Lis paginas més togradas de Abranam Val-
delomar* recurren siempre al viejo topico del amor.
En algunas, es el sol: la energia ambiente, el detona-
or del énimo, el aura que recorre impasible e inven-
cible la resurreccién de los muertos, como en
Confiteor:
Qué haré el dia en que sus ofos
tengan para mf una mirada de amor?
‘Mi alma Wenard el mundo de alegria,
lanaturaleza vibrard con eltemblor de mi corazén,
todos serdin felices.. (1, 50).
En otras, es el tel6n de fondo, el horizonte roto
porla nostalgia prematura, Ia elocuencia muda:
wwella me miraba triste con los ojos hiimedos;
sacé su paiiuelo y lo agité miréndome; yo la
saludaba con la mano, y ast se fue esfumando,
hasta que s6lo se distinguta el pafiuelo como un
ala rota, como una paloma agonizante... (1,391).
(Se trata, por supuesto, de «El vuelo de los
cbndores»). Y por ditimo, es materia permanente de
reflexidn estética: