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UNA GRATA DESPEDIDA

Eran las diez de la maana y los nios jugueteaban por toda la casa. Todos

vestidos de negro, beban caf y aguas aromticas. Algunas mujeres, un

poco cabizbajas, empezaban a sollozar; otras haban comenzado a llorar

desde la noche anterior. Hombres, amigos y familiares del viejo se repartan

entre cervezas y botellas de aguardiente; algunos, ya borrachos, cantaban y

contaban chistes. El viejo segua caminando, haba ingresado por el portn

que permita la entrada a los autos. Salud a la gente, bebi una cerveza,

un trago de aguardiente y sigui su paso. Todo el mundo alzaba la mirada

cuando sentan la tranquilidad de las pisadas acercndose. El viejo se

detuvo en la cocina, y, junto a las empleadas de la casa, comi un poco de

cabrito con pepitoria y sigui andando hasta llegar a un cuarto que se

antepona a la sala principal. En aquel cuarto se cambi de ropa y se puso

un traje que haba comprado semanas antes en un almacn del pueblo. Se

perfum y acomod su corbata hasta que esta apret su arrugado cuello.

Lustr los zapatos de gala con los que se cas y camin hasta llegar a la

sala. Personas sentadas alrededor del recinto, sumidas entre llantos,

observaban el cajn abierto. El viejo salud a todos en la pieza y le dio un

beso a su esposa, una venia doblando su cuerpo y se introdujo en el cajn.

Tocaron las campanas de la iglesia. Los hombres echaron el cajn a sus

hombros y avanzaron al cementerio que esperaba a su muerto.

Adrin Hernndez - 20162098257

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