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(31) Ver El siglo ilustrado dividido en seis odas, en Obras poticas. Madrid, Benito Cano,
1797. Pgs. 211 y ss.
modificar. Cuando los hombres estn contentos con su suerte el poeta canta
de esta forma:
Filsofo severo
del miserable humano
la situacin contemplo
del labrador sencillo:
la quietud y el sosiego
y la salud robusta
con su suerte contento,
del pastorcillo alegre
en medio del invierno,
el rigor despreciando
de las nieves y hielos.
Cuando las clases desposedas intentan girar sobre sus propios sufri
mientos, alejndose de unas determ inadas condiciones de vida, Mers clama
r contra semejante despropsito: De un m enestral el hijo,/que hered de
su padre/un fondo, que ha costado/sudores mil y afanes,/en vez de su desti-
no/m ejorar y ap licarse,/en gastar slo p iensa/su herencia y caudales,/por
parecerle indigno/de un joven tan galante/seguir el bajo oficio/de pobres
m enestrales./U n labrador que adquiere/con su sudor y sangre/un corto pa-
trim onio/que valdr mil reales,/co n altos pensamientos/fundados en el ai-
re /e l arado abandona/y todo su equipaje/respira seora/y gravedad odia-
b le;/con ms lujo que el noble,/com e y viste, es constante,/y educa a su fami-
lia/con todo el gran follaje/de ostentacin de m odas,/erudicin, lenguajes-
,/que son propias de un hom bre/de espritu brillante. El poeta, despus de
enunciar las desviaciones que se dan en la sociedad espaola, concluye di
ciendo: y de aquestos abusos/y de otros sem ejantes,/al estado resultan/con-
secuencias fatales. La solucin a estas situaciones es, sin embargo, sencilla.
M ers la formula as: Atjense estos daos/fciles de enm endarse,/con tal
que se destinen/todos segn sus clases:/lo s hijos, pues, los hijos/de pobres
m enestrales,/que ejerzan los oficios/de sus honrados p adres./El labrador
que adquiera/fondos con sid erab les/a costa de su industria,/de su sudor y
afanes,/no abandone el arad o ,/h eren cia venerable,/y a quien su subsisten-
cia/le deben los m ortales/y cubriendo sus m esas/d e frutos abundantes,/y
del nctar p recioso/del Dios de los gaan es,/pase una vida quieta/alegre y
admirable (32). No dej nunca M ers de clam ar por el afianzamiento de to
dos estos principios, y en cualquiera de las odas, sonetos o dcimas de las
Obras poticas, surge siem pre el alegato antirreform ista, la voz de la inadap
tacin, la defensa de la vieja poltica estam ental, la preservacin constante
(32) Ver la Oda V, El Quijotismo. En las Obras..., ya citadas, pg. 270 y s.s.
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