos comunes. A veces la biotecnología puede
aportar los enzimas que faltan, bien directamente el producto, bien el gen para que sea el
cuerpo quien fabrique lo necesario (terapia de sustitución génica). En este último caso, el
obstáculo mayor es, no la inserción del gen, sino que se someta a un mecanismo de control de
su expresión que sea adecuado. El primer intento con cierto éxito se llevó a cabo en 1990.

Cáncer

Se agrupan porque afectan a los adultos y ancianos de sociedades industriales. Ambas tienen
una serie de causas muy diversificadas, aunque sus manifestaciones son comunes. En el caso
del cáncer, el problema estriba en el descontrol de la proliferación en algún grupo celular. En el
caso de enfermedades cardiovasculares, un fracaso en los parámetros hemodinámicos, que
conduce a falta de nutrientes en algún tejido. Es una tarea descorazonadora seguir todas las
advertencias respecto al estilo de vida para no sufrir cáncer o enfermedades cardiovasculares.
La evitación de un tipo de riesgo parece conllevar necesariamente otro.

Para la curación del cáncer hay abiertas diferentes líneas biotecnológicas, que, si bien se
incrementa a velocidad de vértigo la cantidad de dichas líneas, la celeridad con la que se
incorporan a la terapéutica normal no es tanta. Uno de los primeros objetivos fueron los
interferones. De ellos se ha hablado como la panacea, pero la realidad es que nadie ha
demostrado que puedan curar forma alguna de cáncer. Sí que alivian algunos (linfomas,
melanoma y de mama). Uno de los mayores problemas a la hora de su síntesis es que muchos
de ellos cuentan con azúcares en su estructura; para que las bacterias los incluyan en el
interferón necesitarían un amplio equipo enzimático al efecto. Por fortuna, los interferones que
carecen de glúcidos pueden ser sintetizados sin mayor obstáculo.

Otras sustancias a la que se ha concedido mucha atención son interleucina-2, factor de


necrosis tumoral, linfotoxina y factor activador de macrófagos. Y la lista es inmensa si tenemos
en cuenta que el grupo de las linfocinas, al que pertenecen, incluye a más de un centenar de
miembros.
Otra línea de investigación es la que trata de averiguar en qué se diferencian exteriormente las
células tumorales de las normales, lo que permitiría poner a punto anticuerpos monoclonales
dirigidos específicamente contra ellas. Pero no es fácil: no se debe olvidar que las células
tumorales también son células humanas. Aun así se han podido elaborar algunos anticuerpos
monoclonales contra tipos tumorales concretos (entre los que están los tres más mortíferos,
mama, digestivo y pulmón), si bien ninguno de ellos es completamente específico. Los
anticuerpos monoclonales pueden poner en marcha el sistema inmune del paciente contra el
tumor, pero su utilidad mayor sería la de dirigir fármacos contra las células cancerosas (método
del “reciario”). Mientras tanto, sólo se podrán emplear drogas relativamente no tóxicas. Un
ejemplo de este método es el empleo de ricina. Bajo su forma natural es un veneno tan potente
que una única molécula basta para matar una célula; así, se ha tenido que recurrir a
biotecnología para modificarla (eliminando una de las cadenas, la de permeabilidad de la
membrana, y dejando sólo la tóxica unida a un anticuerpo. Otro ejemplo en esta línea es el de
la doxorubicina.

Finalmente, un camino prometedor es el de la selección de linfocitos del propio paciente, su


modificación y devolución al cuerpo, donde atacarían a las células tumorales. En concreto, se
ha descubierto un tipo de linfocitos, los LIT, específicos contra ellas. Tal tratamiento se ha
probado en un cierto número de pacientes, con un 10% de curaciones, lo cual es prometedor
para una terapia tan novedosa, aunque impide que sea la única.

Enfermedades cardiovasculares

Se produce una enfermedad de este tipo cuando aparece coagulación anormal en venas o
arterias, al desequilibrarse el sistema natural que regula tal proceso. Un enzima producido por
las bacterias del género Stretococcus, la estreptocinasa, se emplea para disolver coágulos en
extremidades y pulmón. Pero plantea dos problemas: como toda sustancia bacteriana despierta
respuesta inmune, lo cual rebaja su actividad; y es inespecífico, por lo que conlleva el riesgo de
provocar hemorragias. Por ello, como fármaco de elección, se prefiere la urocinasa, un enzima
humano con similar actividad. El inconveniente es que se obtiene de la orina o de cultivos de
células renales, ambos procesos muy caros (su producción mueve 150×106 $ anuales en
Japón, su principal productor), lo que ha motivado muchas investigaciones con su clonación
como objetivo; se logró, finalmente, en 1990, pero envuelta en un halo de secreto comercial.

Más específicos son los plasminógenos activadores hísticos, sustancias que se unen al
coágulo y estimulan con ello la acción de otros constituyentes sanguíneos para disolverlo, sin
reducir la facultad de coagulación general, es decir, sin el riesgo que plantean los enzimas
anteriores.

Trasplante de órganos

Se ha de convencer al organismos de que acepte un cuerpo extraño, de que no ponga en


marcha el sistema inmune contra él. Para ello se cuenta con un arsenal químico, en el que
sobresale la ciclosporina A, compuesto que afecta a los linfocitos T, elaborado por el hongo
Tolypocladium inflatum, el cual fue descubierto en una muestra de suelo en Noruega. Sin
ciclosporina, al año de ser trasplantados de hígado o corazón, sobreviven el 35% y el 50%
respectivamente. Con ella, las cifras son 70% y 80%.

La ciclosporina también puede colaborar en el tratamiento de varias enfermedaes autoinmunes,


entre las que se puede incluir a la propia diabetes.

Pero los fármacos que, como la ciclosporina, inducen tolerancia inmunológica artificial, tienen el
inconveniente de debilitar la resistencia contra diversas infecciones, especialmente víricas. El
interferón, administrado simultáneamente, pude contribuir a reducir el riesgo.

Además, la selección previa del órgano a trasplantar mediante sondas de ADN o anticuerpos
monoclonales que elijan aquel con un MHC lo más compatible posible con el del receptor,
permitiría reducir la cantidad de fármaco administrado, y con ello sus indeseables efectos
secundarios.

RIESGOS DE LA BIOTECNOLOGÍA

Introducción

Cualquier gran tecnología tiene profundos efectos, con consecuencias sociales, económicas y
políticas no del todo deseables. Como en biotecnología es posible elegir qué hacer de entre un
abanico de opciones, hay que admitir que la ética está presente en ella, y que todo elemento
biotecnológico es también una decisión social, económica o política.

Agricultura

Los riesgos ecológicos más serios que presenta el uso comercial de cultivos transgénicos son:
expansión de cultivos transgénicos, la cual amenaza la diversidad genética al simplificar los
sistemas de cultivos y promover la erosión genética; potencial transferencia de genes de
Cultivos Resistentes a Herbicidas (CRHs) a variedades silvestres o parientes semidomésticos,
lo cual puede originar supermalezas; CRHs transformados en malezas; transferencia
horizontal, mediada por vector o recombinación, que cree nuevas razas patógenas;
recombinación de vectores que generen variedades más nocivas del mismo, sobre todo en
plantas transgénicas diseñadas para resistencia viral en base a genes vírales, plagas de
insectos de rápido desarrollo con resistencia a los cultivos que contienen la toxina de Bt; uso
masivo de la toxina de Bt en cultivos puede desencadenar interacciones potencialmente
negativas que afecten procesos ecológicos y a organismos benéficos.Evaluar los impactos
potenciales de la biotecnología agrícola en función de sus metas (agricultura socialmente más
justa, económicamente viable y ecológicamente apropiada) es oportuno: se han aprobado más
de 1.500 pruebas de campo de cultivos transgénicos, pese a que en la mayoría de los países
no existe regulación sobre bioseguridad para tratar con los problemas medioambientales
derivados de liberaciones accidentales al medio. Quizá la presión para ganar mercados y
aumentar las ganancias estén empujando a las compañías a poner rápido en circulación
cultivos transgénicos, sin considerar apropiadamente los impactos a largo plazo en personas o
ecosistemas.

La mayoría de las innovaciones en biotecnología agrícola se orientan hacia la búsqueda de


beneficios en lugar de hacerlo hacia las necesidades de la población; no se pretende tanto
resolver problemas agrícolas como aumentar la rentabilidad. Es claro que creando variedades
resistentes a sus herbicidas, una compañía pueden extender los mercados de sus productos
químicos patentados. El mercado para CRHs se ha estimado en más de 500 millones de
dólares anuales en el año 2000.

Aunque algunas pruebas las efectúan universidades y organizaciones de investigación


públicas, sus programas de investigación están cada vez más influidos por el sector privado. El
46% de empresas de biotecnología apoyan la investigación biotecnológica en las
universidades, mientras 33 de los 50 estados de los EE.UU. tienen centros mixtos universidad-
industria para transferencia de biotecnología. Tales organizaciones públicas no sólo deberán
asegurar que se investiguen aspectos ecológicamente apropiados de la biotecnología (fijación
de N, tolerancia a la sequía, etc.), sino también supervisar y controlar cuidadosamente el aporte
de conocimiento aplicado de libre propiedad al sector privado, para garantizar que tal
conocimiento continúe en el dominio público para el beneficio de toda la sociedad.

Aunque la biotecnología tiene la capacidad de crear una variedad mayor de plantas


comerciales, las tendencias actuales de las compañías son abrir amplios mercados
internacionales para un pocos productos, creando así las condiciones para la uniformidad
genética en el paisaje rural. Además, la protección de patentes y los derechos de propiedad
intelectual apoyados por el GATT, impiden a los agricultores reutilizar, compartir y almacenar
sus semillas aumentando así la posibilidad de que pocas variedades lleguen a dominar el
mercado de semillas. Cultivos actualmente diseñados para la tolerancia genética a uno o más
herbicidas incluyen: alfalfa, algodón, maíz, avena, petunia, patata, arroz, trigo, sorgo, soja,
tabaco, remolacha, caña de azúcar, girasol y tomate.

Aunque un cierto grado de uniformidad de los cultivos puede tener ciertas ventajas
económicas, cuenta con dos inconvenientes ecológicos. Primero, la historia muestra que una
gran área cultivada con un solo cultivo es muy vulnerable a un nuevo patógeno o plaga. Y,
segundo, el uso extendido de un solo cultivo lleva a la pérdida de la diversidad genética.

La difusión de variedades modernas, que fue una de las banderas de la Revolución Verde, ha
sido importante causa de erosión genética, al animar a los agricultores mediante campañas
gubernamentales masivas a adoptar dichas variedades, abandonando muchas de las locales.
La uniformidad causada por el aumento del área de cultivo de un número más pequeño de
variedades es una fuente de riesgo si surge una plaga o una enfermedad, y si las condiciones
climáticas de un año para el crecimiento de dicha variedad no son las adecuadas. Dada su
naturaleza monogénica y la rápida expansión del área bajo su cultivo, los cultivos transgénicos
solo exacerbarán estos efectos.

Los defensores de los CRHs indican que éstos permiten al agricultor simplificar la gestión de
malezas al usar un único herbicida de amplio espectro que se descomponga relativamente
rápido en el suelo. Candidatos con tales características incluyen glifosato, bromoxinil,
sulfonilurea, imidazolinonas, etc. Sin embargo, en realidad el uso de cultivos resistentes a los
herbicidas probablemente aumentara el uso de herbicidas así como los costos de producción.
También es probable que cause serios problemas medioambientales. Las razones son las
siguientes.

Resistencia a herbicidas

Esta bien documentado que cuando se usa un único herbicida reiteradamente sobre un cultivo,
las oportunidades de que se desarrolle resistencia en las malezas se incrementa. Sulfonilureas
e imidazolinonas son particularmente propensas a ello. Además, dada la presión de la industria
para aumentar las ventas, la superficie tratada con herbicidas de amplio espectro se extenderá,
exacerbando la resistencia. Aunque el glifosato es considerado menos propenso para
desarrollar resistencias, el incremento proyectado de su uso generará resistencias, sólo que
más lentamente, algo ya documentado.

Según los fabricantes, los cultivos transgénicos dotados con genes de Bt reemplazarán a los
insecticidas sintéticos en el control de plagas. Pero puesto que la mayoría de los cultivos sufren
toda una diversidad de plagas, los insecticidas todavía tendrán que ser aplicados para controlar
plagas diferentes a los Lepidoptera, que sí son susceptibles a la endotoxina expresada por el
cultivo.

Por otro lado, se sabe que varias especies de Lepidoptera han desarrollado resistencia a la
toxina de Bt en ensayos de laboratorio y de campo, sugiriendo que las mayores resistencias se
desarrollan en cultivos transgénicos donde la expresión continua de la toxina crea una fuerte
presión de selección. Dado que se ha aislado toda una gama de genes de la toxina Bt, se
argumenta que si se desarrollan resistencias pueden usarse formas alternativas de dicha
toxina. Sin embargo, dado que es probable que los insectos desarrollen resistencia múltiple o
cruzada, tal estrategia también podría estar condenada al fracaso.

Basándose en experiencias pasadas con pesticidas, se han propuesto planes de gestión de la


resistencia con cultivos transgénicos, tales como el uso de mezclas de semilla y refugios.
Además de requerir la difícil tarea de coordinar regionalmente a los agricultores, los refugios
han mostrado pobre éxito con los pesticidas químicos, debido a que las poblaciones de
insectos no están restringidas a un agroecosistema cerrado, y los insectos que entran están
expuestos a cada vez mas bajas dosis de la toxina en la medida que el pesticida se degrada.
Impactos ecológicos de los herbicidas

Aunque los fabricantes afirman que bromoxinil y glifosato, cuando son apropiadamente
aplicados, se degradan rápidamente en el suelo, no se acumulan en aguas subterráneas, no
tienen efectos en organismos y no dejan residuos en los alimentos, hay, sin embargo, evidencia
de que el bromoxinil causa malformaciones neonatales en animales de laboratorio, es tóxico
para peces y puede causar cáncer en humanos. Por todo ello, y debido a que el bromoxinil se
absorbe por vía dermatológica, no se puede descartar que presente riesgos a los agricultores.
Análogamente, se ha publicado que el glifosato puede ser tóxico para algunas especies de
invertebrados edáficos, incluyendo predadores benéficos como carábidos y arañas, y especies
detritívoras como lombrices; también para organismos acuáticos, incluso peces. En la medida
en que se va verificando que se acumulan residuos de este herbicida en frutas y tubérculos, al
sufrir poca degradación metabólica en las plantas, emergen también preguntas sobre la
seguridad de los alimentos con trazas de estos herbicidas.

Conservando la población de plagas a niveles sumamente bajos, los cultivos con toxina Bt
pueden inducir hambre en las poblaciones de enemigos naturales, terminando por erradicarlos
del agroecosistema. Los insectos parásitos serían los más afectados porque son más
dependientes. Algunos estudios sugieren que los áfidos son capaces de secuestrar la toxina
del cultivo Bt y transferirla a sus predadores (coccinélidos), generando un problema de
biomagnificación en el que queda afectada la reproducción y longevidad de los coccinélidos. La
posibilidad de que las toxinas de Bt se muevan a través de las cadenas alimenticias es un
severo riesgo para el control biológico natural en agroecosistemas.

Las toxinas de Bt pueden incorporarse al suelo a través del material vegetal en


descomposición, pudiendo persistir 2-3 meses, y aún más si se ligan a arcillas mientras
mantienen su actividad. Tales toxinas puede tener impactos negativos en organismos edáficos
e invertebrados acuáticos, así como en el proceso de reciclaje de nutrientes.

También se han intentado diseñar plantas resistentes a infecciones incorporando genes para
productos vírales dentro del genoma vegetal. Aunque el uso de genes que confieran resistencia
a virus tiene beneficios potenciales, hay algunos riesgos. La recombinación entre el ARN vírico
y el transgénico podría producir un nuevo patógeno que conlleve una enfermedad más severa.
Hay indicios de que tal recombinación ocurre en plantas transgénicas y que bajo ciertas
condiciones se puede producir una nueva raza viral con un rango alterado o ampliado de
huéspedes.

Creación de "super malezas"

Aunque existe algo de preocupación acerca de que los cultivos transgénicos se puedan
convertir a su vez en malezas, el mayor riesgo ecológico es que liberaciones a gran escala de
cultivos transgénicos pueden redundar en flujo de transgenes hacia otras plantas silvestres, las
cuales, entonces pueden transformarse en malezas. Existen evidencias de que esto ya está
sucediendo (Sorghum bicolor, una maleza emparentada con el sorgo). Esto es especialmente
preocupante en los EE.UU., ya que muchas plantas comerciales se cultivan próximas a sus
parientes silvestres o a otras sexualmente compatibles, pese a que no estén emparentadas (p.
ej., Sorghum halepense X maíz).

Reducción de la complejidad del agroecosistema

La remoción total de malezas mediante herbicidas de amplio espectro puede tener un impacto
ecológico indeseable; se ha documentado que cierto nivel aceptable de diversidad de malezas
alrededor o dentro de un campo de cultivo, puede jugar un papel ecológico importante, tal como
la estimulación del control biológico de plagas, o la mejora de la cobertura protectora contra la
erosión del suelo, etc; incluso algunas funciones hoy no conocidas y relacionadas con los ciclos
de nutrientes. Lo mas probable es que los CRHs refuercen el monocultivo al inhibir rotaciones y
policultivos (la diversificación es imposible si se usan cultivos susceptibles a herbicidas
combinados con CRHs). Tales agroecosistemas, empobrecidos en diversidad vegetal,
suministran condiciones óptimas para la libre difusión de malezas, plagas y enfermedades al
liberar muchos nichos ecológicos. Es más, los CRHs podrían favorecer a largo plazo malezas
competitivas que se adapten a un amplio espectro de tratamientos.

Efectos río abajo

Una efecto medioambiental principal, resultado del uso masivo de la toxina de Bt en cultivos
extensivos (p. ej., algodón) es que agricultores vecinos con cultivos diferentes pero que
compartan las mismas plagas puede terminar con poblaciones de insectos resistentes
colonizando sus campos. ¿Quién sería responsable por tales pérdidas?

Dada la velocidad con qué los productos van del laboratorio al campo, ¿están los cultivos
transgénicos respondiendo a las expectativas de la industria biotecnológica? Según ciertas
evidencias, hay ya signos de que se están cumpliendo algunos riesgos y los resultados no
responden a las promesas. Probablemente estemos subestimando la capacidad de los insectos
para sobreponerse en formas inesperadas a ataques, y el rendimiento de los CRHs bajo
condiciones agroclimaticas variantes no es el adecuado. Es incorrecto asumir que una
tecnología homogeneizante tendrá un buen comportamiento en un rango de condiciones
heterogéneas.

La historia de la agricultura enseña que enfermedades, malezas y plagas se vuelven más


severas y se amplifican con el desarrollo de monocultivos o técnicas agrícolas de
homogeneización, y que los cultivos gestionados intensivamente y manipulados genéticamente
pronto pierden su diversidad genética. El problema está, no en las plagas, sino en la presencia
de un nicho ecológico (agroecosistema) que les ofrece oportunidades. Dado esto, no hay razón
para creer que la resistencia a cultivos transgénicos no evolucionará entre malezas, insectos y
patógenos como sucedió con pesticidas. No importa qué estrategias de gestión de resistencia
se usen, las plagas se adaptarán.

El hecho que la hibridación interespecifica, y la introgresión sean comunes en especies como


girasol, maíz, sorgo, arroz, trigo y patatas, fundamenta el que esperemos flujo de genes entre
cultivo transgénico y familiares silvestres, creando así nuevas malezas resistentes a herbicidas.
Pese a que se argumenta que la ingeniería genética no es diferente a la mejora convencional,
la tecnología del ADNr permite expresar nuevos genes exóticos en plantas transgeneticas.
Además, las transferencias están mediadas por vectores que derivan de virus y plásmidos
causantes de enfermedades, quienes pueden atravesar la barrera de especie de modo tal que
transfieren genes entre una gran variedad de especies, afectando así a muchos otros
organismos en el ecosistema.

Pero los efectos ecológicos no están limitados a la resistencia de las plagas y la creación de
nuevas malezas o tipos de virus: los cultivos transgénicos pueden producir toxinas ambientales
móviles a través de la cadena trófica, y que pueden terminar en suelo y agua afectando a
invertebrados y probablemente impactando sobre ciclos de nutrientes.

Se clama por una regulación apropiada para evaluar y liberar cultivos transgénicos, cuyo
objetivo sería protegernos de los riesgos ambientales. Se demanda mayor evaluación y
entendimiento de los temas ecológicos asociados con la ingeniería genética. Esto es crucial en
la medida en que los resultados sobre el comportamiento ambiental de cultivos transgénicos
liberados sugieren que en el desarrollo de los "cultivos resistentes", no sólo deben evaluarse
efectos directos sobre insectos o malezas, sino también efectos indirectos en plantas (p.ej.,
crecimiento, contenido de nutrientes, cambios metabólicos), suelo y en otros organismos
presentes en el agroecosistema.

También se sostiene que, con un continuo apoyo a la investigación, todos los problemas
biológicos a los que la biotecnología apunta, pueden resolverse usando aproximaciones
agroecológicas. Los espectaculares efectos de rotaciones y policultivos en la salud y
productividad de los cultivos, así como del uso de agentes de control biológico en la regulación
de plagas, han sido reiteradamente confirmados por la investigación. El problema es que la
investigación en instituciones públicas refleja cada vez mas los intereses de los donantes
privados a expensas de la investigación en beneficio publico, tal como control biológico,
sistemas de producción orgánica y técnicas agroecológicas en general. La sociedad civil debe
exigir que se clarifique a quién deben servir universidad y otras instituciones publicas y
demandar mayor investigación en alternativas a la biotecnología. Hay también una necesidad
urgente de desafiar el sistema de patentes y de derecho de propiedad intelectual inherente al
GATT, el cual no solo proporciona a las industrias el derecho de apropiarse y patentar los
recursos genéticos, sino que también acelera el ritmo al que las fuerzas del mercado
promueven practicas de monocultivo con variedades transgénicas genéticamente uniformes.

Varias recomendaciones son: terminar con la financiación pública a investigación en cultivos


transgénicos que presenten riesgos ambientales; CRHs y otros cultivos transgénicos deben
regularse como pesticidas; todos los cultivos alimenticios transgénicos deben etiquetarse como
tal; aumentar la financiación de tecnologías agrícolas alternativas sostenibles y de bajo coste,
adecuadas para las necesidades de los pequeños agricultores; salud, nutrición y vestido
humano deben ser los objetivos de la agricultura, y no el enriquecimiento; medidas que
promuevan biodiversidad, con énfasis en tecnologías que promuevan autosuficiencia y control
local de los recursos económicos como medio para una distribución mas justa de los
beneficios.

Ingeniería genética

Hay que hace ver que los riesgos que se van a analizar derivan de un uso científico o industrial
de los organismos modificados genéticamente. Evidentemente, cualquiera con cierto nivel de
conocimientos (no excesivo), puede obtener cepas patógenas y extenderlas entre la población.
Ese es un riesgo diferente.

La capacidad que nos otorga esa herramienta ha llevado a plantear la posibilidad de vérnoslas
con “microbios asesinos”. El argumento central consiste en el amplio uso de E. coli que se hace
en investigación, una bacteria que muestra resistencia a varios antibióticos y que es habitual
comensal del tubo digestivo humano. Así, si una E. coli modificada genéticamente escapase,
podría pasar sus transgenes a parte de la población que habita en nosotros. Por ello se han
restringido el tipo de genes que se pueden insertar en tales organismos: p. ej., está prohibido
inserir el gen de la toxina del cólera en cualquier bacteria que pueda habitar en el intestino
humano.

Adicionalmente, en institutos de investigación genética, hasta ahora, las medidas de seguridad


se han mostrado eficaces, como prueba el que los accidentes ocurridos han sido mínimos.

Cualquier creación de la ingeniería genética, para poder devenir en patógena, ha de cumplir


una serie de requisitos simultáneamente: ser capaz de invadir, ser capaz de causar daño y ser
capaz de transmitirse de una persona a otra. Así, la primera medida de seguridad es que
ningún organismo cumpla tales requisitos simultáneamente. Una segunda precaución que se
adopta es que requieran para sobrevivir compuestos químicos no habituales en los tejidos
humanos que podrían habitar. Una tercera es hacerlas sensibles a algún compuesto que en
dichos tejidos exista.

Transformaciones de seres vivos

La posibilidad de transformar genéticamente a los seres vivos abre un nuevo tipo de


perspectivas. Aparte de consideraciones éticas, el riesgo más grave que esto plantea es el
ecológico y el evolutivo, con obvias implicaciones.

Aplicación militar

La guerra ha ejercido de siempre una gran influencia en la mayoría de los campos de la ciencia
y la técnica, y la biotecnología no es una excepción. Sería ingenuo pensar que las presiones de
la industria militar al respecto no existen. Sería ingenuo pensar que grupos terroristas o
gobiernos dictatoriales no se han planteado el tema o que no está a su alcance. Aunque las
armas biológicas están prohibidas por los tratados internacionales, la investigación sobre ellas
no, dada la gran imbricación que presenta con la investigación industrial o médica.

Las armas biológicas se han empleado en el pasado, de un modo u otro. P. ej., los ingleses
propagaron viruela y gripe entre los nativos americanos facilitándoles mantas de enfermos
como un “favor”; durante la ocupación de China por parte de Japón en los años previos a la
Segunda Guerra Mundial; etc. Pero siempre ha sido un modo burdo y poco controlable de
guerrear frente a la precisión y evidente poder destructivo de los explosivos. El inconveniente
de no poder ejercer un control total sobre la evolución del arma biológica, una vez aplicada
sigue impidiendo que los gobiernos la empleen. Pero esta característica es la que hace a la
biotecnología atractiva para grupos descontrolados o terroristas.

Sin embargo, no hay que descontar la posibilidad de crear armas contra grupos específicos de
población, aprovechando rasgos distintivos inherentes a razas (genéticos) o a países
(economías débiles que no cuenten con antibióticos de última generación, y ante cuyas
medicinas sean resistentes los microorganismos).

También sería posible dirigir el arma biológica contra sectores económicos específicos, como
agricultura o ganadería. Cuba ya acusado de ello a los EE.UU.

CONSIDERACIÓN ÉTICA

Introducción

Cualquier gran tecnología tiene profundos efectos, con consecuencias sociales, económicas y
políticas no del todo deseables. Como en biotecnología es posible elegir qué hacer de entre un
abanico de opciones, hay que admitir que la ética está presente en ella, y que todo elemento
biotecnológico es también una decisión social, económica o política. Esto es especialmente
cierto desde que los investigadores han ampliado su rol con el de empresario, gracias a las
ganancias que genera la biotecnología, y toma decisiones con criterios no solamente
científicos.

Agricultura(Es también muy recomendable consultar periódicamente las secciones de “Futuro”


y “Salud” de El País. Además, Nature cuenta en su página WEB con un servicio de
actualización científica abierto al público... que sepa inglés -o que tenga un amigo que sepa
inglés-; bueno, en realidad es sencillo de traducir y suelen aderezarlos con chispas de humor,
así que está bien. Y si no, aprended ya inglés, que ya es hora).

Durante años los académicos han supuesto que la agricultura no representa un problema
especial para la ética ambiental, pese a que la vida y la civilización humanas dependen de la
antropización de la naturaleza para obtener la producción agrícola precisa. En general, la
mayor parte de los proponentes de una agricultura sostenible, condicionados por cierto
determinismo tecnológico, no entienden las raíces estructurales de la degradación
medioambiental ligada a la agricultura capitalista. Por tanto, al aceptar la actual estructura
socioeconómica y política de la agricultura como algo establecido, muchos se ven limitados
para implementar una agricultura alternativa que realmente desafíe tal estructura y responda
más adecuadamente a las necesidades nutritivas y sanitarias de las poblaciones.De aquí que
el problema clave a encarar por los agroecólogos es el fundamento en que se basa la moderna
agricultura industrial, representada por la biotecnología, de premisas filosóficas falsas, las
cuales han de ser reveladas y criticadas para avanzar hacia una agricultura verdaderamente
sostenible. El caso de la biotecnología es paradigmántico. En él, la alianza entre ciencia
reduccionista e industria multinacional, que perciben ambas los problemas agrícolas como
simples deficiencias genéticas de los organismos, superables mediante técnicas al efecto,
encaminaran otra vez a la agricultura por una senda equivocada.

Analizar los mitos de la biotecnología revela lo que algunos intereses pretenden de la ingeniería
genética: otra “solución mágica” destinada a evadir a la agricultura de los problemas
ambientales, sin cuestionar las falsas suposiciones que crearon esos problemas en primer
lugar.

Aunque hay múltiples aplicaciones agrícolas de la ingeniería genética, la biotecnología tiende a


desarrollar soluciones monogénicas para problemas creados por sistemas de monocultivo
ecológicamente inestables, diseñados como modelo industrial de eficiencia. Tal enfoque no fue
fiable en el caso de los pesticidas.

Así, los principales rasgos genéticos promovidos se orientan hacia el desarrollo de cultivos
tolerantes a herbicidas, y resistentes a plagas y enfermedades. Empresas multinacionales son
los principales proponentes de esta biotecnología, y ven a los cultivos transgénicos como un
modo de reducir la dependencia de aditamentos como pesticidas y fertilizantes.

Sin embargo, es irónico que esta nueva revolución verde, que busca eliminar la dependencia
de abonos y fertilizantes, esté siendo auspiciada por los mismos intereses que promovieron en
su día la agricultura basada en ellos. Ahora, equipando cada cultivo con nuevos "genes
insecticidas," se promete al mundo pesticidas más seguros, reduciendo la agricultura
químicamente intensiva y a la vez haciéndola más sostenible.

Esto demuestra que la biotecnología no está exenta de valores, por lo que es pertinente una
evaluación ética de la investigación en ingeniería genética y de sus productos, criticando
cualquier visión utilitaria de la naturaleza (favorecedora de libre intercambio de ganancia
económica por daño ecológico, e indiferente a las consecuencias para con los seres vivos). En
el núcleo de la crítica está el efecto biotecnológico sobre las condiciones sociales y económicas
y los valores éticos y morales.

Todo, a partir de unas preguntas, como: ¿debemos alterar estructuras genéticas en nombre de
la utilidad y las ganancias? ¿es la constitución genética de todos los seres vivos la herencia
común de todos, o puede ser adquirida por empresas y así convertirse en propiedad privada?
¿quién otorga derechos a monopolizar grupos enteros de organismos? ¿son los biotecnólogos
dueños de la naturaleza o es ésta una ilusión construida sobre arrogancia científica y economía
convencional? ¿es posible minimizar los riesgos ambientales manteniendo los beneficios?

También la distribución desigual de beneficios, los posibles riesgos ambientales y la


explotación de los recursos genéticos de las naciones pobres demandan algunas interrogantes:
¿quién se beneficia de la tecnología? ¿quién pierde? ¿cuáles son las consecuencias para el
ambiente y la salud? ¿cuáles han sido las alternativas ignoradas? ¿a qué necesidades
responde la biotecnología? ¿cómo afecta a lo que se está produciendo? ¿cuáles son las metas
sociales y los criterios éticos que guían la elección del tema de investigación? ¿qué metas
sociales y agrícolas se pretenden?

Los que controlan la dirección y objetivos de la innovación agrícola por medio de la


biotecnología sostienen que la ingeniería genética mejorará la sostenibilidad de la agricultura
resolviendo los problemas que afectan a la gestión agrícola convencional y liberarán a los
agricultores del Tercer Mundo de baja productividad, pobreza y hambre. Comparando el mito
con la realidad, se describe cómo y por qué los avances actuales de la biotecnología agrícola
no logran tales promesas y expectativas de continuar con el presente enfoque.

Mito 1: la biotecnología beneficiará a los agricultores en EE.UU. y del mundo desarrollado. La


mayoría de las innovaciones en biotecnología agrícola están motivadas por criterios
económicos en vez de por los de calidad de vida. Por tanto, la finalidad de la ingeniería
genética industrial no es resolver problemas agrícolas sino lograr beneficios. Más aún, la
biotecnología tiene como consecuencia industrializar la agricultura en mayor grado e
intensificar la dependencia de los agricultores de suministros industriales, con un sistema de
derechos de propiedad intelectual que ilegaliza el derecho del agricultor a reproducir,
intercambiar y almacenar semillas. Al controlar el germoplasma desde la semilla hasta la venta
y forzar a los agricultores a pagar por ello, las compañías logran el mayor provecho de su
inversión.
Debido a que la biotecnología requiere grandes capitales, aumentará la concentración de la
producción agrícola en manos de grandes corporaciones. Como en el caso de otras
tecnologías que ahorran mano de obra, al aumentar la productividad, la biotecnología tiende a
reducir los precios de los bienes y a poner en marcha una maquinaria tecnológica que deja
fuera del negocio a un número significativo de agricultores, sobre todo los de pequeña escala.

Mito 2: la biotecnología beneficiará a los pequeños agricultores y favorecerá a los hambrientos


y pobres del Tercer Mundo. Si la Revolución Verde ignoró a los agricultores pequeños y a los
pobres, la biotecnología exacerbará aún más tal marginación, protegida por patentes costosas
e inapropiadas para las necesidades y circunstancias de grupos indígenas y campesinos. Ya
que es una actividad principalmente comercial, esto determina las prioridades sobre qué
investigar, cómo se aplica y a quién beneficiará. Por ello se diseñan cultivos transgénicos para
nuevos tipos de mercado o para sustitución de las importaciones, en lugar de para mayor
producción de alimentos. En general, las compañías ponen el énfasis en una gama limitada de
cultivos para la que hay grandes y seguros mercados en sistemas de producción de grandes
capitales. Como los cultivos transgénicos tienen patente, los campesinos pueden perder los
derechos sobre su propio germoplasma regional y no se les permitirá, según el GATT,
reproducir, intercambiar o almacenar semillas de su cosecha. Es difícil concebir cómo se
introducirá esta tecnología en los países del Tercer Mundo de modo que favorezca a los
agricultores pobres. Si estuviera realmente comprometida en alimentar al mundo, ¿porqué no
desarrollar nuevas variedades tolerantes a malas hierbas en vez de a herbicidas? ¿por qué no
desarrollar productos que respondan a los problemas de los lugares con hambruna crónica?

El producto biotecnológico debilitará las exportaciones de los países del Tercer Mundo,
especialmente de los productores de pequeña escala. P. ej., unos 70.000 productores de
vainilla en Madagascar se arruinaron cuando una firma de Texas produjo vainilla en sus
laboratorios. P. ej., la expansión de las palmas aceiteras clonadas por Unilever aumentarán
mucho la producción de aceite de palma con dramáticas consecuencias para los agricultores
que producen otros aceites vegetales (cacahuete en Senegal y coco en Filipinas).

Mito 3: la biotecnología no atentará contra la soberanía ecológica del Tercer Mundo. Desde que
los países ricos comprendieron los servicios ecológicos que proporciona la biodiversidad, de los
cuales los países pobres son los mayores depositarios, el Tercer Mundo ha sido testigo de una
“fiebre genética”, con multinacionales explorando bosques, campos de cultivos y costas en
busca del “oro” genético. Protegidas por el GATT, esto se puede considerar “biopiratería”, con
un coste para las naciones en desarrollo estimado en unos 4'5×109 $ anuales al no recibir
beneficio de las compañías productoras de alimentos, productos farmacéuticos, etc., las cuales
usan germoplasma y plantas medicinales de campesinos e indígenas.

Los pueblos indígenas y su diversidad son vistos como materia prima por las multinacionales,
las cuales obtienen cuantiosos beneficios a partir de semillas desarrolladas en laboratorios de
países ricos a partir de germoplasma que los agricultores del Tercer Mundo mejoraron
cuidadosamente a lo largo de generaciones, sin recompensa por tan milenario conocimiento.

Mito 4: la biotecnología conducirá a la conservación de la biodiversidad. Aunque la


biotecnología tiene la capacidad de crear una mayor variedad de plantas comerciales y de esta
manera contribuir a la biodiversidad, el actual enfoque no es compatible con este objetivo. Más
bien, las multinacionales pretenden crear amplios y uniformes mercados internacionales para
un solo producto. Aún más, el que la patente prohíba a los agricultores reutilizar la semilla que
rinden sus cosechas, afectará las posibilidades de la conservación “in situ” y el mejoramiento
de la diversidad genética a nivel local.

El uso de cultivos transgénicos favorecerá monocultivos, caracterizados por niveles de


homogeneidad genética arriesgados, con mayor vulnerabilidad de los sistemas agrícolas a
estreses del entorno. Conforme la nueva semilla producida por bioingeniería reemplace a
antiguas variedades tradicionales y a sus parientes silvestres, se acelerará la erosión genética.

Mito 5: la biotecnología no es ecológicamente dañina y dará origen a una agricultura sostenible


libre de químicos. La biotecnología se está desarrollando para parchear los problemas
causados por anteriores tecnologías agroquímicas (resistencia a pesticidas, contaminación,
degradación del suelo, etc.), las cuales fueron promovidos por las mismas compañías que
ahora son líderes de la presente revolución. Los cultivos transgénicos desarrollados siguen
fielmente el paradigma de los pesticidas de usar un solo mecanismo de control, lo que ha
fallado una y otra vez con insectos, patógenos y malezas. Los cultivos transgénicos tienden a
incrementar el uso de pesticidas y acelerar la evolución de “supermalezas” y plagas de insectos
resistentes.

También está el riesgo que supone liberar plantas y microorganismos transgénicos al entorno.
Entre los principales está la transferencia de “trangenes” a variedades silvestres y otras plantas
compatibles, con los efectos ecológicos que esto conlleva de extensión de las resistencias, etc.

El actual enfoque biotecnológico exacerbará los problemas agrícolas convencionales y


socavará los métodos ecológicos de gestión agrícola (rotación, policultivos, etc.).

Mito 6: la biotecnología mejorará el uso de la biología molecular para beneficio de todos los
sectores de la sociedad. La actual biotecnología no surgió como resultado de demandas
sociales sino de cambios en leyes de patentes y en los intereses con ánimo de lucro de las
compañías químicas. El producto surgió a partir de capitales aventureros que apostaron por los
avances de la biología molecular. El peligro está en que el sector privado influya sobre la
dirección de la investigación del sector público en una forma sin precedentes.

Conforme más universidades e institutos de investigación públicos se asocien con compañías


privadas, surgen más preguntas éticas sobre la propiedad de los resultados de la investigación.
La tendencia al secretismo de los investigadores universitarios implicados en tal asociación trae
a colación preguntas sobre ética personal y conflictos de intereses. En muchas universidades,
la habilidad de un profesor para atraer inversión privada es, a menudo, más importante que las
calificaciones académicas, eliminando los incentivos para que los científicos sean responsables
ante la sociedad. Áreas como control biológico y agroecología, que no atraen apoyo de
empresas, son obviadas y esto no favorece al interés público.

Muchas promesas del actual enfoque biotecnológico están lejos de conseguirse y muchas de
sus ventajas o beneficios no han podido ser hasta ahora realizados. Aunque es claro que la
biotecnología ayudará a mejorar la agricultura, dada su actual orientación, promete, mas bien,
daños al medio ambiente, mayor industrialización agrícola y mayor interferencia de intereses
privados en la investigación pública. Hasta ahora la dominación económica y política de las
multinacionales en el desarrollo agrícola ha tenido éxito a expensas de los intereses de los
consumidores, campesinos, pequeñas fincas familiares, vida silvestre y medio ambiente.

Le urge a la sociedad civil tener mayor participación en decisiones tecnológicas para que el
dominio que ejercen los intereses corporativos sobre la investigación científica sea equilibrado
por un control público más estricto que vele para que los conocimientos aplicados no sean
propiedad del sector privado. Proteger que tal conocimiento continúe bajo dominio público va
en beneficio de las sociedades rurales, más pobres. Se han de desarrollar regímenes de
regulación controlados públicamente y emplearlos para evaluar riesgos sociales y ambientales
de productos biotecnológicos.

Finalmente, las tendencia hacia una visión reduccionista de la naturaleza y la agricultura,


promovida por la biotecnología contemporánea, debe ser revertida por un enfoque más
holístico, que asegure que las alternativas agroecológicas no son ignoradas y que sólo se
investiguen y desarrollen aspectos biotecnologicos ecológicamente aceptables. El futuro de la
investigación biotecnológica estará determinado por relaciones de poder y no hay razón para
que los agricultores y el público en general, si se le da suficiente poder, no puedan influir en
que la dirección de la biotecnología cumpla con las metas de la sostenibilidad.

Transformaciones de seres vivos


La modificación de organismos plantea una cuestión compleja. Es evidente que alguien que
trabaja quiere obtener beneficios de lo que hace. Así, quien investiga un gen, lo modifica y lo
clona, y así desarrolla una terapia o un proceso industrial, debe ganar algo por ello. Pero no
hay que olvidar que su trabajo partió de una base genética previa, patrimonio de la humanidad;
no se trata de un ingenio mecánico, sino de un ser vivo que no tiene dueño. Son dos puntos de
vista que han de reconciliarse. ¿Qué puede patentarse y quién puede hacerlo?

Un tema más complejo es el de la modificación del genoma humano. ¿Qué criterios se


utilizarían para “mejorar” nuestra especie? ¿Se pueden manipular todos los genes o sólo
algunos? ¿Quién decide sobre ambas cuestiones? ¿A nivel nacional o internacional?

Datos genéticos

La facultad de descubrir gran cantidad de datos acerca de la constitución genética de


individuos concretos con sólo una gota de sangre plantea problemas éticos muy importantes.
¿Quién debe tener acceso a ellos? ¿Cómo deberían usarse? Es evidente que, desde el punto
de vista médico es útil para una persona conocer sus características genéticas, para así poder
elegir un trabajo en el que no existan sustancias a las que pueda ser vulnerable, o para
prevenir enfermedades. El consejo genético ya existe. Pero, ¿qué ocurre con los empleadores
si descubren algún tipo de tara genética en sus trabajadores? ¿o con las compañías de
seguros o créditos? ¿Podrían las empresas reducir sus esfuerzos en pro de la salud laboral al
saber que sus plantillas son resistentes a determinado contaminante? ¿Qué sucede con
enfermedades como la corea de Huntington, que no tienen cura, y a cuyo portador sólo le
espera un lento declinar de sus funciones mentales y la muerte? ¿Se seleccionaría a los niños
para otorgarles un tipo u otro de educación en función de sus características genéticas,
generando una sociedad de castas? ¿Se otorgaría el mismo cuidado médico a una persona
cuya esperanza de vida sea significativamente menor?

El científico como empresario

Un sector creciente de los científicos de primera fila dejan las universidades para fundar
empresas. Y lo hacen llevándose con ellos todos los conocimientos y destrezas que han
aprendido durante años de trabajo gracias a la financiación pública. Pero la controversia no es
menor si ocupan cargos empresariales a la vez que ejercen su función investigadora y/o
docente pública.

Los que defienden que eso pueda seguir ocurriendo usan argumentos que son convincentes:
sin el flujo de investigadores bien formados y con experiencia no sería posible plasmar todas
las posibilidades que ofrece la biotecnología (las universidades o instituciones públicas no
parecen orientadas hoy por hoy hacia ese aprovechamiento).

Pero quienes rechazan ese trasvase del sector público al privado también argumentan con
veracidad: solamente se investigará aquello que sea rentable económicamente, y no lo que sea
rentable socialmente (pueden darse casos curiosos: se invierten más dinero y tiempo en
investigar fármacos contra el resfriado que contra el cólera o la lepra; diversas empresas han
rechazado hasta hace poco la mejora genética del trigo por ser poco rentable financieramente).
Y no es el menor de los argumentos el debate académico que se suscita ante la distorsión de
dos valores fundamentales: la libre circulación de información y la libertad de investigación. Y
otro no menor es el de posibles enfrentamientos personales por cuestiones empresariales, y su
repercusión en el ámbito del trabajo público (en el departamento de bioquímica y biofísica de la
Universidad de California en San Francisco se dio el caso de tres miembros del mismo
dirigiendo tres empresas que competían ferozmente entre sí).

La carrera por el Eldorado biotecnológico ha hecho ricos a muchos. Y aún hay campo para
muchos más. Es el sector económico con más proyección en cuanto a creación de puestos de
trabajo se refiere. Muchas firmas quiebran, pero otras surgen continuamente. Sin embargo, lo
más probable es que la mayoría vayan siendo absorbidas por grandes compañías
multinacionales con intereses en campos biotecnológicos, dada la ingente necesidad de
equipamiento y financiación que requiere una industria como esta.
Biotecnología y Economía

El descubrimiento y aplicación de la máquina de vapor catapultó a Gran Bretaña a la cúspide


mundial durante el siglo XIX. El empleo de componentes microelectrónicos ha hecho de Japón
uno de los gigantes económicos mundiales. Las innovaciones técnicas de la producción en
masa han llevado a los EE.UU. al liderazgo económico y militar del mundo. ¿Qué naciones
realizarán la revolución biotecnológica y cómo quedará el mundo configurado tras ello? Japón
cuenta con el 80% de las patentes efectuadas hasta el momento. Sin embargo, Gran Bretaña,
Francia, Suiza, Alemania y otros no van muy a la zaga.

El modelo de inversiones difiere significativamente en cada uno de esos países. En los EE.UU.
se ha establecido un gran número de pequeñas empresas, especialmente en California y
Massachusetts y muchas de ellas reciben ampia financiación de multinacionales muy diversas;
a la par, se canalizan ingentes inversiones hacia la universidad e instituciones públicas, a
menudo con contrapartidas (licencias de explotación de descubrimientos). En Japón, el
gobierno es el principal promotor de la biotecnología a través del sistema de investigación
público; la supremacía japonesa llega a cobrar tintes de virtual monopolio del comercio mundial
de determinadas enzimas, aminoácidos y aditivos alimentarios, a la vez que es el país que
tienen más experiencia en el trabajo con enzimas fijados. En Gran Bretaña, el gobierno no ha
tomado interés por el tema hasta muy recientemente. La situación y cifras de inversión son muy
similares para otros grandes países de la UE. La forma principal de inversión en biotecnología
en Europa es mediante incentivos a empresas privadas y a inversión directa por parte de
gobiernos, con el agravante de que el proceso de unificación monetaria ha llevado a recortar
gastos en I+D en casi todos los países.

Respecto al Tercer Mundo, la parte del globo en la que las personas mueren más jóvenes, con
más dolor y de muchas más enfermedades, la parte del globo para la cual la biotecnología
debiera ser una promesa de remisión, es el gran marginado. En promedio, cada caso de cáncer
declarado en países industrializados recibe 209$ anuales; cada caso de malaria sólo recibe
0'02$. La creación de nuevos medicamentos puede llevar años y costar muchos millones de
euros. Entre los muchos criterios que se tienen en cuenta en el proceso de creación de un
fármaco, el principal probablemente, una vez salvadas las cuestiones técnicas, está la
rentabilidad del producto. Y un fármaco de aplicación específica para problemas del Tercer
Mundo no es rentable. En 1984, la Organización para el Desarrollo Industrial de la Naciones
Unidas creó dos centros de investigación biotecnológica (Triestre y Delhi) centrados
específicamente en problemas que atañan a países pobres.

Respecto a la producción de combustibles, como alcohol, se requiere una cuidadosa


planificación. Es paradigmático el caso keniata, en el que se incentivó a la agricultura hacia la
producción de materias primas para producir alcohol y creció la necesidad de importación de
alimentos; esto llevó al gobierno a modificar su política.

Como conclusión, desde la revolución industrial, la economía se ha caracterizado por


crecientes demandas de metales y energía. Sabemos que este camino tiene un límite, aunque
en la mayor parte de las ocasiones el comportamiento habitual lo ignora. Quizá la revolución
bioindustrial a cuyo amanecer asistimos tenga, como principal contribución la transformación
del fundamento económico desde el uso de materias no renovables a otras renovables, y
desde el empleo de combustibles fósiles como principal fuente de energía, al uso del Sol a
través de los microorganismos. Quizá no sea soñar demasiado pensar en una superficie de
500.000 Km2 (menos de una catorceava parte del continente australiano) cubierta por
generadores de hidrógeno, suministrando toda la energía que el planeta requiere a partir de luz
solar.

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