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LA MUJER DE AGUA

Toda creencia sostiene – en parte – al sujeto en su trayecto existencial.

Felipe Caro Díaz

Licenciado en psicología.
UNAB.
Viña del Mar. Chile.
fe.carod@gmail.com

Animismo, rituales, adoraciones, religiones, sectas, son la gama de manifestaciones


que tiene el sujeto para asir sus pies en la tierra, algunos de una manera más soslayada y
otros de una manera más acoplada. En la clínica psicoanalítica o cualquier otra disciplina
que da voz al paciente, se encuentra en reiteradas veces con creencias que están fielmente
arraigadas en el aparato psíquico de la persona, que son incuestionables y tienen carácter de
certeza, cosa que puede inmediatamente rayar en lo patológico o en lo psicótico, empero el
discurso analítico toma escucha sobre “eso” que quiere decir o que es lo que hay detrás de
esas prácticas, antes que hacer una mera categorización, al típico estilo del DSM – IV o el
CIE – 10. De manera que en estas líneas se mostrará otra versión del por qué la mujer de
agua, queda envainada en la religión, no sin antes presentar al sujeto.
Mónica, mujer de treinta y seis años, posee una impronta invariante a la hora de
presentarse a la sesión, debido a que sus agitaciones psicomotoras (piernas y cara), desvían
la mirada a lo que justamente no cesa de repetirse, a saber: El fallecimiento de su hermana
(veinte y ocho de octubre del dos mi nueve), que caló hondo en su psique, pues la definía
como “dos gotas de agua” “su joyita “como uña y mugre”; representaciones totales, que
no dejan indiferente y no dejan diferencia alguna, ya que hacen mención a una idolatría
manifiesta e irrestricta hacia la difunta, que por el peso de su muerte se hace más patente en
un otro lugar. Otro lugar que toma referencia casi exclusivamente en los sueños y que
culmina al término de las sesiones con la misma incógnita ¿y qué hago ahora yo? Dejando
planteada su demanda para que se le sea respondida cuanto antes, aunque bien es sabido
que una terapia de orientación analítica no existen recetas y tampoco convicciones, por el
contrario hay un trabajo arquitectónico que hará reconstruir fragmentos que antes no tenía
la paciente asimilada.
En efecto, el encuadre fue inminente, permitiendo desplegar lo que había detrás de
esa demanda y todo el tema religioso que se velaba en pensamientos mágicos que no daban
lugar a la incertidumbre: “yo no celebro mis cumpleaños en semana santa porque es como
faltarle el respeto a Dios y si hago algo siempre me pasa una desgracia” Es decir, ella
sigue al pie de la letra no solamente los tres días en los cuales la mayoría de los cristianos
hacen, sino que de forma absoluta es fiel desde el domingo de ramos hasta el domingo de
resurrección, junto con leer la biblia de forma regular y orar todas las noches. Esto no sólo
hace mención a la actualidad, también tiene importancia desde su infancia donde se inicio
en todo tipo de actividades, participando en los misioneros y viviendo EJE, la pregunta que
cabe plantearse es ¿Qué hay detrás de las convicciones religiosas de Mónica?
Antes de responder aquella problemática, hay que tener en consideración que se
define “conscientemente” como una mujer buena, que quiere hacer todo por el otro, mas
hay veces que se “le mete el demonio” y aquí es donde se unen sus conflictos con la no
superación de dejar partir a su hermana, que por lo demás acompañó hasta el último de sus
días “Yo fui quien la cuidó nadie más e incluso me dejó de hablar y no sé porqué […] le
sentía todos los huesitos”. En ese dejar de hablar se entrevió una cierta queja de esta
relación chapoteada, puesto que en una primera etapa no lograba poder sacar a flote toda
la envidia que había detrás de toda su careta angelical, únicamente en las últimas sesiones
pudo esbozar que “le habría gustado que su hermana haya estado en la lugar de ella”, un
gran avance para una mirada tan bondadosa y porque no decir tan escindidida. De ahí el
cambio que tuvo en los sueños:
Primero, Mónica soñaba que golpeaba a toda la gente defendiendo a su hermana.
Segundo, su hermana se abalanzaba contra ella asfixiándola, paralizándola.
Y en tercer lugar, logró encarar lo que nunca puso en palabras. Su conflicto intrapsíquico
tomó realce y reveló la rabia acumulada que tenía contra ella “tengo rabia con mi hermana,
porque no nos ayuda, si los muertos ayudan”
Estos tres momentos tienen su lógica subjetiva y es preciso desmenuzar cada
trayecto que la llevó a terminar a ver en parte lo que nunca quiso ver.
El primer momento, estaba plagado de angustia, en ellos revivía los conflictos con
su hija de dieciséis años, los cuales no era capaz de controlarla, ya que “se le escapaba de
las manos”, haciendo alusión a que Marcela en un intento de separación hacía tira las
murallas, conectado a su vez de por qué la gente se le escapa de las manos; por ella tener
vínculos demasiados pegoteados con la gente. A fin de cuentas todos sus familiares,
amigos, cercanos, se terminaban aburriendo por lo enrarecido que era lidiar con la paciente.
Que por medio de intervenciones terapéuticas se percató y dejó que su hija hiciera su vida,
no obstante siempre con la aprobación de la madre, llegando a un consenso. Por su parte la
hermana, seguía deambulando y no lograba aún dejarla partir (La insistencia hacia la
repetición, paralizaba cualquier intento de superación, en ese instante la angustia era el ama
de la sesión).
En el segundo momento relata lo siguiente: “Tuve un sueño mi hermana aparecía
debajo de las sábanas y era ella… se transformó era ella, pero no era ella, era un
demonio, me trataba de ahogar, gritaba mamá, mamá, nadie me escuchó”. Momento
oportuno para conocer lo que había detrás de esa formación del inconsciente. Estaba
apelando a la dificultad que tiene de separarse, acompañado de una enorme asfixia que se
remite a su vida consciente, pues está padeciendo ciertos cuadros de pánicos, que la llevan
a sentirse mareada y fuera de sí. La proposición en ese entonces, era que no quería dejar
partir y a la vez sentía una angustia de no haber hecho bien las cosas, por eso que Claudia
se abalanza y la oprime en una postura de caballo, no dejando movilizarse y tampoco
queriendo movilizarse.
Por cuanto queda visible que el conflicto eterno entre Eros y Tanato, estaba
primando mucho más el último, sin embargo en toda esa ideación que en algún lapso tuvo,
comentó que: “no podía hacerlo, porque tiene familia y también sería faltarle el respeto a
Dios”, cosa que perfectamente se análoga con ciertas prohibiciones del sujeto que no dejan
ir a ese paso más allá. Freud en Tótem y Tabú (Escrito entre el 1913 – 14), no queda
indiferente a las prácticas que ayudan el trayecto existencial del sujeto:

El animismo es un sistema de pensamiento; no sólo proporciona la


explicación de un fenómeno singular, sino […] concebir la totalidad
del universo. […] La humanidad ha producido tres grandes
cosmovisiones en el curso de las épocas: animista (mitológica), la
religiosa y la científica (Freud, 1980, p.81).
En esta cita, ocurre la radicalidad que ayuda a Mónica, a salirse del estado de
desfallecer al igual que la hermana, con la divergencia que Claudia falleció de un cáncer
gástrico. La mujer de agua, quería tener una salida más rápida, no obstante hubo algo que
la refrenó no consiguiendo dar ese paso más. Favoreció lo que se ha ido subrayando
implícitamente, la religión, raíz que sostiene toda su subjetividad e ideales que por lo
demás nunca fueron puestos a prueba, debido por la fuerza que tenían.
Cabe aclarar, que sus ideas, no son ideas delirantes, si bien puede poseer una cierto
grado certeza, es por su propia singularidad y todo los embates que ha tenido que
sobrellevar (Violaciones, separaciones, fallecimientos), con ello se hace ahínco que sus
pensamientos son de referencia, y no por mera casualidad no tiene delirios al estilo del
Presidente Schreber o no se cree una Sor Teresa de Los Andes, ni mucho más ni mucho
menos, simplemente que en el arraigo mágico hacia creencias católicas, obtiene cobijo;
dando respuestas que el ser humano no puede tenerlas. Es aquí que se halla todo el
aparataje religioso, para dar sentido a lo sin sentido que es conferido a los dioses; en este
caso un Dios, un padre, una creencia, un sujeto al fin y al cabo.
La función religiosa, tiene el carácter de asir a Mónica en la realidad, no cayendo en
estados psicóticos, en que la realidad es invadida por los miedos internos proyectados de
forma masiva en las afueras; delirio. De alguna forma, todo sus cimientos elaborados,
permite – y esa es la parte disociada – tener una mirada angelical, no permitiéndose sentir;
rabia, culpa, envidia, celos, que es lo cliché por todo sujeto. Lo importante es no
sobrellevarse por el ímpetu que confieren esos sentimientos, Mónica, no quería sentir la
otra cara de la moneda, porque la división Ángel/ Demonio estaba en detrimento, de hecho
esta última sólo era desplazada al exterior, sin hacerse cargo de que también podía ser un
demonio ¿Qué tiene de malo ser un diablito de vez en cuando? Para ella era lo peor, no
dándose licencias de enojo, puesto que tenía el miedo de desconocerse, haciendo de nuevo
la religión su cometido. Empero la práctica psicoanalítica permite ir poniendo en contraste
la versión y mostrar otra vía, teniendo en cuenta siempre las características del paciente y
hasta que trayecto alcanza a llegar en el afán de elaborar sus afecciones.
Mientras tanto dejando que la religión hiciera su cometido, de forma gradual y
reconstructivo se encaró frente a lo que tanto temía, sin ir más lejos logró enfrentar a una
jefa que según sus dichos “le hacía el trabajo imposible”. Con la consecuencia que decidió
cambiarse de la línea blanca hacia la línea deporte, modificación trascendental que ayudó a
que se principiara a apartar del estado de angustia que inundaba la sesión y esbozarse una
travesía para diferenciarse de su hermana (ella trabaja en la línea de perfumería, que remite
también a lo puro, blanco y casto). Cosa que fue menguando debido, a la gran carga
afectiva que desgastaba en esa situación laboral.
De manera que, la función religiosa, paulatinamente empezó a integrar (ángeles y
demonios), destacando que el sujeto no puede ser únicamente amor u odio, sino que hay
que tratar de no escindir en demasía, a causa de que remite a características de una
estructura limítrofe de nivel bajo, que hacen mención a un trastorno esquizotípico de la
personalidad, por lo anteriormente comentado (Ideas de referencia), sumándose la poca
integración que tiene en el intercambio social, que al parecer no quiere hacerse cargo aún
de ello, porque le provoca cierta incomodidad, recordando que en la gran mayoría; paseaba,
se divertía, salía y se comunicaba con la hermana. Intersticio preciso para deslindar el
nombre propuesto, en esta elaboración clínica:

La mujer de agua, emblema característico de Mónica, posibilita entender el grado


de fusión con el otro, por el motivo de que en su vida ha estado marcada por la sombra de
la muerte, incluso ella estuvo internada en el Hospital por dificultades a la sangre
(eritroblastosis fetal) casi por tres años, estando al borde de la muerte. Una repetición no
menor que hace concebir el fundamento de requerir tanto del otro, a lo mejor siente que la
persona se le puede escapar y por eso recurre a relaciones fusionadas, simbióticas, que no
dan lugar a lo distinto, sino que el otro se marca como una ramificación del propio Yo
para sostenerse en su vida, al igual que sucede con la figura de Dios. Sin embargo y
gracias a las intervenciones, la mujer de agua, la mujer de relaciones chapoteadas,
resbaladizas, que termina señera en su vida, direcciona su rumbo a cuidar a sus padres
hasta el día de su muerte, supliendo en parte los conflictos que han tenido que sobrellevar.
Por otra parte, la palabra agua, apunta a lo mojado y a lo débil que puede ser por
ejemplo: una gota de lluvia que a la hora de caer, no queda resto de ella,
indiferenciándose de las demás gotas, al igual cuando Mónica, se pierde en angustias y su
fragilidad se hace omnipresente.
En otro terreno – no distinto – si se adentra en un mar que por naturaleza tiene
ribetes tanto calmos, como descontrolados, tanto amables, como odiados, se tiene que por
obligación aceptar integrando o aceptando lo que acontece con esa masa de agua, pero
con la ventaja que hay un escenario en dónde la mujer de agua puede asirse, Dios, que no
discrimina y que acepta a todo fiel que necesita una respuesta clara y concisa.

Apelando a la singularidad y la estructura de personalidad, resulta significativo


aludir que el funcionamiento psíquico se encuentre perturbado – grave alteración del
sentido de la realidad – que accede hacer un diagnóstico diferencial de porque no cae
plenamente en lo psicótico, si bien pueden haber en estos rasgos descompensaciones que
dan lugar a micropsicósis, la paciente con grandes argumentos ha seguido su recorrido.
Periplo que ha tenido que dejar de forma abrupta por el fallecimiento de su hermana,
recordando que son casi treinta y cuatro años de completa fusión, y no de un minuto a otro
todo se puede menguar. Siempre habrá una compulsión a la repetición que no podrá ser
elaborada del todo y eso tiene su gracia, ya que por algo está Aquí y no está todavía en las
ideas delirantes de referencia, lo que justamente da el paso para ingresar al tercer
momento.
El último movimiento – y con esto no se es tajante que las cosas no tomarán otro
rumbo u otro desplazamiento, sumándose, un cuarto o un quinto elemento – se dan cambios
rotundos en la personalidad del sujeto, por fin la angustia no se hace presa de la sesión y los
sollozos ya no cobran tanto espesor como en el principio. Es más atisba una sonrisa y su
estilo invariante ha cesado sorprendentemente.
Mónica comentaba, que ha tenido que reconstruir una escultura de su padre,
comparado con lo que se está trabajando en terapia, que es lograr una reconstrucción para
que logre salir de su estado melancólico; siempre y cuando ella quiera movilizarse de esa
posición cómoda. Una insinuación se rescata en un sueño que no deja impasible y muestra
el progreso de su aparato psíquico:
Tuve un sueño en el cual pude enfrentar a mi hermana, diciéndole que habría sido mucho
mejor que Claudia estuviera en mi lugar […].
Dadas las condiciones era necesario intervenir y poner en el tapete, ya todo el tema
de envidia que había detrás de todo la construcción de una cara angelical, percibiéndolo de
buena manera, aunque en las sesiones posteriores algo tan fuerte se removió que salieron
temas aún en la intemperie.
Recordando a Freud, explica que después de la religión viene a su lugar lo
científico, ella de forma abrupta o con una sensación de alivio, desistió de su tratamiento
psicofarmacológico (Ansiolíticos y Antidepresivos), simplemente se sentía bien, llamando
la atención que todo el cimiento de la función religiosa estaba a la deriva y en ese “soltar”
se encontró con cosas que iban más del orden de lo extraño y sobrenatural, es decir, sentir
presencias, sentir cosas paranormales o sentir que alguien estaba sentada en su cama
( la hermana), esto nunca quiso hablarlo, mas como bien enseña el psicoanálisis en las
cosas menos irrelevantes se encuentran las más elementales.
De manera que, en ese abandono sistemático, empezó aflorar sus rasgos pre –
psicóticos en la medida que buscaba explicaciones de hechos que no tenían explicación
alguna, verificando siempre que todo estuviera en su orden “dicen que hay que tenerle
miedo más a lo vivos que lo muertos”. Lo interesante de recalcar, es la importancia que
tiene para la mujer de agua, tener reforzada lo religioso, en el sentido que emprendió a
deshacerse de sus sostenimientos, comenzó a aflorar un juicio de realidad bastante pobre,
desarmado y en menoscabo. Remitiendo nuevamente a su estructura tan endeble y trastorno
que en la medida que empezó a desinvestirse abruptamente de sus cimientos, sobresalieron
sus experiencias perceptivas inhabituales (Criterio DSM – IV, para el Trastorno
esquizotípico de la personalidad), que confluyen en lo que se ha estado insistiendo: En la
medida que una creencia tenga el carácter de sostenimiento para el trayecto de la persona,
puede auxiliar a la persona a no desfallecer en estados que sean claramente psicóticos,
hay algo de la función religiosa que da respuestas a lo que muchas veces no tiene
respuestas.
La pregunta que dejo planteada, para luego retomarla en un momento posterior es
¿En qué influye la religión para Mónica en su vida y a la inversa en que influiría si se
distanciara totalmente de ésta?
En consecuencia, el tercer momento está lleno de dudas, precipitaciones y
anticipaciones ¿estará realmente preparada la mujer de agua, para mantenerse por sus
propias vías? La inclinación a primera vista tiene un mal pronóstico, porque justamente su
singularidad se encuentra en arraigarse en algo que permite asir su subjetividad e iniciar un
nuevo trayecto distinto de la hermana. ¿Podrá despegarse realmente de su hermana?
¿Tendrá la inquietud de ingresar al intercambio social? Más problemáticas que quedan
sin resolver, pero que se entrevé respuestas a medida que se vaya ahondando más en la
terapia; es impreciso tener claro afirmaciones sobre lo que acontecerá.
Es importante recalcar que la psicoterapia psicoanalítica expresiva, postura que se
ha seguido para tratar a la paciente y que ayudado a que la paciente tenga un lugar de
desahogo, pretende como objetivo ulterior fortalecer los recursos yoicos, por ende
proponerse grandes objetivos sería una utopía, por lo que se ha ido afinando una escucha y
sosteniendo a la paciente, haciendo uso – desde la primera sesión – al juicio de realidad e
identidad, para que no decaiga y se revista o se sostenga en lo que ella cree, no haciendo
mucho énfasis en sus paradigmas.
Otro punto, que no es menor, tiene que ver con las relaciones fusionadas,
predominante con sus cercanos o en general, hay algo de su insistencia que remite a su
cuadro limítrofe bajo. Una hipótesis tentativa tiene que ver, con la huella psíquica que la
hizo presa de la soledad, de forma sustitutiva intenta a través de vínculos chapoteados
suplir su vacío existencial, pero con la dificultad que no puede manejarlo de buena manera
y es más lo hace de una manera caótica, angustiosa, de pérdidas terribles, debido a que
posee una fragilidad yoica, quizás por eso se acerca tanto a la religión. (Este apartado hace
mención a un intento de responder desde los factores epigenéticos, que pudieron haber
posibilitado su estructura de personalidad).
Es así que, si bien en este tiempo subjetivo, puede sentirse con un ánimo mejor, no
hay que bajar la retaguardia, ya que si se piensa en la analogía planteada que tiene el título,
la mujer de agua, en cualquier momento se puede evaporar o diluir, así como se puede
esfumar el humo de un cigarrillo. En estos momentos la escucha tiene que ser precisa para
apoyar a Mónica e ir marcando ciertas sugerencias para que no se desvirtúe de la realidad.
Lo claro está que la singularidad frota por todos lados y por eso que no se inició con un
recorrido sistemático de su biografía, sino que a partir de su discurso se empezó a conocer
algo más de ella.
Por último, queda de manifiesto que el artilugio de categorizar no sirve de nada si
no se antepone primero al sujeto que el objeto. Sería una certeza, y en el psicoanálisis las
convicciones con forma de recetas no tienen cabida.

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