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A estas reflexiones, profundas, religiosas, nos invita el excelente libro que nos ofrecen, una vez más, Juan Van Kessel y Porfirio Enríquez; un sociólogo-antropólogo y un antropólogo y lingüista quechua peruano. Europa y América india unidas en un solo esfuerzo de reflexión transdisciplinaria.
A estas reflexiones, profundas, religiosas, nos invita el excelente libro que nos ofrecen, una vez más, Juan Van Kessel y Porfirio Enríquez; un sociólogo-antropólogo y un antropólogo y lingüista quechua peruano. Europa y América india unidas en un solo esfuerzo de reflexión transdisciplinaria.
A estas reflexiones, profundas, religiosas, nos invita el excelente libro que nos ofrecen, una vez más, Juan Van Kessel y Porfirio Enríquez; un sociólogo-antropólogo y un antropólogo y lingüista quechua peruano. Europa y América india unidas en un solo esfuerzo de reflexión transdisciplinaria.
Seas y sealeros de la madre tierra. Agronomia andina. Instituto para el
Estudio y la Cultura Andina, Iquique, Abya Yala, Quito, Ecuador. 2002, 308
pgs.
Una autntica agronoma andina en sentido estricto, sera de acuerdo a su etimologa
bsica, aquella que establece las normas precisas (nomos), y los requisitos indispensables para la crianza exitosa de las especies vegetales de consumo humano en el agro del Ande. De qu normas hablamos aqu? Nuestros agrnomos nos las indicarn con precisin: el anlisis de las caractersticas fsicas y qumicas del suelo, de la calidad del agua, y de la caracterizacin del clima en la zona aludida. Suelo, agua y clima son los tres componentes bsicos que examina el ingeniero agrnomo. El conocimiento y estudio de las especies vegetales domsticas y sus requerimientos en materia de agua, suelo y clima, es el componente botnico substancial que debe manejar el agrnomo de nuestros pases para titularse como experto en el agro. O sea, es todo lo que cree necesitar el agricultor occidental para lograr extraer los productos agrcolas tanto para su propia subsistencia, como para el mercado. Su conocimiento resulta ser, as, bsicamente libresco y de gabinete. Y por aadidura, generalizante y universalizante. Lo ha aprendido en numerossimas ctedras: de gentica, embriologa, taxonoma, de zoologa (componente animal, generalmente plagas), botnica (componente vegetal), pedologa (suelos), hidrologa (fuentes de suministro de agua), qumica (del suelo, del agua, herbicidas), ecologa (comportamiento de las especies en relacin con su medio). Agreguemos cursos de geografa fsica (si los hay), abonos sintticos, mucha matemtica y estadstica, economa, ingls bsico, contabilidad o comercio, estudio de mercado o mercadotecnia, y tenemos semi dibujada la malla curricular de un agrnomo formado - casi de idntica manera- en Puno, o en Lima (Per), en Valparaso o en Iquique (Chile), en Quito o en Esmeraldas (Ecuador), en Rosario o en Neuqun (Argentina). Se presume que el estudio del agro y el modo de producir en ste, pertenece al conocimiento universal. Los textos son universales, los laboratorios e instrumental tambin, los herbicidas o plaguicidas, tambin; las especies vegetales o animales, tambin. La historia de la agricultura, tambin. Las metas, tambin son universales: obtener la mxima productividad en el mnimo espacio disponible. El objetivo uno solo: alimentar a la especie humana. El lugar de observacin en terreno siempre el mismo, con bastante suerte, alguna Estacin Agrcola Experimental universitaria (ahora las universidades las estn desmantelando por no ser rentables!). Es decir, todo el conocimiento envasado que se recibe se estima aplicable en cualquier regin del planeta; es casi el mismo, en cualquier parte, con escasas variantes locales. Poca experiencia de terreno (resulta muy cara), poqusimo conocimiento del medio social local y de su historia regional, nada de arqueologa, muy poco de sociologa rural, nada de costumbres o folklore local, nada de tica natural, nada de economa sustentable, nada de geografa humana, o de antropologa social, absolutamente nada de estudio del pensamiento religioso andino o cosmovisin andina, o rituales de produccin. Y, sin embargo, presume ser una agronoma para los andinos. Nada ms diferente a esto es una agronoma realmente andina. Nos referiremos a ella, porque de eso trata este insinuante libro, desafiante, provocador. Porque aqu se nos presenta la otra agronoma, aquella hecha por los andinos mismos, aquella anclada en su experiencia multisecular, aquella que ha aprendido de xitos y derrotas, aquella cuyo know how es la experiencia capitalizada en cada comunidad a lo largo de los ciclos del tiempo. Aquella, por fin, que ha comprendido que cada rea, cada regin posee sus propias normas, las que no son necesariamente aplicables por doquier. Aquella, en una palabra, que nos ensea que en cada lugar se debe hacer una agronoma distinta. Simplemente por que todos los lugares son distintos, muy distintos. Cuando Linneo nos enseaba, en su Systema Naturae, que la naturaleza reconoca formas semejantes, agrupaciones animales o vegetales (Phylum, Clases, Ordenes, Tribus, Familias, Gneros) que convena denominar, en todo el mundo, de una sola manera para que nos entendiramos, hablando un mismo lenguaje, inaugurando as el sistema binominal (gnero y especie) o clasificatorio en la taxonoma, de ningn modo quiso decir con ello que la Naturaleza era reducible, en su diversidad, a esquemas fijos, inmutables. O que esta denominacin perciba la totalidad del ser en cuestin. O que la Naturaleza era una, y fcilmente encasillable en fciles esquemas mentales. Solo quiso aportarnos un valioso elemento discriminador entre grupos animales o vegetales, permitiendo un dilogo internacional entre los expertos. Pero el saba bien que Solanum tuberosum, por ejemplo, designando con ese nombre a la papa andina, de modo alguno tomaba en consideracin sus diferencias notables en variedades fenomenolgicas, gustos, sabores, olores, o capacidad de resistir heladas o vientos huracanados. Es decir, estableca un simple cdigo de reconocimiento nominal de las especies, sin pronunciarse, en modo alguno, acerca de su riqusima diversidad (gentica, riqueza calrica, vitamnica, o de biodiversidad, etc.) presente en los diversos nichos ecolgicos. Nada ms diferente que las especies nativas de papas que se cran en el Altiplano de Puno y las propias de la Isla de Chilo (X Regin de Chile), reconocidos ambos como centros de difusin Vavilov. El libro que presentamos nos ensea otra va, muy diferente, de llegar a la verdad profunda sobre la crianza de la vida en la chacra. Es la terminologa que usa. No se trata de producir, se trata de criar, como la madre que cra un hijo muy querido. El trato entre agricultor y chacra es como el de la madre y su hijo. Es una relacin que dista mucho del inters econmico (la mera bsqueda del producto econmico). Y tiene su profunda filosofa subyacente, es decir, una honda sabidura de fondo. No se trata aqu, pues, de un simple trabajo ms. Se trata aqu de criar la vida en ese lugar. Es decir, el hombre emprende un dilogo con los seres que protegen o constituyen esa Naturaleza lugarea, local para solicitarle los medios para vivir. Porque todos tienen derecho a la vida: hombres, animales y plantas. La Naturaleza para el andino es un todo. No es el medio inerte, sino la suma de todo lo que existe en el lugar (lo bitico y lo abitico) y cuyo recto control mediante el ritual sagrado determina el xito o fracaso de la labor de siembra. Esta Naturaleza es nutricia, es decir, tiene por misin nutrir, alimentar al hombre (runa). Y por eso mismo es madre (Pachamama). Muchos seres conforman esta Pachamama. Con todos ellos el agricultor andino debe dialogar, solicitar, pedir, suplicar, impetrar. Aqu yace est la explicacin, la esencia misma del rito. Y esta actitud es la que se expresa filialmente en sus oraciones y rezos. Es la conversacin ( los rezos) y el pago (el ritual) consiguiente que ejecuta para tener propicios a los mallkus (cerros), a los achachilas, a los juturis, serenos y tantos otros seres que pueblan las chacras, las lagunas, las cinagas, las peas, los montes. Esta respetuosa conversacin tambin se realiza, igualmente, con los agentes climticos que deciden la suerte de la chacra: las heladas, el granizo, el viento (los llamados hermanos Chicotillos). Tratemos de sintetizar -si cabe- las ideas bsicas de una autntica agronoma andina. A travs de ellas podremos vislumbrar su inmensa riqueza contenida en su actuar diario en la chacra, su lugar de vida. 1. La chacra es el centro de experimentacin diario del agricultor andino, del hombre y de la mujer andina. Ambos realizan labores en la chacra. Porque esta actividad, al igual que el rito, se ejecuta en parejas. 2. Pero, a la vez, es el lugar del dilogo diario con la Naturaleza y sus agentes. 3. Pero la chacra no es el lugar propio para un solo cultivo, sino es el lugar de vida de un conjunto de cultivos que entre s sintonizan, fraternizan; es decir hablan entre ellos, son familiares; 4. Cada chacra se encuentra en un microhbitat particular, especialmente elegido por el agricultor, de acuerdo a sus caractersticas climticas, de suelo o de exposicin solar. Este microhbitat es perfectamente conocido por el agricultor, desde hace generaciones. Es decir, existe una historia no escrita de la capacidad del lugar para tales o cuales variedades o especies. 5. Este es uno de los conocimientos ms preciados para el agricultor andino: su conocimiento o ciencia especfica. 6. Cada lugar, adems, posee sus propias seas; stas avisan o advierten al agricultor sobre la oportunidad o no de sembrar, o de cambiar de lugar, o de retrasar la siembra. Estas seas son animales (insectos, aves, reptiles, mamferos) los que con mucha anterioridad al evento de la siembra se comportan de una determinada manera, que el agricultor lee e interpreta en su conducta. Ellos, pues, son los sealeros del agricultor, sus guas y prcticos en la agricultura de su chacra. 7. El agricultor inicia un dilogo respetuoso con esas seas, invitndolas a colaborar en el trabajo de la chacra. Pero si las seas son negativas, el agricultor cambia de lugar la chacra , o posterga su trabajo. No insistir en ir contra su dictamen. 8. Aqu radica, tal vez, el origen la costumbre antiqusima del agricultor andino de poseer diversos sitios ecolgicos (chacras a diversas alturas), para sembrar donde en ese momento, segn las seas recibidas, sea ms propicio sembrar tales o cuales especies. De aqu surge el llamado control de diversos pisos ecolgicos, estudiado por John Murra. 9. Una vez sembrada la chacra, el agricultor tendr especial cuidado de tener un dilogo afectuoso con los tres agentes perturbadores del clima, los que podran ocasionar un desastre: los tres hermanos Chicotillos que controlan las heladas, el granizo y los vientos. Este dilogo involucra la realizacin de ritos especiales. 10. As, la vida del agricultor andino que cra diariamente su chacra es un encuentro diario entre los runa (hombres), la sallqa (Naturaleza) y las wakas (deidades rectoras del resultado del proceso agrcola). Es la que se ha llamado pachavivencia como expresin de una conducta tica y del trabajo. Diramos una especie de ecologa profunda, que reconoce, eso s, la participacin en el sistema de la divinidad (Dios o las wakas). 11. La vida tica personal del agricultor, es decir, su comportamiento moral para con su familia (esposa e hijos) es de gran importancia para la perfecta realizacin del rito. Es parte vital de la armona que debe reinar entre runa (hombres) y wakas (deidades). Su mal comportamiento moral, incidir, pues, negativamente en el resultado de su chacra. Su pecado personal inducir el fracaso agrcola. Su fracaso agrcola, ser signo (sea, tambin) de un mal comportamiento tico personal. 12. Se da aqu, pues, una notable concordancia entre tica personal y tica social, entre tica personal y tica ecolgica o comportamiento ante el ecosistema. Hemos terminado, con uncin casi religiosa, inmersos en una cosmovisin muy sugerente, muy profunda, que contempla la relacin ntima de lo creado y las potencias creadoras. En suma, para el hombre andino, el sistema es uno solo, slidamente integrado. No como para nosotros los occidentales que reconocemos tres sistemas: un sistema natural, un sistema social y un sistema moral-religioso, como parcial o enteramente distintos, separados, pero jams integrados. Nuestro hombre occidental, tal vez por eso, est dividido, escindido entre tres mundos, sin saber exactamente hacia donde dirigir sus pasos. Perdi la sntesis que prim en la poca medieval entre hombre y Dios. Y hoy se encuentra sin brjula ni Norte. El andino, en cambio, marcha con pie seguro en pos de su futuro, confiado en su Pachamama y en sus sealeros, con los que mantiene vnculos perennes de confianza, respeto y amor filial. A estas reflexiones, profundas, religiosas, nos invita el excelente libro que nos ofrecen, una vez ms, Juan Van Kessel y Porfirio Enrquez; un socilogo-antroplogo y un antroplogo y lingista quechua peruano. Europa y Amrica india unidas en un solo esfuerzo de reflexin transdisciplinaria. Dr. Horacio Larran Barros.