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SIMON Bovivan, 1815 Hacfa tres meses que el general habia desembarcado discreta- mente en una rada de Kingston con el objetivo de conseguir el financiamiento inglés para una nueva expedicion revolu- cionaria en Venezuela. Pero el gobierno britinico desconfiaba deeste presunto patriora, Aigunos lo acusaban de haber traicio- nado a un vigjoaliado de Gran Bretafia Francisco de Miranda, a cambio de un salvocondueto que le permitié librarse del fu- silamiento, Sus adversarios aseguraban ademas que un afio sé Boves, traicionando esta vex a toda Venezuela. Es cierto que Camilo Torres Tenorio le habia confiado a con- tinuacién las tropas que ocuparon con éxito la regién de Cun- dinamarca y Ia anexaron a las Provincias Unidas de Nueva Granada, Todo parect - nes del general caraquefio no habian sido del gusto de los neo- granadinos porque a mediados de mayo de 1815 un navio francés, La Découverte, ya estaba sacindolo de ese pais para de- positarlo sin ruido en las costas de Jamaica. El general esperaba desde entonces en su residencia de Hegar el 29 de agosto una misiva en la cual manifestaba su 2» ica.en aquellos ios. Como este vecino le recordaba “las barbaridades spafioles cometieron en el grande hemisferio de Co- var se apresuré a tomar la pluma para corroboraz in: “Barbaridades que la presente edad ha rechaza- do como fabulosas, porque parecen superiores ala perversi- dad humana, yjamis serfan creidas pot los criticos modernos siconstantes y faustas verdade Brevisima relaci Entre estos documentos se encontraba la sobre la destruccién de las Indias|de\ ‘nico Bartolomé de las Casas que habia sido reifpresa t aiios antes poF un editor Bogotano, “Todos los imparciales", proseguia el general, “han hecho justicia al celo, verdad y virtudes de aquel amigo dela humnanidad, que con tanto fer- vor y firmeza denuncié ante su gobierno y contemporineos los actos mas horrorosos de un frenesi sanguinario”(Por- que durante ninguna guerra curopea se habfan cometido ert an abominables y ningtin otro los ultrajes que los espafioles les prodigaron a los in- endo una acusacién que se remontaba al cuando juristas como Francisco de Vitoria, Fr Soto o Alonso de Vera Cruz cuestionaron la legitimidad de la conquista el Libertador sugeria que estas guerras de ocupa- cién no respetaron ese jus genrium que los reinos europeos habian honrado desde tiempos medievales. Cuando Cullen denuncia entonees la “felonfa con que Bonaparte prendié.a Carlos wv y a Fernando vir", Bolivar le replica que el trata miento brindado por el emperador francés a los monarcas Simin Bolivar, Dotrina del Libertador (ed. de Augusto Mijates), Caracas, Biblioeeca Ayacucho, 1984,p. 48, i i que habian re- holes no tiene punto de comparacién con el que bide Moctezuma o Atahualpa en manos de Cortés y Pizarro: Existe tal diferencia entre la suerte de los reyes espafioles y los reyes americanos, que no admite comparaci son tratados con dignidad, conservados, y a ntras que los itimos sufren tormentos inauditos y los vilipendios més vergonz0s0s." Henry Cullen espera sinceramente en su misiva “que los sucesos que siguieron entonces a las armas espatiolas acompa- a la de sus contrarios,los muy oprimidos america- "Y el general toma “esta esperanza por una le responde, “coronara nuestros “suceso” no seria sino la inversién sirnétrica dela derrota sufrida por esos mismos “americanos” en tiem- pos de la conquista, cuando los espafioles desembarcaron en. este continente para sojuzgar a ese pueblo a lo largo de tres- cientos afios, De estas declaraciones se infiere que el adjetivo no solo a quicnes estaban llevan- doa cabo las campafias de liberacién de las colonias espafiolas sino también a quienes habian perdido esa libertad tres siglos antes en manos de los invasores europeos. Bolivar le estaba ofreciendo a Cullen una narracién muy sucinta de la historia americana, Los habitantes de las Indias, segiin este relato, habian sido vencidos y dominados por perio espasiol tras el desembarco de Colén, de modo que las revoluciones revertirian esta im- ahora estamos a punto de liberarnos, Bolivar no juzga necesa- rio destacaz,a esta altura de su carta, el hecho de que el con- junto de esos “ameticanos meridionales” esté compuesto, entre ‘otras minorias,por los descendientes de los indios conquista- dos pero también por los herederos de los conquistadores es- Paftoles. De modo que el general caraquefio no tiene empacho ‘en incluir bajo esa misma primera persona del plural a todos individuos que nacieton en tierras de Indias sin importar sangre que corriera por sus venas ni el estatus que tuvieran en la sociedad virris Ahora bien, después de informar al caballero britanico acerca de los progresos de los movimientos revolucionarios desde Buenos Aires hasta México, Bolivar comenzaba por des- ‘mentir esa identidad americana que él mismo hal do procediendo a una restriceién considerable del zado por la primera persona del plural rij europeos, sino una especie media entre tarios del pais y los usurpadores espafioles,."”.El venezolano pareciera estar admitiendo, con esta declaracién, que los revo- lucionarios son fundamentalmente criollos y que combaten la uusurpacién de los espafioles aunque desciendan de los propios usurpadores, esto es; atunque no tengan un auténtico derecho de posesién sobre estas tierras, derecho que solo podria recono- cérsele, si enemos en cuenta su encendida denuncia de la con- quista,a las poblaciones amerindias, “Nos hallamos en el caso mis extraordinario y complicado” le explica el Libertador a Cullen, ya que “siendo nosotros americanos por nacimiento y ‘nuestros derechos los de Europa, tenemos que disputar estos a los del pais y mantenernos en él contra la invasién de los invasores"". Los criollos se hallaban, es verdad, en esa situacion, 32 extraordinaria: hacian valer ante los indigenas el derecho de conquista pero a su vez se oponfan a la nacién conquistadora. plural, hasta no admitir en su blancos, y establecida asi la diferencia entre los criollos e in- dios; Bolivar cambia repentinamente de relato y empieza a nes sufridas por los miembros de por el contrario, beneficiar solo alos criollos como herederos de los conquistadores: El emperador Catlos v formé un pacto con los descubridores, conquistadores y pobladores de América, que como dice Gue- 1a, es nuestro contrat soci solemnemente con e 0, prohibiéndosele ha esta razén se les concedfa que Fuesen sefiores de la tierra, que ‘organizasen la administracién y ejercitasen la judicatura en apelacién, con otras muchas exenciones y privilegios que seria prolijo detallar. El Rey se comprometié a no enajenar jam: provincias americanas, como que a él no tocaba otra jurisdic: ciGn que la de! alto dominio, siendo una especie de propiedad feudal la quealli conquistadores para si y sus descen- dientes, Al mismo tiempo existen leyes expresas que Favorecen casi exclusivamente a los naturales del pais originarios de Es: pafia en cuanto a los empleos civiles, eclestésticos y de rentas. Por manera que, con una violacién manifiesta de las leyes y de los pactos subsistentes, han visto despojar aquellos naturales de la autoridad constitucional que les daba su cédigo.* El alegato de Bolivar tampoco deja lugar a duda alguna. Aquellas “Leyes expresas” y “aquellos pactos subsistentes” le concedian “a los naturales del pats originarios de Espaiia” que fuesen “sefiores de la tierra” y les prometiai pendencia se proponen reparar el incumplimiento de estos pactos ~incumplimiento que en ese momento se traduce, s0- bre todo, en una discriminacién de los criollos en la adminis- tracién colonial y en el monopolio comerci ‘minoria eriolla en los terrigorios de ultramar. En su célebre ‘Carta de Jamaica’ Bolivar retine dos narra- icas aceiea de fa historia americana. En la pri- los ¥ 108 WHOS apazecen peleando codo con codo contra Ia opzesién espafiola, mientras que en la segunda e308 mismos criollos reclaman los privilegios que les habjan concedido a sus ancestros los Reyes Catdlicos y Carlos ven recompensa por haber contribuido a la anexién de esos tersi- sus habicantes (cualquiera sabe que no se conquistan las tie- ras sino los stbditos capaces de trabajarla) En la primera, la conquista se presenta como una usurpacién y un crimen abo- minable; en la segunda, como una procza cuya recompense hhabrian sido las “capitulaciones’ ¢s decir, para Bolivar: “nues- tro contrato social”, La conquista fue, en un caso, una viola- i6n del derecho de gentes y,en cl otro, la carta fundamental de “los naturales del pais originarios de Espaia™. Muchos politicos discrepaban, por ese entonces, con Boli- vvar, empezando por los realistas espafioles y terminando por los federales venezolanos, por razones muy distintas e incluso © CL Beatrix Pastor, Disruss naraivos dela congusa:minfcacion yemer- _gencia, Hanover, Ediciones del Norte, 1988, ‘opuestas/Pero lo interesante en su “Carta de Jamaica” es has- ta qué punto Bolivar discrepaba con Bolivar, el americano ~por llamarlo asi- con el criollo, el natural de las Indias con el oriundo de Espaiia, el aliado de los conguistados con el des- cendiente de conquistadores, cl paladin de la igualdad con el abogado de la superioridad blanca, el que denuncia la viola- ci6n del jus gentium cometida por los invasores ibéricos y el que eleva las capitulaciones al rango de carta magna de la Amé- rica espafiola, Porque Bolivar no heredé de sts predecesores una narraci6n u otra, sino las dos, apareadas, lo que vale tanto como decir que hered6 una discrepancia: Esta discrepancia, aun asi, no deberfa asombrarnos ya que laexistencia de un mismo individuo no significa la existencia de una misma identidad. Bolivar tenia, por lo menos, dos, y ambas se encontraban en conflicto a propésito de ciertos pun- tos importantes como la legitimidad de la conquista o el esta- ientos revolucionarios. Y noes raro que asi fuera, Cada una de esas identidades contaba y, asa vez, protagonizaba un relato diferente: el americano defendia su én espafiola mientras que el crio- lo defendia su linaje,o su clan, contra la administracién pe- ninsular. Ambos coincidian, es cierto,en ese punto preciso: el enemigo era, a grandes rasgos, la monarquia espafiola y sus representantes locales. Pero quia fuese el nico punto de convergencia entre ambos. Y por exo la desaparicién de ese enemigo comin, una vez consumada la independencia, ter- minaria sellando el divorcio de estas dos identidades (por lo ‘menos hasta que otros imperios vinicran a ocupar ese lugar, lo queno tardaria mucho en producirse). Aquello que vale para Bolivar, vale también para otros pa- ttiotas de los movimientos de Ia independencia. No basta con que un texto haya sido firmado por Camilo Henriquez, Ser- vvando Teresa de Mier, Francisco de Miranda o Juan Pablo Vis- cardo y Guzman, para dar por sentado que un mismo sujeto 35 se pronuncia a lo largo de sus lineas, Hay que constatar, en cada oportunidad, quién esta hablando, si el americano o el hijo de espavioles,siel nacido en América 0 el oriundo de Eu- ropa,si quien defiende su tierra o quien venera a sus ancestros, sabiendo, desde luego, que tanto el uno como el otro no son tanto la causa como el efecto de la narracién que estan con- tando. De hecho, no sélo es importante quién habla sino tam- bién a quién se dirige y acerca de quién esta hablando. Cada ‘una de estas variables va a introducir una inflexi6n en las na- raciones de la independencia, con sus puntos sobresalientes {Sus omisiones. Si en un aso, por tomar solo un ejemplo, las ‘masacres y la servidumbre de los indios se explicaban por la codicia y Ia sed del oro, un affn de riquezas semejante va a traer aparejado, en el otz0, a prosperidad de la regi6nul¥ sien un relato los conquistadores espafioles se enriquecieron gra- cias a las inenarrabbles fatigas de los nativos explotados, las f- tigas de los conquistadores solventaron, en el otro, los lujos exuberantes de la corte madrilefia: Este doble sentido ancité- tico de ese episodio primigenio va a caracterizar a las narra~ ciones de la independencia hispanoamericana. Camo Henriquez, 1812 ‘Tres afios antes dela “Carta de Jamaica”,el fraile revoluciona- rio.Camilo Henriques, hijo de la lor y nata de la burguesia valdiviana, miembro de la orden de los Ministros de 1os En- fermos Agonizantes,o “Frailes de la Buena Muerte", conocido como dircctor del semanario independentista Aurora de Chile y ferviente defensor del proceso revolucionario ~por lo menos hhasta que en 1814 reconozca la soberania de Fernando vit en sus tierras}, habia incurrido en una contradiccién muy seme- jantea la de Simén Bolivar. El 18 de septiembre de 1812 este sacerdote se atrevié a publicar unos cuartetos endecasilabos consagrados a conmemorar los dos afios del cabildo abierto que eligiera la primera junta de gobierno en aquel pais austral En sus versos arengaba a sus compatriotas flamandolos “hijos del Sud” pero también “pobres colonos”, expresién que taci- tamente excluia a las poblaciones amerindias, En las primeras cuatro estrofas les recordaba a sus pares que la libertad es un derecho natural y, por ende, universal. Ninguna bula ni do podia impedirles desembarazarse del yugo espafil si su voluntad era esa. Es cierto que fa quinta estrofa se iniciaba con una pregunta retérica que traia a colacién el derecho de con- quista esgrimido por la monarquia. Pero este fraile fo hacia para darse la ocasién de impugnar su validez: a7 ctiollos tenian el de sus padres para participar de los empleos de fa la lo tenian exclusive para todos los de América, como los hijos de un segundo matrimonio a los bienes de su madre.” Aludiendo a una unién matrimonial entre América y Es- pafia, este diputado insintia que la conquista habia sido es- trictamente amorosa, de modo que pasaba por alto las inena- tables violencias que la habian escoltado (cuando se conme- more el quinto centenario del desembasco de Colén, el go- bierno del socialista Felipe Gonzélez va a seguir hablando de un “encuentro de dos mundos”#), Peto si no fuese por esto, la analogia del mexicano se limitaba a proseguir con una lar- ga tradicién: desde la antigiledad, la maternidad sucle estar vineulada con la autoctonia o con la tierra natal,y la sangre, por el contrario, con la filiacién paterna. Esa analogia regresa muy a menudo en Jos textos de los revolucionarios. Este di- putado no explicaba, sin embargo, si los hijos “naturales” que ‘esa madre habia parido antes de contraer matrimonio con el Imperio espafiol podfan heredar,o no, sus bienes. © ir, “Nota Senta Sobre ls derechos. "Nestor Garefa Canclni Ievéa cabo una critica muy pertinente de este acontecimiento en su libro Le globlizacnimginada( ob. ci, pp. 87-89) 78 ‘SIMON Botivar, 1815 (pis) El propio Simén Bolivar nos ofrece una d i extendas dela ibolaciolaen un siealoqee cba oe cl seudénimo El Americano, para la Gaceta de Jamaica, alga. nos dias después de su misiva a Henry Cullen. A diferencia de Camilo Torres, es verdad, el general mantuano admite que los “spafoles Americanos" componen una clase minortaia en el continente homénimo”. Este grupo, sin mbar o ‘cualidades intclectuales que le dan von igualdad weativay tuna influencia que parecer supuesta a cuantos no hayan po- dlido juzgar, por si mismos, del cardcter moral y las circuns- tanciasfisicas"®, Bolivar ya no habla entonces de la igualdad de los americanos en general sino de lade los criolios en par- ticular, y esto, desde luego, en el momento de referirse a su .” Sinos famosa os datos proporcionados por John Lynch, les“ psa io Lyn as epi Cx despa” sumaban unos 270000 haber en oenoal ono a sol0 30.000 dente ellos minal Demcnc ena ‘presetaban cl 20% dela poblacion dels colonia espalaten Americ anes ‘os antes de las revluciones. John Lynch, “El eformismo borbonico¢ Hie efrmismo boric ed, de Ngutin Guimerd), Ma seni ust Madi, ” Doctrinansob.cit, p64 “influencia” sobre las demas minorias (este vocablo proviene de fa astrologia en donde hacia alusién al “gobier- ” de los astros sobre las personas, lo que explica por qué en. el siglo x1% algunos teéricos de la politica comenzaron a em- plearlo como un sinénimo de hegemonia’), Esto permitiria entender, segin el venezolano, por qué “al presentarse los esparioles en el Nuevo Mundo, los indios los consideraron como una especie de mortales superiores a los hombres", idea que habria sobrevivido en ellos hasta el siglo .x1x: “jamés estos han podido ver a los blancos sino al través de una grande veneraci6n, como seres favorecidos por el * (enunciado que confirma cual es la posicién de quien interpreta el significante criollo como un representante de los blancos o los europeos en tierras americanas). Incluso Bolivar habia desempolvado para su corresponsal britinico una ver- sin muy peculiar del mito de Quetzalcoatl que seguramente ley6 en algiin texto de Fray Servando Teresa de Mier. Este “Hermes o Buda de América del Sur’, comentaba el general, ciel zesigné su administracién y los abandoné, les prometi6 que vol- veria después que los sighos desiguales hubiesen pasado y que él restableceria su gobierno y renovaria su felicidad. Esta tradi- in no opera y excita una conviccién de que muy pronto debe volver? ;Concibe Ud. cuil serd el efecto que producia si un individuo, apareciendo entre ellos, demostrase los caracteres de CE Cecilia GonzSler, “Una retorica de la influencia” en Quimeras (Cuando la literatura sabe, piensa, Cahier de LLRLCO n° 4, Pars, Université cde Paris 8,2008, pp. 49-70. rin. 0B. p64 fdem. se necesita para ponerlos en estado de expulsar a los espafioles, ‘sus tropas y los partidarios de la corrompida Espafia, para ha- ccerlos capaces de establecer un imperio poderoso, con un go- bierno libre y leyes benévolas?”* En esta narracién criolla, la revolucién ya no se presenta como la contrafigura de la conquista sino como su repeticién. Los criollos venfan a llevar a cabo una tarea en la cual los es- ppafioles europeos habian fracasado: “establecer un imperio po- deroso”, Gobernar este continente seria el “destino manifiesto” desta minoria ~y mas precisamente de “un individuo” de este clan-, destino cuya premonicién se encuentra en el mito de Quetzalcoatl.¥ por esa revolucién concretaria ese = Proseio ‘que se llamaria Colombia(“como ciay gratioud al creador (si) de nuesteo hemisleri ft Libertador opina que la capital de este pais podria llegar a ser Maracaibo “o una ciudad que, con el nombre de Las Casas,en honor aeste héroe de la filantropia"el gobicrno revolucionario se proponga eri- gir en aquellas tierras Silos revolucionarios, remedando a sus ancestros, conquistaran esa region situada entre las actuales Colombia y Venezuela, “los salvajes que la habian serian ci vilizados y nuestras posesiones se aumentarian con la wou sicién de la Goagira™™. ‘Cuando Bolivar se refiere aqui a “nuestras posesior Luye en el adjetivo posesivo a los mencionados “salv: nos que acepten “ser civilizados” y pasar a formar parte, 8 gracias a esta integracién, de la novisima repiblica o del puc- blo que va a conquistar sus territorios ~algo que supuesta- mente aceptarian esos indios ya que, segiin el Libertador, nunca dejaron de ver con una “gran veneracién” a la mino- ria blanca-.Un indio puede integral condicién de volverse criollo, esto es: dese gue en algunos paises se llamaba habia adoptado la Lengua espafiola y la re proyecto civilizatorio del general caraquefio prosigue asi con ef mandato origi del emperador Carlog vi@egiin el cual Jos Conquistadores recibian a los indios, como recordaba Fray Servando, “en encomienda, vasallaje 0 feudo"y“a titulo de instruirlos en la religién, ensefiarlos a vivir en policia, am- pararlos y defenderlos de todo agravio o injuria) Y Bolivar renueva de esta manera Ja narraci6n criolla de fa conquista invirtiendo el relato lascasiano que le habia hecho a Henry Cullen: los indlios, desde siempre, esperaron al mesias blanco que vendria a redimirlos. Esta redenci6n de los indigenas gracias a la introduccién en América de la 1s én Jos nuevos ee de sus gestaciones revolucionarias,rivalizando muchas veces con los misioneros cristianos. Gracias a la educacién, preci- samente, todos los ciudadanos de la repiiblica van a llegar a ser iguales..a los criollos. ‘Accsta misma redencién pareciera estar aludiendo Ber- nardo O'Higgins en la proclama que le ditigié a las tribus araucanas tras la batalla de MaipG. A pesar de haber resi as invasiones ibéricas a lo largo de tres sighos, estos pueblos se habian sumado a las huestes de Fernando vit para comba- tir a los revolucionarios, ";Cual habria sido el fruto de su 8 Alianza en el caso de sojuzgar los espafioles a Chile?”; les pre- gunta O'Higgins”. “Seguramente’, responde é1 mismo, “el id de sus aliados”. E! Director de Chile icarles entonces que araucanos y criallos tienen un enemigo comtn: Nosotros hemos jurado y comprado con nuestra sangre esa in~ dependencia, que habéis sabido conservar al mismo precio, Siendo idéntica nuestra causa, no conocemos en la tierra otro ‘enemigo de ella que el espaol. No hay ni puede haber wma razén que nos haga enemigos cuando sobre estos principios incon- testables de mutua conveniencia pol Esca proclama resulta interesante porque el Director de ‘Chile esta hablando en nombre de esta repiiblica -y se supo- ne, de este pueblo pero esta primera persona del plural no incluye todavia a os araucanos que ocupaban la region meri- dional de... ese pais? La diferencia entre los emisores y los destinatarios de este mensaje coincide, en ese momento, con fa frontera entreChile y la Araucanid y se trata de uno de Jos diltimos testimonios de la época en que las tribus mapu- ches no eran ~y tampoco parecian tener muchas ganas de ser chilenos, La desaparicion de esa frontera en detrimento de la Araucania demuestra retrospectivamente por qué sus habitantes tenian buenas razones para combatis a los crio- Mos durante las guerras de fa independencia. Pero en 1818, ppara el general O'Higgins, no parecia caber la menor duda: indios y criollos debian “restablecer” los lazos de “amistad yunién".Y para ello O'Higgins les proponta, “como supremo 7 Beenado O'Higgins, "Prolams sos arsueanos(1 poli, ob.ct,p.200. ” 1 5)" en Pensamiont magistrado del pueblo chileno",un pacto y una alianza, “de modo que sean indisolubles nuestra amistad y relaciones sociales"”, a prenda de confianza que el dignatario chileno les oftecia consistia en abrirles las escuelas de la nueva rept- Blica a los jovenes arcaucanos que voluntariamente quisieran éducarse en elles, y aclaraba: siendo de cuenta de nuestro eratio todo costo. De este modo, se propagardn la civilizacin y las luces que hacen a los hombres sociales, francos y virtuosos, conociendo el enlace que hay entre los derechos del individuo y los de la sociedad; y que para con- servarlos en su territorio es preciso respetar los de los pueblos fanza para que-auestros comerciantes entten a torio sin temor de extorsién alguna” y para q ‘hagais lo mismo en el mucstto, bajo la salvaguardia del dere- cho de gentes que observaremos religiosamente”! Para que cesta alianza entre iguales perdurara, en resumidas cuentas, Jos araucanos tenian que igualarse a los criollos -0, si nos confiamos al texto, a los “chilenos”-, y para ello debian adoptar la “civilizacién y las luces” que, segin este general, los volverin “sociales, francos y vireuosos”,y sobre todo res- petuosos del libre comercio, Aunque O'Higgins tenga el su- fe tacto como para no tratar a los araucanos de “salva- 1u propuesta no difiere, en lo esencial, del proyecto de Bolivar para los indios guajiros (0 wayu): los indigenas iban a conocer la salvaci6n cuando adoptaran la manera de vivir, De este conocimiento, concluye O'Higgins, “nacera la con- | de pensar, de comportarse de los criollos. Yel rasgo sobresa- iente de esta manera de ser se resumia en el respeto irrestricto lo que implicitamente excluia a los espafioles de “Ia civilizacion y las huces”)

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